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Correspondencia (Maze Runner - Minewt) por Kuromitsu

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Espero les haya gustado la primera parte de la historia. Me harían extremadamente feliz si apoyaran la historia con un review o comentándola con sus amigxs <3 

En fin, sin más que decir, los dejo con la segunda parte. ¡Enjoy! 

No aceptó la mano que Minho le tendía. ¿Por qué tenía que presionarlo tanto? ¿Acaso no podía vivir su duelo tranquilamente?

—Bloody hell, Minho, déjame en paz.

Se lo dijo mirándole a los ojos de forma desafiante. Conocía las verdaderas intenciones del asiático o creía al menos conocerlas, pero no las entendía del todo. No era necesario que se recuperara de inmediato porque el resto podía mantenerse a cargo, y a decir verdad él mismo no se sentía como un líder nato. No era como Alby.

En cambio Minho…

—Ve a hacerte cargo del Claro —espetó con el ceño fruncido y desvió la vista al no obtener respuesta.

Apenas dejó de verlo se sintió completamente aliviado. Esos ojos…

—Hey Shank —un escalofrío le invadió la espalda cuando la voz de Minho se volvió más severa de lo que había escuchado en mucho tiempo— No eres el único que perdió a un compañero, pero sí eres el único que está llorando por los rincones en vez de ayudar.

“Ni siquiera he podido llorar” pensó, con la ira acumulándose poco a poco. Minho definitivamente quería verlo fuera de sus casillas, ¿verdad?

—Además eras el brazo derecho de Alby. Sabes cómo manejar una situación…

—¡¡No era solamente su brazo derecho!! —se sorprendió al principio de su propio grito, pero luego continuó con renovadas fuerzas— Era más que eso, yo… yo…

Enmudeció. Intentó buscar la frase adecuada.

“Tenía algo con él”.

No, hubiese sido una total y asquerosa mentira. Además no habría sido capaz de confesar nada de ser cierto. Probablemente de saberlo el resto, se sentirían muy incómodos en presencia de un “marica”.

Un patético marica.

Haciendo memoria, desde el primer momento había sabido que era distinto a los demás en ese aspecto. Cuando había subido por la caja hacia el Área se había sentido horrorizado, claustrofóbico, a punto de vomitar por el miedo intenso de ese extraño lugar llevándole hacia la nada. Y cuando abrieron desde afuera las puertas superiores, incluso con todo el pánico que le erizaba la nuca…

Se sintió aliviado. Aliviado gracias al rostro calmo de Alby, gracias a su voz grave dándole la bienvenida, gracias a su corpulento cuerpo que lucía como un verdadero refugio.

Sí, justamente en ése segundo había caído en cuenta de lo distinto que era del resto, al tener la fuerte sensación de que no debía decir lo que pensaba porque lo discriminarían. Esa horrenda sensación de tener que ocultar por completo sus palabras…

Todo para encajar con el resto.

El resto nunca hablaba de chicas (probablemente porque ni siquiera sabían cómo debería de lucir una muchacha adolescente), pero al mismo tiempo nunca hablaba de chicos. Ninguno parecía mirarse con otros ojos, tal vez por el cansancio, o tal vez porque realmente no tenían interés en los hombres.

Pero cuando llegó Teresa… “Bloody hell, parecían animales en celo” recordó, no sin un pequeño dejo de amargura. Claramente nadie había dicho nada en presencia de ella, pero cuando estaba lejos… era panorama aparte. Les escuchó en una ocasión cuando discutían, estando ebrios gracias a la bebida hecha por Sartén, de cómo deberían de verse el resto de las chicas. Que deseaban fervientemente salir del Claro para conocer a una que cumpliera con sus parámetros personales. Se había mantenido al margen lo más posible al igual que Minho, pero Alby les seguía la corriente, a veces olvidando por completo su rol de líder.

Incluso con esa actitud desinhibida impropia de él, del Alby que creía conocer; incluso con sus comentarios que habían resquebrajado su sonrisa… Incluso así nunca había sido capaz de cerrarle las puertas.

Hasta ese día cuando Alby negó todo tipo de posibilidad con él.

“Yo… estaba confundido.”

Vaya klunk había sido, pero se había repuesto rápidamente, por completo. Se había asegurado de matar cada uno de los resquicios de atracción por él. Y justo cuando en el último tiempo estaban comenzando a ser los mismos de antes, justo cuando Thomas había llegado al Claro y se había adaptado relativamente bien a todas las tareas…

¡¿Por qué los laceradores le habían arrebatado a Alby justo cuando todo se veía tranquilo?!

Hacerle recordar su vida debido a la medicina…

Lo había visto enfrentar ese espantoso proceso, intentando mantener la calma. ¿Por qué esos shuckfaces le habían hecho algo tan… horrible a Alby?

¿Por qué?

—Mira Newt, yo...

Lo miró directamente a los ojos, enojado. ¿Es que no podía dejarlo en paz un segundo? ¿Por qué tenía que ser tan insistente?

—Más te vale que sea algo importante Minho, porque de otra forma…—respondió mordazmente, con más frialdad de la que hubiese querido emplear.

Pero es que quería que todo el mundo le dejara solo. Inclusive Minho.

“Bloody hell, ¿por qué es tan difícil?”

—Es importante.

La rabia se desvaneció en un instante de su rostro. Su tono de voz… había sido increíblemente serio.

—Sé lo de tú y Alby. Los vi.

—No…

“¡No!”

Sintió sus extremidades paralizarse en un segundo, su mente en blanco aparte de la única palabra que empapelaba las paredes de su consciencia.

No. No. No.

Forzó a sus extremidades para que funcionaran nuevamente, y con una dificultad impropia logró finalmente levantarse, todo para poder darle la espalda.

—No sé de qué hablas —susurró. La piel comenzó a erizársele.

—Shuck, no trates de hacerte el desentendido —Minho sonó un poco molesto, tan solo un poco— Vi cuando se besaron.

Suspiró hondamente, con el ceño fruncido, el miedo cruzándole el rostro como una marca al hierro vivo. Entonces Minho lo sabía desde el principio. Tal vez por eso se había dado cuenta del distanciamiento entre ambos, quizá por eso lo había cuidado en los momentos que más necesitaba.

Porque sabía desde el principio que las cosas entre él y Alby no habían funcionado. Claramente ahí estaba la razón detrás de su súbito cambio de comportamiento, de esa disposición de estar a su lado en cada momento.

¿Acaso disfrutaba viéndole mal? ¿Acaso pensaba que ayudándole le revelaría el motivo de sus pesadillas?

“Bloody hell, no…”

Minho no era así. No podía ser así. Pero, ¿cómo comprobarlo?

—Minho, ¿le dijiste a alguien? —preguntó, sin atreverse a voltear, con apenas un hilo de voz.

Cerró los ojos con furia, con el ceño incluso más fruncido de lo normal, y se abrazó a sí mismo. Se suponía que nadie debería haber sabido de ese día, de ese estúpido día que aún le torturaba por dentro.

Por qué Alby tenía que ser tan descuidado a veces…

De haber sido más cuidadoso, Minho no los hubiese visto. Todo habría quedado finalmente sepultado en sus propios recuerdos, nada más. Todo habría quedado como una pesadilla.

Probablemente con el pasar de los años se habría terminado preguntando si es que realmente había sucedido o si simplemente había sido un sueño, una ilusión producto del encierro. De viejo hasta podría haber bromeado al respecto con Alby, y finalmente con sus respectivas muertes se habría ido a la tumba.

Un recuerdo que habría muerto con ellos, sin recaer en nadie más.

Pero eso no podría ser. Nunca podrían reírse de ello cuando llegasen a envejecer porque Alby ya estaba muerto. Sus lazos nunca tendrían un “para siempre”, porque él ya no estaba. Y ni siquiera podría hacer como si aquél día no hubiese existido, porque había otra persona en juego que afirmaba su existencia.

Y eso dolía.

—No, no le he dicho a nadie, ¿por quién me tomas? —susurró suavizando su voz, casi riendo al último.

Se armó de fuerzas para mirarle a los ojos, pero no pudo. Minho se veía difuso.

Toda la habitación se veía difusa.

—Newt…

Palpó con sus propios dedos la comisura de sus ojos. Lágrimas. Quiso reír debido a la ironía, quiso escapar debido a la vergüenza.

No había podido llorar hasta que Minho había llegado. Justamente se había escondido de todos para poder llorar en paz, sin que nadie viera su debilidad aflorar; se había convertido en el líder desde el mismo momento en que Alby había abandonado el plano físico.

Los líderes no lloraban.

—Tú me arrastraste a esto —espetó, hablando entre dientes, sintiendo cómo las lágrimas se agolpaban en sus ojos— Yo no quería…

“No quería mostrarte mi debilidad.”

Las palabras no le alcanzaron y finalmente realizó lo que había querido desde el principio. Hizo a un lado a Minho y se fue a paso rápido, limpiándose con una de las manos el rastro de cualquier patética lagrimilla.

Ignoró los pasos que venían detrás de sí. Corrió, para dejarlo atrás. ¿Por qué Minho había podido romperlo, como si de una burda brizna de hierba se tratase?

Débil. Se sintió débil, débil como el día que había escuchado la voz de Alby decirle que todo era una confusión.

Ese mismo tipo de debilidad…

Incluso con la tormenta de sus pensamientos, logró mantener la vista y la consciencia en el camino. Transitar por los lugares más alejados del Claro, alejándose de la observación pública. Que no lo molestaran de nuevo.

Que Minho no lo encontrara más, porque de ser así… tal vez se haría trizas por completo.

Una sensación incómoda se arrastró por toda la extensión de su espalda. Escalofríos.

Si Minho lo encontraba de nuevo, probablemente tendría un impacto peor al día en que había intentado suicidarse. Porque ni siquiera allí había derramado más que un par de lágrimas, aceptando de cierta forma su destino y por tanto, negándose a seguirlo.

Se recordó a sí mismo saltando desde uno de los muros. La adrenalina fluir. Y ese imprevisto momento, justo antes de estampar su cuerpo contra el suelo, donde había sentido que estaba mal aquello. Que no debería haber saltado.

Ese instante donde había visto un rostro asomar a su memoria. Un único rostro.

No había sido el de Alby.

Era el de Minho.

Sacudiendo su cabeza, volvió al lugar donde Alby había estado internado el último tiempo, con los mediqueros velando por su salud con todas las fuerzas disponibles. No había nadie allí, había perdido de vista a Minho y el resto tampoco parecía haberlo divisado.

Calma, al fin. Pero se dio cuenta que sus otrora ganas de llorar, se habían desvanecido en el aire. Era como si su cerebro se hubiese empedernido en mostrarlo vulnerable justo ante la persona menos indicada, como algún tipo de confabulación en su contra.

Un sabotaje a sí mismo.

Pero no importaba. Lo hecho, hecho estaba, y al menos la presión sobre su corazón había disminuido un poco. Una pequeña catarsis necesaria.

Se sentó con suavidad en la cama que Alby había ocupado tan solo horas atrás. Hasta podía sentir el calor de su cuerpo allí, entre las mantas.

Se restregó los ojos de nuevo. No, nada saldría por ahí, ni una sola lágrima. Estaban secos como siempre. Frunció ligeramente el ceño antes de volver a abrir los ojos y enfocar su mirada en el suelo.

Retuvo el aliento. Había algo que desentonaba por completo con el resto de los colores, tirado en el piso, asomando apenas una esquina. Se agachó y lo tomó con sus manos, con el corazón latiendo de forma desbocada al sentir el tacto indiscutible de un papel.

Le temblaron las manos al tenerlo frente a sus ojos. Un sobre.

“Alby…”

Era de un impoluto color blanco, sin manchas de ningún tipo ni deterioro. ¿Acaso había pedido un poco de papel a la Caja a escondidas? Nunca había visto un papel así, que no estuviese amarillento o marrón, como si recién hubiese salido de la fábrica.

Quizá desde cuando lo tenía oculto.

El sudor cayó por su frente, se obligó a sí mismo a respirar con normalidad para tranquilizar sus manos, nerviosas como nunca. Y le dio la vuelta.

Ahí garabateado con la inconfundible letra de Alby, escrito de forma rápida, con la presión del lápiz casi atravesando el delgado sobre…

Solo había dos palabras.

“Para Minho”

Notas finales:

Y, ¿qué les ha parecido? Nuevamente, sus comentarios me ayudarían muchísimo a continuar <3 

¡Nos vemos! 


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