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Líos y más líos por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Nuevo capitulo para avanzar con esta entretenda historia. Las cosas se van poniendo peor para nuestros queridos caballeros...

Pasaron los meses y Sísifo siguió sin tener síntomas del embarazo… al contrario de otra persona. Deuteros estaba durmiendo tranquilamente en el templo que compartía con su hermano cuando fue despertado por un sonido extraño venido del baño. Suspirando, se levantó de la cama y fue al lugar para encontrar a su gemelo de rodillas frente al inodoro.

“Otra vez…” preguntó cruzado de brazos desde la puerta.

“Si… ugh” Aspros volvió a regurgitar todo lo que había comido la noche anterior, aunque por las náuseas perpetuas no había sido mucho. “No sé qué pasa”

“Deberías ir a ver a Dégel, es lo más parecido a un médico que tenemos por aquí” le sugirió el demonio. Como siempre, el hermano mayor se negó, diciendo que una pequeña enfermedad no iba a vencerlo y que pronto se encontraría bien. Una vez el menor se hubo ido se vistió y silenciosamente fue a la casa de Piscis. Albafica parecía más de confianza que Dégel y tenía fama como herbolario además de ciertos conocimientos de medicina natural. Nadie lo notó avanzar, vivir con Deuteros había tenido sus ventajas. Una vez llegó ahí lo encontró tratando de controlar a un niño alegre que correteaba por todas partes.

“¡Pefko, baja de ahí que te vas a caer (y Luko me va a matar)!” gritó, cansado del aprendiz de herbolario. Ese niño era una bala, aun peor que el cachorrito de Leo.

“Hola, Albafica…. Erm… ¿podrías darme unos segundos de tu tiempo?” preguntó Aspros, mirando cómo el niño se quedaba fascinado por la colección de libros de los Piscis, todos de botánica.

“Ya qué” refunfuñó el otro. No sabía por qué tenía que cuidar a Pefko mientras su padre y su tío estaban fuera, ¿qué no habían otros espectros que le pudieran hacer el favor a Dríade? Aunque esta bien podía ser una táctica desesperada por parte de su padre para que pasara menos tiempo con Minos. “¿Te pasa algo?”

“Bueno es que…”

“Escúpelo ya” terció Albafica, cansado. Toda su vida había querido socializar con alguien, con quien sea, y ahora… descubría que hacer de canguro era la peor pesadilla de un adolescente con novio.

“Es que yo… me he estado sintiendo mal últimamente y quisiera que me revises”

“Bien, supongo que no tengo nada más que hacer” dijo el peliceleste, observando como el niño finalmente se había quedado tranquilo, leyendo sus libros, y de seguro seguiría así por un par de horas… si es que tenía suerte. “¿Qué es lo que has estado sintiendo?”

“Muchas cosas, la verdad”

“Especifica”

“Si eso quieres…” trató de hacer un recuento de los síntomas que había sentido en los últimos meses. “Nauseas, muy fuerte y muchas, sobre todo en las mañanas”

“Eh…” de repente una sudor frío cubrió la piel de Albafica. Esperaba que el resto de síntomas no corroboraran lo que estaba pensando o en serio habría un problema. Todos sabían cómo Sage reaccionaría, sobre todo tratándose de un vecino cercano de Manigoldo. “Continúa”

“También he tenido más hambre de la debida, como si estuviera comiendo para más de una persona. Aparte tengo antojos de una comida muy específica…” dijo Aspros, recordando que una noche a semana pasada había hecho que su hermano cocinara más de tres raciones adicionales de un asado a la lava de Kanon (claro que la receta había sido adaptada para ser preparada en una cocina). “Supongo que por eso he aumentado de peso y me siento más cansado”

“¡Oh, diosa!” exclamó Albafica, asustado.

“¿Qué ha pasado?” preguntó Pefko, levantando la vista de su lectura. Su primo le sonrió y lo tranquilizó antes de tomar al peliazul de la muñeca y jalarlo hasta su habitación. Ahí preparó una mezcla herbal y dejó caer una gota de la sangre del gemelo mayor en el agua. Cuando la pócima finalmente se estabilizó cambió totalmente de color.

“Rayos… eres un idiota”

“¿Por qué?” ahora Aspros estaba confuso. El peliceleste lo miró con cara de pocos amigos, ¿de verdad era este el gemelo malvado, el traidor? ¡Pero si era más inocente que Sísifo!

“¿Sabes para qué es esta prueba? ¡Es de embarazos!” prácticamente gritó señalando el cuenco. “¡Felicitaciones, Aspros, vas a tener un bebé!”

“¡¿Qué?! ¡¿Por qué yo?!” el otro cayó de rodillas, agarrándose la cabeza consternado. Esto no le podía estar pasando. “¿Kardia y Dégel tienen relaciones prácticamente todos los días y a mí me basta una para tener un chiquillo en mi vientre?”

“¡Porque ellos dos entienden el significado de la palabra anticonceptivo!” siguió gritando Albafica, mostrándole las píldoras blancas. “¡Hasta Sísifo los usa!”

“Sísifo… ¿de verdad?” ahora estaba incrédulo. “¿Ese santurrón ha tenido relaciones? Pensé que su hermano le había puesto un cinturón de castidad o algo así”

“Pues no, pero todos acabaremos con uno gracias a tu gran metedura de pata, imbécil” le espetó el hermoso, respirando hondamente para calmarse. Luego volvió a dirigirle la mirada a un consternado peliazul. “Y ahora, ¿Qué vas a hacer?”

“No… no sé” respondió con franqueza. ¿Qué diablos iba a hacer? Iba a tener un hijo… ¡no quería tener uno! ¿Cómo diablos iba a imponer disciplina y ser un buen ejemplo para su hermanito si se embarazaba a tan corta edad? ¡Y las consecuencias! “Ayúdame a esconderlo, se puede, ¿no?”

“Pues si” dijo un poco inseguro Albafica. “Podemos fajarte y evitar que se note, pero… ¿Qué vas a hacer una vez esté aquí? En ese momento tendrías un bebé y eso no es tan fácil de ocultar”

“Ya se me ocurrirá algo” dijo Géminis sin mucha confianza. ¿Qué iba a hacer? ¿Dejar a su bebé abandonado? Eso era algo que el antiguo Aspros, el malo, haría, pero no la persona que deseaba ser. Frunció el ceño, quizás pudiera dejarlo con una pareja que sí deseaba hijos

“Aspros… como alguien que fue abandonado por sus padres biológicos te digo que las adopciones pueden salir muy bien si le das el bebé a la persona correcta, como Lugonis” le confesó el peliceleste. “Sólo tienes que elegir bien a la pareja”

“¿Cómo supiste que estaba pensando en la adopción?”

“No te queda otra salida”

-En el coliseo-

“Buenos movimientos” dijo Tenma, escapando de los ataques de Regulus. Se suponía que esa era una práctica, pero el cachorro de león parecía más interesado en matarlo que en ninguna otra cosa. El pegaso no se daba cuenta, más el unicornio sí y le daba un poco de miedo. ¿Es que le pasaba algo a su amigo? Esa mañana había tenido un pequeño combate antes de que llegara Tenma y el otro lo había tocado en un lugar que no debía (podía pasar en una batalla, pero prefería que mantuviera sus manos para sí). Yato detuvo el combate en ese momento, sonrojado y avergonzado, ganándose una mala mirada del otro.

“Me alegra que te gusten” le respondió Regulus con una sonrisa falsa y el  puño levantado. Le saltaban unas venas de anime muy cómicas, la comisura de sus dientes se movía… en fin, parecía la encarnación de la ira. Y Tenma no lo notaba en absoluto.

“Acaba de firmar su sentencia” dijo Yato desde las escalinatas. Demonios, pensaba que el italiano era más listo que eso. Se cubrió los ojos cuando una descarga especialmente fuerte se acercó a su nuevo amigo.

“Hola, chicos, ¿Qué pasa?” preguntó Ilias, que bajó para hablar con su hijo y lo encontró a punto de matar a un compañero de armas.

“Nada, sólo estamos practicando” respondió Regulus, bajando la mano. El mayor levantó la ceja, eso parecía una práctica. De repente se dio cuenta de quién miraba, recordó lo que su hermano le había dicho y conectó los puntos. Su expresión cambió de incrédula a ligeramente cómplice y le hizo una seña a su hijo.

“Regulus, ¿puedo hablar contigo?”

“¿Ahora?”

“Sí, ahora”

“Me voy, chicos” dijo el leoncito y siguió a su padre. Pensó que iba a recibir un buen regaño, cosa que no le hacía ni gracia, pero al notar su expresión se evaporaron esos pensamientos y tuvo más expectativas respecto a la charla en frente.

-En otro lado-

“No está aquí… no está aquí…” murmuraba Manigoldo, escondiéndose en su cama. El día anterior el cangrejo había estado disfrutando de la fiesta y, antes de haber bebido la tercera copa, el dios de la muerte se le acercó y le pellizcó el trasero con actitud libidinosa. Salió corriendo despavorido directo a su maestro, que inmediatamente dejó la fiesta en manos de Hakurei (craso error, por cierto) y se fue con él al templo de Cáncer. Después de unos cuantos meses encerrado todavía sentía el peligro durante las noches.

“¿Estás bien, Manigoldo?” preguntó Sasha, que pasaba tranquilamente por su casa. La diosa llevaba su largo pelo trenzado en oro y un vestido blanco con capa para variar.

“Si, señora, es sólo que…”

“¿Tánathos todavía te acosa?” inquirió ella y luego sonrió. “No te preocupes, he hablado con el señor Hades y se ha comprometido a alejar a su concejero de ti.”

“¿Qué tan lejos?”

“No le está permitido pisar el Santuario sin la supervisión de su gemelo”

“Genial” jamás hubiera creído que tendría algo que agradecerle a Hades, más en ese momento estaba feliz de que le quitara a ese latoso de encima. Haciendo una reverencia, se retiró al baño a arreglarse para ir a entrenar. De repente vio a alguien en la ventana. “¡Tú!”

“Hola, lindura” saludó el dios de pelo plateado, echándole una buena ojeada en su piyama. El cangrejo se sonrojó y usó su toalla para cubrirse.

“¡¿Qué diablos haces aquí?! ¡no puedes venir a menos que…!”

“¿Qué esté con mi hermano? Ahí está” Tánathos señaló una figura durmiente. Y en efecto ahí estaba Hypnos, durmiendo como un bebé. “Él y el resto de dioses del sueño se la pasan durmiendo, prácticamente sólo se despiertan para las guerras.”

“Menudo…”

“Ahora, ¿por qué no continuamos donde lo dejamos en la fiesta?”

“¡Sashaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Maestrooooooooooooooooo!” inmediatamente la diosa entró, pensando que su caballero estaba en peligro y se encontró con la muerte en su ventana. Aplaudió fuertemente y el globo de Hipnos explotó, señalando que estaba despierto.

“¿Qué?” preguntó el dios del sueño.

“Thanatos se estaba aprovechando de tu siesta” le contestó Athena, cruzada de brazos y con una expresión seria. El gemelo rubio frunció el ceño y miró a su hermano con enojo. En un parpadeo estaba levantado y tenía la oreja del chistoso de la Muerte en su mano.

“¡Auauauauauauauauuauauauau!” se quejó el peliplateado mientras era arrastrado hacia la salida. “¡Me lastimas, Hipnos!”

“¿Crees que puedes hacer lo que quieras sólo porque duermo bastante? Pues verás que no. A partir de ahora cuando duerma te encadenaré a mi para que no puedas escaparte” y así se perdieron en el horizonte.

“¿Así está mejor?” preguntó la diosa con calma.

“Sí, señora, gracias” suspiró de alivio en canceriano y retomó su rutina. De repente llegó su maestro, con los brazos de la túnica levantados, esgrimiendo el palo que Athena le dio.

“¡¿Dónde está ese idiota?!” gritó Sage, furioso

“Acaba de irse”

-En otra parte-

“¿Querrías… salir conmigo? No, eso no va funcionar” se decía Shion una y otra vez mientras un aburrido Asmita observaba. Pero era eso o escuchar a su novio preguntarse qué demonios tenía su gemelo, así que se contentaba con escuchar a su amigo mientras tomaba un delicioso té de jazmín. “¿Cómo demonios te declaraste?”

“Por una humillación monumental” respondió el hindú, recordando con amargura lo que Aldebarán y los tortolitos habían hecho. Pasaron semanas antes de que los demás santos dejaran de reírse de él, llamándolo poeta desesperado.

“Ah, si, ya me acuerdo… aunque dijiste un montón de cosas muy lindas sobre él” se puso a pensar el lemuriano, llevando su pulgar al mentón. “Tal vez yo podría hacer lo mismo”

“Sí…” respondió ausentemente Virgo antes de tomar otro trago de té. Luego recordó otra cosa. “¿A qué viene todo esto? Pensé que Dohko y tú ya eran pareja”

“Sólo buenos amigos”

“¿Con derechos?”

“¡No!” gritó Aries avergonzado, tapando la cara roja con las manos. Aunque bien le gustaría que fueran de esa clase de amigos… “Lo que pasa es que… ¡no sé cómo invitarlo a salir! ¡Y espero que no se acuerde lo que pasó en la fiesta!”

“¿Qué pasó en la fiesta?” preguntó Asmita, de repente más interesado en su condiscípulo.

“Nada”

“¿Qué?”

“¡Nada!”

“Oh, vamos, puedes decirme. Yo no soy como esos chismosos que le mostraron mi diario a quién sabe qué santo aún más chismoso que ellos” dijo el ciego, moviendo su manos como para disipar las dudas. Shion se sintió más seguro y se apresuró a hablar.

“Pues… tengo que decirte que… lobeséenlafiesta”

“¿Qué diablos has dicho?”

“¡Lo besé en la fiesta!” exclamó el lemuriano nervioso. “Bueno… es que estábamos borrachos y era la primera vez que el maestro Hakurei me dejaba beber tanto… y no sabía lo que estaba haciendo y…”

“Ya cálmate” le dijo Asmita, poniendo las manos en sus hombros. “Y si Hakurei no nos deja beber mucho es porque no quiere que repitamos sus errores y…”

“¿Qué errores?”

“No dije nada” se apresuró a decir el ciego. “El punto es que Dohko y tú son amigos, sabes lo que le gusta. Úsalo para conquistarlo”

“Es que me da algo de vergüenza… ¿a ti no te la dio cuando Kardia leyó todas esas cosas que escribiste en tu diario en frente de Deuteros?” la ceja de Asita comenzó a subir y bajar de manera cómica.

“No me hables de eso, centrémonos en ti” trató de calmarse el hindú. “No voy a ponerme a jugar al casamentero, pero puedo ayudarte a trazar un plan para ganártelo. ¿Qué dices?”

“Espero que funcione”

Notas finales:

¿Les gustó? Envienme más reviews!!! Me animan para escribir mássssss....


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