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Una Semana. por Wermai

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Notas del capitulo:

Holaa, he vuelto!

Este cap, ya sigue la cronología normal, es decir, es la continuación del capitulo tres :3

Creo que no tengo nada más que mencionar, aparte de que amo cada uno de sus reviews, los leo más de tres veces cada uno (algunos hasta más veces) y me encanta responderlos. De verdad, muchas gracias por comentar y leer :D

Espero que les guste el cap.

Celos:

Asco.

Era exactamente lo primero que se le vino a la mente cuando vio al mocoso cadete tendido en el piso, lleno de tierra y sudor bajando por su frente y cuello.

Asco.

Y a pesar de eso, no se detuvo a la hora de ofrecerle una mano y ayudarlo. Es más, ahora que lo recordaba no corrió a lavarse las manos al instante, ni siquiera las limpio con el pulcro pañuelo de olor neutro que tenía siempre en el bolsillo derecho de su casaca.

♦♦♦♦♦♦♦♦♦

Y halo con pesadez de la puerta, solo para encontrarse con una escena que causo un nudo en su estómago.

El capitán Rivalle se encontraba sentado sobre una silla de la cocina, reclinado, con ambos brazos recostados. Su esbelta y elegante figura estirada, y posicionado sus talones sobre una mesa de té.

Se veía glacial e imponente. Y eso le pareció en extremo atrayente a Eren.

Lo que hizo que sus estomago se revolviera como si fuera a vomitar, no, definitivamente no fue Levi. Fue Petra.

La joven se encontraba a un costado del capitán con su pie hincado en el suelo y su mano en posición de saludo. Su cara estaba gacha, representando una completa sumisión.

♦♦♦♦♦♦♦♦♦

La reunión había comenzado, el capitán Levi se fue con rapidez ante la urgente llamada de Erwin. Le pidieron que llevara a alguien, Gunter fue su rápida decisión. La razón: en ese momento solo estaban ellos tres: Levi, Gunter y Eren. Levi argumentó que Eren era un mocoso.

Resignado volvió dentro y se dispuso a comer algo antes de marcharse a su cuarto. Se meditaba entre entrenar un poco más o simplemente ir a dormir.

A penas entrar en el comedor, lo encontró casi desértico, mucho más lleno de lo que pensó en un principio. En una de las sillas, con un codo sobre la mesa y la barbilla sobre su muñeca, se encontraba Petra, pensativa.

-Buenas noches. –Saludo Eren con buena cara.

-Buenas noches. –Gesticulo ella con pesadez. –Tu comida está servida –Mencionó señalando un plato frente suyo.

Eren asintió, intentando ignorar el estado de la mujer.    

Se sentó en la silla de madera, la cual chilló un poco. Su comida, anteriormente preparada y servida por Petra, descansaba a exactamente dos puestos de la mujer. Allí mismo estaba sentado.

Para mantener un orden cada día los deberes eran repartidos. Puede que hoy cocinara Petra pero mañana tendría que hacerlo Gunter y pasado a Erd, después de él vendría el turno de Eren. El único el cual era exento de cocinar era el capitán, por convenio mutuo, claro, y era, precisamente, para la salud y felicidad de los estómagos de todos. Levi apestaba en la cocina en absolutamente en todo menos, como era de esperarse, hacer té.

Aunque sus pensamientos vagaran por su cotidianidad, no pudo huir de las expresiones de mártir que se intercalaban en Petra. En momentos parecía María frente a la crucifixión, en otros, la mismísima Teresa de Calcuta en algunos de sus viajes por África.

Mierda.

Estaba a punto de ceder. Terminaría preguntándole que sucedía.

Después de del quinto suspiro, lo hizo.

-Em… Petra-san, ¿Sucede algo? –pregunto algo incómodo. Su comida no dejaba de saber deliciosa en su paladar. Eren llevaba un hambre que… ni decirlo.

Comía casi con gula.

La mujer le miro algo sorprendida, los dejes de melancolía no se desvanecieron.

-¿P-por qué lo mencionas? –Gesticuló, en su rostro una sonrisa forzada. Eren estuvo tentado a espetar un “¿enserio?” Pero en lugar de eso, continuo con su preciada labor de alimentarse. Aun así su rostro demostró sus emociones.

Escucho a Petra suspirar.

-¿Tanto se me nota?

El menor asintió, con inocencia.

Petra volvió a suspirar, pareciese que en cualquier momento se le saldría el alma en una de esas suaves y delicadas exhalaciones.

Ella le escrutó; Eren solo se dedicaba a comer, su plato en poco tiempo alcanzo la mitad. Al levantar la vista hacia los analizadores ojos de Petra, la mujer le sonrió.

Eren era un claro ejemplo de lo expresivos que podían llegar a ser los ojos de una persona, demostraban un poco sobre las cualidades excepcionales de las personas. Ese extraño y hermoso color verdoso generaba un sentimiento de candidez y confort añadido a una impecable sinceridad. Aquello hizo sentir a Petra a gusto, sintió la confía que necesitaba.

El muchacho solo seguía comiendo.

Y fue así por unos momentos.

Ella suspiraba con nostalgia, ella vio la necesidad de exponer sus penas mientras le miraba, él comía, solo comía. Ambos tenían algo en común. Pensaban igual. Ella suspiraba, él se limitaba a verle. Ella sufría en plena sala solo frente a él, él se encargaba de encerrar todas sus penas muy dentro.

-Quiero que me escuches, Eren, por favor.

A pesar de todo, Eren supo la importancia de la conversación que tendría en unos momentos.

-Claro Petra-san, sería un placer. –El tacto al expresarse se lo debía a Levi.

-Pero antes, promete que no se lo dirás a nadie. –Pensó que la cosa tal vez sería un poco más complicada de lo que creyó en un principio.

-Lo prometo. –Dijo con determinación.

Y el rostro de Petra se contrajo. Ella quería llorar.

-Ay, Eren, es que… ¡es muy duro! –Su gesto explicaba que, en realidad, lo era. Pero ¿Qué cosa pondría de esa manera a alguien tan fuerte y alegre como lo era Petra?

-¿Qué sucedió? –Pregunto con exceso de seriedad. Ella río sin gracia.

-El amor. –Eren no daba crédito. De un momento a otro se sentía tan frágil como ella. –Me enamore, Eren; de una forma estúpida y desesperada. Jamás había amado a alguien de esta manera, me duele. Me siento enfermizamente feliz. Pero todo es tan amargo. Lo odio y me gusta. No me entiendo y a la vez creo que todos los problemas acerca de mi futuro, presente y las decisiones que debo de tomar son bastante claras. ¿Por qué?

Eren le miro sin emitir un solo sonido. Un miedo infundado se apodero de él.

Ella agradeció el silencio y continúo.

-No quiero espantarte, Eren. –Dijo con una sonrisa maternal. –El amor es algo muy hermoso, es la fuerza más potente, es el E=m2x1000; jamás en mi vida he visto o sentido algo más lindo y reconfortante como las manos de esa persona, el amor es capaz de ofrecerte desde el Big-Bag hasta una simple rosa marchita. Lo sé, lo entiendo y me gusta pero… no deja de ser amargo. Y es por la persona de la que me enamore. –Petra miro a Eren directo a los ojos, lista para decir su secreto mejor guardado. –Yo amo al capitán.

Desde ahí él dejo de escuchar, pero ella no paro de hablar.

Ambos estaban en el mismo lugar, ambos tenían el mismo uniforme y compartían ideales. Ambos amaban a la misma persona.

Ahora ella hablaba como posesa sobre sus buenos momentos al lado de ese hombre. Ahora él quería llorar.

Ella paso más tiempo con ese hombre, él era un novato. Ella tenía más edad, él un mocoso. Ella era mujer, él hombre.

Ella tenía pechos, él musculo. No eran pechos… solo musculo.

Sabía que él no podía darle todas esas cosas que Petra sí.

-¿Y sabes? No pierdo la esperanza. –Suspiro –Sé que en el momento que se acabe todo esto el capitán ya no estará atado a tanta responsabilidad. Tal vez, solo tal vez, podríamos tener un futuro, una boda, una casa, hijos… -Petra rió un poco. –Loco ¿no? Pero no puedo evitarlo… Yo de verdad, verdad, amo al capitán.

“Yo también”

No lo dijo. Nunca lo dijo para ella.

♦♦♦♦♦♦♦♦♦

-Joder, las reuniones con el comandante son más tediosas de lo que me imagine. –Dijo Gunter sobándose las cienes. –Y no solo fue el complicado y extenso discurso del comandante. Mierda, ese lugar parecía una guardería.

-Era de esperarse. –Menciono Erd que, en escasas ocasiones, tuvo el (no) placer de acompañar al capitán.

-¿Guardaría? –Pregunto Petra con exceso de curiosidad. Eren chasqueo por lo bajo.

-Sí. El capitán y la capitana Zoe, parecían jugando al gato y al ratón. Pelaban, chillaban, la capitana molestaba, el capitán intentó asfixiarla en dos ocasiones, saco su juego de navajas suizas… -Resoplo. –Para luego ponerse de acuerdo y echarle la bronca al comandante que solo intentaba relajar el ambiente. Cinco minutos después los tres casi estallan otra guerra.

Todos rieron, exceptuando a Eren que solo hizo una mueca compungida. Nadie noto su expresión.

-Si no fuera por Mike-san… mejor ni pensarlo.

Volvieron a reír.

-Creo que hubiera terminado la capitana en el hospital, el comandante atado a un árbol y el capitán sin productos de limpieza. –Comento Petra secándose las lágrimas.

-Y nosotros hubiéramos sufrido su mala leche –Menciono Auruo, sintiendo un pequeño escalofrío, al parecer, colectivo.

-Bueno, el caso es que después de eso, se encerraron los cuatro en la tienda del comandante. No creo que el capitán llegue hasta muy entrada la noche.  

-Bien entonces es hora de dormir. –Menciono Erd.

-Sí, es hora. –Dijo Petra, saliendo del lugar detrás de Erd y Gunter. Tras ella salía Auruo.

-Necesito mi sueño reparador. Así que más les vale apresurarse.

-Muérdete la lengua y muere.

Los cuatro adultos salieron del lugar, caminando rumbo a sus habitaciones. Seguían charlando amenamente. Casi volteando por el corredor, Auruo notó la ausencia de Eren. 

-¿Qué pasa, mocoso? No escuchaste, lárgate a dormir. –Le grito Auruo al notarle aun sentado en el comedor.

-Y-yo… aun. –Silencio. –Quiero quedarme un poco más aquí.

-¿Qué? ¿Me estas cuestionando, chiquillo de mier- El hombre, nuevamente, había mordido su lengua.

-Hey, no seas pesado. Déjalo un rato. –Llego Petra en su defensa.

Los otros dos también se detuvieron para echar un vistazo al escándalo que sus compañeros acababan de armar. Gunter fuer el primero en sonreír. 

-Sí, yo tampoco veo el problema.

-Ni yo.

-Hmp, solo ayúdame, mujer. –Hablo con dificultad el hombre. Silenciosamente dio su aprobación. No necesaria, por supuesto.

Eren se sintió feliz por breves segundos. Pero su amargura era lo único que reinaba en esos momentos.

Ella fue la primera en defenderle. Lo agradeció, pero también le molesto.

Contradictorio.

Sumergió su rostro entre sus brazos, su corazón en la incógnita y…

…Le espero.   

♦♦♦♦♦♦♦♦♦

A eso de las doce pasadas llego de nuevo.

Las reuniones con Erwin, Hanji y Mike, resultaban ser extrañamente perturbadoras.

¿Si estaban a punto de asesinarse entre ellos tres, y Mike intentando no perder del todo la cordura, como terminaron brindando con sake y riendo, cada uno a su manera? Afortunadamente, lograron hablar de los temas importantes antes de la media noche. O antes de que Hanji perdiera su cordura momentánea y les contagiara algún plan absurdamente loco y suicida.

Arrastro sus pies por el lugar hasta llegar a la gran sala que daba al comedor. Sabía de antemano que su comida estaría esperándole y, afortunadamente, un té también. Era algo extraño, se sentía un adicto; admitía que también le encantaba el café, pero este último era mucho más complicado de conseguir, sin mencionar que también era mucho más costoso.

No había la necesidad de decir que mantener ciertas aficiones no era en lo absoluto sencillo en medio de un escenario casi apocalíptico.

El lugar estaba sumido en la casi absoluta penumbra. Levi decidió no molestarse en prender algún tipo de luz. Sus sentidos eran bastante afilados como para no poder moverse con maestría en el lugar en el cual residía desde ya bastante tiempo.

Y no tuvo la necesidad en absoluto. Su memoria guardaba la posición de los objetos y sus oídos podían captar así fuese el chillido de un ratón intentando huir. Sus ojos, aunque muy poco, lograban captar leves sombras solo con lo poco que alumbraban pequeños hilos de luz lunar que se colaban en el lugar. Camino sin afán hasta lo que se supone sería la estufa y una pequeña llama azul que no era capaz de alumbrar más allá de un par de centímetros cuadrados a su alrededor.

Las llamas eran azules, en sus puntas amarillas. Levi notaba como danzaban con peligrosa sincronización; no era malo a la vista, era hipnótico. Se mantuvo casi estático, su figura difuminándose en el cuadro oscuro de la habitación. Levi se preguntó esa noche si acaso su futuro se vería igual a esa sutil llama azul. Como ese comprimido gas apresado en delgados tubos, atentos a cualquier anomalía para proceder; estallar o actuar como sutil veneno.

La vedad, ahora que lo pensaba, esa llama siempre fue como su vida. Un instrumento comprimido para el uso de alguien más.

No era feliz, no se mentiría. Pero creía en el futuro, en que pronto estallaría una nueva revelación, una profecía muerta en el fondo del mediterráneo.  

Con la vista fija en la llama, su mano actuó por sí sola, acercándose con lentitud a la llama, preguntándose si dolería como su vida o si ya no era capaz de emitir o sentir. No era una flama, era demasiado baja, lo era cuando sus dedos se posicionaron sobre ella y su mano entro en calor. No lo tocaba y aun sentía calor. Y la bajo sintiendo como su huella índice se quemaba por breves segundos… uno… dos… tre-

-¿C-capitán?

Ante la voz, Levi aparto sin mucho afán su mano del fuego. Sin molestarse mucho en preguntar de quien se trataba, se dirigió a una de las antorchas a un de la puerta, cerca de su costado izquierdo.

Y la prendió alumbrando el lugar, dejando ver a Eren con su cuerpo un poco encorvado sobre la mesa, bostezando sonoramente, con sus manos restregándose en sus ojos tratando de apartar los vestigios de sueño.

Vio, por primera vez, un plato de comida tapado sobre la mesa.

-Mocoso. –Respondió sin interés. -¿No deberías estar descansando?

Los grandes ojos se posaron sobre su superior; Eren se sintió por unos momentos confundido y mareado, aun sentía como las ganas de dormir se cerraban sobre su consciencia. Pero al hacer contacto con Levi, recordó en segundos las últimas horas de su vida; su conversación con Petra, la frustración y por qué estaba allí a esas horas a pesar de ser bastante tarde.

De inmediato, se rostro se coloreo de su fuerte rojo. Desvió un poco su rostro.

-Oe, mocoso, te estoy hablando. –Le espeto furioso Levi al notar como Eren ignoraba su anterior pregunta.

El muchacho trago duro aun sin darle cara al capitán.

-Y-yo… -Titubeó. –Uhm…

Levi levanto una ceja mirándole impasible, aun si Eren no le miraba.

-Tú, ¿qué?

Eren podía regodearse de ser una persona bastante determinada e impulsiva, pero solía amedrentarse constantemente bajo la impasible mirada de su superior. Había tomado una decisión desde el instante en el que decidió esperar por Levi, estaba resuelto a saber qué clase de situación envolvía a su superior con su compañera. Pero, ahora, con Levi a solo unos cuantos metros de él, su lengua se trabó.

Por ahora no tenía muy en claro cómo debía actuar. Decidió evitar el tema.

-Yo… me quede dormido. –Bueno, en parte era cierto.

Le vi no dudo de las palabras del soldado. Se encargó de dirigirle una mirada de reprobación y seguidamente dirigirse a la suave llama de la concina.

Puso el agua para un nuevo té. Decidió que prefería dejarla a fuego bajo.

Eren pudo notar la presencia del capitán se sentaba a su lado, en ningún momento le quito los ojos de encima. El hombre se dispuso a alimentarse, puliendo los cubiertos bien limpios con un pañuelo.

-¿No va a recalentarlo? –Le pregunto el muchacho.

-No creo que haya necesidad de recalentar una ensalada, mocoso. Pero no juzgo tus asquerosos gustos.

Eren hizo una mueca extraña.

-No sea cruel, capitán. –Levi solo bufo; Luego de eso, se hizo el silencio.

A diferencia de los variados silencios que había compartido con el resto de las personas de su escuadrón, Levi no se sentía incómodo con el mocoso a su lado, y aunque tampoco era el caso con sus otros subordinados, con Eren era mucho más relajante, tal vez fuera esa la razón por la cual no le reclamaba el quedarse allí.

El muchacho solo podía sentirse contrarió a los sentimientos de Levi; estaba sudando en exceso y si no fuera porque podía convertirse en titán, estaría mordiendo su labio con fuerza. Sus nervios recorrían su cuerpo y el cómodo silencio solo acrecentaba su ansiedad. Miraba con intensidad a Levi, en ocasiones recargando su mentón en su mano.

-¿Por qué he llegado tan tarde, capitán? –Eren solo tenía la intención de iniciar conversación, pero casi sin poder evitarlo, su voz pareció más un reclamo que una pregunta casual. Levi opto por omitir el tono de voz de Eren.

-Erwin pidió que se extendiera la reunión. –Explico con simplicidad.

Eren soltó un escueto “ah”, recordando lo mencionado antes por Gunter. Levi miro casi por décima vez cubiertos; haciendo un leve gesto de conformidad, se dispuso a alimentarse.

-El próximo martes es la expedición número 57, mocoso. –Levi levanto un poco su mirada hacia él. –Tu primera expedición.

Por breves momentos la cabeza de Eren se vació, solo dando cabida a las palabras de su superior. Le miro con completa seriedad, sosteniéndole la mirada. Luego, se limitó a dar un suave pero firme asentimiento. 

Levi bajo su mirada, dedicando toda su atención a su plato. De vez  en cuando mirando de soslayo al agua que se resistía a hervir.

Era su primera expedición, su cuerpo y mente se llenaban de diversos sentimientos, la emoción por comenzar una nueva misión le llenaba de una gran expectación, pero también persistía en si los inicios del miedo. Por su mente desfilaron los recuerdos de cuando era un niño y veía como varios soldados llegaban muy mal heridos. ¿Cuántos morirían? Él mismo podría ser víctima de un destino despiadado. Al fin y al cabo, su situación era complicada.

-Deberías ir a dormir, mañana tendrás que entrenar nuevamente; intenta esforzarte al máximo, Eren. –Volvió a decirle Levi, sacando a Eren de su estupor.

De verdad, era que nunca llegaba a entender del todo a Levi; era alguien que sabía que decir en los momentos necesarios, como también capaz de leer las expresiones en el rostro y acciones de las personas.

Eren volvió a conectar ambas miradas. Viéndole con completo profesionalismo, aparentado alguien años mayor que él.

-Capitán, -Le dijo, sin apartar la mirada, con esa mirada determinada que llenaba de estupefacción a Levi. –Le aseguro que intentare dar lo mejor de mí. –Aseguro.

De una forma sutil, Levi levanto la punta derecha de su boca, formando una pequeña sonrisa. En su mente se presentaba ese mismo instante en que le vio, el mismo potencial que veía en el muchacho, la razón por la que decidió cuidar de él.

El corazón de Eren se aceleró. Eran contadas con los dedos de una sola mano las veces que el capitán habría sonreído frente a él, sin exagerar hasta le sobrarían un par de dedos. Era una mueca bastante extraña, pero le gustaba. Le hacía ver mucho más joven de lo que ya aparentaba. Un nuevo repiqueo acelerado se asentó en su sistema circulatorio cuando Levi le miro directamente sin borrar aquella sonrisa.

- Si te esfuerzas puedes hacerlo bien, mocoso.  

Su cara ardió.

Diosas, no estaba preparado para escuchar esa frase de Levi mucho menos para ver esa sexy sonrisa torcida. Eren entendió que deseaba ver esa mueca mucho más seguido.

Y de nuevo ese extraño malestar de hace unas horas retorno a él, el malestar ante la declaración de Petra. ¿Levi lo sabría? ¿Le correspondía? ¿La había besado, tocado, acariciado? Acaso, ¿le habría dicho las mismas palabras alentadoras o regalarle una pequeña sonrisa torcida como a él? Un enojo infundado se implanto en él, haciéndole apresar con fuerza sus manos en puños.

El capitán volvía a ignorarle, pero en Eren volvía la necesidad de aclarar sus dudas. Aun así algo en su estómago le dio un especial malestar, unas leves cosquillas.

Por ahora sería sutil. Había prometido a Petra que guardaría su secreto y así lo haría.   

-Capitán, usted… bueno –Levi le miro frunciendo un poco el entrecejo. -¿Qué piensa de, ya sabe, su escuadrón…?

Por unos momentos el mayor le miro confundido, pero se limitó a responder la pregunta del cadete.

-Los mejores, obviamente. Yo mismo los escogí. –Eren le miro dudoso, eso lo sabía. Pero no era exactamente eso lo que Eren quería saber.

-L-lo se… pero, yo me preguntaba, cómo los veía de forma más… ¿personal? –El hombre se limitó a encogerse de hombros y Eren supo que no le respondería nada. –Debe haber algo ¿no? Usted lleva bastante tiempo conviviendo con ellos, debe pensar algo de ellos ¿cierto, capitán?

Nuevamente parecía como si el capitán le ignoraba. Aunque Eren en ningún momento despego sus ansiosos ojos de él.

-Ellos… -Eren sonrió al notar a otro dispuesto a hablar con él. –Son buenas personas. –Y no más. Ni una sola palabra más salió de sus labios. El joven cadete chisto frustrado.

-¡A eso no me refiero! –le reclamó. Levi hizo uso de todo su autocontrol para evitar golpear al mocoso por el tono de voz que empleo, eso solo hizo a Eren hacer un puchero infantil. –Quiero saber qué piensa de cada uno capitán.

Ante el suspiro resignado de Levi, Eren se contuvo de sonreír.

-No entiendo por qué tienes tanto interés en eso. Eres extraño. –Levi hizo una pequeña pausa. –Son mis subordinados y mi equipo, solo mantenemos un relación estrictamente profesional. Están bajo mi cuidado y mandato, al igual que tú. No hay nada más fuera de eso. Son buenas personas y bastante eficaces en su trabajo, pero yo solo soy su capitán. Ahora déjame comer en paz, mocoso impertinente.

Eren no pudo suprimir la sonrisa que se implantó en su rostro. Levi no tenía cariño especial por ninguno de sus compañero; no sabía si era lo más acorde pero le hacía feliz la casi indiferencia del capitán para con los demás.

-Eso quiere decir que usted no tiene ningún cariño especial por ninguno ¿cierto? O favoritos o algo similar ¿cierto, capitán Levi? –El nombre se le había salido gracias a la pequeña emoción momentánea, y sabía delicioso, decir el nombre de esa persona, era delicioso.

-Tsk; eres fastidioso. Te he dicho que no, y ¿Qué esa mierda de cariño especial? Deberías dejar de andar viendo tantos comics, mocoso. Parece que solo te pudren el cerebro.

Eren se rió por lo bajo.

-Usted siempre es tan cruel, capitán Levi. –Eren se recargo en la mesa, mirándole. -Aunque sea rara su indiferencia frente a sus compañeros-

-No soy indiferente, Eren. Es mi deber que es diferente. –Respondió. –Conozco a cada uno de mis subordinados, sus fortalezas y debilidades, sus familias, aspiraciones… -Eren ponía demasía atención en cada palabra de Levi, a media que el hombre hablaba su sutil sonrisa se borraba. De nuevo comenzaba a sentir celos, ahora no solo de Petra, de todos sus compañeros. –Por eso te puedo asegurar que estarás seguro con ellos. Puede que hasta yo tuviera lo que tú llamas “favorito”

Eren se levantó de su silla con rapidez.

-¡¿Quién?! –Le exigió. –Petra ¿cierto?  

Levi miro confuso ante la extraña reacción de su subordinado. Hasta algo confundido, solo se limitaba a observar la actitud tan cambiante de Eren.

-Supongo que hace un té delicioso. –Menciono casualmente. Y con solo eso, Eren explotó.

-Lo sabía. –Casi le grito. –A usted le gusta la señorita Petra. –Levi abrió sus ojos ante la sorpresa.

-Oe, mocoso, ¿de que estas hablan-

-Debí haberlo notado desde un principio que usted y la señorita Petra tenían ese tipo de relación.

De momento Levi se levantó furioso, encarando al menor. Sin medir fuerza lo tomo por el cuello de la camisa y lo golpeo contra la pared cerca de ellos. Apresándolo con fuerza.

-Qué te pasa, estúpido mocoso. No sé qué mierdas pretendes diciendo tanta bazofia. Y más te vale explicarte ya mismo.

Levi ejerció más fuerza su agarre contra el menor, casi cortándole la respiración. Vio como Eren luchaba por aire, mirándole dolido y unas cuantas lágrimas escapaban de sus ojos.

-Explícate ahora, mocoso –Ordeno.

Entre la espesura de sus pensamientos, Eren solo veía la indiferencia en los profundos ojos grises del hombre frente a él. Si no fuese por la fuerza que aplicaba cerca de su garganta y los gruñidos que salían de su garganta, ni siquiera adivinaría lo furioso que estaba.

Era la hora. Ya no importaba nada más. Había comenzado un juego ya perdido.

Dos palabras susurradas fueron suficientes para que Levi lo soltara de golpe, dando pasos hacia atrás, mirándole con sorpresa.  

♦♦♦♦♦♦♦♦♦

Podía ser que su vida pasó por sus ojos con un flashback en blanco y negro y otras partes en sepia, pudo escuchar la melodiosa voz de Kuchel y un par de flores amarillas en medio de un terreno baldío. Un mal cortometraje monocromático llenaba su mente; veía como sus demonios danzaban desesperados alrededor de una gran fogata. De forma casi súbita, un miedo infundado se abrió paso a través de su sistema nervioso.

Cuando escucho su corazón muerto latir, entro en pánico.

Por un par de momentos, creció en él un leve sentimiento similar al terror ante las palabras del muchacho. Quiso correr del lugar e ir a vomitar, sus manos sudaron un poco y su respiración se hizo irregular.

Quería huir, lejos del mocoso.

Solo fueron necesarios unos cuantos segundos más para que volviera en sí, para tomar control y calma de su, a veces, desequilibrada mente. Conto hasta 10, con lentitud, recobrando el lento andar de su pesada respiración.

Levi pensaba que había hecho un gran escándalo, que habría golpeado al mocoso y mandado el agua caliente de su té a la mierda. Pero simplemente estuvo allí mismo, sentado, mirando con un expresión de sorpresa e incredulidad al menor.

Pero no podía negarlo, sentía que acaba de pasar por un ataque de pánico, como hace ya bastante tiempo no le sucedía. En esos momentos seguía sintiendo el estupor de sus reacciones en su mente.

¿Cómo era…? ¿Cómo hacia ese jodido niño para hacerlo desesperar con dos simples palabras? Si era sincero era la primera vez que las escuchaba mientras miraba tanta determinación en los ojos de alguien.

Dos palabras. Solo dos. Y la voz melódica de Eren golpear en sus oídos.

-“Te amo”   

Notas finales:

¿Qué tal? Gracias por leer y espero ansiosa sus opiniones ^^


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