—Entonces… ¿podemos… podemos volver?
Alexy suspiró.
—No lo sé.
—Alex, no me gusta estar así… ya te he dicho que lo siento…
—¿Crees que todo se va a solucionar con un ''lo siento''?
—No, pero te extraño. No puedo estar con ella sin pensar en ti. Te quiero demasiado, Alexy—agachó la cabeza.
—Me cuesta creerte después de todo.
—Yo… Era verdad, me gustaba Sucrette desde hace mucho, pero… ella nunca me ha prestado atención y comprendí que no me hará caso... contigo me di cuenta de que no la necesito, que tú eres diferente, habías estado conmigo y no me había dado cuenta—suspiró—Alexy, perdóname. Perdona por todo lo que te dije, me equivoqué, soy un idiota por no haberme dado cuenta antes de que… la persona que realmente necesitaba eras tú y no ella…
Tragó saliva con nerviosismo. El chico de cabellos azules simplemente lo miraba.
—¿D-de verdad sientes todo lo que dices?
—Si no lo sintiera, no lo diría—Alexy no pronunciaba ni una sola palabra—. Solo te pido una segunda oportunidad… por favor.
—De acuerdo.
Kentin creyó haber escuchado mal.
—¿Qué?
—Que sí, que está bien.
—¿De verdad?
—De verdad.
—Oh, Alexy, gracias—lo abrazó con fuerza.
—Prométeme que no vas a volver a besar a otra persona mientras estés conmigo—musitó.
—Te lo prometo.
—Vale—sonrió y volvió a abrazarlo.
—Me vas a asfixiar, Kentin—le contestó Alexy riendo.
—Discúlpame—respondió soltándolo—Ya está empezando a hacer frío.
—Sí—Alexy se encogió de hombros—. Está llegando la navidad.
Kentin sonrió y se inclinó hacia el chico de cabellos azules, acercándose considerablemente, con sus labios prácticamente rozándose.
De pronto Alexy puso sus manos en los hombros del muchacho y lo apartó. El moreno se sorprendió un poco y se quedó quieto, esperando una explicación.
—Pero… hay algo que aún no me queda claro.
—¿Qué?
—¿Qué pasará con Su' y tus padres?
—Pues… Sucrette se enterará de todas formas y mis padres… no sé… tendré que contárselo…—dijo nervioso.
—No tengas prisa, será mejor que esperemos un poco antes de que se lo digas a tus padres.
Kentin asintió con la cabeza, dirigió una mirada al parque, que estaba casi vacío. Volvió a mirar a Alexy.
—Alex, esto… podría ser una cita...—dijo algo ruborizado. Alexy sonrió.
—¿No lo era desde el principio?—contestó el de cabellos azules riendo. Él se tranquilizó un poco.
—Supongo que sí—rió nerviosamente, al igual que Alexy—. Echaba de menos todo esto.
—Yo también—admitió—¿Podemos ir a comer algo juntos?
—Claro que sí— sonrió.
Finalmente era lunes, y con ello todo lo que conlleva: la vuelta a la rutina. Armin había estado recibiendo una serie de mensajes un tanto extraños. Todos eran provenientes de la misma persona, ¿quién? Nina, ¡cómo no!
No le había comentado nada a nadie, al fin de al cabo era una tontería decirlo.
Estaba sentado junto a Lysandro, en el patio, mientras él jugaba a la consola, el chico victoriano escribía en su libreta, ninguno decía nada. Aquella tranquilidad fue interrumpida por el sonido del móvil del gamer.
Él sacó el teléfono y lo observó, ¿que sería esa vez?
—¿De quién es?—inquirió Lys.
—Ah, no es nadie.
—¿Es una chica?
—¿De verdad quieres que te lo diga?
—Sí, ¿quién es?—repitió curioso.
—Es Nina, tu fan.
—¿Ni-Nina? Pero… ¿por qué?
—Cree que estamos saliendo, no sé, supongo que tiene celos de mí. No ha parado de amenazarme.
—¿Qué te ha dicho?
—Básicamente que me aleje de ti—continuó mirando la pantalla de su consola.
—¿En serio? Vaya, se está pasando. Hablaré con ella.
Armin se encogió de hombros, mientras Lysandro se acercaba a él para ver también la pantalla de la consola de él.
—¿Qué haces, Lys?
—Estoy mirádote jugar.
—¿No has terminado la canción?
—Sí, ya la terminé.
—¿Puedo verla?
—Pues…
—Oh, venga, déjame verla—puso el juego en modo pause y giró la cabeza hacia el chico, encontrándose con él a una distancia muy corta. Lysandro se separó despacio y abrió su libreta, luego buscó la página dónde estaba escrita la canción y permitió al chico leerla.
Armin leía despacio, mientras que Lysandro lo observaba impacientemente, cuando este acabo de leer, levantó la cabeza.
—Guau.
—¿Qué te parece?
—Pues…—Lysandro se ruborizó un poco y dirigió su mirada al suelo—. Definitivamente eres cursi, Lys—rió—Pero estoy seguro de que enamorarás a cualquier chica con esa letra—sonrió.
Él rió nerviosamente.
—Claro…
—¿Te pasa algo?
—¿Eh? No—mintió. Armin se encogió de hombros y continuó su partida en la consola, con su corazón latiendo con fuerza, ¿cómo podía ser tan romántico escribiendo tan solo palabras? Y eso que a Armin no solían gustarle ese tipo de letras pero… las de Lysandro eran una excepción.
En cuanto a Castiel y Nathaniel… No dejaban de llevarse miradas un tanto despectivas por parte de los alumnos del instituto. El delegado solo había estado en clase y en la sala de delegados, mientras que Castiel había estado en el aula, en la sala de delegados y en el sótano, dónde había ido para fumar un cigarrillo.
En aquel momento, Nathaniel se encontraba solo en la sala de delegados, organizando algunos papeles. De pronto escuchó la puerta abrirse, levantó la cabeza y vio a Melody.
—Hola, Nath…
Él tragó saliva.
—Hola, Melody, ¿qué ocurre?
—La directora me ha pedido que te ayude con esos papeles—señaló el montón de folios apilados sobre la mesa.
—Ah, gracias. Es muy amable por tu parte.
Ella se acercó y comenzó a colocar hojas, al igual que él.
—Oye...—musitó ella—¿Es verdad lo del otro día? ¿La foto era real?
Nathaniel se quedó callado unos segundos, luego respondió.
—Esto… sí, sí todo era verdad—contestó sin mirarla.
—¿Y la foto…?
—¿Tú también la viste?
—Sí, pero… no era real, ¿verdad?
—Tú misma la viste, sí era real. Karla nos pilló.
—Entonces… ¿no te gusto?
Nathaniel suspiró
—Lo siento, eres una gran chica, pero no me gustas de esa forma. Me gustas como amiga, porque… supongo que ya sabes que mi novio es Castiel.
—Pensaba que me lo había imaginado. Perdón por mi reacción del otro día, te grité y…
—Descuida—la interrumpió.
Melody se mordió el labio.
—A… a mí me gustabas desde hace mucho—musitó.
—Quizás deberías enamorarte de otro chico, yo especialmente no soy bueno para ti.
—¿Por qué?
—Ya te lo he dicho, no me gustas. Además, ahora estoy con él y estoy bien.
—Yo… siempre había querido besarte—hizo una pausa—¿me dejarías hacerlo ahora? Te prometo que me olvidaré de ti, es decir, me enamoraré de otra persona.
Nathaniel soltó los folios sobre un montón más pequeño y la miró sorprendido.
—Melody, sabes que no estaría bien. Estoy con Castiel y a él no le haría gracia que lo hiciera y sinceramente, a mí tampoco.
—Pero será sin sentimientos, de verdad.
—Lo siento, Melody.
—Castiel no se enterará. ¡Quedará entre nosotros dos!
—No, Melody.
Ella se acercó a él, en silencio y continuó ordenando los papeles. Nathaniel la miró de reojo y luego la imitó. Sin esperárselo, ella agarró su muñeca y se miraron.
—Melody, no me hagas repetirlo. Suéltame, por favor.
—Solo te estoy pidiendo uno, Nath.
—No...—ella se inclino y dio un leve beso en los labios del rubio, fue un roce perceptible pero muy casto.
Nathaniel soltó los papeles y la apartó.
—Te dije que no lo hicieras.
—Pero, Nath…—la interrumpió.
—Nada de peros. Te dije que no me gustas, ¿qué parte de que estoy saliendo con alguien no entiendes?
—Nath. Respóndeme algo—dijo en tono de voz desafiante—¿De verdad eres gay?—dijo mostrando aún más su escote. El delegado soltó un bufido.
—Déjame en paz.
—¡No me has contestado!
—¡Joder!—bufó nuevamente—No. No soy gay porque a mí no me gustan los chicos.
—¿Qué?
—Técnicamente no soy gay. Yo no me fijo en otros chicos. Castiel es mi novio y él es el único que me gusta, así que ya puedes ir tapándote antes de que te vea la directora.
—Ya, claro—dijo acercándose al chico, que retrocedía hasta que chocó con la pared. La chica rodeó a Nathaniel con una pierna, acercándose más a la entrepierna del chico y trató de colocar sus brazos sobre los hombros de él.
El delegado la apartó con un empujón y la sujetó fuertemente por los hombros, deshaciendo todos los agarres de ella.
—Ni se te ocurra volver a tocarme. Deja de comportarte como una zorra y comprende que no te voy a poner atención. Así que… Mejor búscate a otro.
Dicho eso salió de la sala de delegados, algo enfurecido, chocando con Kentin al salir.
—Aah, Nath, mira por dónde caminas.
—Disculpa—contestó en tono duro aún.
—¿Te pasa algo?
Suspiró.
—Bueno, Melody está insoportable, eso es todo.
—¿Es carmín eso que tienes en el labio?
Se llevó la mano a la boca.
—Mierda, fue ella—aclaró.
—Entiendo…
—No le hables a Castiel sobre esto, por favor…
—No hay problema.
—¿Hablar sobre qué?—intervino el pelirrojo.