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Earth End por SumTheHeaven

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Notas del capitulo:

¡Hello!♥

Bueno, solo venía a entregarles la segunda parte de esto. ¡Será cortito y les traeré uno que llevo planeando su tiempo!*-* Pero ahora, disfrutarán de la ficción y la aventura uwu

¡Disfruten del capítulo!;-;

 

Capítulo 2; {Lapso perdido}

 

Kaito sostuvo entre sus brazos el débil cuerpo, desmayado contra el suyo, para depositarlo delicadamente sobre el suelo, no sabiendo que hacer. Las dudas le carcomían y no sabía si desear matar a Shiho por no decirle, o caer aún más en su propia desesperación. ¿Cómo es posible que su mundo fuese llevado por un muchacho de cuerpo tan débil? ¿De verdad él era el System Center? No podía creérselo, pero ahí lo decía, que esa cápsula encerraba a la fuente de todo, y los sistemas comenzaban a apagarse al haber desconectado a su fuente.

Ran miraba con curiosidad al chico que ahí veía. ¿De dónde lo conocía? ¿Por qué sentía que no era la primera vez que lo había visto? Se quedó ahí, muda, quieta, tratando de ordenar sus pensamientos de la forma más coherente, pero no encontraba el origen. Es como si parte de su memoria se hubiese ido, y que de ella podía obtener donde había visto ese rostro antes, el rostro de Kudou Shinichi.

Shukichi le levantó la cabeza, acomodándola sobre una pequeña almohadilla, mientras un enfurecido Kuroba conectaba la llamada con la científica, quién reía a través de la comunicación. 

¿Cómo te ha ido?—cuestionó risueña, adivinándose el motivo de la llamada.

—¡Eres una maldita desgraciada!—Kaito enfureció, Shiho lo sabía, el muchacho no podía soportar la idea de que Kudou fuese el máximo poder, no aceptaría mucho menos que por algo como ello, un chico de cuerpo débil, se haya librado una guerra que tomó años—¿Por qué no me lo dijiste?—gruñó, apretando su puño.

No te lo puedo decir todo—la científica declaró, aun llena de risas—Bueno, ya sabes, debes traerlo aquí, a los laboratorios, pero como actualmente están en ocupación, te pediré que utilices la Casa White de la tercera región Way. Te llamaré en cuanto puedan traerlo hasta aquí.

Kaito apretó los dientes y lanzó el intercomunicador al suelo, quebrándolo. La científica encima le había dejado hablando solo. Su equipo le miró con curiosidad y decidió que no era el mejor momento para continuar su enojo. Suspirando, se acercó hasta el cuerpo del muchacho, fría la piel al tacto, para colocarlo sobre su espalda, cargándolo.

—Tenemos que regresar a Way, estaremos allí un tiempo—anunció, mientras todos salían del edificio. Otros de los White ya habían dominado en su totalidad el territorio, habiéndoles sido fácil cuando todos los artilugios que usaban con la tecnología del Sistema Central se había ido. 

Hattori miró de reojo a su líder. ¿Cómo podía pasarle tan rápido esta decepción? Él no podía asumir siquiera que como una persona como esa se haya llevado a cabo una guerra, y no quería excusas, quería una venganza por todo lo que había perdido. Aunque, por fortuna, Kazuha le retenía. El muchacho no tenía la culpa de todas las muertes o quizá sí, pero primero habrían de averiguar.

 

Viajaron durante horas para llegar devuelta a Way, pero en ese solo transcurso la guerra por fin había acabado. Los últimos Close que habían sido abandonados a su suerte eran metidos en celdas por el ejército revolucionario, sin embargo, yacía todo destruido y un opaco cielo lleno de humo a causa de la cantidad de ataques que habían regalado al otro bando, y los que mismo recibieron. Parecía extraño; tanto tiempo metidos en una guerra que era difícil creer que tan solo en unas horas todo había cesado finalmente. Se tenía que dar crédito al miedo que causaba en todo caso la fuente del Sistema Central, Kaito no entendía mucho de tecnología, pero Shukichi le había informado que, como la fuente recuperase su base de datos original, no dudaría en erradicar a los bajos que se atrevieron a manipularlo; aunque era difícil creerle viendo a su vez a Shinichi, con esa contextura frágil.

— ¿Dónde nos quedaremos?—cuestionó la Toyama, con curiosidad adentrándose a su hogar, donde muchas de las casas yacían solo en escombros, aunque, ahí la gente recogía los retos de todo para volverse a levantar.

— La Casa Whites, por fortuna—anunció con sonrisa ladina, dirigiéndose al lugar mencionado, donde otros residentes de ahí les saludaban e indicaban sus habitaciones durante la estancia.

Como se esperaba, no eran modestas en lo absoluto, llena de regalías, cosas innecesarias y demás. No podían decirles a todos así como así quién era la persona extraña de blanco, por lo que solo dormiría en habitación de Kaito, para evitar que se expusiera a los otros soldados.

 

Shinichi abrió lentamente los ojos, con pereza. Su cuerpo se sentía cansando aún, pero disfrutaba la comodidad ¿Dónde estaba? Apostó por una cama, apenas podía ver con el poco enfoque que lograba. Después de tanto tiempo, se había olvidado de las cosas humanas que fueron parte de él, pero parpadeó un par de veces para recuperar al menos una claridad en su visión. Miró con lentitud a los lados, encontrándose con el mismo muchacho que había visto después de despertar en la sala de máquinas. ¿Le habían sacado de ahí? ¿Ya no sería el experimento?

—¡Eh, ya has despertado!—mencionó Kuroba, con dos vasos de jugo entre sus manos. Extendió uno a Kudou, quién con dificultad tomó asiento sobre la cama—Estás en la casa del ejército revolucionario—agregó, mientras el otro terminaba de beber el contenido.

Shinichi abrió un poco más los ojos, confundido—¿Ejército revolucionario?—alcanzó a decir, tosiendo dificultosamente por el mal trago que se había llevado.

—Sí, también conocido como los Whites. La guerra terminó—confirmó Kaito, sin comprender las dudas de Shinichi, hasta que algo llegó a su mente. Shinichi había perdido su memoria, no podía ni pudo, por eso los Close se aprovecharon de él, saber lo que pasaba en la actualidad y la guerra no era parte de su información—Opps.

—¿Una guerra? ¿Por qué?—cuestionó, inclinando su cabeza en señal de duda, con los puntos blancos bajo sus ojos brillando extrañamente, al parecer de Kaito.

—Larga historia—rascó su nuca, tratando de evitar el tema. Si no era algo que podía hacer, Shiho lo mataría a él—Dime, ¿por qué brillan esos puntos?—señaló Kaito, su mano llegando a rozar la pálida mejilla de Kudou, quién inmediatamente se sonrosó, con el poco color que daba aquello a sus mejillas.

—¿La verdad?—cuestionó el muchacho, haciendo temer levemente a Kuroba, que le miró curioso—Soy un experimento, son implantes de microchips que me ayudaban a controlar el resto de computadores—suspiró, sincerándose con aquel rostro inocente que parecía no saber que aquello que decía podría incluso tomarse mal.

—¿Eres un experimento? ¿Eres humano, al menos?—Kaito no entendía, pero su piel, sus ojos, su forma de moverse con lo poco que lo había visto no tenía ninguna forma robótica.

—No recuerdo mucho como para poder explicártelo—confesó—pero sí que soy humano.

Kuroba le miró largo rato, Shinichi a su vez manteniendo sus ojos fijamente en los violáceos de Kaito. Jamás, de lo que recordaba en su difuso pensar, había visto tales ojos así, o al menos, no alcanzaba a reconocer a nadie con tal profundidad de color.

—¿No recuerdas nada?—quiso saber, aunque temió incomodar al otro ante tantas incógnitas.

—No del todo, pero faltan épocas que completar, hay mucha información que he perdido, muchos tiempos que no forman parte de mi memoria y no sé el porqué, se supone que por medio de las computadoras recibía toda la información de cada día; ahora hay muchos que han desaparecido hasta la fecha actual—explicó, tocando con delicadeza los tres puntos blancos que brillaban bajo su ojo.

—No sé qué decir—se exasperó Kaito ¿cómo decía todo con tanta tranquilidad? ¡¿Por qué, de hecho?! ¿En verdad podía ser humano? No lograba acabar con todas las preguntas que llegaban hasta él, pero cada vez que recordaba su enojo, este se iba con solo mirar a aquella persona ¿Tanta inocencia existía en Kudou?

—¿Por qué me desconectaron? Se supone que no puedo salir de la cápsula—comentó Kudou, extrañamente abriendo sus ojos; tenue, con un leve temblor recorriéndolo que fue percibido por Kaito.

—Creo que no seré el mejor para explicártelo, pero era hora de que salieras, una amiga te lo explicará más tarde, imagino—respondió con tranquilidad—¿puedes caminar por ti mismo?

— Sí, pero no sé si resistiré mi propio peso—se excusó, aun así, Kaito se ofreció para ayudarle. No podía dejar al muchacho solo en la habitación y él iría a ayudar a un par de los habitantes a reconstruir un poco de las casas que habían caído.

En cuanto Shinichi colocó un pie fuera de la cama, su pie descalzo sintió el frío recorriéndole completo. La temperatura de la cápsula a él se la hacían sentir regular, aunque fuese fría, pero su cuerpo no estaba acostumbrado a la variedad de temperatura. Al estar de pie, duró tan solo unos segundos antes de intentar caminar para caer, momento en que Kaito recibió ese delgado cuerpo entre sus brazos, para ayudarle a caminar nuevamente. Rápidamente Shinichi se acostumbró, pues fue solo cuestión de práctica.

—¡No ha sido tan difícil!—se alegró Shinichi, Kaito con ello pudiendo ver la figura bajo la blanca camisa que había debajo. No pesaba absolutamente nada, pero tenía el cuerpo marcado y bien formado, no dudaba en que fuese casi de su talla, quizá un poco más pequeño.

—No realmente, pero bueno, te llevaré a la cuidad—mencionó Kaito, sacando del ropero un par de ropas como las que él usaba, negras en su totalidad, con los pantalones más anchos pero cerrándose abajo, y una camiseta negra algo rasgada que se ajustaba a su cuerpo, sin mangas. 

—¿No puedo vestir así?—Shinichi cuestionó con timidez. No lograba acostumbrarse a no usar sus blancas ropas, que ocultaban a la perfección aquellos artefactos implantados en diferentes partes de su cuerpo.

—No,—Kaito respondió con normalidad—Nadie puede saber quién eres realmente, si vistes así, serás distinguido; con la ropa negra en cambio solo parecerás un soldado más.

Shinichi aceptó a regañadientes, aquella siendo la primera vez en la que Kaito le vería bufar molesto. No podía equivocarse, un robot no actuaría así, en definitiva era humano, aunque ya le preguntaría a Shiho como sus antepasados habían sido capaces de hacer que un humano viviese por tanto. Se quitó la camisa, haciéndole descubrir al otro aquellas líneas luminosas que recorrían su cuerpo de abajo a arriba, en su brazo, un poco más debajo del hombro derecho, pintado en negro una extraña sigla que Kudou recordaba difusa. Kaito no hizo preguntas, solo colocó la camiseta negra encima, sin decir absolutamente nada, cubriendo con bandas las marcas y las luces, como si estas se tratasen de heridas.

 

Caminaron en silencio hacía el que se suponía el poblado. Shinichi temía, lo último que recordaba de un pueblo visto por sus ojos era una ciudad llena de edificios caídos, espesas nubes de tierra que impedían la vista del lugar mismo por el cual caminaban, y una promesa de que cambiaría si aceptaba volverse la nueva fuente de la reconstrucción de la humanidad, cosa que consideró una terrible mentira al ver la región con sectores caídos por efecto de la última guerra. 

Tembló, ocultándose con melancolía detrás de Kaito. Habían cosas que no lograba completar, pero algo sabía de su vida antes de llegar a considerarse parte de la tecnología, como un artefacto más. ¿De que habían servido sus esfuerzos si aún no eran cumplidos?

—¿Esta es la cuidad?—entristeció Shinichi, con la culpa invadiéndole. Dudaba ahora que las personas que tantas promesas le habían hecho fuesen buenas, como en su momento pensó.

—Sí—Kaito soltó, con ira retenida. No quería siquiera mirar al muchacho, como si aquello pudiese aumentar más su enojo—O bueno, parte de ella.

Ninguno de los dos dijo más. A Shinichi le costaba reconocer las emociones, las formas de hablar y los gestos que haría una persona según como se sintiese, pero una de las que distinguía a la perfección era el rencor y la ira, porque ahora mismo, él también las sentía. Caminó, siguiendo a cierta distancia al otro, que solo miraba al frente, aguatándose las ganas de golpear algo con tal de satisfacer su ansia de ira. No quería hacerlo, sabía que no debía. Pese a que la cuidad era en su mayoría escombros, Kudou se sorprendió de ver a pequeños corriendo, levantando cosas, jugando. ¿Cómo podían disfrutar tanto del momento en tales condiciones? No logró comprenderlo, pero al parecer, uno de ellos parecía intentar decírselo, tan solo con una sonrisa a lo lejos y un saludo. Sonrió inconsciente, aquella tranquilidad le hacía saber que no todo era como él recordaba, aunque le gustaría haber sido despertado para ver al mundo en mejores condiciones.

Kaito le llevó a las afueras, donde las ruinas de una casa eran movidas por dos jóvenes, con las ropas manchadas y pieles sucias que intentaban apartar los retos de las murallas del propio interior.

—¿Les ayudo?—ofreció, lanzándose al hueco en el suelo para ayudar a los jóvenes que le vieron con una sonrisa. Shinichi los miró, con extrañeza, ofrecería su ayuda, pero sentía que no podía acercarse a Kaito, que si lo hacía, resultaría mal. 

Duró un momento su inseguridad, cuando una anciana se acercaba a él, caminando tambaleante, apoyándose en el cuerpo del débil muchacho, que hizo su esfuerzo para sostenerse con la señora encima. Le pedía ayuda. Su pierna había sido herida y no podía cuidar de sus nietos, así que él aceptó. Caminó tras de ella, perdiéndose de la vista de Kaito, para seguir a la mujer que le guió hasta una casa tan solo un poco más allá. Tal como decía la mujer, tres pequeños yacían en camas, sucias y llenas de polvo, durmiendo incómodamente y tosiendo dificultosos. Shinichi corrió hasta ellos, confirmando su miedo. Tenían fiebre. Asustado, corrió por vendas que encontró en el camino, lavándolas y sumergiéndolas en agua fría. 

—¿Están bien?—su preocupación acrecentaba, se daba las respuestas así mismo de lo que debía hacer para curar tales fallas en los cuerpos de los más pequeños, pero le faltaban materiales.

La anciana miró al chico con dulzura, puesto su preocupación por niños que ni conocía, pero ahí el joven hacía lo posible para bajar la gripe, cuidando de las heridas que habían sido adquiridas durante ataques. Sin embargo, miró sorprendida como, al desearlo, ese joven era capaz de materializar cosas que ni él mismo parecía dar cuenta de ello. Solo calló, pero esta vez el líder Kaito no traía a alguien normal.

Una de las chicas despertaba, sonriendo a Shinichi que lograba respirar con tranquilidad al verla recuperarse. Sin embargo la pequeña tenía heridas en los brazos, cosa que Kudou decidió limpiar mientras la pequeña solo le miraba agradecida.

 

Kaito se preocupó cuando, con su enojo ya pasado, miró a los alrededores en busca de Shinichi, pero no se halló ahí. Entendió difícilmente que aquellas cosas que habían pasado no podían ser causa de Kudou, por mucho que él intentara solo culpar a alguien. O intentaba convencerse de ello mientras buscaba la figura del muchacho en la destruida cuidad. Una anciana le llamó cerca de ella y le rebeló la ubicación de Shinichi, que yacía metido en un hueco en la tierra que antes había sido una casa, atendiendo a tres pequeños niños que disfrutaban de la comida que había preparado Shinichi.

Kaito miró sonriente aquello, limitándose a observar. ¿Cómo era posible, que él, siendo alguien de carácter tan amable, haya sido la causa de rebelión? Cada vez la teoría propuesta por Shukichi se acercaba más a la realidad. Los Close habían bloqueado la memoria original del Sistema Central, siendo esta la única forma en que pudiesen dominar con ésta.

—¡Eh, Kudou!—llamó con una sonrisa ladina, sorprendiendo al otro que casi dejaba caer el líquido del plato que sostenía. 

—¿S-sí?—respondió a voz baja, temiendo. Su miedo crecía al mirar a Kuroba, porque era la mera representación de la ira que todos debían sentir. Aunque no lo entendía del todo, no quería que se sintiese oprimido, como ya lo había visto, por eso temía que estando con él sucediese de nuevo.

—¿Necesitas que te ayude?—ofreció sonriente, asomándose por ese marco de puerta caído. Shinichi rió, asintiendo levemente.

No, en definitiva no podía creérselo. No creía que él fuese quién controlaba todo, no creía que Shinichi consciente fuese capaz de apoyar a los Close y tampoco podía creerse que fuese una máquina. ¡Ni siquiera parecía un humano realmente! Más que eso, parecía un pequeño e inocente ángel, que de mucho no sabía. Ambos ayudaron a cambiar las vendas de ambos pequeños, que no podían más que sonreír y abrazarlos. En poco comenzaban a mejorar, habiendo acabado con ese aspecto decaído y sucio que hacía algún rato tenían. 

—Eh, lo siento—se disculpó rápidamente Kaito, su mano habiéndose posado por sobre la fría de Shinichi por largo rato, sin que ninguno de los dos les haya puesto atención. 

El muchacho más bajo sonrió, sonrojándose. La compañía de Kaito se le hacía amena, pero aún su mente no encontraba claridad ni calma para dejarle descansar. Estaba preocupado, no se supone que a él debiesen faltar los datos de ciertos días. Se supone que él debía tener información de cada llegada salida, importación y exportación de cada producto, cada persona, cada cosa que se hiciese en su sociedad.

No.

No estaba todo, faltaban datos. Las fechas no coincidían y los datos de estado de la población no mostraban el como él mismo las veía ahora.

Comenzaba a marearse.

 

Notas finales:

Todo por hoy. ¡Hasta luego!♥


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