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Summer ( HunHan ) por Mikhiel

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Notas del capitulo:

Pronto subire un one shot NamJin si lleva lemon es para panda ella me lo pidió hace tiempo lo subire el jueves panda por si me lees ya sabes.

 

Esperó les guste este capítulo me esforze para que quedara más o menos pasable.

Oh si llegó el lemon HunHan 7u7

Con cierto esfuerzo, Sehun consiguió introducir a bordo del Cessna una pequeña nevera sin que sus padres lo notaran. Dentro, estaban las margaritas que había comprado en Flagstaff y hielo del hotel para mantenerlas frescas. El hielo nunca había sido para él una sustancia erótica, pero desde que Luhan había mencionado frotarlo contra ciertas partes de su anatomía, ahora no podía mirar una cubitera sin excitarse.

Y ahora, por fin, estaba pilotando la avioneta de vuelta a Copperville con sus padres. Su cita con Luhan sería dentro de pocas horas y, aun así, demasiadas para sus nervios. No se había atrevido a llamarlo de nuevo considerando el estado en que lo había dejado la otra vez, pero no se la había quitado de la cabeza ni un instante.

Cuando llegaron a casa, Sehun y su padre descargaron las maletas mientras su madre entraba para escuchar los mensajes. Cuando Sehun entró en la cocina escuchó la voz de Luhan.

-Este mensaje es para Sehun -dijo con la voz del Luhan de siempre-. Sehun no te molestes en cenar antes de venir a verme. Yo haré la cena. Algo simple, de picar probablemente. Ah, no te molestes por el hielo. Tengo un montón. Puede que esté en el jardín trasero o algo así cuando llegues, así que pasa directamente.

A Sehun casi se le cayeron las maletas que llevaba en la mano.

Su madre se dio la vuelta para mirarlo con una sonrisa.

-¿Has quedado con Luhan esta noche?

-Sí -intentó sonar normal, pero era difícil mientras pensaba en Luhan dándole de comer algún manjar exótico con los dedos, vestido con una sensual lencería. Y aquella sutil referencia al hielo y el hecho de que quisiera que entrara directamente. Apostaría un millón de dólares a que sabía dónde lo encontraría y no era precisamente en el jardín trasero-. Prometí pasarme a contarle cómo había ido el viaje.

Sunny lo miró con gesto especulativo.

-Te da pena que se vaya del pueblo, ¿verdad?

-La verdad es que no. Estoy contento por el. Es lo que siempre ha querido.

-Ya lo sé y todos estamos contentos por el, pero tú estás nervioso. Te lo noto en la cara. Tienes el color subido. Creo que estás disgustado por que se vaya y te deje aquí.

-Desde luego que no -Sehun posó las maletas y agarró a su madre por los hombros-. Tienes una imaginación calenturienta, mamá -entonces, le dio un beso en la mejilla y notó el cansancio alrededor de sus ojos. Tres días sin parar eran mucho para sus padres, que tenían ya casi setenta años-. Creo que iré a revisar el tanque de comida por el que estaba preocupado papá.

-¿No iba a hacerlo él?

-Sí, pero, ¿por qué no se tomán los dos la tarde libre? Ya han trabajado mucho en este viaje. Relajense el resto del día.

Su madre asintió.

-Veré si consigo convencerlo. Creo que está más agotado de lo que quiere admitir -miró a Sehun con gratitud-. Gracias, hijo. No sé lo que hubiéramos hecho sin ti.

-No te preocupes -Sehun sonrió y se dirigió a la puerta. Al salir se cruzó con su padre-. Intenta convencer a mamá de que descanse el resto de la tarde, ¿de acuerdo? Está agotada.

-Tengo que examinar el tanque de pienso.

-Lo haré yo. No tiene sentido que vayamos los dos con este calor.

Su padre le pasó la mano por el hombro.

-Gracias, hijo. Si no vigilo a tu madre, no parará hasta que caiga rendida.

-Eso mismo pienso yo.

Sehun se fue a los corrales con sensación de alivio. Trabajar solo era lo que necesitaba para poder pasar las siguientes horas.

 

Sehun nunca había estado más nervioso que mientras conducía a casa de Luhan poco antes las ocho.

La nevera a su lado con la botella de vino había sido fácil de esconder ante sus padres. Él había llevado otras veces vino a casa de Luhan, pero había tenido que ocultar la cadena de margaritas que había hecho cuando no lo había visto nadie. Su madre parecía vigilarlo con más atención, así que tendría que tener cuidado con parecidas preparaciones en el futuro.

El futuro. Se le ocurrió entonces una idea terrible. Quizá esa noche fuera la última. Después de todo, una vez resuelto el problema de la virginidad de Luhan, no necesitaría seguir con aquel arriesgado asunto. El rubio lo quería para un trabajo en concreto y, después de esa noche, el trabajo estaría terminado.

Maldición, no podía pensar en eso o se deprimiría. Y definitivamente planeaba disfrutar. Si sus hermanos descubrían lo que estaba pasando lo freirían, así que tenía que hacer que el riesgo mereciera la pena.

Aparcó en el camino y notó que estaba temblando como un potrillo recién nacido. Las luces del salón estaban apagadas y con el corazón desbocado, agarró la nevera y subió los escalones del porche.

Tal y como había esperado, la puerta no estaba a cerrada. Entró con el pecho comprimido del esfuerzo por respirar con normalidad y tropezó con una margarita. Un reguero de ellas iba desde el recibidor por todo el pasillo. No tenía duda de dónde acabaría aquel sendero. Se dio la vuelta y cerró con llave.

Posó despacio la nevera y el sombrero en la mesita del salón, abrió la nevera y sacó la cadena de margaritas y el vino. Esquivando las margaritas se fue a la cocina a abrir la botella. Si no lo hacía entonces dudaba poder hacerlo más adelante. Con la cadena de margaritas metida en un brazo, la botella en una mano y dos copas en la otra, siguió el reguero de margaritas.

Se había preparado a sí mismo para una tentadora imagen de Luhan tendido en la cama y con poca ropa encima, pero la escena que el rubio había creado lo dejó sin aliento. La sangre le martilleó en las sienes al contemplar la fantasía de todo hombre: un virgen encerrado en un burdel.

Unas cortinas de terciopelo rojo y las bombillas rojas daban un ambiente de pecaminoso placer. Sus guantes de piel esperaban en una mesilla y en la otra una bandeja de comida que podría haber sido sacada de una orgía romana: tomates enanos, melocotones aterciopelados, espárragos helados y racimos de uvas maduras.

Fuera por la fruta o por alguna fragancia exótica que Luhan hubiera añadido, la habitación ya olía a sexo y una suave música de fondo sonaba en el estéreo. Había colocado espejos enmarcados con pañuelos en distintos ángulos y todos reflejaban la pieza central de la habitación, una cama cubierta de virginal satén blanco con una montaña de cojines de satén de todas las formas y tamaños.

Reclinado sobre aquel nido había un chico al que Sehun apenas reconocía. Aunque no sabía de donde había sacado ese bidivi de satén blanco que se podría abrir por delante y que cubrían su cuerpo parecían caricias de un amante, conseguían resaltar su clavícula, donde el dije de lagrima descansaba en su suave pecho. Deslizó la mirada hacia sus piernas, que parecía que brillaban no dudó en pensar que tal vez ese diablillo se pusiera aceite o alguna otra cosa, se veía hermoso, sexy y perfecto eso pensaba Sehun más con ese bóxer blanco casi transparente que se ajustaba a su cintura y realsaba su firme trasero.

Luhan esbozó una lenta sonrisa.

-¿Qué piensas?

-Yo no ... tragó saliva-. No creo que esto se trate de pensar.

-Cierto miró a su cremallera-. Pero he conseguido la reacción que quería. ¿Quieres... quitarte esa ropa? Parece un poco... apretada.

-Hum, Sí.

Bajó la vista y vio que todavía llevaba la botella, las copas y las margaritas, pero tenía el cerebro tan abotargado, que no sabía dónde ponerlo. Ya era un milagro que no se le hubiera derramado el vino en la moqueta.

Luhan extendió los dos brazos.

-Yo sujetaré la botella y las margaritas. Puedo servir el vino si quieres mientras te desnudas.

Sehun lo miró con los dos brazos extendidos y tuvo el impulso de tirar todo lo que llevaba en las manos y unirse a el al instante en aquella tentadora cama. Gimió con suavidad y agitó la cabeza para despejarse. Necesitaba hasta el último ápice de control del que dispusiera para conseguir la lenta seducción que había planeado.

-¿Te pasa algo? -preguntó el rubio 

-Sólo que me has dejado sin aliento y estoy haciendo un esfuerzo por recuperarme.

-¿De verdad que he hecho eso?

-Sí, de verdad -le pasó la botella y los vasos y cuando los posó al lado de la bandeja, le dio la corona de margaritas-. Normalmente soy más educado cuando entro en la habitación de una persona con vino y flores y se las doy sin esperar a que me las pidan.

-¡Oh! - Luhan sonrió y se puso la cadena alrededor del cuello.-. ¿Cómo me quedan?

-Más excitantes de lo que había imaginado.

Luhan lo miró a los ojos con los suyos cargados de intensidad.

-Es excitante, ¿verdad? Nosotros dos y... todo esto. ¿Quién lo hubiera imaginado?

-Desde luego no yo.

Luhan miró el vino.

-Los libros dicen que el alcohol adormece placer sexual.

-Pensé que necesitarías relajarte un poco -se rió-. Pero quizá lo necesite yo más que tú. No pareces nada nervioso.

-Pues tengo un millón de mariposas en el estómago.

-¿De verdad?

-Por supuesto. Nunca había actuado así con un hombre.

Sehun se sintió halagado de que aquel regalo se lo diera a él.

-Eso hace que esta noche sea muy especial para mí también.

-Me alegro. ¿Sabes? Creo que un poco de vino no me sentará mal.

-Yo estoy tan tenso, que te garantizo que no me afectará.

-Y yo no quiero estar inhibido.

Sehun lanzó una carcajada.

-¿Es esto inhibición?

-Más o menos. Los libros dicen que una persona puede volver loco a su pareja si la encuentra en la cama... tocándose.

Sehun tragó saliva.

-¿De verdad? -por el penoso bulto de sus pantalones, los libros debían tener razón, pensó Luhan-. ¿Y crees que un poco de vino podría animarte a hacer eso?

-Podría.

-Entonces bebe.

Luhan se sonrojó.

-Sólo un poco entonces -se inclinó hacia la mesilla y sirvió media copa a cada uno. Entonces alzó la suya y se reclinó contra las almohadas-. Ahora desnúdate para mí, Sehun. Y hazlo despacio.

Él se quedó con la boca abierta.

-¿Qué quieres decir con despacio?

-Provócame un poco. Crea el suspenso.

-¿Qué suspenso? Ya has visto todas las partes de mi cuerpo después de lo de la otra noche. ¿Qué diferencia hay en cómo me quite la ropa ahora?

-Créeme, hay una gran diferencia. Y no dejes de mirarme todo el tiempo mientras lo haces.

La sospecha le hizo fruncir el ceño.

-¿Y cómo sabes tú que hay diferencia?

-Un amigo mío de la universidad tuvo un streaptease masculino el día de su cumpleaños. Y fue muy bueno.

-¡Pero yo no soy un exhibicionista!

-Tu cuerpo es incluso más bonito que el suyo -se frotó el labio inferior con el borde de la copa de vino antes de sacar la lengua y pasarla por el borde-. Haré que te merezca la pena, vaquero.

Con aquel seductor movimiento de su lengua por la copa, podría convencerle hasta de que bebiera arsénico, pensó Sehun. Decidió beber el vino primero y se acercó a la mesilla, donde dejó los preservativos que llevaba en el bolsillo. Luhan los miró y después a él.

-Yo también he comprado.

-¿Y cómo sabías el tamaño?

-Tenía bastante idea.

Sehun recordó sus manos sobre él, su boca absorbiéndolo y pensó que sí, que debía saberlo muy bien.

-Entonces, ¿te desnudaras para mí, Sehun?

-Júrame que no se lo dirás nunca a nadie.

-Te lo juro por la tumba de Tutankamón -Alcanzó el control remoto y subió un poco el volumen la percusión era cada vez más insistente-. Ahora hazlo, Oh. Hazme retorcerme.

 

 

Luhan intentó aparentar una calma total reclinado contra los cojines esperando a que Sehun se desnudara, pero por dentro estaba ardiente de anticipación. El no tenía ni idea del cuerpo tan precioso que tenía.

Llevaba una camisa de manga larga vaquera incluso aunque era verano. La mayoría de los vaqueros usaban camisas de manga larga para no arañarse con las ramas. Si hacía demasiado calor, se enrollaban las mangas, pero esa noche Sehun llevaba los puños abrochados.

Lentamente, se los desabrochó ejecutando los movimientos habituales con tentador cuidado. A Luhan se le aceleró el corazón. Realmente iba a hacer aquello por el.

Dio un sorbo a su vino cuando tiró del primer corchete de la camisa sin apartar la mirada de el rubio para seguir uno a uno hacia abajo. Cada chasquido de un corchete era como la llama de un fósforo. Luhan ansiaba que llegara el siguiente, ver cada sección nueva de piel a la vista.

Sehun se sacó la camisa con languidez de los pantalones y la dejó colgando abierta. Luhan esperó a que se la quitara, pero como para torturada, se acercó despacio a una silla y se sentó. Se quitó una de las botas lentamente y después la otra, seguida de los calcetines.

«Se está desnudando porque va a hacerme el amor». La idea la envolvió como una caricia exitandolo de necesidad.

Él pelinegro se levantó y se acercó a el entonces.

-He pensado que este juego se puede jugar entre dos.

-¿De verdad? -susurró el rubio con voz sensual.

-Hiciste un buen trabajo por teléfono. Si te desabrochas ahora ese molesto bidivi para mí, podré verte.

Luhan se estremeció. La oscuridad lo había protegido durante su primer encuentro y la distancia y el teléfono en el segundo. Deseaba ser descarado y atrevido esa vez, experimentar las maravillas que sólo había leído. Y Sehun le estaba pidiendo que lo hiciera.

Siguiendo sus pasos, apuró el resto del vino y posó la copa al lado de la de él.

-Y hazlo despacio -murmuró Sehun.

Con el corazón desbocado, se recostó contra las almohadas y extendió los dedos sobre el cierre. Entonces esperó hasta que él se quitó la camisa y pudo admirar por fin su escultural torso.

Estaba magnífico. No le extrañaba que le hubiera gustado tanto pelear con él de adolescentes. Pero ahora deseaba más.

Sehun se levantó con las manos en las caderas y enarcó las cejas indicando que le tocaba a el.

Luhan presionó el cierre y cuando cedió, lo sujetó mientras se deslizaba un tirante por el hombro. Después le siguió el otro con la misma lentitud. Lenta, muy lentamente, dejó que la prenda se abriera dejando sólo la lagrima y las margaritas. La cadena de flores se quedó enganchada en un pezón haciendo que se endureciera. El instinto le hizo frotarse el otro con las margaritas para erizarlo también.

La mirada de Sehun se ensombreció y contuvo el aliento.

Luhan se detuvo y dirigió la mirada a la hebilla de su cinturón.

Sin apartar la vista de su pecho, Sehun abrió la hebilla y sacó despacio el cinturón de las trabillas.

-Ahora, tócatelos -susurró.

El corazón se le aceleró un poco más. Deslizando las manos por la caja torácica, Luhan tomó la botella de vino y vertió un poco en su pecho. Entonces deslizó los pulgares hacia los pezones y empezó a acariciarse.

-¡Oh, Luhan!

A Sehun le temblaron las manos cuando se desabrochó los vaqueros.

El efecto de sus pulgares deslizándose por sus pezones mientras él lo miraba fue increíble. La sensación descendió hasta la ereccion de sus piernas, donde la palpitación exigía satisfacción. Ahora que Luhan sabía lo que significaba la plenitud, la deseaba de nuevo.

Sehun se quitó los pantalones y los calzoncillos de una sola vez sin medir ya sus movimientos.

La imagen de su cuerpo excitado le hizo lanzar un gemido a Luhan. Su deseo tenía una forma ahora y sentía una vaciedad por dentro que él podría llenar. Más que alivio necesitaba que lo llenara.

Sehun se acercó al borde de la cama.

-Dijiste que ibas a darme de comer.

-Sí -tenía la respiración agitada-. Lo que tú quieras.

-Me gusta oír eso -dijo con voz ronca apoyando la rodilla en la sábana de satén-. Ya veo lo que quiero.

Con delicadeza, le quitó la mano de un pezon y la reemplazó por la suya.

Ante la caricia recordada, el corazón se le desbordó por completo.

-¿Hay algo que... pueda hacer?

-Arquea la espalda.

El rubio lo hizo alzando el pecho.

Sehun utilizó los dientes para apartar la margaritas. Cuando se metió el pezón en la boca y bajo su mano dentro de sus calzoncillos y empezó a bombear su ereccion, Luhan lanzó un gemido al comprender que estaba a punto del clímax. No le hacía falta mucho más. Parecía que esa vez, la fantasía que habían creado en aquella habitación la había convertido en un hombre salvaje. Esperaba que Sehun estuviera preparado para aquello.

Durante tres días, Sehun había estado soñando con el cuerpo de Luhan. Saborear y acariciar su pecho, besar y chupar hasta saciarse, era un paraíso. Cuando la respiración de el rubio empezó a acelerarse, aligeró la caricia para no llevarlo al límite demasiado pronto. Y además, sabía dónde quería estar cuando el ambario llegara al clímax.

-Eres tan precioso -murmuró.

-Tú también.

Luhan deslizó los dedos por su torso, frotándole los pezones hasta que se le pusieron tan duros como el resto del cuerpo. Entonces, bajó la mano.

-Todavía no.

Sehun se apartó sabiendo que no podría tolerar sus manos sobre él hasta recuperar un poco el control. Jugueteó con la cadena de margaritas sobre su cuello, teñida de rosa por las luces rojas. El polen se derramó sobre su pecho y él lo lamió. Entonces tomó el dije entre sus dientes; sin dejar de acariciarle las piernas se metió la lágrima en la boca y jugueteó con ella en la lengua de forma sugerente, la alzó en la boca y la depositó, húmeda y brillante en su blanquecino cuello.

-¿Sabes lo que quiero ahora? -susurró contra su piel.

-Creo... que sí.

-¿Estás preparado, para eso?

La respiración se le agitó más a Luhan.

-Si lo estás tú...

-Quiero devorarte. Entero.

-Pero... puede que me vuelva loco.

-Eso es lo que pretendo.

Con el corazón desbocado, Sehun empezó su viaje besándole la suave piel hasta llegar a su ombligo. El aroma a colonia se mezcló con el embriagador aroma de su excitación y el de las flores aplastadas cuando enterró la lengua en la suave depresión. Luhan gimió y se retorció bajo él.

          Sehun descendió más abajo. La seda de sus media, el trozo mojado de tela que cubría el objeto de su deseo fue bajado con facilidad. ¡Estaba tan bonito! Y tan saturado de deseo.

Lo tocó con suavidad con un dedo y el gimió. Mantuvo la caricia sutil mientras le daba besos como plumas en la parte interior del muslo y deslizaba la lengua por el encaje de su media. El deseo lo asaltó mientras le dedicaba la misma atención al otro muslo, subiendo aún más, acercándose más a su objetivo.

Por fin, besó la punta de su glande y Luhan gimió. Cuando por fin deslizó la lengua por la extensión, después se lo metió a la boca Luhan gritó y se retorció. De repente impaciente por la fino encaje que le negaba el acceso total, lo agarró con los dedos y la arrancó con los dientes. Por fin.

Deslizando los hombros entre sus muslos vestidos de seda, buscó su recompensa. El sabor de el rubio le hizo gemir de delicia. Mientras sus gritos de placer llenaban la habitación, Sehun se sumergió en la sensualidad de sus medias, su cuerpo, las sábanas de satén, la música erótica y, sobre todo, en el apasionada hombre que se estaba abriendo entre sus brazos.

El clímax le llegó con rapidez, demasiado rápido para él. Luhan alzó las caderas y él tomó todo lo que le ofreció hasta que el ambario se desplomó, temblando y gimiendo, y él se preparó para hacer una exploración más paciente. Luhan intentó apartarse de sus manos, pero estaba débil del alivio. Sehun lo sujeto con facilidad y siguió el camino elegido. Al cabo de poco tiempo su ligera resistencia se desvaneció con un gesto de deseo que casi lo llevó al limite.

Y él estudió su cuerpo, aprendió la caricia que lo hacía gemir, el lametón que la llevaba más lejos, el frotamiento que lo volvía loco. Mientras lo llevaba al precipicio por segunda vez, sintió una fiera oleada de posesión. Los pensamientos racionales se borraron cuando consiguió extraer de el rubio aquellos íntimos jadeos mientras se iba oleada a oleada en explosivas convulsiones.

Sehun lo devolvió con suavidad a la tierra entre tiernos besos sobre los muslos, y antes de incorporarse a su altura y apartarle el pelo de la cara.

Luhan lo miró con los ojos mieles nublados de asombro. Tenía los labios entreabiertos, pero no emitía ningún sonido.

Sehun sonrió. Estaba igual que él la noche de la furgoneta y le gratificó haber creado aquella expresión en su cara. Deslizó un dedo por la curva de su cuello y su caja torácica hasta encontrar la lágrima. La alzó, se la llevó a los labios y la besó antes de depositarla de nuevo entre su pecho.

La mirada de Luhan se nubló mientras se pasaba la lengua por los labios. Sehun se alegró de ver retornar el deseo a aquellas profundidades ámbar, porque él estaba muy lejos de haber acabado. y le encantaba saber que el colgante de lágrima se había convertido en un símbolo de la intimidad que acababan de compartir. Si fuera por él, se lo pondría siempre y, cada vez que se moviera sobre su piel, recordaría las sensaciones que él le había producido con su lengua.

-¿Cómo te sientes? preguntó.

-Como un concubino. ¿Cómo te sientes tú?

-Como el hombre más afortunado de la tierra.

El rubio suspiró.

-Esto ha sido mucho mejor que como lo describían los libros.

Él le frotó el labio inferior con el dedo.

-Pero sigues siendo virgen.

La sonrisa de Luhan fue pura seducción.

-Tómate la libertad de encargarte de eso cuando gustes, vaquero. Por si no te has dado cuenta, soy un muñeco en tus manos.

La erección de él palpitó. Luhan hacía parecer que el siguiente paso fuera lo más natural del mundo y él intentó mantener el mismo tono de voz.

-¿Qué te parece ahora?

-Ahora estaría bien -susurró el con voz perezosa deslizando un dedo por su erección-. A menos que prefieras que yo...

-Esta vez no.

Maldición, estaba más tenso que una ternera en un lazo y sólo conocía una forma de relajarse. Pero no quería que el captara su agitación y se pusiera nervioso.Todo lo que había hecho hasta el momento había sido para relajarlo. Bueno, no era del todo cierto. El estaba tan lascivo, que no había podido evitarlo.

-¿Quieres que ponga la música?

Había estado tan absorto en Luhan, que no se había dado cuenta de que la música había terminado.

-Déjalo. Creo que en este momento deberíamos escucharnos el uno al otro, lo que digamos, como respiremos y los gritos que lancemos...

A el ambario se le nublaron los ojos de pasión.

-De acuerdo.

Sehun se apartó para alcanzar un preservativo de la mesilla.

-puedo ponértelo yo. He practicado.

-¿Practicado? -preguntó él con un ataque de celos-. ¿Con quién?

-Con el señor Pepino.

Sehun empezó a reírse.

-Sólo lo harías tú, Luhan.

-¿Te parece divertido?

-Claro que me parece divertido -le dio un beso e intentó quitarle el envoltorio, pero el lo mantuvo fuera de su alcance-. Dámelo.

Se rió. No podía dejar de imaginarlo en la cocina extendiendo un condón sobre un pepino una y otra vez hasta hacerlo bien.

-¡Quiero enseñarte lo bueno que soy! -protestó el rasgando el paquete.

-No. Vamos, Luhan. Estoy demasiado excitado. Si empiezas a vacilar, puede que explote.

-No vacilaré.

-Lo harás.

Forcejeó con el tocándolo y besándolo donde podía mientras intentaba quitarle el envoltorio.

-Lo hago muy bien, Sehun. Déjame hacerlo.

El forcejeo le puso más al límite.

-Si no paras de luchar y no me devuelves ese preservativo, voy a atarte a los postes de la cama -advirtió con una sonrisa.

-No me importaría -tenía la respiración tan jadeante como la de él-. Los libros dicen que es excitante. ¿Lo has probado alguna vez?

-No -bajó la vista hacia el rubio con el pulso acelerado al imaginarlo con las piernas abiertas atada sobre las sábanas de satén. Apenas podía respirar-. Hablaba en broma.

-Pues yo no. Y me parecería el momento perfecto para usar esos guantes.

Sehun lo miró a los ojos y vio el fuego en ellos.

-¿Me dejarías hacerlo?

-Te dejaría hacerlo porque confío en ti, Sehun. Y sé que tú me dejarías hacer lo mismo. Sería excitante.

-¡Oh, Luhan!

Sehun estaba temblando como un potro recién nacido al imaginarse a Luhan atándolo y... experimentando con él todo lo que había leído en los libros.

-Échate. Déjame ponerte el preservativo.

-De acuerdo -lo estaba volviendo loco de deseo de rendirse ante el para que lo introdujera en una sensualidad nueva y fascinante. Se recostó contra las almohadas-. Pero no juguetees.

-No te preocupes. Entiendo tu problema.

-¡Yo no tengo ningún problema! Cualquier tipo en mi situación tendría que hacer un esfuerzo por mantenerse entero.

-Entonces, ¿te lo has pasado bien hasta ahora?

-No tienes que preguntármelo. Yo... -casi se atragantó cuando Luhan se inclinó y le lamió la punta del pene-. ¡Kim Luhan!

El alzó la cabeza y le sonrió.

-Lubricación entonces enrolló el preservativo con experiencia en menos tiempo del que lo hubiera podido hacer el mismo-. Ya está.

A pesar de su velocidad, el contacto le hizo lanzar un gemido.

-¿No lo he hecho muy bien?

-Desde luego.

-¿Quieres que me ponga yo encima? He visto fotografías de como...

-No -lo agarró y la volvió echándola contra el colchón. Entonces alcanzó las medias-. Y es hora de deshacerse de esto.

El rubio lo miró con la respiración jadeante y entreabrió los labios de anticipación.

-Lo que tú quieras.

-A veces un hombre tiene que ponerse al mando.

Sehun deslizó cada una de las medias por sus muslos y se las quitó. Entonces, le tocó el turno a lo que quedaba de el calzoncillo.

Luhan se sonrojó allí desnudo bajo su mirada.

-¿Ahora lo apruebas? ¿Estoy listo?

Él estaba tan desbordado por la imagen de el sólo con la cadena de margaritas y la lágrima que apenas podía hablar.

-Eres perfecto -dijo con voz tensa-. Y debería dejarte que te pusieras encima y dirigieras el ritmo ya que no lo has hecho nunca antes, pero... no me apetece hacerlo.

Su pregunta fue seductora.

-¿Por qué no?

-Porque me sentiría... secundario.

-¿Cómo si te utilizara?

-Más o menos.

-A mí tampoco me gustaría eso.

-Gracias -le apretó los nalgas disfrutando de su suavidad antes de frotarle los pezones hasta convertirlos en duras crestas melocotón-. Tendré cuidado.

-Ya lo sé -cerró los ojos y se arqueó bajo su caricia-. ¡Oh, Hun! Podría hacerme adicto a tus caricias.

Él se detuvo sin saber qué decir.

-Tenemos todo el verano.

Luhan abrió los ojos despacio y la excitación brilló en lo más profundo de ellos.

-¿Nos atreveremos a arriesgarnos? ¿A hacer el amor durante todo el verano?

Por supuesto que él se arriesgaría, pero no quería presionarlo a algo de lo que después pudiera arrepentirse.

-Eso depende de ti. Es tu proyecto. Dijiste que lo único que necesitabas era que te desfloraran.

-Eso era cuando creía que... sería con otra persona. Hum. ¡Qué gusto, Sehun!

Él le frotó el otro pezón entre el pulgar y el índice.

-Cuanto más hagamos el amor más posibilidades habrá de que alguien nos descubra.

-Huff... Sí -Luhan cerró los ojos de nuevo y se humedeció los labios con la lengua-. Deberíamos pensarlo.

-Pues piénsalo -dijo inclinándose para meterse un pezón en la boca.

El suspiró y se arqueó hacia arriba animándole a que tomara más.

-¡Claro! Mientras me vuelves loco.

Sehun hizo todo lo posible por conseguir exactamente eso mientras se introducía su pecho aún más en la boca antes de volver al otro seno.

-No tienes por qué decidirlo ahora -murmuró contra su piel mientras deslizaba la mano hacia su trasero y tanteaba el anillo de músculos, tomó el aceite que estaba sobre la mesa y esparció un poco en sus dedos, después dejó caer un poco el la rosada entrada de Luhan.

-Eso está bien -inspiró con fuerza cuando acaricio con el pulgar la entrada de ese virginal aro después el pelinegro introdujo los dedos en la estrecha cavidad hasta llegar al punto más sensible-. Y eso mejor.

Acariciarlo ahora tenía un nuevo significado, porque ahora, por fin, sabría lo que era sentirse dentro de Luhan. La sangre le ardió mientras lo acariciaba preparándolo para la dulce invasión. Y él sería el primero. Que Dios le ayudara, estaba invadido de júbilo ante la idea.

Luhan sintió el cambio en las caricias de Sehun, como si la promesa de la plenitud le diera una nueva urgencia. Y aunque intentó parecer natural ante lo que iba a suceder, se sentía como una canoa zarandeada en los rápidos hacia la cascada. Si otro que no hubiera sido Sehun lo estuviera tocando así, se habría levantado de la cama en el acto.

Pero era Sehun el que estaba allí, haciéndolo desear la firme intrusión de su cuerpo en lo más profundo de el. Quizá le doliera. Ya no le importaba siempre que por fin lo poseyera y lo llenara en formas que no había soñado hasta aquel momento.

Sehun alzó la cabeza con gesto interrogante mientras deslizaba un dedo dentro de el.

Era la penetración por la que se moría de ganas, pero no suficiente. Sintió una repentina timidez que le hizo cerrar los ojos antes de pedir lo que deseaba.

-Más -susurró.

Sehun introdujo entonces dos dedos sin dejar de darle suaves besos en la boca.

-Dime cómo lo sientes.

-Diferente -contuvo el aliento cuando él introdujo más los dedos-. De maravilla -dijo con un suspiro tembloroso-. Sehun, me estás volviendo loco por dentro. Desflórame ya, por favor.

Su beso fue suave mientras se deslizaba entre sus muslos y apoyaba los dos brazos a ambos lados de su cabeza. Temblando de excitación, Luhan enroscó los dos brazos alrededor de su cuello y notó que él también estaba temblando.

-Luhan -susurró él-. Abre los ojos.

El rubio lo miró asombrado de la ternura que encontró en su obscura mirada. Hubiera creído que un hombre en su situación parecería mucho más fiero.

-¿Qué?

-Voy a ir despacio. No tienes que apretar la mandíbula de esa manera. Y mantén los ojos abiertos. Si me miras, podré decirte lo que estoy haciendo.

-¿Cómo puedes estar... tan calmado?

-Créeme, no estoy calmado, sólo tengo cuidado

-¡Oh, Hun! Gracias por estar aquí.

Luhan notó el destello de deseo incontrolado en sus ojos antes de quedar absorto por completo en la sensación cuando lo penetró. Notó su calor y tamaño. El se retiró y volvió a entrar y el gimió de placer ante aquella fricción que no se parecía a nada que hubiera conocido.

-¿Luhan?

-Ha sido un gemido de felicidad -murmuró mirándolo a los ojos.

Sehun tenía la respiración jadeante, pero mantuvo los movimientos lentos.

-Voy a penetrar un poco más.

-Sí.

Todo lo demás, comprendió Luhan, por muy delicioso que hubiera sido, iba encaminado sólo a aquello, a la última conexión. Nada en el mundo le había parecido tan perfecto como abrir su cuerpo a aquel hombre y ser llenado por él.

Sehun se deslizó aún más adentro y encontró resistencia. Se detuvo al instante y lo miró a los ojos.

-Ahí está.

Luhan tenía el corazón desbocado. Un movimiento y su vida habría cambiado para siempre. Ya no sería virgen y conocería la maravilla de estar unido íntimamente a otra persona. Y no a una persona cualquiera, sino a Sehun. Un movimiento más y el sería uno con él pelinegro en todo el sentido de la palabra.

Luhan deslizó las manos hacia sus nalgas y se las apretó con firmeza.

-Vamos por ello.

Mientras él empujaba con suavidad al principio, Luhan se alzó para recibirlo, resuelto a compartir aquel momento. El agudo dolor lo hizo lanzar un grito.

-¡Maldición! -exclamó Sehun deteniéndose en el acto.

-Está bien -tembló contra él-. Ya se me está pasando. No te retires. Ya se ha pasado. Ámame. Ámame como un hombre ama a su pareja.

Con un bramido, Sehun embistió hasta dentro y la fiereza que el rubio había esperado ver antes brilló en sus ojos cuando la miró.

Mientras el rubio le devolvía la mirada, una fiera intensidad ardía dentro de su cuerpo. Había esperado estar desnudos los dos esa noche, pero no había adivinado que lo despojara de la esencia misma de su alma y el a el pelinegro. Lo miró a los ojos y comprendió que los dos estaban viendo profundidades que nunca había imaginado. Y su mundo se trastocó porque supo que la conexión que estaban haciendo no duraría sólo esa noche, ni siquiera el verano, porque duraría para siempre.

Notas finales:

Si ven algun horror me dicen nos leemos un beso.

 

Ü


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