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Mi único y gran amor. por Maby de Sagitario

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Notas del capitulo:

Los recuerdos de Dégel empiezan a aflorar.

El color de sus marcas contrastaba con sus fríos y bellos ojos reflejados en el pedazo de cristal que sostenía en sus manos mientras recordaba ese espantoso día cuando por primera vez se había sentido de la patada. Entrecerró sus pupilas en tanto rememoraba el momento preciso cuando lo conoció…
6 de marzo de 1754.
Hacía un mes que cumplió los 16 años, sin embargo ponía excusa tras excusa para no casarse, muchas de estas eran desde enfermedades inventadas hasta largas horas de estudio exhaustivo. Aquel día aprovechando que fingía “gripe” se escapó por la ventana de su habitación y tomó el atajo que perfectamente conocía para ir al mercado de la ciudad.
Sus ojos se deleitaron con cada exquisitez que podía apreciar, ávido de curiosidad recorrió cada puesto de frutas, productos del mar, alguna que otra pastelería y de textiles para detenerse en un pequeño puesto rentado por un amable anciano de cabellos castaños rojizos que poseía diversa variedad de libros, cartas, pergaminos y mapas antiguos, pasó viendo cada uno de los títulos ante la atenta mirada del hombre quien no paraba de referirle sobre los autores de cada una de las obras.
_ah ese es una traducción del álgebra de Al-Juarismi_señaló a un pergamino amarillento por los años_ y ese de acá una copia de El poema de Gilgamesh en latín.
_¿ no tiene libros que traten sobre mitología o algo así?
_sólo pequeños relatos sobre la vida de los que se hacen llamar  “Hijos de Nyx”_comentó con interés mientras le extendía el pequeño cuaderno.
Iba a tomarlo cuando un golpe en su espalda le hizo perder el equilibrio, enfadado volteó a encarar al atrevido que osó tropezarlo, ese momento quedaría grabado en su corazón para siempre… unos turquesas similares a las aguas de ciertas playas de América adornaban un rostro de facciones un poco severas y el color de su cabello era igual de extraño que el suyo. El desconocido musitó un burlón “opssss”, sonriéndole cínicamente y mostrándole una hilera de perfectos dientes blancos. La desfachatada sonrisa lo desarmó un poco, el anciano reprendía al impertinente muchacho.
_¡ otra vez tú Kardia!, ¡ cuántas veces te he dicho que tengas cuidado con mis clientes!
_eh lo siento viejo Krest_murmuró distraído. El anciano se enrojeció aún más por cómo se refirió de él.
_ ¡muchacho irrespetuoso! ¡Te voy a enseñar buenos modales!
Kardia se encogió de hombros ante la reprimenda, no le hacía caso porque al rato, Krest se olvidaba y le compraba un cesto de manzanas.
_por cierto… ¿Cómo te llamas?_preguntó mirándolo de pies a cabeza.
_Kaleth, pero no me gusta.
_¿entonces?_preguntó confuso el joven griego.
_me gusta Dégel, así me puedes llamar.
_ahhhhh_fue su única respuesta.
                                                                        * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
De vuelta al presente.
El viento soplaba directo a su rostro decorado con motivos de copos de nieve de color azul zafiro, sus violetas  se habían vuelto a oscurecer de dolor, de nuevo su corazón se encogía  de sólo pensar de que quizás él no regrese reencarnado. El agua de la fuente que adornaba su jardín se congeló repentinamente, convertir el agua en hielo o crear frío era uno de los tantos poderes dados por la diosa que adoraba desde hacía dos siglos. Si alguien lo veía por la calle o por algún sitio jamás imaginaban que tenía esa edad porque su marmóreo rostro mostraba a un joven de 20 años con finos y delicados rasgos que fascinaban a hombres y mujeres de toda edad.
La última vez que probó sangre fue días después de cambiar a un vampiro adulto, esa tarde, Kardia lo esperaba dos calles más abajo de la casa de la noche en la que vivió por cuatro años, al verlo una inmensa alegría inundó su corazón porque de todas las personas que lo conocían sólo él y su hermana Camile permanecieron a su lado y aceptaron su nueva vida. Mientras avanzaba hacia él, una silueta femenina se deslizó cerca del griego, parándose a su lado. Era Camile.
Grande fue la sorpresa de Kardia al ver su cara enmarcada con los hermosos dibujos de color azul zafiro. Su hermana lo observaba en silencio, la emoción no cabía en su alma, por lo que se le abalanzó prorrumpiendo en sollozos.
_ ¡tranquila! ¡Ya estoy aquí, pasé el cambio!_la consoló  mirándola con ternura.
_me tenías muy preocupada mi pequeño_dijo ella tocándolo, inspeccionándolo_tu amigo me envió una nota diciendo que ya eras un vampiro adulto.
_¡ gracias!_musitó al otro quien se encogió de hombros.
_y por cierto_se dirigió a Kardia dándole una mirada de simpatía_Kardia me comentó que es tu compañero.
_no es gran cosa_dijo sonando modesto agitando sus manos_yo sólo consideré que no deberías estar solo con eso.
_eres más que eso, Kardia, tú más que nadie lo sabe.
Sintiéndose incómodo e idiota al ver que sus sentimientos quedaron al descubierto, el griego consideró necesario en irse y dejar a los hermanos para que puedan recuperar el largo tiempo que pasaron lejos el uno del otro.
_es evidente que te ama demasiado_dijo su hermana mientras observaban el caminar del joven humano_pero no se siente preparado  para decírtelo.
_.......
_en tu mundo ese tipo de relaciones es aceptada, lo sé porque mi amiga al igual que tú fue marcada, aún mantenemos correspondencia_dijo segura al tiempo que él entrecerraba los ojos y rodeaba con sus brazos los hombros de su hermana.
_nunca me dijiste eso.
Camille se alzó de hombros restándole importancia, cualquier otra cosa era menos importante que su pequeño hermano.
_no me dijiste que sucedió con Seraphine_soltó de repente.
La joven hizo una mueca de fastidio, recordar a esa mujer le producía dolores de cabeza. La reacción no pasó despercibida para el nuevo vampiro quien era tan intuitivo que con sólo ver a una persona, ya sabía lo que pensaba; sin embargo había oído rumores mientras pasaba sus cuatro años como novato, que la joven de ojos azules se había vuelto loca y deliraba día y noche con él a tal punto de jurar que buscaría la forma de hacer que Dégel la ame y se vengaría de Kardia por osar robarse su corazón, más él no prestó atención a las locuras de la mujer.
_olvídalo.
_sí, además yo se lo expliqué.
_no importa_dijo sonriendo nuevamente a la vez que se colgaba de su brazo_¡ nos vamos!
_vamos a recuperar el tiempo_emprendió la marcha por las calles de París, ignorando que una sombra femenina lo seguía con la mirada y sonreía macabramente.
_serás mío, si no puedo en esta vida..... en la otra_y rió como posesa.

Notas finales:

Dudas aquí estoy para responderlas, se los quiere.


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