Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El libro de las leyendas: Tomo Kaoru por Kaoru Himura

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Portada hecha por Zur79

Pareja: Naruto-Gaara

Resumen: 

Desde que llegó el profesor nuevo, Gaara no tiene ojos para nadie más. Naruto es dueño de toda su atención y parece que el sentimiento es mutuo. Pese a ir en contra de las normas de la escuela y de la ley, la atracción entre ambos es tan poderosa, que no pueden evitar darle rienda suelta en medio de la clase con el resto de sus compañeros presentes.

 

Cada mañana se preguntaba lo mismo: ¿qué tenía ese hombre que lo volvía loco y no podía apartar su mirada de él? ¿Sería su dorado cabello, sus ojos tan azules como el cielo o su rostro angelical? ¿O podría ser su brillante y cálida sonrisa, su varonil voz o su alegre personalidad? Gaara no estaba seguro, quizás eran todas esas atrayentes cualidades juntas pero de lo que sí estaba seguro el adolescente pelirrojo era que Naruto era todo lo que su cuerpo y corazón ansiaban.

 

Desde que hacía unos meses Uzumaki Naruto había entrado por la puerta del aula a primera hora de la mañana para sustituir a su antiguo y ahora jubilado profesor de Inglés, los ojos de Gaara se posaron sobre él sin poder despegarlos de su irresistible cuerpo y de su atractivo rostro en toda la hora que duró la lección. Enseguida se dio cuenta de lo joven que era, tendría unos veintitrés años, por lo que dedujo que seguramente acababa de licenciarse en la universidad y ése era su primer trabajo como profesor. Pero no solamente se notaba por su juventud sino también por su entusiasmo y la energía con la que se presentó, además de por la forma dinámica con la que impartió la clase. Su falta de experiencia era compensada por sus ganas de enseñar a futuras jóvenes promesas todo el conocimiento que tenía guardado.

 

Sabaku no Gaara se levantó entusiasmado de la cama esa mañana, ni siquiera había dejado que el despertador sonase, se había desvelado antes de su usual hora solamente por la agitación que sentía en su interior al saber que hoy tendría clase de inglés con el único profesor que le alteraba de aquella manera. Hasta su miembro estaba emocionado al pensar que hoy le vería, estaba firme como un soldado, apuntando al exterior y listo para disparar toda su munición blanca y espesa.

 

Se fue hacia el baño que había en su dormitorio, abrió el grifo del agua caliente y esperó a que saliera mientras se quitaba el pijama junto a su ropa interior quedándose desnudo y con la piel erizada por el contacto del frío aire con la ardiente piel de su miembro. Entró sin perder tiempo al interior de la ducha y cerró la mampara tras él dejando que el vaho comenzase a acumularse en el interior empañando el cristal.

 

Se puso debajo del chorro de agua caliente que rápidamente empapó su rojo cabello y comenzó a resbalar por el cuello para viajar por su tonificado torso hasta alcanzar el vientre para después seguir hacia abajo por su erecto y ya húmedo pene. Su espalda no se libró tampoco de mojarse al igual que su apretado trasero cuando las gotas recorrieron su piel dispuestas a cubrir cada centímetro de ese apetitoso cuerpo, llegando hasta sus fuertes piernas para terminar escurriéndose por los pies y encharcar el plato de ducha.

 

Mientras dejaba que el agua recorriera su cuerpo dejándole una agradable sensación, llevó la mano derecha a su dura extremidad masajeándola pensando que su profesor le acompañaba y se hallaba tras él pegando sus pectorales a su espalda mientras su bien dotada entrepierna se restregaba entre sus nalgas. Se imaginó que la mano de Naruto se unió a la suya en sus sensuales y tortuosas caricias a la vez que le regalaba besos por el cuello sintiendo su profunda respiración sobre su piel erizándola. El imaginario Naruto le lamía y mordía la nuca mientras su mano izquierda recorría su muslo en un movimiento ascendente rozándole los testículos con la yema de sus dedos provocándole cosquillas. Esa traviesa mano siguió viajando cada vez más al norte pasando por el plano vientre hasta llegar a su ansiado destino... los erectos y rosados pezones del pelirrojo.

 

La fantasía rubia iba de un pezón a otro atendiéndolos por igual, pellizcándolos y estirándolos entre sus dedos, acariciándolos en movimientos circulares y dándoles ligeros golpes que volvían loco al adolescente. Gaara estaba al límite, las expertas manos de aquella ilusión sobre su cuerpo y el vaivén que realizaba con sus caderas para frotar su miembro en su trasero le estaban causando demasiado placer, tanto que no aguantó más y llegó al culmen manchando las baldosas con su semen.

 

El pelirrojo tenía la respiración agitada y le temblaban tanto las piernas que se tuvo que sentar en el plato de ducha para tratar de recuperar las fuerzas. Había sido un orgasmo muy intenso, más que las ocasiones anteriores en las que había realizado su masturbación matutina soñando con su profesor. Aquellas fantasías eran cada vez más reales, las sentía cada vez más... su deseo por Naruto iba en aumento y no creía que fuese a parar pronto. Se excitaba más continuo y le duraba cada vez más, tenía que ponerle remedio a esa situación, necesitaba realizar esas fantasías con el verdadero Naruto o acabaría explotando.

 

Tras recuperarse, se levantó para asearse y limpiar las pruebas del deseo que le provocaba su profesor. Cuando terminó, salió de la ducha colocándose un albornoz a la vez que cogía una toalla para quitarse la mayor cantidad de agua del pelo mientras se dirigía a su dormitorio para vestirse. Fue hasta el armario, lo abrió sacando su uniforme y lo dejó sobre la cama mientras se secaba el cuerpo para poder ponérselo. Tras acabar de vestirse, volvió al baño, sacó un secador de un cajón enchufándolo a la corriente y lo encendió para terminar de secarse el pelo. Después de unos minutos, toda la humedad había desaparecido de su cabello así que apagó el secador, lo desenchufó y lo guardó en su sitio. A continuación, salió de allí, bajó las escaleras hasta el piso inferior y se reunió con su familia para desayunar.

 

 - Últimamente tardas más que Temari en arreglarte por las mañanas y eso que ella se maquilla... aunque no le sirva de mucho – se burló su hermano mayor Kankurô en cuanto Gaara entró en la cocina.

 - Oye – exclamó molesta Temari – ¿Prefieres desayunar con dientes o sin ellos? – le amenazó la primogénita de la familia alzando un puño en dirección al adolescente de pelo castaño sentado frente a ella.

 - Me gusta masticar mis tostadas por lo que me temo que tendré que rechazar tu oferta – le contestó Kankurô asustado por el temperamento de su hermana.

 - Pues si quieres conservar tu dentadura intacta, no vuelvas a meterte conmigo - le advirtió la joven mostrando aún su puño.

 

Mientras sus hermanos mayores discutían, Gaara se había sentado en la mesa tomando su desayuno tranquilamente.

 

 - En serio, ¿por qué tardas tanto en prepararte para ir al instituto? Antes solías ser el primero en la cocina cuando bajábamos a desayunar y ahora eres el último – se enfocó en su hermano tratando de cambiar de tema para que su hermana dejara de mirarle de aquella forma que daba miedo.

 - Nunca llego tarde a clase así que, ¿qué más dará que sea el último en desayunar? – le respondió con su semblante neutro sin mostrar ninguna emoción.

 

Gaara era un chico bastante serio, muy formal, responsable, uno de los mejores estudiantes de su clase y nunca se reflejaba en su cara lo que sentía... excepto con Naruto. Cuando estaba cerca de su profesor no podía evitar mirarle con un brillo especial en los ojos y se le escapaba alguna diminuta sonrisa bobalicona cuando se acercaba para entregarle algún trabajo o examen y recibía una felicitación por la buena nota que había obtenido.

 

 - Nada, supongo... pero me resulta extraño. Solamente tenía curiosidad por saber la razón – siguió indagando su hermano mayor.

 - Me ducho cada mañana antes de bajar – le respondió el pelirrojo dando un sorbo a su zumo.

 - Eso también lo hacías antes.

 - Déjalo ya, Kankurô, ¿qué te importa a ti que Gaara baje el primero o el último? No es importante – salió Temari en defensa de su hermano pequeño.

 - Es que... – empezó a decir escudriñando de arriba a abajo al pelirrojo – es raro y se comporta de forma extraña desde hace meses.

 - Me quedo más rato en la ducha – comentó Gaara.

 - ¿Por qué? – le preguntó Kankurô.

 

En cuanto le hizo aquella pregunta, su mente se llenó de imágenes de sí mismo tocándose pensando que Naruto estaba tras él ayudándole a masturbarse y se sintió algo cohibido aunque trató de ocultarlo. Por suerte, su hermana habló en ese instante centrando la atención de su hermano mayor en ella.

 

 - Para ya. ¿Acaso esto es un interrogatorio? - intervino molesta Temari – dios, Kankurô, qué fijación con saber por qué baja el último. Ni que fuera un tema de vital importancia.

 - Sólo estamos manteniendo una conversación, no hace falta que te pongas así.

 - Es que pareces un crío preguntando una y otra vez lo mismo. Ya tienes diecinueve años, compórtate acorde a tu edad.

 - No me comporto como un crío – se quejó fulminando con la mirada a su hermana y ésta se la devolvió con más intensidad.

 - Me quedo más rato debajo del chorro de agua caliente, hace frío fuera y ahí dentro se está mejor – interrumpió Gaara la discusión antes de que llegara a mayores.

 - ¿Contento ahora, idiota? Pues ya puedes dejar el tema – le dijo Temari a Kankurô – Y, tú, no hacía falta que le contestases a este idiota, no es asunto suyo los motivos por los que tardas en bajar – se dirigió a Gaara.

 - Estás de muy mal humor, ¿es que acaso estás en esos días? – le preguntó Kankurô con burla pero, al segundo de salir aquellas palabras de su boca, se arrepintió.

 

La mirada de la chica rubia era muy peligrosa, le brillaban los ojos con un instinto asesino y el aura a su alrededor era oscura. Estaba claro que a Temari no le había hecho ni pizca de gracia ese comentario y que por ello, la vida de Kankurô corría un serio peligro.

 

 - Corre – le avisó con voz tenebrosa.

 

El chico de pelo castaño sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda y, sin perder tiempo, escapó de allí corriendo como alma que lleva el diablo temiendo lo que pudiera hacerle la chica pero Temari no se movió de su sitio. La rubia sintió la mirada de su hermano pequeño sobre ella y se giró para contestar su duda silenciosa.

 

 - No soy tan cría como él, no voy a salir corriendo tras ese idiota – le explicó – Es mejor dejarlo sufrir pensando que le persigo e imaginándose las posibles torturas que podría hacerle.

 

El pelirrojo no hizo ningún comentario y siguió comiendo tranquilamente sin las incesantes preguntas de Kankurô. Al terminar su desayuno, fregó la taza y el plato que había ensuciado y se fue hacia su habitación pasando al lado de la de Kankurô.

 

 - No puedes hacerme nada, he echado el cerrojo y no puedes pasar – se burlaba su hermano confundiéndole con Temari.

 

Gaara siguió su camino ignorándole. Una vez dentro de su dormitorio, se dirigió al cuarto de baño para lavarse los dientes y, al terminar, cogió su mochila. Después, se marchó hasta la entrada de la casa donde se calzó sus zapatos y salió a la calle.

 

Caminó con tranquilidad hacia su instituto sin importarle mucho haber dejado a sus hermanos peleando. Temari no habría salido corriendo tras Kankurô pero estaba convencido de que le haría pagar su comentario nada más saliese de su habitación pensando que estaba a salvo. En general se llevaban bien aunque a veces Kankurô tentaba demasiado su suerte poniendo a prueba la paciencia de su hermana mayor, quien tenía un carácter muy fuerte y si la molestaban demasiado... bueno, las consecuencias no eran nada agradables.

 

Gaara vivía con sus hermanos mayores, Temari quien tenía veinte años, y Kankurô quien era dos años mayor que él, ambos iban a la universidad mientras él cursaba su último año de instituto. En cuanto a sus padres, su madre había muerto hacía un par de años y, desde su muerte, su padre se había encerrado en el trabajo. Por eso, casi siempre estaba en el extranjero dedicado en cuerpo y alma a sus negocios aunque cada mes les ingresaba una buena cantidad de dinero para que pudieran mantenerse y comprarse algún capricho si querían. A pesar de que no le gustara que su padre se marchara dejándolos solos en un momento tan difícil para todos, tampoco le odiaba por ello. Entendía que necesitaba tiempo para procesar la muerte de la persona que amaba, además estaba convencido de que su padre se daría cuenta de su error y volvería pronto a casa con ellos.

 

Llegó a al instituto y, tras cambiarse el calzado de calle por los zapatos reglamentarios que tenía en su taquilla, se dirigió a su clase sentándose en su sitio que estaba en primera fila. A principio de curso cuando le asignaron ese asiento, no estuvo muy complacido con su suerte pese a ser un buen estudiante pero, en cuanto llegó Naruto como el nuevo profesor, su opinión cambió. Ahora pensaba que tenía mucha suerte de tenerle tan cerca cada vez que explicaba las lecciones porque podía deleitarse mejor con su cuerpo, en especial su trasero, cuando se daba la vuelta para escribir en la pizarra. Quizás no había sido una coincidencia que le adjudicasen ese sitio, quizás era el destino que quería juntarles o al menos es lo que le gustaba pensar.

 

Las primeras horas, Gaara estuvo pendiente de las lecciones de los otros profesores pese a que por dentro estaba muy ansioso por que llegase ya la tercera hora y poder ver a la persona que le gustaba. Sentía que su corazón latía cada vez más rápido a cada segundo que pasaba y se acercaba el momento de ver a su adorado ángel rubio. Antes de que se diera cuenta, el timbre sonó dando por finalizada la clase de matemáticas y el profesor se despidió para salir dejando a los alumnos solos hasta que el siguiente llegase, en ese caso, Naruto.

 

Gaara trató de guardar con rapidez el libro de matemáticas y sus apuntes pero los nervios le jugaron una mala pasada. Cuando estaba cogiendo todo el material, se le resbaló de entre las manos cayéndose al suelo. Su libro había caído abierto bocabajo arrugando y doblando las hojas con el impacto, y sus apuntes se encontraban esparcidos alrededor de él. Se levantó de su silla y se puso en cuclillas para empezar a recoger todo ese desastre, pero cuando estiró su brazo para alcanzar un par de folios, una mano de un tono tostado se le adelantó y los recogió.

 

El pelirrojo se quedó inmóvil al reconocer esa mano tan varonil y sintió cómo su corazón latió desbocado. Levantó lentamente la cabeza hasta que sus ojos se encontraron con el atractivo rostro de su profesor de inglés sonriéndole con amabilidad. Naruto le extendió los papeles y Gaara acercó su mano ligeramente temblorosa por los nervios para cogerlos. En cuanto sus dedos rozaron los del adulto, sintió una extraña corriente recorrer su cuerpo. No apartó la mano en ningún momento, le gustaba sentir el suave tacto de la piel de su profesor aunque le hubiese gustado poder tocar algo más que sus dedos.

 

Sintió que el pulgar de Naruto se movía con sutileza sobre su piel alargando el contacto más tiempo del que podría considerarse correcto entre un profesor y un alumno pero a Gaara no le importó, al contrario, le alegraba aquello ya que le daba a entender que no era el único que sentía aquella atracción entre ambos, que no era sólo su imaginación jugándole una mala pasada. Pero el hechizo se rompió cuando el rubio soltó el papel alejando su mano de la de Gaara y se dedicó a recoger el resto de papeles como si no hubiese pasado nada.

 

Pese a que el contacto había durado apenas unos segundos, aún podía sentir arder la piel que Naruto había tocado. Se le había hecho tan largo y tan corto al mismo tiempo... parecía que esa caricia había durado una eternidad pero a la misma vez había sido tan breve que se había quedado con ganas de más. Permaneció con la mirada perdida sobre él pensando aún en su tacto y en cómo sería que sus manos le acariciasen el cuerpo entero.

 

Salió de su embelesamiento cuando unos folios aparecieron en su campo visual impidiéndole seguir mirando a su atractivo profesor. Pestañeó varias veces para poder enfocar la vista en sus papeles y los cogió pudiendo volver a ver el apacible rostro de Naruto. Se sintió avergonzado por haberse puesto a fantasear justo delante de él olvidándose por completo de dónde estaba pero, el bochorno fue aún mayor cuando se percató del leve gesto de sorpresa que adquirió el rostro del adulto tras mirar hacia abajo para después sonreír con cierta picardía al notar que su miembro se había despertado.

 

Rápidamente, Gaara se tapó con el libro de matemáticas y se levantó con gran velocidad para volver a sentarse en su silla dejando que el pupitre ocultase de la vista de todos el problema que tenía entre las piernas. Rezaba para que nadie más se hubiese dado cuenta de que estaba excitado, ya era bastante vergonzoso que el objeto de su deseo le hubiese visto de esa manera como para que el resto de sus compañeros notaran lo que sentía por su profesor y se convirtiera en el hazmerreír de la clase.

 

Escuchó a su profesor mandar a sentarse y a guardar silencio a sus compañeros desde el frente de la clase para poder empezar la lección de ese día. No se atrevía a levantar la cabeza y la mantenía hundida en la mesa mientras guardaba el material de la clase anterior y sacaba el libro de inglés. Siguió la explicación de Naruto centrado en el libro frente a él incapaz de mirarle a la cara, no se le borraba de la cabeza su mirada de sorpresa y su sonrisa... entonces se percató del tipo de sonrisa que tenía el rubio al darse cuenta de que su alumno se había puesto duro por él, era una sonrisa pícara. Eso significaba que no le molestaba, más bien todo lo contrario, parecía que le gustaba y se sentía complacido.

 

Ese pensamiento hizo desaparecer su vergüenza y alzó el rostro para observar a Naruto, quien lanzaba un trozo de tiza a la cabeza de otro alumno tratando de despertarle. El pelirrojo no pudo evitar sonreír ante el gesto de disgusto que había adquirido el rostro de su profesor. La forma en que fruncía una de las cejas y torcía los labios en unos pequeños pucheros le daba un toque tan infantil a sus adultas facciones que le causó ternura. Aunque ese sentimiento poco tardó en ser sustituido por la lujuria en el momento en que Gaara se fijó en la ropa que vestía el rubio.

 

Llevaba unos vaqueros que le resaltaban su magnífico trasero y una camisa blanca que, pese a no ceñirse a su torso, marcaban ligeramente sus pectorales. Los primeros botones estaban desabrochados dejando ver que debajo llevaba una camiseta de color blanco que evitaba que se le transparentase su cuerpo, al mismo tiempo que le abrigaba del frío del interior del aula. Gaara estaba empezando a volver a fantasear con su profesor en medio de la clase pero se dio cuenta a tiempo y trató de concentrarse en lo que decía para evitar volver a ponerse duro. Pero los labios de Naruto le estaban dificultando la tarea.

 

Le encantaba escuchar la voz de su profesor pero, en esa ocasión, no oía ni un sonido salir de su boca, parecía como si alguien hubiese bajado el volumen de todo sonido dentro del aula y sólo veía su boca moverse sin parar mientras hablaba. Es lo que ocasionaba que estuviese tan centrado en sus carnosos y apetitosos labios, tan absorto pensando en que quería probarlos, morderlos y lamerlos que todo a su alrededor se había desvanecido. Debía estar fantaseando de nuevo porque juraría que la boca de Naruto se aproximaba cada vez más y se movía de tal forma que parecía pronunciar su nombre.

 

 - Sabaku.

 

Gaara salió de su ensimismamiento al escuchar la voz del rubio llamarle. Se avergonzó al darse cuenta de que no había sido su imaginación y que probablemente le hubiese llamado varias veces al no recibir respuesta por su parte.

 

 - ¿Te encuentras bien? – le preguntó Naruto agachándose un poco para poder verle la cara y comprobar su estado – Te he llamado tres veces y no contestabas.

 - Sí, estoy bien. Sólo estaba distraído.

 - Eso había pensado al principio – le contestó con una amable sonrisa – Parecías estar en otro mundo pero prefería asegurarme de que estabas bien.

 - Lo siento, no se volverá a repetir – se disculpó arrepentido y avergonzado.

 - Eso espero o pensaré que mis clases son aburridas – bromeó sin perder su buen humor.

 

Gaara quiso responderle que no lo eran y que jamás lo serían pero antes de que pudiera hacerlo, Naruto se alejó de él volviendo a su posición frente a los estudiantes para seguir con la clase.

 

 - Sabaku, ¿puedes leer el primer párrafo del texto de la página sesenta y cuatro? – le pidió Naruto.

 

El pelirrojo supuso que por esa razón le había estado llamando. Abrió el libro por la página que le indicó el adulto y se puso en pie para comenzar la lectura en voz alta. El adolescente pronunciaba con bastante fluidez las palabras que veía escritas en el texto dejando impresionados a sus compañeros, algunos de los cuales le miraban con admiración y otros con envidia. Siempre le había gustado ese idioma pero, desde que Naruto se convirtió en su profesor, esa asignatura se había vuelto su favorita y se esforzaba al máximo para poder impresionarle y que se fijase en él.

 

 - Tienes una pronunciación muy buena, si practicaras un poco más podrías hacerte pasar por nativo – le felicitó Naruto cuando terminó de leer.

 

Gaara se sentó de nuevo con una pequeña sonrisa en los labios, se sentía feliz por el halago de Naruto. Tras él, otros compañeros estuvieron leyendo en voz alta. Algunos lo hicieron mal, otros regular y otros tantos, bien pero ninguno llegó a su nivel porque, pese que Naruto felicitó también a los que leyeron correctamente, también les corrigió algunos fallos que tuvieron y les dio algunos consejos para mejorar. El pelirrojo se sintió extremadamente orgulloso y satisfecho por ser el único en conseguir que su profesor le adulara.

 

Tras aquella pequeña práctica, Naruto continuó la clase explicando los usos de los verbos modales y sus significados. Tras hacerlo, les mandó unos ejercicios escritos para que practicaran lo explicado y vieran en qué casos debían poner unos u otros, a la vez que debían traducir las frases, así verían si tenían sentido con el verbo modal que hubiesen elegido.

 

Mientras sus alumnos tenían sus cabezas hundidas en los pupitres concentrados en sus deberes, Naruto se paseaba por la clase vigilando que no se distrajeran y también ayudaba a quienes tenían dudas. Cuando llegó al asiento de Gaara, se detuvo a su lado y se inclinó hacia delante quedando casi a la altura de la cabeza rojiza mientras colocaba una mano sobre su hombro.

 

 - Se te da muy bien el inglés – le comentó mientras revisaba por encima su trabajo.

 

Gaara estaba feliz y nervioso por la cercanía de su profesor, podía notar el calor que desprendía su cuerpo a esa distancia. Creyó que se iba a derretir allí mismo al sentir que el dedo meñique de Naruto se colaba con sutileza por el cuello de su camisa y acariciaba la piel expuesta con delicadeza. Ese roce le estaba provocando un agradable cosquilleo.

 

 - Debían de ser unos pensamientos muy agradables los que tenías antes como para distraerte de esa manera – le susurró en voz muy baja y con disimulo para que solamente él pudiera escucharle – Tienes una expresión encantadora cuando estás en las nubes.

 

El pelirrojo sintió su corazón latir desbocado al escucharle pronunciar esas palabras con un tono de voz que a él le pareció muy sensual. Se ruborizó enseguida al darse cuenta de que el hombre de sus sueños le había coqueteado, seguramente en esos instantes su rostro estaría compitiendo con su cabello por ver cuál de los dos era más rojo. Agradeció mentalmente que sus compañeros estuvieran absortos en sus deberes como para prestarle atención a él y a su enrojecida cara.

 

Naruto quitó su mano del hombro del adolescente cortando el contacto entre sus pieles tras susurrarle esas palabras y se apartó enseguida con naturalidad de él como si no hubiese ocurrido nada.

 

 - Veo que no has tenido ningún fallo hasta ahora – dijo con su habitual tono alegre de voz dejando que esta vez el resto de alumnos escuchasen su comentario – Sigue así.

 

En el momento en que reanudó sus pasos alejándose del pelirrojo, el timbre sonó indicando el final de la clase.

 

 - Bien, terminad los deberes en casa y en la próxima clase, los corregiremos – les mandó Naruto – Ya podéis disfrutar de vuestros almuerzos.

 

El adulto fue hasta el perchero donde había dejado su chaqueta y se la puso. Después, se acercó al pequeño atril que había frente a la pizarra y comenzó a recoger su material didáctico. Cuando estaba a punto de terminar, sintió una presencia a su lado y se giró para ver de quién se trataba. Vio aquellos ojos turquesa mirarle con intensidad mientras sujetaba con fuerza una carpeta.

 

 - ¿Necesitas algo, Sabaku?

 - Uzumaki-sensei, quería disculparme por no haber prestado atención al principio de su lección y... me gustaría preguntarle si podría volver a explicármela.

 

Tras el momento que acababan de compartir unos minutos antes, Gaara estaba convencido de que no era el único que sentía esa atracción, estaba seguro que no era sólo su imaginación, así que había pensado en esa excusa para poder estar a solas con su profesor y realizar el primer movimiento para poder llevar a la realidad sus más tórridas fantasías con el rubio.

 

 - Ahora todos nos merecemos un descanso y recargar energías comiendo algo, así que mejor en otro momento – le contestó con amabilidad.

 - De acuerdo – le dijo Gaara desanimado por no haber podido lograr su objetivo.

 

Naruto no pudo resistirse ante esos ojos tan tristes y acabó cediendo a su pedido.

 

 - Cuando terminen las clases, si no tienes que volver de inmediato a casa, pásate por la sala de profesores, ¿de acuerdo? Tengo algo de trabajo que hacer antes de irme a casa así que puedo sacar un hueco para explicarte lo que no hayas escuchado.

 

Sus palabras animaron al adolescente y rápidamente se le dibujó una pequeña sonrisa en su rostro.

 

 - Nos vemos luego – se despidió de su alumno y antes de cruzar la puerta, se giró hacia él – Disfruta del almuerzo.

 

Tras decir esas palabras, se marchó hacia la sala de profesores dejando a un pelirrojo de hormonas revolucionadas muy feliz. Al llegar a su destino, Naruto se dirigió hacia su lugar en la amplia mesa que compartía con otros tres profesores y se dejó caer sobre su silla cerrando sus ojos cansado.

 

 - ¿Una mañana dura? - le preguntó un hombre de unos cuarenta años con un cigarrillo sin encender en la boca sentado a su lado.

 - No tienes ni idea, Asuma – le respondió reconociendo su voz.

 - Eres de los profesores más jóvenes que tiene este centro, no puede ser que con sólo tres horas de trabajo ya estés más agotado que el resto – se burló.

 - No es el trabajo en sí lo que me...

 

Naruto había abierto los ojos y mientras hablaba, fue girando su cabeza para mirar a su compañero de trabajo, pero se detuvo al ver el cigarrillo apoyado en sus labios.

 

 - ¿Qué haces con eso en la boca? Sabes que está prohibido fumar dentro de las instalaciones del centro – le regañó el rubio con el ceño fruncido.

 - Y por eso no está encendido – le contestó sonriendo el adulto con barba – Necesito tenerlo aunque sea de esta forma para que no me dé el mono.

 - No me digas que has dado clase con el cigarro en la boca – le dijo el rubio mirándolo perplejo y por la carcajada que soltó supo que llevaba razón – Vaya ejemplo les das a los estudiantes.

 

En ese momento, pasó una profesora de pelo largo negro y ondulado cerca de ellos y Asuma se levantó de su sitio casi de un salto.

 

 - Nos vemos luego, Naruto, voy a comprar algo de comer – se despidió para salir de allí.

 

El rubio lo miró incrédulo y no pudo evitar que se le escapase una sonrisilla traviesa. Sabía perfectamente que era una excusa para ir tras Kurenai y pasar más tiempo con ella. Todo el profesorado e incluso muchos alumnos sabían que Asuma iba tras Kurenai y a ella no parecía desagradarle que el hombre tratase de conquistarla.

 

Tras ver a su compañero alcanzar a la mujer, Naruto sacó su bento y se dispuso a comer pero se quedó con la mirada perdida pensando en su alumno pelirrojo. Sonrió al pensar en lo fácil que era leer a ese chico, había visto a través de esa excusa que le había puesto y sabía que solamente quería pasar más tiempo con él y, si era posible, a solas. Ahora no estaba muy seguro de si había hecho bien al citarle al finalizar el horario lectivo. Al principio, había tratado de escaparse pero, al ver esa mirada de cachorro abandonado, no había podido resistirse y había acabado cediendo... al menos había elegido la sala de profesores donde no estarían solos.

 

No era ciego ni tonto, había notado los ojos de ese chico recorriéndole el cuerpo de pies a cabeza con deseo y pasión, sus miradas embelesadas o cómo le cambiaba la expresión cuando él estaba cerca. Se había dado cuenta de que normalmente era un chico serio que no reflejaba sus emociones en el rostro pero hacía una excepción con él. Le había visto mostrar vergüenza, timidez, felicidad con esas pequeñas sonrisas que se le dibujaban, lujuria... Joder, si hasta le había visto excitarse por él, la dureza que tenía en su pantalón al comienzo de la clase era una prueba fehaciente de ello.

 

Le agradaba saber que levantaba pasiones entre sus alumnos ya que muchas chicas le coqueteaban. Su pelo rubio y sus ojos azules heredados de sus abuelos norteamericanos no eran muy habituales entre los japoneses y por eso llamaba tanto la atención. Pero notaba la diferencia entre los flirteos de esas alumnas y la actitud de Gaara. Ellas lo hacían por diversión y por la emoción de tratar de ligar con un profesor joven, en cambio, el pelirrojo parecía más intenso y serio sobre las emociones que Naruto despertaba en él. No podía negar que se sentía halagado por los sentimientos que Gaara parecía tener por él y eso no hubiese sido un problema si solamente se quedase ahí pero... no sólo le halagaba, realmente le gustaba saber que excitaba a ese chico.

 

Desde el primer día que le impartió clase, sus ojos se posaron en los turquesas del adolescente pelirrojo perdiéndose en ellos, casi como un flechazo. Se fijó en su dulce rostro y en sus mejillas ligeramente teñidas de rojo como su cabello y se preguntó si ese tono sería natural o usaría tinte porque esos rasgos no eran muy comunes. En aquel momento, pensó que quizás tendría ascendencia extranjera como él y sonrió al suponer que tenían algo en común. Jamás le había pasado algo parecido a aquello, nunca había sentido tanta atracción hacia otra persona con sólo cruzar miradas. Pero ese sentimiento de euforia por haber encontrado a alguien capaz de despertar esas emociones en él se esfumó al segundo siguiente al darse cuenta de que no podría dar rienda suelta a esa atracción y tendría que contenerse. Gaara era menor de edad y su alumno, no podía demostrarle lo que le provocaba aunque... a veces no podía evitar flirtear un poco con él, le encantaba ver todas las expresiones que su rostro adquiría cuando lo hacía.

 

Naruto se mesó el cabello frustrado, sabía que estaba mal y que debía controlarse más en presencia de su alumno. Debía ser más profesional y mantener una relación estrictamente académica con el chico aunque le costase mucho hacerlo, estaban en riesgo su carrera y libertad, por eso decidió que desde ese momento le trataría como a cualquier otro estudiante. Tras ese pensamiento, se dispuso al fin a llenar su estómago con la comida que se había llevado de casa.

 

Las horas pasaban demasiado lentas para Gaara, quien estaba deseando que llegara el momento de volver a ver a Naruto y por ello no paraba de revisar una y otra vez la hora en su teléfono. Faltaba menos de un minuto para que terminara la última clase, el minuto más largo de su vida. Su pierna no paraba de moverse inquieta, era la primera vez en su vida que estaba tan ansioso por que finalizaran las clases pero había que tener en cuenta que iba a ser la primera vez que iba a ver a su profesor favorito tras el horario lectivo.

 

El pelirrojo miró molesto su teléfono cuando la hora mostrada en pantalla cambió y el timbre sonó pero la profesora que estaba impartiendo la lección en ese momento seguía hablando. Levantó la cabeza para mirarla enfadado por no dar finalizado el día y, como si le hubiese leído la mente, les dio permiso para recoger sus cosas y marcharse. Con una velocidad que ni él mismo sabía que poseía, Gaara recogió todo el material escolar guardándolos en su mochila y salió a paso rápido del aula.

 

A los pocos minutos, llegó a la sala de profesores. Tocó a la puerta y la abrió asomando su cabeza buscando a Naruto con la mirada, pero no vio su dorado cabello por ningún rincón.

 

 - ¿Quieres algo? – oyó que le preguntaban a su espalda.

 

Gaara se sobresaltó al oír esa voz y se volteó para ver a quién pertenecía. Vio a un joven más o menos de la edad de Naruto, de pelo corto y negro con una sonrisa nada natural en la boca. No sabía quién era, no le había visto antes pero no se trataba de un alumno, eso seguro.

 

 - Estaba buscando a Uzumaki-sensei – explicó el pelirrojo echándose a un lado poniendo distancia con aquella persona.

 

El adulto se asomó por la puerta y miró hacia la mesa donde estaba sentado Asuma en ese momento y después se volteó hacia Gaara sin borrar su extraña sonrisa.

 

 - Parece que Naruto-kun aún no está aquí – le informó escrutándole con la mirada – pero puedo ayudarte yo en su lugar.

 

A Gaara no le gustó la forma en que lo miró ni la manera en que le ofreció su ayuda, su tono de voz no había cambiado en absoluto pero había algo inquietante en esa persona.

 

 - Sai, ¿no ves que le estás asustando? Vas a conseguir que se traumatice con esa sonrisa tan rara que tienes – habló Asuma al girarse para ver qué ocurría en la puerta.

 

Éste se levantó de su asiento y se aproximó a ellos acudiendo al rescate del estudiante.

 

 - No entiendo cómo elegiste ser profesor con la nula habilidad social que posees – le dijo a Sai cuando estuvo a su lado – ¿Para qué buscas a Naruto? – se dirigió a Gaara esta vez.

 - Me ha citado aquí tras finalizar la jornada para explicarme unas dudas que tengo sobre el temario que está impartiendo en clase – le explicó.

 - Ah, vale. No hace mucho que ha terminado la última clase así que seguramente estará de camino. Puedes esperarle dentro.

 

Asuma apartó a Sai para que Gaara pudiera pasar tranquilamente y le acompañó hasta la mesa donde segundos antes había estado él trabajando. Sai les siguió de cerca sin cambiar ni un ápice su expresión facial.

 

 - Éste es el lugar de trabajo de Naruto, puedes esperarle ahí – Asuma le señaló el asiento vacío a su derecha mientras volvía a sentarse para continuar con el papeleo que había dejado a medias.

 

El pelirrojo miró con especial entusiasmo la parte de aquella mesa que correspondía al profesor de inglés. Nunca antes había estado allí y estaba emocionado por descubrir nuevos aspectos del objeto de sus fantasías. La organización del escritorio reflejaba algunos detalles de su personalidad y de sus gustos. No estaba pulcramente ordenado pero tampoco era un completo caos, había un desorden justo que plasmaba la vitalidad que el rubio poseía. Varias libretas y libros con notas pegadas en sus páginas cubrían gran parte de la superficie y Gaara lo interpretó como que Naruto se preparaba a conciencia las lecciones que después iba a enseñar a sus alumnos, lo cual indicaba que esa profesión realmente le gustaba y se esforzaba al máximo en todo lo que hacía.

 

 - No creo que tarde mucho en venir pero si estás cansado, puedes sentarte en su silla – interrumpió el hilo de sus pensamientos Asuma proponiéndole aquello al verle de pie junto al lateral de la mesa.

 - Con permiso – dijo el adolescente antes de tomar asiento.

 

En el momento en que se sentó en la silla de Naruto, una sensación de radiante felicidad se apoderó de él. Dudaba que alguien hubiese tenido la suerte de sentarse en el mismo asiento que usaba su profesor cuando no impartía clases, de observar el entorno desde la perspectiva del adulto cuando charlaba con el resto de profesores o de poder embriagarse de la agradable fragancia de Naruto impregnado en ese reducido espacio. Se sentía afortunado de tener tal privilegio.

 

Gaara continuó revisando el escritorio con la mirada y sonrió cuando sus ojos se toparon con un lapicero en forma de rana sonriente. No sabía que le gustara ese animal ni que tuviera ese lado tan infantil pero le agradó descubrirlo. Se sobresaltó cuando al alzar la mirada se topó con el rostro de Sai observándole fijamente con esa sonrisa escalofriante en sus labios logrando que la suya desapareciera.

 

Se sentía incómodo ante la presencia de esa persona y se preguntó qué hacía justamente ahí. Ya sabía que se trataba de un profesor por el comentario de Asuma y porque parecía conocer a éste y a Naruto, pero no entendía por qué estaba sentado justo en la mesa que estaba frente a él.

 

 - Soy Sai, el profesor de artes plásticas – se presentó el moreno – ¿Cómo te llamas? ¿En qué curso estás? ¿Cómo es que no te había visto antes? ¿Te gusta el dibujo?

 - Sai, déjale en paz. No puedes atosigar a una persona de esa manera nada más presentarte – acudió en ayuda de Gaara tras el bombardeo de preguntas al que fue sometido en tan poco tiempo.

 - ¿Por qué no? – le cuestionó cambiando su expresión por primera vez en todos esos minutos a una de confusión.

 - Porque le incomodas.

 - No lo entiendo.

 

Asuma se tapó los ojos con la palma de la mano y resopló.

 

 - Mañana te lo explicaré aunque me costará hacer que lo entiendas. Ahora me voy a casa a descansar. Si te molesta demasiado, puedes pedir ayuda a alguno de los profesores presentes – le dijo a Gaara antes de levantarse y despedirse.

 

El pelirrojo vio marcharse con desasosiego a la única persona que le había salvado del extraño adulto sentado frente a él. Caviló la posibilidad de levantarse y esperar a Naruto en el pasillo pero quería seguir más tiempo disfrutando del privilegio de estar en la mesa del rubio, aunque lo gozaría mucho más si no estuviera Sai cerca.

 

 - ¿Te gustan los chicos o las chicas? ¿Tienes pareja? ¿Has dado ya tu primer beso? ¿Eres virgen? – Sai volvió a asediarle a preguntas sonriendo otra vez.

 

Gaara se quedó atónito. ¿Qué clase de preguntas eran ésas? ¿Cómo un adulto, siendo profesor ni más ni menos, era tan inconsciente de soltar todo eso? ¿Es que no conocía los límites? ¿Por qué le cuestionaba con tantos interés temas tan personales? Aquello había sido la gota que colmaba el vaso y por eso, pese a adorar a su profesor de inglés y desear seguir sentado en su silla, se levantó dispuesto a marcharse de allí.

 

 - Sabaku – escuchó que alguien decía con sorpresa.

 - Uzumaki-sensei – pronunció su nombre aliviado.

 

Naruto se aproximó hasta el estudiante al ver a Sai sentado en su puesto de trabajo, comprendiendo el motivo por el que el chico se había aliviado al verle. Seguro que su compañero le había estado atosigando con preguntas o comentarios raros. El moreno podía llegar a incomodar bastante si no le conocías.

 

 - ¿Estás bien, Gaara? - le preguntó preocupado.

 - Sí, estoy bien. ''Ahora que estás aquí'' – añadió mentalmente muy feliz dibujando una sonrisa en sus labios.

 

Gaara sentía que estaba en el paraíso, era la primera vez que Naruto le llamaba por su nombre, que le escuchaba pronunciarlo con esa voz tan sexy y varonil que lo volvía loco. Todo el malestar que había sentido por culpa de Sai se había evaporado gracias a su rubia adoración.

 

 - ¿Le has dicho algo que haya podido incomodarle, Sai? - se dirigió al moreno de tez blanca.

 - No, sólo hemos mantenido una pequeña conversación junto a Asuma-san – le respondió.

 

El profesor de inglés le miró desconfiado, no creía que Sai no hubiese soltado algún comentario de los suyos pero si había estado Asuma presente, éste seguramente le habría controlado y avisado cuando se estuviese pasando de la raya, así que decidió dejarlo pasar por esa vez.

 

 - Veo que te has dado prisa, has llegado antes que yo – le comentó divertido Naruto a Gaara.

 

El pelirrojo se ruborizó avergonzado, sus ganas por verle y tenerle sólo para él aunque fuera por poco tiempo habían sido tan grandes que no había pensado en que podría parecer raro que llegase antes que su profesor.

 

 - Lo siento – se disculpó cohibido.

 - Oh, no, no hace falta que te disculpes, no tiene nada de malo tener tanta hambre de conocimiento, más bien todo lo contrario, es estupendo saber que hay chicos como tú a los que les gusta aprender cosas nuevas cada día y quieren mejorar – dijo el rubio con una amable sonrisa.

 

Al darse cuenta de que había hecho sentir mal al adolescente con su comentario, tuvo que disimular ya que ésa no había sido su intención, aunque sabía perfectamente que su alumno tenía hambre pero no de conocimiento precisamente, sino de él. Gaara se sintió aliviado al ver que no se había molestado por aparecer antes que él en la sala de profesores y le devolvió la sonrisa.

 

 - Si quieres aprender cosas nuevas, yo puedo enseñarte muchas que ni siquiera habrías imaginado que se pudieran hacer – se metió Sai en la conversación.

 

Naruto y Gaara voltearon sus rostros perplejos hacia él, ambos habían captado la clara indirecta del moreno. El rubio no podía creerse que Sai se insinuase de manera tan descarada a un alumno y más delante del resto del profesorado, podía buscarse un serio problema, ni siquiera podría refugiarse en su particular carácter en ese caso, pero por suerte parecía que nadie más le había escuchado. Pese al atrevimiento de Sai, ambos reaccionaron de la misma manera y prefirieron ignorarle aunque por distintas razones.

 

 - Bien, ¿qué tal si dejo esto y nos ponemos a resolver tus dudas? - le preguntó Naruto a Gaara mostrando el libro que llevaba en la mano.

 

El pelirrojo asintió mientras el profesor se sentaba en su silla dejando el libro encima de la mesa.

 

 - Acerca un poco la silla de Asuma y siéntate en ella, así estarás más cómodo mientras te explico lo que no entiendes – le comentó el rubio.

 

Gaara estuvo encantado con la idea por lo que hizo caso a Naruto y acercó la silla de Asuma todo lo que pudo. Su profesor abrió el libro y le preguntó qué era lo que no entendía y Gaara le indicó diferentes temas que había pensado de antemano para que no sospechara que todo era una treta para poder pasar más tiempo con él.

 

Poco a poco, mientras Naruto le explicaba al pelirrojo las dudas que éste tenía, la sala de profesores fue vaciándose hasta que solamente quedaron ellos dos... y Sai, para desgracia de Gaara. El adolescente estaba deseando que el otro profesor se marchara a casa de una vez para poder estar a solas con el rubio, pero parecía que Sai no estaba muy dispuesto. Toda aquella pequeña sesión de estudio había estado bajo la atenta mirada del moreno, quien observaba fijamente a Gaara con un brillo especial que inquietaba al estudiante.

 

Por su parte, Naruto estaba bastante molesto aunque no lo demostrase y siguiese sonriendo como si nada. No le gustaba el interés que veía en los ojos negros de Sai ni cómo seguía cada uno de los movimientos del pelirrojo fijándose en su cuerpo con cierto deseo.

 

De repente, el móvil de Sai sonó con fuerza retumbando en la casi vacía sala y éste no tuvo más remedio que contestar. Pese a estar alumno y profesor centrados en el ejercicio que éste le había mandado a Gaara, no pudieron evitar escuchar la escueta conversación entre el moreno y quien quiera que estuviera al otro lado del teléfono. A los pocos minutos, Sai colgó y empezó a recoger sus pertenencias.

 

 - Me tengo que ir pero espero volver a verte mañana y seguir charlando contigo, Gaara-chan – le dijo Sai con su expresión habitual.

 

La familiaridad con la que le había llamado sorprendió tanto al pelirrojo como al rubio. A ninguno de los dos les gustó las confianzas que se estaba tomando pero ninguno dijo nada, Gaara porque no quería contradecir a un profesor y Naruto porque no quería que Sai notara los celos que comenzaba a sentir.

 

 - Hasta mañana, Naruto-kun, Gaara-chan – se despidió antes de marcharse dejándolos por fin solos.

 

La alegría invadió al adolescente enseguida, por fin tenía a Naruto para él solo como había deseado. Su corazón latía desbocado debido a los nervios que le invadieron, ahora era mucho más consciente de la cercanía del cuerpo del adulto junto al suyo, notando que apenas un centímetro separaba su brazo del de Naruto. Si lo movía un poco más, ambos entrarían en contacto. Aquel pensamiento se asentó en la cabeza de Gaara instándolo a acercarse con disimulo y, cuando sus brazos se rozaron, sintió una increíble descarga eléctrica recorrerle el cuerpo.

 

Miró al rubio para comprobar si él también lo había sentido, pero cuando alzó la vista hacia el rostro de Naruto, sus ojos no pudieron apartarse de los carnosos labios. De nuevo, los miraba embelesado deseando probarlos. Los veía moverse pero era incapaz de escuchar lo que decía debido a los intensos latidos de su corazón, el cual parecía haberse trasladado a sus oídos por la fuerza con la que lo escuchaba. No pudo reprimirse más, la atracción que sentía era tan fuerte que acabó perdiendo el control.

 

Gaara se levantó levemente para unir su boca con la de su profesor y en cuanto lo hizo, sintió como si miles de mariposas revoloteasen en su estómago. Un agradable calorcillo apareció en su vientre y viajó hasta una zona más baja mientras movía con inexperiencia sus labios sobre los de Naruto. Por fin estaba besándole y se sentía como si estuviera en el paraíso. Lo mejor era que parecía que había tenido razón y no era el único que notaba esa fuerte atracción porque Naruto no parecía rechazarle.

 

Pero lo que no sabía el adolescente era que el profesor de inglés estaba demasiado impactado como para siquiera reaccionar, por lo que mucho menos podía apartarle. Naruto no se había esperado que su alumno se lanzase pese a saber desde el principio lo que sentía Gaara por él. Cuando pudo recuperarse de la sorpresa, cogió al chico de los hombros y lo alejó rompiendo el beso pese a las terribles ganas que tenía por profundizarlo.

 

 - ¿Qué estás haciendo? - le preguntó serio.

 - Besarte – contestó inquieto. Aquella no era la reacción que esperaba y pensó que quizás había metido la pata al precipitarse – Sé que tú también has notado la fuerte atracción que existe entre nosotros y que no soy el único que ansiaba que esto ocurriera. Me gustas y sé que yo te gusto.

 

Naruto soltó los hombros del pelirrojo dejando escapar un suspiro. Era cierto lo que decía pero no podía afirmárselo, le alentaría a pensar que podría haber algo entre ellos y eso era imposible. Eran estudiante y profesor, menor de edad y adulto. El tipo de relación que Gaara deseaba estaba totalmente prohibido entre ellos, por lo que era mejor que destrozara sus esperanzas antes de que todo fuera a peor.

 

 - Me siento halagado pero te has confundido, no siento lo mismo que tú sientes por mí. Eres un chico atractivo y estoy seguro de que cuando crezcas serás todo un hombre muy deseado, pero solamente te veo como mi alumno – le mintió – Me disculpo si mi comportamiento hacia a ti te ha llevado a una conclusión errónea, no era mi intención darte a entender que sentía algo más allá de orgullo y respeto por el mejor alumno que he tenido.

 

Gaara sintió como si todo su mundo se viniera abajo cuando escuchó cómo Naruto le rechazaba y le abría los ojos ante una cruda realidad. ¿Su deseo por él había sido tan fuerte que se había obsesionado y le había hecho ver cosas que no eran? Eso parecía así que agachó la cara evitando mirar a su profesor, se sentía terriblemente avergonzado y sólo quería que en ese instante la tierra se abriera bajo sus pies y se lo tragara. Había hecho el completo ridículo.

 

 - Lo siento mucho – murmuró a la vez que se levantaba recogiendo sus pertenencias sin mirar al rubio y se marchaba de allí a gran velocidad.

 

Naruto se sintió como el peor de los miserables. Él le había estado alentando con su comportamiento, le había animado a que su deseo por él aumentara y cuando el pelirrojo se atrevía a dar el primer paso, le hacía creer que todo había sido producto de su imaginación. Apoyó los brazos sobre la mesa entrelazando las manos como si estuviera rezando y dejó descansar su frente sobre ellas. Se odiaba a sí mismo en ese momento, si hubiera un espejo delante de él, seguro que podría ver su propio reflejo mirándole con desaprobación y decepción. Aunque no hubiese sido su intención porque él también se sentía atraído por Gaara, había jugado con sus sentimientos.

 

Se recriminó no haberse comportado como el adulto que técnicamente era y haber dado pie a toda esa situación, pero se había dado cuenta demasiado tarde de lo real que se estaba convirtiendo ese flirteo y las terribles consecuencias que conllevaban, pero ya estaba hecho y no había vuelta atrás. Se sentía fatal, pero se reprendió por sentirse así porque seguramente Gaara debía sentirse muchísimo peor que él en ese instante.

 

A la mañana siguiente, Naruto llegó inquieto al aula de Gaara, le tocaba impartir clase ahí y no sabía qué cara poner ante él. Cerró los ojos y suspiró, lo mejor era tratar de comportarse con naturalidad y profesionalidad, fingiría restarle importancia a lo ocurrido el día anterior para no hacer sentir peor al adolescente. El rubio cruzó la puerta fingiendo una gran sonrisa como las que normalmente mostraba y en cuanto lo hizo, sus ojos se encontraron al pelirrojo sentado en primera fila con la cabeza agachada, ni siquiera la levantó cuando se puso de pie junto al resto de sus compañeros para saludarle, notando también que ni había abierto la boca para desearle los buenos días como los demás.

 

Durante la clase, estuvo observando a Gaara y notó que en ningún momento sus miradas se cruzaron. El pelirrojo se mantuvo toda la hora con la cabeza pegada al pupitre, ni siquiera le miró cuando le felicitó por su buen trabajo. Le dolía y preocupaba verle tan decaído, sin sonreír y sin apenas dirigirle la palabra.

 

Cuando terminó la clase, Naruto fue a acercarse a él pero antes de que pudiera llegar a su mesa, el pelirrojo se levantó con rapidez y se marchó por la puerta que había al fondo del aula. Estaba claro que le había hecho mucho daño y no quería verle. Salió de allí pero no para ir tras su alumno, no podía, tenía otra clase y debía marcharse ya para no llegar tarde. Ya intentaría hablar con Gaara en otro momento. Pero ese momento no llegó.

 

En las siguientes semanas, Gaara hizo todo lo posible para no cruzarse con Naruto, le rehuía cada vez que se lo encontraba por los pasillos, solamente le veía en clase y porque no tenía más remedio. Pero ni siquiera le miraba a la cara, solía mantener su rostro pegado al libro de texto, además, cuando Naruto le mandaba leer, lo hacía con la voz apagada.

 

Sabía que todo lo había causado él y que debería estar aliviado al ver que el adolescente se había rendido pero no lo estaba. Nunca había pensado que podría llegar a sentir esa desazón y angustia por no ver la cálida sonrisa que le dedicaba ni el brillo en sus hermosos ojos. Estaba desesperado por tenerle tan cerca pero a la vez tan lejos, y lo peor era que creía que la atención de Gaara se había desviado hacia Sai.

 

Más de una vez había visto a su compañero de trabajo dejar lo que estaba haciendo e ir hacia el pelirrojo cuando lo veía pasar por algún pasillo o buscarle a propósito para hablar con él. Al principio, Gaara le esquivaba o se excusaba con que tenía clase para deshacerse de él, pero después comenzó a quedarse a contestarle sus preguntas hasta que terminaron manteniendo charlas amenas. Naruto notó que el pelirrojo estaba cada vez más relajado junto al profesor de arte, incluso parecía que le agradaba. Lo que le hizo sospechar aún más a Naruto fue cuando durante un receso, ambos estaban sentados bajo un árbol del patio conversando y Gaara curvó ligeramente las comisuras de sus labios en una pequeña sonrisa. Aquello le devastó porque a la única persona a la que le había regalado una sonrisa hasta ese momento había sido a él. Le dolía pensar que su alumno se había olvidado tan rápidamente de él aunque también le enfadaba, por no hablar de los celos que le invadían cada vez que los veía juntos y que cada día iban en aumento.

 

Estaba pensando precisamente en él cuando le vio junto a Sai al girar una esquina pero rápidamente se escondió tras ella para poder espiarles, pero lo que escuchó no le gustó nada.

 

 - Tener orgasmos es uno de mis dos pasatiempos favoritos – escuchó decir a Sai dejándolo con la boca abierta de la impresión. No podía creerse que hablara tan despreocupadamente de ese tema con un alumno y en el propio centro – Seguro que tú también disfrutas teniéndolos cuando te masturbas.

 

Se asomó para ver si Gaara le pedía que dejase el tema o se marchaba enfadado pero no fue así, sino que permaneció tranquilo escuchando al moreno.

 

 - ¿Sabes cuál es mi segundo pasatiempo favorito? - le preguntó Sai pero no esperó a que Gaara respondiera – Es provocar orgasmos a otros. ¿Te gustaría que te los provocara a ti? Te aseguro que serán mejores que los que consigues con tu mano – le dijo con su típica expresión.

 

Los celos casi empujan a Naruto a cometer una locura. Estuvo a punto de salir de su escondite y dejarle claro al pervertido que tenía como compañero que no le iba a poner la mano encima a Gaara, pero se detuvo cuando escuchó la voz del pelirrojo.

 

 - Quizás ése podría ser mi regalo de cumpleaños – le contestó esbozando una pequeña sonrisa.

 

Aquello dejó impactado al rubio, quien se marchó allí a paso lento incapaz de creerse lo que acababa de escuchar. Aunque si se hubiese quedado unos segundos más, se habría enterado de que el chico no lo decía en serio.

 

 - Eso era sarcasmo, ¿no? Creo que ya empiezo a diferenciarlo – le dijo Sai.

 - Sí, lo era, ya te dije que me gusta alguien... aunque no sea correspondido – murmuró dolido.

 

Días atrás, Gaara había decidido parar los pies al profesor de arte tras tantas proposiciones subidas de tono de su parte así que le confesó que le gustaba alguien más aunque esa persona no sintiera lo mismo, pero pese a que Sai aceptó su rechazo, le dijo que seguiría intentándolo. El pelirrojo se sorprendió por tal declaración pero decidió que a partir de ese momento no se tomaría en serio sus comentarios fuera de lugar, ya se había dado cuenta de que Sai decía las cosas de forma directa y sin tapujos pero no lo hacía con maldad, solamente era su peculiar personalidad y no había forma de cambiarla, por lo que se había acabado acostumbrando y ya no le inquietaba o molestaba. En cierta manera le resultaba reconfortante porque con él no tendría malos entendidos como le había pasado con Naruto.

 

Tras recuperarse de la conmoción que había sufrido con la respuesta de Gaara, Naruto tomó una decisión con gran determinación: no iba a dejar que Sai le robara al pelirrojo. Aunque el adolescente parecía tener cierto interés por el moreno, sabía que aún sentía algo por él, el que aún fuera incapaz de mirarle a la cara se lo dejaba claro. Le daría el regalo de cumpleaños que tanto deseaba como prueba de que sentía lo mismo por él, de paso le daría una lección sobre lo que era tener un buen orgasmo y le enseñaría que solamente podía tener ojos para un único profesor y ése era él.

 

Tras mucho pensar, dio con el plan perfecto para lograr su objetivo y lo mejor era que no le quedaba mucho para llevarlo a cabo porque en unos días sería el cumpleaños de Gaara. Entusiasmado, se puso enseguida manos a la obra.

 

Una semana después, Naruto llegó a clase más feliz de lo normal y les dijo a sus alumnos que ese día tenía preparado algo especial. Les pidió que le siguieran hasta la sala de audiovisuales porque ese día verían una película en versión original con subtítulos en inglés recibiendo como respuesta los gritos de entusiasmo por parte de los estudiantes. El profesor sonrió porque su plan comenzaba con buen pie.

 

Nada más llegar, Naruto les indicó que se sentaran por las primeras filas de asientos para poder ver mejor la pantalla. Los estudiantes le hicieron caso y fueron sentándose, pero Gaara no pudo hacerlo porque una mano sobre su hombro se lo impidió.

 

 - Sabaku, ¿te importaría ayudarme a repartir estos auriculares para todos? - le preguntó Naruto señalándole una caja llena de auriculares inalámbricos sobre una mesa.

 - Claro – respondió en voz baja sin mirarle.

 - Ponéoslos todos, así podréis escuchar bien la película sin molestar a las clases que hay cerca – les explicó.

 

El rubio había conseguido convencer al director para que los comprara, al menos una parte de ellos. Los que faltaban, los tuvo que comprar Naruto con su propio dinero pero no le importó porque era necesario para llevar a cabo su plan.

 

El pelirrojo comenzó a repartirlos mientras su profesor se dedicaba a elegir el idioma y los subtítulos de la película que había elegido y la dejaba lista para darle a reproducir. Cuando a Gaara le faltaban un par de auriculares por dar, Naruto apagó las luces dejando la sala a oscuras o casi, porque la gran pantalla de televisión iluminaba ligeramente el lugar, y le dio al botón de reproducir del mando a distancia tras comprobar que todos los alumnos excepto el pelirrojo estaban sentados con los auriculares puestos.

 

Gaara se dirigió a la tercera fila para tomar asiento pero antes de que pudiera hacerlo, Naruto le cogió de la mano.

 

 - Tú te vienes conmigo – le susurró al oído con voz seductora.

 

Se lo llevó hacia unas filas más atrás donde la luminosidad de la televisión no llegaba. El adulto pretendía refugiarse en la oscuridad para poder darle su regalo al chico como precaución en caso de que alguno de los otros alumnos se distrajera y mirara hacia atrás, pero estaba convencido de que no pasaría ya que había elegido una película de gran éxito entre los adolescentes.

 

Por su parte, Gaara estaba nervioso, el tacto de la mano del rubio alrededor de la suya y su cálido aliento contra su oreja provocaron que su ritmo cardíaco aumentase de manera desmesurada. Naruto aún le excitaba demasiado, no había podido olvidarle ni una pizca en esas últimas semanas y aquellas acciones le habían vuelto loco. Su mente comenzó a volar libre hacia sus más ardientes fantasías al notar el deseo en los ojos del rubio pero se regañó enseguida porque seguramente se lo habría imaginado otra vez. No supo cómo reaccionar cuando Naruto tomó asiento y le hizo sentarse entre el hueco que quedaba entre sus piernas abiertas, ese gesto le desconcertó aún más.

 

 - Póntelos pero no te tapes los oídos, de esa manera podrás escucharme pero no llamaremos la atención – le susurró a la vez que agarraba los cascos que llevaba Gaara en la mano y se los pasaba.

 

Gaara obedeció sin saber muy bien qué decir o hacer, estaba demasiado nervioso como para pensar con claridad. Sintió cómo Naruto le rodeaba la cintura con sus brazos y pegaba el torso a su espalda mientras le besaba la nuca. Un delicioso escalofrío le recorrió toda la espina dorsal en cuanto los cálidos labios del mayor entraron en contacto con su piel a la vez que su temperatura corporal aumentaba rápidamente.

 

No podía creerse lo que estaba sucediendo, no quería moverse o decir nada por temor a darse cuenta de que se había quedado dormido en medio de la clase y aquello se trataba de otra de sus fantasías que parecían tan reales. Si aquello era un sueño, no quería despertar, quería seguir sintiendo su piel arder por donde la lengua del rubio se paseaba.

 

 - Feliz cumpleaños, espero que te esté gustando tu regalo de cumpleaños – le dijo con una sonrisa traviesa.

 

La cara del adolescente compitió con su propio pelo por ver cuál de los dos estaba más rojo.

 

 - ¿Sabes que hoy es mi cumpleaños? - le preguntó sorprendido.

 - Sé muchas cosas sobre ti, mis ojos no se han podido apartar de ti desde que llegué a este centro. Nada más verte, sentí una increíble fuerza que me atraía hacia ti - le confesó mientras colaba sus manos por debajo de la camisa del chico acariciándole el vientre.

 

El corazón le dio un vuelco al escuchar aquellas palabras.

 

 - ¿Estoy soñando?

 - No, no lo estás.

 - Entonces, lo que me dijiste en la sala de profesores...

 - No era cierto, lo siento – le aclaró Naruto – No sabes lo loco que me vuelves ni tienes idea de lo mucho que me he tenido que controlar para no besarte y hacerte mío en cualquier parte, pero no estaba bien así que traté de alejarte de mí... tenía miedo a lo que nos pudiera pasar. No es correcto que un profesor y un alumno se involucren en una relación de este tipo, además eras menor de edad.

 - ¿Y por qué has cambiado... - soltó un jadeo cuando los traviesos dedos del rubio le pellizcaron los pezones - … de idea?

 - Celos – le contestó rotundo y Gaara no entendió a qué se refería hasta que siguió hablando – no soportaba ver que estabas centrando tu atención en Sai, no quería que te gustara. He decidido darte el regalo de cumpleaños que querías y así dejarte claro que sólo puedes tener ojos para mí.

 

El pelirrojo se sorprendió al comprender que Naruto había escuchado sus conversaciones con Sai y las había malinterpretado pero se alegraba porque ahora sabía la verdad sobre los sentimientos de su profesor y estaba disfrutando de sus caricias y esperaba disfrutar de algo más que eso.

 

 - Nunca los he tenido para nadie más – otro jadeo se le escapó pese a sus esfuerzos – Eres el único que consigue ponerme así – le dijo cogiendo una de las manos del rubio y llevándosela a su dura entrepierna.

 

Naruto apretó el miembro del pelirrojo con deseo contenido por encima del pantalón y pegó su entrepierna al trasero de Gaara para que notara que ambos estaban en las mismas condiciones.

 

 - Tú también eres el único que me excita de esta manera.

 

Giró el rostro del chico para unir sus bocas en un beso que no se parecía en nada al que le robó Gaara semanas atrás, éste era demandante, fogoso e intenso. Coló su lengua en el interior buscando la de su alumno para poder degustarla con pasión. Deseó continuar pero no quería arriesgarse a que alguno de los presentes les viera, así que rompió el beso con pesar.

 

 - Tu regalo no ha terminado todavía, ¿quieres que te dé el resto? - le preguntó con voz sugerente desabrochando el botón del pantalón de Gaara y éste le susurró que sí – Bien, pero para que nadie nos estropee la sorpresa, tendrás que mantener la mirada al frente y fingir que estás viendo la película como el resto.

 

Al ver que el chico asentía y le obedecía, siguió con su plan. Le elevó un poco el trasero para poder bajarle lo justo el pantalón junto a su ropa interior mientras Gaara apoyaba sus brazos en el asiento de delante para aguantar aquella postura y escondió parte de su rostro en ellos como si estuviese interesado en lo que pasaba en la película, aunque en realidad fuera para poder ahogar los gemidos que se le escaparan.

 

Naruto se desabrochó su propio pantalón, sacó su palpitante miembro y se colocó un preservativo que llevaba en el bolsillo. Luego, hizo lo mismo con el de Gaara.

 

 - Así será más limpio – le dijo cuando terminó de ponérselo.

 

Gaara tembló cuando la amplia mano de Naruto se cernió sobre su miembro y comenzó a masajearlo con movimientos ascendentes y descendentes. No pudo evitar pensar que aquello era mucho mejor que sus fantasías, era mucho más placentero. Naruto aprovechó que el chico estaba centrado en aquellas placenteras sensaciones para lubricar sus dedos lamiéndolos, aunque le hubiese encantado que Gaara lo hubiese hecho por él, pero se animó pensando que ya tendrían más ocasiones para disfrutar de maneras diferentes.

 

Sintió el cuerpo del pelirrojo tensarse cuando introdujo el primer dedo en su entrada, por lo que aceleró el movimiento de su otra mano para relajarle mientras le susurraba que la incomodidad pasaría pronto, pero era necesario para prepararle bien y que no le doliera tanto cuando metiera su miembro. Continuó con su labor de dilatarle suficiente hasta que consideró que ya estaba listo, sacando los tres dedos que había usado para hacerlo.

 

 - Iré lo más despacio que pueda, no quiero hacerte daño. ¿Estás preparado?

 - Sí... hazlo – le dijo entre pequeños gemidos que intentaba ahogar.

 

Naruto sostuvo su miembro y fue bajando el trasero de Gaara hasta que la punta estuvo dentro del interior del chico. Aguantó con gran esfuerzo para que su alumno se acostumbrara a aquella invasión, pero no esperó que el chico fue bajando poco a poco él solo hasta que su miembro estuvo metido por completo, lo cual provocó que Naruto soltara un ronco jadeo. Gaara se excitó aún más al escucharle y se llevó una mano hasta la que el adulto había dejado paralizada sobre su entrepierna debido a la sorpresa, instándole a que siguiera masturbándole.

 

El profesor reanudó el movimiento de su mano mientras la otra sujetaba la cadera del pelirrojo cuando empezó a embestirle de manera lenta. Hundió su rostro en el pálido cuello del chico dejándose envolver por el erótico sonido que hacía su miembro al entrar y salir de aquella ardiente y profunda cavidad. Comenzó a penetrarle cada vez con más fuerza y velocidad al notar que el interior de Gaara parecía succionarle como pidiendo más, reclamándole por más placer.

 

El adolescente tuvo que morderse el brazo cuando sintió un latigazo de placer en su trasero tan intenso que hasta consiguió que su entrepierna se pusiera más erecta. Sabía que estaba cerca del límite, que acabaría llegando al clímax en unas cuantas embestidas más, y no se equivocó. Llenó el preservativo que llevaba puesto con su semen tras sentir a Naruto hundirse en él un par de veces más, pero no fue el único que llegó al orgasmo. El adulto expulsó todo su blanco y espeso líquido dentro de Gaara, aunque no llegó a mancharle gracias al condón que se había colocado.

 

Tras terminar, apoyó su cabeza en la espalda del pelirrojo tratando de recuperar el aliento tras esa intensa actividad y notó por los movimientos que hacía el cuerpo de su alumno, que él también intentaba acompasar de nuevo su respiración. Cuando se recuperaron un poco, Naruto sacó su miembro del interior de Gaara quitándose el preservativo y haciéndole un nudo para después envolverlo en un pañuelo que tiraría más tarde. Luego, repitió la operación con el de Gaara y cogió varios pañuelos para limpiarse a sí mismo y al pelirrojo. Al acabar, se abrochó el pantalón y le colocó la ropa al chico para después dejar que se sentara con cuidado entre sus piernas.

 

Mientras descansaba apoyado sobre la espalda de Naruto, el pelirrojo pensó que debía darle la razón a Sai, que otra persona te provoque orgasmos es mucho mejor que hacerlo uno mismo, más si esa persona es la que te gusta y encima le añades el morbo de hacerlo con gente que en cualquier momento te puede pillar.

 

 - ¿Te ha gustado tu regalo de cumpleaños? - le preguntó Naruto en un susurro.

 - Sí, ha sido el mejor que he recibido jamás. Gracias – le dijo volteando un poco el rostro para regalarle una amplia sonrisa de felicidad. Le había encantado que su primera vez fuese con él, había disfrutado mucho.

 - Te regalaré más momentos como éste cuando quieras pero tendremos que mantener en secreto nuestra relación, aunque ya tengas dieciocho años, sigo siendo tu profesor y tu mi alumno, por lo que tendremos que fingir y ocultarnos hasta que te gradúes.

 - No me importa hacerlo mientras estemos juntos, aunque voy a desear que acabe pronto el curso para poder estar libremente a tu lado sin que nadie nos lo impida.

 - Yo también.

 

Naruto miró al frente cerciorándose que el resto de alumnos seguía concentrado en la película y le robó un rápido beso al pelirrojo. Después se sentaron en asientos contiguos fingiendo que habían estado viendo la película todo el rato pero sus manos entrelazadas desvelaban que una nueva relación acababa de nacer.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).