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The... por JHS_LCFR

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2_The Sound

 

Baekhyun jadea. Jadea con fuerza. Sus uñas se hunden en los hombros de Jongin rasguñando sobre la ropa y sus dientes se hunden en el labio inferior: tiene los ojos cerrados y las piernas abiertas, separadas apenas por el ancho del cuerpo de Jongin, que se mueve con fervor y sin vergüenza a pesar del ruido. Porque las pieles chocan y Baekhyun va tanteando de dónde aferrarse para no caerse con la mano izquierda, apoyándose torpemente sobre la grilla donde escurren los platos, y los tira a todos.

La losa cae sobre el lavamanos, más de un plato se rompe. Pero el estallido y el estruendo no logran acallar a Baekhyun, que separa sus labios y grita a cada golpe, a cada paso: la piel le quema, necesita respirar, siente que tiene una corbata atada violentamente al cuello, atravesando su piel y ahorcándole directamente el esófago, la garganta. Siente el calor en su cara, roja, y grita con más fuerza. Las venas resaltando, tensándose hasta su mandíbula: porque necesita saber que aún respira, que está vivo, que puede permanecer despierto. Pero no de pie.

En algún punto del partido, el perro del piso de abajo se ha puesto a ladrar, pero a Baekhyun no le importa. Puede medir y marcar el tempo de Jongin con sus caderas, cada uno de sus golpes, intromisiones certeras y profundas, capaces de hacerle delirar.

Baekhyun comienza a moverse, hace rato que no puede porque su cerebro se ha apagado, ha muerto. Lo único que puede hacer es gimotear y echar la cabeza hacia atrás, mientras Jongin parece querer atravesar su cuerpo, aferrándose a la mesada y hundiendo su rostro contra el cuello, contra el hombro, la clavícula. Mordiéndole la piel, probando la carne.

Jongin es una bestia. Parece que nada ni nadie lo puede parar. Y a Baekhyun le encanta, porque le abraza por la espalda y lo empuja más contra él, gritando por última vez a todo lo que su voz da, desgarrándose las cuerdas vocales.

 

 

Baekhyun no es amante de sexo fuerte, brutal, “salvaje”.

Pero Jongin es una excepción. Jongin lo calienta y le hace sentir una puta…pero qué más da.

Después de todo, ¿Quién más que nosotros lo sabe?

 

 

Baekhyun permanece treinta minutos sentado en la mesada, piernas separadas y transpiradas, piel adherida al mármol manchado, sucio. Suspira, le duelen las costillas y el pecho al inhalar: Jongin terminó hace unos cuarenta minutos, se está bañando mientras Byun aprieta los labios e intenta moverse sin que le duela. Pero es imposible.

No obstante, vale la pena. Sus muslos están paspados, su miembro flácido palpita con cansancio y duele, por no hablar de los tirones en su entrada…pero está bien. El cuerpo le arde, la cabeza la de vueltas…pero no importa. Ha soñado con este momento en silencio por años, ha deseado más de mil veces que el encargado de llevarse su virginidad fuese el moreno que ahora se está duchando en la otra punta del departamento.

Cabeza hacia un costado, sobre el hombro derecho, Baekhyun se mira, mira los pantalones tirados en la esquina de la cocina, mira sus muslos rojos e hinchados, su miembro y su estómago sucios: sus brazos no pueden sostener su peso, teme caerse de espaldas y golpearse la cabeza con el vidrio de la ventana, pero no importa.

Entonces escucha el silencio proveniente de la sala: Jongin ha terminado de bañarse, ha cerrado los grifos de agua y ha tomado una toalla, porque se acerca tranquilo pero rápido, como si sospechase que Byun no se ha movido aún.

Sonríe.

-¿Problemas para bajar?—le dice, rascándose la nuca, porque no se ha secado el pelo y las gotas caen por su cuello y sobre su torso desnudo: la toalla con suerte logra abrazar su cadera, parece que ha agarrado una toalla de mano accidentalmente…o no, porque en cuanto camina la tela se reacomoda, dejando la pierna derecha completamente expuesta, junto con un poco de algo más—. Aférrate a mis hombros, ven aquí—y tomando a Byun de la cintura, logra levantarlo con suavidad y bajarlo con lentitud.

Baekhyun logra pararse echando el peso en Jongin, porque le tiemblan las piernas. Las piernas aún abiertas, pies bien separados entre sí, dejando su hombría adormecida expuesta, expresando sin vergüenza el dolor entre sus glúteos. Jongin no hace más que reír entre dientes.

-Curioso… - susurra, masajeando la zona de la ingle y baja espalda—. Te ves cansado y adolorido…pero sé que quieres una segunda ronda.

Y Baekhyun se sonroja, porque la voz de Jongin contra su oreja hace flaquear a su autocontrol y explota su autoestima: jamás se sintió deseado por nadie, jamás nadie quiso follárselo tanto como Jongin quiere.

Baekhyun quiere también.

-Hazme lo que se te dé la gana—suspira, ojos cerrados y labios separados, sintiendo el picar de los dedos ajenos sobre su piel, levantándole la remera despacio, las falanges colándose bajo la tela y las uñas rozando los pezones—. Hazme lo que quieras, no me voy a quejar.

 

 

La segunda ronda es interminable. Baekhyun eyacula a la mitad del camino, exhausto.

 

 

El segundero del reloj taladra su cabeza, su entrada palpita por esa nueva sensación a la que está desacostumbrado. Puede sentir el esperma salir de él de a ratos, de golpe, haciéndole gruñir de vergüenza y de dolor.

Jongin ha desaparecido otra vez bajo la ducha, él se siente muy cansado como para siquiera levantarse de la cama: porque sí, al menos ahora está en una cama. Boca abajo, cabeza hundida contra las sábanas y trasero arriba, expuesto totalmente como una perra en celo. Pero no le importa: el calor y el mareo son más fuertes, su cuerpo se tensa pero poco a poco se hunde también y se relaja, desparramado en el colchón, glúteos rosados por los golpes y los pellizcos, cadera marcada por dedos feroces y audaces.

Jamás pensó que sus primeras veces serían así: tanta historia con el amor, con la confianza y el bienestar, el casamiento, la eternidad…

Baekhyun sabe que Jongin no es ni será su eternidad, Baekhyun sabe que incluso Jongin podría haberle terminado de contagiar algo, algo malo. Pero a la vez quiere confiar en él, quiere pensar que debajo de esa fachada de chico cansado y malo hay algo…algo blando, casi como si se tratase de sentimientos.

-Me duele—logra decir al fin, afónico y con la voz rasposa: quiere tomar agua, se ha ahogado más de una vez con su propia saliva y con los dedos de Kim, cuando en realidad no necesitaba de una preparación para la segunda metida—. Me duele…duele mucho.

Cerrando los ojos, espera poder dormir.

Es entonces cuando de vuelta escucha los grifos chirriantes del agua moverse: una vez más, Jongin aparece con la toalla de mano y el pelo sin secar; sin mirar a su más reciente víctima, camina hasta la sala, llegando hasta la cocina y volviendo con los bombones.

En silencio, se sienta en la cama, coloca un dulce entre sus dientes y se agazapa frente a Baekhyun, cuidándose de no estar demasiado lejos ni demasiado cerca.

-Búscalo—farfulla con el chocolate entre sus dientes, y Baekhyun se lame los labios, ansioso por comer—. Ven, sabes que lo quieres—sonríe, mordiendo más fuerte—. Apúrate, que se derrite.

¿Qué soy?, Baekhyun piensa. ¿Una perra?

¿Soy un puto animal?

Y sin dudar, Baekhyun estira el cuello y muerde la punta libre, encontrándose con los labios de Jongin embarrados de chocolate y menta: jugando con sus lenguas, robándose la saliva y el aire, le siguen el sabor cada vez más líquido de frutilla, maní, almendras y nueces. Y Baekhyun no puede parar, no se detiene hasta tener toda la boca sucia, manchada.

-Buen chico—le felicita el de piel morena, lamiendo los restos, cada tanto mordiéndole el labio inferior o la mejilla.

 

 

Lo soy. No hay duda.

Soy su juguete. Soy su fucking juguete sexual.

Baekhyun suspira, ahuyenta los pensamientos sacudiendo la cabeza: Jongin aplica generosamente la crema, esparciéndola en los sectores paspados, irritados, casi descosidos y rotos. Incluso le masajea los muslos y los glúteos, despacio y en círculos. Porque debe doler, porque Baekhyun le asegura que duele.

-Pudiste haberme dicho—opina Kim desinteresadamente, pero con cierto reto escondido en su voz—. El aguante en un virgen no es el mismo, yo pensé que ya lo habías experimentado—y hundiendo de más el pulgar, oye al más bajo chillar—. Disculpa. Igual… ¿Por qué no me dijiste antes que nunca…? Ah, mírate...pude haberte tratado mejor. Estás todo hinchado y rojo—y vuelve a apretar, humectando la piel mientras lucha mentalmente por no volver a adentrarse.

-Yo…solamente quería saber… - Baekhyun se sonroja, cerrando los ojos mientras se aferra a las sábanas, aún está acostado y trasero arriba, rodillas sobre las almohadas abolladas, sucias—. Quería sentirte—Siente que las manos de Jongin paran, quiere morir—. Tenía miedo de que te rieras de mí si te decía que era virgen, que nunca antes había tenido sexo.

Jongin suspira.

-No importa ya. Ahora es medio tarde para decirme—resuelve, acariciando—. Ábrete más de piernas y descansa así. Si mañana te sigue doliendo, te llevo al médico o algo, no sé.

Baekhyun abre los ojos, sorprendido y avergonzado. Girándose como puede, alcanza a ver a Jongin agacharse para comenzar a vestirse, y de su voz ronca sale un grito, una súplica, un pedido denigrante pero a la vez, esperable y sencillo.

-¡El sábado que viene…! El sábado que viene festejo mi cumpleaños.

Jongin arquea una ceja, quitándose la toalla de mano para ponerse el bóxer. Con los ojos de Baekhyun clavados en su virilidad, sonríe orgulloso mientras juega con la ropa interior en su mano dejándose ver, dejándose admirar para sentir ese cosquilleo de placer en su estómago y en su pecho.

-¿Te gusta lo que ves? Porque quizás deba darte esto de regalo de cumpleaños.

 

 

Jongin es un desubicado, pero al fin y al cabo demuestra que ha accedido.

Queda entonces una semana para el cumpleaños de Baekhyun, quien sonríe escondiendo el rostro mientras Jongin se aleja a medida que sube el cierre de su campera de cuero.

 

 

Domingo a la mañana, Baekhyun logra levantarse y renguea un poco. La cadera le tira sin importar cómo se pare y sus muslos arden al rasparse entre sí: cerca del mediodía, el chico recibe una llamada de su madre, le dice que todo está bien. Promete comportarse y estudiar, aprobar y seguir sorprendiendo a la familia con sus buenas notas.

Mientras tanto, Baekhyun renquea hasta la cocina, abriendo la puerta de la heladera: la bolsa de cartón está abierta, quedan varios bombones a pesar del puñado que Jongin cargaba en su mano la tarde anterior.

Tomando uno, Baekhyun mastica y farfulla estupideces para contentar a su madre: la suavidad y dulzura de los labios de Jongin se derriten entonces en su boca y en su lengua; termina frunciendo el ceño en pos de intentar controlarse. Sólo al cerrar la puerta, Baekhyun capta una papeleta amarilla con un moño y un condón abrochados.

Es el número de Jongin.

Es su número de teléfono y, atado, viene el regalo de cumpleaños adelantado.

Baekhyun sonríe y se despide abruptamente de su madre: repentinamente, se siente afortunado.

 

 

- Dime qué tienes puesto—escucha, ¿Desde cuándo una charla por teléfono le excita?

-Nada—jadea, acariciándose los genitales, frotando el tronco de su miembro y apretando con todos los dedos la punta—. No llevo puesto nada de nada, nada—repite, negando despacio y jadeando, en paz—. Sé que así te gusta…dime tú que llevas—y Jongin se ríe del otro lado de la línea.

-Bien, se nota que vas aprendiendo… ¿Qué crees que llevo puesto?

-Nada…me encantaría que no tuvieras puesto nada—sonríe el más bajo desde su habitación, labios contra el parlante del celular y mano derecha pellizcándose los testículos con cariño, imitando los toques del moreno—. Pero sé que soy el único idiota que está desnudo…sé que estás vestido con tu uniforme de fútbol, sé que estás encerrado en tu casa, en el baño, revisando por la cerradura de la puerta mientras hablas por lo bajo.

Jongin ríe secamente: no hace ni una semana que han follado y Baekhyun ya sabe, no es ningún tonto. Ya es martes y ya han tenido un encontronazo el lunes en el colegio, en los vestidores y en los baños: Baekhyun ya ha acostumbrado a su campanilla y a su lengua a la carne de Kim; Kim ya ha comprendido lo profunda y dispuesta que la garganta de Byun puede llegar a ser.

-¿Qué tratas de decirme?—le amenaza el moreno entonces, la picardía en su voz hace efervescencia mientras Byun arruga la nariz al sentir un tirón bajo su ombligo—¿Me espías, qué tramas?—bromea.

-Deja de perder el tiempo y ven a casa—jadea, suplica. La mochila ha quedado olvidada en algún sector de la casa, hace media semana que Byun no estudia o hace las tareas…y la sensación de libertad y despreocupación le gustan tanto que lo aniquilan.

-No puedo, tengo que ir a jugar.

-No te pajees antes de un partido—sonríe Baekhyun, mirando despreocupado el techo mientras bombea su hombría—. Quedarás flojo, cansado…hazme caso, no lo hagas.

-No eres quién para decirme qué es lo que tengo que hacer.

-Sí que lo soy…soy el culo que se presta cada vez que te alteras. Así que escúchame al menos una vez y hazme caso.

 

 

Esto no debería haber pasado.

Baekhyun mira la pantalla de su teléfono el miércoles. Mordiéndose el labio, decide no contestar y caminar a paso vivo hasta la sala de música, donde sabe que Jongin duerme cada vez que tienen Biología.

-¿Jongin?—exclama al entrar: la profesora lo ha dejado salir, es hora de aclarar las cosas—¡Jongin!—el moreno aparece por detrás del piano, despeinado y con la cara demacrada, producto de un profundo, muy profundo sueño—¿Tú le dijiste? ¡Despabílate y responde!—Baekhyun nunca levanta la voz más de lo necesario, pero la situación lo amerita: no está enfadado, no está nervioso…pero tampoco está cómodo, tampoco está alegre, la situación no es para nada agradable—. Dime la verdad… ¿Fuiste tú? ¿Quién le contó?

Y Jongin se para con torpeza, mirándolo a los ojos desde la otra punta del piano.

Baekhyun tarda en notar que sale sangre de la comisura izquierda de su boca, pero el moreno sonríe igual, agrandando el corte y dejando caer el hilillo rojo, brillante.

-Deberías bloquear la pantalla de tu teléfono…he visto cómo lo agarraba en gimnasia. ¿Acaso estás nervioso? Porque es tú culpa…ahora no te sonrojes ni digas que quieres morirte.

 

 


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