Hace días que tengo pensando en el por qué hago todo esto. Porque busco cualquier motivo para estar cerca tuyo, para disfrutar nuestra cercanía, pero de una forma u otra no lo consigo. Tú siempre te empeñas en ignorarme como si eso fuera bueno.
Tú conoces mis sentimientos, pero a pesar de ello, creo que no te he demostrado lo suficiente que te amo, porque al final siempre es igual; tu acabas ignorándome. Y bien sabes que eso duele como si me clavaran varias veces un cuchillo. Y a pesar de todo, sigo tras de ti, tragándome el polvo que dejas a tu paso, limpiando los restos de lo que pienso es tu amor hacia mí.
Pero nada más es otro error mío.
Hoy, como cualquier otro día, veo que pasas ondeando tus caderas en un lento vaivén, y yo aspiro cuanto puedo de tu fresco y delirante aroma a frutas; pero eso no lo sabes, porque lo mantengo en secreto para que no te alejes más de lo que hasta hoy lo has hecho, y por encima vez me arrepiento de ser un cobarde y no poder decirte esto que me sofoca. De no poder sacar esta maldita frustración que acongoja mi muy herido pecho.
Me vuelvo a arrepentir de haber desaprovechado aquella última oportunidad de oro que me entregaste cuando estabas recostado en la tibieza de mi caja torácica, en que con dulzura dijiste ese te quiero que yo con tanta confusión rechacé, sintiéndome un imbécil después.
Pero ahora reacciono ante lo que tanto esfuerzo me costó aprender. Ante lo que tantas veces me negaba diciendo infinidad de cosas que no respondían los cuestionamientos de la gente, o los tuyos tan si quiera. Ahora puedo comprender que tus muestras de afecto eran reales y no una simple ilusión mía. Pero me eh dado cuenta tarde, pues tú ya estas con una chica que tiene una mejor personalidad que yo y puede darte hijos; que puede hacer una gran y hermosa familia.
Desde esa vez, han pasado muchos veranos y solsticios en los que los vi a ambos muy cariñosos y acaramelados, proporcionándome una gran puñalada en el corazón cada que los contemplaba.
Tal vez por eso mi carácter se apagó, y con él mi sonrisa murió.
Tal vez es por eso que mi familia dice que ya no soy el mismo.
Pero no lo sé, de una u otra manera sigo negándolo, haciéndome daño sólo a mí, quizás por eso nunca te niego nada.
Y a pesar de lo mucho que duela, sé que es así.
Quizás por eso sé que sería estúpido de mi parte negarme a algo que ustedes dos me pidan, pero me es inevitable llorar por eso.
Hoy es un día que entra en la lista de los peores, puesto que me haz confesado que están tan enamorados que pronto se casarán, y me has pedido que sea el padrino de anillos. Por supuesto que sonreí como idiota, simulando felicidad con mi rostro, y hundiendo mi tristeza en el fondo de mi corazón, sacando de ti una aún más brillante y perfecta, que me hace recordar con la que me enamoraste. Dijiste que la boda sería en unas semanas mientras arreglaban todo, pero no creo que mi tristeza se agrande, por lo que, sin duda alguna respondo un firme obvio socio, que sin darme cuenta, resquebraja más mi ya destrozada alma, aunque ignoro el constante golpeteo de mi corazón desarmándose.
Ya han pasado varios días y no has cambiado de parecer, y me lastima. Quiero gritarte lo que para mí eres, y sin embargo no lo logro. Desde hace algún tiempo que me mantengo como el cobarde que siempre odié, maldiciéndote por no estar a mi lado, intentando engañarme y alejarme de la realidad.
Y lo odio, pero ¿qué puedo hacer?
Yo no digo nada cuando llega tu boda, al contrario, te felicito, pues al final vas a poder ser feliz con la persona que amas, y si tú eres feliz, yo lo soy, ¿cierto?, y lo demuestro al aceptar con una sonrisa mientras llevo los anillos hasta ustedes.
Durante la fiesta pongo de pretexto que el cansancio de ser padrino me agotó, y tú me dejas ir, así, sólo con decirte eso, y mi cabeza trata de advertirme que yo lo haga igual.
Tal vez me veo mal hoy gritando como loco, pero no importa, porque me has llamado diciendo que te vas a separar, sorprendiéndome y haciendo que cayera del sofá y rodara un poco en el suelo. Al parecer tu matrimonio no funcionó, que, sin que tú supieras lo desee. No me siento triste como te digo por el teléfono, todo lo contrario, me alegro, y tal vez deba aprovechar esta gran oportunidad para confesarme, aunque claro, luego sé que tu divorcio sea definitivo. Espeto que sea pronto, pues mi corazón va vuelto a rugir pidiéndome que no lo ignore, y tal vez lo haga.
Tal vez por fin me arriesgue a confesarme.
Tal vez al fin serás mío.
Tal vez al fin dejaré de ser un cobarde.
Sólo tal vez... mi corazón no termine de morir.
Y sólo tal vez tú me correspondas, Park Ji Min.
Tal vez ahora sí sea yo con quien compartas el resto de tu vida.
Sólo tal vez...