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El amor NO tiene remedio [Corazón de melón] por Blue FireWorks

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Notas del capitulo:

¡Hola! 

¡Aquí traigo el siguiente capítulo! Solo espero que no me odiéis cuando terminéis de leer... Ya verás a que me refiero. 

DISFRUTEN LA LECTURA ♥

Entonces un nombre apareció en su mente, Castiel. Buscó su teléfono y marcó su número. Dio tres veces señal antes de que el pelirrojo contestara.

—¿Nath?

Se quedó callado unos segundos.

—Castiel...

—¿Ocurre algo?

—Se ha enterado y... Me ha echado de casa—musitó.

—¿Te pegó?—preguntó.

—...—quiso esquivar la pregunta—¿Pu-puedo quedarme contigo?

—¿Dónde estás?

—Cerca del parque.

—En seguida voy—respondió antes de cortar. Nathaniel suspiró, y se levantó para dirigirse a la casa del pelirrojo. Iba caminando lentamente, estaba debilitado y le dolía la espalda y le temblaba el labio. Aún no había llegado pero se topo con Castiel.

—Nath...

Él no lo miró si no que mantuvo la mirada en el suelo. Castiel agarró el mentón del rubio y vio esta vez su cara hinchada.

—Maldito cabrón...

Nathaniel no hizo nada, se quedó quieto, aún estaba temblando por culpa de aquellos malditos nervios. El pelirrojo lo notó.

—Nath...—susurró. Al rubio se le escapó una lágrima de los ojos y sin poder evitarlo empujó a Castiel dentro de un abrazo y ocultó su cara en el pecho del pelirrojo. Este correspondió el abrazo, tratando de tranquilizarlo. Unos minutos después, se separaron levemente—Vamónos a casa—susurró. Castiel agarró la mano del delegado antes de salir andando hasta la casa. Poco después ya había llegado.

—¿Quieres darte una ducha o dormir?

—Prefiero dormir... estoy cansado...

—Aún quedan espaguetis, ¿no quieres?

—No.

Castiel miró su expresión decaída.

—No quiero verte así; no quiero que estés triste por una persona que no lo merece.

Nathaniel suspiró.

—Y... ¿qué haré a partir de ahora?

—Ahora solo preoupate de traer tus cosas aquí.

—No puedo quedarme aquí contigo siempre.

—Hablaré con mis padres, verás que te dejarán.

—No estés tan seguro, no me voy a aprovechar de ti. Has hecho bastante hasta ahora.

—No permitiré que vuelvas a aquella maldita casa.

—Pero...

—Podemos buscar un trabajo a media jornada, ahorraremos y así nos podremos mudar a una casa juntos.

Nathaniel meditó.

—Es buena idea.

—Haremos eso, pero mientras te quedarás aquí—susurró pasando sus brazos alrededor de la cintura del rubio.

—Pero...—Castiel lo interrumpió acercándose y rozando sus labios contra los del otro. Cerraron los ojos ante el contacto.

—No pienses más en eso. Vamos a dormir—agarró su mano y lo condujo hasta la cama, cuando llegó se quitó los pantalones y la camiseta, mientras que Nathaniel solo se había quitado el pantalón.

—Nath...

—¿Qué?

—¿Te ha pegado en el cuerpo también, por eso no quieres quitarte la camisa?

Se quedó callado unos segundos, había dado justo en el clavo. Castiel se acercó a él y comenzó a desabrochar la camiseta del rubio, él no opuso resistencia. Cuando acabó la quitó y descubrió un gran moretón en la espalda, otro en las costillas e inumerables pequeños por el resto de su torso.

—¿Por qué no me has dicho nada?

No respondió.

—Tenemos que denunciarle.

—Es que...—lo interrumpió nuevamente.

—No puedes seguir de esta manera Nath, no quiero que te vuelva a poner la mano encima—musitó acariciando su espalda.

—Pero haga lo que haga sigue siendo mi padre y no quiero tener problemas...

—Si no lo denuncias si que vas a tener problemas.

—Me quedaré solo...

—¿Y yo qué? Para algo estoy. ¿Se lo dijo tu ''querida'' hermana?

—Ámber también se ha enterado.

—¿Qué dijo?

—Vio a mi padre pegarme por haber llegado tarde y estaba algo impactada—hizo una pausa, temblando aún por los nervios—P-por eso no se lo dijo, pero luego vio la estúpida foto que sacó Karla en el móvil de Ámber y...—Castiel se acercó a él y le dio un suave beso en los labios.

—Déjemos ese tema y pensemos en nosotros—musitó volviendo a besarlo, mientras daba suaves caricias en las piernas del rubio.

—Castiel...

—Vamos a dormir—dijo tumbándose en la cama. Nathaniel lo imitó y se acercó a él.

—Gracias...—susurró. Castiel simplemente lo abrazó suavemente.

 

Cerró los ojos, tratando de relajarse. Poco a poco el sueño reinó y se quedó profundamente dormido.

 

Abrí los ojos y me encontraba en la casa de mis padres. Tenía el cuerpo adolorido, no podía casi ni moverme. Me senté en la cama para buscar a Castiel, pero estaba solo. De pronto la puerta se abrió.

¡¿HASTA QUÉ HORA VAS A DORMIR?! ¡Ve a limpiar ahora mismo!

Me levanté de la cama pero mis rodillas fallaron y caí al suelo.

¡Levántate!

No puedo...—me tiró del brazo para que me levantara. Me mantuve en pie débilmente unos segundos pero volví a caer desmayado.

 

Se despertó sobresaltado, pero se relajó más al notar unos brazos rodearle. Miró a Castiel, estaba con una expresión tranquila. Le correspondió el abrazo pasando sus brazos por el pecho del pelirrojo.

—¿Qué pasa?—susurró Castiel.

—Nada, una pesadilla...

El pelirrojo abrió los ojos y le dio un beso en la frente.

—¿Quieres contármelo?

—Prefiero que no...

El pelirrojo se acercó nuevamente y lo volvió a besar de forma muy corta, pero esta vez en los labios.

—Duerme...

Y así, abrazados fueron como ambos se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente, fue Castiel quién despertó primero. Observó a Nathaniel dormir plácidamente mientras continuaba abrazado a él como un koala. Sonrió al ver la tierna expresión que abarcaba su cara sonrojada. Miró el reloj, marcando la hora de levantarse, pero lo ignoró. No quería despertarlo.

El tiempo transcurrió lentamente, había pasado media hora desde que estaba despierto, observando y analizando la anatomía del rubio. De un momento a otro, Nathaniel abrió finalmente los ojos.

—Buenos días...—musitó adormilado.

—Buenos días, rubia—contestó con una sonrisa arrogante.

—No me llames así—gruñó, él se acercó a él aún más, rozando su nariz con la del otro—¿Qué hora es?

—Las siete y media.

—¿Y el instituto?—preguntó.

—No puedes ir al instituto con la cara hinchada—le indicó.

Nathaniel suspiró y asintió con un gesto de molestia.

—Suéltame, tengo que curarte todas esas heridas—le dijo el pelirrojo.

—No me apetece moverme, eres cálido—confesó el otro.

—De acuerdo, solo cinco minutos más—suspiró.

Castiel cerró los ojos nuevamente, fingiendo dormir. Para su sorpresa, el rubio se acercó a él, elevándose un poco para besarlo, pero esta vez más profundamente. Mordió levemente el labio del pelirrojo para tener acceso a su boca, Castiel correspondía al beso y bajó sus manos a la cintura del delegado.

Continuaron con una ''sesión'' de besos mañaneros por unos minutos. No supieron cuando fue que el rubio se había sentado encima de las caderas del pelirrojo, pero tampoco importaba mucho.

—Estás algo activo hoy, ¿no crees?—dijo sujetándo las piernas del rubio.

—N-no sé de qué hablas...

—¿Aún no has notado lo que has hecho?

—¿Qué...?—se quedó callado al notar un bulto en el bóxer de Castiel cuando este alzó levemente las caderas.

—Lo dejaré pasar por hoy, pero no creas que te vas a librar siempre—sonrió con arrogancia.

—¿De qué no me voy a librar?

—De que te vamos a ''jugar'' mucho—le contestó besándolo castamente.

—Solo piensas en eso...

—Me has excitado tú, no es mi culpa.

—Idiota...—musitó.

 

Alexy suspiró, era la décima vez que Kentin rechazaba sus besos, e incluso sus abrazos. No se habían tocado desde hace tiempo, ya ni siquiera se daban ''picos'' a escondidas. Absolutamente nada.

—¿Por qué es ésta vez?

—Pueden vernos.

—Llevas con la misma excusa una semana, ¿me puedes explicar lo que pasa?

—Tengo miedo de que la gente se entere, de que mi padre se entere y tenga que ir de nuevo a la academia militar. ¿Cuántas veces tengo que explicártelo?

—¿Por qué tengo la sensación de que me mientes? Sé que ocultas algo más, lo presiento.

—No te estoy mintiendo—musitó algo nervioso.

—¿Y se puede saber por qué no me has dado ni un solo beso? ¿Por qué rechazas que te abrace? ¿Por qué de pronto tienes ''cosas importantes'' que hacer y no puedes pasar una tarde conmigo? ¿Es que ya no te gusto?

—¿De qué hablas, Alexy? Por supuesto que me gustas, pero...—suspiró.

—¿Pero? Siempre hay un pero.

—Ya te lo dije, no te voy a mentir. También me gusta Sucrette—confesó.

—¿Y dijiste que me preferías a mí?—preguntó incrédulo.

—Te quiero, Alexy, pero también la quiero a ella.

—¿Has estado con ella y por eso me has dejado de lado?

—S-sólo una vez.

—¿Y por qué no me dijiste nada? ¿Por qué hiciste que me ilusionara por estar contigo? ¡Eres realmente idiota, Kentin! ¡Te odio!

El moreno lo agarró del brazo para que no se fuera.

—Déjame explicártelo...

—No, ya no quiero nada de ti—las lágrimas comenzaron a caer de sus expléndidos ojos.

—Alexy, te quiero.

—Deja de mentir, no quiero oírte. Ya no quiero ser tu novio.

—Te quiero, te quiero, maldita sea. ¿Cuántas veces tengo que decirlo?

—No quiero que me lo digas si no lo sientes de verdad. Lo siento, pero... hemos cortado.

Salió del club de jardinería con lágrimas en los ojos, andaba con decisión hacia el aula; de pronto se chocó con alguien.

—¿Alexy? ¿Qué te pasa?—era Sucrette.

—Nada, no me pasa nada.

—Estás llorando, ¿estás seguro de que...?—otra voz la interrumpió.

—¿Te ha entrado algo en el ojo de nuevo? Ten más cuidado—era su hermano.

—Sí, no sé que me pasa hoy. Es la segunda vez.

—Ah, ya veo—ella sonrió—entonces os dejo, creo que Kentin me estaba llamando hace un rato...

Para Alexy eso fue una puñalada directa al corazón. Fingió sonreír hasta que ella se giró para irse. En ese momento rompió a llorar.

—¿Qué ha pasado?

—La prefiere a ella, en lugar de a mí.

—¿Quién?

—Kentin—sollozó.

—Ámber está en el pasillo y tendremos suerte si no encontramos también a Peggy, pero no puedes llorar aquí.

Él no contestó.

—Sé que no puedes evitarlo, pero intenta no llorar en público, ¿vale?—dijo limpiándole las lágrimas con el pulgar.

—Vale...—musitó. Dejó de llorar.

—¿Dónde están tus auriculares?

—Oh, me los he dejado en el club de jardinería, pero no me apetece ir. Están ahí Sucrette y Kentin.

—Da igual—continuaron andando hasta entrar en el club. Abrieron los ojos sorprendido al encontrarse tal escena. Kentin y Sucrette se estaban besando. La rabia y el odio invadieron a Alexy y no pudo evitar acercárse y pegarle un puñetazo en la mejilla del moreno.

—P-pero, ¿qué?—Kentin se sorprendió al ver al chico de cabellos azules allí.

—¿Alexy? ¿Qué haces?

—¿Qué demonios te pasa? ¿Cómo puedes besarla después de...?—Sucrette lo interrumpió.

—Disculpa, Alexy. Fui yo quien besó a Kentin.

Él le dirigió una mirada llena de odio al chico militar. No le creía.

—Alexy, yo...—musitó inseguro.

Notas finales:

No me odien, y no odien a Kentin, por favor os lo ruego... 

Sé que es repentino y que esta pareja no se había desarrollado del todo pero lo que pasa es necesario para un futuro mejor de ellos. Sé que es raro pero en el próximo habrán explicaciones como es debido, más Cassy x Nath y más Lys x Armin ;) 

Espero que os haya gustado, repito, no me odien... 

¡Un review siempre es de ayuda y colaboran a que esta autora le apetezca publicar antes! ;D

 


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