Jiraiya pasó sus dedos por el suave cabello del niño.
Lo miró por varios minutos, algunas lágrimas caían al piso lentamente, pero no eran de tristeza. Eran de felicidad. Tanto tiempo creyó que estaba muerto, pero solo resultó ser una vil mentira.
Esos dos ignoraban a su propio hijo, creían que era un monstruo. Mientras ellos lo eran...
Las lágrimas de alegría se convirtieron en unas de impotencia. Si no hubiera estado tanto tiempo con los sapos y más tiempo prestándole atención a su familia lo hubiera evitado, se hubiera llevado al pequeño de ahí.
-Lo siento tanto Naruto... Lo siento tanto.
Estaba saliendo de la habitación cuando escuchó un suave susurro por parte del rubio.
-No es su culpa, yo no lo culpo.
Sonrió tristemente mientras cerraba la puerta.
-Es realmente un buen chico, no sé como esos bastardos pudieron hacer algo así.
-Yo menos... -Agregó Jiraiya,- ... Lo peor es que me mintieron. ¡Mi propia familia!
Kuro colocó su mano en el hombro del hombre, tratando de darle calma.
-Pero ya está aquí, Jiraiya-san. Ahora puede arreglar todo, ¿no?
-Sí. -Quitó la mano de su hombro.- Pero tengo miedo de no poder hacerlo bien.
-Naruto no necesita que sea perfecto. Ese niño se conforma con tan solo unas palabras de apoyo.
Jiraiya se sorprendió. ¿Después de tanto tiempo el niño no tenía rencores?
-Pero sí está destrozado por dentro. -Agregó mirando el piso.- Solo por eso quiero que paguen esos bastardos... No tienen derecho a hacerle eso a su propio hijo. Sin ofender.
-Tranquilo. Yo quiero hacer lo mismo.
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Sasuke estaba en su habitación, pensando en lo que le había dicho al rubio, y más en los ojos del mismo.
Mientras estaba sumido en sus pensamientos su madre abrió la puerta, su mirada reflejaba culpa y preocupación.
-Sasuke.
Se sentó a su lado, abrazando a su hijo menor.
-¿Mamá?
-No te sientas mal...
-Pero dañé a Naruto... -El azabache devolvió el abrazo a su madre.- ...Yo solo quiero que vuelva a su casa, no quiero que te quite de mi lado.
Mikoto se conmovió frente a la confesión de su hijo.
Acarició los cabellos del pequeño, murmurando una canción por unos minutos. Luego procedió a hablar.
-Yo nunca te alejaría de mi lado, Sasuke. Ni a Itachi, son mis hijos.
-¿Entonces dile a Naruto que se vaya a su casa, con Yondaime.
-No puede.
-¿Por qué?
Dudó en decirle o no, después de todo Yondaime era la figura ejemplar para el pequeño Uchiha (después de su padre) romper eso quizás lo cambiaría.
Suspiró.
-Yondaime y Kushina no lo han tratado bien... El vendaje que tiene en la cara es porque su hermana le arrojó un kunai. Incluso le mintieron a Jiraiya-san. Naruto tiene miedo de volver.
Su corazón se rompió al ver como su hijo comenzaba a llorar.
-¿Yondaime nos miente a todos?
-...Sí.
-¿Lastima a su hijo?
-...Sí.
-Entonces no lo quiero como líder, Mamá. No quiero seguir sus órdenes... ¡Ya no quiero ser ninja!
Mikoto asintió lentamente, se aseguraría de que Fugaku entendiera. No sería difícil, esos dos se estaban llevando mal últimamente.
-Yo me aseguraré de eso, Sasuke.
-¿Jiraiya?
-El único. -El hombre sonrió ampliamente.- Traeré a alguien para reemplazarlo, ya no puede ser Hokage si sus crímenes salen a la luz. Y yo conozco un montón de ellos.
Los tres sonrieron con malicia, Kuro uniéndose de la nada.
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Ya era un nuevo día y Naruto llevaba horas entrenando con Kuro.
-¡Recuerda que tienes otros sentidos aparte de la vista, usalos!
-¡Eso intento!
El rubio debía esquivar pequeñas rocas que Kuro arrojaba, ese era el primer ejercicio.
-¿No puede Kurama-san ayudarme aunque sea un poquito?
-¡No! ¿Quieres volver a ver, no? Y no quieres depender de nadie. Debes aprender a superar los obstáculos, no importa que tan difíciles parezcan.
Naruto asintió.
-¿Listo?
-¡Listo!
Comenzó a mandar chakra a sus otros sentidos, especialmente a la audición y olfato.
Podía sentir las vibraciones que se producían en la tierra, el sonido de la roca mientras cortaba el aire, podía oler a Kuro (que no estaba muy lejos). Era una sensación espléndida.
Y aunque no pudo atajar todas las piedras estaba feliz. Por fin lo había comprendido.
-Muy bien. Ahora quiero que pases todo el día haciendo lo mismo, para acostumbrarte.
-¡Sí!
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Pensó que sería fácil.
No pudo estar más equivocado.
En el camino a la mansión chocó contra árboles, arbustos y cualquier otra cosa que se le cruzara en el camino.
-¡Kuro-san! -No hubo respuesta.- ¡¿Kuro-san?! ¡Me dejó solo!
Mientras se lamentaba la existencia Kuro reía en un árbol cercano.
Nunca lo abandonaría, pero debía aprender solo o nunca lo haría bien.
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Le tardó un total de dos horas llegar, pero por lo menos podía guiarse mejor.
Cuando llegó peleó un buen rato con Kuro (de buena manera,sin insultos ni nada) y sintió el aroma del hombre que lloraba junto a él.
-Naruto. -Dijo Mikoto,- Este es Jiraiya-san.
Jiraiya lo miró fijamente. Era verdad que había quedado completamente ciego.
-Naruto, yo lo siento tanto... Si hubiera sabido antes que no estabas muerto te hubiera alejado de esos monstruos...
-Jiraiya-san... No es su culpa. Si hay alguien a quien culpar es a ellos, no a usted. Usted no sabía nada. -El rubio sonrió ampliamente y se acercó para abrazarlo, pero cayó al piso.
El hombre sonrió y lo levantó.
-Kuro-san me contó sobre tu entrenamiento. ¿Quieres ser ninja?
-¡Sí, quiero cambiar a esta aldea para bien!
Sasuke que estaba escuchando todo salió de su pequeño escondite (atrás de su madre) y se acercó al rubio.
-Y-Yo...
-¿Tú...?
-¡Lo siento, no sabía por lo que pasabas!
Al decir eso salió corriendo para esconderse nuevamente.
Naruto sonrió.
-No es tu culpa, pero disculpas aceptadas. ¿Quieres ser mi amigo?
-... Bueno...
Ambos sonrieron.