Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Todo por esos días de convivencia por Dn-sama

[Reviews - 61]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

La idea de este fanfic surgió principalmente por el hypeo extremo que se me ha dado en las últimas semanas debido a la emisión de la segunda temporada de este maravilloso anime.

 

Llevo un tiempo sin escribir algo realmente serio y largo, así que me he propuesto dar lo mejor para, al menos, escribir algo extenso y con un final digno (porque me conozco y siempre, SIEMPRE, dejo las cosas a medias xD Y eso no es bueno)

 

La pareja principal sobre la que girará la historia será el Kageyama x Hinata, aunque no quito la posibilidad de centrarme en otras parejas más adelante, dependiendo de como vaya avanzando la trama.

 

En otras palablas, puede que sea un fic Multi-Pairing.

 

Por último, aclarar que por razón de estudios muy posiblemente tarde en actualizar, aunque intentaré ser constante (esto es, un capítulo por semana) 

¡Nada más que añadir!

 

 

-Haikyuu!! y todos sus personajes pertenecen a Haruichi Furudate.

Notas del capitulo:

Primer capítulo: ¿Lo habéis oído? ¡Vamos de acampada!

 


Advertencias: Profesor a punto de darle un infarto, episodios de depresión por NO VOLEIBOL, Tsukishima haciendo de las suyas y Asahi enfrentándose a yakuzas cabreados.

La preparatoria: una bonita etapa en la que los estudiantes, esos adolescentes despreocupados repletos de vitalidad y anhelos hacia sus sueños de futuro, se preparan para dar el gran paso hacia la madurez plena, dejando atrás lo que conocían para adentrarse en una nueva vida plagada de misterios que ellos mismos deberán resolver con sus propias capacidades.

En este hermoso ciclo que conocemos con el nombre de vida -el cual empieza desde la primera toma de aire y el posterior llanto ocasionado por la impresión de encontrarnos frente a algo nuevo, y acaba con un simple suspiro en el que dejamos escapar la parte más espiritual de nuestro cuerpo, el alma- vamos descubriendo, aprendiendo y afrontando una infinitud de adversidades que, si bien se podrían considerar como un método causa-efecto, nos ayudan a apreciar y darnos cuenta muy poco a poco de lo que significa la realidad que nos rodea.

Pero la vida no solo consiste en aprender. La vida consiste en disfrutar, sentir, experimentar y saborear hasta el más mínimo acontecimiento. Sentir felicidad, llorar de tristeza, resentirnos por la rabia, gozar de satisfacción cuando algo nos sale bien… Todas esas pequeñeces son las que nos van haciendo más perceptivos.

Y es precisamente ahora, en la adolescencia, cuando esos sentimientos se ven intensificados. Es ahora cuando nos debemos dar cuenta de que pequeñas cosas como pasar rato con tus amigos, intentar declararte al chico o chica que te gusta, enfadarte con los anteriormente mencionados amigos porque te han dado un mal consejo para ese chico o esa chica que te gustaba y todo había acabado con un par de insultos y alguna que otra bofetada…

La adolescencia es una hermosa etapa del ciclo de la vida.

Sí. La adolescencia…

La adolescencia es…

–¿Eh?

–Creo que has fundido las pocas neuronas que les quedaban vivas, Takeda-sensei

–¿¡Q-Qué!? ¿¡He vuelto a sonar demasiado poético!?

Todos permanecían en un silencio sepulcral desde hacía un buen rato, cosa que era muy impropia viniendo del equipo de voleibol de Karasuno. Sus miradas perdidas y la extraña mueca de seriedad que esbozaba cada uno de los jugadores daba la impresión de que, en esos momentos, estaban atravesando una especie de paranoia espiritual ocasionado por las sabias -pero abstractas- palabras de su profesor.

Profesor al que, por cierto, estaba a punto de darle un patatús.

¿Tan aburrido sonaba? ¿Para eso servían sus consejos, como un sustituyente de droga capaz de tumbar a un elefante?

Por eso los alumnos a los que impartía clases tenían notas tan bajas. Se quedaban dormidos al escucharle, claro. Debía ser eso. Claro.

–¿Takeda-sensei? –un preocupado entrenador Ukai se acerca al profesor y lo zarandea por el hombro, esperando que reaccionara–. ¿Estás bien?

El de gafas empezaba a esbozar unas caras que el rubio no había visto en su vida. No estaba seguro de si intentaba expresar tristeza, vergüenza, aflicción o si simplemente ese era el rostro que ponía cuando estaba estreñido y le daba un retortijón.

Sugawara había sido el primero en salir de su trance y, casi por instinto, lee perfectamente el ambiente a su alrededor. Sawamura, a su lado, miraba hacia la nada. Golpea el costado del capitán con su codo para llamar su atención y traerlo de vuelta al mundo real. Parece que consigue su objetivo porque, en el momento en el que sus miradas se cruzan, Daichi entiende lo que el peliplatino le estaba pidiendo con ese gesto.

–¡A…Ah, profesor! –exclama– ¡No, que va! ¡Ha sido muy apropiado! Me he quedado sorprendido, creo que ha conseguido que me replantee muchísimas cosas –se mueve algo nervioso, aunque su tono, semblante y mirada demostraban una tranquilidad y confianza envidiables–. Seguro que a los demás les ha pasado lo mismo, ¿verdad?

Trata de hablar hacia el resto del equipo alzando la voz. No era un buen momento para dejarlos embobados, y más cuando el profesor se encontraba en esas condiciones. Lo menos que quiere ahora es que le dé un ataque de depresión o algo así. Que el índice de profesores amargados era muy alto, no le gustaría que él o su equipo fueran una de las causas del aumento de dicha tasa.

–…es decir, que tengo que apreciar a Noya por haberme animado a insinuarme a la chica que me gustaba aunque me hubiese aconsejado que me declarara chantajeándola con una bolsa de golosinas. Y aunque la chica me haya golpeado hasta hacerme sangrar por la nariz.

–¡Exacto! –responde el capitán sin prestarle demasiada atención. Estaba más pendiente de ser un chico ejemplar que no amarga a maestros de escuela que de los problemas amorosos de Tanaka.

–¿Aunque el novio de esa chica me haya amenazado? He oído que está metido en rollos raros relacionados con una banda de yakuzas. ¡No es que le tenga miedo! Pero joder, esos tíos llevan puñales y anillos con pinchos. ¡Incluso alguien como yo no podría con un tipo así!

–Ese es tu castigo por haberle sido infiel a Kiyoko-san.

–¡Sabía que lo habías hecho adrede! –hace un mohín desesperado. En su tono, aunque parecía jocoso, se podía apreciar la amargura propia de un adolescente que la había cagado hasta el fondo–. ¡Tío, me has metido en un fregado! ¡Ahora tengo que salir de casa con una mascarilla para que ese tipo no me reconozca! ¡Eso no es vida, haz algo!

–Tampoco te lo tomes tan a pecho, Ryu. Si se atreve a acercársete puedes usar a Asahi de escudo.

–¡¿QUÉ?! –el aludido palidece de golpe. Recién había regresado de su viaje espiritual y lo primero que escucha son los malévolos planes que el líbero le tenía preparado– ¡¿De qué estás hablando, Nishinoya?! ¡No puedes hacerme eso!

–No te estoy diciendo que le pegues. Con asustarle un poquito bastará. No sé… ¡Pon una de tus caras de estrella del vóley y enséñale tu súper tiro extremo "Mega Blizzard Doble Special"

–Por favor, no le pongas nombres raros a mis tiros. Y no me metas en algo así, ya tengo suficiente con los rumores que hay por ahí sobre mí como para que ahora se piensen que me peleo con yakuzas.

Un grito interrumpe la respuesta de Nishinoya. Hinata había espabilado.

–¡WUAAAAH! ¡Asahi-san, enséñame ese tiro! ¡Quiero aprenderlo! ¡Enséñamelooooo!

–Qué ruidosos, tsch –suena como un murmuro, pero Tsukishima se había asegurado de que Kageyama y Hinata podían escucharle–. Haz callar a tu princeso, oh todopoderoso rey de los imbéciles.

La cosa estaba volviendo a la normalidad. DEMASIADO a la normalidad. Tanto que el escándalo que estaban montando podría oírse al otro extremo de la escuela.

El capitán tenía que mantener el orden.

–Chicos…

–¡¿A quién llamas princeso, Tsukishima?!

–Obvio que a ti –Yamaguchi se adelanta a las palabras del rubio, lo que hace que se gane una mirada de reproche por parte del más alto.

–Cállate, Yamaguchi.

–Lo siento, Tsukki…

–Chicos…

El único que se estaba dando cuenta de que Daichi empezaba a molestarse era, cómo no, Sugawara. Intenta ayudar tranquilizando a Tanaka, Nishinoya y Asahi, pero ahora eran Hinata y Kageyama los que empezaban a montar jaleo.

–De todas formas es una tontería, Hinata idiota. Aunque lo intentes mil años jamás podrías hacer un tiro tan poderoso como el de Asahi-san.

–¡¿Y quién lo dice, Bakageyama?!

–¡Lo dice la realidad, estúpido! ¡La física y… el metabolisismo y todas esas cosas! ¡En la vida tendrás la fuerza de Asahi-san!

A Tsukishima se le había presentado otra buena ocasión para meterse con el moreno y su fabuloso vocabulario. Dictado por el gran académico real, Tobio Kageyama. "Metabolisismo": dícese de ese intento desesperado por parecer inteligente frente a un estúpido cuando la persona que utiliza dicha palabra es aún más estúpida.

Podía haberlo dicho, pero prefiere callárselo al percatarse de la mirada fulminante que Sawamura le estaba echando al dúo de raritos.

–¡Tomaré muchos bollos de carne y me haré fuerte, ya verás! –el pelinaranja hace un mohín y arruga la expresión, mirando desafiante a Kageyama. Se podrían meter con su altura, pero no iba a pasar también por el tema de la fuerza.

–¡Si comes tanto arruinarás tu línea, te pondrás gordo y no podrás saltar para rematar!

–¡ME PONDRÉ GORDO SI A MÍ ME DA LA GANA!

–¡¿TE ESTÁS ESCUCHANDO?! ¡ME ESTÁS CONTRADICIENDO POR PLACER, IDIOTA!

–¡Y TAMBIÉN TE LLEVARÉ LA CONTRARIA SI QUIERO, IMBÉCIL!

–¡ZANAHORIA!

–¡CABEZA DE MELÓN!

–¡SILENCIO!

Ambos, tanto Kageyama como Hinata, se ponen rectos en menos de un segundo. Sus gritos habían quedado acallados por el fuerte vozarrón del capitán.

Pero no solo ellos se habían tensado. El resto de integrantes del equipo, incluidos el entrenador y el propio profesor, habían pegado un pequeño saltito de la impresión.

Por suerte Ukai consigue mantener el tipo. Se rasca la nuca para disimular y saca pecho para hacerse el machote.

–Ejem… Gracias, Sawamura.

Al menos había restablecido el orden. Podrían seguir con la charla. Además, Takeda también parecía más relajado. Eso le aliviaba bastante.

–Profesor, puede continuar.

–Sí –responde tomando aire y soltándolo mucho más tranquilo– Siento lo de antes, creo que me he emocionado… –ríe, avergonzado.- Me he ido por las ramas y ni siquiera os he dicho el por qué del discurso…

Si había un por qué, eso solo podía significar una cosa.

–¡¿Iremos a jugar una práctica?! –la discusión contra Kageyama había acabado de forma fortuita, así que es normal en el pelinaranja que reaccionara como si nada hubiera pasado.

–No, Hinata.

–¡¿Vendrán los de la asociación a jugar?!

–Tampoco es eso.

–¡¿Entrenamientos intensivos?!

–Lo siento, Hinata. Pero esta vez, por extraño que os parezca, la cosa no va de vóley.

Sugawara juraría que había oído como los corazoncitos de Kageyama y Hinata se rompían en mil pedazos. Algo propio en los locos del vóley al escuchar que no van a hablar de su deporte favorito. Esos dos eran demasiado emocionales, de seguro deben haberse llevado un buen chasco.

Aunque él también estaba sorprendido.

–¿Y de qué estamos hablando entonces? –Nishinoya se atreve a preguntar. Le picaba la curiosidad, y supone que no es al único al que le pasa.

El profesor Takeda esboza una suave sonrisa, como si de esa manera estuviera pidiendo calma antes de su explicación.

–Con el fin de motivar el compañerismo entre los integrantes del equipo, la directiva y el consejo nos han dado permiso para hacer una acampada en un monte a las afueras de la ciudad.

–¿Acampada? –la pregunta suena al unísono, no se esperaran algo así.

–Acampada… ¿de vóley? –Hinata, aferrándose a las ya extintas esperanzas de que su deporte favorito estuviera de por medio, hace un pequeño puchero. En cuanto ve al entrenador negando con la cabeza desiste definitivamente.

–No, acampada a secas. Nos iremos a pleno bosque, cerca de un lago, y acamparemos en casetas de campaña.

–Será una forma de conocernos un poco mejor fuera de las canchas –Ukai, tomando la palabra de Takeda, continúa la explicación.- Cabe decir que es una actividad obligatoria.

Lo decía por Tsukishima. Ese chico era capaz de mandarlos a todos a la porra sin siquiera inmutarse.

–Es una buena idea –Sawamura sabía de algo sobre el tema. Tenía entendido que harían una actividad conjunta, pero es ahora cuando se entera exactamente en qué consistiría. Y le parece de lo más apropiada. –Un equipo sano y fuerte es aquel en el que sus jugadores se conocen y confían ciegamente los unos en los otros. La acampada nos servirá para estrechar lazos.

Takeda sonríe ante las palabras del capitán del Karasuno.

–Os daré las autorizaciones esta misma tarde. Hablaré contigo sobre los detalles después de las prácticas, Sawamura –desvía la mirada unos segundos hacia el castaño, pero la devuelve al resto del grupo casi al momento.- En principio saldremos el viernes por la mañana y volveremos el domingo por la tarde. ¿Alguna pregunta?

El equipo al completo responde con un alto y claro "No".

Todos menos una persona.

–Qué rollo, me gustaría jugar en el monte y practicar. Pero suena divertido de todas formas, ¿verdad?

Kageyama solía ser silencioso si no se le provocaba, pero ahora estaba especialmente callado. Hinata podía notarlo con tan solo echarle un vistazo.

–Oye, te estoy hablando. ¿Me estás escuchando?

–Sí.

–¿Y por qué no me respondes?

Como si estuviera sordo. El moreno se aleja sin contestarle y va a recoger sus cosas antes de salir por la puerta y dirigirse al piso que hacía de vestuario. Solía quedarse más tiempo para practicar algunos saques en solitario, pero esta vez había sido el primero en largarse. Aunque más que largarse daba la sensación de que estaba huyendo.

Tanaka se inclina hacia un lado y rodea el cuello del pequeño con su brazo para poder atraerlo hacia él.

–¿Qué le pasa a ese? Se ha ido todo mosca. Al paso al que va se le acabará partiendo la cara de tanto fruncir el ceño –bromea. Y parece que su objetivo se había cumplido porque Nishinoya había empezado a reírse de manera de escandalosa.

Pero a Hinata la imagen mental de un Kageyama con la frente partida en dos no le hacía tanta gracia.

-Es un amargado –termina respondiendo– Da igual. Más importante, Tanaka-san… Me prometiste un helado si ganábamos el último set~

–¡De eso nada, Hinata! –el líbero salta entre los dos para hacerse un hueco entre Tanaka y su autoproclamado aprendiz– ¡Como tu senpai, soy yo el que te tiene que comprar helados! ¡¿O es que me estás engañando con este pelón?!

–¡Noya-san, maldito…!

Los gritos y risas inundan de nuevo el gimnasio. Entre carreras y bromas, uno a uno van desapareciendo por la puerta para cambiarse e ir a sus respectivas clases.

Todos estaban bastante animados con el tema de la acampada. Eso era una buena señal.

O eso era lo que Daichi quería creer. Cuanto más unidos estuvieran, mejor serían sus técnicas en la cancha.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Tobio Kageyama no era conocido por ser una persona acostumbrada a las relaciones interpersonales.

Vamos, que se podría decir que no era muy bueno haciendo amigos.

Desde que era pequeño su más fiel compañero fue una sucia pelota de cuero. Quizá no podía conversar con ella ni salir al cine juntos, pero era mejor que nada.

–Eih –saluda al entrar en su casa.

Su hogar estaba vacío, como de costumbre. Sus padres eran personas ocupadas, así que no se los iba a reprochar.

Se dirige directamente a la cocina para buscar algo que comer. Se deshace de su mochila y su chaqueta dejándolas sobre una silla.

En su mano aún sujetaba la autorización que el profesor Takeda le había entregado. "Aseguraos de traerlo antes del viernes. Con la firma de alguno de vuestros padres bastará"

–Ya…

No quería pensarlo demasiado, pero la verdad era que estaba un poco agitado.

No. Puede que esa no fuera la palabra adecuada.

Se iba de acampada con sus compañeros. No era nada extraño. Cuando estaba en la escuela hacía ese tipo de cosas todos los años. Solo, acompañado de su fiel pelota de vóley. Pero en esencia era lo mismo.

Entonces, ¿por qué se sentía así?

Inevitablemente acaba pensando en Hinata.

Ese enano mocoso se veía muy emocionado con el tema, y eso que no tenía nada que ver con el voleibol.

Hinata era alguien completamente opuesto a él. Ruidoso, hiperactivo, amigable…

–Hinata idiota… –susurra a la cocina vacía.

De nuevo ese extraño sentimiento.

¿Por qué sería?

La idea de ir y pasar un fin de semana con sus compañeros no le daba repulsión, pero ese algo que taladraba su cabeza le estaba poniendo de los nervios.

¿Cómo debería comportarse? ¿Qué cosas harían? No lo sabía bien. ¿Jugarían a algo? ¿Irían de pesca? Pero… ¿y si ellos no querían hacer cosas con él? Solo tenían algo en común, algo de lo que no se hablaría en la dichosa acampada.

Y, tras esto, lo vio claro.

Estaba asustado.

–¡AH! –el silencio queda interrumpido por un sonido de latigazo proveniente de su móvil abandonado en la mesa de la cocina. El imbécil de Tsukishima le había vuelto a cambiar su tono de mensajes. No era la primera vez que lo hacía alegando que ese sonido iba perfecto para un rey dictador como él.

Genial. Ahora que había logrado concentrarse en su problema le interrumpen.

Efectivamente, en su móvil había un mensaje. Era de Hinata.

"¡Eih, Kageyama! Hoy estabas muy raro. ¿Va todo bien? No es que esté preocupado por ti, pero llevabas una cara de amargado terrible. ¡Haz algo con eso antes de volver a tu casa, si un niño te ve se pensará que eres un monstruo! Como sea, hoy mi madre ha preparado curry para cenar. Me he acordado de ti. Es tu comida favorita, ¿no? ¡Pues míralo y ponte celoso!"

Junto al texto había adjunta una imagen. Era una foto en la que se veía al pelinaranja haciendo el símbolo de la victoria. Su expresión derrochaba alegría y simpleza, se veía bastante feliz. Al fondo se apreciaba una niña pequeña con el mismo peinado naranja y revuelto, así que Kageyama supone que se trataba de su hermana pequeña. Ambos tenían la boca manchada de granitos de arroz.

Menudo par de tontos.

–Je.

Hinata preocupándose por él. No debería molestarse. Es más, es él quien debería sentirse molesto, nadie le había preguntado como para que estuviera pendiente de él.

Pero, en el fondo, no se sentía así. Era agradable saber que Hinata se preocupaba por él.

Puede que ahora estuviera un poquito menos triste.

"Has leído mi mensaje. Lo he visto. ¿Es que no me vas a responder? Encima que me he tomado la molestia de hablarte… ¡Deberías agradecerme! Pero nooo, seguro que estás maldiciendo y poniendo otra de tus caras raras. ¡Igualita a esta!"

El pelinaranja había adjuntado otra imagen junto al texto. Esta vez era un selfie de su rostro arrugando mucho el entrecejo, tanto que sus ojos quedaban achinados, y haciendo una mueca rara con la boca.

Retira lo dicho. El maldito Hinata era demasiado molesto, lo suficiente como para responderle con un "Has dado en el clavo" y dejar el móvil abandonado sobre el sofá mientras se iba a hacer algunas levantadas con la pelota.

Notas finales:

Muchas gracias por darle una oportunidad a este proyecto <3

 

 

Una última cosa. Adoro hacer dibujos de todo lo que escribo para intentar transmitir la idea de como me imagino las situaciones.

Así que podéis ver los mensajes de texto que Hinata le envía a Kageyama aquí:

http://nekonikisu.deviantart.com/art/Imagen-567886824?ga_submit_new=10253A1445630105&ga_type=edit&ga_changes=1&ga_recent=1

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).