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The... por JHS_LCFR

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The End

 

Lánguido, adormilado, poco a poco tendiéndose en el suelo.

Así es el ambiente en la casa de Baekhyun, o al menos así lo percibe él con sus ojos.

Parpadeando pesadamente, y dejando que las ojeras descansen bajo el grueso y marcado maquillaje, el joven examina rincón por rincón, cara por cara, lo que está sucediendo en el medio de su casa, en su cocina, en su habitación: las luces están apagadas, sólo entran retazos e luz procedentes de la ciudad, que descansa dieciséis pisos más abajo, alzando sus postes de luz en un intento por llegar al cielo.

Las luces están bajas, casi extintas, y aún así alguna que otra lámpara de pie o de mesa de luz se prende mientras el anfitrión respira con tensión y dudas, inclinando el vaso de plástico rojo hacia su boca, dejando que el líquido entre por sus labios apenas separados, duros y resecos.

Destruidos por culpa de Kim.

Destruidos por culpa de Park, también.

Entrecerrando los ojos ante una inminente súplica y las ansias de obtener un descanso, un respiro de su insomnio, Baekhyun golpea con un dedo sus párpados cerrados y negros, maquillados hasta el hartazgo, y traga, alejando el recipiente maloliente y fuerte, lo suficientemente cargado y lo suficientemente fuerte como para poder atontarlo por horas, el tiempo justo y necesario para terminar con todo.

Aunque sabe que, incluso así, nunca podrá librarse de él.

No es como si ya fuese demasiado tarde, se tranquiliza ante la perspectiva de una efectiva e inaplazable derrota. En realidad nunca hubo salida…

Ni siquiera sé cómo hizo Kyungsoo para escapar.

La idea de ser la luz roja de detención de Park cruza su mente, y frena en seco, sin darse cuenta que está a centímetros de una pare, caminando directamente al choque, casi buscando el impacto de la mampostería contra su cara.

¿Y si Chanyeol ya dejó de quererme hace rato?

¿Y si sólo está encaprichado conmigo porque no quiere que Jongin siga robándole parejas?

Es algo estúpida, pero la hipótesis no desaparece del todo a medida que asiente: se decide a guardarla en un cajón mental mientras viaja a la cocina, esquivando parejas que se besan y se rozan y buscan un sillón a los gritos o una cama.

Baekhyun ya no lo soporta, y aplaudiendo su inteligencia y elocuencia tardía, llega a la conclusión de que tampoco se soporta a sí mismo. Porque esa es la verdad. La cruda, infeliz y vergonzosa verdad: ya no se tolera, no tolera sus errores y su pasado y sus patéticas tácticas y coartadas.

Respira con fuerza, pensando en tirarse de los pelos, en aplastar el vaso entre sus dedos y correr a la terraza y dejarse caer. Aunque la caída tardaría en traer el golpe, el impacto capaz de terminar con su vida…Mejor pensar en una rápida manera de morir.

Luhan no se halla por ningún lado, se ha ido a China antes de la fiesta (y eso que pensaba irse muchísimo antes), por lo que Byun no cuenta con ayuda alguna. Ni siquiera Kim Junmyun ha aparecido, teniendo en cuenta que es la segunda persona con la que más habla en el aula.

Estar solo le molesta. Simplemente no lo soporta.

Saludando rápida y (poco) cortésmente a sus invitados, sigue zigzagueando hasta llegar a la barra de desayuno, donde coge un plato con restos de papitas y las devora de ganas, de pura desesperación.

A pesar de estar cansado, siente que le falta el aire, y mira alrededor, cerciorándose de que la bestia no se encuentre cerca, detrás suyo, quizás dentro de una alacena. Porque el muy hijo de puta es capaz de hacer algo así.

Inspirando hondo y sintiendo tirones hasta en las costillas, cierra los ojos y busca tranquilizarse.

Vamos, no es como si no supieses lo que va a suceder…por eso, no hay nada que temer. Sabes que se descontrolará. Quizás grite, llore y pegue unas patadas. Una simple llamada a la policía solucionaría todo, Baekhyun, así que tranquilo…tranquilo y ve, búscalo.

Asintiéndose despacio, se gira para apoyar la espalda baja contra la barra, abre los ojos y observa entre las luces tenues y las sombras, esperando a su depredador (que pocas probabilidades tenía de volverse su presa).

Búscalo y termina con esto de una puta vez.

Casi como si de una broma se tratase, casi como si el mismísimo Diablo estuviese riéndose de sus pecaos y letargos, el cuerpo escultórico de Jongin entra en escena, relajado, asquerosamente tranquilo pero aún feroz, aún conservando esa chispa que enciende la mecha de los ojos e Baekhyun al caminar resaltando los ejes y el peso de sus caderas, pasando de un pie al otro a medida que avanza, la hebilla de su cinturón brillando bajo su ombligo y bajo una camiseta de mangas largas y traslúcida, completamente calada con hilo negro y dejando ver descaradamente aquel maldito y asqueroso torso, aquel que brilla con tintes dorados y bronceados ante las pobres luces titilantes, porque al parecer el foco de la cocina no funciona y hay que cambiarlo.

Pero más tarde, porque Jongin sonríe como sólo él sabe y se lame los labios, logrando que Baekhyun bufe y le dé la espalda sorprendentemente.

Es entonces cuando el moreno para, ojos apenas abiertos, una sola ceja arqueada, y el atisbo de sonrisa se esfuma antes de sellarse en una mueca seria: sus manos viajan a la cadera de Byun y los dedos aprietan donde saben que tienen que hacerlo, en aquellos débiles y sutiles puntos que hacen que Baekhyun doble involuntariamente las piernas y las separe.

Ya dominado su juguetillo, Jongin se pega y se inclina, pronunciando la curvatura sobre la barra, casi follándose a chico pero con ropa puesta, y mientras mueve delicada y tortuosamente su cadera de un lado a otro, susurra, pegando los labios a la parte trasera de la oreja.

-¿Me acabas de ignorar? ¿Acaso acabas de darme vuelta la cara?

-Déja…déjame en paz—murmura Baekhyun, mordiéndose el labio y dejando el vaso para tomarse, por un lado, de la mesada, y por el otro, de la frente. Porque no puede ser tan fácil, no puede ser tan imbécil.

-Park no ha llegado aún—propone Jongin.

-No quiero un doble homicidio en mi propia fiesta—escupe Byun, así nomas. Y Jongin sonríe, sonríe y callado, se tienta.

-Kyungsoo está dando vueltas por todo el living, debe estar buscando a esa bestia para decirle dónde estás…ambos estamos sueltos, Baek, ninguno tiene grilletes en el tobillo en este momento. ¿…No quieres?

-N…no—niega el más bajo, apartándose torpemente, manotazos alejando hombros, quitando brazos y desarmando el agarre de los dedos. Jongin está tan cerca que ahora le resulta insoportable—Aléjate, fuera. No me toques.

Es mentira, es todo mentira y tanto él como Jongin lo saben, y la molestia tuerce la boca del moreno hasta forzar una trompa, el ceño fruncido y un resoplido sonoro acompañando.

-Te lo voy a decir una sola vez, y luego no lo diré más—empieza, y Baekhyun abre sus ojos mientras pega su espalda a la barra—. Park nos dará una paliza a los dos, no importa lo que digas, no importa lo que hagas. Así que, ¿Por qué no le damos una buena razón para que nos patee?—Jongin gruñe como nunca antes, y Baekhyun tiene que correr el rostro hacia su izquierda, hacia la puerta, para esperar a que alguien aparezca y así pedirle ayuda—. No voy a darle el gusto de golpearme si antes no me aseguro de follarte hasta que llores, Baekhyun.

-Jong…Jongin…

-¿Es verdad que te atacó, Baek? Que te forzó a acostarte con él… ¿Aquí mismo?—la mirada de Jongin es brutalmente lasciva, sus dedos trotan por el estómago vestido de Baekhyun hasta alcanzar la gargantilla negra que adorna el cuello del muchacho, y tirando para que el extremo opuesto de plástico deje marcas en la piel, cortes directos, no suelta…y, de nuevo, sonríe—. Dicen que te agarró y te golpeó, que te folló duro, hasta que le suplicaste que parase y le pediste perdón.

Baekhyun inspira, tiembla, no lo soporta.

¿Quién había hablado? ¿Cómo se habían enterado? La realidad apenas se había distorsionado en el rumor, y un único nombre afloró en su cabeza mientras maldecía a la pareja de Kai, que se acercaba a morderle la boca despacio.

-Pues te tengo malas noticias. No me gusta que Park se meta en mi camino cuando tengo algo metido en la cabeza…y si su forma de follarte fue una amenaza…yo, tranquilamente…puedo devolverle el golpe.

 

 

Do Kyungsoo corre por la sala, esquivando adolescentes empedernidos en su búsqueda (casi misión) por perder la virginidad: el sudor frío cae por sus sienes y por su cuello, perdiéndose bajo su ropa: la camisa abotonada hasta la nuez y sin mangas no fue una buena elección, y puede sentir cómo sus axilas le hacen pasar un mal momento estético, pero no le importa.

Jongin ha desaparecido. Y Baekhyun también.

Y eso sólo puede significar una cosa.

Corriendo y trotando, sintiendo cómo la música se traga su voz temblorosa y casi pálida, transparente como su rostro, tropieza y cae sobre el apoyabrazos de un sillón: grandes y fuertes manos tiran de su muñeca y luego se apoyan en su cintura y en su espalda. Alguien le ha ayudado a recuperar el equilibrio y quiere verificar si se encuentra bien, y agradeciendo con la cabeza gacha, traga saliva y ahoga un grito al reconocer la vestimenta, los accesorios, a postura.

-¿Soo?—no puede evitar mirar, y Chanyeol frunce el ceño confundido casi desde el techo, pues sus zapatillas llevan algo de taco y lo estiran unos cinco o seis centímetros más.

Kyungsoo calla y mira, admira desde su pobre estatura, y una mueca de Park (aquella en la que sólo levanta una comisura) enciende una especie de alarma, una alarma confusa, porque en su mente han estallado dos perspectivas y no sabe para cuál de las dos avanzar.

-¿Estás bien? Te veo medio pálido—las manos viajan a su rostro y apenas tocan las mejillas algo ahuecadas, porque Kyungsoo con suerte come estos días y el tono descolorido en su ser se vuelve notorio: Park entrecierra cuanto puede los ojos y pasa un pulgar por el labio inferior, nota que se ve purpúreo, carente de normalidad alguna, y le vuelve a preguntar cuando ve indicios…indicios de llagas—¿Has comido? Estás helado y tu boca…tu boca no se ve bien.

Asintiendo despacio, guarda su deprimida y quebrada voz en una cajita. Con la mano de Park extendida hacia él, la toma y se deja llevar hasta el baño, donde la  puerta entreabierta y la luz encendida dan a entender que la habitación está ocupada.

Aún así, a Park parece no importarle, y frente a Kyungsoo, patea la madera blanca y echa a la parejilla desconocida a los gritos y manotazos.

En quince segundos, Kyungsoo se encuentra sentado sobre la tapa del inodoro y con una toalla mojada en el rostro, lo suficientemente húmeda como para darle color de nuevo a su cara y, a la vez, llevarse el sudor.

Park lo acaricia con papel higiénico y algodón para secarlo. Luego lo levanta y le señala el lavamanos para que tome agua, abriendo los grifos.

Las acciones son silenciosas, y poco a poco Kyungsoo recuerda: recuerda lo que es sentirse cuidado por alguien, recuerda qué bien se siente saber que se preocupan por él…más allá de que la persona a la que se refiere es su ex novio, alguien con quien no habla desde hace tiempo, y alguien con quien ha acordado aliarse sólo para recuperar a sus parejas actuales.

Sin algún otro propósito o beneficio.

O así se espera, porque nunca se aclaró nada más (mucho menos esa ‘cláusula’) ni se pudo jurar.

Un caramelo que cruza su campo de visión le desconcierta, y mientras lo toma de la mano de Park con sus pequeños y blancos dedos, su boca y su garganta, de repente, se secan. Más allá de que mastique y genere una pobre saliva, más allá de que trague y sienta el sabor del dulce elástico caer en su estómago y más allá del agua y de la toalla, Kyungsoo enteramente se seca. Y necesita ayuda.

Mirando hacia lo alto, hacia Chanyeol, busca alguna pista, algo de lo que pueda aferrarse y, de paso, tirar. Después de todo, Kyungsoo sabe que en el fondo, todo está perdido. Que no se puede volver hacia atrás, que más allá del hecho de poder (o no) recuperar a Jongin, su vida será un callejón oscuro y sin avances, sin salida.

Chanyeol parece pensar en lo mismo, pues ninguno se mueve y la puerta se encuentra cerrada, el espacio delimitado y obstruido por los elementos acercándolos cada vez más y más, hasta que caen víctimas de los recuerdos y se aferran uno al otro con piernas torpes, dedos bruscos y besos salvajes.

 

 

Quince minutos antes, Jongin tapa la boca de Baekhyun con su mano. No quiere escuchar más gemidos. Simplemente está encaprichado.

Sabe que unas compañeras los están mirando desde atrás de la arcada, y una de ellas ha desplegado el celular para sacar otros o quizás registrar en video lo que está sucediendo.

Poco le importa, porque aún no han hecho nada.

Aún así, los murmullos entre ellas le alertan: se hablan tapádose la boca, pero sin dejar de mirar. No pestañean mientras Jongin frota su ingle contra la de Baekhyun, ambos todavía vestidos. Sus pupilas se ensartan en Baekhyun, que se muerde el labio y prácticamente llora; el dolor en ambos tira desde el centro de sus piernas y la necesidad juguetona de avanzar ahora se vuelve una orden, un grito de rabia.

Las entrepiernas de Baekhyun y Jongin duelen. Es la primera vez que pasan tanto tiempo dando vueltas, y la cabeza del moreno explota mientras suspira.

-Jongin…Jongin, por favor.

-Silencio—le ordena a Byun, que trata de curvar sus débiles dedos alrededor de las manos que le permiten hablar claramente. De pronto, se detiene y observa—. Nos están mirando.

Baekhyun tuerce la cabeza y ve una hilera de personas sonriendo y alentando…dejan en el centro de la sala una especie de pasillo desde el cual salta un compañero de salón, echando un alarido desenfrenado.

En aquel microsegundo, Jongin abre los ojos y cae en cuenta de que hay dos caras que no dejan ver. Que hay dos personas que no aparecen.

-¡Eh, Kyungsoo y Chanyeol, en el baño, ahora!

 

 

Park Chanyeol se da cuenta de que ha ganado y ha perdido.

Cierra los ojos mientras muerde los labios y agarra la cintura y tira, pegando lo más que puede al pequeño Kyungsoo a su cuerpo, aspirándolo como si de una droga se tratase, pues había olvidado lo que era sentirse correspondido en un beso y el hecho de que se lo estuviese dando su ex pareja, ya no tan arrebatada por Jongin, lo hace sentir un hombre exitoso.

Jamás había pensado en volver a abrazarlo, pero ahora el hambre es grotesca y dura: Baekhyun le había dejado en abstinencia o negligencia total por lo que le había parecido una eternidad, y la idea de que su chico da desde hace tiempo mucho más amor a otros golpea y desgarra. La simple imagen de Baekhyun esforzándose por darle placer a otra persona le saca de las casillas.

Aunque no es de mucha importancia ahora. Mucho menos con las temblorosas falanges de Kyungsoo surcando su estómago, buscando el borde de la camiseta estampada.

…La sonrisa de Park es maniática y dura. Tomando de las muñecas al joven menudo, las lleva hacia su pantalón y comanda desabotonarlo despacio: para cuando el borde de las uñas de Kyungsoo caen tímidamente sobre el bóxer, Chanyeol suspira y le suelta la boca, inspirando hondo y por primera vez en mucho tiempo, sintiéndose casi feliz.

-Chanyeol…Chanyeollie.

El alto ríe contra sus dientes y tuerce su mueca. No puede sentirse tan arriba, con las manos llegando poco a poco al cielo: Kyungsoo lo ha llamado por su nombre…por el antiguo nombre que solía ponerle.

-Está bien—le tranquiliza, intentando tranquilizarse él también—, está bien, no haremos nada que no quieras—y acariciándole el rostro, observa el brillo en sus ojos, en perfecta combinación con sus labios hinchados.

Sorprendentemente, Kyungsoo niega con la cabeza y baja, tanteando con los dedos el bore, la dureza y la forma para luego abrazar el borde elástico de la ropa.

En un microsegundo, Chanyeol deja caer su mandíbula mientras Kyungsoo se agacha, porque la imagen desde allá arriba es gloriosa.

En un microsegundo, la puerta entreabierta sigilosamente por los estudiantes golpea contra la pared y una bisagra estalla.

Para cuando Park y Kyugsoo giran la cabeza, éste último ahoga un grito y un puño violento impacta contra la mandíbula del alto.

-¡Jongin!

-¡Pelea, pelea! ¡Filmen todo, fílmenlo a él!

 

 

 

Notas finales:

 

 

¿Tan desastroso les resultó el fic? Ya nadie comenta, ya nadie lee...

 

 

...dios.


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