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Una Semana. por Wermai

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Notas del capitulo:

Hola! Lamento mucho haber ktardado tanto con la conti. Espero que aun hayan persona siguiendo el fic.

Se que no tengo escusa, pero es que he tenido un problema gigante, y hasta ahora es que he podido abrir un poco de tiempo... bueno, algo así.

Quiero, como siempre, decirle lo mucho que aprecio cada review, y que si no he podido reponderlos todos es porque ya voy endemoniadamente tarde a clases. 

Peroo en el transcurso del día intentare responder todos.

Muchas gracias por cada comentario y por cada lectura :')

Espero que les guste.

Lo habían rechazado.

Vale, por fin lo aceptaba, bueno no exactamente. Por fin lograba hacer que su cerebro fuera capaz de decodificar las entonaciones nacidas desde la garganta de su hombre -que su negaba a serlo- hasta crear ondas que golpearan con sus oídos. ¿Por qué nadie le había explicado lo complicado que era razonar después de entrar en shock?

No es que malinterpretara las palabras de su superior, es decir, Levi solía hablar entre líneas ¿no? En lo absoluto sus palabras habían sido lo suficientemente concisas y claras. En realidad, Eren escuchaba aquellas entonaciones en playback. La voz del capitán había sonado fingida; Como en una especie de humo negro y espeso, sin suficiente aire para pensar exactamente lo que el muchacho de ojos verdes decía.

O tal vez el capitán Levi era demasiado tímido y no quiso aceptar tan abiertamente que, bueno, bateaba para el otro equipo. O que era un lolicon que pasaba los 30.

Mierda, cualquier cosa.

Cualquier cosa antes de realmente ser consciente de que lo habían dejado justo en la MocosoZone.

Su madrugada había empezado como cualquier otra: con maldito frío congelándole el trasero. Con la única diferencia de que ahora asesinar a todos los titanes era su única prioridad. Tenía un nuevo estímulo para levantarse con la energía de un toro. Su objetivo estaba bastante claro. Por las diosas que sí.

Haría que el vejete le correspondiera.

Por un segundo quiso reír, Levi le golpearía de saber la forma en la que se refería a él.

No lo hizo.

El amargo sabor de la noche anterior volvió a su joven cuerpo, un amargo sabor que intento cubrir con malos chistes.

Igualmente, algo dolió en su pecho. Quería salvar a Levi, pero ni siquiera le conocía lo suficiente para saber exactamente de qué deseaba salvarle. La ridiculez de las meras especulaciones, lo tentaron a darse por vencido de una buena vez.

Pero…

Dibujo una torcida sonrisa, un gesto que parecía doloroso. Sabía que sería mucho más doloroso el rendirse al no hacerlo. Él mismo había cavado su fosa, pero estaba más que seguro que solo era el principio.

Se sentó en su cama e inmediatamente un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir el frío del cemento en sus pies. Duro un par de minutos en esa misma posición. Aun le dolía parte de su cuerpo, pero aun así su castigo no había sido removido.

Miro la puerta con ilusión, llevaba 20 minutos de retraso y aun el capitán no se había presentado para reprenderle. Después de media hora, se dio por vencido. Levi no se presentaría.

Resoplo antes de levantarse de su lugar, lavar su cuerpo y comenzar con sus labores del día.

♦♦♦♦♦♦♦♦♦

Hanji Zoe era una persona por todos los sentidos fantástica.

Literalmente, claro.

No parecía en lo absoluto una mujer real. Ni mujer, ni hombre o cualquier cosa que se pudiese considerarse dentro del extenso grupo de pertenecientes al reino animal. Mucho menos al selecto grupo llamado como el de “animales pensantes”.

No es que la capitana Hanji Zoe no poseyera aquella magnifica facultad de razonar. En lo absoluto.

Contrariamente, Hanji Zoe lo podía hacer mucho mejor que siglos de generaciones a los largo de la historia y prehistoria.

Inteligente de forma casi excesiva, fuerte, habilidosa, valiente… con un muy alto fetichismo suicida, sobre todo si este envuelve estar a centímetros de titanes o de su queridísimo amigo Levi Rivaille.

Debía ser por encima de todo, aquel último punto lo que la haría entrar en el concepto de irrealidad: no tenerle miedo de ser devorada o asesinada por aquel extraño hombre.

Como cada día desde hace un par de meses, la capitana y científica Hanji Zoe entraba al comedor general del escuadrón de reconocimiento con un peculiar manera de caminar; De una forma ridícula y algo prepotente, que hacía que cada mañana Rivaille bufara fastidiado, ya que el hombre alegaba que aquel engendro humano solo deseaba restregarle su más de metro setenta en la cara.

Y por supuesto, Hanji jamás se vio en la intensión de desmentir tal acusación. Aquella era una de sus aficiones favoritas, molestar al enano. Bueno, admitía que quizás a Erwin y Mike también, pero nada se comparaba a las reacciones de molestia de su no tan joven amigo.

Pero dentro del amplio campo de aficiones de Hanji Zoe: Científica y soldado; no solo existía el molestar a sus amigos más cercanos, sino también la candente pasión por la experimentación, y mucho más si era experimentación relacionada con titanes. Pero Zoe era consciente que conseguir a ciertos sujetos de prueba era más complejo de lo que parecía a simple vista. Eso, en parte, rompía el corazón de la científica.

Pero, como un raro spin off de un comic Marvel, Hanji (y la humanidad en general, pero en específico Hanji) conocieron una esperanza. Eren Jaeger.

Eren, en palabras de Hanji, es un amor. Dulce, sumiso a la hora de seguir ordenes, pero primordialmente, capaz de convertirse en titán. Hanji Zoe siente cierto grado de aprecio por Eren… o más bien por el valor científico que representa Eren.

No es que ella fuese una persona desalmada o cruel, que no considera al muchacho más allá de sus propios experimentos, pero la vida le había concedido una visión diferente de esta misma.

Conmuta mucho el concepto de hombres y mujeres, cuando en lugar de eso es hombres y mujeres a punto de ser exterminados.

Si, realmente, conmuta.    

Además no es como si ella fuese como enano de Rivaille, quien se inquieta constantemente por el estado del niño.

Era cierto, Hanji pondría en riesgo su vida por salvar al dulce de Eren… Pero también puso en riesgo en muchas otras ocasiones su vida en vano.

A veces, era difícil diferir la realidad de su laboratorio… mental. Otras veces, era imposible ignorar la verdad.

Por otra parte, a Hanji le fascinaba mezclar sus hobbies, razón por la cual cada mañana se sentaba al lado de su enano mejor amigo y al lado del cejón, también, mejor amigo; a preguntan por Eren.

-¡Levi~! –Grito contenta, llamando la atención de todas las personas a su alrededor.

-Al diablo con tener una mañana tranquila.

Erwin a su lado rió.

-Cálmate Rivaille. Intenta contar hasta diez.

Levi enarcó una ceja, disgustado.

-No me trates como a un mocoso, Smith.

-¡E-NA-NI-TO! ¡Mi querido excéntrico de limpieza! ¿Cómo amaneces hoy?

Hanji casi corría a la mesa que compartiría con sus dos amigos. A su lado Mike y Nanaba reían por lo cotidiano de la escena.

Por su parte, el hombre apodado más fuerte de la humanidad, comenzaba a sentir una desenfrenada desazón, que le dio una migraña inmediata y aumento su ritmo cardiaco. Erwin solo atino a reír muy bajito.

-Vamos, cuente conmigo capitán: uno… dos… tres… -Bromeo, de nuevo, su rubio mejor amigo.

-¿Te alegras de verme, Rivaille? –Comento en gritos Hanji.

-Cuatro… cinco…

-Sé que me extrañaste. Aun te robo el sueño, enanin, admítelo.

-Seis… siete… ocho…

-Pero lo siento, amigo, los prefiero de más de uno ochenta… o por lo menos que me lleguen al hombro. –Hanji, divertida, se encogió de hombros.

Por otro lado Erwin detuvo su extraño conteo para reír casi a carcajadas. De fondo la risa contenida de Nanaba le acompañaba.

-Ah… -Suspiro Mike. –Ahí vamos de nuevo. –Dijo a la par que volvía su atención a la comida.

Y tal como dijo el hombre, en medio de los gritos de Zoe y las risas de Smith, Levi exploto.

-Ustedes dos, hijos de puta, más le vale que cierren el maldito hocico en este instante antes de que pierda la casi inexistente paciencia que tengo y decida cortarles la yugular para que se desangren o ahoguen con su pútrida sangre. Me divertiría mucho lanzando sus asquerosos cuerpos desde el muro y reiría mientras observo como los titanes se devoran sus restos para luego cagarlos.

Inmediatamente, las voces del rubio y la castaña se apagaron por completo. Levi no tuvo la necesidad de alzar la voz. El tono frío y desalmado que era natural en él fue suficiente para despertar el miedo en medio comedor, aunque la mayoría ni siquiera hubiese entendido sus amenazas recitadas en voz excesivamente baja.

-Sabes que los titanes no cagan ¿cierto? –Dijo Zoe mirándole confundida, ignorando totalmente su amenaza anterior.

-¿Volvimos a la etapa de los chistes malos con la mierda? –Exagero preocupado Erwin. En el ojo derecho del capitán Levi apareció un pequeño tic.

-Al contrario, mi cejón amigo. Nunca salimos de esa etapa. –Analizo Hanji.

-Es cierto. –Apoyo Mike, quien había decidido no meterse más en peleas de niños desde el día de la reunión, hace una noche.

Un gruñido frustrado escapo de la garganta de Levi antes de apoyarse en su mano y darles una mirada de odio a sus amigos.

-¿Por qué no olvidamos el teatro y vas al punto, anormal de mierda?

-Y dale con los chistes de heces.

-No es chiste, enferma mental… de mierda.

Hanji rió un poco, antes de dar por terminado la sesión de bullyn diario a Levi. Se sentó de forma burda y pesada en el pequeño espacio que existía entre Nanaba y Rivaille, casi haciendo caer a la primera.

-Que femenina. –Comento Levi, sin pisca de gracia.

-Quiero~ -Canto Hanji. –saber cómo amaneció Erencito.

-Igual que todos los malditos días, cuatro ojos.

-Oh… ¿En serio?

Hanji había agregado aquel último comentario con mera inocencia, solo para llenar el vacío de palabras que su compañero solía crear. Pese a todo había dado en el clavo y el capitán no había podido evitar sentirse aludido y hasta algo ofendido, rememorando las escenas de la noche anterior, la ira reapareció en él. Sintió un fastidio déspota por Hanji, sorprendiéndose a sí mismo por eso.

Nuevamente, hizo como un par de días antes y, sin probar siquiera su comida, se levantó lleno de ira. Por primera vez en años, fue totalmente inexpresivo a los ojos de la científica.

-No lo sé, Zoe. ¿Por qué mejor no se lo preguntas en lugar de joderme la existencia? –Su voz, igualmente, sonó inexpresiva para Hanji.

Luego de eso, Rivaille se retiró.

El lugar se sumergió en un incómodo silencio que peso hasta para la mismísima Hanji Zoe: Científica y capitana. Algo en su pecho pico por breves segundos y solo atino a dirigir su mirada a Erwin.

-¿Qué…?

-Ni lo menciones. Al rato Petra le llevara algo de comer. –Erwin había adoptado su posición formal, esa que solo utilizaba con ella a la hora de hacer estrategias. Hanji pudo divisar algo de preocupación en el rubio.

Ella asintió, el resto de la mañana comieron en silencio.

♦♦♦♦♦♦♦♦♦

Para Hanji los días seguían siendo azules, aun podía ver la claridad de los rayos del sol al golpear contra su rostro y apreciar con afán las dulces gotas de agua dulce caer a la hora de la lluvia. No podía, sin embargo, ver el despejado cielo mañanero sin pensar en Erwin, a la vez que no podía ver el cielo mañanero en los días grises, cuando todo el día amenazaba con llover sin pensar en Rivaille.

Lo sabía, hace mucho lo supo.

Rompió el código.

La regla de oro.

Esa regla no dicha que todos los veteranos sabían y llevaban como su copia del Corán.

Esa regla, única fuente de dicha dentro de las tropas.

No amar y ni sentir piedad, por nada, por nadie.

Pero, ¿cómo iba la gran Hanji Zoe a no querer a ese par, si con los años fue lo único que le quedo? Tanto Erwin como Rivaille habían sido lo único inmutable en muchos años de vida, lo que le quedaba. Ellos y los titanes.

Y su mismo cuerpo impaciente por descansar, por lazar una última exhalación. Ese cuerpo que guardaba una locura tan inmensa como su cordura.

La existencia inestable y humana de Erwin y Rivaille le recordaba que aún era humana, que era muy pronto para morir.

Tal vez hasta se engaña a sí misma, y solo utiliza a ese par para mantenerse cuerda. A veces delira y duda si realmente Erwin y Levi están vivos. A veces piensa que los inventa y en realidad Erwin murió durante esa expedición donde hallaron al primer excéntrico y Levi se suicidó poco después de encontrar los cuerpos del par de chicos que entraron con él al escuadrón… esa muchacha de cabello rojo y el otro apuesto joven de cabello bicolor.

Claro, Hanji Zoe recuerda muchas personas. Miles y miles de personas.

Todas muertas.

Acontece que luego de contar hasta diez veces cien reconoce la realidad y nota que en verdad nunca cuenta más allá del número 20. Y con un poco de “enano” y “cejón” recuerda que aún no se encuentra del todo sola.

Admite, también, que los miles de rostros jamás abandonan su cabeza; como si fuesen imágenes con movimiento, unas en blanco y negro, otras a color, otras de un rojo intenso.

No puede evitar que las persona que ve a su alrededor parezcan cadáveres, como tampoco puede evitar escribir en su cabeza un par de frases dedicatorias para lapidas para cada miembro del escuadrón y ya tiene decidida que flor sería más conveniente llevar el día del velorio. Si es que lograban recuperar el cuerpo…

Da un respingo cuando Erwin toca su hombro. Sintió que alcanzo un número de tres cifras en su conteo cuando no paso a más allá de 5.

Ella le miro consternada y él le acaricio el hombro disimuladamente. Luego le señalo al entrada del comedor por la cual se asomaba un sudoroso Eren, el lugar estaba casi desierto.

Calculaba que posiblemente hubiesen pasado más de una hora, pero ella no había probado su comida. Desde que Levi se fue, se sintió entrar en un lapsus temporal.

Cambio su semblante por una sonrisa y comenzó a comer con rapidez, terminado en un tiempo compatible al de Sasha.

-¡Eren, buen día! – Se levantó gritando y yendo al mismo sitio que el joven recluta. Le abrazo por los hombros y rio estrepitosamente.

-Ehm… Buen día, Hanji-san. –respondió incómodo.   

-Ah~ hoy es un lindo día. Perfecto para hacer experimentos.

-Sino… -El muchacho suspiro. –Sino lo noto, Hanji-san, está a punto de llover. Es un día gris.

-¿Y no crees que es hermoso? –Sonrió encantada la mujer. -¡Vamos, Erencito! Tengo planeado todo el día de hoy contigo. Hasta hice un itinerario. 

-P-pero Hanji-san, no he comido… además… el capitán no me ha dado permis-

-No te preocupes por el enano, no está. –Le dijo al notar como Eren buscaba al mayor con la mirada. –Está en sus días especiales de mujer. No lo molestemos ¿vale? No creo que le importe. Además como no hay sol no tendrás que convertirte en titán y no necesitaremos a ese gato amargado. Por lo otro, puedes ir comiendo en el camino o en el laboratorio, recuerda que patoso de Levi no estará, puedes hacer el desorden que quieras, cariño.

A regañadientes Eren tuvo que aceptar pasar su día con Hanji.     

Mikasa gruñía molesta y Armin trataba de calmarla, a la par que Hanji tomo un recipiente con comida y arrastraba fuera a Eren, todo ante la atenta y maquiavélica mirada de la asiática.

Antes de salir, Hanji dedica un extraña mirada a Erwin ante lo cual este solo la ignora.

Fuera del lugar musita: -Maldito enano.

Y Eren finge no escucharle.   

♦♦♦♦♦♦♦♦♦

Por ahora, Eren se limita a intentar controlar a Hanji; Después de haber terminado de alimentarse, ambos se dirigieron al laboratorio de la mayor. Cuando ella le pedio que se desprendiera de la camisa para hacerle un par de exámenes noto los moretones en su pecho y costado. No le había quedado más opción que explicarle a Hanji que tuvo un leve percance con el capitán. Y la mujer, extrañamente, había explotado en ira.

-¡¿Por qué te golpeo así, Eren?! Es un cerdo.

-No es nada, no se preocupe. –Dijo Eren con tono desesperado. –Fue mi culpa. No se moleste con el capitán.

Hanji le miro por breves instantes con incredulidad y reprobación, como si en ella se cerniera una gran decepción.

Lanzando sus manos a ambos costados de su cuerpo, comenzó a negar.

-Eres increíble, Eren. ¿Es que acaso no te has visto en un espejo? ¡¿Cómo puedes defenderlo?! ¡Mírate! –Regaño frustrada. –Levi es un maldito hipócrita.

Eren solo atino a agachar su cabeza y  acatar con sumisión el regaño de Hanji. Contrario a todo, la mujer parecía bastante preocupada.

-No es su culpa… -Comenzó a defender bajito. –Yo dije cosas inapropiadas.

Hanji bufo.

-Por más inapropiadas que fueran, se está excediendo. –Dijo con un tono frío. –Si supieras el escándalo que hizo el día en que te lastimaste el brazo en los experimentos. Llego con la estupidez de “No tienes el derecho a hacer mierda a mis subordinados, Zoe” –Imito jocosamente la voz de Levi. –Me echo mierda junto a Erwin durante días.

-¿Mierda…? –Pregunto confuso el cadete.

Hanji relajo sus facciones y le miro con ternura. Le acaricio un mechón castaño.

-No lo digo de forma literal, cariño. Levi estuvo muy molesto y tuvimos que aguantar su cara de estreñido. –Suspiro y mirando a Eren, agrego: –No está nada bien que Levi te golpee de esa forma, Eren.

Eren bajo su rostro, un poco sonrojado. Una sensación placentera se asentó en su estómago al pensar en Levi defendiéndole frente a la científica. Igualmente, la contradicción poco a poco volvía a él al pensar en su capitán.  

-En serio fue culpa de mi imprudencia, Capitana. –Era cierto. Si Eren no hubiese dicho nada, posiblemente Levi no hubiera tomado represarías. La noche anterior no dejaba su mente, los ojos, movimientos, sentimientos y dolor, le tenían en vela. -Y-yo… -Dijo muy bajito y repentinamente sus moretones volvieron a doler. –E-es mi culpa…

Sintió la familiar sensación de picazón en sus ojos y el ahogante nudo en su garganta. Comenzó a respirar pausadamente con la intención de controlar sus emociones.

Hanji, a quien no le había pasado desapercibido el estado de Eren, apretó el hombro del muchacho con fuerza, dándole apoyo.

-Ya, Eren. Levi es un pendejo.

El muchacho, por esta vez, tuvo que estar de acuerdo.

Duraron así un par de minutos, con un Eren luchando por controlar sus sentimientos y una Hanji dándole apoyo.

Cuando Eren pudo hablar sin que su voz saliera ahogada, Hanji inicio una nueva conversación y preparaba algunas agujas para tomar muestras de Eren.

-Supongo que debió haber sido algo muy malo lo que le dijiste, ese hombre es inmutable. Es todo un logro que lo hayas logrado desesperar hasta tal punto. Estás hecho mierda. Pero no te preocupes, te curare, además con la regeneración mañana ya estarás como nuevo. –Dijo ella mientras el tintineo de unos frascos de vidrio siendo movidos hacían eco por el lugar.

Eren aun sentado y sin camisa, apreciaba el gris del cielo.

-Gracias, Hanji-san. –Dudo un poco antes de continuar. –No sé qué tan mal haya sido. Le comente que me gustaba alguien…

El tintinear se detuvo abruptamente por unos segundos. Luego volvió a reanudarse.

-Vaya –Menciono. –Esa sí que es una gran sorpresa. De todas formas no justifica al enano. –Eren se encogió de hombros aun si la científica estaba de espaldas a él.-Tu amiga, la asiática, debe de estar muy feliz.

-¿Qué? Noo. Mikasa es mi hermana, capitana.

-Pero no de sangre. –Rebatió Hanji.

-Pero crecimos juntos. La considero como una.

Después de un leve “Ya veo” por parte de la capitana, un silencio un poco incómodo se instado en el lugar. Solo los frascos y utensilios de Hanji salvaban a Eren de esa incomodidad.

Duraron así otro par de minutos, hasta que Zoe volvió a hablar.

-No te aconsejo que hables de amor con él. De pronto y recuerda una de sus aventuras con una puta de buen precio. –Se burló. –Levi apesta en todo lo que consideres relaciones de pareja. En todo, joder. –Dijo con desdén. –Bueno, en todo menos en el sexo. De eso puedes estar seguro. –Hubo un nuevo silencio en el que Eren se puso rojo hasta las orejas. Realmente, no era tiempo para pensar en eso. –Si le hubieses pedido que te ayudara a masturbar o que te recomendara un buen prostíbulo, ten por seguro que no se hubiera negado.  

-¡H-Hanji-san! –Chillo Eren abochornado y sonrojado, a lo que Hanji comenzó a reír estruendosamente. –No creo que capitán sea ese tipo de persona…

-¡Ja! No te dejes engañar Eren. Ese enano es un viejo verde y pervertido.  

El sonido de los frascos volvió a detenerse avisando que Hanji había terminado de buscar lo menester. Se acercó al muchacho con unas pinzas, algodón, desinfectante y un par de vendas.  

-Es difícil creerle –Eren dio un respingo al sentir el alcohol en una cortada cerca de su labio. –Hanji-san.

Un nuevo bufido de Hanji.

-Te tiene bien entrenado. No sé cómo cada uno de ustedes pueden estar tan apegados a ese amargado hombre. Creo que les lava el cerebro en los entrenamientos. Hasta Gunter y Petra piensan que Levi es tierno. –Negó de forma reprobatoria mientras seguía curando al niño. –Para mí que les echa LSD en el té. No hay más explicación.

-¿LSD? –Eren volvió a quejarse.

-… No importa. Por ahora, ni sueñes que te dejare ir hoy con Levi.

-¡Pero Han…!

-Nada, Eren. Tendremos un lindo día los dos.

La sonrisa macabra de Hanji daba miedo, pero Eren ya se encontraba acostumbrado a esta, por lo cual, solo resoplo. La verdad, no era tan mala la situación… Por ahora necesitaba pensar un poco.

♦♦♦♦♦♦♦♦♦

-Capitán ya pasaron cuatro horas. –Se quejó Petra casada. Su tono de voz tan aniñado que hasta a Auruo a su lado le pareció tierna.

-Es cierto, capitán. Estoy aburrido. –Esta vez fue Gunter quien se quejó.

Erd al lado del capitán se echó en el suelo, también, bastante aburrido.

-Tsk, ese estúpido niño. Hacerme esperar, ¿Quién se cree? Maldito crio. –Maldijo Auruo.

-Quiero dormir. –Dijo Erd.

-Quiero comer. –Dijo Petra.

-Va a llover. –Esta vez fue Gunter.

-Además ya me duele el trasero de sentarme en la tierra. –De nuevo menciono Auruo.

Petra sentada al estilo indio, se levantó de golpe.

-¡Ya se! Alguien debería ir hasta el castillo y traer comida, una sombrilla y unos naipes.

-No olvides una armónica. Quiero una armónica. –Chillo Erd.

-Bien, una armónica. –Anoto Petra en una pequeña libreta. –Ahora, ¿Quién quiere ir?

-Yo no.

-Ni yo.

-No cuentes conmigo mujer.

-¡¿Qué?! Yo tampoco quiero ir.

-Pero alguien tiene que ir, Petra. –Le dijo Gunter.

-Sí, alguien tiene que ir. –Apoyo Erd.

-Y qué mejor que la persona que tuvo la idea. –Volvió a decir Gunter.

-Ese es un buen punto. –Apunto Auruo.

-¡No es justo!

Mientras ellos cuatro mantenían su penosa e infantil discusión, Levi en medio de ellos sufría de la misma migraña de la mañana. Sus subordinados eran como unos malditos críos. Los mataría, por las diosas que sí.

La verdad no era la primera vez que pasaba, siempre que dejaba que esos cuatro se aburrieran pasaban cosas similares. Olvidaba que tal vez le sacaba como mínimo 6 años al mayor.

Odiaba esperar. Odiaba que su escuadrón esperara y se comportaran como niños de kínder. Odiaba simplemente esta jodida situación.

Pero sobretodo, odiaba que Petra se hubiera equivocado. No llevaban esperando cuatro putas horas, sino casi cinco.

Resoplo y, por un momento, deseo que Erwin estuviese allí para que le ayudara a contar.

-Uno, dos, tres… piedra, papel o tijera. –Cantaron los cuatro al tiempo, a le vez que hacían un circulito.

-Nooo –Se quejó Erd.

-Ja, Ja. –Luego de decir eso, Petra le saco la lengua.

-No tan rápido mujer. –Dijo Erd. –Tú también perdiste. Eso es empate.

-Yo no he perdido, ni crean que volveré a jugar. –Dijo Auruo.

-Yo también me niego.  

-¡Traidores! –Chillaron los otros dos al tiempo.

-¡Perdedores! –Respondieron Auruo y Gunter.

Después de un par de gritos y palabrotas más, Levi sintió que por fin llego a su límite.

-Mierda, pueden callarse de una buena vez. –ordeno con fastidio Levi.

Al momento, toda la tropa recordó que era lo que hacían en un principio: esperar a Eren para el entrenamiento.

Habían olvidado hasta que Levi se encontraba allí y sufría de constantes migrañas. Y ellos se habían comportado como críos. Se sonrojaron un poco.

-Lo sentimos, capitán. –Dijeron en coro.

Hasta en eso tenían que simular niños de primaria. De kínder para Levi.

El hombre soltó un leve suspiro, admitía que no era justo tampoco para el resto de su escuadrón tenerlos esperado con el puto frío que hacía.

-Pueden ir todos al castillo –Dijo. El cuarteto volteo a verlo extrañado. –Tienen el resto del día libre. Vayan y hagan las mierdas de siempre, no les molestare más.

Y como si de palabras mágicas se tratara los cuatro sonrieron al tiempo.

-¡¿Enserio, capitán?! Gracias. –Chillaron.

Los cuatro se levantaron ansiosos de por fin volver. Se miraron unos a otros y comenzaron a caminar hasta el castillo, dándole la espalda al lugar donde estuvieron hace unos momentos. No fue necesario que caminaran mucho más antes de notar que Levi no les seguía. Casi en coreografía se detuvieron.

-Pero y usted capitán, ¿Qué piensa hacer? –Pregunto Erd por todos.

Sin mirarlos Levi respondió. –Esperare al mocoso.

Algo dentro de ellos tembló al escuchar el suspiro colectivo y, con pasos pesados, volvieron a sus lugares anteriores. Si Levi pensaba quedarse allí, ellos lo harían también.

Y sentándose en el suelo, esperaron 10 minutos, 20, 30… llegada una hora más, Petra y Gunter no pudieron más con el frío, hambre y aburrimiento, despidiéndose de los otros tres, con el movimiento militar para despedirse de Levi, se marcharon. Pasada otra media hora fuer Erd quien se marchó y llegada las 18, Auruo se levantó y hablo a Levi.

-Capitán debemos irnos ya. –Casi le ordeno. Tenía la suficientemente confianza con el hombre más bajo para hacerlo. El frío a esa hora ya era más que molesto, era casi doloroso.

El hombre le miro de soslayo un par de minutos, luego regreso su vista que mantenía desde la tarde clavada en el oriente. Auruo no necesito más explicaciones, también se marchó al castillo.

Al quedar solo, Levi resoplo y una cortina de aire blanquecido se formó frente a él. Hoy no traía una bufanda, pero a lo menos agradecía que no hubiese llovido. Sin más, se envolvió un poco más en su casaca.

Siguió esperando.

10, 20, 30, 40 minutos…

Cuando anocheció completamente, pasando las nueve de la noche, Levi por fin decidió volver.

Notas finales:

De nuevo, me diosculpo por tardaar siglos :(

Cualquier review es bienvenido :3


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