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Lo perfecto de lo imperfecto de la juventud por Natanael

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Notas del capitulo:

Hola amigos! Son exactamente las 6 de la mañana, he estado escribiendo toda la noche para tenerles este capitulo. La verdad creo que este cap deja en claro toda la personalidad de Naruto. ¡No lo odien, prometo que más pronto que tarde cambiara! Pero es necesario, recuerden que él es rico y bueno, actua como siempre le han enseñado. La cuestión es que sé que me he tardado y le pido mil perdonas. Estuve ingresando a la facultad, pero no pude. No rendí bien dos exámenes y debo rendirlos el mes de Marzo, por lo que estaré todo el verano estudiando. Prometo actualizar a mitad de vacaciones. Espero que les guste y recuerden, toda crítica es constructiva y muy bien recibida. 

Hasta luego! Por cierto... Felices fiesta y tengan un hermoso 2016.

♥ ♥ ♥ 

Habían pasado una hora desde el desmayo de Sasuke y aún no despertaba. No es que le molestara que descansara, pero la verdad le urgía atender cierto asunto. No era momento de descansos, era el momento de que fueran a una maldita farmacia y compraran un maldito test. Había intentado con todo, perfume, menta, alcohol, etc. Pero Sasuke había decidido morirse temporalmente y no iba a revivir tan fácil, por lo visto. Incluso había decido llamar a la mucama de la casa, que vino de inmediato al saber del asunto. Grave error. Al saber que el mayor se desmayó, empezó a preparar todo tipo de infusiones de asquerosísimo olor que dejaban mucho que desear en cuanto lo toxico que podría llegar a ser eso. ¡Por Dios, que si Sasuke tomaba eso estaba seguro que lo perdería para siempre! Y no iba a permitir quedarse viudo tan joven. 

 

—Señorito, hágame caso —dijo la mucama al pie de la cama del azabache. Hace prácticamente 15 minutos no dejaba de repetirle lo poderoso de ese té y bla bla bla. Francamente a Naruto no le importaba, no le daría brujería liquida a su novio. Maldita la hora que decidido llamarla—. Si le da este té le aseguro que recuperara la conciencia.

 

Compuso todo lo que podía su expresión hastiada. ¡¿Por qué simplemente no se largaba?! ¡Era un desmayo! No es como si hubiera muerto en serio. ¡Nadie moría por la sospecha de un mocoso! Bueno… eso esperaba.

 

—En serio le agradezco, Tsume, pero no voy a darle el té. En algún momento va a despertar.

 

—A mí me preocupa, es un desmayo señorito. No es cualquier cosa, créame. Mi hijo tiene su misma edad y cuando no come bien tiende a descomponerse, es cosa seria. Y esta mañana el señorito Sasuke no ha desayunado y…

 

— ¡Ya! Okey… ¿Sabes qué? Le daremos el té —interrumpió el rubio el relato. Estaba harto de esperar y estaba más harto de la mujer que no dejaba de insistir y para colmo se ponía a contar relatos de su familia… ¡Que desfachatez, de verdad! ¿Quién contrataba a la servidumbre de la casa? Porque esta señora era muy confianzuda. Se quedó sentado viéndola, esperando a que le diera el té al pelinegro. Pero la mujer parecía no comprender lo obvio. Ella le sonrió y se acercó hasta él, tendiéndole la taza a sus manos, rozándolas casualmente en un gesto de empatía. Pero Naruto tomó mal la acción y levantó las manos hacia arriba, tirando el recipiente y vertiendo todo el líquido en el suelo y parte de su camisa.

 

— ¡Me has quemado! —gritó el rubio enojado, limpiando en vano su camiseta mojada. La verdad era que el líquido no estaba tan caliente, pero estaba tan frustrado y furioso por el día que estaba teniendo, que lo ocurrido solo sirvió de gota que colmó el vaso. Miró a la mujer como si acabara de matar a alguien, incrédulo de la situación. ¡Todo estaba saliendo mal! ¡Absolutamente todo! —. ¡Limpia ya mismo todo este desastre!

 

La mujer castaña parecía abrumada, parte por los gritos del menor. Tomó rápidamente el pañuelo que colgaba del bolsillo de su delantal y limpió el suelo. —De verdad lo lamento, señorito. Intentaba alcanzarle la taza… quizá usted querría darle la infusión… —se excusó la mujer, hablaba atropelladamente, en un intento de apaciguar la irá del otro.

 

—Vaya vaya vaya… ¿Acaso yo debo hacer tu trabajo? ¡Tú debes darle el té!

 

El escandalo pareció hacer efecto en Sasuke, que empezó a removerse inquieto en la cama. Naruto corrió hasta él y le sujeto el rostro, dándole unas palmaditas en la mejilla. El mayor abrió los ojos perezosamente, sujetando la mano del rubio con la suya.

 

— ¿Qué sucedió? ¿Qué son esos gritos? —preguntó Sasuke levantándose, ignorante del tensionado ambiente.

 

—Nada, no es nada. Al fin despiertas, estaba preocupado —le sonrió conciliador, ayudándolo a pararse.

 

No pudo ni decir otra palabra que la mucama se abalanzó hacía Sasuke en un gesto por demás exagerado. Le sujeto de la cabeza y le obligó a recostarse de nuevo.

 

— ¿Por qué estás mojado? —preguntó nuevamente el mayor, extrañado de la humedad de la ropa del otro.

 

—Te he dicho que no es nada solamente… —empezó a decir Naruto, pero fue interrumpido en el acto por Tsume, que le corrió con delicadeza para atender al adolescente.

 

—Señorito Sasuke, se ha desmayado, debe reposar. ¡No haga esfuerzos!

 

— ¿Me he desmayado? —preguntó Sasuke arqueando una ceja, no creyéndoselo. No recordaba nada de un desmayo. Recordaba sí, haber ido al colegio, haber almorzado y luego haber ido a las prácticas. Recordó también haber buscado a Naruto. Pero luego de eso su mente estaba en negro. Sentía la cabeza muy pesada, pero el cuerpo muy ligero. Como si hubiera dormido unas cuantas horas, pero el sueño no hubiera sido muy grato. Sin embargo había algo que le hacía mella, algo le molestaba en su memoria. Sentía esa necesidad de recordar algo importantísimo, pero no se le venía a la mente. Se escapada la muy desgraciada. Pensó durante unos segundos, pero no volvía a su cabeza aquello. Que mierda, estaba seguro que era importante. ¿Acaso tenía memoria a corto plazo? ¿Era un bebé? ¡Esperen! Bebé… bebé…

 

—Sí Sasuke, te has desmayado —dijo el rubio, corriendo bruscamente a la mujer. De verdad esa mucama se estaba pasando, primero no le dejaba en paz por un odioso té, luego le tiraba ese mismo odioso té, y por último, le empujaba apenas su novio se despertaba. ¡Tenía agallas de enfrentarse así a él! ¡Pero iba a ponerla en su lugar! Podían tomarle el pelo una vez, pero no dos veces. No en un mismo día —. Escucha Tsume, no puedes tratarme de esa manera, me debes respeto. Existe algo que se llama cadena de mando, y es muy esencial en el trato de…

 

— ¡Bebé! —gritó el pelinegro de pronto, asustando a los otros dos— ¡Tú! ¡T-tú… tú… estás...! —se incorporó y no dejaba de señalar a Naruto. El menor abrió los ojos no creyéndoselo. ¡¿Qué demonios hacía?! ¡¿Iba a soltar todo delante de la mucama?!

Lo miró significativamente para que entendiera el mensaje, cállate de una vez. Pero el mayor estaba lo suficientemente perturbado para no entenderle. No dejaba de señalarlo y mirarlo con casi terror. ¡Demonios! ¡Debía correr a esa mucama del cuarto o Sasuke lo revelaría todo!

 

— ¡Bien Tsume, dejemos lo del sermón! Sasuke ha despertado y ya está todo perdonado, ve a hacer otra cosa —dijo apresuradamente, tomando a la mujer del brazo y llevándola hacía la puerta. Ella no parecía muy conforme, mirando a Sasuke con preocupación. Estaba diciendo incoherencias, no debía de sentirse muy bien. Debía llamar a los señores.

 

—Creo que sería mejor que llamáramos a la señora Uchiha…

 

— ¡Él está bien, en serio! ¡Solo está haciendo el tonto! Es solo un desmayo, ni se ha golpeado la cabeza. Hazme caso, luego yo hablo con Mikoto no te preocupes —contestó el rubio. Si le garantizaba que no habría problemas de por medio a lo mejor por fin se largaría. Agarró de los hombros de la mujer y sin darle tiempo a replicar, cerró la puerta. Apoyo la frente en la fría madera, suspirando. Había estado cerca…

 

—Naruto.

 

Dio la vuelta y miro a Sasuke de frente. Esté a su vez le devolvía la mirada, no tan psicótica como antes. Estaba parado en medio de la habitación, tan tenso que Naruto pensó que si daba un paso hacia él, se rompería en mil pedazos, como la arcilla seca. Parecía haber vuelto en sí, y parecía de verdad asustado.

 

— ¡Eso ha estado muy cerca! —reprochó el rubio, acusándolo con la mirada.

 

— ¿Entonces… no lo he soñado? ¿De verdad tú… tú estás… embarazado? —preguntó el mayor sin color en el rostro. Parecía estar al borde del segundo desmayo, y eso provocó en el rubio una especie de alerta. Lo sujeto del brazo y le obligo a sentarse nuevamente en la cama.

 

— ¿Qué cosas dices? ¡No estoy embarazo! ¡No te atrevas ni a pronunciarlo en voz alta! — contesto paranoico, mirando de un lado al otro, temeroso de que incluso su sombra lo escuchara.

 

— ¡¿Entonces?! ¿Qué fue lo que me dijiste antes?

 

— ¡Dije que había una ligerísima sospecha de que pudiera que lo esté! ¡Ligerísima!

 

— ¿Qué tan ligera es esa sospecha? —pregunto cauteloso Sasuke, comenzando a ponerse nervioso. Incluso sentía las gotas de sudor frío en su frente.

 

—Tan ligera que he estado dos semanas sin parar de vomitar… —contestó con pesar el rubio, tomando conciencia de lo dicho. La verdad, poniéndolo de esa forma, no era tan ligera como creía.

 

Si antes el rostro del pelinegro no tenía color, ahora era prácticamente blanco. Los ojos le salían de las orbitas, no pudiendo creer lo que le decía el rubio. Lo tomo de los hombros y lo zarandeo insistentemente.

 

— ¡¿Acaso eso te parece ligeramente?! ¡¿Quieras que muera?! ¡Por Dios, Naruto! ¡Esto es un jodido desastre! ¡Un desastre! —gritaba eufórico el mayor, había dejado de zarandear a Naruto y había empezado a caminar de un lado a otro en la enorme habitación. Al rubio se le antojo hacer lo mismo, quería gritar y caminar de un  lado a otro, pero el intenso día le había quitado todas las fuerzas. Además ya había tenido su momento de pánico, ahora solo quedaba resolver. Se paró y sujeto con fuerza las manos de Sasuke, tratando de tranquilizarlo. Dio efecto. El azabache calmó los movimientos y lo miró.

 

—Créeme que lo sé, es un desastre. Pero debemos quitarnos la duda, Sasuke. Gritar no hará más que aplazar el problema.

 

El otro asintió y abrazo al menor fuerte. Lo estrecho largo rato en su pecho, acariciando los rubios mechones. Naruto sintió que sus fuerzas renovaban. El día apestaba, pero todo el miedo que sentía y la tensión a la que estaba sometido se reducían considerablemente si tenía el apoyo de Sasuke.

 

—Perdóname, estoy comportándome como idiota. Tienes la razón… debemos quitarnos la duda. De hecho nos la quitaremos ahora mismo, iremos a la farmacia que está a unas manzanas de aquí. ¡Vamos! —dijo Sasuke apresuradamente, llevando de la mano al rubio hacía afuera del cuarto. Naruto frenó la partida, consiguiendo que el mayor le mirara confundido.

 

— ¡No! ¡Espera! ¡Ahora no puedo!

 

— ¿Qué? Pero… ¿por qué? —Sasuke estaba confundido, él había insistido en afrontar el problema y ahora simplemente no podía. No entendía.

 

—Será mañana al final del instituto, hoy tengo una cena con mis padres, una cena de caridad con gente importante. Y de hecho con el tiempo que he perdido ya ni siquiera llego a arreglarme. Quisiera faltar, pero no puedo Sasuke —lamentó, echando la rubia cabeza hacía atrás. Quería que el día terminara de una vez.

 

—Esta bien… será luego del instituto —aseguró el mayor.

 

—Pero tú compraras la prueba, no sabes por todo lo que he tenido que pasar hoy. ¡Si te contara! ¡No tiene idea todo lo que he recorrido para llegar a ti! —se dejó caer en la cama con extremo cansancio. Deseando echarse la siestita que Sasuke. Pero no, él debía cumplir con sus deberes de heredero. Estúpida cena de trabajo, estúpida prueba de embarazo, estúpida mucama, estúpidos todos. Y especialmente, estúpido él.

 

—Lo lamento, de verdad te esperé, creí que no vendrías por eso me fui —Sasuke se aproximó a su cuerpo y acercó su cara a la del menor. Lo besó. Deseaba hacerlo desde que despertó, pero con todo el tema se le hizo imposible una ocasión. Ahora los dos estando solos y calmados, no desperdiciaría la ocasión para sentirlo cerca. Le reconfortaba, de hecho lo hacía mucho después de semejante noticia —. Yo compraré la prueba, lo haré —dijo una vez separado sus labios del rubio.

 

Naruto asintió. Se levantó de la cama y fue hacía la puerta. Debía irse, ya no podía atrasar más el encuentro con sus padres. El chofer le esperaría hasta las 10 pm y ya casi era la hora. Abrió la puerta y se recargo en el marco, mirándolo al otro desde la lejanía.

 

—Estaremos bien… ¿verdad? —preguntó temeroso. Necesitaba que se lo dijera. Si Sasuke lo aseguraba, era porque en verdad así sería. Tanto así confiaba en él.

 

El azabache le sonrió cálido desde su posición, siendo incapaz de negárselo. El rostro de Naruto reflejaba temor, y odiaba que esa expresión se reflejara en él. Si era capaz de quitárselo con solo afirmándolo, lo haría. Estarían bien. Él se aseguraría que así fuera.

 

—Estaremos bien, Naruto. Te lo prometo.

 

El menor relajo su postura y cerro sus ojos. Estarían bien, sí. Porque estaban juntos y eso ya era una seguridad garantizada para él. Lo que pasara mañana, ya no lo viviría solo y estresado. Estaría junto a Sasuke, se apoyarían mutuamente y enfrentarían todo. Así sería.

Le lanzó un beso al aire al mayor y luego cerró la puerta. Debía definitivamente recomponer su rostro, elegir algún traje Gucci y marcharse rapidísimo a la cena.

Quería que terminara este día y al mismo tiempo no. Mañana le esperaba un día igual de agitado que hoy, y muy probablemente, peor.

 

*

 

No había podido concentrarse nada. El profesor estaba enseñando una supuesta formula que garantizaba parte del examen de ingreso a la universidad. Bueno, por lo menos la parte de matemáticas exactas. Sin embargo a él no le interesaba mucho, los de su clase no daban exámenes. Ellos entraban fácilmente a las universidades debido a su reputación, su apellido, y mil cosas más. En cambio había unos cuantos que solían tomar el examen porque así lo querían. Era obvio que lo hacían para alardear que su éxito era debido a su inteligencia y no por sus “contactos”. Mentirosos, que era bien sabido que disfrutaban de sus apellidos. Él de hecho lo disfrutaba mucho. ¿Por qué no hacerlo? Era rico, su familia lo era. Gozaría de ello y no lo repudiaría solo para subirse la moral. No se mentiría a sí mismo.

En fin, no había prestado ni la más mínima atención a la clase. Estaba esperando algún mensaje de Sasuke que le indicara que ya había comprado la cosa. Pero ambos estaban en clase así que era imposible que pudiera, tal vez en el almuerzo lo haga, pensó.

Y como si fuera magia, la campana sonó.

Se dirigió hacía el bufet a hacer la fila. La verdad no deseaba nada. Sabía que lo vomitaría. Pero algo debía hacer, no podía seguir dejando volar su mente. No ganaría nada.

 

— ¡Naruto!

 

Se dio la vuelta y se encontró con Sakura Haruno, su mejor amiga. Su expresión no era exactamente amistosa y sabía muy bien por qué. La había estado evitando, a ella y a todos los demás.

 

— ¡Saku! ¿Qué tal? —preguntó como si nada. Realmente deseaba contarle lo que estaba pasando. Pero por el momento deseaba mantener las apariencias, era demasiado pronto para hablar. ¿Y si era una falsa alarma? No, hablar solo causaría problemas.

 

— ¿Cómo que qué tal? ¡Hace bastante no te veo! —la chica saco un espejo de su falda a cuadros y se dispuso a arreglar su cabello. Si había algo que destacaba en Sakura, además de su belleza, era su cabello. Era rosa, excesivamente rosa. Era la moda, según ella. No le quedaba mal. Pero seguramente solo a una persona como a ella un color tan chillón le podía quedar tan fantástico —. Incluso te he buscado anoche, en la cena. ¡Me puse un Valentino que causo furor! ¡No te imaginas! Todos me miraban, bueno… eso es obvio —sentenció, ahora retocando su labial rojo.

 

—Siempre eres la sensación, amiga —afirmó el rubio guiñándole un ojo. De verdad le hacía falta hablar con ella, le hacía olvidar su más reciente problema. Pero la pelirrosa no lo veía, ahora estaba viendo detrás de él. Parecía notablemente irritada. Naruto giró, para ver que era y encontró el motivo.

 

—Son como unas malditas plagas —dijo ella, mirando antipática al chico que se encontraba a dos personas de ellos en la fila. Un becado — Es que en serio, ¿a quien demonios se creen que engañan? Por más que el mono se vista de seda…

 

—Mono queda —completó Naruto, afirmando con la cabeza. Los becados eran como la peste del instituto. Era un colegio increíble, excepto por esa jodida medida que permitía a alumnos con carencias económicas asistir a ese colegio si pasaban un examen de coeficiente intelectual, que a su parecer, era demasiado fácil. Cada año eran más. Les llamaban los becarios porque el colegio les proporcionaba una beca que cubría la mitad de los gastos. Lo demás, ellos debían pagarlo. Y bien merecido, ya que usurpaban su espacio debían pagar la cuota como todos. Bueno, la mitad de ella para ser exactos.

 

—No sé cómo demonios pagan cada mes, seguro roban, son tan ruidosos y escandalosos.

 

—Ni que lo digas.

 

—Pero no voy a permitir que se ponga en esta fila, no delante de nosotros. Mira esto… —dijo la chica maliciosamente, mientras se acercaba al chico que esperaba pacientemente su turno. Le toco el hombro de manera brusca, pero el otro ni se inmuto. Sakura se puso roja de la ira, no acostumbrada a que la ignoren— ¡Hey, becado! Esta no es tu fila, ¿no deberías hacerla por allí? —preguntó ella, señalando un basurero del otro extremo.

 

El chico dio la vuelta, mirando de frente a su amiga. Tenía el cabello y ojos castaño, con unos auriculares negros colgando del cuello. Miró a Sakura como si fuera una completa desconocida, siquiera mostrando expresión a la reciente ofensa. Parecía estar a punto de contestarle, pero luego noto la presencia de Naruto. Lo miró algo sorprendido, pero luego, abandonando toda nula expresión, le sonrió abiertamente.

Naruto le devolvió la mirada incrédulo, no entendiendo que le pasaba a ese chico. Sí que eran osados… ¡ahora fingía conocerlo! Si no eran más que para problemas…

El chico pareció comprender que el rubio no le devolvería el gesto, entonces simplemente desistió de la idea de seguir mirándolo. Volvió la vista al frente y enfrentó a la pelirrosa.

 

—Ya se me han quitado las ganas de comer, de todas formas —contestó, empujando el hombro de Sakura al pasarle por el costado.

 

— ¡Imbécil! —gritó ella, exhalando un suspiro. Luego giro hacía el rubio e hizo un gesto de triunfo con las manos. Volvió hasta él y paso un brazo por su hombro, abrazándolo con camarería — Y así, es como ganó una vez más Sakura Haruno.

 

Naruto rió abiertamente, pasando su brazo por su minúscula cintura— ¡Eres terrible!

 

Su celular vibro en su bolsillo y eso basto para que su sonrisa desapareciera. Era Sasuke, debía ser él. ¡Demonios! ¡No estaba preparado! Reviso rápido los mensajes anteriores, tratando de ganar tiempo, pero luego al no quedar más restantes, fue directo al del azabache.

 

Amor  [2016.1.1]:

 

He comprado la prueba de embarazo…

Te veo en casa luego del instituto.

 

Te quiero.

 

Leyó rápidamente, aún algo aturdido. Sakura asomo la cabeza para leer junto a él, pero de un click apago la pantalla de su Iphone. Lo guardo algo nervioso. Lo lamentaba por su amiga, no quería guardarle secretos, pero esto era realmente privado. Por lo menos hasta que estuviera bien todo claro.

 

— ¡Oye tranquilo, Naru! No voy a curiosear si no quieres… pero vi que era de Sasuke —canturreo picara en su oído. Naruto sonrió forzadamente, mientras asentía con la cabeza.

 

—Lo lamento, pero es algo… personal.

 

— ¡Sabía que se mandaban mensajes eróticos! ¡Es obvio! —dijo Sakura alegre, moviendo la cabeza de un lado a otro— Bien, como sea, te esperare en la mesa con los demás. Apúrate en lo que vas a pedir, te vamos a esperar hasta el final del descanso.

 

Y su delgada figura desapareció en el poblado estudiantil. De verdad Sakura lo lamento, ojala pudiera compartir esto contigo, pensó Naruto. Luego de las clases por fin sabría la verdad. Ya no más dudas, no más evitar amigos y estresarse. Por fin sabría si estaba embarazado o no.

 

Nunca deseo tanto que las clases se extendieran hasta el anochecer.

 

 

 

 

Notas finales:

Recuerden dejar reviews, toda critica es muy bien recibida! Gracias por leer!


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