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Una Semana. por Wermai

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Notas del capitulo:

Holaa! 

Como casi siempre, me gustaría mencionar algunas cosas antes de que comenzar con la lectura.

Antes que nada, decirles lo mucho que me agrada leer y responder cada uno de sus reviews. Me alegra muchisimo ver la cantidad de lecturas del fic y *suspira* gracias, es lindo ver eso.

Por otra parte también queria decirle que el fic se "dividira" en dos partes, antes y después de la semana. No parecio bien simplemente dejarlo hasta ahí.

Bien, este capítulo se ubica en la noche-madrugada del capitulo anterior. Es más como para profundizar en el por qué Levi actuo de esa manera. Sería la noche del martes... 

Bien sin más, espero que les guste c:

Té:

Agua, una llama alta, vapor, un vaso impecable; Agua hirviendo cayendo en un vaso impecable…

Eso más un poco de té negro, simplemente, desencadenaba en un sutil placer.

Era algo extraño como un detalle tan simple le llenaba el pecho de un grato sentimiento.

Mantuvo su sonrisa imperceptible (a veces el mismo dudaba de estar haciéndolo) mientras sentía como el hirviente liquido quemaba sus palmas a través de un pequeño vaso. Relegando aquel dolor dulzón como uno de esos placeres de la vida. Minúsculos, insignificantes. Lastimosamente la misma ironía le obligó a apreciarlos. Un momento de felicidad, era importante, tal vez el último.

Y suspiro… consciente de que, en ocasiones –más comunes de lo que deseaba admitir–, se comportaba como un anciano. Tal vez lo era, tal vez no físicamente, aun no, pero si solía actuar como uno ¿Por qué? El dolor hace madurar a las personas, aun después de que estos tengan más de treinta años.

Levi se consideraba aun un producto en proceso, alguien que siempre podía aprender más, saber más, vivir más… Si, inversamente a todo, aun quería vivir. ¿Por qué? Aun no lo tenía muy claro. Hace mucho tiempo, en medio de sangre y una que otra tripa y órganos esparcidos de aquí para allá, frecuentaba olvidar porque aun quería seguir viviendo. En ocasiones tanta desesperación le hacía olvidar porque aún se entrenaba cada mañana para salir a matar.

¿Era por la humanidad? Por unos malditos cerdos elitistas, no lo creía. ¿Por las futuras generaciones? Ni siquiera sabía si se mantendrían vivos otro día, jamás tuvo el tiempo de preocuparse por las “futuras generaciones” Tal vez sería por el escuadrón de reconocimiento, al que pertenecía… También lo dudaba. Entonces ¿por sus subordinados o las personas que confiaban y dependían de él? Levi era humano, jamás se creyó con el privilegio de que otras masas dependieran de él. Que pasara era otra cuestión.

Entonces ¿por qué? ¿Por Erwin? ¿Hanji? ¿Mike? ¿Kenny? ¿Petra? ¿Gunter? ¿Kuchel? ¿Isabel? ¿Farlan? Algunos ni siquiera estaban vivos o vivirían mucho tiempo, la muerte era, lastimosamente y propiciamente, inevitable.  

Del té en sus manos desprendió un gracioso vapor, creando bizarras criaturas en el aire, criaturas existentes gracias a la fusión de su imaginación e idiotez. Sentía, ahora, una completa armonía de sus pensamientos, completamente ahogados en la plena concentración del subconsciente. Veía, sin hacerlo realmente, la profundidad del vapor, de cómo aquel delicioso té condensado se deslizaba por el aire. Y su mente, como muchas otras veces, se empeñó en realizar la extraña relación incorpórea de ideas que siempre implicaban la misma palabra, sensación, sentimiento, ideal.  

Libertad.

Eso buscaba, desde su niñez hasta sus veinte pasando por su adolescencia y desembocando en sus días como soldado, la busco. La libertad, su máxima aspiración, el deseo arraigado que su mente mantenía en constante representación, un fantasma de su parte más humana.

Miro a su alrededor, hace apenas unos minutos estuvo rodeado por todo su escuadrón. Ahora se arropaba en el inmune silencio de sus propios pensamientos. Esas personas… significaban más para él de lo que se hubiese permitido así mismo.

Cada uno era importante, cada uno era especial.

Por poner ejemplo, Levi diría que sin Gunter el grupo perdería seriedad, que sin Auruo perdería lo cómico, sin Erd faltaría más paciencia, mientras que Petra daba ese toque femenino y hacia un té delicioso. Levi no tenía favorito, pero el té le daba puntos extras a la joven cadete.

Referente a su más nuevo recluta, no era más que un niño. El toque de inocencia y simpleza de los cuales era representante Eren, hacía que algo en su interior despertara, algo que creyó muerto justo a Isabel y Farlan. Preocupación, necesidad de proteger al mocoso.

Bufo ante este pensamiento.

Si Hanji o Erwin supieran la clase de cosas pensaba, se reirían de él por semanas. Sobre todo la maldita cuatro ojos. Esa mujer perdió el recato hace años, junto a su cordura, junto al cargo de consciencia de Erwin, junto a los sentimientos del hombre llamado más fuerte de la humanidad.

Resoplo, bebiendo del líquido; nunca le agregaba azúcar, pero así le gustaba más.

No era que Levi fuese alguien cruel, pero ver a las personas a las cuales les tienes aprecio morir y volver a morir y morir de nuevo. Era complicado, su pecho dolió tanto que ya ni siquiera lo sentía.

2am.

Prepararía un tercer té para la noche. Hoy, como muchas otras veces, el sueño se le esfumó. Solía pasarle más seguido de lo medianamente anormal.

Al principio la causa de su insomnio recayó en las incontables pesadillas, algunas llegando a hacer en extremo desesperantes. Su propio cuerpo se adaptó a las pocas horas de sueño como una especie de auto-protección.

Pocas horas de sueño, no era mucho comparado a la locura.

No es que estuviese orgulloso de sus ojeras, pero la continua convivencia con ellas le habían hecho apreciarlas.

El sonido de té hirviendo, lo arrastro a la realidad. Con su típica parsimonia vertió el ardiente líquido en el escueto vaso.

El vapor se elevó.

Aun con el té ardiendo en sus manos, empujo la gran puerta de madera y camino con sigilo hacia su habitación. Los largos pasillos, le dieron la bienvenida, las ventanas dejaban ver auges de un impoluta obscuridad.

Encogió un poco su cuerpo, casi por inercia, con la intensión de resguardarse del punzante frio de la madrugada. Fue consciente desde que llegaron que al tratase a un lugar tan apartado y en medio del bosque, al lugar le faltaría algo de ese calor humano, sabía que el frio sería intenso, pero no pensó que a tal grado.

Sin poder evitarlo, su subordinado menor se le vino a la mente. 

Debía ser alguna clase de maltrato mantener a un menor de edad en un frío sótano con pocas frazadas y una incómoda cama. Si solamente ya le parecía un poco malo que el mocoso durmiera en el sótano, vivir en carne propia el dolor que calaba sus huesos ante el potente halague; despertaba en él un poco de pena por él muchacho que debía de vivirlo a diario.

Y aquella incomoda sensación reapareció en él. Un asqueroso malestar que revolvía sus entrañas; una sensación mezcla de la pena y la nostalgia.

Porque, en realidad, las húmedas noches de intenso frío y Rivalle, fueron muy buenos conocidos de antaño. Era cierto, el sufrimiento tiende a volver los humanos en criaturas un poco más susceptibles. No podía negar que los recuerdos que le invadieron, lo impulsaron a velar –solo un poco más- por el bienestar del menor.

No demoro, pues, cerca de las 2:15 am, en entrar a su aposento y arrancar, con sumo cuidado, de su impecable cama, un par de frazadas. Aun con su té en la mano, aun soltado leves caladas de vapor en el aire, aun con culpa aprisionando su pecho. Su rostro, no era capaz de demostrar parte de su interior.

El sótano, para ser sincero, Levi lo veía como un lugar que podría rozar lo tétrico. Creía, que por más que las épocas cambiaran, seguía siendo bizarro habitar en un lugar tan extravagante. Parecía alguna especie de calabozo amueblado, donde alguno que otro fanático y temeroso hombre adulto se encargó de torturar muchachas con la excusa de ser un cazador de brujas. ¿Qué tenía que ver, tal vez, la hija de la viuda panadera con la hechicería? Rivaille solía pensar que aquellos despiadados solo fueron rechazados por aquellas supuestas “brujas” y decidieron acusarlas para recuperar algo de su orgullo de macho. Claro que en esos momentos no superaba los 9 años y Kuchel se encargaba de llenarle la mente con estúpidas historias de fantasía.

Ahora, Levi los veía como cerdos. Claro, era consciente de que, en realidad, no había razón para creer en la veracidad de los cuentos en su niñez; pero eran, metafóricamente, parte de la filosofía subjetiva que pulió sobre la vida. Consideraba a esos mismos cerdos reales, solo que ahora no se hacían llamar cazadores de brujas ni sus métodos de tortura eran tan atípicos pero si mucho peores. Que una persona con poder, no fuese capaz de reestructurar una sociedad sino que, más bien, la mandara más a la mierda, era lo que, en parte, emputaba tanto a Levi.

Y, ahora mismo, se sentía como uno. Un cerdo que obliga a un mocoso de 15 años dormir en un sótano y ni siquiera se molestaba en verificar si se encontraba en condiciones, mínimamente, humanas. Desde que reviso que el lugar estuviera perfectamente limpio, olvido por completo el resto de las necesidades primarias que fuesen necesarias. Que el chico se hubiese quejado o no, por el momento perdía relevancia; Levi no se molestó en escuchar la fastidiosa voz del recluta.

-Tsk. –Su entonación resonó por el pasillo, cerca de las escaleras.

Realmente no le prestaba la suficiente atención, solo se dedicaba a ignorar cuando hablaba e interesarse solamente en sus movimientos, preparándose, para en cualquier momento asesinarlo. No tenía justificación, pero las mañas de Erwin se le pegaron con los años. ¿Qué era Eren? ¿Un arfil? ¿Torre? ¿Caballo? ¿Rey? No definitivamente, no. El rey, tal vez, era Erwin; era él quien manejaba a su antojo su interminable cantidad de fichas.

Aceptaba que se cerró tanto en ver al muchacho como arma que olvidaba de a poco, su esencia como humano; si bien admitía que Eren despertaba en él una extraña curiosidad, su empatía era aplacada con el recelo. ¿Desde cuándo, él, se dejaba llevar tan fácil por las apariencias? Que las diosas lo perdonaran. Pero claro, el tampoco creía en ellas.

Sin quererlo, su mente fue asaltada con las palabras y acciones del mocoso, como la de esa mañana. Tal parecía que el niño siempre estaba al pendiente de sus acciones y palabras, cuando él solo se dedicaba a golpearle sin piedad cada vez que limpiaba mal. Eren siempre estaba por ahí, como un maldito resfriado de invierno, incluso estaba el día que se acomplejó por su propia estatura. “Mierda” –Se maldijo. Pensar tanto ya le estaba dando dolor de cabeza.

El té, ya estaba algo frío. El espeso vapor con dejes de nostalgia, ya no hacia presencia. Las frazadas en su hombro, no pesaban en lo absoluto. Bebió de su té, ya no era lo mismo, demasiado versátil para su gusto.

Entonces, se detuvo, justo frente a la puerta que daba a la improvisada habitación de su más joven recluta. Entraría con la intención de hacer el menor ruido posible.

Era irreal.

Era irreal como sentía un leve cosquilleo en la palma de su mano. No era conveniente estar allí a esas horas, pero de su decisión no se retractaba, ya habría tiempo para eso. Y empujo, con total suavidad, la puerta de madera. Unas cuantas gotas de té resbalaron por su mano, no quemaba.

Que sus silenciosos pasos en la absoluta obscuridad se detuvieran de repente, solo tenía una fácil respuesta.

Un ruidito. Pequeño, pero constante. Quería salir, el sonido, pero era contenido. Y Levi reconocía esa respiración irregular casi como su plumero favorito, lo había escuchado cantidad de veces anteriormente.

Ahh, así que mocoso estaba llorando.

Irónico. Fugaz. Doloroso. Nostálgico. Como el té.

Dudo por unos segundos en acercarse, pero tal como lo pensó, dormía solo con una frazada algo vieja. Podía sonar imprudente, pero decidió seguir su cometido. Y se limitó, solo seguiría su propios instintos. ¿Cuándo aprendió que la mayor arma de destrucción humana existente era el propio intelecto? Desde mucho antes de conocer a Erwin, seguro.

Su propia naturaleza era algo ruda. Eren lo sabía y lo reafirmo al sentir como algo blando golpeaba su espalda arqueada en pose fetal.

El capitán solo lanzo las frazadas contra él.

Se levantó de golpe, asustado y sorprendido. Sus ojos aun brillantes gracias a las lágrimas.        

¿Puede alguien cagarse, literalmente, del miedo por ser sorprendido a la madrugada por un leve golpe en su espalda? Se suponía que estaría solo hasta cuando tuviese que levantarse a limpiar los establos. Eren no estaba seguro si convertirse en titán salvaría su trasero de entes ectoplasmaticos. Si, era perfectamente comprensible si Eren mojaba su cama, pero el miedo a ser asesinado por el capitán al día siguiente podía más que cualquier fantasma.

No se volteó, un escalofrío recorría su espalda.

-¿Qué te pasa mocoso, viste un fantasma? –Se burlaron a su espalda.

Eren pego un brinquito. Era Levi. Supuso que la idea de ver algo verde, sin ojos y flotando, no era tan mala. Se volteó completamente; la sorpresa no lo dejo articular palabra por unos minutos.

-C-capitán. –Tartamudeó. Limpio con fuerza sus ojos al asimilar por completo la situación. -¿Qué hace aquí?

-¿Tengo que darte explicaciones, mocoso? Estoy aquí porque quiero.

Eren estuvo tentado a morder su labio inferior ante la inusual respuesta. Añadido a eso, el capitán lo vio llorar. Mierda, pensaba Eren que Levi lo creería un simple niño. Bueno más de lo que ya creía. Aparto el rostro.

Rivaille resoplo.

-¿Sabes? No soy tan inhumano cómo crees. –Agrego aunque Levi creyera que, tal vez, fuera mentira.

Jaeger le miro consternado. Aun sin entender la situación, bajó sus ojos hasta el bulto con el que fue golpeado hace unos momentos. Dos frazadas perfectamente limpias y con un suave olor a detergente. No descarto la posibilidad de que fuesen de su capitán.

Su incredulidad fue totalmente suplantada por el inicio de una gran sonrisa. Un pequeño calor recorrió su pecho, las sombras de soledad se dispersaron dejando entrever un par de afilados ojos grises, sus ojos lagrimearon. Se sentía feliz y un par de lágrimas hicieron presencia.

-Oe, mocoso ¿Qué pasa? –Preguntó Levi algo desconcertado. ¿Y ahora por qué lloraba?

-Nada –Sonrió. –Solo estoy algo feliz.

-¿Feliz? ¿Qué eres? ¿Un niño? –En definitiva el más sorprendido era el propio capitán. –Espera, no respondas.

Eren rio bajo, a pesar del humor negro del mayor.

-Sí que eres una persona extraña. –Resoplo. –Y mucho más fastidioso que esos malditos mosquitos.

Eren estallo en risa al rememorar el incidente de aquella mañana.  

La mirada de muerte que le dedico Levi fue suficiente para hacer callar a Eren casi abruptamente. El hombre se cruzó de brazos aún de pie frente a la puerta de la improvisada habitación. Eren lo miraba casi estático.

Levi soltó algo parecido a un suspiro.

Sin intención de cargar más con una extraña situación en la que el mismo se había metido; se giró, dispuesto a largarse de una buena vez. 

En la cabeza de Eren las cosas sucedían de un forma un tanto diferente. No quería darse el lujo de ilusionarse… no, no quería… pero, mierda, esa persona era muy amable. Bien, sabía que Levi también tendida a ser demasiado brusco, exigente y hasta algo sádico; sentía que solo a el hombre le resultado un poco más complicado demostrar al completo sus propias emociones, y eso despertaba un poco más la curiosidad de Eren, ¿Qué llevaba a Levi a actuar de esas formas tan versátiles? No le importaba aceptar que quería conocer mucho más de esa persona; ¿Por qué miraba de esa manera o actuaba de formas, a veces, tan contradictorias? Admitía que ver a una persona tan cerrada como Levi preocuparse, así sea un poco, por él, hacía su corazón latir.

Al ver los amagos del hombre por marcharse, actuó casi por inercia.

-Y-yo -Tartamudeo -¡Muchas gracias, Capitán! –Casi grito Eren. El hombre de espaldas al muchacho formo una pequeña mueca. Tomo el picaporte.

Aun podía sentir como los profundos ojos de Eren se clavaban en su espalda. Lo poco que estuvo con él, logro notar lo turbado que se encontraba. El muchacho sufría, muy a su estilo, pero lo hacía.

Levi se consideraba pésimo como tutor. Jamás se consideró como alguien muy bueno tratando con la personas, pero siempre tuvo presente un raro deseo de protección. Agregado, el capitán sabía que estar emocionalmente inestable era una gran desventaja para la concentración.

No le daba placer, pero reconocía que era solo tenía 15 años, que estaba bajo su cuidado; y que no lo dejaría morir por ningún motivo. Esa era su misión. Puede que, tal vez, se arrepintiera, aun así volvió con Eren.  

Los movimientos del capitán solían ser algo bruscos, pero ahora lo eran un poco más. Sin medir palabra empujo un poco al muchacho lo suficiente para que sus descalzos pies tocaran el suelo, y se propuso a acomodar la cama con sórdida perfección. Eren lo miraba sorprendido; poco a poco su rostro se transformó dejando ver una pequeña sonrisa.

-Es usted alguien muy impredecible, capitán. –Agrego algo divertido el recluta.

Escucho al hombre gruñir.

-No sé qué mierda te sucede, pero quedarte mirando mi jodida espalda con esa estúpida expresión de mascota, no te ayuda en nada. –Ladró Levi con mal humor.

Parece que sí, se dijo Eren más no agrego nada sobre el asunto, no era alguna clase de bastardo suicida como le decía Jean… bueno, solo un poco.

-Señor no es del todo mi culpa –se justificó. –Por un momento llegue a pensar que viviría un mal spin off de GhostBusters.

-¿GhostBusters? –Repitió Levi extrañado.

-Sí, se supone que es una historia de unos hombres caza-

-Sí, sí, sé de qué trata. –Dijo con irritación.

Eren pego un brinco sobre la cama recién arreglada por el mayor. El hombre frunció el entrecejo.

-¡Lo conoce! –Dijo emocionado.

-Lastimosamente, -Respondió el otro. –A la loca de Hanji a veces le da por ir al estúpido teatro de Trost y se empeña en arrastrarnos.

Levi parecía abatido recordando.

-Vaya, no pensé que ustedes hicieran es tipo de cosas. –Escucho un sonoro bufido por parte del mayor.

-Tsk, ¿Qué mierdas nos crees? -contesto. -En los teatros dan un buen descuento a las personas pertenecientes a algún escuadrón y esa maldita de Hanji siempre… –No dijo más, un extraño escalofrío recorrió su espalda. –Pero me sorprende un poco que un mocoso como tú la conozca.

-No lo hago. Nunca he ido a esos lugares.- Respondió el muchacho. Levi levanto una ceja, interrogándole. –Marco leyó sobre la obra en el periódico y nos contó. –Dijo con dejes de nostalgia. –Era bastante divertida.

Por unos momentos se sumieron en un espeso silencio, Rivaille no respondió ante el intento de conversación de Eren, se limita a observarlo con suma concentración, intentaba adivinar sus pensamientos, adivinar como debía proceder; Noto que el castaño solo se cohibía ante su intensa mirada y soltó un sonoro resoplido. Como en un intento de darle seguridad al muchacho, se sentó a los pies de la cama. Escucho varias veces la confianza que despertaba que una persona se presentara al mismo nivel, sin intención de intimidarle. Aunque siempre manteniendo un amplio espacio entre ellos.

-¿Tienes una buena razón para estar llorando en lugar de dormir, mocoso?  -Pregunto de una forma demasiado directa.

Eren sintió su cara enrojecer, le avergonzaba que Levi le hubiese llorar. Poco a poco ese sentimiento fue sustituido por un dolor en su pecho, el mismo dolor de hace solos unos minutos; agacho su rostro rehuyendo del mayor que le miraba expectante.

Aun sentado en su cama, oprimió sus puños sobre sus muslos. Sabía que debía responderle a Levi; tenía, también, que liberar algo de la pena que sentía.

-Pesadillas. –Murmuro. Levi siguió mirándole sin demostrar expresiones, el silencio fue suficiente para presionar a Eren para continuar. –De cuando la muralla cayó; de cuando esas personas murieron y de cuando mis compañeros fueron devorados por titanes… y yo, -El muchacho sintió como sus ojos se volvían a llenar de lágrimas. –No pude hacer nada. – Su cuerpo temblaba. Levi solo se dedicaba a escucharlo en silencio –Solo… Me convertí en un monstro y ni siquiera así se si soy capaz de asegurar poder hacer o proteger… Yo… yo a veces sueño como las personas cercanas a mí, morirán sin que pueda hacer alg-

-Impotencia. –mencionó Levi.

Eren levanto la mirada para encontrarla con los grisáceos ojos de Levi, algunas lágrimas escurrían del contorno de sus ojos hasta sus mejillas.

-Y temor. –Continuo. –Es normal. No creo que exista alguien que no lo haya sentido, eso solo demuestra que eres humano. –Sentencio. 

Eren sintió como más y más lagrimas llenaban sus ojos. Sin poder contenerse, comenzó a moquear delante del capitán. A pesar de eso Levi no se alejó, continuo hablando.

-¿Qué es lo que quieres, Eren? –pregunto.

El muchacho miro consternado por unos instantes al hombre. Luego volvió su mirada al techo.

“Matar a todos los titanes” Pensó. Pero sabía que Levi lo preguntaba de una forma muchísimo más profunda. Eren no lo entendía; ese tipo de pensamiento trascendental y metafísico con el que solían envolverse sus superiores lo dejaba, algo, confundido.

Su simpleza fue lo único que hizo alarde.

-Quiero conocer el mundo –Menciono después de un rato. –Quiero conocer el mundo sin miedo a morir o que las personas cercanas a mí mueran. Por eso, voy a exterminar a todos los titanes.

-Entonces lucha por ello.

Fue, entonces, como si en ese momento hubiese tenido la respuesta del propio universo. Como si delante de él se presentara la teoría exacta de la creación; Por fin pudo ver lo que necesitaba. Su determinación, aumento, fue renovada con solo cuatro palabras.

Asintió mirando al mayor.

Levi se removió en el lugar en el que estaba, en silencio contemplo la mirada determinada y llorosa de Eren. Estuvieron unos momentos en silencio, esperando que la acelerada respiración y sollozos del cadete se calmaran. No era un mal silencio.

Cuando se hubo calmado el muchacho, restregó con fuerza el antebrazo contra sus parpados, limpiando sus lágrimas. Impulsado por una inmensa curiosidad, se alentó a devolverle aquella pregunto al capitán.      

-¿Y usted, capitán? ¿Qué es lo que usted quiere? –Aun entre hipidos.

Levi medito unos minutos, pensando si era realmente apropiado abrirse con un mocoso. Resoplo, como humano él también se veía en la necesidad de expresas sus propios sentimientos.

-Alguien que no se vaya. –Dijo en voz baja, se había dejado llevar. –Es suficiente, ya es muy tarde. –Dijo levantándose.

Eren lo vio levantarse, se levantó con rapidez del lugar donde estaba sentado.

-¡Capitán Levi! –Exclamo con energía. –P-por favor quédese un poco más, -Menciono ya cohibido. –Por favor.

-Duerme. –Ordeno con voz impasible. Seguidamente salió.

No  quiso pensar en qué hora sería. Sus pensamientos vagaban en lo transparente que era Eren, sus deseos no rozaban la mundana codicia. No podía asegurar que Eren fuese alguien bueno o totalmente cuerdo, pero podía asegurar que ese niño era un humano, un humano con personalidad; una persona.

Eren era versátil. Eso molestaba a Levi.

Si definitivamente Eren era como el té.

Sí.

Como el té…

.

.

.

… Amargo.

Notas finales:

Es algo raro ¿no? Me fascina la pelicula por lo cual pense que sería mejor dejarla como una obra de teatro para ajustarla a los contexto del fic. 

Supongo que es hora de subir la intencidad. Por lo que el prox. cap. ya esta casi terminado y empezará con la verdadera trama.

¡Me alegra que hayas leido! ¿Reviews?


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