El chico cerró la puerta y quedando pensativo procesó el nombre de su vecino; Kim JongIn tenía nueve letras y al igual que ese número era un múltiplo como el cuarenta y cinco, que era el número de su departamento. Mientras YiXing estaba divagando se le acercó un chico de su estatura, o tal vez un poco más bajo y con el cabello teñido a un agradable rosa pastel, que posó un marco de fotos en la mesa de centro.
— Uh ¿Quién es el que te habló? –cuestionó curioso el chico de cabellos rosas-
— Un hombre –dijo YiXing cuando llegó a su lado a sentarse en el sofá. Byun BaekHyun se le quedó mirando por un largo rato hasta que movió sus manos en signo de que prosiguiera- Ah, mi vecino…
— ¿Y por qué ha gritado su nombre? Fue escandaloso
— No sé –YiXing se encogió en hombros- tal vez tuvo una crisis de ansiedad
— ¿Crisis de ansiedad?
— Una crisis de ansiedad es una reacción de miedo o malestar intenso que se presenta de forma repentina y alcanza su máxima intensi…
— Ok, ok, entiendo lo que es una crisis de ansiedad
— ¿Y por qué has preguntado?
— No pregunté, sólo… -BaekHyun agitó su cabeza y sonrió tomando las manos del chino- ¿Cómo te sientes en tu nuevo departamento? –YiXing estaba por abrir sus labios cuando el sur coreano tomó la palabra rápidamente- quiero decir ¿Qué tipo de sentimiento tienes al estar en un lugar nuevo?
— Uno de tranquilidad –respondió el castaño y BaekHyun volvió a sonreír-
Se habían conocido durante los años en la universidad; BaekHyun era alumno de su padre en una materia y de vez en cuando el profesor era acompañado por YiXing, el chico con un hoyuelo de azúcar* que se veía siempre misterioso. Cuando el chico sociable y popular del campus conoció a YiXing, maduró. Cuatro años de conocerse y se podría decir que BaekHyun amaba con todo y sus uno setenta y cuatro de altura, a Zhang YiXing.
— Bueno, creo que eso es todo, ya está ordenado aquí y no parece que haya algo fuera de lugar ¿Hay algo que no te guste del departamento YiXing?
— Todo está bien BaekHyun
— Perfecto… -el chico tomó su mochila y la colocó en su espalda mientras caminaba de reversa hasta la puerta principal y haciendo una seña en el aire se despidió- ¿Nos vemos mañana en el trabajo?
— Si
— De acuerdo, descansa
— Buenas noches BaekHyun
— Buenas noches YiXing.
Y con esa ligera despedida el joven salió del departamento, dirigiéndose a quien sabe dónde si ya eran pasadas de las diez de la noche. YiXing, el chino nacionalizado coreano, al ver que todo estaba como en su antigua casa, caminó por uno de los pasillos de ese lugar hasta dar con su habitación y encerrarse en ella.
Todo ya era una rutina, y sabiéndola, fue a su clóset buscando su ropa para dormir que consistía en un pantalón y camiseta sin mangas de lana, posteriormente las colocó sobre su cama y fue hasta el cuarto de baño, orinó, lavó sus manos y cara, cepilló sus dientes con un poco de pasta dental y cuando su boca se sentía fresca, regresó a su habitación tomando sus prendas para cambiárselas. Terminando de dejarse espacio en la cama, colocó dos alarmas y miró hacia la ventana, ésta a diferencia de su antiguo hogar, era más grande y se podía ver entre cortinas un poco del paisaje nocturno de Seúl. Ya no estaba en casa.
• • • • •
Sí había una rutina para irse a dormir, también la había para el resto del día, la hora de desayuno, el trabajo, la comida y la cena, así como un pequeño gustito que tenía por la literatura, cuando había tiempo YiXing se sentaba a leer donde fuera que no hubiera ruido y pasaba una tarde tranquila. Contaba con cuatro amigos, BaekHyun, su pareja, Chen y YiFan, también algunos compañeros de trabajo, aunque no pasara de los buenos días, pero estaban.
Los dos días que llevaba viviendo en ese edificio lo había prendido de memoria, a excepción de los nombres de algunas familias que lo habitaban; sabía que a dos cuadras al norte había una pizzería con un nombre en italiano mal escrito y al sur una tienda de conveniencia a la que podía acudir si necesitaba algo, aunque lo dudara. Había aprendido todo para no perderse y a su vez porque no tenía mucho que hacer de cuatro a seis y media.
Por la tarde del tercer día, YiXing tuvo uno de esos apetitosos antojos de pizza y colocándose un abrigo salió de su apartamento para comprar una el mismo, no quería llamar y que se tardaran o que de nueva cuenta diera su dirección mal, entonces se aventuró a ir, pero cuando estaba cerrando su puerta, el chico del apartamento cuarenta y ocho suspiró a su lado. Ignorando el hecho de que el joven ante él se veía “decaído” empezó a caminar por el pasillo hasta que una voz ronca le detuvo.
— Zhang YiXing ¿verdad? –el nombrado sólo giró sobre sus talones y miró al moreno retirarse la capucha, luego como reflejo miró simultáneamente al hombro, frente, pecho y manos de JongIn-
— Sí ¿aún tienes ataques de ansiedad? –el coreano logró alzar la ceja con confusión mientras su vecino mantenía una cara bastante neutro-
— No sufro de ansiedad
— Ah…
— Estabas ¿estabas a punto de salir?
— Estoy fuera
— Sí, pero… de casa, me refiero a otra parte
— Uh, voy por una pizza –contesta y vuelve a girar, sólo para empezar a caminar piso abajo.
JongIn se queda como un idiota, sonríe y no sabe por qué, pero ya no le interesa si no encuentra la llave de su casa, esa había sido una charla muy extraña, pero bonita.
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Seis días pasan sin que el diseñador gráfico y el inquilino del apartamento cuarenta y cinco se vieran, claro que no era algo de vida o muerte, pero JongIn no podía negar que desde el primer instante su vecino le llamó la atención, pero sólo eso, su punto uno por ciento tenía permitido gustar de otras personas, sino no sería un ser humano y se haría llamar marciano al él mismo, porque de verdad que el chico de cabello castaño era atractivo, pero regresando a su invariable cotidianidad, su buen hermano KyungSoo le hizo una visita una noche en la que estuvieron hablando de todo y nada, eran unidos pero últimamente su hermano mayor estaba muy ocupado con el trabajo y les costaba saber a veces cosa de uno y el otro, por eso cuando se veían quedaban en contarse todo.
Cuando fue la despedida en la puerta de JongIn, su vecino salía con una enorme bolsa negra en sus manos. Los hermanos ignoraron al joven y siguieron con su despedida.
— Recuerda que la siguiente semana habrá una cena en casa de JoonMyun hyung
— Lo recordaré Soo –dijo animoso el joven moreno, YiXing desapareció de su campo visual y el chico se animó a preguntar- em hyung ¿puedo llevar a alguien?
— ¿Alguien? Si, mientras no sea el morocho de SeHun lleva a quien quieras
— Hyung…
— ¿Qué? Es mal educado –gruñó KyungSoo y besó la mejilla de su hermanito, le dio una leve bofetada y caminó entre el pasillo hasta perderse. JongIn acarició por incuria donde había caído el golpe y miró como regresaba ese tal Zhang YiXing, ya sin nada en las manos-
— Buenas noches ¿sacando la basura? –el hombre chino se detuvo en la puerta y al verlo tres segundos a los ojos, repitió esa acción que a JongIn le llamó mucho la atención, aquella de evadir su mirada-
— Sí –dijo. JongIn cruzó los brazos sobre su pecho y se recargó del marco de la puerta, junto a una media sonrisa algo coqueta-
— Los martes pasa también el camión de basura, no tienes que esperar hasta los sábados
— Ah, ya…
— ¿vives solo? –el moreno no puede dejar morir la conversación y se inventa lo que sea-
— No, tengo un pez que… -una carcajada es la que recibe por el hombrecillo del apartamento de enfrente, YiXing no recuerda haber dicho un chiste, pero no se molesta y a cambio sólo mira hasta donde acabará de reír el ajeno. Cuando se calma un poco se vuelven a mirar-
— Entonces vives con tu pez
— Exactamente… ¿Tú vives solo?
— Antes si, todo este piso era para mí, pero ahora que te mudaste es mejor, no me siento solo
— Pero no vivo contigo
— Pero vivimos en el mismo piso
— Ah… tienes razón
— Cuarenta y cinco, eh –dice JongIn señalando el número grabado en la puerta del chino- ¿te gusta ese número?
— ¿Ese? No, me gusta el cuarenta y ocho –el castaño señala la puerta de JongIn, él instintivamente lo mira y sonríe-; es interesante porque si sumas cuatro y ocho te da doce, y si inviertes el cuatro y el ocho es ochenta y cuatro, y si le restas cuarenta y ocho, da treinta y seis, que todos son múltiplos de doce…
— ¿Ok…?
JongIn abrió ligeramente los labios y como si fuera una mala caricatura, en su mente comienzan a aparecer todos esos números para sumarse entre sí, dividirse, restarse y luego perdiéndose en un infinito. Cuando vuelve a la realidad, YiXing está sonriendo.
— Haz puesto una cara muy graciosa
— Es que… son muchos números
— Sólo fueron dieciséis los que mencioné, porque los repetí en una sola oración, incluso fueron menos ¿cuatro? Recuerdo que fueron cuatro…
— T-te gustan las matemáticas ¿No es así?
— Claro, como dicen, siempre puedes contar con las matemáticas jaja –el chino se tuvo que sostener el estómago para reír, su risita era muy tierna, pensó JongIn, aunque estuviera un poco aterrado- eso, ah, fue muy gracioso… buenas noches Kim JongIn –dijo el castaño ingresando a su apartamento y cerrando la puerta-
JongIn se quedó un minuto entero observando la puerta, aunque no entendió la causa de la risa de su vecino, seguía intentando hacer esa cuenta extraña sobre el número de su puerta. Vaya, parece que el de junto era todo un nerd. Un guapo nerd.