Todo comenzó como algo normal. En un día de trabajo, en la cafetería, él como un cliente, yo como un simple mesero. Y como no, con una platica casual de una cafetería con los papeles correspondientes.
—¡Buenas tardes joven! ¿Qué va a ordenar?— me acerque al cliente que acababa de llegar, los demás meseros estaban ocupados sirviendo a otros.
—¡Oh! Buenas tardes...— fijó su mirada en mi placa— Tao. Quisiera pedir un café americano, con un pastel de zanahoria, por favor.— me dedicó una sonrisa.
—Enseguida traigo su pedido— le devolví la sonrisa.
Quien pensaría que lo volvería a ver o aun más raro que él me reconocería.
Acababa de salir de mi practica de judo, eran alrededor de las 7:30 pm.
Caminaba para llegar a mi casa. No era el camino más seguro que existía en Pekín pero nunca me había pasado nada, digamos que mi cara no era la más linda y las enormes ojeras bajo mis ojos, no eran de ayuda para verme mejor.
La calle estaba desierta y la mayoría de las farolas estaban fundidas, se sentía un ambiente tenso, como si algo malo fuera a pasar.
—¡Danos tu dinero!— escuche una voz grave.
—¿Por qué debería?— contesto otra voz.
—No te hagas el rudo, mariquita— la otra voz rió.
—¿Marica? ¿Yo? Te has visto en un espejo.
Me empecé acercar al lugar de donde provenían las voces. Las cosas parecían ponerse mal.
—¡Oigan, ustedes! Dejen en paz al chico— espero que no se haya notado mi nerviosismo, me estoy cagando de miedo.
—Mejor no te metas, no queremos dañar a una niña como tú.
—Disculpa— dije enojado— Me llamaste niña— fruncí el ceño. Soy cobarde, pero niña nunca.
—¡Piérdete!— contesto aquel imbécil.
Me acerque a esos tres que amenazaban al otro. Toque el hombro del que supongo era el "líder", él se giro y planté un puñetazo en su mandíbula. Los otros dos se pusieron alerta, acercándose a su líder.
—Imbéciles golpéenlo— grito.
Se acercaron los dos a mí, pero claro no tenían practica en batalla sus movimientos eran lentos y no mantenían una defensa, podía golpearlos sin problemas a los dos al mismo tiempo... Y así lo hice, golpee a uno en el estómago, al otro le lancé una patada en el cachete izquierdo, que lo desequilibro cayendo al suelo, medio inconsciente.
El líder frunció el ceño y con una seña le dijo al otro: Retirada.
Sonreí de lado viendo como huían para después acercarme al chico, alto, muy alto, demasiado apuesto y rubio, no parecía chino, parecía de esos modelos de Calvin Klein.
—No debiste hacerlo— dijo el chico.
Soy yo o a este no le parece nada.
—Tienes razón, no debí. Adiós— vaya tipo lo salvas y te reclama.
—Espera no me dejaste terminar. No debiste pero gracias— sonrió. Uff soy yo o esta haciendo calor.
—No hay de que. ¿Te encuentras bien?— le pregunte ya más tranquilo.
—Si no me paso nada— sonreí no sabia que más decir. —Peleas muy bien. Intenté ser rudo pero si no hubieras llegado no se que hubiera pasado.— rió.
—Entonces, llegue justo a tiempo.
—Podría decirse— sonrió, acercándose a mí— Fue un gusto...— extendió su mano, definitivamente no era asiático.
—Tao— respondí extendiendo mi mano y tomando la suya un poco dudoso. Al decir mi nombre el parpadeo varias veces.
—¡Dios Mío! Eres el chico de la cafetería, el, el mesero, como no me di cuenta antes.— primero lo mire extraño, luego recordé que era el chico que había atendido hace unos días. Comencé a reír por tan raro encuentro.
—Creo que ya te recuerdo.
—Wu YiFan— se presentó— pero puedes llamarme Kris.— sonrió, él realmente parecía modelo de Calvin Klein.
Fue raro como nos volvimos a reencontrarnos pero después de ese encuentro, él iba casi todos los días a la cafetería, donde trabajaba. Cuando entro nuevamente no lo reconocí hasta que me dio su nombre, soy malo con las caras pero después ya no lo olvide. Sus visitas al café me eran tan cotidianas, que me extrañaba cuando no iba.
Intercámbianos números, hablamos sobre nosotros, nos volvimos cercanos como nunca imagine volverme amigo de alguien que por mera casualidad salvará.
Pasaron los meses y llegue a conocer cosas de él tan fabulosas y otras vergonzosas. Lo vi en sus varios facetas, como cuando no quería comer algo que nunca en su vida había probado o cuando se hacia el rudo pero en realidad era todo un cobarde.
No sé cuando pero comencé a mirar demasiado cada una de sus facciones y grabármelas a la perfección, cada detalle, cada imperfección. Conocía mejor que nadie sus muecas. Pero mi cosa favorita de él eran sus labios, de un grosor perfecto, rojos. Me daban ganas de morderlos hasta dejarlos completamente hinchados, no me atrevía, me llevaba bien con él pero... Pero nunca hablamos de nuestras preferencias y eso era lo que más temía, perderlo por tener esta clase de sentimientos, algo que nunca en mi vida había pasado con otro chico. Tal vez era por pasar tanto tiempo con él, pero no quería arriesgarme, preferiría tenerlo como amigo a estar como desconocidos.
Decir algo es una cosa pero cumplirlo es otra... Y mas si estas borracho...
Como termine aquí, en un maldito bar, odio este tipo de lugares pero claro Kris tenía que arrastrarme aquí con la excusa de que era cumpleaños de uno de sus amigos y que una salida no me iría mal.
Claro que me iría mal si me deja solo, solo con gente que ni conozco, aun que ellos al igual que Kris se levantaron hace varios minutos. Sólo estábamos mi cerveza y yo. Como dos fieles compañeros. Al terminar mi querida cerveza me levante por otra.
El reloj marcaba la 1:39 am. Y yo estaba completamente borracho, quería a Kris conmigo, espero que no me estuviera engañando... Claro como si fuéramos algo.
De alguna forma me levante de mi lugar y fui en busca de mi amado. Lo encontré platicando cómodamente con el cumpleañero, al estar al par con ellos, abracé a Kris.
—Wu, quiero irme— susurre en su espalda.
—¡Hey! Vamos Tao, la noche apenas empieza y tú ya estas borracho.
—No me critiques, solo vámonos— hice un puchero. Negó con la cabeza suspirando para luego despedirse del cumpleañero y sacarme de ese lugar.
El camino a mi departamento fue tranquilo la verdad es que me quede dormido al sentir el cómodo asiento de su lujoso carro. Empecé a despertar al sentir unas manos en mis piernas y al momento que me alzaron . Kris me estaba cargando en dirección a mi departamento. Al entrar al elevador me moví para intentar bajarme de sus brazos, pero él se negó a soltarme. No fue hasta que llegamos a mi departamento que me bajo y solo por qué no sabia donde estaban las llaves.
Entre a mi departamento seguido de él, aún seguía borracho y como todo buen borracho no me fije donde pisaba, tropezándome con la alfombra aferrándome a lo único que tenia cerca: Kris. Los dos caímos en el centro de la alfombra. Kris arriba de mí, su cara estaba a centímetros de la mía, tanta tentación, la oportunidad de besarlo estaba a nada de mí. Quería , pero no debía. No podía soportarlo más tenerlo tan cerca... Cuando menos lo espere ya tenía mis labios pegados a los de él. Algo increíble, sentía las famosas "mariposas" del solo tocar sus labios.
Varias veces me golpee la cabeza por haber cometido semejante estupidez. Lo que nunca espere fue su reacción, sin ninguna preocupación. Yo muriéndome de nervios y esperándome un gran golpe de su parte. Pero lo que tuve a cambio fue:
—No te preocupes Tao, todos hacemos locuras cuando estamos borrachos— sonrió y rió después de mis miles de disculpas y excusas patéticas.
Para mí eso no fue un rechazo. Lo sentí como una oportunidad.
Cada toque accidental lo veía como una señal, cada sonrisa pensaba que era especial para mí, que no se la dedicaba a nadie más, creía estarlo logrando. Podría decir que me sentía seguro, seguro de poder confesar mis sentimientos sin tener un rechazo de su parte. Solo esperaba el día indicado, que me saliera natural en una de nuestras tantas conversaciones, entonces ocurrió...
—Vamos Tao, esta es la ultima fiesta a la que te arrastro— dijo suplicando Kris recargado en la barra. Si seguía así me iban a despedir.
—Eso dijiste la ultima vez— me gire para servir un cappuccino que me había encargado uno de mis compañeros.— Y todas han sido igual de aburridas.
—¡Hey vamos! Prometo que esta será diferente, es una fiesta sorpresa— pestañeo para convencerme. Suspire. No podía contra él siempre terminaba aceptando.
—Esta bien pero juró que si me aburro saldré de ahí sin decirte adiós— le aclare.
Asintió como un niño para después abrazarme sobre la barra. Lo bueno es que mi compañero ya se había llevado el cappuccino.
Si tan solo hubiera sabido lo que iba a pasar...
Llegue a la discoteca Moonlight donde se iba a festejar el cumpleaños sorpresa por el cual Kris estaba tan emocionado. Seguía sin comprender como es que le gustaba tanto las fiestas.
Ya estaban varias personas en el lugar, varias a decir verdad eran demasiadas, ¿dónde nos íbamos a ocultar todos? Me acerque a Kris una vez que lo localice. Me recibió con un gran abrazo y su sonrisa típica.
—¿A qué hora llega el cumpleañero?— le pregunte.
—Cumpleañera — corrigió— No ha de tardar, no te impacientes que esto aun no comienza. Estuvimos en silencio, Kris más atento a la puerta que a otra cosa y yo viendo la decoración del lugar.
—Esta llegando— entro una chica avisando.
—Todos escóndanse— grito Kris. Todos corrimos a buscar un escondite. Yo seguí a Kris, escondiéndonos juntos, cerca de la entrada.
Alguien apagó las luces y cuando escuchamos la puerta abrirse. Salimos de nuestro escondite para gritar—Sorpresa— alguien de atrás tenia el pastel con las velas encendidas, era lo único que alumbraba.
Momento después las luces volvieron, dejando ver a la cumpleañera. Una chica alta, buen cuerpo, cabello negro. Con un vestido blanco, zapatos rojos y un suéter negro. Ella sopló las velas y los aplausos se hicieron presentes.
La chica tenia una gran sonrisa, claramente por la sorpresa, sus ojos estaban brillosos como si quisiera llorar de la alegría. Kris se acercó a ella y la abrazo.
—Feliz cumpleaños, pequeña— dijo aun abrazándola.
La chica se aferro a él y susurró un...— Tú planeaste todo—él simplemente le sonrió.
—¿Te gusto?— se separó de ella. Su sonrisa, era diferente, su forma de ser, como hablaba.
—Si, gracias. ¡Eres el mejor novio!— dijo antes de besar su mejilla.
"Novios" "Novios" Kris tenía una novia y nunca me lo dijo. Sentí que en algún momento caería al suelo, un golpe fuerte en el pecho, eso fue lo que sentí. Mis ojos se llenaban de lagrimas, tenía que salir de ahí. Antes de que se diera cuenta, salí corriendo al baño, no podía, no quería aceptarlo.
El recordar ese momento seguía siendo doloroso.
JungHwa ese era el nombre de la novia de Kris. Un nombre que empezaba a odiar. Cómo no soporte estar en la fiesta viéndolos reír, abrazarse y besarse. Me fui, sin avisar.
Amablemente Kris llevo a su novia a la cafetería para que la conociera, cuando lo vi entrar le dedique mi mejor sonrisa (claramente había olvidado que tenía novia) pero al verla entrar todo cambio. Kris me dio la tonta excusa de que no llevaban mucho por eso no me la había presentado, ni dicho nada. No éramos tan cercanos después de todo.
Ya no éramos solo Kris y yo. Ahora esta chica iba y venía a la cafetería junto a él. Los dos ignorándome como si no existiera o estuviera frente a ellos. Por eso prefería estar sirviendo a las mesas que ayudar a preparar los pedidos, así tenía la tonta excusa de 'tengo que atender a los clientes' para no quedarme con ellos.
Después de unos meses me di cuenta que no podía seguir así. Me estaba haciendo daño y lo peor de todo era que Kris ya casi ni hablaba conmigo, si un mes después dejó de ir a la cafetería y cuando iba estaba con ella. Ya no hablaba más con él y estoy seguro que no se preocupaba por mi bienestar.
En el intento de conseguir recuperar mi vida y olvidarme de Kris viaje a Corea del Sur. Todo iba bien hasta que recibí una llamada.
—¿Tao?— dijo la voz al otro lado del teléfono.
—¿Si?— sabía quien hablaba, seguía recordando a la perfección su voz.
—¿Dónde te encuentras, hombre? Fui a la cafetería pero me dijeron que ya no trabajabas ahí.
—Corea del Sur.
—¿¡Qué!? ¿¡Qué haces tan lejos!?— no entendía a que se debía su llamada.
—Kris ya, dime sin rodeos ¿A qué debo tu llamada?— pregunte un poco seco, algo que nunca había sido con él.
—Yo... Tao... Quiero verte— hubo silencio. Quería verme eso significaba que: ¿Me extrañaba?— Corte con JungHwa—* crack* juro que escuche como si un cristal se rompiera, por milésima vez Kris hería mis sentimientos y yo de estúpido que me ilusiono con cualquier babosada que me dice.
—Lo lamento mucho Kris, se que algún día lo superaras. Ya sabes todos lo hacemos— contuve mis ganas de llorar.
—Tao regresa, te necesito— una lágrima traicionera salió de mis ojos.
—Lo siento mucho pero no puedo regresar. Entiende que he formado una nueva vida acá y no quiero dejarla— mi voz sonaba quebrada pero no podía hacer otra cosa.— Si me disculpas Kris, tengo cosas que hacer. Hablamos luego.— sin dejar que me dijera algo más corte.
Si no me hubiera dicho que corto con su novia hubiera regresado con él, sólo para seguir haciéndome daño. Varias veces recibí llamadas de él, diciéndome lo mismo, que me extrañaba para terminar hablando de su ex—novia. Una vez me llamo, diciendo:
—¡Tao! Estoy en Corea ¿Qué te parece un reencuentro?— me quede en shock con lo mencionado.
—¿Corea? ¿Enserio?—intenté sonar tranquilo— ¿Qué parte?
—Bueno por ahora me encuentro en Busan, pero puedo ir a Seúl.
—Y-Yo... Kris no me encuentro en Corea, regrese a China por asuntos familiares; pensaba que estarías aquí—hubo silencio.
—Ya veo. Que mala noticia, en verdad quería verte, bueno hablamos luego. Espero poder verte pronto.
¿Por qué había mentido? Pues todavía no estaba listo para verlo, sus llamadas aun me afectaban, al igual que sus palabras me hacían sentir mariposas. No podía, no podía verlo hasta que estos sentimientos se esfumaran si no sólo me haría más daño a mi mismo... Tendría que olvidar estos sentimientos para poder reencontrarme con él...