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Un Corazón Debil por Nozomi17

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Notas del capitulo:

¡Hola! Hace tanto tiempo…

Les pido una enorme disculpa por la ausencia de tanto tiempo. El capitulo es largo para compensar un poco.

Sin más, espero que les guste y ¡A leer se ha dicho!

—Mooo—Se quejaba Kise—, ¿Por qué tenían que golpearme los dos?

                —No tengo idea Kise-kun

                El rubio dio un pequeño salto hacia atrás, chocando con el más bajo. Se había metido al baño para lavarse la cara y ver cómo le habían dejado después de unos cuantos golpes. No supo en qué momento entro el peli-azul. Ya más calmado, procedió a lo que tenía pensado, más aparte lavo sus dientes. El otro también lo hizo.               

                En la sala se encontraban los responsables de algunos golpes en la cara de Kise; ambos sentados en sillones diferentes y con cara de pocos amigos. La atmosfera era demasiado pesada, cualquiera que se cruzara por ahí notaria que ambos se querían matar.

                Apenas llegaron de nuevo con aquel par, Kise logro sentir la tensión, era como si te pusieras en medio de dos animales salvajes muertos de hambre; le sorprendió que el peli-azul pasaba enfrente de ambos como si nada. Parecía no captar el aura que les envolvía.

                —Kagami-kun, Aomine-kun, ¿Ya han comido algo?

Pregunto con total tranquilidad, para sorpresa del rubio, aquella atmosfera pesada se disolvió rápidamente, ambos; pelirrojo y el moreno, miraron al peli-azul con cierta indiferencia.

                —Yo no Kuroko

                —Yo tampoco Tetsu

Asintió con la cabeza levemente y miró en dirección a la cocina; con pasos lentos se acerco, observo dentro de su despensa, cerro y después se dirigió al refrigerador. Saco algunos recipientes y los metió al microondas.

                El sonido que predominaba era el de aquella maquina en plena función.

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                —Nee, Kurokocchi, ¿Cómo es que terminamos de esta forma?

Dijo el rubio en susurros, tratando que el pelirrojo ni el moreno lo escuchasen.

                —Ni idea Kise-kun

Kagami, Aomine, Kise y Kuroko caminaban de dos en dos, los cuatro se dirigían al Maji Burger… ¿Por qué razón si minutos antes estaban a punto de comer en la casa del peli-celeste?

                Mientras esperaban que la comida se calentase, todo en la casa quedo en completo silencio, el sonido del microondas era lo único que se escuchaba. Un corto y la maquina dejo de funcionar. Los cuatro se acercaron a ver qué sucedía, algo de humo salía del interior; al parecer, por lo viejo que era ese modelo no aguanto más y se descompuso.

                El pelirrojo, moreno y rubio parecían más preocupados por la situación que el propio peli-celeste quien, era en parte dueño de ese aparato. Mientras los otros tres se acercaban al microondas buscando alguna posible solución, el más bajo de ellos fue por su teléfono, hizo una llamada corta y colgó, con pasos lentos se acerco a los demás.

                —Mis padres dijeron que eso era algo predecible debido a la antigüedad y el uso— Hizo una leve reverencia—, se sienten apenados porque hayan visto aquello.

                Los otros tres quedaron en silencio, su mayor preocupación era que no regañasen a Kuroko, pero era obvio que eso no pasaría.

                Silencio de nuevo; abruptamente interrumpido por el sonido de un estomago hambriento: provenía del peli-celeste.

                Kise, al momento de escuchar eso se ofreció de inmediato a llevarle a comer algo, en la situación en la que se encontraba, el más bajo no pudo negarse. De un principio solamente irían ellos dos, pero, tanto Kagami como Aomine se les unieron, ¿La razón? Ninguno confiaba en el rubio como para dejarlo a solas con Kuroko, además ambos iban con la intensión de pasar el día con él, nada se los iba a evitar.

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                — Parece como si…

—     Estuviéramos viendo a dos bestias comer…

Tanto Kuroko como Kise miraban con completo asombro a las dos personas sentadas frente a ellos. Sabían que ambos eran capaces de comer más de diez hamburguesas… Pero no podían creer que superasen ese límite y mucho menos que hicieran una competencia.

                — ¿Ya no puedes Bakagami? —Pregunto el moreno a tono de burla—, Pensé que en esto si me podrías representar un reto

                — ¡Eso crees tú Ahomine!

                — ¿¡Hah!?

                La comida parecía que no era masticada antes de ser ingerida… Kise y Kuroko no podían dejar de observar a aquel par, miraban su comida segundos después dándose cuenta que ninguno había logrado acabar por completo la porción de hamburguesa que quedaba, y, que de hecho, ya no querían.

                Parecían estar hambrientos de competencia. Realmente se quedarían los cuatro ahí un largo tiempo más.

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Después de su, realmente reñida, competencia se declaro un empate, puesto que ambos ya no podían comprar más hamburguesas. Los otros dos, por su parte pensaron que no podrían moverse debido a la cantidad de comida ingerida; enorme fue su sorpresa al darse cuenta de que no era así, que ambos se podían mover con normalidad.

                Eran las once de la mañana, tenían el rato libre ¿Qué podrían hacer?

Sin poder ponerse de acuerdo con el moreno y pelirrojo a dónde dirigirse, el peli-celeste siendo seguido por el rubio, comenzaron a caminar a alguna plaza comercial; después de todo, el primero quería buscar algo de ropa y tenis nuevos; además de investigar los precios de los microondas.

                Tanto Kagami como Aomine se quedaron de pie viendo como los otros dos se alejaban, no era posible que Kise se fuera con Kuroko, ambos estaban buscando ese día para confesarle lo que sentían, tomaron una decisión al mismo tiempo sin que él otro se enterase.

                “Iré con ellos, buscare el momento perfecto y le diré a Kuroko/Tetsu, lo que siento por él”

                No demorándose ni un poco más, comenzaron a caminar detrás de ellos. Tuvieron la leve sospecha de que ambos iban con la misma intención, pero en esos momentos no importaba, necesitaban estar a solas con el más bajo, de esa manera podrían sacar ventaja el uno sobre el otro.

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El resto de la mañana se fue de tienda en tienda, tanto de ropa como deportiva. Los gustos del peli-celeste no eran muy exigentes, pero si variados. Compro varias camisas, pantalones y algunas sudaderas a juego con toda la ropa. Kise, siendo un modelo, le reconoció que tenía un buen gusto al momento de elegir.

                Kagami y Aomine se sentían botados del ambiente pues ellos no le tomaban mucha importancia a su vestir. El simple hecho de no salir desnudos y ser detenidos por exhibicionistas bastaba y sobraba.

                Cuando por fin parecían encajar fue cuando llegaron a una tienda deportiva en busca de tenis. Ambos tenían un gran conocimiento en modelos, marcas, material con el cual estaba hecho, cuáles eran mejores y más cómodos, entre otras cosas.

                Dado que los cuatro practicaban el mismo deporte, no estaba de más un par nuevo. Cada uno fue por su lado en busca de zapatillas deportivas acorde a su gusto. La tienda era algo concurrida, era más que obvio que el peli-celeste se perdiese de la vista de todos.

                Kagami, Kise y Aomine se reunieron en cierto punto del lugar, cada uno buscaría a Kuroko por la tienda. A penas dieron la vuelta, no dieron más de diez pasos cuando al pelirrojo le dio algo de sed y salió del lugar breves momentos para buscar algo de beber; ya encontraría al peli-celeste. El rubio fue acorralado por varias chicas, preguntándole si era el famoso modelo, si se tomaría una foto con ellas, entre otras preguntas de fanáticas.

                Aomine se quedo de pie frente a una repisa, los tenis eran algo simples, no muy vistosos, no parecían caros, la marca era buena… Eran perfectos para Kuroko. Una joven que atendía, se acerco a preguntar si estaba interesado en ellos; él asintió y pidió que se los mostrasen.

                Se quedo mirando la repisa un rato más, ningún otro par le había gustado, aquellos eran perfectos para el peli-celeste, solo esperaba que a este le gustasen. La joven no tardo mucho en llegar con el par de tenis en mano, el moreno los acepto; ahora solo faltaba buscar a Kuroko.

                — ¿Dónde estará…?—

Se pregunto a si mismo mirando a su alrededor.

                — ¿Quién Aomine-kun?

                — ¿Eh? —Miro a su lado derecho, solo para percatarse de la presencia del peli-celeste— ¡Woah! ¡Tetsu, ¿Cuánto tiempo llevas ahí!?

                —En realidad, tengo unos minutos a un lado tuyo—Dijo mientras le miraba fijo

                —Ya veo…—Tomo los tenis por la parte del talón, los alzo enfrente del rostro ajeno—, Míralos, los escogí para ti, dime que te parecen

                —…—El más bajo tomo el par de tenis frente a él, los observo a detalle—, Me gustan Aomine-kun

                — ¿Sí? Qué bueno—Paso una mano por su nuca—. Pruébalos, ve que tal te quedan; recuerda que eso es lo más importante al comprar tenis

                —Si

Sin decir algo más, se dirigió al centro de la tienda, aquí se encontraban varios lugares para sentarse y poder probar sus futuros tenis. Tomo un asiento, se puso el tenis y comenzó a caminarlo un poco.

                Mientras él hacía eso, Aomine se puso a ver los demás modelos, varios le gustaron, se prometió a si mismo que volvería luego por ellos. Cuando termino de hacer aquello, fue junto al de piel pálida; lo vio de pie caminado.

                — ¿Y bien?

                —Están perfectos, Aomine-kun

                — ¿Heh? ¿Entonces si te gustaron? ¿Di en el blanco?

                —Si

Kuroko esbozo una pequeña sonrisa en sus labios, logrando poner algo nervioso al moreno, como si fuera un hábito, paso una mano a su nuca y la rasco levemente. El peli-celeste se volvió a sentar, esta vez para retirar el zapato y poder decirle a la joven que anteriormente atendió al moreno que se llevaría ese par.

                Algo en su interior se sacudió con esa pequeña sonrisa, ahora más que nunca quería decirle lo que sentía, no importaba mucho si perdía su amistad, era mucho peor no arriesgarse.

                A penas termino de pagar, el peli-celeste tomo la caja que tenía el par de tenis dentro, los guardo en una bolsa y se dispuso a irse. Miro a su alrededor, tanto Kagami como Kise seguían ocupados, el primero viendo algún par que le convenciera, el segundo seguía siendo rodeado por mujeres. Soltó un suspiro e invito al moreno a ir a algún lugar más calmado para esperarles.

                Salieron y caminaron en silencio unos locales más, delante de estos se encontraba una pequeña y linda fuente, no había mucha gente, después de todo, todos estaban más ocupados comprando algo, y, al parecer, las mujeres estaban acosando al modelo.

                Se sentaron en la orilla, simplemente mirando cualquier cosa. Aomine relamió sus labios, miro hacia arriba y soltó un suspiro. Cerró los ojos y se relajo.

                —Oe, Tetsu…

                — ¿Mh? Dime, Aomine-kun

                Sin abrir los ojos y mirarle directamente abrió la boca y dijo algo tan simple, tan relajado, simulando un susurro.

                —Me gustas Tetsu

                — ¿Eh?

Kuroko sintió como su cara enrojecía rápidamente, su corazón comenzó a latir muy rápido ¿Había escuchado bien? ¿Le gustaba a Aomine? Quiso darle una respuesta, pero no pudo, existían dos razones; la primera, estaba demasiado nervioso, no podía ni respirar correctamente. La segunda, no sabía que contestarle.

                —…

                Aomine abrió los ojos, esta vez miro directo al peli-celeste esperando cualquier reacción, la más mínima si quiera. Aunque, verle sonrojado de aquella manera le bastaba: así podía hacerse la mínima esperanza de que tenía una oportunidad.

                Ya había llegado así de lejos, ¿Por qué no avanzar más? Se acerco al peli-celeste, puso una mano en su nuca y le jalo con suavidad para acercar su rostro al suyo. La respiración entrecortada debido a los nervios resultaba muy agradable para el moreno. También, la manera en la cual no le rechazaba le daba aun más esperanzas en sí, animándose más a lo que planeaba.

                Estuvo a punto de rosar sus labios en un beso… Pero dos fuertes gritos les arruinaron el momento, obligándoles a separarse.

                — ¡Kurokocchi!

                — ¡Aomine!

Kagami y Kise se acercaban a la dirección del otro par corriendo, al parecer finalmente se habían librado de toda la concurrencia de la tienda. Para alivio de Kuroko y Aomine, ninguno había visto lo que estaba a punto de hacer el moreno.

                — ¿Qué están haciendo? —Pregunto Kagami algo molesto—, se supone que estábamos los cuatro

                —Si—Dijo Aomine mientras se levantaba—, Pero yo no voy a esperar en lo que las damas escogen sus zapatillas. Es una molestia

                — ¿¡Qué dijiste!?

El moreno puso su dedo meñique en su oído, lo limpio ligeramente.

                —No grites, tu voz es molesta

                —Tsk…

Kagami estaba realmente molesto, ganas no le faltaban para darle un puñetazo al moreno en la cara e irse. Pero, cruzo miradas con el peli-celeste, logrando que su enojo se fuera. Medito un poco más, ni de broma dejaba a Kuroko en compañía de los otros dos. Además, aun no le confesaba lo que sentía por él. Debía aguardar por el momento correcto.

                Dieron otras vueltas en el lugar, ya no compraron nada de ropa o zapatos más, hicieron algunas paradas en heladerías o dulcerías, realmente, Aomine y Kagami no parecían tener algún fondo.

                Para bajar la comida, decidieron tener un pequeño partido, no sin antes caminar hasta las canchas para no agitarse de más y que terminasen vomitando absolutamente toda la comida.

                Eran la una de la tarde para cuando llegaron.

Se dividieron, quedando en el primer equipo Aomine y Kise, en el segundo Kuroko y Kagami. Conforme se dieran nuevos inicios de juegos cambiarían de compañero. Todo era divertido, pero la cúspide fue cuando el moreno y pelirrojo quedaron en el mismo equipo; cada segundo estaban discutiendo.

                Cualquiera pensaría que por su falta de comunicación serían cosa sencilla para Kise y Kuroko; pero no fue así. No importaba si tenían la peor compatibilidad, su objetivo era ganar, su pasión era la misma: el basquetbol. Con eso bastaba para que ambos, de alguna manera, pudieran tener un juego bastante aceptable.

                En todo momento el peli-celeste estaba al pendiente de ambos, no podía quitar su mirada de ellos por más que lo intentara. Ver esa mirada llena de vida, las sonrisas que se escapaban, el sudor en su cuerpo, su respiración… Todo lo tenía maravillado.

                No olvidaba lo que le había dicho Aomine, más seguía sin estar claro en que sentía por él. Seguramente solo amistad, pero el hecho de no poder quitarle la vista de encima ya le estaba haciendo dudar de si mismo una vez más.

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Mientras juegas y te diviertes el tiempo se va volando, más aun si este juego es lo que más amas.

                El juego continuo durante mucho más tiempo, tanto fue así que, cuando recordaron, ya el reloj marcaba las cuatro con treinta minutos. Se estaban divirtiendo bastante, no supieron en qué momento pasaron las horas.

                Pero con estas horas de juego, eventualmente llego el cansancio y la sed. Kuroko estaba exhausto. Sentía que ya no podía mover las piernas; debía detenerse, ni siquiera en los entrenamientos se agitaba tanto, era peligroso para su corazón, más si este latía de manera sumamente irregular.

                Aomine, quien aun tenía fuerzas de sobra, solamente se dio la vuelta, dejando a los otros tres y comenzó a caminar alejándose de la cancha.

                — ¡Aominecchi! —Le llamo Kise logrando que este se detuviera sin mirar atrás—, ¿A dónde vas?

                —Iré por algo de beber, muero de sed

                —En ese caso—Kise corrió hasta el moreno—, te acompaño. También muero de sed, sirve que les compro algo también a Kurokocchi y Kagamicchi

                —Como quieras

Aquel par se fue caminando tranquilamente, o bueno, eso parecía. Dejaron solos al pelirrojo y e peli-celeste.

                “Esto es perfecto” Decía Kagami “Estoy a solas con Kuroko. Debo agradecerles a esos idiotas por darme este chance”

                Quería decirle lo que sentía, pero, ¿Cómo? No sabía de qué manera sacarle esa conversación. Comenzó a ponerse nervioso. Ambos se encontraban en medio de la cancha en completo silencio. El pelirrojo solo se ponía más tenso al no escuchar ni una palabra por parte del más bajo. De pronto, la conversación llego.

                —Oi, Kuroko

                — ¿Qué sucede Kagami-kun?

                —Recuer… ¿Recuerdas lo que paso hace algunos días?

                —…

¿Recordarlo? Claro que lo hacía, no podía sacar esa escena de su mente.

                — ¿Lo recuerdas o no?

                —… Si—Respondió con un hilo de voz

                Kagami se puso frente a Kuroko, le miro a los ojos fijamente. Tuvo que agachar su cuello para poder estar cerca de él. El aroma que emanaba del cuerpo ajeno le resultaba tan atractivo, tan dulce.

                — ¿Quieres saber por qué lo hice?

Las nubes comenzaban a tornarse realmente grises, el viento comenzó a soplar más fuerte. Una tormenta estaba cerca. Algunos relámpagos sonaban a lo lejos.

                El peli-celeste bajo la mirada con un sonrojo presente en sus mejillas.

                —Si…

                —Lo hice porque…—Kagami tomo la barbilla del otro alzándola lentamente, roso sus labios con suavidad—. Porque me gustas, Kuroko.

Su corazón dio un palpitar fuerte, ¿No estaba soñando? ¿Kagami le quería? ¿Le correspondía? No lo podía creer, no quería hacerlo.

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                —Tsk, Aominecchi, no hay bebida XXXX—Se quejaba Kise—, es la favorita de Kurokocchi, y ahora no se cual llevarle.

                —Si quieres yo voy a preguntarle

                — ¿En serio?

                — ¿Qué tiene de malo?

                —Tú no eres de hacer favores, eres muy flojo

                —Muérete

El moreno se dio la vuelta dejando al rubio solo en la máquina expendedora; miro el cielo, una tormenta se avecinaba. Eso le trajo recuerdos… De cuando comenzó a llamarle “Tetsu” a Kuroko… Y ahora tenía la esperanza de que tal vez pudiera ser respondido. No podía pedir más.

                Mientras más se acercaba, más alcanzaba a ver a los dos que se quedaron en la cancha. Cinco pasos más; estaba más cerca, al igual que aquel par, el uno del otro. Eso no le dio un buen presentimiento; comenzó a caminar más rápido, quería saber que estaba pasando.

                No supo a qué punto llego su nerviosismo pues, sin darse cuenta ya estaba corriendo. Se detuvo justamente enfrente de Kagami y Kuroko, quienes estaban compartiendo un beso. No dijo nada, simplemente se quedo mirando fijamente, esperando a ser notado, esperando a que la última y más mínima esperanza muriera.

                Comenzó a caer la lluvia de manera fuerte.

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Todo había pasado muy rápido; primero le decía que le gustaba y ahora le besaba. Trato de procesar todo en su mente, pero no podía. Estaba demasiado feliz en ese momento, nada se lo podía evitar, o eso creía.

                Su corazón, el cual no se había recuperado por completo debido al cansancio comenzó a latir más rápido, tanto que llego a doler un poco. Esa sensación le incomodo, pero no se comparaba a aquella sensación de sentirse observado.

                Con precaución se despego del beso que le proporcionaba Kagami y miro a su lado izquierdo. Sus ojos se abrieron de golpe, una opresión insoportable invadió su pecho; Aomine los había visto.

                Si, estaba feliz por el hecho de ser correspondido por Kagami, pero no podía negar que saber que le gustaba de la misma manera a Aomine también le había traído mucha dicha. En su momento él pensó que no quería perder a ninguno de los dos, pero después de ese beso, el moreno se iría de su vida.

                No quería eso.

Kagami miraba con cierta molestia y triunfo a Aomine, este solo miraba a Kuroko con indiferencia. No intercambio palabras con ellos, solo se dio la vuelta y se dispuso a irse a su casa; ya se sentía lo suficientemente mal por un día.

                Kuroko sentía que ya no podía respirar, quiso correr tras el moreno, pero al dar un paso sintió como tomaban de su muñeca fuertemente, miro detrás: se trataba de Kagami. Sin soltarle, sin decirle nada, volteo de nuevo en dirección a Aomine, estiro su mano izquierda para, de igual manera que el pelirrojo, detenerle.

Para su mala suerte, solo alcanzo a rosar con suavidad la mano del otro antes de caer al suelo. Todo se volvió negro, su corazón no latía más. Tantas emociones juntas fueron demasiadas para él, quien no estaba acostumbrado a ellas, le provocaron un infarto.

                Al sentir que se caía, el pelirrojo estiro de su brazo, le dio un abrazo fuerte juntándolo a su cuerpo. El moreno inmediatamente se dio la vuelta hacía ellos.

                — ¿Kuroko? —Preguntaba Kagami mientras quitaba algunos mechones de cabello húmedos de la frente del peli-celeste—, Ey Kuroko, ¡Reacciona! Esto no es gracioso

                — ¡Ey, Tetsu! Estoy aquí, ya reacciona. No es para tanto

Trataban de sonar calmados, pero el miedo les carcomía por dentro.

                Kise, se canso de esperar al moreno, fue con pasos rápidos a donde se supone deberían estar. Su enojo fue convirtiéndose en miedo, luego terror al ver que ambos estaban sosteniendo a Kuroko en brazos. Comenzó a correr en su dirección.

                Cuando llego, despego a Kagami del peli-celeste, pego su oído al pecho del más bajo. Su mirada pronto se torno llorosa y llena de terror.

                —Llamen una ambulancia

                — ¿Qué?

                — ¡Llamen una maldita ambulancia! —Dijo mientras las lágrimas corrían por sus ojos—, ¡Kurokocchi acaba de sufrir un infarto!

La tarde, paso de ser soleada y alegre, a lluviosa y caótica.

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La ambulancia no demoro mucho en llegar, trasladaron a Kise y Kuroko hasta el hospital más cercano, siendo que solo una persona podía acompañar en el vehículo, Aomine  Kagami tuvieron que llegar por sus propios medios.

                Durante todo ese lapso de tiempo en lo que llegaban, buscaban a Kise  esperaban que los doctores pudiesen reanimar al peli-celeste, se mantuvieron en completo silencio. Aun no podían procesar todo eso en su mente. Un infarto. Había sufrido un infarto por su culpa.

                Las horas pasaron, los padres del chico llegaron envueltos en un mar de lágrimas; la madre no podía ni siquiera hablar, el padre, aunque también se encontraba mal, podía guardar la calma más tiempo. En la sala de espera se encontraban Kagami, Kise, Aomine y ambos padres. Todos en completo silencio, esperando que llegasen noticias buenas.

                La esperanza es lo último que se pierde.

Después de un rato, el doctor que se encargaba del peli-celeste llego con cierto aire de tranquilidad. Ellos esperaban lo peor.

                —El joven Tetsuya sigue vivo—Dijo mientras sonreía—, logramos reanimarle con el desfibrilador

                — ¿Es en serio? —La mujer se acerco al doctor—, ¿Mi hijo aun vive?

                —Así es— La retiro un poco—. Sin embargo, su estado es delicado aun. Fue muy difícil reanimarle, así que por algunos días lo mantendremos en observación.

                —…—La mujer asintió—, Esta bien. Muchas gracias doctor

                El esposo de la misma se acerco y la tomo de la mano, ambos hicieron una pequeña reverencia ante el hombre.

                —No agradezcan, es mi trabajo.

Inclinando la cabeza un poco, sonrió y los dejo solos en la sala de espera. Las cinco personas que estaban ahí gracias al infarto del peli-celeste sintieron como si un peso se quitara de sus hombros. Los padres se alegraron al ver que eran más personas las que se preocupaban por su hijo.

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                Los padres estaban hambrientos, no habían comido nada desde el desayuno. Sabiendo que su hijo estaba mejor, se disculparon con los tres jóvenes que les acompañaban y fueron a cenar en algún lugar.       

                Mientras ellos estaban fuera, el doctor volvió; explico que Kuroko ya había despertado y que solo una persona podía ir a verle. Al no estar los padres, ambos quedaron descartados; no irían Aomine ni Kagami. Se sentían mal por ser los causantes del infarto. La única opción disponible era Kise.

                Diciendo que él iría, una enfermera le guio hasta el cuarto donde se encontraba su amigo. Los pasillos eran largos, lleno de habitaciones, algunas compartidas, otras individuales. El color que predominaba era el Blanco. Todo lucía realmente impecable, lleno de luz debido al color.

                Unas cuantas vueltas en varios pasillos y finalmente llego a la habitación de su amigo. Estaba solo.

                Al entrar notó que había una ventana grande a un costado, una televisión enfrente, una mesita de noche al costado derecho de la cama; en ella, se encontraba su amigo. Algunos tubos conectados a sus brazos, una maquina que marcaba su pulso, parecía algo débil aun. Una bata blanca, las sabanas azul cielo cubrían hasta la parte baja de su pecho, se encontraba levemente inclinado hacia el frente.

                 — ¡Kurokocchi!

                Llamo la atención del peli-celeste, este simplemente giro la cabeza en dirección a la puerta. Al ver a su amigo al borde de lágrimas solo pudo regalarle una pequeña sonrisa

                —Hola Kise-kun

El más alto acerco una pequeña a la orilla de la cama, se sentó, tomo la mano del peli-celeste y la apretó con fuerza. Realmente pensó que lo perdería, pero no fue así, solo fue un susto, aun estaba con él… Aun así, ¿Por qué tenía un mal presentimiento?

                Permanecieron en silencio unos minutos, como si con un solo contacto se dijeran todo lo que con palabras a veces no podía expresar.

                —Kise-kun…—Dijo despacio, logrando que el rubio le mirara a los ojos—, ¿Me puedes hacer un favor?

                —Cualquier cosa Kurokocchi—Dijo con su ánimo habitual—. ¡Pídeme lo que quieras!

                — ¿Podrías escribir algo por mí?

                —… ¿Qué?

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Kise salió de la habitación de Kuroko con ese mal presentimiento aun más presente y una carta en mano. Cuando llego a la sala de espera, ya se encontraban los padres de el peli-celeste, ellos amablemente le pidieron disculpas por haberlos dejado solos unos momentos. En todo momento oculto la carta de los presentes.

                Aomine y Kagami estaban luchando contra quedarse dormidos, al final de cuentas, su día había sido agotador. Kise no se quedaba muy atrás, este también sentía que en cualquier momento se dormiría.

Los padres del peli-celeste miraron el reloj, ya era tarde para que estuvieran por esos lugares.

Amablemente les pidieron a Aomine, Kise y Kagami se retiraran a su casa, prometieron mantenerles informados para cualquier situación con relación al peli-celeste. No se opusieron mucho, al final de todo, ya era bastante tarde y seguro sus padres los regañarían. Intercambiaron números con los padres, les dijeron que cuidasen de Kuroko  repitieron hasta el cansancio que inmediatamente les informaran, hasta que finalmente se fueron.

                Cada uno se retiro a sus hogares. La fuerte impresión aun no se iba.

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Con gran dificultad Kise logro conciliar el sueño a las dos y media de la madrugada. A las tres con cuarenta minutos recibió una llamada.     

                —Kise Ryouta habla ¿Qué se le ofrece a estas horas?

Pregunto aun dormido y algo molesto ¿Quién le llamaría tan tarde? Espero un poco mientras que del otro lado de la llamada hablaban.

                Todo el sueño que tenía se fue de golpe.

                — ¿Qué Kurokocchi…Qué?

Notas finales:

¿Y bien? ¿Les gusto? ¿Dudas/Comentarios/Sugerencias? Ya saben, dejen RW

Dos cosas: La primera, perdonen en serio por la tardanza, digamos que he estado falta de tiempo. La segunda, este es el penúltimo capítulo de la novela… El final alternativo ya está decidido; más, sin embargo, existen dos finales alternativos, mi pregunta:

¿Quieren que los publique o se quedan con el definitivo? En ustedes esta esa decisión.

Muchas gracias por leer. Nos leemos la próxima. Adiocito


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