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Líos y más líos por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste este capitulo, a mi en particular me pareció de lo más divertido....

 

Un mes había pasado desde la reunión en la casa del Patriarca. Esa mañana Albafica se había levantado aun más cansado que cuando se acostó, algo sumamente extraño. Y cuando al llegar a la mesa con su padre tan solo ver el desayuno vegetariano que usualmente le volvió la boca agua como algo asqueroso… bueno, tenía que sospechar. Tras la comida, cuando bajaba a hacer algunas cosas, se encontró con que la casa de Acuario estaba llena de un olor a tocino. Debió encontrar la carne repulsiva como todo buen vegano, pero en ese momento… se escabulló en la cocina y comenzó a comérsela toda. Tan pronto se la hubo terminado sus ojos se abrieron

“¿Qué me está pasando?” se preguntó. Nunca en su vida había probado la carne ni sentido necesidad de hacerlo… ¿y de repente se zampaba un kilo? Algo definitivamente no estaba bien con él.

“Vaya que tenías mucha hambre” comentó Dégel, entrando de improviso para encontrar todo su tocino desaparecido. “¿Qué no eras alérgico a la carne o algo así?”

“Algo así” respondió el peliceleste, sintiendo miedo. Unas palabras de Luko le vinieron a la mente… 93%... 93%... 93%... esa cifra le daba vueltas alrededor de la cabeza, amenazando con causarle un mareo. “Yo… tengo que irme. Debo hacer… cosas”

“Como digas” el pez dorado se fue corriendo escaleras arriba, levantando el polvo mientras se movía a la velocidad de la luz hacia su cuarto. Una vez ahí mezcló a toda prisa los ingredientes de la misma pócima que el Patriarca les había preparado antes. Una vez estuvo bien le echó unas gotas de su sangre y esperó el cambio… positivo. Le entraron ganas de gritar de frustración y maldecir al mendigo 7% que al parecer lo odiaba.

“Albafica, ¿pasa algo? Te veías muy alterado” inquirió Lugonis desde el otro lado de la puerta. En ese momento un sudor frio inundó al hermoso. ¿Qué le iba a decir a su padre? ¿Cómo iba a explicar su embarazo sin que esto terminara en otra Guerra Santa? Y aparte de eso, ¿Cómo diablos iba a decírselo a Minos? Una metedura de pata como esta no podía ocultarse eternamente.

“N… nada” contestó algo asustado. Tenía que actuar rápido o se armaría el lio diplomático más grande de la historia justo unos meses después de que consiguieran la paz. “Tengo que… ver a Aspros… si, a eso voy”

“¿Eh? ¿Por qué?” ahora Lugonis estaba confuso.

“Soy su amigo y… prometí ayudarlo en esta difícil etapa” mintió descaradamente el más joven, prácticamente corriendo hacia la puerta. “Adiós, papá, nos vemos más tarde”

-En la casa de Geminis-

Los gemelos acababan de pasar la mañana desayunando juntos en silencio. Aspros tenía la cara de enfado más grande que se podía imaginar. Sin la ayuda de las vendas su vientre había crecido de la manera correcta y ahora era perfectamente visible, lo que hacía infeliz al pobre. Por su parte Deuteros aun no aparentaba su estado, pero estaba de malas porque un grupo de idiotas de plata oyó acerca de su situación e intentaron vengarse de todas las veces que los había derrotado en Kanon cuando aún era el demonio. Cabe decir que no terminó bien, sobre todo cuando Asmita notó a la bola de imbéciles desde su casa y los atacó con el Tesoro del Cielo. Al final Sage, sumamente molesto, los castigó a todos, poniendo fin a la situación. El resto de la tarde tuvieron que hacer labores de limpieza mientras Manigoldo se reía de ellos.

“Vaya… ¿es que Dégel está de visita o ustedes tienen una forma extrema de practicar la ley del hielo?” preguntó Aldebarán, tratando de aligerar el ambiente. Últimamente el guardián de la segunda casa pasaba mucho tiempo en la tercera, molestando al gemelo mayor para que criaran juntos al bebé. Esto volvía loco al menor, que con una voz digna de su sobrenombre le prometió que tan pronto diera a luz lo convertiría en churrasco. Y por alguna razón el torito le creyó.

“Lárgate de aquí, ya estoy fastidiado para tener que lidiar contigo” Aspros dijo mientras dos pares idénticos de ojos lo miraban con furia. El pobre toro retrocedió alarmado, los gemelos podían ser aterradores cuando estaban en sintonía. Mejor esperaba a  que el menor se fuera a visitar a su novio, luego conversaría con el otro.

“¿Qué quiere ese tipejo contigo?” preguntó Deuteros interesado. El embarazo había sacado rasgos de su personalidad que le hacían parecerse aún más a su hermano, para sorpresa y espanto de todos. Solo esperaban que se le pasara cuando todo terminara…

“Esta cosa…” el mayor señaló su abultada sección media. “Ya le he dicho que se la puede quedar, pero sigue insistiendo en que es de ambos” miró a su hermanito con ojos críticos. “¿Cómo soportas tú al tuyo?”

“Es diferente, yo no cometí un error estando borracho” ambos gemelos suspiraron cuando de repente un asustado Albafica irrumpió en la casa, demandando hablar con el mayor. Los dos se quedaron como de piedra al ver al siempre correcto caballero de Piscis tan alterado.

“Aspros, realmente necesito tu ayuda, tienes que… ¿eso es jamón?” preguntó el hermoso. La boca se le hizo agua cuando vio la carne en el desayuno de los Géminis y se lanzó a comer, devorando la pieza en tiempo record. Sabía a dicha, por Athena, ¿Cómo algo tan asqueroso podía saber tan bien?

“¿Qué tú no eras vegetariano?” preguntó el mayor con confusión mientras que su hermano, todavía algo cohibido en presencia de los otros caballeros de oro, se encogió en su asiento antes de dar una débil despedida e irse sigilosamente a Virgo. En medio del camino se preguntó si debía mudarse ahí, ya que cuando el bebé llegara definitivamente iba a necesitar ayuda.

“Lo soy, pero… últimamente lo único que se me apetece es carne”

“Lo único que…” los ojos de Aspros se abrieron tanto que parecía que se le iban a salir de las orbitas y se clavaron en el vientre aún plano de Albafica. “¿Cómo? ¿Qué no usabas una tonelada de anticonceptivos?”

“Por desgracia las pastillas solo tienen un 93% de efectividad, mendigo 7%” gruñó el peliceleste sentándose y mordisqueando distraídamente un poco del tocino que quedaba en el plato de Deuteros.

“Entonces finalmente te alcanzó, jajajaja” se burló el gemelo malvado, pensando en lo enojado que estaría Sage al escuchar estas noticias y ni que hablar de Lugonis. Iban a correr ríos de sangre en el inframundo si este se llegaba a enterar.

“No es gracioso, ¿Qué hago?” preguntó el pez, robándole a su amigo los últimos pedazos de jugosa carne. “No puedo tenerlo, esto armaría un problema entre Athena y Hades, aparte de que sería demasiado poderoso y…”

“¿Y crees que esto…?” señaló su bulto. “¿no es demasiado poderoso? Puedo sentir su cosmos, Albafica, succionando el mío y haciéndose fuerte… a costa mía. Me desagrada, en serio, es como tener una sanguijuela dentro” suspiró. “Pero me estoy desviando del tema, el caso es que al alimentarse del cosmos de un dorado durante nueve meses ya son demasiado poderosos. Además han recibido los genes de otro… ya me entiendes”

“Esto niño no ha recibido los genes de otro dorado, sino los de un juez del infierno” terció Albafica, poniendo sus manos alrededor de su cintura. “Me asusta lo que podría llegar a ser cuando crezca, pero… no quiero que muera tampoco”

“Entonces… ¿te lo quieres quedar? Ya has dicho que te causará demasiados problemas, mejor deshazte de él” dijo el gemelo mayor como si fuera la cosa más normal del mundo.

“¿Cómo tú quieres hacer con el tuyo? Preferiría tenerlo… sí, quiero a mi bebé”

“¿Y los problemas con los espectros?”

“Me las arreglaré”

“Va a terminar muy mal, creo que deberías buscar la ayuda de un par de pastillas y…”

“No, gracias, creo que puedo con esto” respondió fríamente el peliceleste, luego se encontró con la sorpresa de que el mayor sonreía satisfecho. “¿Acabas de…?”

“¿Manipularte para ayudarte a decidir qué hacer? Funciona todo el tiempo” guiñó un ojo y se rió. “O al menos con Deuteros… cuando era malo. Pensé que podría aplicarlo en este caso para algo bueno… para variar.”

“Tú… realmente eres alguien especial”

“Y a mucha honra”

“¿No era cierto la parte de la sanguijuela, verdad?” preguntó interesado el hermoso, sentándose para seguir atacando las tiras grasosas que aún quedaban en el plato de su amigo, que usó su tenedor para bloquearlo.

“Esa fue la única verdad…”

-En la casa de Acuario-

“No puedo creer que se comiera todo nuestro tocino, que descarado es ese” dijo el mago de los hielos mientras preparaba otra tanda de las deliciosas tiras de carne. Kardia no sabía cocinar nada que no estuviera hecho a base de manzanas y, aunque su pastel de manzana era delicioso, no podían sobrevivir los dos a base de él. En la mesa, el santo de escorpio saboreaba distraídamente un poco del puré de manzana que hizo en la mañana.

“He estado pensando en algo últimamente” dijo con gesto ausente, como si estuviera perdido en sus pensamientos. El acuariano levantó una ceja mientras posaba el plato sobre la mesa.

“¿Ah, sí? ¿En qué?”

“Bueno…” Kardia estaba algo incomodo al abordar el tema, demasiado a decir verdad. Iba a ser completamente embarazoso una vez al descubierto, lo presentaría como alguien débil ante su novio y eso no lo podía permitir. “Mejor olvídalo”

“No, dime qué”

“Es que… muchos van a tener bebés y…”

“Por irresponsables” comentó Dégel, llevándose un pedazo de huevo a la boca y saboreando el perfecto desayuno que había preparado. “Y déjame decirte que no los envidio”

“Pues yo si… algo” al onceavo guardián se le cayó el tenedor inmediatamente y miró a su amante con una cara tan graciosa que fue un milagro que Kardia siguiera serio. Sus lentes se cayeron por el puente de su nariz hasta que aterrizaron en su plato.

“¿Qué…?”

“Dégel, quiero un bebé”

“¿Eh?”

“¡He dicho que quiero un bebé!” el pobre cubito estaba completamente anonado. Nunca se había imaginado que su novio era uno de esos que querían hijos. La mayor parte del tiempo Kardia estaba demasiado centrado en ser su inmaduro e irritante yo, pero ahora… ¿de dónde diablos había sacado la idea de tener un hijo?

“¿No crees que… somos demasiado jóvenes todavía?” trató de hacerlo entrar en razón. No se sentía listo para ser padre y que muchos otros fueran a serlo no lo hacía sentirse más preparado.

“Tal vez, pero… realmente quiero uno y siento que es el momento apropiado para tenerlo” comentó el escorpión seriamente. “Tiene que tener amiguitos”

“Si esperas unos años créeme que todavía van a haber algunos aprendices de su edad que jugaran con él” siguió intentando de disuadirlo el de lentes. “Además te aseguro de que algunos no podrán contenerse mucho y tendrán probablemente un segundo y un tercero”

“Eso no se puede negar”

-En la primera casa-

Shion estaba hablando con una recién llegada Yuzuriuha de Grulla, que se encontraba de lo más divertida escuchando las desventuras amorosas de su antiguo compañero de entrenamiento. Después de escuchar que su otro condiscípulo Asmita iba a tener un bebé decidió hacer el viaje desde Jamir para felicitarlo, pero en mitad del camino fue atajada por el otro lemuriano y forzada a escucharlo.

“Me parece que solo estás ahogándote en un vaso de agua” dijo ella tras escuchar al otro durante horas cual adolescente desesperado. “Además ni que esta fuera la primera vez que te enamorad o tienes una relación, ya anduviste con el hijito de Sage”

“Su nombre es Manigoldo y no me menciones a ese descarado” pidió el rubio con cara de pocos amigos. “Además lo nuestro fue una relación muy… física y quiero algo más profundo con Dohko que sólo acostarme con él”

“Bueno, acostarte con alguien está bien, me han dicho que se siente bien” la muchacha se quedó pensativa. “Bueno, Tokusa dice que si”

“Veo que has vuelto a hablarte con tu hermano… espera, ¿con quién se está acostando Tokusa?”

“No sé y él dice que cuanto menos sepa mejor” la chica apretó los puños fuertemente. “Creo que no quiere que mate a su compañero de cama”

“Ajá, pero no nos desviemos del tema” pidió Aries un poco angustiado. Realmente necesitaba concejos en cuanto a relaciones se trataba, especialmente después del desastre que su última relación había significado. “Ni siquiera sé cómo pedirle que salga conmigo, además si lo hago va a pensar que es como amigos… ¡ya de por sí estoy en la friendzone!”

“No estás en la friendzone, no es tan grave” trató de tranquilizarlo Yuzuriuha. Dios, a veces este dorado era peor que Tokusa cuando tenía seis años. “Mira, te vas a calmar, irás a Libra y le pedirás a ese tigre sexy que salga contigo” dijo mirándola a los ojos. “Oh, y no te voy a dejar entrar a tu propia casa hasta que lo hagas, así que ¡largo!”

“Como digas…”

La mujer se sentó a esperar, negando con la cabeza y diciéndose  sí misma que los hombres eran unos inútiles en materia de relaciones. Empezó a limarse las uñas mientras esperaba a que esa bola de lana hiciera lo que le había dicho. Solo esperaba que sus deducciones fueran correctas y que el chino estuviera tan enamorado del borreguito como pensaba.

“Ah… eh, hola… ah… pava rara” la saludó Manigoldo, que venía de un entrenamiento. Su ceja tembló con la ira de su dueña y le lanzó al dorado una mirada de pocos amigos que ni siquiera lo inmutó, ya estaba acostumbrado a que todos le lanzaran miradas como esa.

“Veo que Sage fue demasiado permisivo contigo, crustáceo idiota” dijo ella sin molestarse en saludarlo y dejando la lima a un lado. No le importaba que ese cretino le hubiera salvado la vida una vez, solo que la había insultado y no se lo iba a perdonar. “Te engrió demasiado por lo que veo. Eres un hijito de papi.”

“Él no fue para nada consentidor” le contradijo el cangrejo, ahora enojado. Podía meterse con cualquier menos con su maestro. “Pero por lo visto Hakurei sí, el borreguito, la muñeca y tú no tienen muy buenos modales”

“¡Como te atreves!” salió Yuzuriuha en defensa de su maestro. Después de gritarse una buena media hora ambos se sentaron algo cansados. “Sabes, creo que estamos confundiendo la palabra maestro con padre”

“Es que son nuestros padres… al menos Sage es el mío” confesó el artrópodo recibiendo una taza de té que la lemuriana le ofrecía. “Él me enseñó un montón de cosas y no solo sobre ser un santo, ¿sabes?” se quedó mirando a la lejanía. “Por ejemplo, aunque la mayoría de gente no lo sepa, me gusta mucho cocinar y aprender nuevas recetas. Recuerdo que mi maestro se quedaba en la cocina haciendo eso conmigo cuando tenía tiempo”

“¿De verdad? ¿El gran Patriarca Sage te enseñó a cocinar?” ella se rió. “Porque su gemelo es un inútil en las tareas del hogar. Hakurei quema el agua”

“¡Lo sé! ¡Mi maestro me dijo que tenía que cocinar por los dos porque si del maestro reparador de armaduras dependiera comerían crudo!” ambos se rieron, recordando los dulces momentos de niñez al lado de sus respectivos maestros. Siguieron conversando animadamente acerca de lo aprendido con los gemelos peliblancos… sin notar una tercera presencia en el templo.

“Conque cocinar, ¿eh?”

Notas finales:

¿Qué les parece? La naturaleza finalmente alcanzó a Albafica. ¿Volverá a entrar Shion a su casa? ¿Quien estaba espiando a Manigoldo? ¡Kardia quiere un bebé! ¿Se lo doy? ¿Ilias freirá al Cid en el proximo capi? Envien sus reviews!!!!


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