Ahí venia de nuevo, la persona más vistosa de toda la universidad, era inevitable darse cuenta del momento en el que llegaba, porque su auto y el destacaban demasiado. Y por dos razones muy opuestas.
Era increíble para el, y para casi toda la escuela, que alguien llegara conduciendo un auto destartalado y viejo. Incluso siendo un Mercedez Benz no lo salva de representar un peligro para el conductor y toda persona que se cruce en su camino.
El conductor destacaba de otra forma. Casi podía decirse que el iluminaba el camino por el que caminaba. No, mejor aún, una luz lo iluminaba a cada paso que daba. O al menos, así lo veían todos.
1.78, piel blanca, cabello rubio y largo hasta el hombro, piernas largas y un poco como las de una chica, uñas decoradas, maquillaje en el rostro, estilo al vestir, e incluso ese bolso lo hacían ver genial. Si tan solo fuera una chica…
Entonces sería perfecto.
Bueno, y si tuviera un trasero voluminoso, sería más que perfecto, incluso siendo hombre.
Muchos chicos se sentían decepcionados por ese detalle, pero eso no evitaba que fueran detrás de ese chico, Choi Minki, la persona más gay del campus y la más gay que Jonghyun había visto en su vida. Y es que no solo su apariencia gritaba gay, también su personalidad lo hacía.
Siempre rodeado de chicas como amigas y de chicos como pretendientes, tenia gestos muy femeninos y hacia aegyo, estudiaba diseño de modas (lo cual hacia más que obvias sus preferencias sexuales, aun recordaba que cuando lo había visto por primera vez ya hace algunos años, no lucia tan gay como ahora, pero sospechaba de sus gustos debido a este hecho). En la opinión de Jonghyun era todo menos varonil.
Aunque debía admitir que era una buena persona, ayudaba a quien lo necesitaba y era muy amable con todos, además de que era fácil tener una conversación con él. O al menos eso se decía porque a decir verdad, el nunca había hablado con el otro chico.
Kim Jonghyun era lo opuesto a Choi Minki en muchos aspectos. No era exactamente el macho peludo que todos se imaginarían como representante de la masculinidad pero al menos algo era seguro.
Era heterosexual.
1.78, cabello negro, tez morena y delgado. Si bien no tenía un cuerpo musculoso, al menos era seguro que se ejercitaba. Según sus hermanas, tenía estilo al vestir, pero era rara la ocasión en la que se peinaba, el tiempo muchas veces lo comía a la hora de irse a la escuela y ese pequeño detalle lo hacía ver muy descuidado.
En cuanto a su personalidad, era tímido, introvertido y un gran fan del anime, lo cual implicaba que en ocasiones lucia muy ojeroso después de una noche de desvelos haciendo tarea y viendo anime al mismo tiempo.
Tal vez podría dormir unas cuantas horas si solo se dedicara a su carrera, pero no podía dejar de lado su pasión. Aún así, todo eso era normal, después de todo estudiaba ingeniería mecánica.
Y todos los días se divertía viendo las peripecias del chico rubio por la ventana de su salón. En realidad todos los hacían, incluido el profesor. En serio era inevitable voltear a verlo, sobre todo por el ruido que hacia su auto cuando se detenía antes de llegar al lugar donde lo estacionaba.
En la cafetería Minki siempre se sentaba en el mismo lugar con las mismas personas y todos los sabían, porque el siempre lucia maravilloso, lo que no sabían era que esa mesa era su posición estratégica para poder observar con calma al chico que comía solo en una de las jardineras de la escuela. Verlo era su pasatiempo favorito porque sabía que no tenía ni la más mínima oportunidad con él. Ya habían pasado dos años desde que lo había visto por primera vez y que había aceptado su derrota. El chico era heterosexual y punto. De eso no le cabía duda.
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La fiesta no era nada nuevo a decir verdad, todo era alcohol, drogas, sexo música… y el mismo largo etcétera de siempre.
Admitía que esas fiestas le gustaban pero solo por un rato, después se aburría y prefería regresar a su casa. Sus amigos lo habían arrastrado hasta allá porque el era el único que, por una misteriosa razón, había recibido una invitación de parte de MiYoung, de diseño de modas, para asistir a esa fiesta.
Mientras ellos bebían y bailaban, el solo estaba en la barra, observando a todos y a la nada al mismo tiempo, se sentía algo mareado, muy probablemente porque ya estaba un poco ebrio, pero no podía decirlo con seguridad, ya que su mente estaba un poco nublada.
De pronto un chico se recargo en el, llevaba una cerveza en la mano y se veía distinto. En realidad no, mas bien se veía más atractivo de lo que de por si solía lucir.
—¿Bailas?—. Le pregunto el chico, a lo que Jonghyun simplemente negó con la cabeza.
Era increíble como podía lucir hermoso incluso con esas feas luces de colores que había en el lugar.
Sin pensarlo dos veces dejo de lado la cerveza que tenía en la mano y se acerco para tomar el rostro del chico rubio entre sus manos, besándolo despacio para que el otro chico le tomara confianza y le permitiera explorar su boca.
Eso era lo único que recordaba de la noche anterior.
Ahora no estaba seguro de lo que estaba viviendo en ese momento. Se negaba a creerlo.
Estaba en un cuarto pintado de fucsia con negro y que además, no era el suyo, rodeado de peluches en una cama que no era suya…
Y con una persona de pelo rubio y más o menos largo, acostado a su lado. En ese momento le rogaba a todos los dioses que la persona a su lado fuera una chica y no quien creía que era.
Por que no.
No podía ser posible que el, un heterosexual, se haya acostado con la cosa más gay de su escuela.
No, de ninguna manera.
De un momento a otro y sin previo aviso, la cosita de cabello rubio empezó a moverse y su peor pesadilla se había vuelto realidad: se había acostado con Choi Minki.