Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Adiós. por Fireflies

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son de la insensible de Ohtaka Shinobu.

Notas del capitulo:

Lloré escribiendo esto.

Resignación.

No podía hacer nada más que resignarme.

Hakuryuu me tenía en prisión, condenado a muerte por decapitación.

¿Qué podía hacer? Al menos mis hermanos se habían salvado, tan sólo los habían mandado al exilio.

De todas formas no me arrepiento.

El derramamiento de sangre cesó, la guerra tuvo un ganador y, al menos de momento, hay un breve lapsus de paz en el que el pueblo está libre de un posible ataque. Era mi vida o la de ellos. Preferí la de ellos.

Realmente, en estos momentos me siento algo estúpido al estarme relatando lo sucedido y mis decisiones para no caer en la locura, pero no puedo hacer nada más, en esta aislada, incolora y poca alumbrada prisión tan sólo puedo hablar conmigo mismo.

El otro día escuché a dos guardias hablar. Al parecer hoy es el gran día.

¿En serio voy a morir?

Joder, al menos quería conocer las verdades del mundo antes de hacerlo.

Sonreí. Al menos mis labios me responden.

Escuché cómo pasos se acercaban de a poco, en gran número, a mi celda.

Al parecer es la hora.

Quitaron el seguro de la puerta, y giraron el pomo. No pude hacer nada más que levantar mi cabeza para dedicarles una mirada. Al parecer, mi imagen es tan deplorable que tuvieron que desviar la mirada.

No quiero ni imaginarme cómo me veo.

Sin más, aquellos guardias, que fueron a los que una vez confié la protección de mi familia, me levantaron, sin mucho cuidado y a lo bruto. Me recuerdan constantemente que soy nada más que un vil prisionero.

—Ren Kouen, traidor del Imperio Kou y cómplice de la organización, ha sido sentenciado a la muerte por decapitación —Me informó uno de los jóvenes, que estaba situado frente a la puerta en cuanto me sacaron de la prisión.

Ja, creían que no lo sabía.

Como siempre, no dejé que me tomaran por sorpresa. Con mi siempre serio semblante, fui caminando por donde los guardias me guiaban. Escaleras, pasillos, dobladas. No recordaba que aquella prisión estuviese tan lejos de la superficie.

Todo se aclaró en cuanto volví a ver la luz del exterior.

Iba a ser una ejecución pública.

Escuchaba mucho jaleo, las voces alzadas del que antes era mi pueblo, mi imperio. Tan solamente cuando mis ojos se adaptaron a la nueva iluminación, pude verlo. Miles de miles de personas se hallaban allí, frente a mis ojos.

A los que antes dirigía, estaban ahora clamando por ver mi ejecución. A los que una vez ayudé y tendí la mano, gritaban sin clemencia que querían ver mi cabeza rodar. Aquellos y aquellas a los cuales serví, dedicándome únicamente a ellos desde mi adolescencia, ahora tan sólo querían ver mi sangre brotar.

Era entendible.

Lo es…

Pero aún así…

Hakuyuu… ¿Qué hice mal? ¿Fue el hecho de que me faltó el coraje para vengarte?

Sentí cómo una leve capa de líquidos salados envolvía mis ojos, a la vez que me obligaban a subir las escaleras, para quedar en lo alto del que sería el escenario de mi muerte. La función más esperada por todos, aquel día.

Una vez arriba, me dediqué por breves instantes a ver a aquel incompasivo pueblo.

Les sonreí.

Sigo sin arrepentirme.

Hice lo mejor que pude cuando tuve que hacerlo. Intenté buscar las salidas más beneficiosas para mi gente. Disfruté de hacerlo a pesar de que fue bastante estresante.

Y eso pasó por mi mente.

De a poco, los momentos vividos con mis hermanos y hermanas, primos y primas, se fueron recapitulando. Desde que conocí a Hakuyuu y Hakuren, pasando por donde me enteré de Kouha, mi primer encuentro con Hakuei y Hakuryuu, la fantástica aparición de Kougyoku pegada al techo. Todos los primeros momentos que pasé junto a ellos.

Luego, recordé las tardes en familia, o más bien, las tardes que pasaba con Koumei y Kouha.

¿Los habré disfrutado bien? ¿Les dije una vez que les quería, lo sabrán?

Suspiré. Nunca me detuve a preguntárselos o decírselos.

Mientras me iba arrodillando, cerré los ojos.

Los gritos se hacían más fuertes y violentos. Pude notar cómo los guardias que me habían llevado hasta allí me dejaban a mi suerte, y gracias a mi percepción, alcancé a percatarme de mi ejecutor que se iba posicionando a mí espalda.

Abrí los ojos, y vi al cielo.

¿Voy a volver a verte, Hakuyuu? No me hago a la idea aún.

Koumei, realmente no quiero que me vengues. Kouha, vive tu vida lejos de Kou, no entres en polémica. Kougyoku, eres una joven fuerte y valerosa, con ello podrás salir adelante.

Se me pasó por la mente la figura de ella.

Realmente me había traicionado. Nos había traicionado. Aunque le comprendo, fue para salvar a su hermano.

Desvié mi mirada a Hakuryuu. Levantaba su mano con pesar, mirándome igualmente.

Me encogí de hombros, enarcando mis cejas. Estaba todo acabado de todas formas.

Lo está. Pero aún así no puedo evitar recordar a mis hermanos.

De verdad que quería ver cómo crecían, a la vez que lo hacía mi pueblo.

Deseaba ver el rostro de la joven que aceptara a Koumei con todo y su pereza. Deseaba ver a Kouha desarrollándose como una persona mayor. Quería ver hasta la última de mis hermanas casadas, aunque no fuese por amor, pues al menos parecían ser felices.

Pero más que nada. Más que nada, deseaba ver cómo juntos vencíamos a Gyokuen. Cómo matábamos a quien te asesinó, Hakuyuu.

En su debido momento no apoyé a Hakuryuu cuando clamó por ayuda. Y ahora es que pago el precio.

¿Realmente lo hizo? ¿Te vengó antes que yo? Vaya, que eso no puedo asimilarlo.

Volví a mirar al cielo.

Recordarte hace que mis ojos se cristalicen, como hace mucho que no lo hacían.

Escuché por última vez los gritos más bestiales de mi gente. Al parecer, Hakuryuu ya dará la orden.

Maldición, morir casi a mis treinta años.

Que me quedaba toda una vida por delante.

Tenía muchas más oportunidades por venir.

Perderé… Tantas experiencias…

¡Tampoco quería morir! ¡También le temo a la muerte!

No puedo evitar tener pensamientos egoístas, ¡Soy un humano, por Dios!

Tuve el impulso de pararme y batallar por mi vida. Pero no, en ese caso todo tan solamente sería en vano. Debía quedarme ahí sentado, por mis hermanos, por mi hermanas, por  mi gente, por Kou.

Sonreí amargamente, y cerré los ojos.

Lo último que vi, fue cómo Hakuryuu bajaba su mano.

Lo último que sentí, fue el frío metal del hacha con el cual cortaron mi cabeza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y ahora pregunto. ¿Estoy muerto?

Puedo sentir.

Estoy pensando.

Parece que no lo estoy.

Abrí mis ojos. Todo mi alrededor está blanco. Vaya, me equivoqué, sí que lo estoy.

Me levanté de donde estaba, por alguna razón tenía conciencia de que estaba tirado en el suelo.

Miré en todas direcciones, no había nada.

Entonces comencé a caminar. Caminé lo que se me hizo una eternidad, con tan sólo blanco absoluto rodeándome.

¿Es que estoy en el Limbo? ¿Soy tan desgraciado como para ni siquiera tener un lugar determinado al que ir?

Bajé la mirada, frunciendo el entrecejo.

Ni siquiera la muerte me puede devolver a tu lado… Hakuyuu…

Mis ojos se cristalizaron.

Mis piernas flaquearon.

Ya nadie me ve, ¿Cierto? Puedo derrumbarme ya, ¿No?

Caí de rodillas al suelo, apretando con impotencia mis labios y cerrando en forma de puño mis manos. Comencé a golpear con fuerza el suelo.

¡Maldición! ¿No me espera nada más?

No pude evitar llorar, mis lágrimas caían y caían, como hace tiempo no lo hacían.

¿Antes he llorado? Me cuestioné. No lo sé.

Sólo sé que ahora lo estaba haciendo.

Me reía de mi mismo en mi subconsciente, parecía un niño cualquiera llorando por un berrinche. Incluso, pudo pasar que me convirtiera en uno. Después de todo, no me veía a mi mismo en esos momentos.

 

 

Fue cuando comenzó mi llanto a calmarse, cuando sentí una mano en mi espalda.

Subí mi mirada realmente rápido, buscando al causante de aquel toque.

Era él…

—Hakuyuu… —Susurré, a la vez que más lágrimas salían de mis orbes. Debo de verme más que deplorable.

Pero él no desvió la mirada. Me acarició con más ahínco, negando con su cabeza.

—No hace falta que hables… Kouen. —Su voz. Por fin puedo escuchar nuevamente su voz. Y el alrededor comenzó a volverse de color, apareciendo edificaciones y demás. Pero tan sólo me importó él. —Hiciste lo que pudiste, Kouen, realmente estoy orgulloso de ti. Y por ello mismo, es ya momento de descansar, ¿No? —Me sonrió, ayudándome a reincorporarme de a poco.

A lo lejos, podía ver cómo Hakuren llegaba a hacernos compañía.

Y tan sólo seguí llorando.

Hakuyuu me abrazó.

Hakuren se nos quedó viendo.

Es cierto, es hora de descansar.

 

 

Descansar en mi nuevo hogar.

Notas finales:

Lamento si he tocado la fibra de alguna lectora o lector, pero es que no podía quedarme sin escribir a Kouen.

 

Aún no es oficial que esté muerto -Sé por qué lo digo- Pero de todas formas, me dejó mal su "muerte".

 

Espero dejen críticas respecto a esto, no sé escribir cosas que den mucha pena.

 

Y deprimida, me voy.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).