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Una Semana. por Wermai

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Notas del capitulo:

"Si, un mosquito; la única criatura capaz de hacerle frente al temible capitán Levi y que, al parecer, tenía todas las posibilidades de una victoria más que aplastante." 

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Holaaa :3

Siento que he demorado mucho más de lo que quería con este capitulo D: Pero he tenido unas felices semanas demasiado, demasiado atareadas. Así que hoy mande todo al carajo y me dedique a actualizar fic ^^

Antes un par de cosas.

Primero, quiero darles las gracias a las personas que comentaron, eso me hace muy feliz :')

Segundo, espero que desde ahora los caps se suban mucho más seguido.

Y Tercero, ¡Disfruten!

 

Mosquito:

*Zuuuummm Zuuummmm*

Irritación.

*Bzzzz Bzzzz*

Irritado.

*Blam*

Sonrisa de satisfacción.

*Bzzzz Bzzzz*

Y de nuevo; Irritación.

Para esos momentos Eren ya no reía. Ahora tenía unas extrañas ganas de salir corriendo de ese lugar. Miedo, eso pudo sentir en esos momentos.

¿La razón? Un mosquito.

Si, un mosquito; la única criatura capaz de hacerle frente al temible capitán Levi y que, al parecer, tenía todas las posibilidades de una victoria más que aplastante.

Los martes llenos de pegajoso sol, de por sí solos, podían llegar a sacar de quicio al talentoso azabache; Y el haber decidido que precisamente sería ese mismo día el asignado para hacerles una pequeña muestra a los novatos acerca de las actividades principales del escuadrón de reconocimiento y de paso una pequeña prueba del cómo se desenvolvían en situaciones reales frente a peligro, no ayudaba mucho. Por eso a pleno mediodía jocoso, se dedica a ver como algunos titanes perseguían a novatos a unos cuantos metros en el exterior del muro.

Levi hubo sido obligado, literalmente, a presentarse a la pequeña prueba desde muy entrada la mañana. Si quiera antes de que amaneciera Erwin y Hanji ya armaban un jaleo monumental intentado levantar al moreno capitán de su cama. Al final, para desgracia del principal implicado, el rubio comandante y la obsesa por los titanes ganaron; claro que no salieron muy bien parados… los moretones e hinchazón en la cara eran fiel testigo de los vanos esfuerzos del capitán.

E irónicamente, al momento de salir del muro con novatos llenos de excitación, hacia un frio que… que simplemente hacía que Levi se cagara en todo. Empezando la neblina bloqueaba parte del camino a seguir, lo cual lo irritaba más y, como si fuera poco, debía de vigilar al estúpido niñato que, a diferencia de él, parecía estar pasándosela de lo lindo… lo cual lo irritaba aún más.

Eren parecía en día de campo. No recordaba desde cuando se lo había pasado así de bien, supuso que, tal parecía, no lo hacía desde mucho antes de la destrucción de María; en esos días de infancia donde solo cavia el tiempo para disfrutar junto a su familia y soñar con el exterior con sus amigos. Luego… bueno el resto no valía la pena rememorarlo. Después de eso sus años prestando servicio como cadete, tampoco fueron los mejores. Pero hoy… en pleno inicio de semana, en pleno verano agobiante, se sentía de nuevo con la esperanza de soñar. En resumidas cuentas; se la estaba pasando de perlas. Cada metro que se alejaba del muro, una sonrisa de exaltación se dibujaba en su rostro; aunque también la preocupación, lo que disparaba su adrenalina y de paso, su emoción.

Ya a esas horas el ánimo de Levi iba cada vez más en decadencia. Para el frio se trajo su capa más calentita, para ahorrarse la molestia de caminar, un buen caballo y para evitar escuchar las exclamaciones de emoción y los ocasionales “Ahora podre matar a todos los titanes” unos tapones para los oídos. Con un buen té, sus cómodas frazadas y no estar en ese lugar, tal vez podría estar mejor, mucho mejor.

Pero no lo era, así que solo podía limitarse a hacer mala cara.

Obviamente no se alejaron más de lo debido, tras ellos tenían el apoyo de las murallas y que esa primera parte fuera parcialmente controlada por el escuadrón de reconocimiento, facilito la prueba de los novatos. Los superiores no harían nada. Dejarían a los nuevos intentar sobrevivir; aunque para desgracia de Levi se le fue ordenado no dejar morir a ninguno, así que tendría estar corriendo de un lado para otro salvando estúpidos críos de ser comidos. Por mucho se limitarían a salvar a Eren Y ESO, siempre podía mandar a Petra. Al fin y al cabo él era el jefe, el glorioso capitán Levi. Casi pudo reír, pero esta inútil situación se lo impedía.

A penas hubieron llegado a campo libre cerca de las murallas, uno que otro titán se acercó.

Hanji rio, feliz. Eren intento contenerse a la hora de matar, puesto que le habían prohibido convertirse en titán. Todos los demás, exceptuando unos cuantos como Mikasa, se limitaron a casi orinarse. Los veteranos, puede que estuvieran un poco más preocupados que emocionados. Para Levi sentarse en la dura madera de un tronco caído, era lo medianamente mínimo para no hacerle irritar más.

Desde el jaleo de la mañana hasta ese momento ya habían pasado cerca de tres horas y media, por lo que ya el amanecer y el sol habían salido hace un buen rato. El calor empezaba a agobiarlo, aunque no lo suficiente para no soportarlo. Su principal entretenimiento de hoy sería ver novatos correr de titanes mientras él comía plácidamente.

Porque ni siquiera eso pudo hacer en la mañana. Arrastras, así lo sacaron; los haría sufrir, claro si podía sobrevivir a ese maldito día.

Mirando a una novata correr desesperada por su vida, saco el portacomida mediano de color verde, los cubiertos y comenzó a comer. Su desayuno de hoy no sería más que algo de arroz y tubérculos medio fríos. Si tenía algo de suerte –que lo dudaba– alguien le habría llevado su adorado té negro para acompañar su comida.

Pronto la chica gritó y Erwin siempre pendiente de las situaciones, corrió en su ayuda. Levi ni se molestó en mover un musculo, a lo mucho a soltar un sonoro bufido. ¿Cómo era que se llamaba? Recordaba que era una de los novatos de la misma graduación que Eren.

Sa… ¿Sara? No, ese no era. Sal, Sam… Bah, no valía la pena gastar energías intentado recordar, hoy sus energías las quería almacenar para odiar a todo y a todos.

Continuó comiendo, cuando otro grito lo sorprendió pero, como la última vez, se limitó a ignorar. Claro que a pesar de su total desinterés por la actividad didáctica de sus compañeros, no le quitaba el ojo de encima a joven subordinado, ni él ni los demás miembros del escuadrón. Todos bastantes tensos, no solo porque a algún titán se le viniera en gana matar a su nueva carta de triunfo, sino también porque cabía la posibilidad de que el muchacho perdiera el control. En esos momentos tendrían que detenerlo o, en su defecto, matarlo.

Levi lo mataría de ponerse la situación muy tensa. Eso lo tuvo claro desde el mismo día que le vio encerrado en esas sucias mazmorras que tomaban por cárcel del centro.

La comida de a poco iba desapareciendo, dejando ver el fondo de la taza en sus manos. Los minutos desapareciendo más rápido que su propio apetito, hasta tal punto que las 10 llegaron y, definitivamente, el sol de esta hora mucho más agobiante del de media hora antes. Y sospechaba, con total certeza, que se podría mucho peor. Hoy sería un largo día, muy largo.

Así se quedó, sumido en su propia meditación admirando de soslayo el feo paisaje a su alrededor; el interior de María poseía una extraña y apasionante belleza natural, pero las casas destruidas ya plagadas con hongos y enredaderas subiendo por las burdas paredes que en sus mejores años debieron ser de un cegador blanco; le hacían ver desolado, era un constante recordatorio de destrucción, de que la humanidad había perdido de una forma más humillante de lo que primeramente se esperó.

-¡Capitán! –Alcanzo a escuchar como Petra gritaba repentinamente hacía él.

A penas Levi levanto la vista se encontró con su escuadrón completo corriendo hacia un punto en específico. Extrañado miro con algo de agitación todo el escenario en sus entornos. Y lo vio.

Como no podía ser de otra forma, Eren estaba a punto de ser comido por un titán tras él y el muy idiota ni siquiera se había tomado la molestia de notarlo.

Levi ya al tanto de la situación, primero miró a su escuadrón, si ellos alcanzaban no se molestaría en levantarse. Pero no todo podía ser así, Levi casi en milisegundos y como buen conocedor de las habilidades de sus compañeros, notó que no llegarían y se alarmo. Verdaderamente la vida del niñato estaba en peligro y no precisamente porque el capitán se hubiese aburrido y decidía dejarle morir a su suerte. No. Debía actuar rápido o fallaría en su papel de niñera.

Por alguna razón sería Levi figura tan destacada e importante dentro de la sociedad actual; equilibrio perfecto entre destreza y agilidad, entre fuerza física y experiencia.

A pesar de eso, no pudo evitar sentir cierta punzada de preocupación. No porque no confiara en sus habilidades, era solo que se agito un poco ante la idea de… perder.

Sus instintos no fallaron; sus destrezas respondieron como era tal de esperarse, tal fue su rapidez que ni siquiera Mikasa, mucho más cerca de Eren, pudo alcanzarle. Su experiencia hizo alarde y antes siquiera de que el titán pudiera tocar al novato, rasgo la piel en su nuca. Le mato.

Eren no notó que estuvo a punto de morir hasta el instante en que el ruido sordo del gran cuerpo cayendo a escasos 30 centímetros de aplastarle, le alarmo. Sobre el cuerpo, bajando con gracia, su increíble capitán. Eren lo miro, algo ofuscado.

-Capit…

-Se acabó el entrenamiento. –Interrumpió Levi, ordenándole. Eren se sorprendió e hizo el amago de una protesta.

-¡Pero…!

-He dicho que se acabó. -Recalco Levi, con su acostumbrada frialdad. –No tengo tiempo de estar cuidando a un inútil que no es capaz de darse cuenta que casi muere.

Levi comenzó a limpiar la sangre de sus espadas dándose vuelta y caminando de nuevo hacia el lugar en el que estuvo minutos antes. Siendo consciente de las miradas de admiración que le dedicaban las personas a su alrededor ante la presencia de sus aptitudes. Eren sin la necesidad de ser nuevamente regañado camino tras él, enojado. Peor no precisamente con el capitán, estaba enojado consigo mismo por tener que ser salvado, de nuevo. Aun así en parte prefería que fuera él y no Mikasa. Llevaba un buen rato mirando a Levi y que por la única persona que hubiera decidido moverse fuera por él, le hacía sentir especial. Eren no entendía del todo que Levi solo hacia su trabajo.

Volviendo a su silla improvisada, el capitán se echó, comenzando a sudar. Jodido sol, jodida Hanji, jodidos titanes, jodido Eren. Hoy hasta el clima confabulaba en su contra. Desajustó un poco el cuello de su capa y notó como Eren se sentaba en el suelo cerca suyo, mirando con un leve ceño fruncido y un puchero; parecía que en cualquier momento haría un berrinche.

Tsk, Eren aún no era más que un niño. Ni siquiera lo culpaba (mucho) por las veces que le había tenido que salvar el trasero o por las veces que debieron salvarle. Era inexperto, ruidoso, en exceso imprudente y no poseía ese talento natural para el combate, pero también admitió que era efusivo, dedicado y se esforzaba mucho más que el común. Esa pasión era lo que atraía al capitán, era la razón por la cual se aguantaba el papel de niñera mal paga en pos del muchacho. Le gusta ese potencial.

Do todas formas el jodido sol de cerca de las once era lo único que reinaba en su cabeza. Desgraciadamente ya hasta se había resignado a quedarse allí.

Eren miraba como, de a poco, la frente del capitán Levi se perlaba en sudor. Su mala cara se le antojaba en extremo atrayente y a pesar de estar deseoso por ir a intentar matar titanes, al ver a su capitán desajustarse la capa, no le pareció tan mal el rato, al fin y al cabo ya le apetecía un buen descanso.

En un momento Levi le tiro un portacomida, gruñéndole un simple “come” a lo cual el estómago del joven respondió por él, con el típico sonido que le hizo sonrojar levemente. A esos momentos el sol estaba a minutos de llegar a su punto más alto, por lo que el calor se había convertido en algo insoportable. Y a pesar de eso Levi se veía un poco más feliz, y por muy idiota que pareciera, la razón era el termo con té que algún cadete le llevo. ¿Cómo podía beber algo casi burbujeante en calor en pleno verano? Eren no entendía a los mayores.

Pero entonces tuvo que contener una risita.

En medio de su té, el capitán de nuevo comenzó a hacer su mala cara y, seguidamente, a agitar su mano al costado derecho. Hasta el mismo, sentado a casi dos metros, pudo escuchar el zumbido de un mosquito rondando el oído del mayor.

Por unos momentos el fastidioso sonido se detuvo, por lo cual Eren se deleitó con una sonrisa torcida, un poco más macabra que bonita, por parte de Levi, que para celebrar su aparente triunfo, le dio un nuevo sorbo a su hirviente té.

Pero era bastante conocido que las mejores cosas eran las más cortas, de nuevo el zumbidito en el oído de Levi le llego como fiel recordatorio. Esta vez la sombría expresión acongojo un poco al joven de ojos verdosos. Y otra vez sacudió su mano con mucho más fastidió e irritación. En ese momento el capitán estaba muy, muy lejos de aparentar su verdadera edad. Eren estaba tan en shock por la escena que la comida quedo parada a medio camino a su boca.

De pronto, todo se detuvo. Levi ya no gruñía, Levi ya no bebía té, Levi ni siquiera hacía mala cara. Todo sumergido en un silencio espeso; a excepción, claramente, del ruidito proveniente del mosquito.

Luego, Blam. Eren ya no daba crédito a lo que veía.

El mismo hombre que el admiraba por sus logros y sus destrezas, el hombre que era reconocido y respetado, el cual su palabra tenia peso aun en situaciones complejas, donde muchísimas personas depositaban halagos y confianza; ese mismo hombre, acababa de darse de lleno en su propia cara. Su objetivo aparente: matar el mosquito.

Eren hizo uso de todo su autocontrol, de toda su fuerza de voluntad, para disimular las risitas que se salían con la amenaza de convertirse en sonoras carcajadas. Eren no quería morir y era totalmente sabido que era más posible que su capitán lo matase a que lo hiciera un titán. Pero, muy contrario a lo que esperaba, la reacción de Levi fue para dejarlo totalmente desencajado.

Sonrió, satisfecho.

Pero…

De nuevo allí estaba. Aquel endemoniado sonido.

Ahora sí que se atraganto con su propia risa que murió de golpe en sus labios. Levi daba miedo, mucho. Los días en los que tenía que madrugar y pasar por situaciones estúpidas, no eran nada comparados a ese momento. ¿A qué hora sacaría el capitán sus espadas para asesinar al insecto?

Y como leyendo sus pensamientos, Levi le miro. Llevando tal odio reflejado en su mirada, que Eren tomo en cuenta la opción de ser carnada para titán. En un momento casi pudo ponerse pálido pero en lugar de eso, desvió la mirada escuchando como Levi chasqueaba la lengua con tan irritación contenida. Eren dibujo en su ceño, de nuevo, una mala cara. ¿Ahora si podía ir a matar titanes? No se lo preguntaría a Levi, moriría antes de terminar la oración.

Salvo la distancia de la cuchara y su boca y comenzó, de nuevo, a comer. Y joder, que ya estaba más frio de lo que recordaba. Definitivamente ahora le daba toda la razón al capitán cuando le trataba como un mocoso. Pero, como salvamiento a su aburrimiento, el némesis de su capitán apareció justo frente a sus ojos; escucho el leve zumbidito.

Se levantó sin quitarle la vista de encima. Camino hacia el con sigilo gatuno, poow, fallo. Pero no le perdió de vista, por lo que –ebrio de concentración– camino a pasos suaves tras él, lento… más lento… Y… de nuevo otro intento fallido. Siguió caminando tras él; no despegaba un segundo los ojos del pequeño insecto volador.

Pero entonces, el muy hijo de su madre, se elevó. Fuera de sus alcance por pequeños milímetros. Afortunadamente (o desafortunadamente) Eren casi chocó con un tronco caído, el cual uso como plataforma para dar su más potente golpe a tan fastidioso no-invitado. Se irguió sobre el tronco, preparo sus manos a cada lado del insecto, el cual solo esperaba su muerte, levantándose un poco más, de putitas, se preparó y…

…Se cayó de culo.          

Afortunadamente había algo suavecito que amortiguo su caída.

Desafortunadamente ese “algo suavecito” había sido su capitán.

Eren al darse cuenta de la situación, el rojo de su cara casi pudo brillar. La mirada de Levi era aún peor que la de hace unos minutos.

De todas formas no era tan malo sentirse encima del azabache, nunca había estado tan cerca del capitán, por lo cual se aguantó las ganas de salir corriendo. Y era que, desde esa posición, bastante incómoda para agregar, el leve perfume acido de Levi le llego hasta su nariz. Delicioso, concluyo. ¿Cómo podían tener esos deliciosos perfumes en el ejército? Las ventajas de los altos mandos; Concluyo Eren.

Que su trasero estuviera sobre el estómago de Levi y que una de sus manos se apoyara en su codo y la otra en su muslo, en realidad no le molestaba mucho.

-¿Qué mierda crees que haces, niño? –La voz de ultratumba le arrastro de nuevo a la fuerza a la realidad, que era, cuando mucho, que el bello adonis abajo suyo poseía una actitud francamente de… mierda, agregado a eso un mal genio que… ni hablar. Aunque Eren no lo considerase del todo así; la vergüenza en su rostro se delato con un sonrojo.

Se levantó de golpe, tratando de no lastimar más al capitán.

-Yo… ¡Capitán! Es que, el mosquito… y yo, no quería. Usted sabe… solo… -Suspiro Eren más que avergonzado. –Lo siento.   

La cara de malas pulgas de Levi hizo que cualquier palabra muriera en su boca. Sentándose por tercera vez en el día en ese viejo tronco, tomo el termo a su lado y sirvió más té. Haciendo lo posible por controlarse y no salir a matar al joven cadete. El té lo relajaba. El día que matara a Eren estaría mucho más relajado pero, bueno ya no aspiraba a tanto.

Eren se sentó aun apenado en el mismo tronco al lado del capitán, desviando ligeramente la mirada al lado contrario del mayor. A saber que toda la maldita culpa era del apestoso zancudo y del agobiante sol de mediodía. No era culpa de Eren, claro que no. No fue su torpeza lo que le hizo caer sobre Levi, fue ese… ese… bicho.

Fue entonces cuando las estrellas confabularon a su favor, trayendo de nuevo las ansiadas ganas de venganza en Eren al escuchar el zumbido en su oído izquierdo. Volteo con afán y ahí estaba a pocos centímetros de su cara.

El mosquito.

Lo miro fijamente, sin perder detalle de sus movimientos contando los segundos en los que se demoraba una buena oportunidad. Luego llego, la gloriosa oportunidad. 

El joven bichito se posó con delicadeza y gracia sobre una blanca superficie, ignorante a los ojos verdosos que le miraban con ansiedad.

Estando totalmente quieto el bicho, Eren aprovecho esa chance única en la vida. Con una gran inhalación hizo alarde de una gran fuerza, golpeando despiadadamente al mosquito.

Con su último aliento el insecto tomo la poca fuerza que le quedaba e hizo el intento de volar, pero una de sus alas se había roto. El pobre insecto se desplomó hacia el suelo, ya sin vida.

Eren casi pudo gritar de júbilo ante tal escena. ¡Le había ganado! Por fin había vencido al insoportable bicho que ya lo tenía de los nervios. Su sonrisa fue incomparable.

Lo que vino después, le borro la sonrisa.

La extraña superficie blanca donde mato al mosquito comenzó a colorearse lentamente de rojo. Fue ahí cuando Eren levanto del todo la vista y vio como Levi le miraba incrédulo y ofendido.

Se acongojo, de nuevo, ante tal mirada. Pero…

No pudo evitarlo, esta vez no.

Se carcajeo de lleno en el rostro de Levi.

Eren estaba totalmente apenado y quería disculparse con su capitán, pero todo la situación se le hizo en extremo divertida. Si Levi decidía matarlo, era mejor que morir con una buena risa.

Contrario a eso, Levi suspiro. Algún día no muy lejano Eren lo volvería loco del todo, pero verlo reír tan lleno de júbilo le contagiaba el buen humor, añadido a eso que su más grande enemigo había muerto.

Por unos momentos el capitán Levi olvido completamente donde estaba, el infernal sol y que aún le dolía la cara por el golpazo, y sonrió. Sinceramente.

Eren al ver esa reacción no cabía en dicha, ¡No moriría! Y continúo riendo estruendosamente seguida por el asomo de una risita de Levi.

Luego el capitán se detuvo para hablar.

-Ahora tendrás que limpiar el establo toda la semana. –Endemoniadamente en serio lo dijo y Eren lo notó. Aun así eso no fue suficiente para que joven dejara de reírse ni para estropear el repentino buen humos de Levi.        

A lo lejos seguían escuchando los gritos de los novatos.

Notas finales:

¿Que tal? ¿Reviews?


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