Una limosina era vista estacionándose en la entrada principal de Varia y de sus puertas bajaba el Noveno, al verle todos le hicieron una ligera reverencia de respeto.
-Ara~ ara~ a que debemos su presencia por estos lares Noveno-sama -, hablo al jefe vongola el peleador de muay thai mientras le reverenciaba con educación.
- Quería saber cómo se encuentra el capitán Squalo y si mi hijo ya ha regresado de su última misión -, le respondió Timoteo mientras se acercaba al otro.
- El Boss aún no ha regresado desde ayer en la noche y si gusta lo llevare con el doctor que ha estado viendo el estado de Squ-chan para que le informe sobre cómo se encuentra -, aceptando la invitación el Noveno se adentró a la mansión a oír lo que el doctor tuviera que decirle y de paso a esperar a su hijo para preguntarle cómo le había ido con la cura.
Al terminar de explicar todo al Noveno el doctor se retiró a observar una vez más a su actual paciente para después poder retirarse a descansar un poco, por otro lado Timoteo se dirigió a la oficina de su hijo a la cual entro para esperarle en ese lugar dejando a uno de sus hombres fuera para que le avisara cuando llegara Xanxus.
La calma regreso nuevamente a la mansión Varia, pasaron alrededor de tres horas más cuando a la distancia se podía observar una limosina negra con el emblema de Varia, cuando esta se estaciono en la entrada salió de ella el jefe de la organización con una cara tan seria que ninguno de los subordinados se atrevió a comunicar lo sucedido con su capitán.
Xanxus entro a su mansión dirigiéndose a la enfermería pero fue interceptado por sus guardianes del sol, rayo y tormenta.
-Boss que bueno que llega, el Noveno le espera en su oficina -, dijo de manera apresurada el de chico gafas.
- Iré en un momento -, fue la escueta respuesta de su líder.
- Pero Boss el Noveno ha estado aquí esperándolo por tres horas no debería hacerlo esperar más, además el capitán no se ira a ningún lado -, dijo, extrañamente, el príncipe sin usar su común sarcasmo o burla. Mientras que el pelinegro guardián del rayo solo asentía tratando de dar más credibilidad a las palabras del rubio.
Sin decir más el oji rojo cambio la dirección de su camino para, esta vez, dirigirse a su oficina y acabar pronto de hablar con el Noveno para así poder estar al lado de su peli plata nuevamente. Cuando los otros tres le perdieron de vista liberaron el aire que habían estado conteniendo todo ese tiempo, con un profundo suspiro.
-Bien ahora ¿quién le dice al jefe lo que le sucedió al tiburón? -, pregunto Levi mientras giraba su rostro para observar a sus cómplices pero al verse solo en medio del pasillo, ya que los otros se fugaron cuando no vieron más a su jefe, salió corriendo del lugar. Admiraba a su jefe pero sabía que si lo encontraba ahí y si se enteraba de todo lo mataría.
Xanxus llego a su oficina y entro en ella, observando al Noveno sentado en uno de los sillones de está esperándole pacientemente.
-¿Qué quieres viejo? no tengo tiempo para idioteces -, dijo tratando de sonar molesto, cuando en realidad solo el sentimiento de preocupación dominaba en ese momento su ser.
- ¿Cómo fue tu misión? -, pregunto solamente Timoteo mientras observaba como la mirada de su hijo se vaciaba con esa simple pregunta, Xanxus le dio a este lo que había conseguido en su misión.
Timoteo sabiendo de antemano que había cumplido con la misión de acabar con aquella familia, observo con detenimiento los papeles que su hijo le había entregado, los cuales estaban muy doblados y arrugados un poco más y no existirían. Los leyó y al igual que en la ocasión anterior se impactó por lo que estos decían.
-Ya veo, así que es por estos resultados que el corazón de Squalo se detuvo -, dijo al aire el anciano, sin poner real atención al chico frente a él que al oír aquello quedo en completo shock.
Y en un arranque de furia Xanxus activo sus llamas de la ira que hicieron aparecer sus tan características cicatrices en ese estado.
Con prisa entraron a la oficina los guardianes del Noveno que al ver al moreno en tal estado no dudaron en apuntar sus armas contra él, pero su jefe les detuvo.
-Tranquilízate Xanxus -, ordenaba el Noveno a su hijo pero este en completa furia no hizo caso.
- ¿Qué quieres decir con que su corazón se detuvo? -, pregunto simplemente tomando por sorpresa al Noveno, ya que este había creído que su hijo había ido a ver a su capitán nada más llegar y que ahí le habrían dicho lo que paso.
- ¿No lo sabias? -, solo pregunto, creando una inmensa incertidumbre en el líder de Varia que inmediatamente salió corriendo en dirección a su amado peli plata. – Espera Xanxus -, trato de detenerle pero le fue imposible.
Por cada lugar que pasaba dejaba un rastro chamuscado en el piso y paredes consecuencia de tener activas sus llamas de ira, el camino en si entre la enfermería y su oficina no era largo, pero en esos momentos para Xanxus le parecía interminable.
Solo quería llegar a su destino y observar a su Squalo mirarle y gritarle como siempre hacia; pero la incertidumbre crecía mas cuando recordaba que no había podido conseguir una cura para su capitán.
Cuando llego a la enfermería noto lo tranquilo que estaba y por un momento se asustó, apagando sus llamas, pero esto paso cuando distinguió el común sonido de las máquinas de soporte, lo que significaba que su espadachín seguía en ese mundo.
Lentamente y con algo de temor, aunque nunca admitiría haber tenido esos sentimientos, se acercó a la camilla, que estaba cubierta por paredes de cortinas para que no le molestaran, pero cuando finalmente pudo observarle nuevamente su corazón salto de alegría al ver a su espadachín peleando, a su manera, contra la droga en su cuerpo.
Poco tiempo después llego Timoteo a su lado para terminar la conversación que había dejado su hijo.
-Xanxus, sobre la cura -, empezó a hablar notando que por un momento su hijo se tensaba y como con algo de duda este tomaba la mano derecha del peli plata.
- No hay cura viejo, pero el estúpido tiburón aún no se rinde por lo que yo tampoco lo hare -, dijo con una profunda determinación que hizo sonreír al anciano ya que notaba la profundidad de los sentimientos que profesaba su hijo a su capitán.
- Me alegra oír eso, ya que en caso de que algo como esto sucediera decidí solicitar la ayuda de alguien que sin duda podrá hacer algo al respecto -, dijo el Noveno viendo a su hijo con una sonrisa mientras el otro le miraba estupefacto.
Aun no debía perder la esperanza.