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INESPERADAMENTE... AMOR por White Rose

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Notas del capitulo:

El primer contacto de Eduard y Stephen, conmosiones que nos llevan a experimentar sentimientos que no sabíamos que existían, espero que sea de su agrado...

Apenas llegó a la entrada de la facultad en su deportivo rojo, un montón de jovencitas se arremolinaron en torno suyo, ¿podría tratarse de algún famoso?, aun en las grandes ciudades un auto tan llamativo sólo podría pertenecer a una persona de la alta sociedad, y si hubiese estado en la entrada de una facultad privada o altamente distinguida no habría causado el revuelo que causaba en ese momento.

Aparcó el auto en la zona reservada para los profesores sin importarle absolutamente nada y descendió del vehículo llamando la atención por completo, cabello castaño oscuro y lacio hasta los hombros, chaqueta de cuero negro con brillantes detalles en cromado, camisa negra desabotonada hasta la punta del esternón, vaqueros de mezclilla oscura y botas militares de piel negra, tanto negro hacía resaltar el tono pálido de su piel, ocultaba su cara detrás de unas gafas solares cromadas estilo aviador.

Cerró la puerta del bólido detrás suyo y caminó con una mano en el bolsillo del pantalón y la otra sosteniendo la mochila sobre su hombro derecho, se dirigió hasta su aula de clases con toda una manifestación de murmullos y gritos ahogados a su alrededor y tomó asiento en la última butaca al fondo del salón, junto a la ventana y la pared trasera, el lugar más alejado de la puerta. Poco a poco sus compañeros fueron llegando y ocupando los lugares restantes, algunas chicas se acercaban a preguntar su nombre, lo que sólo respondía con una mirada provocadora, un guiño tal vez y una sonrisita de medio lado para luego volver la mirada hacia el verde jardín de afuera.

Por alguna razón a su alrededor quedaron las sillas vacías, una al frente y la otra a su derecha, chasqueó los dientes con fastidio, esperaba que alguna chica linda se sentara a su lado. De un momento a otro los murmullos cesaron y el profesor de la primera clase se presentó ante ellos, apenas había iniciado su discurso sobre el tema del que habían hablado el día anterior cuando la puerta se abrió abruptamente interrumpiendo la explicación del profesor, el silencio destacó los sofocados jadeos el chico que había entrado y se había apoyado sobre sus rodillas casi sin aliento, algo llamó la atención de Stephen.

-Cielos santos Eduard, es tu segundo día y de nuevo tarde, no te irá muy bien si sigues divagando por las noches con esos afiches eróticos tuyos- exclamó el profesor en tono burlón haciendo referencia a uno de los dibujos que Eduard había estado mirando el día anterior durante la clase y un mar de risas inundó la habitación, a lo que el delgado chico reaccionó con una sonrisa avergonzada al levantar la mirada rascándose la cabeza.

-Lo siento profesor…- Musitó volviéndose levantando el rostro hacia sus compañeros y notando que solo quedaban dos asientos libres junto a una persona que le miraba con los ojos abiertos de par en par.

Al notar la mirada y la cara nueva del chico el profesor ladeó la cabeza diciendo:

-Vaya, parece que tenemos caras nuevas- se dirigía a Stephen, quien reaccionó con una mueca de total desprecio. -Por favor ven al frente compañero nuevo-.

Stephen se levantó pesadamente de su lugar para dirigirse al frente, odiaba toda clase de formalismos, pero algo al frente de la clase le llama la atención y sin duda quería acercarse, no podía creer que de verdad fuera un hombre aquella personita, tan delgada y fina, de hombros estrechos y baja estatura.

-Por favor compañero, preséntate ante la clase para que todos sepamos quié     n eres, de dónde es que has venido y el por qué haz decidido entrar en la universidad de Meller y en específico a la facultad de medicina- Dijo el profesor tomando del brazo a Stephen, -quien al llegar al frente se había colocado de cara a Eduard mirándole fijamente con una expresión un tanto confundida-, y empujándolo un poco para que quedara de frente a la clase hizo una seña con la mano. –Adelante…-

Stephen chasqueó los dientes mientras con la mano izquierda apartaba el cabello de su rostro con una mueca en la cara mirando a una de sus compañeras como si la incitara a algo, a lo que la chica reaccionó ruborizándose, Stephen comenzó a hablar…

-Mi nombre es Stephen Ackerman- Dijo con un tono de voz perezoso, sus compañeras levantaron la mirada, incluso Eduard que había agachado la cara ente la mirada del otro se volvió a mirarle, esa voz, tenía un tono de melancolía atrapada, una voz sensualmente grave y melodiosa que seguramente el chico era cantante o algo por el estilo.

El profesor le miró extrañado entrecerrando los ojos y arqueando un poco las cejas, “Ackerman”, seguramente era un error, cómo era posible que un Ackerman estuviera en Meller cuando podría estar en una universidad de alto prestigio, no dijo nada, sólo continuó observándole con profunda curiosidad.

-No vengo de ningún lado, entré en esta escuela porque no tuve otra opción, y en esta facultad por la misma razón. Si es todo lo que quiere saber volveré a mi asiento- Dijo en tono socarrón dirigiéndose a su profesor con un gesto de sorna en el rostro, como si tratara de provocarlo,  le profesor asintió con la cabeza, le seguía mirando con una expresión de confusión y curiosidad al mismo tiempo.

Stephen se volvió hacia su compañero que seguía parado al lado suyo y le miró, el chico parecía divagar sin prestarle mucha atención, lo que le irritó un poco, le tomó por la muñeca un poco violentamente y lo arrastró con él al fondo del aula ante la mirada perpleja de sus compañeros, Eduard se resistió un poco pero no vio necesario luchar así que se dejó arrastrar hasta la butaca frente a la que se había sentado Stephen.

Tomó asiento frente al chico del cabello negro e inició a rebuscar en su mochila que había puesto a un lado cuando sintió la penetrante mirada sobre su nuca, volvió la mirada, y sus ojos se encontraron con un par de ópalos brillantes mirándole sin pudor alguno, como si intentara descubrir algo sobre el rostro del muchacho que al notar tal intensidad en la mirada que se clava en él no pudo evitar sentirse incómodo, el tipo infundía algo de miedo y respeto a la vez, era un sujeto grande, Eduard sólo le llegaba a los hombros al estar parado al lado de él en el frente del aula, aunque no era para nada mal parecido, al contrario, incluso para Eduard resultaba atractivo.

Stephen soltó una pequeña risita en tono sardónico al notar la reacción del pequeño, esos ojos, penetraban hasta lo más profundo de su alma. Hizo la idea a un lado, no podía ser que los ojos de otro tipo le resultaran tan incandescentes y llenos de vida, esa reacción debería de tenerla por alguna chica y no por un tipo como él, aunque… si lo imaginaba con largos cabellos hasta la cintura, y una curva justo en esa zona debajo de sus costillas enmarcada por un lindo vestido o unos jeans ajustados definitivamente sería su chica ideal, tenía una cara tan mona, con unos rasgos tan finos y unos labios tan provocadoramente rosas y brillantes que… Stephen sacudió la cabeza ahuyentando todos esos pensamientos que le llegaban en seco.

La mirada de Eduard se había posado sobre el rostro de Stephen, quien no se había dado cuenta cuan fijamente miraba al pequeño, pero lo ocultó perfectamente enarcando una ceja y ladeando un poco la cabeza en gesto presuntuoso, como preguntando “¿Qué me vez?”, el orgullo de Eduard también era grande, así que no había evadido la mirada del otro, no iba a ser intimidado por un sujeto como ese, enarcó ambas cejas soltando una risita y haciendo un pequeño movimiento con los hombros y se giró posando con firmeza su cuaderno sobre la paleta de la butaca.

La clase llegó a su fin y todos se dirigieron a las hermosas áreas verdes de la facultad a tomar el almuerzo, excepto dos personas, que se habían quedado en su lugar al fondo del salón, Eduard y Stephen. Eduard porque desde el primer día así lo había hecho y Stephen… bueno, tal vez fue por el hecho de no conocer a nadie y de alguna manera se sentía irritado con el asunto de estar con ese niñito a solas en el salón de clases.

El silencio era algo incómodo aunque pareciera que al moreno le diera igual ya que sacó un cigarrillo y lo encendió dentro del aula sin importarle nada en absoluto, Eduard era una de esas personas que no soporta el mal comportamiento dentro de los recintos de la escuela, y como un acto reflejo alargó la mano rápidamente y el cigarrillo de Stephen salió volando por la ventana hacia el exterior, Eduard le miraba completamente molesto. El rostro de Stephen se transformó de uno de total calma a uno completamente enojado.

-Lo siento pero no se debe fumar en las…- Eduard apenas había comenzado a hablar, pero en un instante el otro ya se había levantado de su asiento y tomado al castaño por el cuello de su camisa y suéter de lana, y le había aprisionado contra la ventana que permanecía cerrada detrás de él. Eduard se quedó petrificado.

 -¡¿Cuál es tu maldito problema?!, pedazo de idiota- Stephen tenía la mirada clavada en el rostro asustado de Eduard, quería golpearlo un poco por lo menos, quería hacerle ver al chico de lo que era capaz y que nunca nadie debía meterse con él, pero de alguna manera, de alguna estúpida y extraña manera ver el rostro del pequeño hizo que su corazón diera un fuerte latido y extendiera la adrenalina por sus arterias, era inconcebible lo que acababa de sentir y le soltó de golpe dejando que el chico se golpeara la espalda contra la ventana y salió como una fiera del aula.

“¡¡Fuck, fuck, fuck!!” pensaba Stephen mientras caminaba rápidamente hacia el baño de chicos, sosteniendo la cabeza entre sus manos, y cuando entró golpeó con tal fuerza el contenedor de toallas que este se desprendió de la pared y salió volando, desparramando a su paso un montón de papeles blancos en líneas zigzagueadas. Stephen se recargó contra el lavamanos y abrió la llave del agua, mojó su rostro y se quedó mirándose en el espejo, se colocó la mano en el pecho, ¿qué demonios fue lo que había sentido?, sin duda conocía ese sentimiento pero… ¿cómo era posible que una situación así, y una persona como esa despertara ese sentimiento?, y para empeorar las cosas ¡¡ ¿UN HOMBRE?!! Stephen tenía la respiración acelerada, así como su ritmo cardiaco, se miraba en el espejo pensando en todo aquello mientras las gotas de agua resbalaban por sus finas facciones. No era posible, tenía que ser una broma, no podía creerlo, y sin duda el color seguía en su rostro, ese tono rojizo que llega cuando algo te avergüenza… no, era imposible, mentira, mentira.

Seguía sonrojado mirándose al espejo, con el corazón a todo galope, idiota. Empotró un puño contra el espejo completamente desesperado haciéndolo añicos y se dio media vuelta para sentarse sobre el lavabo. Le daba vueltas y vueltas al asunto en su cabeza y no lograba comprender el por qué había sentido aquello, “es un hombre, un tipo, NO es una chica, no es una chica…”, se repetía a si mismo mientras volvía a incorporarse para encender otro cigarrillo.

 

*********

 

En el salón de clases Eduard estaba completamente conmocionado, sin embargo no era como si hubiera sentido miedo de ser golpeado o algo por el estilo, su corazón latía como loco en su pecho y sus mejillas estaban completamente rojas, era como si algo magnífico hubiese pasado, como si un tipo no hubiese tratado de golpearlo, como si no hubiese provocado a ese tipo. Se sostenía las ropas del cuello con una mano, una imagen había quedado grabada en su cabeza.

Cuando Stephen lo tomó por las ropas y lo aprisionó su rostro se acercó al de Eduard, algo que tal vez fue intimidación pero… no salió como esperaba el moreno, de alguna manera fue demasiado cerca, tanto que pudo sentir el aliento a tabaco del otro, fue en ese preciso momento cuando sus miradas se habían cruzado, tan cerca, tan intensamente, y la expresión del chico que tenía enfrente tratando de intimidarlo cambió por completo, parecía como si lo hubiera soñado, el color pálido de su piel había tomado un rosado intenso en sus mejillas y había abierto un poco la boca e inhalado. ¿Qué había sido eso?, cuando vio aquella expresión no pudo reaccionar de otra manera que sonrojarse de igual manera, pero Eduard había bajado la mirada a la boca de su compañero y un segundo después este lo soltó un poco violentamente, empujándolo un poco.

La cabeza de Eduard era un caos, le tomó tiempo recuperarse, tal vez demasiado ya que sus compañeros comenzaron a llegar y él seguía en la misma posición, una chica se acercó.

-E… Eduard, ¿estás bien?...- preguntó Madeleine y le tendió la mano para tratar de tocar su hombro, pero Eduard reaccionó en ese momento dando casi un salto.

-Estoy bien…- dijo con un tono cortante y salió casi corriendo del aula, caminaba por el pasillo con esa imagen de Stephen en su cabeza, el brillo de sus labios entreabiertos, acaso… ¿había sentido deseos de besarlo?, que lo llevara en demonio, ¿cómo era posible sentir eso por un tipo? Y que encima de todo ¡había tratado de golpearlo! Caminaba a paso rápido para dirigirse al baño, pero lo que encontró en el lugar le dejó la sangre helada.

Notas finales:

Gracias por seguir conmigo, espero sus reviews

Cariños

>White Rose<


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