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Lejos de alta mar por Thirteen Wilder

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Notas del capitulo:

Hola! Muchas gracias por sus comentarios! :D

Los días fueron pasando junto con el miedo, Milo sentía algo más de confianza en aquel tritón que alimentaba. De vez en cuando sentía que tenía una mascota a escondidas de su madre, aunque a decir verdad esta era una mascota que escondía de toda una ciudad entera y de los cazadores que se paseaban en ella en busca de mejores anzuelos, armas y comida.

Solía pescar durante más horas, Camus se acomodaba al lado de su balsa cada que tenía que ir un poco más adentro del mar, gozaba al verlo nadar, como las gotas saladas se iban escapando de sus mechones de cabello, paseándose entre sus ojos, nariz y algunos finalizando en sus labios. Las sirenas eran consideradas peligrosas por lo bellas que eran, sin embargo aquel tritón no había hecho nada con él.
Su trato seguía siendo el mismo,  el pescador le llevaría comida a ciertas horas con tal de que el otro no fuera a arriesgarse. Poco a poco la criatura había empezado a mejorar su vocabulario. ¿Qué podía esperar al tener como amigo a un tipo que no podía dejar de hablar una vez que empezaba?

La pesca de los últimos días no había sido muy buena, no le agradaba mucho el tener que apartarse más del muelle, podría amarrar una soga ridículamente larga al bote, pero admitámoslo ¿De dónde iba a sacar una de tal longitud? Cuando llegó a una zona aun segura para ambos, dejó caer su red, el mar estaba tranquilo, el tritón no se movía para no ahuyentar a las pobre presas.
Cuando por fin algo había caído en las redes, Milo hizo acopio de todas sus fuerzas restantes para sacar a todos los peces, hasta que Camus asomó la cabeza.

-Es uno grande-

-Ya lo veo…-se iba acercando poco a poco a la orilla del bote, el tritón tomaba el otro extremo para evitar que este se volteara.

El animal atrapado no le daba tregua, Camus no podía apoyarlo al ser incapaz de lastimar a otro ser marino de ese tipo. Poco a poco parecía dar menos pelea, pero en un descuido el pescador fue arrastrado hasta dentro del mar. Prefirió soltar la red antes de ponerse insistente, era obvio que se trataba de una pelea que no iba a poder ganar. Todo iba bastante bien hasta que se dio cuenta que sus fuerzas se estaban acabando por haberlas usado hacía pocos segundos.

El tritón fue en su rescate, abrazándolo por la espalda para ayudarlo a subir, su cuerpo se mantenía tibio a pesar de lo helada que estaba el agua, podía sentir el palpitar de las venas en su cuello, el leve aroma que parecía desprender en pleno contacto con el agua. Puso una de sus manos en su rostro y lo delineó, sus ojos le brillaron un poco, tarareó una melodía que parecía poner a dormir a cualquiera que la escuchara. Sus instintos lo estaban dominando, quería hundir a Milo y sus intenciones eran obvias para él.

Cualquier segundo era importante, se vio libre de aquel embrujo en un momento de silencio, con una fuerte patada se soltó del agarre, empujándolo más y más, haciendo fuerza para ir a la orilla. Aquellos ojos inyectados de sangre lo espantaban, su dentadura había cambiado un poco junto con la coloración de su piel. ¿Esa era su verdadera apariencia?

Subió al bote y al ver como ese monstruo trató de subir, lo único que le quedo como opción era el de tomar un remo, un golpe certero en la cabeza lo iba a dejar inconsciente durante el tiempo suficiente en lo que el escaparía.

-Solo a ti se te ocurre confiar en él- se castigaba a si mismo mientras remaba y temblaba- Es un monstruo, era obvio que esperaba el mejor momento-

Amarró la balsa de nuevo a la orilla, tomó sus cosas lo más rápido que pudo y escapó del lugar, tosiendo un poco del agua de mar que había tragado.

El pescador ya no volvió durante un tiempo, los horarios estaban tallados en la madera del muelle, el tritón lo esperaba con paciencia cada día, pero era evidente que tras lo que hizo ya no iba a volver a verlo. No podría ver de nuevo a ese bello hombre, aquel que le sacaba muchas sonrisas, muchas quejas…ese tipo tenía una facilidad para hacerlo tener mil emociones en un par de minutos.

Los demás pescadores se dieron cuenta, los cazadores encontraron curiosa la historia de ese joven al oírla en boca de otras personas. “Siempre tiene una caja repleta de peces cada que regresa” “Lleva mucha comida para él solo, seguramente tiene un amante que le ayuda a pescar”.
La respuesta de Milo era la misma de siempre, “descubrí que si dejas cierta cantidad de comida, los peces se acercarán a comer ahí por comodidad”.

Pasados los días las cosas no mejoraban en nada, el poco dinero que le quedaba no iba a servir para nada ahora que la madre de Milo se encontraba enferma, con riesgo de contagiar a sus hermanos de sea cual fuese la enfermedad que tuviera. ¡Bien lo sabría si no tuviera tan poco dinero y miedo a que Camus lo fuera a hundir de nuevo!
El tritón por su parte había dejado de ir, era obvio que su amigo le odiaba, no lo culpaba, sus instintos lo habían traicionado en ese momento, en su vida hubiera pensado que haría eso. Ya no quería devorarlo, solo quería compartir más tiempo a su lado, escucharlo reír, verlo con su rostro lleno de alegría al ver que había pescado cosas buenas para vender. Claro que ese último se debía a su poder, como sirena podía bendecir a la persona que ama para que esta tenga una buena pesca que no fuera excesiva.

La carga era demasiada, Milo estaba estresado, cansado, triste. Nada podía hacer por su familia, no quería llegar tampoco a su casa, tan solo quería estar unos cuantos segundos admirando las bellas aguas del mar. Pero el miedo seguía latente, aquel tritón podía estar esperándolo y podría volver a tratar de seducirle. Así es, Milo estaba perdidamente enamorado de esa criatura, amaba cada parte de ella, independientemente que su cuerpo tuviera una extraña capa viscosa, independientemente de ese rostro terrible que vio dentro de las profundidades, esa criatura era magnifica y quería saber mucho más de él.

La noche había caído sobre la ciudad, él se la paso vagabundeando por esta hasta ese momento, seguramente Camus estaría durmiendo, por ser realmente tarde. Llegó al muelle, la madera crujía a cada paso y la melodía de las olas lo estaba seduciendo a subirse al bote, desató la balsa y se fue introduciendo lentamente al mar, miraba al cielo, le daba mucha paz el silencio mortal que se hacía presente cada que el viento no soplaba. Cuanta paz, cuanta necesidad de sentirla día a día, tantas cosas que estaban encima de él, quería ayudar a su familia, pero esta parecía no cooperar mucho. Suspiró y vio el negro mar.

-Si tan solo…-introdujo su mano- ¿Me llevarías de nuevo?- sonrió con tristeza, dejó caer su cuerpo dentro del agua.

Se fue hundiendo lentamente, cerró sus ojos tratando de imaginarse a su madre, a sus hermanos, al castigo que vendría en la otra vida por cometer tal acto de cobardía. Pero más que nada, quería pensar en Camus, quería ver su rostro y ya no iba a hacerlo. Quizá este último se había olvidado de él, eso explicaría la mala suerte que estuvo teniendo en esos días.  Las burbujas iban saliendo de su cuerpo, no sentía ya el frio, una pequeña desesperación que calmó al verse sin aire. Su cuerpo por instinto trató de subir, pero se lo impidió.

A los cuantos segundos dejó de moverse, el tritón se despertó al sentir algo cerca de sus “dominios”, cuál fue su sorpresa y terror al ver a Milo flotando y ser movido por las corrientes. Nadó con toda la fuerza que le quedaba y lo abrazó, su desesperación impidió que tratara de devorarle, lo jaló hasta la orilla del muelle, poco a poco lo sacó de ahí.

-Milo…Milo…-lo movió sin recibir respuesta- No…-tomó su rostro- No puedes dejar a Camus…

Sus manos temblaron al soltarlo, buscó en la caja de herramientas que tenía ahí cerca, sacó una daga y sin dudarlo peló parte de su cola, las escamas acompañadas con un poco de sangre le iban a servir. Las coloco dentro de la garganta de Milo, hizo presión en su estómago y con una exhalación la boca del moreno, recitó un par de palabras en un idioma desconocido.

Segundos después el cuerpo de Milo reaccionó, dio varios espasmos, escupiendo y vomitando toda el agua que había bebido, junto con ello iban las escamas del tritón. No dejaba de toser, su visión estaba borrosa, hasta que por fin todo se aclaró.

-Ca…mu...s- su adolorida garganta no le permitió hablar más, observó como la luna le iluminaba el rostro al tritón, el cual lloraba de gusto al verlo con vida.

-Milo…-susurró y se arrastró lo más que pudo.

-Tú me…-no pudo seguir hablando tras recibir un golpe en la cara- ¿Qué pasa contigo?

-¿¡Que es lo que pasa con Milo!?- estaba molesto, había olvidado mucho de su aprendizaje en ese momento- ¿¡No sabe nadar y se lanza al mar!?- le preguntaba y golpeaba más y más.

-¡¡Trataste de matarme y ahora me juzgas!!-

-¡¡Solo matar a los idiotas que matan a los míos y a los que no saben nadar!!

-¡Yo no sé hacerlo!

-Milo es un idiota nada más…-

Con los ánimos más calmados se disculparon uno al otro.

-Perdóname, no volví a traerte comida- le acarició el rostro de nuevo, algo tenía con la piel de ese tritón.

-Comí muy poco- le sonríe y pone su mano encima de la otra.

-Tenía miedo de ti, las cosas no han salido nada bien…mi madre está muy enferma y no puedo ayudarla.

-¿Y por eso Milo debía morir?-el otro asintió- No…espera un momento- regresó la otra mitad de  su cuerpo al agua, tardó unos minutos en regresar, pero al hacerlo le dio una bola extraña de lodo y algas, más otro tipo de cosas.

-¿Qué hago con eso?-

-Esto sanar a la madre de Milo- sonrió- Úntala en su espalda, y que coma las algas, es un remedio que cura todo-

-Camus…-tomó la bola y la puso en la madera, sin dudarlo se metió al agua, para abrazarlo, confiaba en que no iba a hundirlo esta vez.

El tritón repitió lo que el pescador hacía, se sentía bien estar rodeado de él. Suspiró acomodándose mejor en su cuerpo, su cola rodeó parte de la pierna del humano, como si quisiera absorberlo. Su cuerpo estaba aceptándolo, sus escamas en los brazos y parte de sus muñecas se habían vuelto lisas, su piel perdió esa capa viscosa.

-¿Pasa algo?- el cambio y sus acciones lo preocuparon.

-Quiero aparearme contigo- suspiró dulcemente, apretándose contra su hombro.

-¿Disculpa?- se apartó de forma repentina

-¿Qué?

-Primero quieres comerme, y ahora pretendes que…así de la nada…nos…

-Es mi otro motivo por el cual te busque… ¿El cortejo humano es diferente?

-¡¿No deberías de aparearte con uno de los tuyos?!-estaba sorprendido, asustado y confundido.

-Un humano puede ser buena opción, tienes lo necesario…es por el bien de mi especie, además eres el primero que no trata de cazarme-

-Lo dices con tanta seriedad Camus-rio nervioso- Eres muy bueno con las bromas y...

-No bromeo…-lo vio a los ojos

-Pero…-lo apartó cuando vio que se acercaba más a él- Hagamos un trato…si no encuentras con quien aparearte….lo haces conmigo-

-Está bien…- lo abrazó por el cuello dedicándole una sonrisa- He visto a algunos humanos hacer algo así. ¿Te sientes atraído?

-Me siento perturbado…

Cuando por fin logró quitarse al tritón de encima, hicieron su trato. Camus no lo usaría a menos que fuera su última opción.

La temporada de apareamiento estaba muy cerca, las hembras y las criaturas que eran aptas para esa tarea según el tritón, ya estaban ocupadas por otros machos, y los machos libres tampoco estaban interesados en un tritón muerto de hambre como él. Era hermoso no había duda, pero no tenía lo que otros buscaban, lo acusaban de ser uno que no podía sentir nada, uno que solo utilizaba a los demás para cumplir sus fines, y no se equivocaban, eso era la única verdad para ese tritón.

Milo por su parte había sanado a su madre, algunos lo veían como un milagro, los médicos le atribuían a la fuerza de la mujer tras haberse enfrentado a otras enfermedades. Quienes veían sospechoso todo eso eran los cazadores que volvían cada tres semanas al puerto. Al notar que ese hombre volvía al puerto con más comida, empezaron a seguirlo, Milo se percató de ello y rezaba para que Camus no haya regresado aun con noticias.

-Solo lleva la comida- decía un cazador a otro- Es hijo de un hombre que hacia carnadas…es normal que sepa un par de trucos-

-Nos podría venir muy bien si lo contratamos, necesita el dinero que a nosotros nos sobra.

Las negativas que Milo les había dado a los cazadores solo los hizo aumentar sus sospechas, pero al verlo sin hacer otra cosa más que pescar les hizo reconsiderar el tiempo que perdían espiándolo. No volvieron a seguirlo una vez que su barco iba a zarpar.

Un día común  y corriente estaba pescando, no había nada mejor, el clima era fresco, el viento era perfecto y la pesca había mejorado en pocos minutos, aunque eso también significaba otra cosa. Al acercarse más a la orilla del muelle observó un objeto.

-¿Qué?- se agachó y tomó la pequeña y brillante concha que estaba ahí- ¿Camus?

-¿Si?- asomó su cabeza debajo del muelle, tenía en su cabello más conchas que se quitaba y colocaba en el muelle.

-¿Para qué es todo esto?

-Es para que construyas el nido

-¿Bromeas, cierto?- un tic en el ojo se apareció.

-En lo absoluto…

Notas finales:

Espero y les haya agradado. Me complacería mucho leer sus reviews!! 


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