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Lejos de alta mar por Thirteen Wilder

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Notas del capitulo:

En verdad, agradezco mucho sus comentarios, me hacen muy feliz que usen su tiempo para dejar sus opiniones.

Este capitulo es un poco corto, pero durante el fin de semana voy a escribir otro mas :D para que no me peguen.

Aquél sueño había sido tan reparador, a pesar del frío que sentía en cada uno de sus huesos. Abrió sus ojos con lentitud, sus parpados le pesaban y se negaban a separarse, pero su cuerpo se lo estaba pidiendo. Todo estaba borroso al principio, pero poco a poco se fue haciendo más nítida la imagen. Estaba solo en la cabaña, completamente desnudo y con una pierna dentro del pequeño pozo de agua. Se incorporó con mucho dolor al haberse dormido sobre varias conchas que estaban ahí.

¿Qué había pasado? Ah, se había apareado con un tritón… ¡Se había apareado con un tritón! Como si fuera un instinto se miró la entrepierna, suspiró aliviado de que todo luciera normal ahí debajo, de no ser por unas cuantas escamas que brillaban en sus muslos. Miró por todos lados y alcanzó su ropa, había un silencio absoluto, ni siquiera el mar parecía moverse, ni las gaviotas que a esa hora solían cantar sin cesar.

Seguramente Camus estaría escondido en el nido, no tenía ganas de meter la cabeza en ese pozo y abrir los ojos para buscarlo, le parecía un poco ridículo. Terminó de vestirse y el sonido de un chapoteo lo hizo girar sobre sus talones, observó con detenimiento al tritón que asomaba su cabeza, sus ojos le miraban con añoranza, movía sus hombros y parte de su cola había salido para acomodarse en el suelo de ese lugar.

-¿Milo se va temprano?-

-Creí que habías ido por comida- se dejó la camisa sin abotonar y se acercó a él.

-No- negó de todos modos, moviendo un poco sus hombros al hacerlo- No poder moverme, todo lo de ayer se puede perder-

-Oh, entiendo…- acarició su cabeza- ¿Por qué los tritones pueden hacerlo por su cuenta?

-Hembras son mejores para atraer humanos, sus cantos son mejores-

-Pero tú puedes hacerlo bien – paseó sus dedos por las mejillas, a diferencias de las otras veces pudo notar que su piel tenía una textura un poco diferente, e inclusive desprendía calor.

-Mi cuerpo se prepara bien- tomó la mano que lo acariciaba.

-Espero no haberte lastimado anoche- se agachó un poco más para juntar ambas frentes- No quiero que la pases mal la próxima vez.

-Los humanos hacerlo más de una vez…-se imaginó las veces que eso se repetiría al ser humano, sentir los brazos de ese hombre rodeándolo, sus besos, como sus cuerpos se van haciendo uno en aquel bello compás que lograron crear al ritmo de las olas del mar.

-¿Ustedes no?- recibió una negativa- Bueno, pero podría volver a repetirse-

-¿Cuántas crías más necesitar?-

-No son necesarias, pero si vienen tras esa experiencia- la tentación era demasiada, estaba perdido en aquella criatura y no tenía intención de regresar al mundo real.

-Mañana- lo apartó con cuidado-Hoy no debo moverme, quiero a mi cría- lo abrazó con cuidado del cuello, acercándose a sus labios para depositarle un beso. Fue algo tierno, quería decirle las ganas que tenía de convertirse en un humano, pero no podía hacerlo, ese deseo debía venir de Milo sin que el interviniera directamente.

-Te creo- susurró al separarse de aquellos delgados labios- Debo ir a casa, pero vendré mañana a visitarte, traeré comida.

El tritón asintió, acercándolo de nuevo para repetir aquella muestra de afecto a la cual le había tomado mucho cariño. Los humanos podían ser unas criaturas terribles cuando se lo proponían, pero todas dentro de sí mismas poseen un núcleo lleno de calidez que desea estallar en forma de risas, besos, abrazos, palabras y acciones que los invitan a vivir de la mejor manera posible al amar y ser amados. Camus deseaba sentirse así, quería ser de ayuda para Milo, quería que su hijo viviera entre los humanos para que aprendiera a sentirse así, lejos de una vida de persecución, de señalamientos por parte de otros y de ambición por parte de algunos.

Milo partió como no queriendo la cosa, tomó sus remos y cada que se iba alejando de la isla, sentía una parte de su corazón desgarrarse por esa separación, era ridículo que se sintiera así al haber hecho ese mismo recorrido días atrás. Tenía muchas dudas en su corazón, no dudaba de los sentimientos que Camus le pudiera profesar, pero dudaba un poco de aquella parte instintiva que podía alejarlo de su lado. A fin de cuentas no conocía el mundo marino, quería entender más aquello de Camus llamaba vida. Deseaba compartir eso con él, pero no podía dejar sola a su familia, era injusto para ellos, pero era mucho más injusto para él mismo tener que negarse de toda esa alegría que le causaría cruzar los siete mares de la mano del tritón, y quizá de la mano de aquella cría que nacería de ambos.

Al llegar al puerto, pudo ver un par de siluetas que parecían esperarlo, una de ellas era su madre, la cual dio un grito tan fuerte que otros hombres se acercaron a ella. Su rostro estaba lleno de lágrimas, sus manos temblaban cuando recibió a su hijo y lo abrazó.

-Creí que te había perdido a ti también- lloró en su pecho- Creí que el mar se había llevado de nuevo a alguien amado…

-Tranquila madre- la abrazó acariciándole la cabeza para darle consuelo- Me desvié del camino, pero pude desembarcar en una de las islas que están cerca, encontré una cueva y me quede junto con el bote ahí- mintió, al ver a su alrededor reconoció a un par de hombres que de pies a cabeza tenían la presentación de cazador.

-El mar de anoche fue sospechoso y peligroso, niño ten más cuidado- un pescador maduro le dio con el remo en la cabeza después de haber sido soltado por su madre.

-Lo siento- se quejó

-Hizo lo mejor que pudo- interrumpió un cazador, acercándose- De haber querido regresar hubiera sido tragado por los remolinos.

-Fue muy peligroso que salieras con esa tormenta, mucha gente muere…es sorprendente que tu sigas con vida- le observó de arriba abajo, notando por fin algo que llamaba su atención, una escama se había quedado adherida a su cuello.

Después de esa intervención, los pescadores acompañaron a Milo y su madre de regreso a casa, siendo seguidos por los cazadores a una distancia prudente. Ese hombre tenía algo que ver con alguna sirena o tritón, debía conocer al menos a un par o más. ¡Tenían que saber la verdad! De modo que al dejarlos en su hogar, partieron en sus barcos, haciendo unas expediciones marítimas por las islas que estaban cerca, unas estaban tupidas por palmeras y vegetación, otras por montañas, cada una podía ser la opción. La isla con el cabo fue, afortunadamente, descartada por ellos al no encontrar un lugar donde pudiera “refugiarse”*.

En casa Milo se dio un largo baño, se le iba cayendo poco a poco la sal que cubría su cuerpo, la comezón también se extinguió por esa razón. Su cabello se puso a flotar en la cálida agua. Sus manos debajo de esta se veían como la piel del tritón fuera del agua, tenían una apariencia más suave, todo era diferente a sus ojos. Quería verlo de nuevo, ya no soportaba tener que alejarse así de él. Quería escuchar su voz cantándole lo que fuera que estuviera diciéndole. Al salir de ese largo baño, su madre sirvió una cena abundante, la mesa humeaba con tanto vapor.

-Madre…-se sirvió un poco de comida- Yo…conocí a alguien

-¿¡Que!?- la pobre mujer casi se ahoga con su bebida, dejó el vaso en su lugar-¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Es de esta ciudad? Creí que jamás ibas a sentar cabeza, a tu edad tu padre estaba cortejándome…Cuéntame mas sobre ella

-Bueno…-escondió sus manos debajo de la mesa- Es, alguien especial…Se llama Camus

-¿Camus? ¿Es extranjera?

-Algo así, cruzó el mar hasta aquí, y nos conocimos un día que fui a pescar-los ojos curiosos de sus hermanos se le echaban encima- Su familia viaja en el mar, así que solo tocan tierra cuando van por vivieres o cosas que necesitan-

-¿Nos la vas a presentar?- por fin los pequeños interrumpieron

-¿Van a casarse y tener muchos hijos?

-¿Vamos a ir en el barco con ustedes?

-Pero tú te mareas en los barcos, seguramente vomitaste mucho-

Los niños hacían las preguntas más absurdas, le gustó verlos así de activos cuando antes no movían ni un dedo por la poca comida que tenían. Todo había sido gracias al poder de Camus, por medio de ese deseo concedido. Eso le hacía amarlo más, era una criatura tan magnifica a sus ojos, no quería dar a entender que solo por ese motivo le adoraba. Cuando sus hermanos por fin fueron vencidos por el sueño, tuvo una charla más seria con su madre.

-Entonces hijo. ¿Vas a irte?

-No lo sé, quiero saber qué decisión va a tomar respecto al bebé y…-se calló a si mismo al instante, vio a su madre de reojo, tenía la boca ligeramente abierta.

-¿¡Vas a tener un hijo!?-le dijo molesta, tirando uno de sus mechones- Contéstame ahora mismo Milo.

-Es una posibilidad- se inclinó por el jalón- Voy a hacerme responsable

-Quiero verla ahora mismo-

-Madre, no creo que sea posible porque…

-¡Te dije que quiero verla!- se puso de pie- Voy por mis cosas y me vas a llevar hasta su barco, o lo que sea…-

Había cometido un grave error al haber mencionado algo parecido, solo rogaba una y mil veces de que Camus no estuviera ahí, cosa que era absurda, ese era su nido, lo natural es que estuviese ahí. Su madre salió cubriendo su cabeza con un pañuelo, quería verse bien para darle la primer visita a la futura madre de su nieto. Milo solo bajó la cabeza, no iba a haber nada que pudiera hacer para evitarse ese encuentro, no podía tenerlo oculto por siempre tampoco. Era su nieto a fin de cuentas y estaba en todo el derecho a conocerle.

Cuando por fin se puso a remar tras irse a escondidas al muelle, su madre lo notó más y más nervioso.

-No veo ningún barco

-Madre…solo quiero que sepas que no he hecho nada malo

-¿Por qué hablas así? ¿Por qué tanto misterio?-miraba a su alrededor con mucho miedo.

-Creo que Camus no es quien esperas, pero quiero decirte que en mi vida había sentido tanto por alguien- le tomó las manos antes de desembarcar, la luna por suerte los alumbraba lo suficiente para poder llegar a su destino.

-Me estas asustando

-No entres en pánico cuando le conozcas, por favor, no digas nada…jamás había amado a nadie de esa manera- en su garganta se le había formado un nudo- Te lo suplico…

-¿Quién es Camus?-

-Ya lo verás…solo espero que salga

Con un paso firme fue llevando a su madre por el camino que había hecho hasta la cabaña, en esta no había luces, la puerta estaba totalmente oculta entre palmeras que se veían. Su madre estaba un poco ansiosa por saber que estaba ocurriendo en la vida de su hijo, y sobre todo el por qué  no sabía sobre esa relación.

Entraron a una pequeña cabaña, tenía muchos anzuelos, seguramente creados en un momento de ocio por parte de Milo, una hamaca, una ventana que daba directo al mar pero cubierta por cortinas de color negro. No había nada fuera de lo común, más que el pozo de agua que estaba ahí y la cantidad de conchas que tenía el piso.

-Creo que trajo un poco más- sonrió al ver el detalle, algunas tenían colores muy bellos, los cuales destellaron a la luz de aquella vela.- Camus, vine a casa­-

-¿Qué dijiste?- aquel no era un idioma común, se escondió detrás de su hijo al ver como el agua de ese pozo se movía, a los pocos segundos distinguió una mancha saliendo del agua.

-Milo…-Camus sonrió, pero su sonrisa se desvaneció al ver a aquella mujer

-Eh…-aclaró su garganta- Camus, te presento a mi madre- se movió a un lado para que viera a la mujer- Madre…él es Camus

-Es…una sirena

-Tritón- aclaró la criatura

-Milo tu…tu…-la pobre mujer no pudo soportar tanta conmoción y cayó en brazos de su hijo.

-¿Murió?- asomó un poco más el cuerpo- ¿Ser alimento?

-¡¡NO!!-

                                                                                                            

Notas finales:

*El parentesis es para recordar que Milo escondio muy bien la cabaña.

Originalmente iba a hacer esta historia hasta el capitulo 5, pero me encariñé demasiado ToT asi que voy a hacerla un poco mas larga.

Klimary, no me mates, no será muy muy larga, probablemente solo alargue los capitulos para añadir mas cosas <3

Espero sus comentarios!! Se aceptan de todo tipo!!


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