Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Palacios de Cristal por BurnOurGlories

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Esto lo escribí antes de viajar a estados unidos, es decir en junio. Iba a terminarlo al volver pero ya volví desde hace casi 3 semanas, y no sé cuando lo continuaré pero esten seguros de que algún día lo haré.

Dedicado a Mili por su cumpleaños. 

Notas del capitulo:

Disfruten~

 

 

Palacios de Cristal



Lo primero que sintió al recuperar la conciencia fue el frío. Su cuerpo estaba entumecido. No podía mover sus extremidades, el ambiente era opresivo y no era capaz de recordar cómo llegó a aquel lugar. De hecho no podía recordar absolutamente nada, solo sentía frío.

Intentó abrir los ojos y después de varios intentos fallidos, lo logró. Lo primero que observó fue la blancura infinita. Todo estaba cubierto de blanco. Arrastró su pequeño y adolorido cuerpo por lo que parecía ser una diminuta colina. Sin embargo, el dolor en sus extremidades no le dejaría avanzar mucho más. Sentía al suelo cubierto de nieve absorberlo. Quiso moverse un poco más pero la poca energía que le quedaba estaba ya agotándose .

Estaba ya dispuesto a rendirse. El dolor y el frío que lo embargaba era demasiado, fue en aquel momento, cuando alzó su cabeza que lo vio por primera vez. Era un niño de cabellos rubios y piel pálida; vestía de blanco y sus ropas se agitaban debido a la fuerte ventisca, corría hacia él dando trompicones a cada paso, parecía gritar algo que no alcanzaba discernir. La oscuridad quería que se rindiera y ya no tenía fuerzas para luchar contra ella. Más al ver al pequeño niño acercarse, decidió realizar un esfuerzo más. Debía sobrevivir. De alguna manera sabía que cuando el niño llegara a su lado, todo se solucionaría.

Lo último que vio antes de volver a perder la conciencia fueron manitos diminutas asiendo su debilitado cuerpo, mejillas sonrosadas y uno dulce voz gritando con desesperación por ayuda. Después la oscuridad fue demasiada y se dejó envolver por ella.







Cuando volvió a recuperar la conciencia su cuerpo estaba entumecido, su cabeza daba vueltas. Ya no sentía frío. De hecho, se sentía tan cómodo que no quería volver abrir los ojos pero había una sensación extraña en su estómago que le obligó a hacerlo.

Se encontraba en una gran habitación que parecía ser totalmente hecha de cristal, gruesas mantas cubrían su debilitado cuerpo. Su estómago gruñó una vez más e intentó levantarse, simplemente para volver a caer rendido sobre el cómodo lecho en el que se hallaba. No tenía la suficiente energía para moverse.

Las puertas se abrieron dando paso a una corriente de aire frío que lo hizo tiritar. Giró la cabeza y observó a un pequeño niño parado en el umbral con una bandeja en sus bracitos. El pequeño sonreía ampliamente.

— ¡Has despertado! — exclamó animadamente el niño de cabellos rubios. — ¿Cómo te encuentras? — preguntó pestañeando mientras se acercaba. —No todos los días se encuentran niños desmayados y a punto de morir en los terrenos abandonados al este del castillo de cristal — continuó el muchacho sin notar la mirada de desconcierto del niño en la cama. — ¿Estás bien? — pregunto con el ceño fruncido, finalmente cayendo en cuenta de la perplejidad marcada en el rostro del otro.

El niño dentro de las cobijas no sabía que decir. No recordaba nada, solo frío y nieve. Se veía incapaz de hablar. El rubio lo miraba con ojos como platos, esperando una respuesta. De pronto el estómago le volvió a gruñir haciendo reír a su acompañante.

—Está bien, puedes responderme una vez comas.

Le sonrió de una manera adorable, sus ojos cafés casi desapareciendo. Con sus pequeñas manos lo ayudó a incorporarse, hasta sentarlo, apoyándolo en las suaves almohadas. El niño rubio volvió a sonreír, tomó el cuenco de comida señalando con los ojos al otro que lo ayudara con ello.

Así, poco a poco lo ayudó a comer. La primera cucharada le supo a gloria. El niño frente a él rió en voz baja, sonriéndole con confianza para que comiera más. Terminó y el rubio lo miró intensamente, se sintió sonrojar y apartó la vista.

— ¿Estás bien?

Asintió.

— ¿Recuerdas algo?

Negó con la cabeza.

Alzó la vista y miró al otro niño observarlo con preocupación. Se mordió los labios, apartando la vista, todavía sin poder hablar.

—No te preocupes — le dijo el niño — Todo estará bien ahora.

Y a pesar de que no conocía al niño de cabellos rubios, él asintió. Por alguna extraña razón, se sentía seguro. Sabía que no le mentía. Todo estaba bien. El otro sonrió radiante, tomó la bandeja, alejándose con ella. —Ya vuelvo.

Cuando estaba a punto de irse, repentinamente el niño bajo las cobijas recordó algo y lo dijo en voz alta: —Kai.

— ¿Qué? —preguntó el niño volteandose hacia él.

—Creo que mi nombre… — murmuró con voz ronca y quebradiza, se mordió los labios mirando fijamente a sus manos, —creo que mi nombre es Kai.

Alzó la vista esta vez sin temor y miró a los ojos del otro niño, éste, le sonrió con ternura.

—Yo soy Sehun — le dijo — y no tienes nada de qué preocuparte Kai. Ahora todo está bien.

Kai observó la sinceridad en los ojos de Sehun. Supo enseguida que el niño no mentía y que pese a no recordar nada más que su nombre, Kai, todo estaría bien.

Sehun le sonrió con cariño y Kai en aquel momento entendió que el resto de su vida la viviría para hacer feliz al niño que lo había salvado.

Kai viviría para hacer a Sehun feliz.




 ◊ 




El reino en el hielo estaba preparándose para un gran acontecimiento. El palacio de Cristal estaba en preparaciones de último momento para la fiesta de los dieciocho inviernos, en la cual, el príncipe heredero del reino deberá elegir un partido adecuado con el cuál casarse, quien lo acompañaría y reinará junto a él durante el resto de su vida.

La fiesta de los dieciocho inviernos era una antigua celebración que se remontaba hacia los cien primeros años de existencia del reino en el hielo. Ésta celebración sólo ocurría cuando la familia real poseía solo un hijo, un único heredero al trono, la festividad dice que este tendrá el derecho de elegir por sí mismo un cónyuge, ya sea de algún miembro de la nobleza perteneciente al reino en el hielo o alguno de la corte de los otros tres reinos existentes.

Quedaban pocos días para la celebración del décimo octavo invierno del príncipe Sehun, por lo que se estaban realizando los preparativos de último momento. La familia real del reino en el hielo había sido siempre conocida por su afán de realizar todo a la perfección y ésta antigua celebración no sería una excepción.

Todos los nobles de los cuatro reinos se reunirían durante aquellos días de fiesta para poder apreciar al príncipe Sehun y su belleza celestial, esperando ser uno de ellos el elegido para desposar al muchacho y así juntos reinar.

Los pasillos del palacio de cristal – como se le conocía a la gran edificación enteramente construida en hielo – estaban repletos de sirvientes decorando los alrededores, puliendo estatuas y reforzando los hechizos contra el frío que hacían habitable el palacio. Kai caminaba sin apuro a los aposentos de su protegido, saludando atentamente a todo el personal del castillo, siempre había sido muy buen amigo de todos; prácticamente creció con muchos de ellos.

Kai nunca había sido capaz de acostumbrarse al clima frío siempre presente en aquel reino. El rey Minseok solía decir que lo más probable fuese que Kai sea de algún reino donde el calor predomina, tal vez el reino en el fuego o el reino en la tierra. – siendo aquellos dos donde los climas más cálidos habitan – Sin embargo, Kai no sería capaz de determinar sus orígenes, había pasado casi diez años desde su llegada al reino en el hielo y la memoria de sus primeros ocho años de vida, seguía perdida. Razón por la cual siempre llevaba un abrigo de piel grueso, incluso en verano, el frío no era algo que pudiese soportar.

Podía haber usado su poder y haberse teletransportado a la habitación de su alteza real pero Kai sabía lo mucho que el príncipe odiaba que lo asustara, aún peor a tan tempranas horas de la mañana y especialmente en esas fechas donde el rubio príncipe no hacía otra cosa que fruncir el ceño y odiar al mundo.

Suspiró cansado antes de tocar las enormes puertas de cristal que separaban las habitaciones del príncipe heredero con el palacio. Tocó una, dos veces sin tener respuesta. Bufó exasperado, decidiéndose a usar su poder. Con un chasquido desapareció en una voluta de humo para volver aparecer dentro de los aposentos del joven príncipe.

Aquella habitación como todas en aquel castillo, estaba enteramente hecha de hielo. Sin embargo, más cálida que otras, puesto que a más de los hechizos, el príncipe tenía la costumbre de encender un fuego en la chimenea. Había tomado aquella maña cuando eran ambos niños pequeños y Kai pasaba más tiempo del necesario en las recámaras del príncipe jugando.

Caminó con sutileza hasta la enorme cama, donde el príncipe dormía placenteramente, sus cabellos platinados estaban esparcidos por la almohada, respiraba con la boca abierta y pequeño hilillo de baba le recorría el mentón. Kai rió por lo bajo; quién lo viera no podría adivinar que el muchacho en la cama era el príncipe heredero de belleza infinita del que se hablaba en todos los reinos. Esbozó una pequeña sonrisa y se decidió a despertarlo.

Lo sacudió varias veces hasta que el príncipe abrió sus ojos. El joven miró alrededor todavía sumergido en el mundo de la inconsciencia. Sehun hizo un puchero antes de tomar las cobijas y cubrirse enteramente con ellas.

—Déjame dormir un poco más—se quejó con voz ronca. Kai rió.

—Su majestad real lo espera en el salón del consejo dice que tiene algo que informarle, su alteza.

El príncipe pateó las cobijas, incorporándose y sentándose. Miró a Kai con un mohín de disgusto. —Cuántas veces tengo que repetirte Kai que no me trates de su alteza o príncipe — lo señaló con un dedo acusador — somos amigos desde hace más de diez años, tú más que nadie no debería usar títulos conmigo.

—Se equivoca usted, Mi Príncipe — reiteró Kai — yo más que nadie debo usar títulos con usted. Las personas podrían malinterpretarnos si alguna vez oyen al guardián de Su Alteza Real referirse a él sin título alguno. Se lo he repetido cientos de veces, Su Alteza.

Sehun bufó, claramente exasperado con la actitud formal de su protector —No me importa lo que los demás digan — cruzó los brazos haciendo un puchero — Eres mi mejor amigo y la persona en la que más confío. No quiero que te dirijas hacia mí con títulos, —lo miró con seriedad. —Es una orden.

Kai suspiró resignado, inclinándose para despeinar aún más las ya desarregladas hebras platinadas del menor —No usaré títulos cuando estemos a solas ¿De acuerdo?

El príncipe frunció el ceño pero asintió suspirando. Sabía que no podría conseguir más con Kai. Se inclinó hacia la caricia del mayor disfrutando la sensación para nada extraña en su cabeza.

—Tu padre está esperándote, Sehunnie — murmuró Kai suavemente. Sus manos bajaron hasta la mejilla del pálido. La acarició delicadamente con su pulgar.

Sehun de pronto abrió los ojos y el corazón de Kai se detuvo durante un segundo para luego palpitar a todo ritmo. El príncipe se mordió los labios antes de apartarse ligeramente del toque de su guardián.

—El día de mi décimo octavo invierno, está próximo a llegar — susurró Sehun, apretando las manos mientras desviaba la mirada hacia su regazo —No quiero que ese día llegue.

El mayor tomó las manos del menor entre las suyas, acariciándo las mismas delicadamente. Forzó una sonrisa antes de pronunciar: —Todo saldrá bien, Sehunnie. Ya lo verás.

El pálido apretó con fuerza sus manos. Alzó la vista. Jongin podía ver el dolor pulsante en aquellos orbes marrones. —Tengo miedo.

—Lo sé pero todo estará bien — lo miró fijamente — Lo prometo.

Kai soltó las manos de Sehun, se inclinó y besó dulcemente la frente del príncipe. Sintió a Sehun tomar aire cuando depositó la suave caricia. El mayor sonrió, separándose. No pasó desapercibido ante sus ojos el rubor rosa en las usualmente pálidas mejillas de su mejor amigo.

—Su padre espera, Mi Príncipe. No lo haga esperar mucho.

Dicho esto, Kai salió de la estancia, dejando dentro a un aturdido Sehun. 

El guardián se apoyó en las puertas de cristal cerradas y suspiró.

Habían sucedido muchas cosas durante los últimos diez años en los que había residido en el palacio de cristal. Muchas cosas también cambiaron durante aquel tiempo.

Kai supo desde que despertó que el príncipe Sehun sería la persona más importante de su vida y aquello nunca cambió. Sin embargo, años atrás Kai entendió que sus sentimientos por el Príncipe heredero no eran solamente de mera protección, también entendió que dichos sentimientos le eran prohibidos. Al no ser de noble cuna, jamás podría tener completamente a su persona más amada puesto que él estaba destinado a ser un simple protector, un observador y testigo que guardaría la integridad de aquel al que ama sin poder revelar sus verdaderos sentimientos. Era consciente de que el príncipe correspondía a sus sentimientos. Sería estúpido si no pudiera interpretar cómo Sehun lo miraba usualmente.

Sabía que el día del décimo octavo invierno del príncipe sus corazones, tanto el suyo como el de Sehun se romperían en mil pedazos. Ambos se amaban en silencio, sin atreverse a hacer movimiento alguno por temor a hacer daño al otro pero también por miedo al castigo que su amor convendría. Estaba prohibido al fin y al cabo.

Sin embargo, Kai haría todo lo posible por ver a Sehun feliz, sano y protegido. Incluso después de que su príncipe eligiera esposo, Kai velará por la felicidad de su amado. Él le había salvado la vida, le ofreció comida, un techo, familia y amistad; cosas que no pueden pagarse fácilmente.

Todo lo que era Kai hoy en día se lo debía a Sehun y Kai sabía que protegería a Sehun incluso aunque su vida se fuera en ello.

Kai chasqueó sus dedos, desapareciendo en volutas de humo sin dejar de pensar en la hermosa sonrisa de su príncipe.




 ◊




No había mucho que hacer para él en el castillo más que seguir al príncipe de un lado al otro. Por lo que podía saltarse sus deberes durante aquellos días. Sehun estaba seguro dentro del castillo con cientos de guardias echándole un ojo. 

Kai decidió escapar, últimamente no soportaba estar dentro del palacio mucho tiempo, las preparaciones lo agobiaban y sentía que se quedaba sin respiración conforme se acercaba la fatal fecha.

Apareció en las caballerizas segundos después, se dirigió directamente hacia su caballo, un hermoso ejemplar de pelaje enteramente negro llamado Darkness, Sehun lo había nombrado muchos años atrás, creyendo en aquel entonces que era uno de los nombres más geniales que pudieron haberle dado. Kai rió, recordando los días de antaño cuando nada les preocupaba y eran libres para correr alrededor del castillo.

La mejor manera de mantener la tranquilidad era montar a caballo. Algo acerca del viento en su rostro lograba tranquilizarlo, así que preparó a Darkness para finalmente cabalgar rumbo al sur, había una colina unos kilómetros hacia esa dirección donde a Kai le encantaba pasar el tiempo, simplemente mirando el paisaje.

El lugar estaba cubierto por la nieve – como todo en el reino en el hielo, – pinos gigantes se veían rodeando los valles glaciares. Jongin ató a Darkness a un árbol y se decidió a ascender por la empinada colina, tratando de dejar atrás las preocupaciones.

La cima de la colina era de sus lugares favoritos en todo el reino en el hielo, hacía mucho frío pero le agradaba respirar el aire gélido de aquel lugar; además la vista desde allí era impresionante, se podía apreciar los pinos del bosque que protegía al palacio, el lago que pasaba la mayor parte del tiempo congelado y la edificación de hielo que era la maravilla más grande en el reino. Kai suspiró, acostándose en la nieve y mirando hacia el cielo gris.

Alzó su mano y cubrió con su brazo sus ojos, quería descansar al menos unos minutos fuera del ajetreo del palacio y todo lo que ello implicaba. A pesar de querer olvidarse de todo, no podía sacarse de la cabeza al príncipe, no podía evitar recordar todo lo que habían vivido; como picnics en aquella misma colina, escapadas nocturnas a patinar en el lago, a veces en verano viajar al borde y observar el sol sobre un ocasional cielo azul. No podía dejar de pensar que aunque él hubiera crecido en un lugar donde casi todo el año estaba nublado, su piel era varias (muchas) tonalidades más oscura que la de su príncipe. Kai amaba la piel de Sehun, había algo demasiado hermoso en aquella translucidez que portaba el rubio. Rió recordando lo mucho que Sehun solía quejarse acerca de que parecía casi un muerto mientras que Jongin parecía venir del mismísimo sol.

Ráfagas de viento se arremolinaban, despeinando su cabello, fue ahí cuando Jongin sintió el cambio del viento. Esbozó una diminuta sonrisa, amaba el viento porque era como él. No había mejor manera de describir a Sehun que compararlo con el viento, su don y su igual.

Se incorporó, desperezándose, abrió los ojos y sonrió dulcemente, a lo lejos podía observar un caballo acercándose. Aquello explicaba el cambio en los vientos. Sehun estaba por llegar.




 ◊ 




A veces Kai se preguntaba cómo es que Sehun y él podían ser tan distintos, no sólo físicamente hablando, también en personalidad y actitudes. Kai tenía la piel morena, los cabellos negros, labios gruesos y pálidos. Sehun en cambio poseía una piel pálida, casi traslúcida, cabellos rubios, labios finos y rosas. Ambos eran altos pero en el último año el príncipe le había sacado uno cuantos centímetros al guardián. Kai era callado, prudente, tímido y alguien quien preferiría pasar el tiempo leyendo a salir. Sehun por otro lado – a pesar de que muchas veces parecía ser serio – cuando llegabas a conocerlo era ruidoso, hacía cientos de cosas por impulso, hablador y amaba las fiestas tanto como ser el centro de atención. Era casi extraño como dos personas tan opuestas podían ser los mejores amigos, pero de alguna manera, todo funcionaba a la perfección entre ambos y a veces Kai pensaba que no había personas en este mundo que se entendieran mejor que ellos dos.

Ambos estaban acostados sobre la nieve, largas extremidades descansando sobre el blanquecino suelo. Kai podía sentir el calor del cuerpo del otro solo a pocos centímetros, sus manos casi rozándose. Últimamente, siempre que estaba junto al príncipe, el guardián sentía que se ahogaba, la opresión en el pecho era insoportable. Cerró los ojos e intentó respirar profundamente. Faltaban menos de tres días para la ceremonia y sólo pensar en ello dolía.

Su persona amada estaba tan cerca y a la vez demasiado lejos. Era demasiado injusto como el mundo se confabula para no dejar que dos personas perfectas para el otro no puedan estar juntas.

Sintió el cuerpo de Sehun pegarse al suyo. Un nudo se instaló en su garganta previniendo el tragar. El contacto físico no era algo con lo que fueran extraños. Sehun era del tipo que necesita tener contacto físico para sentirse tranquilo; le gusta abrazar a las personas y Kai era como su oso de peluche personal. Sin embargo ahora, sentir al príncipe cerca, era demasiado, un mero contacto llevaba a Kai al límite.

Se giró hacia el príncipe y sintió cómo su pecho se contrajo al contacto con el otro, lo rodeó con los abrazos en un fuerte amarre. Sehun hundió el rostro en su pecho suspirando suavemente. Besó el cabello del menor mientras una diminuta sonrisa dolorida aparecía en su rostro.

El viento cambió, tornándose algo más cálido. Jongin sonrió ampliamente sin despegar sus brazos del cuerpo del otro.

— ¿Sigues perdiendo el control de tu poder inconscientemente, Sehun?

El príncipe rió por lo bajo y alzó la vista. —Es imposible hacerlo cuando no puedo ni contener mis emociones… —se sonrojó y desvió la mirada, dejando la frase en el aire.

Entonces Kai se separó. Observó a Sehun alejarse y mirarlo con ojos dolidos.

—Debemos irnos — dijo el mayor.

Era mejor ir por la ruta fácil y escapar. Si llegaban a hablar más de sentimientos, la tensión que había entre ambos podría romperse y terminarían haciendo algo que después les costaría demasiado, incluso más de lo que podrían pagar.

Sehun se puso de pié, ocultando el rostro. Siempre fue algo más sentimental que Kai y el príncipe odiaba que esa faceta suya se mostrase.

— ¡Una carrera al castillo! —Exclamó con voz temblorosa — ¡El último limpiará las caballerizas! — el príncipe corrió colina abajo sin esperar por el guardián. Kai suspiró y rió por lo bajo.

Sehun nunca aprendía. Negó con la cabeza todavía riendo. Chasqueó los dedos y desapareció. Pudo escuchar al príncipe quejarse de que hacía trampa. Kai soltó una carcajada cuando vio a Sehun corriendo todavía a medio camino soltando maldiciones.




 ◊ 




Dos días habían pasado en un abrir y cerrar de ojos. Era ya la última noche antes de la fiesta de los dieciocho inviernos. Kai no sabía que sentir por lo que se había ocultado en su refugio dentro del castillo. Se trataba de un ático lleno de libros, en alguna de las torres del palacio de cristal. Aquel espacio se había transformado en algo así como el despacho de Kai, poco a poco había coleccionado todos los libros que formaban su biblioteca. Hacía más frío allí que en las habitaciones centrales del castillo pero la quietud reinante en ella compensaban, aquel detalle.

Estaba concentrado en una novela de aventuras cuando tocaron la puerta.

—Siga — murmuró en voz baja.

Un sirviente hizo una venia respetuosa. Kai podía no ser noble pero su estatus en el palacio era uno de los más altos a comparación con los otros miembros del personal.

—Su Alteza Real ha solicitado de su presencia cuanto antes, Señor — se inclinó una vez más.

Kai le sonrió amablemente. —Iré en un instante. —el sirviente volvió a hacer una venia antes de salir y cerrar la puerta.

El guardián suspiró con cansancio. “¿Ahora qué querrá?” pensó con pesadez. Despeinó sus cabellos antes de chasquear sus dedos y desaparecer en volutas de humo.

Cuando volvió aparecer, Sehun le recibió con un grito de sorpresa y un almohadón estrellándose en su rostro.

— ¡Sehun! ¡¿Por qué hiciste eso?! — Exclamó arrojando de vuelta el objeto hacia el príncipe. Este lo desvió con una de sus ráfagas de viento.

— ¡Te he dicho que no me asustes así! — replicó con un puchero. Kai puso los ojos en blanco.

—Me llamó cuanto antes, Alteza.

Sehun frunció el ceño. —Lo que sea.

— ¿Qué es lo que desea, Mi Príncipe? — preguntó Kai, exasperado.

—Te dije que no te dirigieras hacia mí con títulos.

Sehun se encontraba sentado en su cama, llevaba puesto ropas ligeras y tenía las mejillas sonrosadas. Kai recién cayó en cuenta de cómo el príncipe lucía desarreglado, después notó el estado de la habitación. Parecía que un tornado había pasado por allí. ¡Oh! Sehun debió estar demasiado nervioso como para no controlar sus emociones y se dejó llevar. Kai suavizó su expresión. Su príncipe estaba pasando por algo muy difícil y no podía determinar quién estaba más asustado. Si él mismo o Sehun.

Caminó hacia él, tomando los cabellos del príncipe entre sus dados y tratando de arreglarlos pero parecía ser imposible. Suspiró. Después posó sus manos sobre las mejillas del rubio, acariciando con sus pulgares las mismas. Sehun naturalmente se inclinó hacia sus caricias, suspirando contento.

— ¿Qué quieres Sehunnie? 

El príncipe lo miró durante un instante antes de ruborizarse y apartar la vista. Se mordió los labios antes de contestar:

—Recuerdas cuando éramos pequeños y tú querías estar siempre a mi lado, incluso me ayudabas en las noches… eh… preparándome la bañera y luego me acompañabas a la cama ¿recuerdas? — las mejillas del muchacho subieron varios tonos de rojo. —Quiero… eh… quiero que vuelvas hacer todo eso.

El moreno no sabía que sentir. Si hacía lo que Sehun le pedía – todo lo que conllevaba eso – no sabía si podía resistirlo pero una vez más, él era incapaz de negarle algo al príncipe, al fin y al cabo vivía con el solo propósito de complacer cada pedido, capricho, anhelo y deseo que este tuviera. Nunca sería capaz de negarle algo.

—Está bien —sonrió, inclinándose hasta besar la cabeza del príncipe — Haré lo que deseas, Sehunnie.




 ◊ 




Sehun lo miraba expectante, extendiendo sus brazos hacia él. Kai sonrió de lado mientras tomaba el delgado cuerpo del príncipe entre para cargarlo hacia el cuarto de baño. Cuando llegaron al mismo, el mayor dejó al menor de pie frente a la bañera ya llena.

—Te has adelantado — comentó Kai. Sehun no dijo nada y simplemente desvió la mirada sonrojándose. —De acuerdo… eh… comencemos.

Sehun asintió, colocó sus brazos a los lados de su cuerpo, alzando la vista hacia Kai y mirándolo con decisión. El guardián suspiró y empezó a desabotonar la camisa blanca. A cada centímetro de piel pálida que parecía, Kai sentía a su corazón dar un vuelco. Cuánto deseaba que todo aquello fuese suyo. La camisa cayó al suelo dejando expuesto el torso del menor quien tenía la vista fija en el suelo, Kai podía adivinar un sonrojo a través de las hebras platinadas que le cubrían el rostro. El moreno tomó aire. Sehun era demasiado hermoso, siempre se quedaba paralizado cuando veía su piel desnuda. No era la primera que veía al príncipe de esta manera, aunque habían pasado ya varios años desde la última vez que lo vio desnudo.

Retirarle los pantalones fue un desafío aún mayor. Tenía la respiración entrecortada mientras deslizaba la tela por las largas piernas del príncipe, sintió un poco de la suave piel entre las puntas de sus dedos. Su vientre se contrajo deliciosamente al contacto. Sehun dio un paso fuera de los pantalones y Kai por fin se atrevió a alzar la mirada.

Casi se arrepintió de haberlo hecho. El príncipe estaba agitado, respirando con dificultad, sus mejillas tenían un vivo color rojo y se mordía los labios con nerviosismo. Sus ojos destellaban el deseo que Kai también sentía. La ropa interior negra era lo único que le quedaba como prenda de vestir.

Se arrodilló frente al vientre de Sehun, colocó sus dedos sobre las costuras de la prenda antes de que el príncipe diera un salto y dijere casi incomprensiblemente: —Ya lo hago yo.

El guardián se levantó dándole la espalda a su protegido y caminó hacia la tina para probar que el agua no estuviera ni muy fría ni muy caliente. Segundos después sintió a Sehun acercarse, alzó su mirada y todo su mundo se derrumbó cuando lo vio.

No lo había visto desnudo desde hace más de cuatro años cuando eran ambos todavía niños. Sehun siempre había sido hermoso pero recién ahora Kai realizó que aquella palabra no podía compararse a la magnitud de belleza que poseía Sehun. Recién entendió por qué el príncipe era tan popular y su hermosura tan aclamada alrededor de los cuatro reinos.

—Deja de mirarme — murmuró Sehun antes de hundirse en el agua dentro de la gran bañera hecha de hielo.

— ¿Acaso no es eso lo que querías?

El príncipe se mordió los labios y desvió la vista. —Continúa. — ordenó en un hilo de voz.

Kai apretó las manos pero al instante obedeció el mandato de su príncipe. Kai tomó varios de los jabones líquidos, aquellos que olían a Sehun y los esparció sobre la esponja para luego frotar con la misma la delicada piel del pálido. El moreno sentía su respiración fallar cada que Sehun soltaba pequeños jadeos. Sintió una opresión en sus pantalones y maldijo por lo bajo. El príncipe sabía exactamente qué hacer para volverlo loco.

Entonces, sin previo aviso, Kai tiró un pequeño balde de agua sobre la cabeza de Sehun, este le tiró profanidades en voz baja, mirándolo con un adorable puchero. El mayor rió por lo bajo y se apresuró a lavar las hebras rubias del menor.

Estando ya Sehun limpio, el guardián tomo a un mojado príncipe en sus brazos cargándolo hasta una esquina de baño, donde lo depositó en el piso, se teletransportó hacia la otra esquina dónde las toallas residían antes de volver aparecer frente a Sehun quien ya tiritaba del frío.

Con las toallas secó a Sehun, deteniéndose en cada cavidad así como en líneas suaves y pronunciadas. Kai se dedicó admirar el cuerpo de Sehun casi deseando poder recorrer aquella suave piel con sus propios dedos.

Fue cuando iba a secar los cabellos rubios del príncipe y observó la expresión en el rostro del mismo, que no lo pudo resistir más y pegó sus labios a los ajenos en un beso lleno de desesperación.

Sehun le devolvió el beso al instante, soltando un suave suspiro cuando Kai mordió delicadamente su labio inferior, dando paso a la lengua del moreno en su boca. Kai saboreó con todas las ganas el sabor que había deseado por demasiado tiempo deleitándose. Casi sin darse cuenta se teletransportan a la habitación, cayendo sobre la cama en un desastre de largas extremidades.

No perdió ni un segundo y tan pronto tuvo al príncipe debajo de él, empezó a besar cada pedazo de piel pálida que aparecía frente a sus ojos. Sehun soltaba débiles gemidos, halando sus ropas de manera desesperada. Kai se decidió a quitarse la ropa que tanto sobraba, arrepintiéndose el tener que separarse de la tentación frente a sus ojos. Cuando se deshizo de la camisa, unas manos ajenas y pálidas invadieron la longitud de su pecho.

Kai sintió sus erección crecer en sus pantalones y apegó sus caderas contra las de Sehun moviéndolas, creando una deliciosa fricción, podía sentir la erección del otro pegarse a la suya propia. Soltó un gemido de placer que se vio ahogado al empezar a lamer con fervor las clavículas del príncipe.

Sehun rodeó con sus piernas al moreno, este descendió hasta alcanzar con su boca un pezón, tomándolo entre sus dientes y halándolo con suavidad. Sehun jadeó, sorprendido para después tomar los negros cabellos de Kai entre sus dedos instándole a que tomase más. El mayor ascendió de nuevo para besar aquellos labios rojos que tanto deseaba. Una de sus manos viajo hasta la erección del pálido. Tomándola, movió sus manos arriba y abajo de la longitud, concentrándose en la expresión de puro placer en el rostro de Sehun. La respiración era agitada, jadeaba y gemía cada que Kai realizaba un movimiento mientras miraba hacia él con ojos llenos de adoración como si hubiese hallado el cielo. No pasó mucho hasta que el cuerpo del príncipe se sacudiera y este se viniera con un grito ahogado, pronunciando el nombre de su guardián.

Soltando el miembro del menor, Kai se inclinó para atrapar los labios del otro, volviendo a besarlo hasta dejarlo sin aliento. Sintió las manos del otro bajar hasta su pantalón y colándose dentro de su ropa interior hasta atrapar a su erección. Kai gimió. Todo se sentía demasiado bien. Sehun le volvió a besar mientras movía su mano de arriba abajo haciéndolo perder la cabeza. Pasó un rato hasta que la fricción de su miembro contra la mano del otro le hiciera correrse, ahogando un gemido contra el hombro de Sehun.

Después de un minuto Kai tomó las manos manchadas de ambos y las secó con su camisa. Sehun lo miraba con mucho amor. El mayor se acostó junto al menor tomando su mano y tratando de recuperar el aliento. Sehun se incorporó, gateando hacia el hasta subir encima, sentándose en su regazo. Volvió a besarlo mientras movía sus caderas contra las del mayor. Fue en aquel momento cuando el príncipe volvió a suspirar de placer que Kai cayó en cuenta de lo que habían hecho.

Se incorporó y detuvo con fuerza las caderas de Sehun, este hizo un mohín de disgusto pero se detuvo al ver la expresión de disgusto en el rostro ajeno. Kai con sus manos bajó a Sehun de su regazo hasta que quedaron frente a frente, el último mirándolo curiosamente.

—No debimos haber hecho esto…

— ¡¿Por qué?! — protestó el otro sin dejarlo hablar.

—Sehun — llamó Kai con seriedad — Está prohibido. Si alguien se entera de lo que hicimos nos meteriamos en serios problemas — el príncipe hizo un puchero pero parecía estar avergonzado por primera vez. Kai se inclinó y despeinó los cabellos revueltos del otro.

—No me arrepiento de haberlo hecho — replicó el príncipe, mirándolo desafiante.
Kai acarició la mejilla ajena con suavidad, y volvió a besar los enrojecidos labios en un roce —Yo tampoco. Pero, no podemos volver a hacerlo.

—Lo sé — suspiró Sehun — es por eso que planeé todo esto, aunque quería que hiciéramos todo, que llegáramos hasta el final.

El moreno no pudo evitar tomar al pálido y estrecharlo contra su cuerpo al escuchar tales palabras.

—No lo habría permitido, Sehunnie. Tú no me perteneces, no puedo tomar algo que no puede ser mío.

—Pero yo quiero que lo sea ¡Te lo regalaría sin rechistar!

—No podría aceptarlo porque cuando llegue el día que tengas que consumar tu matrimonio y la corte llegase a enterarse de que ya no eres virgen. Nos llevarían a la horca a ambos —murmuró Kai sin soltar a Sehun — No podría dejarte hacer eso.

—Yo te amo Kai — susurró Sehun — Quiero que tú seas mi primero en todo. Eres la primera persona que me ha visto desnudo, hoy te llevaste mi primer beso y quiero que también seas mi primera vez — sollozó el príncipe, las lágrimas surcando sus pálidas mejillas.

—Y yo quisiera poder serlo. Es injusto pero al menos me diste tu primer beso y aquello es algo muy importante.

Sehun se separó ligeramente de Kai, limpiándose las lágrimas con sus manos. — Es demasiado injusto — soltó una risa amarga.

El mayor volvió a rodear con sus brazos al menor, este hundió su cabeza en el pecho del otro, inhalando el varonil aroma del otro.

—Sehun… — susurró Kai después de varios minutos.

—Mmm.

—Yo también te amo.

Sehun se atragantó pero rió, alzando la cabeza y mirándolo con esperanza en aquellos orbes marrones — Lo sé — volvió a hundir su rostro contra el torso del mayor — De todas maneras, Es bueno oírlo.

El viento soplaba con calidez dentro de la estancia, Kai recién notó que la habitación estaba incluso más desarreglada que antes, era como si varios tornados hubiesen pasado arrasando con todo el interior. Con sus sentimientos a flor de piel, era imposible para Sehun dominar sus poderes, aquello lo hizo sonreír. Era grandioso saber que él era la causa de todo lo que el menor sentía.

Su última noche juntos la pasaron en los brazos del otro, hablando sobre cualquier cosa y simplemente disfrutando de la presencia de la persona que más amaban, tratando olvidar el mañana y a la vez deseando que el tiempo se detuviera para siempre en aquel preciso momento.




 ◊ 




El palacio de cristal estaba a rebosar, toda la nobleza influyente de los cuatro reinos se encontraban presentes para la celebración de los dieciocho inviernos. Kai hablaba con su viejo amigo, Park Chanyeol del reino en la tierra quien le contaba acerca de cierto joven de tamaño pequeño que era la persona más fuerte del reino. Kai rió al escucharlo, era obvio que el Duque Park estaba enamorándose del pequeño Conde Do. Era algo casi gracioso debido a la actitud del más bajo frente al más alto, cada que lo veía este ponía los ojos en blanco e ignoraba al Duque Park y si el último lo molestaba, el primero no dudaba en vengarse usando su poder. Que alguien hablará de relaciones disfuncionales, definitivamente la del Duque Park y el Conde Do era una.

Su atención se desvió de Park Chanyeol cuando vio al príncipe heredero del reino en el hielo descender por las escaleras de cristal. Lucía etéreo, totalmente vestido de blanco y portando una corona hecha de cristales de hielo, saludó con todos la nobleza de la que era amigo hasta llegar hasta él. Sonrió a Chanyeol educadamente y lanzó a Kai una pequeña sonrisa misteriosa.

—Duque Park, es un gusto verlo de nuevo, el Conde Do estaba hablando con el Príncipe Junmyeon del reino en el cielo.

— ¡Oh, Príncipe Sehun! Es un gusto igualmente — hizo una venia — Si me disculpan debo ir a saludar al Conde Do. — al momento, desapareció de la vista.

—Sí que está enamorado ¿eh?

—Y sus sentimientos son más correspondidos de lo que imaginas — replicó Sehun guiñando un ojo — Sólo que Kyungsoo es demasiado terco como para aceptarlos.

El suelo se sacudió y en un segundo el alto cuerpo de Park Chanyeol salió volando hacia el otro extremo del gran salón. Ambos rieron por lo bajo, esos dos nunca aprendían.

Un camarero pasó junto a ellos ofreciendo copas de champán, Sehun tomó una y jugó con ella. Parejas bailaban alrededor de la pista de baile al son de un antiguo vals. Entonces, Kai lo comprendió.

— ¿Desea usted bailar, Mi Príncipe? — pidió el mayor extendiendo su mano.

—Claro — respondió en seguida tomando la mano ajena y casi halando a Kai hacia la pista de baile.

Tomó a Sehun de la cintura y comenzaron el vals. Ambos siempre habían sido excelentes en aquel arte de la danza, solían practicar mucho cuando jóvenes. Kai estaba ya olvidando dónde se encontraban y el porqué de esta celebración, cuando una larga mano tocó su hombro. Los dos jóvenes detuvieron su baile, observando al recién llegado. Wu YiFan el rey soberano (y también soltero) del reino en el fuego. 

— ¿Me permite, Su Alteza? — murmuró con su voz profunda realizando una graciosa venia mientras extendía su mano hacia el príncipe. Sehun forzó una sonrisa pero asintió de todas maneras, miró hacia Kai pidiendo perdón antes de alejarse con el rey rumbo a la pista de baile.

Kai apretó las manos pero los dejó marchar. Wu YiFan nunca le había dado buena espina, había algo en su aura que le hacía sospechar que el hombre no era quien aparentaba ser. Su sangre hirvió cuando vio a Sehun reír ante alguna de sus bromas. No pudo resistirlo más y salió del gran salón. Necesitaba un poco de aire.

Estaba ascendiendo hacia su “despacho” en la torre norte del palacio de cristal cuando chocó contra otro cuerpo. Se tambaleó pero logró mantener el equilibrio. Se disculpó con la otra persona recién realizando quién se encontraba frente a él.

Era Kim Heechul, Duque del reino en el fuego. Kai se inclinó respetuosamente, saludando al monarca. Era la primera vez que veía al famoso Duque Kim, conocido por ser la mano de recha del Rey YiFan. Se decía que él era el cerebro tras los planes que Wu YiFan llevaba en su reino. Ambos eran villanos pero entre los dos el Duque sin duda era el más temible. Los rumores decían que siempre recurre a la magia negra para llevar a cabo sus cometidos.

—Disculpe, Mi Señor.

El noble lo miró de arriba abajo sonriendo de lado como si se burlara de su persona.

—Tú eres Kai —afirmó el Duque.

El susodicho asintió. Kim Heechul sonrió macabramente.

—Me sorprende cuánto has crecido. Te conocí cuando llevabas pañales, quién diría que llegarías a ser más alto que el rey — rió por lo bajo y Kai lo miró sin entender — Pues todo está saliendo mejor de lo planeado aún si él arruinó nuestros planes previos.

— ¿A qué se refiere, Señor?

—Algún día lo sabrás, Kim — replicó burlonamente el duque. Caminó alejándose del joven antes de voltearse y pronunciar en voz cantarina: —Mañana habrá una pequeña sorpresa para tu querido príncipe — rió — De hecho, para todo este reino.

El monarca se alejó, agitando su mano en señal de despedida, dejando a Kai totalmente atónito e incrédulo.

Kim Heechul lo había llamado Kim, dijo que lo había conocido cuando era sólo un bebé. ¿Qué significaba todo aquello? ¿Acaso aquel duque sabía algo sobre su pasado? Pero más importante que todo ¿A qué se refería con una pequeña sorpresa?




 ◊ 




Kai se había encargado personalmente de asegurarse que la seguridad fuera más estricta durante la segunda noche de festividad. Había encargado al Lord Comandante de la guardia del palacio, Jung Yunho, que distribuyera más soldados. Había hablado con los reyes acerca de las palabras del Duque Kim. El rey Luhan había fruncido el ceño no considerando aquellas palabras como una advertencia. Sin embargo, el rey Minseok fue más cuidadoso y aceptó la idea de Kai de reforzar la seguridad.

Era recién en la tercera noche cuando el príncipe decidiría a quién desposar por lo que en esta segunda velada, todo parecía ser igual que la del día anterior. Sehun bailaba con algún noble mientras Kai lo observaba atentamente.

Alguien tocó su hombro, Kai giró encarando al Duque Kim. Este sonreía con malicia, sin despegar su mano del hombro ajeno.

—Es una tragedia que no puedas ser su elegido ¿verdad?

— ¿Disculpa?

El duque se encogió de hombros. —No puedes ser más obvio, Kim. La manera en cómo miras el príncipe da mucho a qué pensar. Deberías tener cuidado. — El noble observó bailar al príncipe quien en ese preciso momento también alzó la vista — por lo que veo, el siente lo mismo por ti.

Kai apretó las manos —No sé de qué habla.

— ¡Oh! Lo sabes mi querido, Kim, lo sabes — se burló — y es una pena que no sepas lo fácil que sería que ese bello príncipe sea tuyo.

El más alto no lo resistió más y se alejó del toque del duque con brusquedad, este último simplemente, amplió sus sonrisa malvada.

—Es la hora — murmuró ininteligiblemente Kim Heechul.

Kai volteó pero ya era demasiado tarde.

El palacio de cristal era una fortaleza llena de magia, fuerte y casi invencible. Sólo tenía una debilidad. Fuego de Dragón, mejor conocido como el fuego de las raíces. Todos gritaban y corrían en pánico. El castillo se derretía a los pies de todos. Tres dragones, uno rojo y dos negros soplaban fuego por toda su extensión. Kai reaccionó demasiado tarde cuando sintió que el viento se detenía. Era como si hubiese muerto.

En las escaleras de cristal a más de trescientos metros de Kai, Wu YiFan sostenía entre sus brazos el cuerpo inconsciente del príncipe, miraba hacia él con una sonrisa ladina como si lo desafiara a ir por él, así lo hizo más cuando chasqueó los dedos nada sucedió. Lo intentó de nuevo pero seguía en el mismo lugar. No lo pensó dos veces y corrió hacia el rey.

Kim Heechul debió haberlo hechizado mientras hablaban, debió haber hecho una maldición para que perdiera su poder, eran encantamientos momentarios, unos más fuertes que otros y según la reputación del duque, Kai se quedaría un buen tiempo sin poder teletransportarse.

Corrió lo más rápido que pudo pero era ya demasiado tarde, Wu YiFan se lanzó al lomo de uno de los dragones todavía sosteniendo a Sehun, podía ver a otras figuras sobre el mismo animal, uno de ellos Kim Heechul sonriendo ampliamente, el resto de la corte del reino en el fuego subió a los dragones restantes. Estos volaban alejándose a un veloz paso.

— ¡Les entregaré a su príncipe cuando se hayan inclinado hacia mi rey Luhan, Rey Minseok! —Gritó el Rey del reino en el fuego — ¡Una vez me acepten como su rey, entregaré de vuelta al Príncipe Sehun! ¡Y deberían apresurarse, no sé qué tan sano volverá! — sonrió maquiavélicamente.

En al palacio de cristal las personas corrían de un lado al otro, tratando de esquivar los grandes pedazos de hielo que caían. El rey Minseok con su poder intentaba mantener lo que quedaba de la fachada en su lugar, el rey Luhan usaba su telequinesis para apartar los cristales de hielo que amenazaban por caerse. Todos habían escuchado la advertencia pero debían poner a salvo a las personas antes de hacer alguna acción. Kai no esperaría. No podría hacerlo cuando el amor de su vida era secuestrado por el más malvado monarca en la historia de los cuatro reinos.

Estaba a punto de chasquear los dedos cuando alguien haló sus brazo previniendo terminar su acción. Era Park Chanyeol.

— ¡No hagas nada estúpido Kai!

— ¡Déjame ir!

Entonces sintió el piso temblar. Hubiese caído de no ser porque el Duque Park lo sostuvo.

—Igualmente no podrás usar tu poder hasta dentro de unas horas — replicó el Conde Do Kyungsoo, caminado a paso firme hacia ellos dos. —Hay que pensar en un plan para rescatar a Sehun sin que los reyes se enteren — murmuró hacia ellos mirando alrededor para estar seguro de que nadie los escuchara. —Primero, debemos salir de aquí.

El Duque Park miró a Kai rogándole que siguiera a Kyungsoo. La verdad es que Kai no tenía más opción que seguirlos. No podía teletransportarse y estaba seguro que si se quedaba, los reyes no lo dejarían ir en busca de Sehun hasta que estuvieran seguros de que todos estaban a salvo.

Tenía que confiar en ellos, no existía otra opción.




 ◊ 

Notas finales:

Me había olvidado de subirlo aquí. ;)

No sé cuando lo terminaré pero esperemos que pronto. (tenngo planeado que solo sea un two shots)

Larga vida al sekai!!!

 

xoxo

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).