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¡Sí, su majestad! por PukitChan

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Notas del fanfic:

Harry Potter y sus secuaces pertenecen a J.K. Rowling. Moi solo escribe por diversión :D


Título: ¡Sí, su majestad!

Personajes: Draco Malfoy/Harry Potter.

Capítulos: 5 (En proceso~)

Advertencias: AU (Universo alterno)/Slash/Lime. Esta breve historia narra a Harry y Draco encontrándo en otro mundo muy distinto al planteado por J.K., relaciones homosexuales, tonterías, y muchas otras cosas raras que podrían crearte un profundo trauma si no estás acostumbrado a este tipo de lectura. Así que si entraste aquí por un fatídico error… ¡Huye lo más pronto posible! Dicho está. Sobre advertencia no hay engaño.


A todos mis queridos y adorados lectores,

por estos tres maravillosos años en el fandom.

¡Muchas gracias!

¡Sí, su majestad!

Por:

PukitChan


Había una vez, en un reino muy, muy lejano, un solitario y atractivo príncipe que siempre sonreía y que era muy querido por su pueblo.

No había conseguido enamorarse, a pesar de que muchas doncellas, e inclusive algunos príncipes, habían tratado de conquistarlo en vano. De hecho, lo intentaron con tanto ahínco, que no se dieron cuenta de que su amor propio quedó perdido en alguna parte de ese inmenso castillo.

El príncipe sabía sobre la multitud de corazones rotos que había dejado a su paso, pero no podía hacer nada al respecto: ¿cómo ayudaba a alguien que anhelaba el amor que él no podía, ni se sentía capaz de dar?

Su madre, la reina, que era una mujer poderosa y de gran visión, notó el dilema del príncipe y de inmediato comprendió que su hijo (al igual que ella, probablemente), no estaba hecho para el amor. Su misión radicaba entonces en lograr que el príncipe desposara a la persona adecuada; la que lo ayudara a mantener la magnificencia de su reino.

Sin embargo, y a pesar de todos sus intentos, el corazón del príncipe deseaba con fervor mantener la promesa que le había hecho a su padre, el rey, en su lecho de muerte:

Casarse, no por poder ni por grandes imperios, sino por amor.

«De esta manera, querido hijo», había murmurado el rey, «…serás capaz de comprender por qué las personas dan tanto de sí mismas por otras; solo así podrás gobernar este reino y ser recordado, no solo como el buen rey que estoy seguro que serás, sino que vivirás en el corazón de tu pueblo para siempre…»

Pero ¿cómo hacerlo? ¿Cómo alguien se enamoraba?

¿Realmente podría ser capaz de amar?

¿De verdad existía alguien para él?




Capítulo I:

El visitante de los altos prados



Nunca antes había estado en un lugar como aquel. Por supuesto, había viajado y conocido muchos lugares, pero (no podía precisar en qué), este era diferente. Inclusive, mientras miraba a través de la ventana del carruaje y se encontraba con el cotidiano paisaje de un largo camino flanqueado por árboles frondosos, parecía fascinante. Era como si el reino mismo hubiera decidido a darle la más hermosa de sus bienvenidas, porque sabía que él era digno de ella; era como si el viento le susurrara al oído que si decidía quedarse, no habría otro lugar más perfecto para él.

Animado por esa idea, Draco Malfoy recargó su cuerpo en el asiento y cerró los ojos, intentando que la tensión desapareciera de su cuerpo. Después de todo, se dijo a sí mismo, mostrándose incómodo no conseguiría que las cosas cambiaran. Además, ni siquiera tenía el deseo de que lo hicieran. Su estilo de vida había sido demasiado fácil y placentero para querer modificarlo.

—Pareces contento —murmuró una voz, proveniente del hombre que estaba sentado frente a él. Draco abrió sus ojos y los dirigió hacia Theodore Nott, su acompañante, quien más que observarlo, parecía estar deduciendo algo.

—No es precisamente felicidad —respondió. Theo levanto una ceja, animando a Draco a continuar—. Es simple comodidad. No me molestaría una vida aquí.

—Aunque oficialmente esta visita sea por negocios mercantiles —añadió Theo, solo para confirmar que sus pensamientos estaban en la misma sintonía—, todos sabemos que en realidad se trata de una invitación para conocer al príncipe.

—Una cita para un matrimonio concertado—puntualizó Draco, esbozando una sonrisa arrogante—. Una de las más antiguas estrategias para crear alianzas entre reinos en conflicto.

—¿No te importa? —Theo casi se mordió la lengua por hacer la pregunta que hasta ese momento nadie había pronunciado en voz alta, pero tenía que hacerlo. Draco, a pesar de todo, era su amigo y lo quería. Y si bien no era de las personas que fantaseaban con romances épicos, deseaba saber que al menos el rubio aceptaba sin problemas la situación.

—En realidad no me preocupa—admitió, encogiéndose de hombros. Su cabello rubio platinado cayó hacia el frente, cubriendo por un instante, la intensidad de sus ojos grises—. Durante siglos los Malfoy se han desposados de esa manera. Mis padres mismos se casaron así, y lograron crear un matrimonio que aún muchos envidian. ¿Por qué yo no sería capaz de hacer algo así?

Theo intentó responder, pero el carruaje deteniéndose lo detuvo. Extrañados por ello (estaban en los límites del reino), ambos miraron hacia el exterior, pero solo Theo fue capaz de ver lo que ocurría: un caballo negro era el que había parado su trayecto. Podía escuchar voces, así que dedujo que su jinete ahora estaba interrogando en voz baja al cochero.

Sin decir palabra, pero realizando una seña para que Draco no bajara del carruaje en ningún momento, Theo abrió la puerta y descendió, encontrándose con un joven hombre (quizá de su edad), que estaba de perfil y escuchaba la explicación que el cochero le estaba dando.

—¿Existe algún problema, señor? —dijo en voz alta, para llamar su atención. El desconocido volteó, y Theo se encontró apresado por unos fieros ojos verdes. Acertadamente dedujo que se encontraba ante alguien que había sido entrenado para matar si así se requiriera. Además, aunque intentara esconderla, una hermosa espada adornada por joyas rojas pendía de su cintura, lo cual, de alguna manera, aumentaba su peligrosa apariencia.

No obstante, cuando el hombre miró con atención a Theo, su mirada se suavizó y dibujó una sonrisa que aunque le quedaba bien, cambiaba toda su apariencia; de hecho, le daba un aspecto amable y tranquilo.

—Lo lamento mucho —respondió el hombre, acercándose a él, pero sin invadir en ningún momento su espacio personal—. Soy… miembro de la guardia real, aunque ahora estoy vigilando las entradas principales del reino.

Aunque a Theo no le gustó la ligera pausa que el hombre realizó al momento de presentarse, una observación más detallada le hizo notar que, efectivamente, vestía un uniforme en el que estaba bordado el emblema del reino. Además, no tenía indicios de que su vida tuviera carencias y sus ojos no parecían mentir. Quien sea quien fuera, no tenía interés en atacarlos.

—Hemos venido de tierras lejanas. Nos ha invitado la reina y el príncipe.

—¿Son los Malfoy? —preguntó el hombre, mostrándose muy sorprendido. Luego, notando su falta de respeto, se rascó la nuca, e inclinándose ligeramente, añadió—: Perdone. También me disculpo por detener su carruaje, pero no esperábamos a los señores Malfoy hasta dentro de dos días.

En realidad, tenía razón y Theo no pudo rebatir contra eso. Había sido capricho de Draco el llegar antes de lo indicado, argumentando que una bienvenida inesperada sería la mejor manera de conocer el reinado del príncipe. Si bien, él no estaba de acuerdo, nada cambió la decisión del rubio.

—El viaje nos favoreció —aclaró, pero no dijo más, aunque venía preparado para un interrogatorio que girara en torno a eso. De cualquier manera, el hombre no pudo hacerlo, porque en ese momento, seguramente fastidiado por la espera, Draco bajó del carruaje, y con su habitual elegancia y desdén, miró por un instante al hombre antes de volver sus ojos hacia Theo.

—¿Acaso debemos regresar? —pronunció Draco, con una amenaza velada en sus palabras: «Estoy muy ofendido por esta bienvenida y no guardaré silencio. Si este es el trato que recibo, sin duda me pensaré la propuesta». El de ojos verdes, que lo miraba con atención, pareció captar de inmediato el significado, pues hizo otra reverencia más profunda y dijo rápidamente:

—Harry Potter a su servicio, señor Malfoy. Me disculpo por haberle incomodado. Permítame darles la bienvenida al reino, y escoltarles hasta el castillo.

Draco se dio el gusto de tomarse el tiempo considerarlo, aunque en realidad lo hizo para mirar con mayor detenimiento al hombre que decía llamarse Harry Potter (¿qué clase de nombre era ese?). Físicamente, aunque no era un hombre muy atractivo, tenía algo que llamaba la atención. Tal vez era la fiereza de sus ojos verdes o el hecho de que desprendiera una virilidad descarada. Sea como fuere, Potter resistió su escrutinio con valentía, y solo desvió la mirada hasta que Draco lo hizo para volver al carruaje. Theo resopló cansado, pero solo cuando miró a Harry montar al caballo, murmuró:

—¿Falta mucho para llegar al castillo?

—¿Está fastidiado por tener que cuidarlo? —indagó Harry, divertido, mientras le ordenaba al caballo girar para quedar a un lado de Theo—. Los herederos suelen demandar mucha atención.

—Parece saberlo demasiado bien. —Al escuchar esa afirmación, Harry entrecerró sus ojos verdes, tensó sus manos alrededor de las riendas del cabello y sonrió, como si hubiera escuchado un chiste privado.

—He vivido muchos años aquí. —Luego, para evitar la conversación señaló hacia el frente, porque en la lejanía se alcanzaba a apreciar el castillo—. Si atravesamos la ruta del oeste, la que pasa por el mercado local, llegaremos al castillo en treinta minutos. ¿Le parece bien?

—¿Es rápido y seguro?

—El mejor —aseguró Harry, extendiendo su sonrisa. Theo dio su aprobación, así que el cochero se limitó a seguir sus órdenes. No obstante, y a pesar de la aparente amabilidad del guardia, Theo decidió permanecer atento a cualquier inesperado cambio.

Draco, que estaba acostumbrado a no preocuparse por detalles como esos, se dedicó a mirar algo más que el paisaje; sus ojos grises evaluaban la anatomía de Potter, su perfil, y la manera en la que le daba órdenes al cochero. Por donde sea que le se mirara, era un hombre acostumbrado a ser el líder; a ordenar y ser obedecido.

—Si entraras en un combate con él, ¿quién ganaría?

—Draco, esa pregunta es inadecuada para ambos.

—¿Lo es? —ironizó.

Decidido a conservar su salud mental, Theo desvió su rostro hacia el exterior y notó que este comenzaba a cambiar: la cantidad de árboles disminuía, mientras que el número de personas parecía aumentar. Como era de esperarse, tanto su carruaje como la escolta que lo acompañaba llamaron la atención de los habitantes de ese pueblo próspero. Sin embargo, lo que Theo y Draco no pudieron dejar de notar, ni siquiera estando dentro del carruaje, fue que las personas hacían una ligera reverencia dirigida a Harry, quien simplemente sonreía y asentía a cambio.

—También lo notaste, ¿no es así? —murmuró Draco, cruzando los brazos, pero sin desviar sus ojos de los movimientos de Harry—. No es solo un guardia más de la familia real.

—Lo que yo piense de él —añadió Theo con una curiosa formalidad que fastidió a Draco—, no tiene nada que ver con nuestros asuntos. La familia real es libre de tratar a su servidumbre como le plazca. ¿O acaso no lo haces tú también?

—Ya entiendo por qué mi padre ordenó que me acompañaras; eres tan… aburrido.

—Si querías a alguien con quien cotillear, bien pudiste pedirle a Pansy que te acompañara.

—Lo intenté —admitió Draco, observando como Harry detenía su caballo para aceptar unas manzanas que la gente del pueblo le ofrecía—, pero dijo que su delicado cuerpo no resistiría un viaje tan largo y algunas estupideces más. La dejé de escuchar en cuanto rechazó la idea.

—Sinceramente, no creo que fueran capaces de soportarse el uno al otro durante tantas horas; acabarían matándose, así que quizá fue lo mejor que ella no viniera.

Aunque Theo tenía razón (tanto Draco como Pansy eran bastante volubles), el rubio entornó los ojos e hizo una mueca fea llena de fastidio que desapareció en cuanto escuchó una risita cercana. Al voltear, Draco tuvo que reunir todo su orgullo para evitar sonrojarse al darse cuenta de que Potter había nivelado el andar de su caballo de tal manera para que pudiera ver el interior del carruaje.

Draco volteó su rostro, tratando de ignorar el hecho de que Theo, quizá por primera vez en todo el viaje, estaba sonriendo de lado, disfrutando de su humillación. Le lanzó una mirada encolerizada que prometía venganza hasta que Harry, gritó (porque no había otro modo de hacerse escuchar en medio de las conversaciones de la gente y del ruido de los caballos y el carruaje), llamando así su atención.

—¿Les gustaría una manzana? Una vez que entremos a la zona principal el calor solo aumentará.

Fue Theo quien aceptó la propuesta. Lanzándole una mirada divertida al rubio, movió su brazo para aceptar las manzanas verdes que Harry les ofrecía. Potter mordió la suya antes de volver a reír por lo bajo cuando Draco, en una posición bastante altanera, se esforzó por ignorarlo hasta que Harry volvió a adelantarse junto con su caballo.

—Ni siquiera lo digas, Theo —advirtió—. No pienso comer nada que provenga de… él.

—Sabe bien —dijo, luego de haber dado la primera mordida a la manzana que, en realidad, lucía bastante bien. Quizás había sido recolectada del bosque cercano o las cultivaban; aunque en realidad, no es como si le importara aquel brillo verde… de la manzana, ¿verdad?

Algunos minutos después, Draco escuchó otro grito de Potter, aunque esta vez no se dirigía a ellos. El carruaje volvió a detenerse justo en la enorme entrada que conducía a los terrenos de la familia real. Harry, moviendo sus manos, parecía indicarle algo al guardia que vigilaba la entrada. Pocos minutos después, la puerta se abrió de par en par para recibirlos.

Draco, que pertenecía a una de las familias más importantes de un reino vecino, estaba acostumbrado a la extravagancia. Aun así, no pudo evitar sorprenderse por la hermosa y elegante belleza de ese enorme castillo lleno de jardines, árboles y fuentes, que procuraban por la paz del lugar. Quien sea que se encargara del cuidado de ello, sin duda alguna tenía un amplio concepto de lo que era la belleza.

—Bienvenidos al palacio real —dijo Harry, sonriéndoles muy orgulloso de lo que veían los otros—. Esperamos que disfruten su estancia aquí.

Apenas terminó de pronunciar aquellas palabras, el carruaje se detuvo y Harry bajó del caballo para abrir la puerta. Con una galantería más bien exagerada y ridícula (Draco intuía, que era más que nada para burlarse de él), hizo una reverencia y extendió su mano para ayudarle a bajar. Draco aceptó la ayuda, pero evitó cualquier otro tipo de contacto; además, no miró a Theo: el maldito sin duda estaba pasándola muy bien por lo que ocurría.

Cuando Draco alejó su mano, Harry estaba por decir algo, pero la presencia de una mucama lo detuvo. La jovencita, tras hacer una reverencia, se acercó y le susurró algo en voz baja. Potter suspiró pesadamente y asintió, ordenándole algo. Draco y Theo lo miraron fijamente, y al percatarse de ello, Harry se encogió de hombros y sonrió.

—Disculpen. El… príncipe no está en estos momentos en el reino, pero llegará lo más pronto posible. Por favor, disculpen esta falta de nuestra parte.

—Es entendible —dijo Theo, anticipándose al humor del rubio—. Habíamos pronunciado otra fecha para nuestra llegada.

—Seré su anfitrión, si no tienen ningún inconveniente. —Para Draco, obviamente lo había, pero gruñó con desdén, algo que no pasó desapercibido para Harry, aunque no expresó nada al respecto—. Y ahora, permítanme llevarlos a sus habitaciones. Esta noche celebraremos una bienvenida a su nombre.

Sonaba seguro, confiado y alegre, y así lo fue mientras subían las escalinatas del imponente castillo, que parecía conocer como la palma de su mano. Sin duda, en ese reino, Harry Potter no era un simple guardia.

Entonces, ¿quién era él?

Notas finales:

Autora al habla:

*Nervios* Es la primera vez que escribo en universo alterno sobre Draco y Harry, así que tengan piedad de mí. D: Sin embargo, está escrita para celebrar mis tres años en el fandom de Harry Potter. ¡Yuuupiii! ¡Muchas gracias por estar conmigo durante todo este tiempo! ¡Son los mejores, lo saben! :D Agregaré algunos detalles que me han pedido durante este tiempo, y aunque la trama es sencilla y cortita (cinco capis nwn), espero que puedan disfrutarla. Muchas gracias si les nace acompañarme en esta pequeña aventura :D

Y pues... ¡muchas gracias por leer y más gracias si les nace un review para esta pequeñita historia!


¡Excelente inicio de semana, os quiero!


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