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Objeción denegada por Sherezade2

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Notas del capitulo:

GRAN FINAL de la primera historia de esta serie.

   Extra I.

   ¿Habrá boda?

   Parte 5. Final.

 

 

    —Voy a casarme con Christian; le daré el sí en la fiesta de tu suegro. Ya lo decidí.

   La revelación hizo que Nicolás detuviera sus pasos bruscamente, deteniendo también la carriola donde llevaba un dormido y recuperado David.

   Mauro, que iba caminando al lado del cochecito, se detuvo también, mirando con curiosidad al par de adultos que ahora se abrazaban alegres en todo el corredor de aquel gigantesco centro comercial.

   Nicolás daba saltitos emocionado, mientras Ismael bajaba el rostro con un sonrojo encantador y una sonrisa de oreja a oreja.

   —¿Cuándo será la boda? —preguntó el hermano mayor.

   —En unos dos meses, tal vez —se encogió de hombros Ismael—. Tendré que cuadrar la fecha para que los padres y hermanos de Christian puedan venir.

    —¿Y crees poder tener todo listo en tan poco tiempo? —alzó una ceja Nicolás.

   —No lo sé —admitió el otro omega—. Aunque será algo sencillo; sólo amigos cercanos y la familia.  Christian es muy reservado para… ¡Nicolás…!

   Nicolás se crispó por la expresión que en ese momento adquirió su hermano. Un hilo de sangre, que bajaba por su nariz, cortó por completo la respiración de Ismael, haciéndolo crisparse de ese modo. Nicolás se apresuró a sacar un pañito húmedo de la pañalera de su bebé, colocándolo prestamente sobre su cara. El efecto fue inmediato; la sangre paró y sus fosas nasales quedaron despejadas de nuevo. Mantuvo la presión unos segundos más, mientras Ismael lo miraba más pálido que una estatuilla de mármol. Su hermano era un exagerado; tampoco era nada del otro mundo.

   —Ya paró, debió ser la emoción de la noticia —restó importancia con una sonrisa—. Me ha estado pasando frecuentemente los últimos días.

   —¿Los últimos días? —gimió Ismael, más asustado que antes—. ¿Me estás diciendo que llevas  días así y que no debo preocuparme? ¿Por lo menos has ido a chequearte con un médico?

   —Pues…

   —¡Nicolás!

   —Te juro que pienso ir, de verdad. Es sólo que con el niño enfermo, lo de la fiesta de mi suegro y todo lo demás que pasé con Antonio lo olvidé, y bueno, como ya no sangré más por abajo, pensé que lo de la nariz no era tan serio.

   —¿También tuviste sangrado por debajo? —se terminó de espantar Ismael, olvidándose ahora sí por completo de las compras que aún les faltaba por hacer.

   —Sí, tuve. ¡Pero esa vez sí me chequé! —se defendió enseguida Nicolás—. El obstetra dijo que sólo era por la implantación del bebé y que si no sangraba más por allí no tendría peligro.

   —Pues me lo dirán ahora mismo a mi también —anotó el menor de los hermanos, tomando al mayor por del brazo antes de tomar a Mauro, y obligar a Nicolás a empujar la carriola con rumbo a la salida.

   —Ismael, estás exagerando —se ofuscó Nicolás, zafándose del agarre—. Ya te dije que esta misma tarde iré a chequearme. Pero ahora no pienso meterme en un hospital con todo este lio y los niños encima. Además, me faltan mil cosas por comprar. La fiesta será en dos días.

   —Tu salud es más importante —contraactacó  Ismael.

   —Tengo salud, y mi bebé también —devolvió Nicolás—. Vamos, no me mires así. Te prometo que esta misma tarde iré a una cita prioritaria con mi médico de cabecera.

   —¿Prometido? —azuzó el menor.

   —Prometido —sonrió Nicolás, abrazándolo cálidamente antes de volver todos sobre sus pasos.

 

 

   Antonio alzó la cabeza de los papeles que estudiaba y arrugó el ceño. Sus instintos de alerta Alpha estaban en rojo desde hacía varios días, pero él no era capaz de identificar de qué se trataba exactamente.

   Pensó en David. Quizás la convalecencia del pequeño aún lo seguía afectando. No podía ser nadie más. Santiago estaba obediente y tranquilo de nuevo y las cosas con Nicolás no podían estar mejor.  Pensaba en ello cuando la voz de juez lo sacó de sus cavilaciones. Estaba en mitad de un juicio y no podía distraerse en puras especulaciones.

   —La defensa ha solicitado la presencia de un nuevo testigo en el caso Bermudez vs Hernandez.  Este estrado les concedió una prorroga de setenta y dos horas para ello. ¿Ha llegado su testigo, señor Olivares?

   —Ha llegado su señoría —Antonio asintió, poniéndose de pie.  El juez le hizo una señal de aprobación.

   —Hágalo pasar entonces, por favor. Esperamos ansiosamente su declaración.

   —Muy bien, su señoría. Muchas gracias.  

   Un omega delgado, en todo el esplendor de sus treinta entró en el amplio recinto, subiendo al estrado para tomar juramento. El jurado y la audiencia lo miraban perplejo, preguntándose de quién podría tratarse. Antonio sonrió para sus adentros.

   —Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad ante los dioses y ante la ley —preguntó el juez.

   —Lo juró —respondió el testigo, tomando asiento.

   El juez miró a Antonio, dirigiéndole un gesto de aprobación.

   —Su testigo, abogado.

   —Gracias, su señoría.

   Dando varios pasos hacía el estrado, Antonio cruzó sus brazos detrás de su espalda y respiró profundo. Aquel hombre era el último as en la manga que le quedaba y no podía desaprovecharlo.

   —Señor Lavezzi —le habló con seguridad, mirándolo a los ojos—;  díganos  por favor su nombre completo y a qué se dedica. Ilústrenos también sobre cuál ha sido su campo de investigación principal durante todos estos años.

   —¡Protesto, su señoría! No entiendo a qué quiere llegar el abogado de la parte demandada  con esto y por qué es relevante para el caso.

   —Pretendo llegar a un punto  a continuación, si su señoría me lo permite —respondió Antonio, mirando mordazmente al  otro abogado que lo había interrumpido.

   —No ha lugar, licenciado —anotó el juez, con tono de pocos amigos—. Proceda, señor Olivares, aunque espero también que todo esto nos lleve a alguna parte.  Testigo, por favor, responda la pregunta.

   El hombre aclaró su garganta antes de dirigirse tímidamente al micrófono y responder con su dulce voz de omega.

   —Mi nombre es Jhon Lavezzi; trabajo como segundo investigador en jefe de la Universidad de Qlaira. Actualmente me desempeño en el campo de las neurociencias y con mi grupo de investigación llevamos más de diez años estudiando los fenómenos de la llamada “Voz Alpha” en la conducta Omega.

   —Protesto, su señoría. Sigo sin comprender a qué nos va conducir todo esto.

   —No ha lugar, abogado. A mí sí me interesa saber a qué nos conducirá esto. Continúe, testigo.

   Antonio sonrió. El afamado doctor asintió, continuando su discurso.

   —Como decía, me encuentro trabajando en los fenómenos conductuales de la “Voz Alpha” en la conducta omega; hemos llegado a conclusiones interesantes.

   —Protesto, su señoría. Espero que la parte demandada no esté tratando de usar información que aún es materia de estudio para sustentar sus argumentos en este caso.

   —Ha lugar —concedió el juez esta vez—. Señor Olivares, este estrado no aceptará especulaciones sin rigor científico como pruebas y le pido que si es así, nos exonere de perder el tiempo.

   —Creo que han oído mal ustedes, su señoría —apuntó Antonio, sin perder la compostura—. Mi testigo ha hablado usando el término “conclusiones”; lo cual hace ver que una parte de sus investigaciones ha concluido con tesis que ya han sido avaladas por la comunidad científica como factos. ¿Puede explicarnos ese estudio en particular que nos atañe, Señor Lavezzi?

   —Sí, por supuesto. —El menudo hombre sacó una memoria USB de su bolsillo y pidió que unas diapositivas fueran proyectadas para la audiencia—. A través de más de mil estudios, logramos realizar varios ensayos clínicos que han arrojado resultados sorprendentes —fue explicando paso a paso—.  Dichos resultados nos han demostrado con una veracidad impresionante que la “Voz Alpha” puede usarse abusivamente contra los omegas.

   —¿Está usted diciendo que ya hay forma de probar científicamente cuando un Alpha está abusando de su omega mediante su “Voz Alpha”?

   —Sí, señor. Así es.

   Las voces de los presentes se alzaron en la audiencia. El juez golpeó con su martillo, llamando al orden antes de que los ruidos se hicieran más fuertes. El facultativo explicó de forma sencilla el material de sus estudios y la forma cómo se podían probar sus tesis.

   —Mediante escans cerebrales podemos observar cómo se producen cambios muy particulares en ciertas zonas del cerebro de un omega, específicamente cuando estos son expuestos con frecuencia y de forma abusiva a una “Voz Alpha”.

   —Cree usted entonces que si mi cliente, el señor Bermudez, estuvo expuesto como el mismo lo indica, a los abusos de su marido, gracias al uso que éste hacia de su “Voz Alpha”, ¿entonces sus scans cerebrales nos permitirían documentar dicho abuso?

   El doctor asintió.

   —Ciertamente, así sería.

   —¿Puede usted entonces mirar ahora los scans cerebrales que he traído de mi cliente y darnos su opinión?

   —Puedo —aceptó el omega, con un asentimiento de cabeza.

   —Muy bien. Señoría —Antonio pasó a los técnicos de audiovisuales sus pruebas—, he traído conmigo tres tomografías cerebrales que fueron realizadas a mi cliente en tres días distintos de la última semana. Ninguna de ellas fue realizada durante su periodo de celo ni tampoco durante la presencia de ninguna afectación física. Como prueba de ello, traigo el record médico del señor Bermudez y los estudios cerebrales, previamente verificados por los radiólogos peritos que los realizaron.

   —Enséñenoslo, por favor —pidió el juez.

   Las imágenes fueron proyectadas en orden de realización. En todas ellas se veían unas manchas pequeñas sobre lo que aparentaba ser masa encefálica. El facultativo hizo un gesto, acomodando sus  lentes, y luego reparó a detalle las imágenes. Su veredicto fue implacable.

   —La zona de la amígdala cerebral está gravemente afectada. La hipodensidad de esa zona sugiere cambios crónicos como resultado del uso indiscriminado de la “Voz Alpha” sobre ella.

   —¿Puede otra afección física producir un daño similar?

   —En Betas, quizás. En omegas, imposible.

   —¿Está seguro de ello? —cuestionó juiciosamente Antonio.

   Su testigo asintió sin dudar.

   —Completamente. Los scans cerebrales tienen un valor predictivo altísimo para estos casos, tal como demostré en los ensayos clínicos que presenté. Los diversos comités de neurofisiología, electrofisiología y neurociencias del mundo lo acaban de avalar como la prueba GOLD ESTÁNDAR hace algunos meses. Comprendo que esta información no esté al alcance de todos porque aún es muy novedosa, pero sin duda, ya es una realidad en nuestro medio.

   —¿Prueba eso entonces que el señor Bermudez fue abusado por su marido usando éste su “Voz Alpha”?

   —Lo prueba por completo —respondió el perito, sin dudas en su voz—. La “Voz Alpha” sólo tiene efectos en la pareja de vida de dicho Alpha, en este caso, el señor Bermudez. Sólo la “Voz Alpha” del señor Hernandez pudo ser responsable de tal abuso sobre el señor Bermudez; ningún otro Alpha.

   —¿Y puede también demostrarse que esa “Voz Alpha” fue usada para fines de abuso y no por error o por razones de fuerza mayor cómo la protección de su omega?

   —Negativo, sólo los fines abusivos en la “Voz Alpha” generan este tipo de daño, porque son lanzados con una energía diferente a cuando se hace con fines de protección.

   —¿No hay duda de ello?

   —No hay duda.

   —No tengo más preguntas, señor Juez.

   —¿Licenciado? —preguntó el Juez.

   —No tengo preguntas, señoría.

   Antonio abrazó a su cliente cuando el veredicto fue dado. El jurado fue unánime y concedió no sólo el divorcio sino además, un monto económico abrumador por daños y perjuicios tanto físicos como morales. También dieron al omega  la custodia absoluta de los hijos de la pareja. El Alpha abusivo se fue detenido, lanzando agresiones verbales a diestra y siniestra.

   —Gracias, señor Antonio. Toda mi vida le estaré agradecido por esto. No tengo cómo pagarle.

   —Agradézcame no volviendo nunca con ese miserable. No sería el primero ni el último que lo hace —gruñó Antonio, abrazando luego al lloroso omega—. Contacte luego a mi secretaria sobre el pago de los honorarios y arregle cuentas con ella. Hoy no se preocupe por nada más. Vaya a casa, tome un largo baño y pase el tiempo con sus hijos. Todos ustedes lo merecen.

   El hombre se despidió con una sonrisa, mientras el gabinete de abogados felicitaba a Antonio. El abogado de la parte demandante se acercó, estrechando su mano, escuchando el ruido de la gente que abandonaba el reciento.

   —Me diste una nueva paliza, Olivares.  Creí que esta vez sí podría derrotarte. ¿De dónde carajos sacaste toda esa información?

   Antonio sonrió. Ni él mismo podía creerse su suerte.

   —No me creerás si te digo que todo fue casualidad.  Escuché una plática entre doctores mientras estaba en el hospital con mi hijo. Luego me puse a investigar en páginas científicas al respecto, y me encontré con los datos de ese doctor. Fue una suerte que volviera al país esta semana; justamente se encontraba en el extranjero dictando unas charlas sobre este tema.

   —Menudo cretino resultó siendo mi cliente. Y yo que le creí que su esposo de veras era un manipulador que sólo quería su dinero.

   —Es lo que hay —se encogió de hombros Antonio—. Espero que nos veamos pronto en un nuevo caso. Siempre resultas siendo un hueso duro de roer.

   —Lo estaré esperando —respondió el otro hombre, despidiéndose con un espaldarazo—.  Lo estaré esperando.

   Antonio tomó su portafolio y salió de la cámara de audiencia. Otro Alpha, uno que había estado camuflado entre los asistentes durante toda la sesión, lo siguió con la mirada, estudiándolo con mucha agudeza.

   —Realmente es tan bueno como me dijeron —susurró, colocándose unos lentes de sol antes de partir también de allí.

   Sí, definitivamente ese era el único hombre que podría salvarle el trasero.  Estaba metido en tremendo lio al dejar embarazado durante un celo a un crio de dieciséis años que aún, incluso, cursaba instituto. Estaba seguro de que el estúpido mocoso tampoco lo había hecho a propósito, pero un niñato así de irresponsable no podía hacerse cargo de su primogénito.

   Un lujoso coche de último modelo se aparcó frente a él, recogiéndolo en el acto.

   —¿Qué te pareció? —preguntó el otro hombre que iba en el asiento de atrás.  Un beta.

   —Excelente —respondió el Alpha, acomodándose mejor en el asiento mientras una sonrisa adornaba su rostro—. Sin duda es el mejor.

  

  

  

      Estaba quedando mejor de lo que lo habían planeado. Su suegro aún no se lo podía creer. El anciano omega espera una reunión sencilla con su familia, pero nunca la hermosa celebración que su hijo y su nuero habían organizado.

   El salón al aire libre estaba decorado con motivos autóctonos de su pueblo natal y hasta la comida era también la típica de su región. Antonio había logrado que su hermano, que trabajaba en el extranjero, sacara unos días para volver a casa con sus dos hijos. Javier tenía varios años sin ver a sus nietos. Estaba muy emocionado.

   —Luis, hijo, hasta que por fin te dignas a visitarme —saludó, intentando ocultar las lágrimas en tanto abrazaba al par de gemelos de ojos verdes que eran sus otros nietos.

   —Aparté el vuelo apenas Antonio me avisó —sonrió el rozagante omega, obviando los reproches—. Creo que era el momento perfecto para volver a visitarlos, aunque sólo me pueda quedar un par de días.

   —Días que aprovecharemos al máximo —sentenció Javier, mirándolo atentamente—. Tienes tan descuidado tu cutis. Por cierto, ¿dónde quedó el bueno para nada de tu marido?

   El omega más joven sonrió con maldad, mientras sus hijos se alejaron, correteando por el jardín.

   —No le dieron permiso en el trabajo, gracias a los dioses. Hizo un berrinche de crio cuando supo que no vendría.

   —Eres muy malo con él, algún día va a dejarte.

   —No tengo tanta suerte, papá —melodramatizó Luis—. Aunque mejor que no me deje porque ahora, gracias al tonto de mi hermano, me han entrado unas ganas tremendas de tener otro bebé.

   —Pues tenlo pronto porque ya no estás como para perder el tiempo —le recomendó su padre—. A tu edad ya yo estaba cargando a Santiago.

   Luis rodó los ojos. Sus padres le habían permitido educarse al mismo nivel que Antonio y estaba agradecido por ello; sin embargo, sabía que su progenitor era un omega de antaño, y por ello, seguiría pensando como uno.

   —Lo tendré con la condición de que no te vengas a vivir conmigo como hiciste con Antonio —puyó un poquito, viendo el rostro de indignación del anciano.

   —¡Por supuesto que lo haré! —replicó el hombre— ¡De no haber sido por mí, ninguno de mis nietos habría sobrevivido al primer año! —siguió refunfuñando mientras se apartaba a saludar a nuevos invitados.

   —¿Haciendo rabiar a papá de nuevo? —saludó Antonio, sorprendiendo a su hermano por la espalda, robándole el abrazo más grande de la tarde. Luis soltó un chillido, lanzándose sobre su hermano mayor al verlo por fin. Había llegado del aeropuerto directo a la fiesta y no había tenido ocasión de cruzarse con él hasta ese momento. Sabía que su hermano se había casado de nuevo y que tenía un bebé, pero no había podido viajar para la boda ni para el nacimiento de David. Ahora pensaba compensar todo este tiempo perdido.

   —David es mil veces más adorable en persona que en fotos. Como te pongas distraído, me lo llevo.

   —Llévate mejor a papá —pidió el Alpha a tono de broma—. No, ya en serio. Cuanto tiempo sin verte, estás hermoso.

   —Tú también estás muy guapo. Rodrigo te manda muchos saludos. Deberían ir a visitarnos este año.

  Con una sonrisa, Antonio negó con la cabeza. Su hermano sabía de David, pero no le había contado nada del nuevo bebé. Lo sorprendería.

   —Temo que será difícil viajar este año con Nicolás lleno de amor otra vez —anotó con una sonrisa—. Tendremos otro bebé.

   Los ojos de Luis se abrieron como platos.

   —¿Otro bebé? ¿Tan pronto?

   —Así es, hermanito. Si no te pones listo, mis hijos se llevaran toda la herencia.

   —¿Te refieres a la caja de bordados y a la colección de discos? —se carcajeó el omega.

   —¡Oh, dioses no! —bufó Antonio.

 

 

   Luego de conocer en persona a su cuñado y a sus nuevos sobrinos, Nicolás se sentó un momento a descansar. Le dolían las piernas, pero estaba más tranquilo luego de la cita con el doctor. No había sangrado más y tampoco se había vuelto a sentir mareado. Le recetaron unos exámenes y en una semana volvería a tener cita para ir a llevarlos.

   También estaba feliz porque por fin había conseguido encontrar su videocámara vieja; aunque igual no pudiera usarla ya que en ese momento la tenía el novio de Santiago para una tarea escolar.

   Refufuñó un poco, logrando poner en marcha la nueva, la que finalmente tuvo que usar para ese día. El aparato seguía siendo un enredo total, aunque al menos, ya sabía cómo poner a funcionar lo básico.

   —Dice que tiene otro video en la base de datos —murmuró para sus adentros, sin comprender dónde estaba dicha grabación. No le aparecía en ningún archivo.

   Se encogió de hombros poniéndola otra vez en marcha y grabó el feliz momento del canto y el corte del pastel. Ismael se acercó en ese momento, pidiéndole ayuda con algo relacionado con David y Nicolás dejó a Santiago, el amigo de Ismael, a cargo de la cámara.    

   Santiago tomó el aparato, continuando con la grabación. Se había puesto un atuendo rojo de corte oriental, cuya descripción le dio a su cita secreta, en espera de que así lo reconociera. Estaba intrigado por saber quién podría ser el Alpha en cuestión, y también un poquito nervioso por la impresión que daría.

   Dos ingresos casi continuos a rehabilitación no eran un buen curriculum para hallar pareja. Sus otras dos relaciones habían terminado justamente por eso, y la mayor parte de sus amigos también habían sido antiguos consumidores.

   Esa fue la principal razón que le llevo a entrar en ese chat de citas a ciegas. No se estaba tomando aquello muy en serio. La verdad sólo quería vivir una experiencia nueva y diferente, conocer a alguien a quien no tuviera que darle explicaciones ni lo censurara a primera vista. Estaba seguro que aquello sólo sería un juego de momento. Pero a pesar de eso, se estaba emocionando.

   Rio bajito mientras guardaba la grabación en la videocámara. Un mensaje del aparato le avisó sobre otro video que esperaba ser guardado o borrado. Alzó una ceja, pensando reproducirlo primero para ver si era importante cuando una voz lo sorprendió a sus espaldas.

   Era Luis, al que ya le habían presentado como el cuñado de Nicolás. El hombre le sonrió acercándose, sus hijos estaban llenos de pastel por todos lados y el apurado omega, buscaba un baño para cambiarlos.

   —Si quieres grabo mientras lo acompañas —se ofreció Jorge, el primo médico de Antonio, que había acudido a la fiesta de su tío en compañía de su familia, quitando de las manos de Santiago la videocámara.

   —Te lo agradecería mucho —sonrió apenado Luis. Pero no iba a poder solo con ese par de torbellinos.

   Santiago entregó la cámara y se fue con Luis y los dos niños a los baños. Jorge tomó la cámara y empezó a grabar las diferentes mesas. El ambiente era jovial y divertido. Todos parecían muy contentos con la celebración; sobre todo el agasajado.

   Sonrió. Era bueno ver que todo volvía a la calma luego de todos los contratiempos anteriores. Antonio merecía volver a ser feliz. Nicolás era un excelente esposo y un gran padre. Jamás hubiese pensado que ese omega taciturno y apagado pudiese conquistar el corazón de su primo. Pero luego de conocerlo bien, supo encontrar las cualidades que habían enamorado a Antonio.

   Guardó la grabación que hizo de la mesa. Había otro video en espera que podía ser borrado o guardo. Decidió revisarlo antes de tomar una decisión.

   El botón de reproducción no alcanzó a ser presionado. Una escena que se llevaba a cabo un poco más lejos, llamó la atención del Alpha. Sabía que era un momento intimo que quizás no debería ser invadido, sin embargo, consideró que si lo hacía a los lejos no pasaría nada. Un momento así sólo se vivía una vez en la vida y seguro sus protagonistas luego se lo agradecerían.

   Sin dudarlo más, activó el modo de grabación y se acercó solo un poquito más. Ojalá alguien hubiese podido grabar ese momento cuando él mismo lo vivió.

 

 

    —Acepto —dijo Ismael, con un gran nudo en la garganta.

   —¿En serio, Ishi? —necesitó confirmar Christian, evidentemente tocado por el momento.

   Ismael asintió tres veces, mudo de la emoción. Christian estaba de rodillas, con el anillo de brillantes más bello que pudiera imaginarse entres sus manos. El omega extendió su brazo y la argolla fue colocada en su dedo anular, adornándolo de maravilla. Christian se puso de pie y tomó a Ismael de la cintura, alzándolo un poco antes de besarlo de lleno.

   Las lágrimas le dieron al beso un sabor único. Una nueva etapa se abría paso antes ellos. Mauro llegó en ese momento, uniéndose a la feliz celebración. La pareja tomó al niño en brazos, llenándolo de besos. Jorge dejó de grabar, ofreciéndoles completa privacidad. Luis se acercó a saludarlo y de paso le prestó la videocámara. Quería hacer una pequeña grabación de sus hijos con el abuelo.

   —Es toda tuya. Tiene un video que estaba en espera de ser guardado, pero no me fijé si era importante o no.

   —Tranquilo, yo lo verifico luego —aseguró el omega, tomando la cámara. Jorge volvió con su familia y no volvió a tener contacto con el aparato.

 

 

 

   —Perdón por haberme llevado tu cámara sin permiso. De verás lo siento.

   La carita de Santiago hacía imposible no perdonarlo. Nicolás habría querido usar su propia cámara para filmar la fiesta, y no ese horrible engendro que le había tocado comprar a última hora. A pesar de ello, el hecho de que Santiago se sintiera con la confianza de tomar algunas de sus cosas, así como hacía con su padre, era prueba de que el chico lo sentía por completo como una parte de su familia.

   En aquel gesto, Nicolás no había sentido falta de respeto ni grosería, sino confianza. Santiago era un chico muy respetuoso en muchos sentidos y se había dado cuenta de que tanto padre como hijo tenían una forma de ser descuidada cuando estaban en confianza. El propio Antonio usaba a veces del shampoo especial de Nicolás por puro descuido cuando estaba de afán. Y la expresión de Santiago, apenado por haber olvidado que la fiesta de su abuelo también requería del aparato, lo confirmaba.

   —No estabas en casa cuando tomé la cámara. Como era para mi proyecto de ciencias, estaba seguro de que no habría problema —se excusó—. Pero olvidé por completo que la necesitarías para la fiesta.

   —No puedo creer el lio que se armó con Antonio y todo por un proyecto de ciencias —rió Nicolás, quitándole toda importancia al asunto de la cámara—. ¿De veras sólo querías irte de excusión para filmar una flor?

   —¡Es una flor que sólo abre sus pétalos cada centenario! —se defendió Santiago con ojitos brillantes de emoción—. Andrés también comprende la importancia de esto. Y planeábamos verla juntos ese día. Pero no me acordaba que entraría en celo, así que me enojé cuando mi padre me prohibió ir.

   —Por cierto, terminaste tu celo ayer ¿Cuándo regresa Andrés?

   —Mañana —respondió el omega menor—. Es una pena que no pudiera venir a la fiesta. Mi padre había pedido conocerlo.

   —Tu padre lo conocerá otro día, conmigo presente para apoyarte —le codeó Nicolás, cómplice—. ¿Has pensado sobre lo que te dije?

   Santiago asintió seguro.

   —No permitiré que nada ni nadie me presione sobre qué hacer con mi cuerpo. Aún no estoy preparado para hacer “eso”,  por más que el calor del celo me lo pida. No quiero perder mi virginidad así.

   —Estoy seguro de que lo has pensado bien y a detalle —sonrió Nicolás, estrechándolo en un fuerte abrazo—. Ese es mi niño.

   —No me acuerdo casi nada de mi papá, ¿sabes? —comentó el muchacho con melancolía—.  Pero quiero pensar que sus abrazos se sentían así de lindo como los tuyos —comentó poniéndose todo rojito.

   —¡Oh, cariño! Eres tan dulce —lo apachurró más Nicolás—. Antonio va a odiarme cuando me convierta en tu alcahuete.

   —¡Divirtámonos juntos haciéndole rabiar! —alzó el puño el más jovencito, devolviendo el abrazo de su nuevo papá. Fue eso justo lo que vio Antonio desde la distancia, tocando el sobre que tenía bajo la solapa de su traje.

   Desvió el rostro cuando Ismael se acercó a él, buscando a Nicolás. Quería que su hermano fuera el primero en ver el sello de su nuevo compromiso, pero en contra de sus planes, fue Antonio quien notó primero la presencia del anillo.

   —¡Vaya! ¿Es en serio? —inquirió el Alpha, tomándole la mano para apreciar mejora la joya.

   Ismael asintió con una sonrisa de oreja a oreja.  Antonio hizo falso rostro de melodrama.

   —Yo te habría dado uno más grande —bromeó, haciendo un torcido gesto con su boca—. Gano más.

   —Lo sé —respondió Ismael, siguiéndole el juego—. Conozco el anillo de mi hermano.

   —El hermano más inteligente sin duda —anotó el Alpha—. Se quedó conmigo.

   —Eres un tonto —le dio un golpecito Ismael, riendo bajito.

   —¡Auch! Eso dolió. Me sobaré con los millones de mi cuenta bancaria —se carcajeó Antonio, abrazando ahora sí en serio a su cuñado. Para muchos, lo que sería una situación incómoda, ellos la habían convertido en un divertido momento. Ismael y Antonio desde hacía mucho tiempo que podían bromear sobre el asunto de no haber formado una pareja entre ellos. Antonio no sentía ni siquiera incomodidad por el asunto. De hecho, Ismael era casi que como un hermano menor para él.

   —No, ya en serio. Creo que has tomado una excelente decisión, Ismael —dijo Antonio, mirándolo con franqueza—. Christian es un gran hombre.

   —¿Tu también sentiste lo mismo cuando te casaste con Nicolás? —inquirió de repente el omega, con la voz quebrada—. ¿Te preguntaste qué habría pasado si nuestras parejas no hubiesen muerto?

   Antonio suspiró profundamente; sus ojos miraron hacia el cielo.

   —Es un sentimiento que nunca se va a ir, pero aprendemos a convivir con ello —respondió, con un dejo de nostalgia—. Es inevitable que el sentimiento que está presente en este momento se sobreponga a aquel que sentimos antes, y que ya no tenemos como alimentar más que con recuerdos. No debes sentir culpa por ello, Ismael. Es inevitable que la vida siga.

   —Tenemos que seguir adelante, es verdad —asintió Ismael, abrazando afectuosamente a su cuñado. Antonio, respondió el gesto y sonrió.

 —Vamos para que le des la noticia a tu hermano—propuso, llevándose al omega de la mano—. Va a volverme loco con los preparativos —suspiró.

   Ismael asintió. Nicolás sin duda sería el más feliz organizando su boda. No tuvo una ceremonia propiamente dicha cuando se enlazó a Leonardo, así que su hermano se volvería loco en esta ocasión, queriendo que todo fuera perfecto. Lo conocía muy bien.

   Santiago se acercó en ese momento, presentado a un formal hombre vestido de forma impecable y que no aparentaba más de treinta años. Su rostro de poema lo decía todo. Era obvio que su cita a ciegas lo había dejado completamente descolocado.

   —Mucho gusto, mi nombre es Jael Reyes, amigo de Santiago—se presentó el aguerrido Alpha, mostrando unos modales tan perfectos que dejaron claro que tenía algún rango militar.

   —Es teniente de corbeta de la marina —susurró Santiago, casi sollozando. Ismael casi se carcajea allí mismo, pero prefirió ser comedido y no burlarse tan cruelmente de su amigo. El pobre Santiago jamás habría salido con un hombre así de haberlo elegido. Era como una cruel broma del destino.

   —¿Debo prepararme para verte vestido de traje elegante, como el encopetado esposo de un futuro capitán de navío? —le dijo en voz baja, en un momento en que pudo llamarlo aparte.

   —Te estrangularé mientras nadie ve —amenazó Santiago, tomándole suavemente por el cuello.  ¡Rayos! ¡Me gusta mucho! —lloriqueó un poquito, mientras mesaba sus cabellos ahora completamente platinados y largos.

   Ismael disfrutó el momento.

   —Te veré en unos meses en el muelle despidiéndolo como toda una “Penelope”, llorando a moco tendido y batiendo un pañuelo blanco.

   —Parece una escena de película de terror, además tu eres quien se casará con un policía —rodó los ojos su amigo, volviéndose para ir con su acompañante—. Disfrutaré del bombom mientras pueda y luego me purificaré de nuevo, olvidando para siempre este lapsus.

   —Buena suerte con eso —se siguió burlando Ismael, mientras el otro omega se alejaba, haciéndole una señal obscena.

   Nicolás se unió a él en ese instante, cogiéndole de la mano para ver mejor el anillo. La joya brilló bajo el sol que ya empezaba a ocultarse. Ismael abrazó a su hermano, dándole un beso en la mejilla.  Desde que recuperó a Mauro no había sido tan feliz.

   —Por fin acepté que sí merezco una segunda oportunidad —rió bajito, mirando el anillo—.  Nuestras primeras historias de amor no tuvieron un final feliz. Veremos qué pasa con las segundas.

   —A tu primer amor se lo llevó la muerte, al mío la Interpol —sonrió Nicolás—. No son casos ni remotamente parecidos, sin embargo, nos marcaron de por vida. Serás feliz esta vez, hermanito. Ya verás.

  —Seré tan feliz como tú —aseguró el omega menor, frotando la panza plana de su hermano—. Pero no pensaré en más hijos ahora. Una cosa a la vez —aclaró.

   —Hablando de momentos felices. ¿Dónde está la cámara? Prometí filmar cada detalle de la fiesta y ya me he perdido más de una hora. 

   —La última vez que la vi, la tenía Santiago. Pero no te apures, ya te la traigo. Con lo feliz que está con su cita dudo mucho que esté filmando algo.

   Nicolás asintió. Unas manos fuetes que conocía muy bien lo abrazaron por la espalda. Antonio besó su cuello, ronroneándole al oído muy cerca de la marca de apareamiento. Amaba eso.

   —Yo también tengo una propuesta que hacerte hoy —le dijo el Alpha con un ronco susurro.

   Nicolás ronroneó también, contento.

   —Tú y yo ya nos casamos, tonto —suspiró, dejándose acariciar.

   —¿En serio? —bromeó Antonio—. No recuerdo eso. Habré estado borracho.

   —Lo estabas un poquito —rió Nicolás—. Pero te perdono porque estabas guapísimo. ¿Qué es lo que quieres darme? ¿Otro anillo?

   —Yo creo que es algo mejor.

   Un sobre sellado y sin señales fue colocado sobre sus manos. Nicolás lo abrió, levantando una ceja en señal de intriga. Antonio no dijo ni una palabra mientras su esposo leía el contenido de la carta. Cuando el omega terminó, las lágrimas estaban agolpadas en sus ojos. Sentía que no podía hablar.

   —Lo redacté hace unos días. No quiero que sigas pensando que no te considero completamente mi esposo y el nuevo papá de Santiago.

   —Antonio…

   —Santiago está dichoso con la idea. Solo hace falta tu firma.

   Nicolás corrió hacia una de las mesas, tomó prestado un bolígrafo y firmó. Se estaba convirtiendo con ese gesto en el papá legal por adopción de Santiago Olivares. Se estaba convirtiendo en papá por segunda vez.

   —¿Listo? —preguntó Antonio, tomando de nuevo el papel.

   —Listo —sonrió feliz Nicolás, apartando las lágrimas de sus ojos. Bañado de emoción estiró sus brazos y se inclinó, tomando apresurado los dispuestos labios de su pareja.  Antonio lo recibió, respondiendo ávido al beso. No quería que Nicolás volviera a sentirse nunca como alguien de segunda en su vida. Nunca más.

   Un sabor metálico rompió el feliz momento. Un hilo de sangre que bajaba por la nariz de Nicolás estremeció al Alpha. Nicolás lo sintió, usando el dorso de su mano para limpiarse. De inmediato, sonrió, restando importancia.

   —No te preocupes, ayer fui a consulta y me dijeron que todo estaba en orden.

   —¿Es normal, entonces? —lo miró extrañado Antonio.

   —En mi caso, sí —se encogió de hombros Nicolás—. Parece que cuando aumenta mi presión sanguínea por la emoción o el esfuerzo físico, puede pasar esto. De todos modos me mandaron unos exámenes.

   —Pues mañana mismo te los harás —sentenció Antonio—. Se los mostraremos a Jorge mientras sacas cita.

   Nicolás asintió, volviendo con Antonio a la fiesta. Nicolás recuperó la cámara que había caído finalmente en manos de Christian.

   —Ah, que bien —anotó el policía, entregándosela—. Justo iba a checar un video de hace días que me avisa que está en espera de ser guardado.

   —¿En serio? No recuerdo haber grabado nada antes de hoy —aseguró Nicolás, tomando el aparato—. Gracias por haberte encargado. Luego checo lo de ese video.

   —Sí, a mí también me apareció el mensaje, pero tampoco alcancé a ver qué era —intervino, Luis, sentándose después de media hora de correr tras sus enérgicos hijos—. Estos niños acaban conmigo.

   —Ni que lo digas —llegó en ese momento Ismael, cargando a Mauro y a David; uno en cada brazo.

   —Déjame ayudarte —se acercó Christian, tomando a Mauro.    

   —Pónganse todos en la mesa central —ordenó Nicolás, colocando la cámara en un sitio centrado—. Tomaremos una foto con todos.

   Los invitados se colocaron a derredor de una gran mesa. El flash de la cámara les avisó cuando sonreír para la gran foto. Javier fue ovacionado por todas las personas que le habían querido y amado durante todos esos largos años. Fue uno de los recuerdos más bellos de su vida.

 

 

   Nicolás creyó que le daría un colapso al ver aquello. ¡Por todos los dioses! No sabía qué clase de suerte le había salvado de que alguien viera ese video antes de él, pero el hecho de no estar en ese momento siendo protagonista del RED TUBE, era la señal fehaciente de que así era.

   También era señal el hecho de que la misma grabación le decía que esa era la primera vez que era reproducido luego de grabado. Antonio entró a la habitación encontrándose con esos sonidos que reconoció en el acto. También se quedó helado.

   —¡Oh, por todos los cielos ¿qué es eso?!

   —Nuestro video porno casero —respondió Nicolás, mostrándole la grabación.

   —¿Lo grabaste tú? —preguntó el Alpha, asombrado.

   Nicolás se encogió de hombros.

   —Parece que estaba en modo de grabación el día que la dejé sobre la mesa —respondió, pausando el solfeo de gemidos—. ¡Estúpida cámara!

   —¿Alguien lo vio? —se crispó Antonio, pensando en que no le gustaría que su omega desnudo estuviera rodando por toda la internet.

   —No. Y no lo verán jamás porque lo borraré ahora mismo —informó Nicolás.

    Pero no sucedió nada de eso; Antonio y Nicolás se miraron a los ojos. El dedo de Nicolás se quedó fijo en el botón de borrado, pero no lo oprimió.    

   —¿Qué pasa? —inquirió Antonio, acercándose un poco.

   —Nada —respondió Nicolás, con vocecita inocente.

   Antonio alzó una ceja, sonriendo torcidamente.

   —Vas a dejarlo en la cámara y no vas a borrarlo ¿verdad?

   Nicolás se tiró al lecho, haciendo un gesto falsamente indignado.

   —Cállate, claro que no haré eso —respondió, sonrojado—. Lo guardaré en un DVD.

  

     

   Jorge recibió los exámenes que su primo le envió acerca del sangrado de Nicolás. Su corazón se oprimió en su pecho. Era terrible pero no había nada más que hacer;  el embarazo de Nicolás debía ser interrumpido de inmediato.

 

 

    Fin. 

    Sherezade 2016.

 

 

Notas finales:

   Bueno, chicos. Hemos llegado al final de la primera historia de esta serie. A partir de aquí Nicolás y compañía se convertirán en personajes secundarios. No se apuren, seguirán siendo importantes (con ese final más me vale o me matarán) Pero la pareja central creo que ya pueden vislumbrar cuál será.

   Como ya les había comentado, planeo hacer una serie que ya agregué bajo el título de “Celos descontrolados”. Pronto espero empezar a trabajar en la nueva historia. Gracias a todos los que me acompañaron hasta aquí; ojalá puedan seguir acompañándome en los proyectos que se vienen. Realmente me hace muy feliz leerlos capítulo a capítulo.

Besitos gigantes. Se les quiere. 


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