Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El otro yo por vitlion

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Había sido un viaje largo, estaba un poco cansado, tenía prisa por llegar, pero aun así se detuvo, aquel lugar bien valía una pequeña pausa... uno que otro turista aprovechaba la hermosa tarde para hacerse fotos en esas viejas ruinas, vestigios de la grandeza... -y pensar que hace tiempo aquello era fantástico, imponente... -de haberlo dicho, nadie le habría creído, pero él lo había visto con sus propios ojos y aquello era esplendoroso. El Santuario había resistido innumerables guerras, e incluso en la Grecia otomana, la Grecia que le había tocado vivir, el Santuario había estado de pie, magistral. Aquellos habían sido los mejores años de su vida, los añoraba... pero eso había quedado atrás, muy atrás... Dos guerras santas habían casi acabado con ese lugar, lo habían dejado en ruinas, pero ese lugar era incapaz de caer, a pesar del daño, a pesar del tiempo... igual que su amor... Siguió su camino, el sol estaba por ponerse, y sabía muy bien donde debía buscar...

...

Se encontraba parado a orillas del coliseo, no le gustaba ejercitarse por las tardes, pero los 3 días que llevaba solo en aquel lugar había acudido sin falta... -¡tres días! -¿Cuanto más tendría que esperar?

Se sumergía en sus pensamientos, en sus memorias... a pesar del tiempo, no lo había olvidado, acudía al coliseo por las tardes, sin falta, aunque detestara ejercitarse de más... pero él siempre estaba ahí por las tardes, a él si le gustaba, ¡le encantaba estar en forma! -vanidoso -aquella palabra que tantas veces le dijo en son de juego, en son de queja... le encantaba lucir su perfecto cuerpo, mientras lo trabajaba aun mas, su torso desnudo -¡al menos podrías cubrirte! -eso también había sido una queja, pero el otro no hacía caso, le gustaba lucirse, mostrar ese perfecto dorso, ¡ese mentado tigre!

 

Lo vio desde lejos, aun conservaba ese porte serio, reflexivo, siempre le había encantado verlo ahí, puntual, sin falta. Se desnudaba el torso solo para él, para provocarlo., sin importarle las demás miradas, solo la de él, solo él importaba...

Se acerco sigiloso, se quito la camisa de un solo movimiento y comenzó a correr, no le importaba estar cansado, no le importaba querer saltarle encima de una buena vez, si tenía publico, había que complacerlo...

Shion lo vio, al principio no supo si sus recuerdos habían cobrado vida o aquello que sus ojos veían era real...  aquel perfecto cuerpo, ese dorso desnudo. No despego su mirada ni un segundo, lo observó, lo deseó... hasta que por fin, se detuvo, justo frente a él con esa gran sonrisa...

-Caballero de libra -un saludo formal, después de todo, seguía siendo el patriarca...

El otro no contesto, no tenía tiempo para formalidades. Se acerco colocándose a escasos centímetros, cara a cara...

-Dohko -aquello fue un susurro, un anhelo...

No les importo donde estaban, lo necesitaban, habían esperado tanto, 240 años... Sus labios se juntaron, sus manos se tocaron, el sol cayendo, la luna naciendo, dos silenciosos testigos de cómo sus caderas se movían y chocaban una con la otra, sus cuerpos desnudos, humedecidos por el sudor de aquella ardua labor, a Shion no le gustaba ejercitarse por las tardes... tal vez, estaba por cambiar de opinión...

...

Ni siquiera sabía si estaría ahí, pero la probabilidad, por más pequeña que fuera, bien merecía el viaje y vaya que el Santuario estaba lejos, pero quería verlo... tampoco había pensado que le diría, que haría cuando lo tuviera de frente, siempre había estado seguro de sí mismo, de sus palabras, de sus actos, tal vez por eso ni siquiera se lo pregunto...  

Se detuvo frente al primer templo, Aries, pensó en Mu, en lo mucho que también le gustaría ver a su amigo, pero no sentía su presencia... tampoco vio a nadie en Tauro, ni en Géminis, nada en Cáncer, ni siquiera aquellos desagradables rostros estaban ahí...

Mientras más se acercaba, su corazón latía con más fuerza, tenía una sensación que nunca antes se había permitido sentir... y ¿si no estaba? y... ¿si sí estaba? no sabía cual opción era la peor, tenía miedo... miedo de volver a verlo, de no saber que decirle... pero sobre todo, miedo a no verlo... nunca más...

Salió de Cáncer, aun guardando la calma, a pesar de que su mente era un torbellino de pensamientos, de sensaciones... Una tenue luz, había luz en el siguiente templo, en Leo... Al principio pensó que quizá era su inquieta mente jugándole una broma, pero en cuanto comprendió que no era así, ¡que esa luz era real! quiso correr, hacia arriba, hacia abajo, todo fue tan rápido que no pudo decidir una sola dirección, sus pies se enredaron y sin siquiera darle tiempo de bajar la mirada, de meter las manos, de nada, cayó de bruces contra el suelo. Se levando adolorido, agradeciendo que no hubiera nadie, nadie que lo viera en esa situación y respiro hondo, profundo, tenía que tranquilizarse, debía seguir, el no era ningún cobarde...

Entró a Leo, el corazón le latía con fuerza, como nunca antes... conocía bien ese lugar, aparte de su propio templo, ese era el templo que mas conocía. Se adentro a los cuartos privados, la tenue luz salía de la recamara principal, apenas iluminaba poco más que la puerta, trato de serenarse y lo vio... una figura alta, musculosa, castaña...

-¡Aioria! -el corazón se le salía, lo grito sin pensar, esperanzado, con miedo...

...

Siguió su camino por esos senderos clandestinos, quería llegar a su destino. Recordaba bien uno, uno que ya no existía... era una lástima, le hubiera gustado recorrerlo una vez más, pero aquel camino había desaparecido por completo, el bosque lo había engullido por completo, después de todo, llevaba más de 13 años sin ser usado, sin llevar a géminis...

Por suerte encontró otro un poco más adelante, la vegetación comenzaba acrecer sobre éste, pero aun era visible, debían usarlo a menudo antes de la guerra... tras pasar unos arbustos pudo divisar un templo, dos imponentes leones se alzaban en la entrada, sonrió al descubrir quien frecuentaba ese sendero, su pequeño no había cambiado.

El piso de la entrada estaba destrozado, pero fuera de eso, el templo se veía intacto, su hermano debió haberlo protegido valientemente, sin duda lo llenaba de orgullo. Se adentro en el templo, camino lentamente hasta llegar a los cuartos privados de leo. El de leo tenia gustos singulares, pero el lugar era sencillo y acogedor... camino hasta la recamara, estaba oscura, encendió una vela para no tropezarse, observo la cama amplia, eso era lo único grande que el de leo parecía tener, el techo llamo su atención, dorado...

-¿A dónde crees que vas? ¡Ven aquí! -trataba de detener a su hermano, antes de que se metiera en problemas...

-Solo quiero ver, quiero conocerlo -el chiquillo era curioso, imprudente.

-No tenemos permitido entrar, ven antes de que alguien nos vea -lo seguía mientras se adentraba aun más en ese templo.

-¿Por qué no? ésta será mi casa quiero ver donde viviré -corrió a la recamara principal.

-¡Pues si alguien nos descubre no lo será! vámonos o te pondré mas deberes hoy -no le gustaba castigarlo, pero parecía ser la única forma de controlarlo.

-¿Por qué todos los techos son blancos? -parecía no prestarle atención en absoluto.

-No lo sé... el blanco es relajante -no tenía ni idea, ¿pero eso que importaba? -ahora salte de ahí y vámonos ya.

-¡Aburrido! -salió con una mueca de desagrado -no me gusta el blanco... ¡ya sé! ¡lo pintare de dorado!, será fabuloso, ya lo verás.

No, definitivamente Aioria no había cambiado...

En la mesita de noche, una vieja foto, maltratada, como si alguien la hubiese rescatado de los restos de una hecatombe, contrastaba con el bello cuadro de madera fina que lo enmarcaba, los dos sonrientes, el más pequeño no debía pasar de los 7 años, el mayor un adolescente, ambos abrazados, felices, llenos de vida... se perdió en sus recuerdos, interrumpidos abruptamente por un ruido, algo había golpeado fuertemente el suelo a las afueras de Leo, se asomo por la ventana, buscándolo, pero no vio nada... solo las estrellas, tintineando, hermosas... quedo absorto en su memoria una vez más.

-¡Aioria! -La mención de su hermano lo hizo despertar, se giro rápidamente, sorprendido.

Cuando murió, la mayoría de los santos apenas eran unos críos, todos debían ser diferentes, los había visto a todos, brevemente frente al muro de los lamentos y en la pelea final en Asgard, pero la intensidad del momento había hecho que no se fijara en su apariencia, no los conocía, no sabía cómo lucirían...  

La tenue luz apenas lo iluminaba, era alto, rubio, hermoso... le fue fácil saber de quién se trataba...

-¿Shaka? -no tenia duda, pero la emoción en el llamado del de virgo le había extrañado...

-A... ¿Aioros? -su corazón le dio un vuelco, contesto entrecortado, sorprendido, triste...

Salieron de la casa de Leo, caminaban juntos, pero apenas cruzaban palabras, ambos tenían en que pensar...

Los primeros templos tenían sus desperfectos, columnas destrozadas, pisos dañados, pero al llegar a Virgo el recuerdo de la guerra se hizo presente... la entrada no parecía tener grandes daños, a excepción de un hoyo en la pared, parecía un puñetazo, un potente puño lleno de ira debía haberse estampado ahí... Shaka lo observo, parecía ridículo, fijarse tanto en un hoyo de una pared, cuando su templo estaba destrozado, en completas ruinas...  pero ese hoyo parecía hablarle, contarle algo, el enojo, el coraje, ¡la rabia! la tristeza con la que fue hecho...

-Vaya... no sé que mas vayamos a encontrar más arriba, pero espero que al menos haya techo en mi templo... -Shaka lo miro impávido, tal vez el comentario no había sido el apropiado, pero el arquero tenía el mismo sentido del humor que el león... -ambos necesitamos uno -le sonrió, pero Shaka no cambio su expresión.

Siguieron subiendo, Libra lucia bien, intacto, pero no había rastros de su morador, Escorpio estaba en idéntica situación. Llegaron a Sagitario, el arquero se detuvo un momento, contemplo su templo, su hogar...

Adentro todo estaba como antes, como lo recordaba. Entraron en los privados, todo lucía viejo, polvoso, la cocina, el comedor, el sofá, todo estaba ahí, como antes, pero cubierto con una gruesa capa de polvo que indicaba el abandono... Shaka seguía inexpresivo, como absorto en sus propios pensamientos, pero eso era normal en él, al menos, eso creía Aioros, así había sido desde pequeño... Aioros abrió la puerta de su vieja habitación, todo era un desastre, sus cosas estaban revueltas, rotas... alguien había entrado y destrozado todo... quien quiera que haya sido, fue hace tiempo, hace mucho tiempo, las capas de polvo, las telarañas lo constataban...

-Al menos tienes techo...

Vaya, el virgo si tenía sentido del humor después de todo...

-Puedes dormir en el sofá... o en tu templo si te apetece ver estrellas -ambos se sonrieron, la sonrisa de sagitario no se comparaba con la del león, pero algo es algo pensó Shaka...

-Veré si alguien más ha vuelto, volveré más tarde al sofá... -se dirigió a la salida -o puedes acompañarme si gustas...

El arquero lo siguió, pero no llegaron mucho más allá. Dos risas se escucharon a la entrada de Sagitario, dos figuras tomaron forma apenas iluminadas por la luz de la luna, tomados de la mano.

-Basta Dohko... ¿qué tal si alguien ha vuelto? -se trataba de apartar de las incesantes muestras de afecto que el viejo maestro le daba.

-Dijiste que estabas solo, ¿no? además ¡qué más da! no es nada que no conozcan... -le guiño un ojo y continúo jugueteando con él.

Aioros jaló a Shaka hacia su templo otra vez, el otro entendió, no querían interrumpir, no debían interrumpir, merecían ser felices, disfrutar... 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).