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El Justiciero. por LeonSmith

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Notas del capitulo:

Hola que tal, sé que éste fic no es tan querido como el de Spiderman (El Héroe), pero aún así es parte de mi pequeño proyecto con el Team Red. Así que a la gente que lo lee, no lo abandonaré ;) Un saludo muy afectuoso a bayala por su review, y también a las personas que leen anónimamente. Espero y les guste este capítulo. 

 

 

También el fic de Deadpool :

El Mercenario. 

Aquella noche de alcohol y confesiones, Karen pasó la noche en el departamento de Matt, situación que no descubrió hasta la mañana siguiente. Se despertó con un dolor de cabeza que la asesinaba de a poco, busco a su jefe pero no lo encontró. Decidió ir a su propio departamento, tomó sus llaves y su bolso, cuando agarró su abrigó, encontró una pequeña nota que decía:

No quise despertarte, puedes llegar tarde.

Gracias por escuchar.

Matt.

Al llegar a su departamento, se dio una merecida ducha. Mientras sentía la tibia agua recorrer su piel, recordó la confesión de su jefe y amigo (no recordaba su pequeño altercado). Se sintió bastante extraña con la idea de un héroe ciego, aunque lo que más la incómodo fue la cantidad de noches que le dedicó a su misterioso héroe enmascarado. No podría mirarlo de la misma forma.

Llegó pasadas las diez a las oficinas. Al entrar, encontró una escena bastante familiar. Los dos amigos y socios discutiendo sobre uno de los casos en los que trabajaban, en verdad amaba su empleo.

Preparó un tardío café a ambos, se puso al corriente con las investigaciones y comenzaron a planear acciones legales respecto al caso de la familia Frost (la de la herencia).

La jornada le pareció bastante corta, en parte por su penosa hora de entrada, las burlas de Foggy amenizaron aún más la situación. Llegó la hora de retirarse, esta vez Matt fue el primero en salir pues, según él, tendría una cita con un informante del departamento de policía. Cuando quedaron a solas, no dudó en hacerle un pequeño interrogatorio a su rubio jefe.

 — ¿Ya lo sabías? – preguntó de la nada, mientras disfrutaban el último café del día.

 — ¿Qué? ¿Qué Matt acosa policías? – sabía de lo que hablaba la dama, prefirió evadirla.

 — Foggy . . . – lo observó con incredulidad.

 — ¿Cuándo te lo dijo? – desistió.

 — Anoche.

 — ¿Mientras te emborrachabas? – sonrió burlón.

 — De hecho fue un poco antes, pero no niego que el alcohol ayudó a digerirlo.

 — Yo lo descubrí una noche en su departamento – se sentaron en la mesa de trabajo.

 — ¿Con el traje?

 — Herido, moribundo y . . . con el traje.

 — Por dios . . . – se sorprendió un poco.

 — Antes de saber que era él, temía acercármele. Ya sabes, no me agradaba mucho la idea del “vigilante nocturno”. – la chica sonrió – pero al ver su situación, decidí ayudarlo. Aun que antes . . .

 — Viste su rostro.

 — No podía dejar pasar la oportunidad, por otro lado, era un extraño desangrándose en el departamento de mi mejor amigo. – se levantó y se sirvió más café, esto impacientó a su acompañante - ¿En qué me quedé?

 — En que le quitaste la máscara – respondió un tanto molesta.

 — Cierto. Bueno, lo hice y no podía creerlo. – pausó un momento, las sensaciones llegaron junto con sus recuerdos – No sabía cómo sentirme. Por un lado, ver a Matt sangrando e inconsciente me preocupó como no tienes idea, creí que iba a morir. Por otro lado, él nunca me tuvo la confianza para contarme – frunció su rostro.

 — Bueno, él no quería involucrarnos.

 — Pues que forma tan estúpida de “no involucrarnos”.

 — ¿A qué te refieres?

 — A que sí en verdad no quería involucrarnos, ¡¿por qué nos utilizó para llegar a Fisk?!

Karen se sorprendió por el coraje que tenía Foggy, entendía su sentir, pero también entendía que Matt hacía todo lo posible para alejarlos del lado equivocado de la justicia. Después de una incómoda pausa, sólo se le ocurrió una respuesta lógica.

 — Porque somos sus únicos amigos.

Foggy no supo que contestar, después de pensarlo un momento, se dio cuenta de lo egoísta y grosero que había sido con Matt. Karen y él continuaron platicando por un par de horas más, era bueno sacar los secretos y sentimientos de vez en cuando.

El castaño por su parte, en realidad si había ido al departamento de policía. Uno de sus informantes le explicó que no tenían conocimiento de la presencia de la Mano en las calles de la ciudad, no lo sorprendía en lo más mínimo. Se fue del lugar, no sin antes advertirles que algo grande se estaba cocinando en Hell’s Kitchen.

Regresó a su departamento, cenó un poco de comida china y se recostó en su habitación. Hacía muchas noches que no llegaba temprano a su hogar. Sin embargo, había algo que no lo dejaba conciliar el sueño, maldijo mentalmente.

Minutos más tarde, se encontraba entrenando en el gimnasio. Entre golpe y golpe, trataba de unir los pocos cabos que tenía. ¿Qué demonios hacía la Mano en Hell’s Kitchen? ¿Qué hacía Osborn interceptando uno de sus cargamentos? ¿Qué hacía Bullseye trabajando para él?

Casi destruye un par de costales mientras analizaba sus pensamientos, aunque la verdadera razón de su ímpetu era otra. La plática de ayer con Karen había removido algunos de sus peores recuerdos y miedos. Creía haber superado toda esa mierda, se sentía curado. Pero parecía que el cáncer que corroía su ideología, había vuelto con mucha más fuerza que antes.

Hace años, antes de conocer a Foggy, sus preocupaciones eran casi normales (excluyendo el hecho de que no puede ver y su brutal entrenamiento con Stick), todo giraba alrededor de la escuela. Aunque su padre había muerto, no pensaba defraudarlo en su mayor anhelo, ser un hombre de bien, ser alguien. Se encontraba tan entusiasmado por entrar a la universidad, al fin sería un gran abogado. Sin embargo, el verano después de terminar la preparatoria, ocurrió algo que no tenía planeado, algo que hasta hoy lo sigue atormentando.

Todo comenzó en un tranquilo viernes por la tarde, acababa de salir de la iglesia (era y es costumbre de él confesarse). La luz del sol pegaba contra su blanca piel, decidió que sería un buen día para leer en el parque.

Al llegar a Central Park, ubicó un gran árbol bajo el cual sentía que daba una fresca sombra, se recargó sobre él y sacó un libro (escrito en braille), el cual había sido un regalo de parte de su maestro de filosofía.

Había pasado apenas minutos en su lectura, cuando la voz de un tipo (él cual ya había sentido su presencia), lo interrumpió.

 — Hola.

 — ¿Qué quieres? – contestó sin quitar sus dedos del libro.

 — Vienes muy seguido al parque, ¿verdad?

 — ¿Y? – alzó su ceja por arriba de sus rojizas gafas.

 — Nada, sólo que yo también ando por aquí seguido, y nunca te había saludado – con sus sentidos, pudo notar que el chico era más o menos de su edad, no dejaba de hacer movimientos con sus brazos.

 — Pues hola – en realidad no era grosero, más bien tímido.

 — ¿Me puedo sentar?

 — . . . – Matt se recorrió un poco, el chico no tardó en tomar asiento junto a él.

 — William – el chico le intentó dar la mano, Matt se percató del movimiento. Sin embargo, no respondió, ya se había a acostumbrado a guardar las apariencias con su condición.

 — Me llamo Matthew – respondió con la mirada fija en el horizonte.

 — No seas grosero, Matthew. ¿Por qué no me saludas?

 — ¿De qué hablas? – el castaño contestó sin voltear, mientras el extrañó se percató del motivo.

 — Perdón – se disculpó bastante apenado – soy un idiota.

 — Lo eres – respondió tajante, el chico quedó bastante triste, hasta que Matt le dio un codazo. William se confundió un poco, pero al mirar la sonrisa del castaño, quedó claro que había sido víctima de una broma. Ambos comenzaron a reír.

 — Oye Matt, ¿te puedo llamar Matt? – el aludido asintió - ¿qué te trae tan seguido aquí?

 — La vista. – bromeó de nuevo – No ya enserio, me gusta el olor del pasto y la brisa.

 — ¿Sólo eso?

 — Pues sí, ¿tú por qué vienes aquí?

 — Por la universidad – respondió muy natural.

 — ¿Desde cuándo hay una universidad en Central Park? – respondió irónico.

 — No le hagas Matt – comenzó a reírse – lo que pasa es que estudio biología, y vengo aquí casi todas las tardes para investigar.

 — ¿Eres universitario?

 — Si, estudio en la Universidad de Columbia.

 — ¿En verdad?, yo acabo de ser aceptado en Columbia.

 — No es cierto – respondió con suspicacia.

 — Es cierto – se notaba entusiasmado.

 — Que coincidencia, ¿qué estudiarás?

 — Derecho – respondió con una sonrisa de satisfacción.

 — Aburrido – replicó con un tono bastante gracioso.

 — Claro que no.

 — Claro que sí. ¿Por qué quieres morir de aburrimiento?

 — No es aburrido, además, fue una promesa.

 — ¿A quién?, sí se puede saber.

 — A mi padre – se mostró nostálgico.

 — ¿Y él está . . .? – trataba de preguntar el lugar, no lo que contestó el castaño.

 — Muerto.

 — Matt, lo siento, de nuevo – se sentía bastante estúpido.

 — No te preocupes, no fue tu intención – sonrió para aligerar la vergüenza del chico.

 — Es muy lindo de tu parte cumplir una promesa tan importante.

 — ¿Lo crees?

 — Claro, debiste haberlo querido mucho – tocó su hombro.

 — Si – derramó una pequeña lágrima que se asomó por debajo de sus gafas, ignoró por completo el agarre del mayor.

Después de esa tarde, era de lo más común que se sentaran a conversar debajo de ese gran árbol. Platicaban de la universidad, deportes, música, de todo un poco.

En una de sus conversaciones, Matt pudo conocer mejor físicamente a su nuevo amigo (a quien llamaba Will). Según el propio Will, era un tipo alto no muy fornido, de cabello negro, piel blanca y ojos azules. Aunque con sus sentidos, ya se había percatado de algunos aspectos del universitario. Por ejemplo, su cabello siempre olía a sandía (tal vez por su shampoo), usaba un perfume hecho a base de cítricos y maderas, su estómago siempre estaba hambriento, su respiración era un tanto agitada (supuso que era por perseguir animales en el parque).

Un domingo, decidieron salir a tomar un trago. Fueron a un pequeño bar cerca del parque, debido a su situación económica, todo lo que bebieron fueron cervezas.

 — ¿Entonces nunca viste a una chica desnuda? – Will se mofaba abiertamente.

 — Mi vida apesta, ¿verdad? – Matt dramatizaba.

 — No es para tanto, sólo digo . . . ¡¿Nunca viste a una chica desnuda?!

 — Anda, díselo a todos – bebió indignado de su cerveza.

 — No te enojes Matt, es sólo que no imagino . . . – hizo algunos ademanes con las manos (para sí mismo).

 — ¿No imaginas qué? – lo “miró” confundido.

 — Tú sabes – respondió con un tono de complicidad.

 — ¿Estás haciendo ademanes con tus manos? – interrumpió con burla - Sabes qué soy ciego, ¿verdad?

 — Lo siento, aún no me acostumbro a decir todo – era un tipo bastante expresivo – Lo que trato de decir es . . . – dio un leve suspiro - ¿qué haces cuando . . .?

 — ¿Cuándo . . .?

 — ¿Cuándo te la jalas? – completó casi en susurro. Matt no pudo evitar reír a carcajadas.

 — ¿Pues qué quieres que haga? – hizo alusión al acto con sus manos (subió y bajó su mano).

 — ¡No me refiero a eso! – se avergonzó.

 — ¿Entonces? – seguía riendo.

 — Pues a que cuando un hombre se . . . eso, tiene dos opciones. Una es ver porno . . .

 — Amo ver porno – respondió aún burlándose.

 — Esto es serio, Murdock – contestó en regaño.

 — Ya, perdón – bebió un poco.

 — Bueno, y la segunda es imaginarte a una mujer desnuda. Mi pregunta es . . . – se recargó en la mesa y habló en tono bajo - ¿Qué haces para masturbarte sí nunca viste a una chica?

 — Pues . . . – se sonrojó un poco, rascó su cabeza.

 — No – se recargó en su asiento.

 — ¿Qué?

 — ¡No!

 — ¡¿Qué?!

 — No te masturbas, ¿verdad? – volvió a susurrar.

 — Verás . . .

 — ¡Ahora todo tiene sentido!

 — Si lo hago, pero . . . – estaba rojo como un tomate (o como su futuro traje) – no muy a menudo.  

 — ¿Qué es “no muy a menudo”? – cruzó los brazos.

 — ¡No te voy a decir cada cuanto me masturbo! – todos en el bar se les quedaron viendo.

 — Cállate, pensarán que son un acosador – lo regañó entre risas de ambos.

 — Perdón.

 — Anda Matt, estás en confianza.

 — Está bien – exhaló con resignación – Una vez al mes.

 — ¡¿Una vez al mes?! – de nuevo los clientes los observaron.

[Continuará]

Notas finales:

Hola de nuevo, espero y les haya gustado ésta primera parte. Los invito a dejar un review para conocer su opinión acerca del fic. También les aconsejo que lean mi otro fic, El Héroe, en el cual Spiderman conoce los placeres del yaoi (además son fics hermanos).

Sin más por el momento, me despido. Pero antes les aviso que en la semana subiré el primer capítulo del fic de Deadpool :D, estén al pendiente.

Bueno. Soy León Smith, les deseo mucha cerveza, carreras divertidas, aroma a pasto y, sobre todo, muy buenas lecturas. 

 

 

También el fic de Deadpool :

El Mercenario. 


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