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Líos y más líos por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les agrade...

“No entiendo por qué no quiere” terminó Kardia tras tomar el quinto vaso de vino y derrumbarse sobre el mostrador de Calvera. La mujer lo miraba algo irritada, ¿es que tenía que hablar de sus problemas de pareja justo con ella? Tenía muchos clientes que atender, no solo a él… aunque tenía que admitir que sentía algo de cariño por el joven escorpio, hasta el punto de considerarlo una especie de hermano menor.

“¿Y por qué no solamente dejas de tomar el anticonceptivo?” sugirió ella, poniéndole delante algo más de la bebida. “Así podrías concebir y si llegara a sospechar, culpar al margen de error siempre funciona”

“Nunca nos ha fallado en años” comentó el peliazul vaciando el vaso en un solo trago. Luego se lo pensó mejor. “Pero no es tan mala idea”

“¿Verdad que sí?” ella le sonrió quitándole el recipiente vacío. “Tendrás que esperar algunos días para hacerlo, pero si es tan apasionado como me dijiste que era…” ella se rió cuando el caballero se sonrojó, él y su bocota… “entonces no habrá problema”

“Se pone como una fiera cuando lo hago esperar…”

“Mucho mejor, así te saldrá el hijo más rápido” dentro de la cabeza de ambos comenzó a formarse un maquiavélico plan para darle al escorpión lo que quería. “Y si enciendes unas cuantas velas aromáticas y usas algo especialmente hecho para la ocasión”

“Acompañarlo con unas copas de vino también funciona….”

-Unos días más tarde-

Dégel estaba furioso, tanto que cuando bajó de Acuario a Escorpio dejó un rastro de hielo detrás de él. Pero no era para menos, era la segunda vez en ese año que Kardia lo dejaba en abstinencia forzosa, aunque esta vez por solo unos días. Azotó la puerta de la habitación de su novio cuando entró a la fuerza… sólo para encontrarse con el perfecto ambiente romántico, velas y flores incluidas.

“¿Te gusta?” preguntó una voz desde atrás. Volteó y casi se le hizo la boca agua. Kardia se había vestido con una túnica transparente que no dejaba nada a la imaginación y comía lentamente una manzana roja, pasando la lengua sobre la cascara sugestivamente.

“Es increíble… ¿Cuál es la ocasión especial?” entonces el escorpión había estado ocupado preparando esta noche especial, ¿eh? Bien podía perdonarlo rápido… después de uno o dos rounds de sexo duro.

“No hay, es solo que… quería disculparme por lo del otro día, parecías tan preocupado…” fingió Kardia mientras en su fuero interno se decía: Prepárate para darme lo que quiero, bastardo. Los dedos del aguador se colaron entre los pliegues de la tela que cubrían a su amante, finalmente haciendo caer la prenda.

“Pues vaya disculpa”

“Aun no me has respondido” dijo cogiendo una botella de vino francés que Calvera le facilitó. Dégel vio las dos copas que había a su costado y se apresuró a tomarlas para servir las bebidas. Todo le parecía tan perfecto… luego le agradecería a la mujer que de seguro había tenido la idea, pero primero… su escorpión necesitaba algo de atención.

“Me encanta”

-En otra parte-

“Papá, yo… tengo que hablar contigo…” trató de practicar Albafica, pero cada vez que estaba delante de su padre de verdad se volvía demasiado gallina para confesar que iba a tener un bebé muy pronto y que el Piscis mayor sería abuelo. Ni siquiera se había atrevido a contarle a Minos la noticia y eso que ya iba para el segundo mes. “Bien, Albafica, calma, primero lo primero, tienes que contarle a tu novio…”

“¡Alba! ¡A cenar!” gritó Lugonis desde la cocina con unas empanadas vegetarianas. La nariz de su hijo se frunció y corrió a la salida.

“¡Comeré en Géminis! ¡Adiós!” bajó las escaleras en tiempo record. Ahí, en la tercera casa, estaba Aspros esperándolo con un plato lleno de carne recién frita. El pez dorado estaba tan hambriento que comenzó a desgarrar los pedazos y comérselos con los dedos. El gemelo mayor frunció el ceño con asco antes de sentarse con dificultad y clavarle el diente a su propia cena. En momentos como ese el peliazul agradecía la compañía de su amigo especialmente desde que su hermano decidió mudarse a Virgo…

“¿Ya les has dado la gran noticia?” preguntó el joven geminiano, tratando de entablar una conversación. El pisciano dejó de comer y masticó más lentamente el bocado que tenía en la boca. Era obvio que todavía tenía problemas con eso. “Apresúrate, pronto vas empezar a verte… así de redondo” señaló su vientre.

“No estás tan redondo” dijo Albafica, como quejándose. “Y si tuviera que parecerme a alguien en alguna etapa de embarazo, sería a Sísifo”

“Y que lo digas… ese suertudo, ¿has visto lo pequeño que es el condenado? ¡Ni siquiera parece que está embarazado!” ambos asintieron y suspiraron. De repente escucharon un estruendo que venía de las casas de abajo y salieron para ver. “¿Qué demonios está pasando?”

-Unos minutos antes-

“Empiecen a hablar” cuando estas palabras salieron de la boca de Violatte Tokusa supo que no había nada en el mundo que pudiera salvarlo… excepto una cosa muy humillante, pero que estaba dispuesto a hacer con tal de no convertirse en la victima de esa mujer y de los tres jueces del infierno. Juntó toda su energía para utilizar esa técnica milagrosa… y salió corriendo hacia la salida más cercana al santuario, seguido por la furiosa chica que gritaba sus culpas. En el camino se le unieron Aiacos, Minos y Radamanthys, que amenazaban de muerte a Hanuman y a su novio, que corría detrás de él. Una vez fuera del inframundo los espectros continuaron con su carrera hasta que llegaron a la casa de Aries.

“¡¡¡NEEEEEEEEEEEEEE-SAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN!!!” gritó el lemuriano. Yuzuriuha de Grulla, que acababa de escuchar cómo la oveja había conseguido una cita con el chino, salió confundida de la casa e inmediatamente fue usada como un escudo contra los jueces como cuando tenía seis años y unos bravucones atormentaban a su hermano.

“¿Tokusa? ¿Qué está…?” de repente tuvo la respuesta cuando cuatro de los espectros más poderosos se plantaron delante de ella, demandando por la sangre de su hermano. “¿Qué hizo este idiota ahora?”

“¡Esparció rumores horribles acerca de mi hermanito!”

“Nuestro hermanito…” le recordó el rubio.

“¡Nuestro hermanito!” se corrigió Aiacos.

“Entiendo, pero para aclarar… ¿Qué diablos pintas tú en todo esto?” dijo la chica volteando a ver al rubio que se escondía detrás de su hermano. No recordaba haberlo visto antes, ni siquiera en la guerra, por lo que debía de haber sido derrotado por los dorados mientras ella estaba en el inframundo rescatando a Tenma.

“¡Su condenado noviecito lo ayudó!” la ceja de Yuzuriuha se alzó tanto que tocó el nacimiento de su pelo y se volteó para observar a su hermano, que en ese momento sólo podía pensar en lo mucho que se parecía a su madre.

“¿Tu novio? ¿En serio? ¿Ese rubio de bote?” insultó a Nigromante sin ningún tapujo. “¿Y qué es eso de esparcir rumores estúpidos acerca de otro?”

“¡No creí que se los fueran a creer! ¡Solo hace falta con ver la ropa interior que usa Kagaho para notar que ese nunca ha tenido nada con un hombre… o una mujer o nada!” trató de defenderse Tokusa, logrando empeorar las cosas.

“¿TÚ viste la ropa interior de MI hermano?” el énfasis que hizo Suikyo en esas palabras no auguraba nada bueno. Hanuman estuvo a punto de echarse a correr de nuevo cuando su hermana lo tomó de la oreja con dos dedos.

“No se preocupen, YO me encargaré de esto” eso hizo que Tokusa deseara haber sido alcanzado por los jueces. Yuzuriuha se lo llevó del oído adentro, seguida de cerca por Byaku, que se encontraba enfurruñado por ser llamado rubio de bote.

“No sé por qué…” comenzó Violatte. “Pero creo que lo que esa chica le hará eclipsa cualquier cosa que nosotros pudiéramos hacerle”

“¡Igual quiero destrozarlo! No solo esparció rumores acerca de mi hermano, sino que vio su ropa interior…” gruñó Garuda, abriendo y cerrando los puños, imaginando cómo se sentiría tenerlos alrededor de la garganta de Hanuman.

“¿Y qué? ¡Yo también! ¡Y la tuya, Suikyo!” todos se voltearon a ver a la chica con cara rara. “Es que… ¿cómo creen que aparece su ropa limpia en sus cuartos? Algunos de nosotros tenemos que lavarla y… rotamos los puestos en el equipo de lavado… bonitos calzoncillos por cierto, amor, jamás pensé que los usaras de pajaritos”

“¡Eran Garudas!” gritó un sonrojado juez mientras que Minos y Radamanthys se partían de la risa. Cuando volviera a casa se desharía de toda la ropa interior con dibujitos y compraría unos mejores completamente blancos. “¿Por qué demonios te los tenían que enseñar a ti?”

“No sé, ¿Por qué demonios tuve que ver también las lagartijas de Radamanthys y las águilas sonrientes de Minos?” los jueces pararon de reírse, poniéndose más rojos que un tomate.

“¡Son grifos/wyverns!” aullaron al unísono. Aspros y Albafica, que habían bajado para ver más de cerca lo que estaba pasando, disfrutaran un rato con el momento. Por supuesto que el segundo ya había visto las prendas interiores de su novio.

“¿En serio? Yo también creía que eran pájaros sonrientes” comentó el pisciano, haciendo que su amigo se riera. “Ven, vamos a otro lado, tengo que hablarte” dijo tomando un expresión más seria. Era ahora o nunca, tenía que decirle a ese espectro que iban a tener un bebé. Si tan solo no fuera más fácil decirlo que hacerlo.

“Eh… claro” accedió Minos, tratando de salir de ese ambiente incómodo de Violatte revelaría al mundo lo peor de sus guardarropas, incluida la de su novio. Para la próxima aprendería a poner su propia ropa a lavar… si es que aprendía cómo lavarla.

“Entonces… ¿por dónde iba?” ambos jueces gruñeron cuando la chica siguió divertida.

Albafica y Minos pasearon por las ruinas que decoraban el santuario, tomados de la mano. Finalmente el peliceleste se relajó lo suficiente como para soltar la bomba, esperando que el otro se lo tomara bien.  Para su sorpresa el espectro lo hizo… bueno, se lo tomó mejor de lo esperado. A los pocos segundos cayó desmayado al piso. El caballero de Piscis se inclinó sobre el caído y comenzó a abanicar para ayudarlo. Tras unos minutos por fin el peliplata despertó.

“¿Estás bien?” preguntó Albafica preocupado. Griffon no respondió hasta que puso una mano suavemente sobre su vientre aún plano.

“No era un sueño… realmente vamos a…” lo acarició suavemente, haciendo que Piscis pusiera sus manos sobre las de su amado. Se quedaron ahí en silencio disfrutando el momento con su bebé hasta que algo vino a la mente del juez. “¿Lo sabe tu padre?”

“¿Tienes un jardín entero de rosas venenosas clavadas en el cuerpo?”

“Ya veo… tienes que decirle” dijo el espectro sin quitar sus manos del pequeño bulto que ya sobresalía de las caderas de su novio. “Porque a partir de ahora pasaré mucho tiempo en tu casa”

“¿En serio?”

“Tengo que ayudarte, también es mío” ambos sonrieron… aunque todavía quedaba pendiente la amenaza de Lugonis y su mala reacción ante el embarazo de su hijo.

“Deshazte de esas águilas y aprende a lavar tu ropa por ti mismo” le aconsejó el peliceleste y su novio asintió. Realmente, ¿por qué no se había dado cuenta? Eso explicaba muchas de las risas a su paso que a veces soltaban espectros menores.

-En la casa de Leo-

Sísifo había bajado para conversar con su hermano y sobrino, dejarles las cosas en claro por así decirlo… cuando se encontró con un montón de cabras balándole en el interior del quinto templo. Tal era su sorpresa que olvidó por qué estaba ahí mientras veía a Ilias con un cayado de pastor empujar a los animales fuera de su camino. Regulus miraba a una cabra como analizándola en un rincón, sobre todo en la base del cuello.

“Esta ya está lista para usar” le informó a su padre y el león mayor asintió. Su hijo empujó a la pobre cabra hacia un pequeño rebaño apartado, que se encontraba en un rincón temblando de miedo. Regulus e Ilias siguieron con su tarea de separar cabras mientras Sísifo miraba con incredulidad. Conque así era como consiguieron las cabezas…

“Ilias, Regulus… ¿Qué están haciendo? ¿De dónde salieron tantas cabras?” preguntó el arquero, esquivando a los animales. Esto no fue tarea fácil, ya que llenaban el espacio y todas querían masticar una parte de su armadura.

“Seleccionando las mejores cabezas de ganado para la decoración de mañana” dijo alegremente el gatito, palpando la cabeza de uno de los animales para decidir  si era el indicado o no. “Y no te preocupes, no haremos lo mismo que ayer”

“Me alegro”

“Esta vez también vamos a dejar los miembros de las cabras ahí. Papá las compró especialmente para eso después de todo.”

“¿Qué? ¡Ilias!” el Leo mayor se acercó con su palo, calmado, pero al ver la expresión de su hermanito palideció. El alegre adolescente hizo eso también y se quedó mudo. Nunca había visto a su dulce tío con esa cara.

“¿Corremos?” sugirió esperanzado.

“Corremos”

Notas finales:

Espero que les haya gustado, por favor reviews!!!!!!!!!!!!!!!!!!


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