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Youngjae por NoodleCat

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Notas del fanfic:

Hola!!!

Para comenzar esta es una adaptacion de un cortometraje, lo unico que hice fue cambiar lugares. La idea proviene de ese pequeño film, Asi que espero que no me vengan con "Ah.. pero lo copiaste" "No eres original" 

Cosas idiotas que ya me han pasado. Desde ya es una adaptacion de un cortometraje. En fin, es una historia muy bonita. No se si logre captar la escencia, hago recordar que soy nueva en esto, pero no por eso les doy pendejadas. 

En fin..

Enjoy?

Notas del capitulo:

Es la adaptacion de un cortometraje.

Enjoy?

Youngjae


 


Los niños y los adolescentes, no, la gente en si podía llegar a ser cruel. Siempre se trata de ver la mejor cara de la vida, pero como hacerlo cuando existen personas alrededor recordando los puntos perjudiciales de cada cosa. Se dice que la gente está en busca del verdadero amor y muchas veces se quejan por encontrar personalidades falsas. Como encontrar algo verdadero en el interior de algo superficial. Entonces la interrogante que todos se hacen es errónea. Claro que sí, pensó Youngjae. Lo más correcto, sería: ¿Busco el amor verdadero o el físico perfecto?


—Youngjae puedes leer el siguiente párrafo, por favor —el anuncio del profesor lo tomo desprevenido. Tomo su libro de doscientas páginas y con el ceño fruncido trato de leer algo.


—La principal misión de la placenta es la de transmitir los nutrientes al bebé. El nivel de flujo sanguíneo hacia el útero es de unos 500-700 ml por minuto —leyó la primera línea que paso por su vista. No pudo continuar por un resoplido molesto.


—Sr Choi, ya hemos pasado esa parte. Ahora estamos en la página 68 —Youngjae sabía que el profesor Lee nombraba a los alumnos por su apellido cuando estos estaban aislados en pensamientos propios. Era un hombre muy tolerante y daba la confianza a sus alumnos para mayor entendimiento. Simpático, paciente y de buen carácter.


—Lo siento profesor Lee —susurro Youngjae mirando su escritorio.


—Está bien. DaeHyun prosigue con la lectura —El profesor miro con preocupación la silueta de uno de sus mejores estudiantes.


—Espero un resumen de la gestación para mañana. Eso es todo pueden retirarse. —recopilo las hojas esparcidas de su escritorio. Tomo su maletín y apago la luz del aula. Cuando estuvo cerrando la puerta pudo ver a Youngjae recogiendo un papel doblado.


— ¡Youngjae! —el llamado alerto al joven moreno. Con disimulo escondió el papel blanco en el bolsillo de su pantalón.


—Dígame —respondió nervioso.


—Déjame ver —el pedido del profesor  podía sonar a orden con esa voz rasposa que traía sus cuerdas vocales.


— ¿Qué cosa? —pregunto con una expresión confundida.


—Indícame el papel que guardaste en tu bolsillo —el profesor no quería dejar pasar ese momento. Su instinto indicaba que había un problema con Youngjae.


Vio la mano acercarse al bolsillo para sacar el papel. Lo tomo en su mano viendo fijamente la mirada afligida del joven. Lo que vio hizo fruncir su ceño.


— ¿Quién te dio esto?... Puedes acusarlo ¿sabes? —el profesor no podía dejar pasar ese atropello. Como podían tratar de esa forma a un humano.


—Lo encontré en mi mochila —Youngjae no quería problemas, solo quería ir a casa.


—Pero yo te vi… —las palabras fueron atajadas por el alumno.


—Profesor me tengo que ir. Mi mama me espera en casa para acompañarla a sus compras. Adiós—La reverencia intervino contra las palabras del joven profesor. Sin más el muchacho huyo del lugar con prisa.


En el papel había un llamativo  dibujo. Se trataba de una persona que tenía por cabeza a la luna con exagerados cráteres. Su cuerpo era menudo y pequeño. A lado de la espantosa ilustración había una flecha torcida con el nombre de Youngjae.


 


— ¡Mama ya llegue! —los zapatos eran arrojados en direcciones contrarias. Youngjae corrió por el pasillo en medias, olvidando las zapatillas en la entrada de la casa.


—Cariño estoy en la cocina —el grito de la señora Choi llego a los oídos de su hijo, este cambio la dirección y se dirigió hacia la cocina.


La señora sintió como apretujaban su cuerpo con fuerza. Sin comprender acaricio la cabeza de Youngjae. El llanto la asombro más. Había pasado un buen tiempo desde que el moreno llegaba a casa rojo por el lloriqueo.


— ¿Youngjae que sucedió? —pregunto la mujer tratando de apartar al joven de sus brazos. Quería ver la expresión de Youngjae pero el llanto y el fuerte agarre impedía la acción.


—Mama empezaron otra vez… —los gimoteos eran constantes. La madre entristecida alzó el brazo derecho y lo bajo despacio sobre la espalda del muchacho. Sus palmadas de re confortación eran lentas y amargas. Su alma se desasía con cada burla que recibía Youngjae.


—Youngjae solo ignora, muy pronto acabaras la secundaria y podrás mudarte a Inglaterra—Youngjae escuchaba su consuelo asintiendo reiteradas veces. Aparto su cuerpo limpiando los restos de lágrimas.


—Ahora ve a bañarte. Cuando estés listo baja a almorzar —Se volteó para seguir con la inspección de la sopa.


Camino hasta las escaleras y subió escalón por escalón. Estando en su habitación saludo con una caricia el gato gordo que dormía sobre su cama. Montés, era muy viejo. Lo había traído a casa cuando lo había visto ser utilizado como un balón de futbol. Aún recuerda como había llegado vestido de sangre el inocente animal. Su mama y el habían decidió coger un taxi, y llevarlo al hospital veterinario más cercano que había en la zona. 


Se olvidó de ese pasado turbulento y se acercó al baño para una ducha. El agua fría siempre había sido relajante para él, fría al principio, pero tenía su encanto. Nunca le había gustado Japón. Siempre se había sentido  extraño a pesar de ser su tierra natal. La gente era fría y cruel.


Sus padres se separaron cuando tenía nueve años. La  custodia había pasado a manos de su madre. Su padre era un hombre importante en su vida, sin embargo, desde la separación dejo Japón para dedicarse a su empleo en Inglaterra.  Siempre recibía llamadas de él. Tres veces a la semana para ser específicos.


El hecho de que no haya tenido a su padre a su lado desde los nueve, no significaba que lo iba a odiar y ser un resentido. Lo único que le hacía feliz era el pensamiento de acabar con la secundaria, obtener su título y viajar a Inglaterra. Iba a extrañar a mamá, eso era cierto. Su corazón la iba a llamar cuando se sintiera solo. Aun con todos esos pensamientos no iba a renunciar al viaje. Necesitaba ser feliz y la única forma era iniciando una nueva vida en un lugar donde nadie lo conociera. Un lugar donde nadie lo llamara Señor Cráter.


 


—Hijo, estás seguro de esto —pregunto la mujer.


—Mama es lo que más deseo —Youngjae explico la razón para viajar. Se había graduado con honores y ya había sido aceptado en una universidad en Inglaterra. Su padre lo esperaba emocionado en su futuro país.


—Está bien. Pórtate bien, no seas rebelde con tu padre y  por el amor de Dios no bebas y que ni se te ocurra fumar ¿Me escuchaste? —La mujer hablaba mientras tocaba la espalda de Youngjae —Recuerda que los cigarrillos matan a los pulmones y el alcohol te pudre el hígado.


—Si lo se mamá. No te preocupes, te llamare todos los días. —la promesa no era en vano, pensó Youngjae. Nunca haría ese tipo de cosas. Iba a iniciar una nueva vida, no malgastar su tiempo.


Youngjae partió hacia Inglaterra con la promesa de visitar a su madre en épocas navideñas. Por la ventanilla del avión podía ver el cielo azul que prometía confianza y seguridad. Las ilusiones alentaban su felicidad. Con una sonrisa larga recostó su cabeza y cerró los ojos imaginando lo que sería su vida en un nuevo mundo.


Liverpool era una refrescante brisa marítima, en opinión de Youngjae. El clima era lluvioso y eso animaba mucho al joven que recorría las calles. Sabía muy bien que esa ciudad era la cuna de los Beatles. Prácticamente había nacido el pop en ese lugar. Durante su caminata por la Catedral Metropolitana se fijó en una sola cosa, nadie volteaba a verlo. Nadie se reía de su apariencia, tal vez era por la mascarilla que traía en su rostro.  A nadie le importaba que él esté usando una mascarilla en su rostro. Youngjae sonrió en su interior. Había encontrado el lugar perfecto.


Esa noche, tirado en su cama, descargo varias aplicaciones en su Iphone. Había una en especial que había llamado toda su atención. Se llamaba Beauty Face. La aplicación requería una foto de su galería. Al insertar una imagen que se había tomado ese día, pudo encontrar varias opciones que ayudaban a lucir el cutis de la piel.


Cuando termino pudo contemplar una persona distinta en la foto, alguien tan bello que parecía irreal. Nervioso y con las palpitaciones de su corazón más rápidas, se ubicó en Instagram. Su dedo temblaba de la emoción. Sabía que no era correcto, pero a quien le importaba.


—No le hará daño a nadie —dicho aquello subió la foto a Instagram.


El teléfono vibraba cada media hora. Eran las doce del día y sus seguidores habían aumentado en gran cantidad. La foto era un éxito. A partir de esa noche solo llegaban bonitos comentarios de varias chicas. Los hombres de su edad  mandaban mensajes a su Facebook para coquetear por un momento.


Cada foto que se tomaba era editada con la aplicación. Su vida había cambiado, la gente ya no lo aborrecía por su aspecto, en cambio, lo seguían como si fuera una celebridad reconocida. Al fin tenia lo que tanto deseaba, la aceptación de ellos.


—Youngjae baja que se te esta haciendo tarde —grito el Sr. Choi. El joven subió una última foto a su muro y cambio su perfil.


Obtuvo un empleo de medio tiempo como mesero en un restaurante que estaba localizado cerca de los muelles de Liverpool. El dinero que ganaba iba a su cuenta de ahorros. El Sr.Choi se aseguraba de que a su hijo no le faltara algún tipo de necesidad. Por esa razón pidió que dejara el empleo de medio tiempo. El hombre no veía con buenos ojos que su hijo trabajara. Pero Youngjae no compartía para nada esa opinión. El tema quedo cerrado y ambas partes decidieron hacer lo que bien les parecía.


Los días pasaban y las fotos aumentaban. Todas y cada una presentaban a un Youngjae radiante. Parecía estar en una realidad agradable, su padre estaba con el cuándo podía y la mascarilla que nunca olvidaba era su instrumento necesario de belleza para salir a la calle. A nadie le interesaba ese hecho. Era libre de hacer lo que le plazca.


El celular vibro dentro de su bolsillo. Dejo de observar el muelle para tomar el aparato. Era otra notificación de instagram, abrió la aplicación y su sonrisa se desfiguro lentamente. La ira llego veloz, sintió que su respiración se tornaba pesada y su ceño se frunció con preocupación. El placer que la vista del panorama le había dado ya no estaba presente y solo exhibía rabia.


“Solo eres bonito en Instagram, pero sé que en la vida real eras lo más espantoso que hay en el planeta”


—Y a ti que te importa —Youngjae arrojo el Iphone en el interior de la mochila.


A excepción de ese periquete desafortunado. La semana de Youngjae fue esplendida. La carrera de traductor es algo que apasiona al muchacho. El empleo iba muy bien, no podía pedir más. Pero sentía una opresión en su pecho. Un vacío latente deshacía su bienestar. La felicidad que obtenía de los comentarios de la gente siempre se opacaba en la oscuridad de la noche.


Su cama siempre abrigaba su desdeñable cuerpo. Las dudas y la inseguridad atacaban su zona de confort. Los golpes de la soledad ampliaban su tristeza. Llego un momento en que las fotos y los seguidores que decían adorarlo no era suficiente para su alegría. El recuerdo del comentario negativo arribo su conciencia, sus lágrimas picaban más que antes.


“Hola, mi nombre es Jaebum, hago historias gráficas. Esta es la ilustración de un libro en el que estoy trabajando. Mi trabajo será publicado en Inglaterra, así que me gustaría contratarte para que lo traduzcas en English” 


El mensaje en coreano llego a su Messenger a las nueve de la mañana. Estaba sentado encima de la lavadora de ropa, esperando a que terminara.  Youngjae leía con atención el mensaje. Era una buena oportunidad para incursionar en la traducción de los libros. Hasta ese momento solo había traducido documentos, cosas insignificantes. Los dedos iniciaron sus característicos movimientos sobre la pantalla táctil del Iphone, aceptando la propuesta de trabajo.


La curiosidad de saber quién era el joven que lo había contratado domino a Yungjae. Sin aguardar más busco información sobre él y lo primero que vio fue la foto de perfil. Lucía un color de cabello arrebatador, un rojo cobrizo podría ser. Las facciones del rostro se balanceaban a algo más asiático, era algo obvio después de hablar con él.


Los días oscuros dejaron de ser solitarios. La lluvia se había ido por un tiempo por el lumínico sol. Los mensajes iban y venían, las fotos y video llamadas se hicieron parte de la rutina. Las sonrisas constantes y las bromas animadas predecían largas semanas de diversión. El mundo de Youngjae había vuelto a funcionar.


— ¿Po que usas esa mascarilla? —pregunto Jaebum a través del Skype. 


— ¡Es que tengo alergias! —la respuesta fue inmediata y la mirada perdida se acentuó fijamente en la esquina del teléfono. Evitando la mirada opuesta.


—Sabes, eres muy bonito —Youngjae volvió a fijarse en el rostro de la pantalla.


—Gracias —La sonrisa de Youngjae no era visible. Solo se podía divisar el brillo apenado de sus ojos.


—No hay de que —Jaebum sonreía con unos dientes realmente blancos. Que en voz oculta Youngjae admiraba. La belleza de ese hombre volvía al muchacho de la mascarilla, en una bola inestable de nervios.


—Hace frio en Liverpool ¿verdad? —Youngjae asintió al comentario.


Los días pasaban y la llegada del libro era en pocos días. Jaebum siempre hablaba de la traducción, pero nunca menciono en cómo sería la entrega del libro.


Youngjae escribía su horario cuando el sonido de un mensaje lo interrumpió. Leyó lo necesario para tirar el aparato sobre la mesa. Sus ojos se movían de un lado hacia otro buscando una escapatoria. ¿Cómo sucedido eso?


Ahora entiendo porque te gusta vivir en Liverpool.


El mensaje llego con una foto de Jaebum caminando por el Liverpool one. Él estaba en Inglaterra y en su ciudad. Su teléfono sonó nuevamente, era una llamada.


—Hola —la voz de Jaebum confundió más su estado.


—Hola —contesto Youngjae soltando un silencioso resoplido.


—He estado aquí por unos días —la explicación ya no importaba. Una situación así no podía manejarla alguien desprevenido, pensó Youngjae sosteniendo con fuerza su mascarilla.


— ¿Qué te parece si nos vemos? —propuso Jaebum esperando una afirmación. La espera de ver a Youngjae era insoportable, deseaba verlo, conocerlo.


—Jaebum eso… creo que será imposible —la voz no era deseosa y el otro joven lo noto.


—Pero de que hablas… quiero verte —Jaebum no dejaría pasar esa oportunidad. —En serio, Quiero verte.


Youngjae recordó los días de felicidad que Jaebum brindo. Su existencia se debatía entre la realidad y su realidad. Porque en su interior podía comprender que todo lo que hacía, desde la aplicación hasta la mascarilla era algo falso y cruel para sí mismo, pero nunca quiso reconocerlo hasta ese momento.


—Está bien —Debería sentirse feliz por ese paso. Sim importar el desasosiego que lo carcomía, debería sentirlo.


 El café “The Pan American Club” es famoso entre los habitantes de Liverpool por su acogedor y relajante ambiente, sin embargo, sentía nervios, náuseas y dolor de cabeza. Youngjae no podía disfrutar nada del ambiente. Su cuerpo temblaba dentro del cubículo de baño. Ese lugar tan pequeño lo escondía de la verdad.


Respiraba muy rápido. A medida que exhalaba el aire, sus lágrimas florecían en las esquinas de sus ojos. Las piernas temblaban sin control y sus manos no podían dejar de sujetar con fuerza su mascarilla. Lo único que aspiraba era arrastrarse lejos de esa tortura, quería volver a su mundo. A ese lugar maravilloso que no permitía padecer algún mal.


Su celular resonó en el baño. Su mano se dirigió al bolsillo del abrigo azul que traía puesto. En la pantalla se anunciaba un nuevo mensaje.


Estoy aquí. ¿Dónde estás?


¿En serio quieres verme?


Ya estoy aquí. ¿Qué crees?


Youngjae quito el seguro de la puerta y salió. Se paró frente al gran espejo que cubría media pared y se miró fijamente. Desde que llego a Inglaterra, su conciencia solo veía  sus ojos, sus pestañas y sus cejas. Ahora estando frente a un espejo y en esa situación podía analizar con detalle su apariencia.


No podía soportar más. Sentía que iba a vomitar en cualquier rato. La ansiedad no le permitía estar en paz. Sus cejas se fruncieron con furia. Levanto su mano y sin cuidado arranco la mascarilla de su rostro para mirar con pena su horrible rostro. Como podía, si quiera imaginar que alguien tan guapo como Jaebum se fijaría en alguien  como él.


El acné cubría sus mejillas y mentón. Su piel lucia apagada y sin vida. No podía hacerlo, no podía.


Lo siento, no estoy listo


Jaebum miraba sin entender el mensaje, no podía irse sin verlo. Alzo la vista buscándolo, pero no había rastro de él.  A su alrededor la gente reía y degustaba de deliciosos postres junto a espumosas bebidas. El día se veía precioso y el ambiente mágico. A pesar de estar en un lugar así, su mente era una maraña de intranquilidad. 


No bromees


No estoy bromeando, devuélvete, no quiero verte.


¿Porque?


Si te enteras de la verdad, me odiarías.


Pero la verdad es la verdad. Todo estará bien.


¿No entiendes lo que te digo? ¡Devuélvete!


Pero hoy es mi último día en Liverpool.


¡Devuélvete!


De acuerdo, pero aun así quiero que leas mi libro. 


 


Jaebum14 se ha desconectado


 


Youngjae tomo entre sus manos la carpeta que contenía el libro de Jaebum. La inquietud atemorizo al joven que sacaba con sigilo las hojas inmunes de cualquier arruga.


 


Un hombre en un enorme traje espacial.


Ha estado flotando por la galaxia por muchos años.


Un día, la fuerza de la gravedad acerca a ese hombre a la luna.


Ese día todo cambiaria.


 


El astronauta mira a la luna flotando sobe él y admira su belleza.


 


En la mente de Youngjae se agolpeo varios recuerdos de una fiesta de navidad de su escuela. El recuerda un santa gordo sentado en una esquina dibujando. Recuerda muy bien lo agradable que fue conversar con ese joven, hasta que llego a su celular esa espantosa foto que devasto su animada conversación.


 


Pero las estrellas brillando alrededor hacían que la luna se viera oscura y solitaria.


En ese momento toma la decisión de hacer algo.


El astronauta aguanta la respiración y se saca el traje pieza por pieza.


 


No podía ser, confundido Youngjae miraba las hojas sin entender. El abismal desconcierto nublaba sus sentidos. Aparto aquello que no servía para reflexionar con mayor claridad. El joven que estuvo sentado allí, esperando verlo, era él. ¿Pero cómo? ¿Acaso él? Estaba equivocado, o no. Su rostro, sabía que lo había visto antes. Esos rasgos y la sonrisa perfecta. Claro que era él, solo había bajado su peso corporal.


 


Nada contra la gravedad y las dificultades.


Hacia la luna de la que cruelmente se burlan las estrellas.


Cada vez más cerca, más cerca


Ahora su cuerpo se siente liviano y desnudo.


El astronauta piensa “¿Sacrifique todo por mí mismo, o por otra persona?


 


Youngjae levanto su cuerpo tembloroso y devastado. Había cometido varios errores, pero este era el más estúpido de todos. Salió del café sin su mochila. Apresurado corría a gran velocidad, no pensaba en nada más, que alcanzar a Jaebum. Atleta nunca fue y eso estaba interfiriendo en su búsqueda. Se detuvo en la calle principal, ladeando hacia los lados su cabeza. No había rastro de Jaebum. Lo aparto, como aquella vez que recibió la foto de los dos, Jaebum con su inmenso traje de santa y el con su rostro repleto de acné.


El cerdo muerto y el esqueleto podrido.


Y nada importaba, él se había ido, su verdadera ilusión  había desaparecido.


 


La respuesta es que vale la pena, solo para poder flotar en alto.  Y susurrar a la luna: Al diablo con todos.


Porque después de esto caeremos en la órbita del otro.


 


Para Youngjae, el chico  que ha cambiado mi orbita para siempre.


 


 


 

Notas finales:

Ahm... si te gusto deja un comentario y si no, pues miauu...

Nos vemos. 


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