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Thunder (Songfic Kaisoo) por Mayuu

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Notas del fanfic:

Holaa o/


Este es un songfic que llevo muchísimo tiempo escribiendo, bueno, más bien escribiendo y abandonando. Es la primera vez que escribo un songfic y la verdad a medida que iba avanzando me sorprendí a mi misma de lo mucho que la canción encajaba con la historia, es algo que no estaba previsto pero surgió xDD 


Hay varios saltos en el tiempo a lo largo del fic, espero que no sea muy complicado de seguir, mientras utilizáis la línea de estrellas como salto en el tiempo os prometo que no habrán líos >.<


 Y nada, espero que os guste <3


 

Notas del capitulo:

Quería escribir sobre un Kyungsoo pelirrojo *-*

Chispas saltan mientras piel roza con piel y se enlazan las respiraciones. La suavidad de las sábanas los envolvía con calidez pero la auténtica fuente de calor era ese abrazo que querían que durara más de lo que duraría. 

 

Jongin abre los ojos para encontrarse con otras dos pupilas gigantes mirándole fijamente, se ve a él mismo en sus ojos reflectado y no tarda en ver su propia sonrisa, llena de labios curvados y dientes blanquecinos. Nunca ha despertado sonriendo de esa manera, tan natural y tan despreocupada pero se podría acostumbrar a eso. Antes sus mañanas se concentraban en una cama demasiado grande y fría y unas cortinas que cada noche las cerraba para que por la mañana no pudiera ver el buen día que hacía. Ahora es diferente, es diferente desde hace 3 meses, cuando oyó las voz más hermosa que había oído en su vida cuando pasaba cerca de un bar musical.

 

Cuando decide levantar un poco la cabeza y acercarse a esos labios gruesos para finalmente besarlos con ternura, nada es blanco o negro, porque lo que siente Jongin en su pecho es más bien un gris plateado, demasiado perfecto para ser triste pero insuficiente, sigue siendo una mezcla de sensaciones que lo vuelve loco, adicto. Jongin esta adicto a ese color gris que le transmiten esos labios y si fuera por él no se separaría nunca. 

 

Pero lo hace.

 

Siempre termina separándose antes de lo previsto y ese color gris se oscurece.

 

—Buenos días Jongin. 

 

—Buenos días D.O

 

Y dos sonrisas nacen de nuevo, respondiéndose mutuamente y al mismo instante, como si lo hubieran ensayado cientos de miles de veces.

 

“Borracho en la felicidad que brilló brevemente

Por un momento mis ojos estaban cegados debido a la luz de los recuerdos”

 

***************************************************************************************

 

Llega a casa para encontrarse con que todo esta en su lugar, no hay rastro de comida en la mesa, ni ropa tirada en el sofá, ni siquiera están los zapatos mal puestos en la entrada. Su piso esta limpio, ordenado y sobretodo vacío. 

 

Da un vistazo a la cocina donde siempre encontraba a D.O ocupado haciendo alguno de sus platos, pero esta vez no hay nadie. La encimera esta más limpia que nunca, sin rastro de comida, ni platos ni grumos.  

 

—¿D.O, has ordenado el piso?—su voz gritando la pregunta suena más fuerte ahora que en todo el apartamento solo hay silencio. Jongin encuentra raro que no estuviera en la cocina dónde siempre esta cuando él vuelve, y encuentra raro que no le haya contestado aún. Quizás ha salido un momento, piensa, ignorando la falta de algunos objetos imprescindibles.

 

Recorre el pasillo que lo lleva a su habitación, ahora compartida, ve la cama perfectamente echa con sabanas nuevas, y la mesita de noche sin llaves, sin fotos y sin rastro de otra persona que no sea Jongin.

 

Le tiembla el pulso cuando coge el papel que encuentra encima de la mesa, doblada a la perfección, cuando la desdobla, ve más blanco que letras. Reconoce esa letra enseguida, escrita con pequeñas mayúsculas curvadas. 

 

GRACIAS POR DEJARME INSTALARME AQUÍ DURANTE ESTOS MESES, AHORA ME TENGO QUE IR, POR FAVOR NO ME BUSQUES. ADIÓS JONGIN. D.O

 

PD: HE ECHO POLLO , ESTA EN LA MESA, CÓMETELO ANTES QUE SE ENFRIE. 

 

—¿Pero qué?

 

Por más veces que Jongin lea y relea esa simple nota, las palabras siguen teniendo el mismo significado, un significado que Jongin no comprende, que no quiere comprender. Piensa que es una mala broma, aunque sabe que D.O no es del tipo de personas que gasta bromas como esa, pero la esperanza brilla intensamente en su pecho cuando abre el armario queriendo encontrar una ropa que no es suya, la esperanza sigue brillando cuando va al baño buscando un cepillo de dientes azul junto al suyo, la esperanza se debilita cuando busca los zapatos, la toalla de baño y el cuaderno de canciones que siempre guarda debajo del cojín. La esperanza se escurre entre sus dedos como arena cuando no encuentra nada de lo que busca. El pensamiento de D.O desapareciendo de su vida es demasiado desgarrador para que Jongin se la crea, porque ayer mismo todo estaba como siempre, las sonrisas de D.O, las palabras de D.O y los besos que D.O correspondía, nada tiene sentido ahora, cuando parece como si todo eso nunca hubiera pasado. 

 

Jongin saca su móbil de su bolsillo con su mano temblando sin cesar, marca un numero que se lo sabe de memoria y espera oír una voz suave y calmada al otro lado diciendo le que todo eso es solo una broma de mal gusto. 

 

—El numero que usted ha marcado no existe, por favor verifique que lo ha escrito bien. 

 

Vuelve a marcar.

 

—El numero que usted ha marcado no existe, por favor verifique que lo ha escrito bien.

 

—¿D.O que estas haciendo?—susurra antes de dejarse caer en el suelo, sintiéndose más impotente que triste por la ida de alguien que significa tanto para él. Las lagrimas caen al ritmo del bipbip que emite el móvil. No entiende nada, es incapaz de entender el vacío de su apartamiento, la nota seca y fría ni su propio sentimiento de que algo no va bien. Todo él se encuentra echo un lío de pensamientos confusos

 

Esa noche Jongin duerme encorvado sobre si mismo y abrazado a sus rodillas. Busca un calor inexistente debajo de las gruesas sabanas que le quite el frío que se filtra por sus huesos. Siente una soledad que no había sentido nunca antes de conocer a D.O y viendo el otro cojín tan desolado Jongin se pregunta si es posible que su corazón se rompa en tantos pequeños pedazos.

 

“Y ahora estás en un lugar al cual no puedo llegar” 

 

***************************************************************************************

 El oxigeno que flota en el aire es frío cuando Jongin vuelve a casa, siente que la primavera aún tarda en hacerse lugar entre la ciudad y tiene que abrocharse más su chaqueta para dejar de notar el gélido aire nocturno sobre su piel. La ciudad poco a poco parece llenarse de jaleo y movimiento en esa noche, pancartas gigantes se encienden inundando todo con colores vivos, las luces de las calles empiezan a cobrar vida iluminando las carreteras, ruidos de coches con conductores que tienen prisa y canciones sin letra que se mezclan con cada paso que avanza. La gente va y viene sin cesar, sin prestar atención a ese chico que camina lentamente por el lado menos iluminado de la calle con la cabeza gacha y unos ojos cansados que ahora solo desean cerrarse y caerse al sueño.

 

Cuando sus pasos le llevan a un callejón oscuro a punto de llegar hasta su planta de apartamentos, una voz junto con una melodía atraviesa las paredes hasta llegar hasta él. Jongin detiene su paso, incapaz de seguir avanzando. Casi fascinado por esa voz que intenta escuchar por encima del ruido de los coches.

 

“Por un momento tú has brillado como un relámpago  

Iluminando el mundo por un instante. 

Tú me has demostrado el mundo como si todo este fuese mío

Luego te fuiste."

 

Encuentra el origen del sonido detrás de una puerta trasera, se acerca para pegar su oreja en la puerta y escuchar con más claridad. 

 

El pomo se abre con facilidad, como si estuviera echo para que Jongin abriera esa puerta. Un olor a café, a alcohol y a colonia de hombre le invade y lo marea al mismo tiempo. Jongin mira dentro para encontrarse con gente sentada en mesas pequeñas tomándose copas y camareros yendo de aquí para allá limpiando desastres. Cuando se empuja a si mismo para entrar se da cuenta de que es un bar musical, el ambiente es denso y no hay más luz que fuera, todo se tiñe de marrón y marrón oscuro, pero Jongin no le presta atención a esas cosas. 

 

Fija su mirada en ese chico sentado en una silla en frente de  todos con los focos iluminándole, se fija en como sus labios se mueven formando palabras enlazadas con una melodía que acaricia sus oídos y en como cuando abre los ojos solo consigue ver la mirada de Jongin en ellos. Su pelo, granate oscuro, brilla con intensidad bajo el débil foco de luz.

 

Antes de que se diera cuenta, el cantante ya había apartado la mirada y había bajado del escenario, el recién llegado tarda en darse cuenta de que el otro se preparaba para irse y solo el ruido de los aplausos y los silbidos consigue despertarlo. Con grandes pasos, esquivando a camareros y a clientes Jongin consigue llegar hasta el chico y ponerse entre la puerta y él, ganandose así una mirada de sorpresa por parte del otro. 

 

 —Hola—dice con una voz alegre a pesar del cansancio que llevaba encima—cantas muy bien.

 

Ahora que lo tenia justo delante ve la diferencia de altura que hay entre él y ese chico, porque Jongin tiene que bajar un poco la cabeza para ver su rostro y el otro levantar un poco la cabeza y mirar hacia arriba para ver su sonrisa. 

 

El pequeño chico lo mira con desconcierto por unos segundos. 

 

—Gracias—oye decir, antes de ver como intenta escabullirse por el hueco que dejaba al lado, Jongin le bloquea el paso como un acto reflejo, sin pensarlo ni meditarlo, simplemente queriendo más frases intercambiadas entre ambos —¿Qué quieres?—exige mientras se deshacía de la mano de Jongin en su brazo. 

 

-Dí algo antes de que piense que estas loco.-

 

—Me preguntaba…— tarda demasiado en pensar en algo, porque en realidad Kim Jongin no se estaba preguntando nada, o quizás sí, quizás se preguntaba porque quiere tanto hablar con el chico que tiene delante suyo, pero eso sería de esas cosas que nunca se lo preguntaría cara a cara a alguien—me preguntaba que como se llama esa canción que estabas cantando antes, ja sabes, para buscarla y eso…

 

—No tiene titulo aún. 

 

—¿No? —los ojos de Jongin se engrandecen por la sorpresa.

 

—Esa canción la compuse yo y aún no esta terminada, así que aún no le he puesto nombre—habla con tranquilidad e indiferencia, es sorprendente como Jongin tiene que gritar un poco para que el otro lo oiga en medio de tanto jaleo y  el muchacho en cambio ni siquiera sube su tono de voz y Jongin lo escucha perfectamente. Serán esas cosas de los cantantes, piensa.

 

—¿Estabas cantando una canción que aún no esta terminada?

 

—Si, ¿algún problema?—su voz suena cortante y molesta ahora, y hay una gran capa de frialdad que envuelve el chico, pero Jongin no puede darse cuenta de ese echo, porque esta demasiado fascinado, fascinado mirando el contraste que hay en esos enormes ojos que lo observan.

 

—No, claro que no, solo me parece raro, eso es todo.

  

Y después de ese día, no hay noche en que Jongin pase por ese callejón oscuro y no oiga esa misma voz que inunda su cabeza. Siempre termina girando el pomo y entrando para tomar asiento y pedir algo para beber. Igualmente le venía bien estar envuelto de gente en esas solitarias noches. Esa era su primera excusa, la que intentaba esconder el verdadero deseo de su subconsciente, la que inútilmente intentaba disimular. 

 

En realidad  Kim Jongin poco le importa lo que de la gente se tratara, simplemente se sienta en su silla de siempre , escucha, embobado y casi sin pestañear, al chico de ojos grandes cantando canciones que jamas podría encontrar a Internet. Luego siempre lo saluda con la misma sonrisa y diciendo le lo genial que ha estado. 

 

El resto de la noche se alarga dependiendo de lo interesantes que son las preguntas que le hace Jongin a ese chico. Aunque al principio eran respuestas cortas y deseosas de acabar con otras preguntas que van a llegar, a medida que pasan los días en los que Jongin se hace cliente habitual en ese bar musical, las respuestas de ese extraño chico también se alargan junto con la noche y la capa de frialdad se disuelve un poco con sonrisas tímidas que son respondidas al acto. 

 

Durante esos días Jongin aprende que D.O, como le ha dicho que se llama el chico, es más tímido de lo que parece. Bajo la luz tenue y débil del local es difícil para él notar como las mejillas de D.O se tiñen cada vez que la mano de Jongin toca la suya sin querer o cuando se le acerca para gritarle algo en el oído porque el ruido constante del bar es demasiado fuerte. Una media sonrisa que amenaza con formarse en sus labios es inevitable cuando ve como el otro esquiva su mirada y sus mejillas se vuelven más oscuras. 

 

Así es como Jongin termina aprovechando cualquier estupidez para rozar sus dedos con los del otro, luego días más tarde a depositar su mano encima de la suya y terminar por enlazar y juntar las dos manos del todo cuando hablan. La primera vez que Jongin enlaza sus dedos con los de D.O, el otro no se aparta, se queda mirando las dos manos encajar perfectamente una con la otra para luego volver a mirar a Jongin con esos ojos un poco más brillantes y esas mejillas que si Jongin levantara el otro brazo y los tocara, sentiría que están ardiendo.

 

Jongin sabe que va un poco lejos cuando una de esas noches, sentados los dos en la misma mesa de siempre, con las manos juntas y las rodillas rozándose por debajo la mesa, le dice a D.O algo del que ha estado pensando durante esos días. 

 

—Me gustaría verte bajo la luz del sol—suelta, imaginándose como la luz del sol haría brillar aún más esos ojos y como miraría las mejillas del pequeño volverse rosados. 

 

El otro suelta una pequeña carcajada antes de contestarle.

 

—Lo dices como si tuviera alergia al sol o algo así.

 

—Es que lo pareces—se queja—me estoy preguntando porque siempre te veo por la noche.

 

—Bueno, será porque es el momento en el que siempre coincidimos.

 

—Sí, pero y si coincidiéramos en otros momentos.

 

—¿Qué sugieres entonces? —D.O sabe que se trae Jongin entre manos con solo ver esa media sonrisa. No sabe si es bueno o si es malo para él, nunca lo sabe. 

 

—Tú, yo, mañana, a las 4 de la tarde, bajo la luz del sol, en la plaza de las palomas— dice decidido, dejándole al otro casi sin opción de negarse.

 

—Jongin, no creo…

 

—Oh vamos, no puedes decirle que no a las palomas-ni a mí-. 

 

—No sé de qué plaza me hablas. 

 

—Entonces nos encontramos en la puerta del bar y yo te guío —su plan sonaba cada vez mejor mientras se lo proponía a D.O y no tenía intención de que semejante plan se fuera a ir por la borda—¿vale?

 

Jongin ve como el dueño de esa mano a la que se aferra duda, duda demasiado al tratarse de un simple paseo bajo el sol y él mismo no consigue ver el problema. Algo dentro de él nace, susurrándole que esta corriendo el riesgo de ser rechazado, que para D.O el no es ni la mitad de importante que D.O para él. Pero la sonrisa que le muestran esos labios gruesos de su compañero después de unos cuantos segundos, lo borra todo o simplemente lo entierra bajo capas y capas de calidez. 

 

—Tú, ganas, vale. 

 

“Como un trueno, estoy demasiado atrasado

Ahora por fin estoy buscándote.” 

 

***************************************************************************************

 

Después de volver de su trabajo, Jongin llega casi corriendo a las puertas del bar, jadea e intenta recuperar el aire antes de entrar al recinto. Todo parece diferente a antes, no hay esa luz rojiza que lo cubría todo, no hay melodías ni el ruido de las copas, no esta las risas de la gente borracha y sobretodo Jongin no ve un chico pequeño sentado al fondo del bar, apartado de todo, esperándolo. Parecía un lugar totalmente diferente ahora que la luz del sol se filtraba por el vidrio de las ventanas. Jongin siente ganas de irse, pero no lo hace. 

 

Ve a Jongdae, el camarero, recogiendo algunas tazas de los clientes que ya se fueron y se le acerca. Jongdae es el único que parece conocer o tener algún tipo de relación con D.O. Se podría decir que eran algo cómo amigos, porque a veces Jongin los veía hablar y reír juntos, cosa que no pasaba muy a menudo tratándose de D.O, quién si no fuera por que cantaba y todo el mundo adoraba sus canciones, Jongin habría pensado que era un antisocial en el sentido bueno de la palabra, si es que la hay. 

 

Jongdae es de estatura pequeña, tiene un rostro que a Jongin le recuerda mucho a un elfo del bosque o algo por el estilo, por ser tan pequeño y tener unos labios que encajaban con su sonrisa. Siempre sonreía, aunque seas el cliente más pesado que tienen esa noche, aunque te hubieras quejado 3 veces de que el café estuviera frío Jongdae te respondía con una sonrisa. Jongin llegó a pensar que ese chico era demasiado cálido, Jongin envidiaba esa calidez contagiosa, por que seguramente él nunca la llegaría a tener. 

 

Cuando Jongdae lo ve no parece sorprenderse, mas bien parecía esperarse esa visita. Se escabulle entre la gente con rapidez, aún llevando una bandeja llena de vasos y platos. Jongin lo sigue hasta que consigue alcanzarlo. 

 

—Jongin —no tardó en recuperar su típica sonrisa.—Qué raro verte por aquí de día. 

 

—¿Sabes dónde se ha ido D.O?—suelta, impaciente. Había preparado todo lo que pensaba decirle al camarero antes de llegar, pero al verle, al ver el sitio dónde se sentaba siempre D.O vacío se olvidó de todas sus palabras preparadas. 

 

—¿Eh?

 

—Si has visto a D.O o si sabes dónde a ido. 

 

Jongdae duda por un momento, Jongin ve como se le borra la sonrisa de su cara, cosa que no pasa a menudo. Jongdae es un chico de sonrisas, se pasa el día sonriendo y esas sonrisas le sacan de los apuros, le sube la paga y le ayuda a conseguir alguna que otra chica con la que entretenerse. Extrañamente a Jongin nunca le atrajo alguna de sus sonrisas, las más forzadas y falsas, porque entiende que obligarse a sí mismo a ser algo que no eres, a aparentar perfección es algo realmente cansado. 

 

Jongdae apoya todo su peso en su pierna izquierda y deja los vasos y los platos que ha recogido encima de la mesa. Las respuestas pesan en su boca y en realidad no sabe tampoco qué decirle. 

 

—No, no lo he visto. Hace días que no lo veo por aquí. ¿Qué pasa?

 

—Ha desaparecido y se llevó todas sus cosas de casa—le contesta el moreno antes de dejar ir un profundo suspiro. 

 

—¿Enserio?—el rostro del otro se desencaja por la sorpresa, es tan real su sorpresa que Jongin consigue creerse que Jongdae no sabía nada. —Si no esta contigo no creo que venga a aquí más…

 

—¿Porqué lo dices?

 

—Porque según he oído el contrato que tenia de cantar para los espectáculos de noche había caducado hace ya semanas, pero seguía viniendo todas las noches hasta hace dos o tres días. El jefe no le dijo nada y tampoco me extraña, no todos los días viene un genio musical y pide cantar en tu bar de pacotilla.—le explicó.

 

—Ayer mismo se fue.

 

Jongin se da cuenta que ha pasado meses con alguien que no conoce, lo que le ha explicado Jongdae es quizás lo único que sabe de él y todo esto le parece demasiado irreal para estar pasándole a él. Se da cuenta que no sabe nada de quién le ha dado miles de beso, nada de la persona con la que ha estado hablando horas y horas, ni su edad, ni siquiera sabe si D.O es su nombre real. Tantos recuerdos compartidos con un desconocido, tantas palabras dichas que a estas alturas siguen siendo insuficientes.

 

Jongin lo recuerda todo pero a la vez nada, recuerda las noches en los que no podían dormir, sentados con las piernas enlazadas y su cabeza descansando en su pecho, recuerda cómo el aliento de D.O chocaba con su piel provocándole una cálida sensación, recuerda sus chistes malos, sus discusiones sobre la película que fueron a ver ese día, sus risas y sus susurros. Pero Jongin no sabe  porqué es incapaz de recordar ningún detalle sobre la vida del otro, en estos momentos si le preguntarán que quién es D.O no sabría qué responder y se quedaría estático. 

 

—¿Jongin?—siente que alguien lo sacude—¿Jongin?

 

—¿Qué? ¿Qué pasa?

 

—Dímelo tú, de repente te quedaste callado y no parecías escuchar lo que te estaba contando…

 

—Lo siento Jongdae, es solo que…

 

—Es solo que se trata de D.O lo sé. —Jongdae lo interrumpe antes de que terminara la frase. No se podía considerar que él y Jongin era muy buenos amigos pero sí Jongdae le había cogido cariño a ese chico que venía cada noche a escuchar con ojos sorprendidos cómo cantaba su amado. No conocía a Jongin como un buen amigo lo haría pero sí conoce esa parte de él enamorado de D.O, sabe lo mucho que le debe de estar doliendo y ojalá pudiera ayudarlo. 

 

Al poco rato los dos se quedan en silencio y Jongdae es quien minutos después decide romperlo.

 

—Anima esa cara—le dice—Si descubro algo te llamaré, no te preocupes, encontraremos a tu querido amado. 

 

“Llego tarde mientras te llamo.”

 

***************************************************************************************

 

Estaba equivocado, las mejillas de D.O pueden ser rosados bajo la luz del sol, pero nada supera el rojo de sus labios. Jongin no puede apartar la vista de ellos, cómo pasa la lengua por encima de ellos para humedecerlos, como se muerde el labio inferior cuando piensa una respuesta y en cómo le gustaría rozar su piel con esos labios.

 

—Aquí no hay palomas Jongin.

 

—¿Eh?

 

—Pues que me siento decepcionado porque aquí no veo ninguna paloma. 

 

—Solo vienen cuando hay gente que los alimenta—Jongin aparta la vista de los labios de D.O para mirar a su alrededor, no hay casi nadie, solo están ellos dos y un anciano sentado en un banco leyendo el periódico y no tiene pinta de llevar comida para palomas—Ahora no hay nadie que los alimente, por eso no hay palomas.

 

—¿Pues para qué he venido?—le dice indignado.

 

—Por mí claro.

 

D.O echa a andar, dando pasos grandes con sus pequeñas piernas y alejándose del otro chico. Pero Jongin consigue oír un débil “Prefiero las palomas” salir de su boca.

 

—¡Eh! ¡¿Qué has dicho?!—dice gritando antes de echar a correr detrás de D.O y alcanzándolo con una sonrisa.

 

—Nada, nada. 

 

—Entonces ¿qué te apetece hacer? 

  

“Ahora por fin sé.

 Ahora por fin te conozco." 

 

***************************************************************************************

 

 Le gusta demasiado el color de sus paredes, por eso impide a sí mismo coger un cuchillo y empezar a gravar los días en él. Una línea tras otra hasta llegar a 90. Y quizás algún día a 100, quizás a 200 y quizás algún día dejará de gravar. Jongin se pregunta si será mejor dejar de contar los días, si de la misma forma que D.O ha desaparecido de su vida puede hacer desaparecer los recuerdos de esos 3 meses.  ¿De verdad sería mejor?

 

Desde el día que se fue, Jongin no ha dejado de ir día tras día al bar, preguntar una vez tras otra a Jongdae si hay alguna noticia y consiguiendo siempre una respuesta que no quiere oír. Llega el punto en que duda de si D.O es real, porque todo lo relacionado con él apareció y desapareció al instante, algo que antes no estaba allí aparece de repente y luego sin más vuelve a desaparecer como si nunca hubiera estado allí. D.O era cómo un sueño del que Jongin despertó y solo obtuvo recuerdos demasiado profundos. Un sueño del que por más que intente volver a soñarlo es imposible. No servirá de nada. Quizá es una pesadilla. Quizás es mejor olvidarlo. 

 

Hoy es su día libre, después de meses trabajando hasta tarde y haciendo horas extras, el jefe de Jongin, Suho, asustado por el estado mental del muchacho decidió darle un día de descanso, porque el también ha sido joven, y sabe más bien que nadie que los chicos de su edad tienen que vivir la vida, que una vez les alcanza la vejez se va perdiendo esa capacidad de hacer cosas. 

 

Suho, como jefe es siempre el último en dejar las oficinas y normalmente cuando decide irse a casa con su familia es siempre el único que queda en su planta. Pero últimamente parece que esa rutina suya se rompe poco a poco cuando día tras día, al salir y cerrar su despacho con llave ve una pequeña luz proveniente de unas de las mesas de sus trabajadores.  El sonido de las teclas esta siempre presente, y cuando avanza unos pasos para ver de quien se tratas es siempre Kim Jongin, piel morena, cabello desordenado y ojos cansado, tecleando sin parar delante de un viejo ordenador.

 

—Muchacho, ya es hora de irse a casa—es lo que siempre le dice. 

 

—Aún me falta terminar esto jefe, cuando lo termine me iré—es lo que siempre le contesta. 

 

Suho se plantea si esta siendo un jefe demasiado exigente y si esta sobreexplotando a sus trabajadores, pero luego ve a Oh Sehun, su secretario, subiendo fotos de él emborrachándose en discotecas cada fin de semana y se da cuenta de que aquí algo no anda bien. Por eso después de semanas enteras encontrándose con Kim Jongin a altas horas de la noche decide darle un día libre. 

 

Jongin no es que este precisamente entusiasta con esa idea, pero cuando su jefe se lo dice, no tiene como reprochar-selo, como negarse. Se limita en asentir con la cabeza y murmurar un débil gracias. 

 

Un día libre significa no hacer nada, no hacer nada significa pensar, pensar ahora siempre significa D.O.

 

Jongin hace ya horas que ha despertado pero se queda bastante rato en la cama, estirado boca arriba mirando su aburrida y blanca pared. 45 azulejos en total que conforman la pared superior de la habitación, las misma 45 que siguen allí cada mañana. 

 

Cuando por fin se levanta y entra en la cocina, ignora el desorden que hay y lo primero que hace es abrir la nevera, sacar la pizza que pidió ayer sin terminar y meterla en el microondas. Come solo por obligación, porque su cuerpo se lo pide, pero si fuera por él se negaría a comer semejante basura. El ruido del teléfono rompe el rutinario silencio de cada mañana. Gracias al ruido Jongin se acuerda de que tiene teléfono en casa i que seguro aún le deben de estar sacando dinero del banco por esa linea telefónica que ni siquiera usa. Deja el trozo de piza en la mesa y a paso lento y pesado coge la llamada. 

 

Cuando oye la voz de Jongdae al otro lado de la línea Jongin se despierta de repente. 

 

—Señor Kim Jongin, tengo alguien aquí que quiere verte. 

 

—Jongdae?—dice incrédulo.

 

—Yo mismo. Jongin necesito que esté aquí en unos minutos. Esto te importa.

 

—¿Qué me estas diciendo? ¿Qué pasa? 

 

—Tú ven y lo sabrás, ahora —y cuelga dejando un Jongin confuso y nervioso. 

 

Tira la pizza a la basura y se pone lo primero que encuentra por el armario. No se mira en el espejo, ni siquiera se da cuenta de la mancha de ketchup que tiene debajo del labio. A los 23 años, Jongin ya no intenta impresionar si no pasar desapercibido. 

 

Sale de su piso dando un portazo. 

 

El camino hacia el bar no es largo, vive casi cerca del centro de la ciudad dónde se encuentra el callejón oscuro. En un cerrar y abrir de ojos, Jongin ya se encuentra delante de la puerta de entrada y extrañamente Jongdae lo esta esperando allí fuera. 

 

—Tengo buenas noticias— es lo primero que oye salir de los labios de Jongdae.

 

“Trueno trueno trueno quiero atraparte

Trueno trueno trueno." 

 

***************************************************************************************

 

Una luz ilumina completamente el cielo durante unos segundos y después el ruido desgarrador del un trueno sobresalta a los dos chicos que encontraron refugio bajo una tienda de dulces. La lluvia que cae cada vez es más fuerte. 

 

—Eh, D.O

 

—¿Qué?—le contesta, apoyando su cabeza contra la puerta metálica de la tienda y apartándose un mechón rojizo de la frente.

 

—¿Crees que habrá alguna vez en que el trueno y el relámpago ocurran al mismo tiempo? Seria épico. 

 

—Jongin.

 

—¿Que?—Jongin gira la cabeza para mirarlo.

 

—¿Que tipo de estupidez me estas contando?

 

El alto se encoge de hombros y vuelve a mirar el cielo teñido de gris—Siempre va el relámpago antes que el trueno. ¿No te da pena? El trueno va siempre con retraso. 

 

—Es la ley de la naturaleza, en realidad los dos ocurren al mismo tiempo, pero la velocidad de la luz es más rápida que la del sonido, por esa razón el relámpago siempre aparece primero.

 

—Oh, que inteligente señor D.O 

 

Pasan unos minutos antes de que Jongin vuelva a romper el silencio. 

 

—Me parece muy injusto—murmura para si mismo. 

 

—Quizás la naturaleza no los quería juntos—dice mientras alza la cabeza mirando como caen las gotas de lluvia. Las nubes brillan una tras otra con la descarga eléctrica y la tormenta no tiene previsto terminar aún. El viento remueve las hojas de los arboles y forma pequeños torbellinos en el suelo. Por más que los dos se pegaran a la pared de la tienda, el agua de la lluvia los salpica, mojándolos aún más. 

 

—Que historia más trágica entonces.

 

—Si, un poco.

 

Jongin da gracias a que ha traído una chaqueta hoy, porque si no fuera así se estaría muriendo de frío ahora mismo. Mira de reojo a D.O y lo ve temblar de arriba abajo, rodeándose a si mismo con sus brazos y con los labios casi blancos. Lleva un simple jersey de manga larga y unos pantalones tejanos ya mojados totalmente. 

 

—Dios, te estas muriendo de frío.

 

Se quita su chaqueta rápidamente y camina hacia D.O para ponérsela en los hombros. El chico más bajo lo mira con sorpresa, no entendiendo su acción. Su temblor cesa de repente, quizás por la sorpresa que siente por la acción de Jongin o quizás porque la chaqueta, aunque no es gruesa y esta medio mojada, es realmente cálida. 

 

—Así mejor—le dice el moreno con una sonrisa a pesar de notar como el frío rápidamente atraviesa su piel. Se maldijo mentalmente por haberse puesto esa camiseta de manga corta esa mañana. Es una de sus camisetas favoritas pero ahora mismo daría lo que fuera por intercambiarla por un abrigo o un jersey de lana. 

 

—No hacía falta…

 

—Temblabas como una hoja, tendrías que haberte visto—le dice, separándose unos centímetros de D.O

 

—Gracias. 

 

Minutos después, la lluvia continua cayendo con fuerza y en el suelo se empieza a formar pequeños riachuelos que cada vez llevan más y más agua. Kim Jongin ya no nota los pies, el agua se ha filtrado por sus zapatos hasta mojar sus calcetines completamente y dentro de sus zapatos parece haber sufrido una inundación. 

 

Mantiene sus manos en los bolsillos, quiere evitar-se a si mismo a rodearse por sus manos y dar-se calor porque así D.O se daría cuenta de que esta pasando frío y le devolvería la chaqueta, porque Jongin sabe como es ese chico a pesar de que solo lo conoce hace unas semanas, es pequeño pero terco, dos de los adjetivos que más bien lo describen. 

 

—Eh, Jongin, ven aquí. 

 

—¿Qué? 

 

—Que vengas—insiste. 

 

El chico se acerca por segunda vez. Ve como D.O se pone de puntillas y pasa el brazo por detrás suyo para ponerle la mitad de su chaqueta por encima del hombro, desgraciadamente esta cae en el intento. Están tan cerca que Jongin puede notar la cálida respiración del otro en su cuello y es increíble como el frío desaparece tan al instante. 

 

D.O vuelve a coger la chaqueta por un extremo y esta vez da un pequeño salto. Su cabeza choca sin piedad con la barbilla de Jongin y la chaqueta vuelve a caer. 

 

—¡Au!—grita, acariciando la zona de su barbilla adolorida—¿Qué intentas? 

 

—Ponerte la maldita chaqueta—dice y le agarra el brazo para que se acerque más.—Ayuda un poco, venga, que no llego.

 

Jongin viendo la desesperación del otro por ponerle la chaqueta no puede evitar dejar escapar una una risilla y decide encogerse y agacharse un poco. Gracias a esto D.O consigue ponerle la mitad de chaqueta sin que esta resbale de sus hombros. 

 

—Gracias enano. 

 

—Cállate. 

 

Sentir a D.O respirando tan cerca suya hace que la chaqueta haga demasiado bien su trabajo. Lo nota pequeño y frágil a su lado y sin poderlo evitar pasa un brazo por sus hombros. El otro no parece importarle ese gesto y sigue mirando los charcos que se forman en el suelo. 

 

—Eh, D.O

 

—¿Qu-?

 

Unos labios fríos acarician los suyos de repente y lo pillan por sorpresa. El tacto es tan suave que D.O no puede evitar que se le cierren los ojos y dejarse acariciar por esos labios. Delicadamente y ligeramente. Como si temiera que un movimiento brusco lo rompiera en pedazos. 

 

A lo lejos se ven las nubes brillando a causa de un relámpago y el ruido desgarrador de un trueno, pero ninguno de los dos están demasiado pendientes de eso. 

 

“Has ido demasiado lejos.

Tú y yo creceremos lejos con el paso del tiempo.”

  

*************************************************************************************

 

—¿Quién es este?—es lo primero que pregunta cuando entra al bar y ve como Jongdae se le acerca acompañado de un extraño chico. 

 

—Baekhyun, encantado—le contesta el chico. Es pequeño y de baja estatura, piel blanca y labios finos, tiene una sonrisa contagiosa pero a la vez con cierta malicia escondida. Le parece una rara combinación entre D.O y Jongdae. Y a Jongin esa combinación le pone los pelos de punta. 

 

—Jongdae, ¿quién es este?—dice impaciente mirando al camarero.

 

—Calma calma, aún ni se ha presentado. Todo a su tiempo amigo—la sonrisa de Jongdae descansaba en sus labios. Jongin se pregunta si eso es bueno. 

 

Jongin dirige la mirada otra vez al desconocido. Esperando su respuesta. Este se limita en sonreír igual que Jongdae. 

 

—Soy el mejor amigo de Kyungsoo— prosigue, con una voz calmada y a la vez directa. 

 

Jongin esta confuso, no entiende qué tiene ver ese pequeño chico con su D.O y el echo de que sea el mejor amigo de un tal Kyungsoo. 

 

—¿Quién es Kyungsoo? 

 

La respuesta de Jongin deja impactados tanto a Baekhyun como a Jongdae. No es posible, piensan los dos. 

 

—Increíble, no me lo puedo creer —dice Baekhyun después de oír la pregunta de Jongin— Jongdae ¿Seguro que este es el chico que conoció con el que se ha estado acostando durante meses? Porque o ha habido un error o este chico es retrasado. 

 

—Kyungsoo, D.O Kyungsoo. ¿De verdad no lo sabías? —le pregunta Jongdae ignorando completamente a Baekhyun. 

 

—Kyungsoo… 

 

—¿Creías que se llamaba D.O? ¿D.O solo? ¿D.O sin apellido? 

 

—Yo…

 

—Bueno, eso ya da igual. Ahora lo sabes, esto es un nuevo avance—es Jongdae quien lo interrumpe mientras le pone su mano en el hombro, tranquilizándolo—Baekhyun, continúa por favor. 

 

Baekhyun parece querer continuar hablando sobre el supuesto retraso de Jongin, pero al ver como el rostro de Jongin parecía haber perdido el ultimo rayo de felicidad se da cuenta de que sería cruel continuar con su burla. Baekhyun conoce demasiado bien a su amigo y no debería sorprenderle que el pobre chico ni sepa su nombre, Kyungsoo es así, raro, callado y frío. 

 

—Vale, vale…—inspira profundamente antes de continuar, de alguna manera siente que esta traicionando a su amigo y esto no le gusta nada de nada—Kyungsoo ya no se encuentra en esta ciudad.

 

—¿Dónde esta?

 

—No puedo decírtelo. 

 

—¿Porqué?

 

—Porque él no quiere que lo sepas.

 

—Entonces, ¿porqué estas aquí?—le contesta Jongin— Si es solo para decirnos que Kyungsoo no esta en esta ciudad, eso ya lo sospechaba. 

 

—Déjale terminar ¿quieres?

 

—Gracias Jongdae—agradeció Baekhyun—Digamos que Kyungsoo solo vino a esta ciudad de vacaciones, quería desconectar un poco de su vida y de su familia, porque verdaderamente su vida y su familia eran una inmensa mierda, sin animo de ofender, y qué mejor que ir en una ciudad al otro lado del mundo. 

 

—Con eso quieres decir que Kyungsoo viene de lejos—interrumpió el moreno—¿De dónde? 

 

—Si, tanto él como yo somos de Nueva York, su padre es el jefe de una de las grandes empresas de allí y él es el rico heredero de la fortuna de su padre. Intuyo que eso no lo sabias. 

 

—No tenía ni idea—es lo único que consigue decir. Hablando solo minutos con Baekhyun se ha dado cuenta de que ha conocido mucho más de Kyungsoo que estando tres meses con él.

 

—En realidad no tenia previsto quedar-se aquí por más de dos o tres semanas, su estancia aquí no era más que unas simples vacaciones ocasionales y luego volvería y seguiría con su vida de siempre. Pero creo que ya te has dado cuenta de que algo no salió como él esperaba.

 

—Se quedó aquí 3 meses—informa Jongin. 

 

—Eso mismo, su padre se estaba volviendo loco allí en Nueva York buscándolo por todo el mundo y él casi no daba señales de existir. Durante esos 3 meses no supimos absolutamente nada de Kyungsoo, era como si hubiera desaparecido sin dejar rastro, sin ni siquiera decir adiós.

 

Eso me suena. 

 

Jongin escuchaba atento y casi sin parpadear a todas y cada una de las palabras que decía Baekhyun, Kyungsoo, el que le ha quitado el aliento tantas veces, el que siempre que el volvía a casa le daba la bienvenida con una sonrisa, el que con un solo roce era capaz de hacerle olvida el mundo. Ese Kyungsoo escondía todo esto, y él, estupido e inocente, nunca se le ocurrió preguntarle nada. 

 

—Y un día de repente recibí por fin una llamada suya. 

 

—¿Qué te dijo?

 

—Que ya era hora de volver a casa.

 

“Ahora estas tan lejos.

Probablemente serás la luz de alguien” 

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El roce de las sábanas no es nada comparado con el roce entre sus pieles, suaves y adictivos, tan adictivos que impiden a Jongin conciliar sueño. 

 

Se entretiene a pasar sus dedos por el rostro de Kyungsoo, por sus mejillas, por sus gruesos labios, ojos, orejas, brazos y piernas. Todo el cuerpo del otro es recorrido y examinado con delicadeza por los dedos de Jongin. Extrañamente, Kyungsoo no parece querer abrir los ojos aún, porque se encuentra echo una bolita, envuelto de Jongin por todas partes lo hace sentir demasiado bien. 

 

El moreno alza la vista para ver el reloj digital que hay en la mesita de noche, las 4:35pm. Demasiado tarde. Con lo mucho que le gusta a el dormir y ahora es incapaz de conciliar sueño. Mañana, sospecha que tendrá que darse una sobredosis de café para seguir vivo en su trabajo pero se da cuenta rápidamente de que él nunca toma café, ese sabor amargo de quemado no le gusta y Jongin nunca a entendido a esa gente que es incapaz de sobrevivir sin una taza de café al día y cómo es posible que disfruten bebiendo eso. Él es más de postres dulces y refrescos de cola. 

 

Nunca había dormido tan poco en su vida y esas noches con el pequeño muchacho a su lado, yendo al bar a verle cantar, estar horas y horas mirando cómo duerme… los minutos se le escurre entre los dedos y cuando esta al trabajo, con la aburrida pantalla llena de números delante suyo es cuando nota todo el peso de esas horas encima.

 

Nadie le aviso a Jongin de que estar enamorado le robaría tantas horas de sueño, si lo hubiera sabido, quizás habría comprado más café.

 

Es cuando los dedos de Jongin tocan el ombligo de Kyungsoo cuando nota cómo todo el cuerpo del otro se tensa y se remueve con incomodidad por primera vez en esa noche. Los ojos de Kyungsoo se abren de repente como si nunca hubiera tenido sueño. 

 

—Jongin, allí no.

 

Jongin tarda en darse cuenta del significado de esa acción pero cuando la descubre suelta una sonora carcajada.

 

—¡Vaya descubrimiento la de esta noche!-dice mientras hace el intento de acercar las manos a la barriga del chico de ojos grandes. Antes de llegar a rozarlo es apartado bruscamente por el otro.

 

—Ni se te ocurra. -susurra con frialdad. Jongin se pregunta cómo tanta frialdad puede llegar a ser tan tierna. 

 

—Vamos, ¿qué tratas de ocultarme?

 

Jongin con un rápido movimiento arrincona a Kyungsoo al borde de la cama y no tarda en aplastarlo con su peso. 

 

Antes de que el otro se dé cuenta sus manos ya están encima de su barriga, moviendo sus dedos con velocidad. 

 

La cama se convierte en un lío de sabanas al instante. Kyungsoo Patea, grita, rie y medio suplica debajo del peso del otro. Hace todo lo posible para quitarse a Jongin de encima y detener esas cosquillas que lo tiene doblándose de risa. 

 

—¡Jon….ARGHH…ginHAHAHAHAHAHA PARA!

 

—¡AU!—grita de repente Jongin al notar el dolor en sus partes bajas. Segundos después Kyungsoo ya no nota presión en su ombligo y cuando por fin recupera el aliento y recupera la compostura ve a un Jongin a su lado doblándose de dolor y a él esa situación le parece demasiado cómica. La risa de Kyungsoo inunda la habitación de ruido.

 

—Jongin creo que te he dejado sin hijos—dice aún sin poder dejar de reír. 

 

Jongin se entierra entre las sábanas dando gracias a que la oscuridad le impide al otro que vea lo rojo que seguramente se ha puesto su rostro. 

 

—¿Quieres hijos?—le pregunta cuando el dolor se hace más soportable y el chico pelirrojo deja de reír al acto, sin saber realmente cómo contestar a esa simple pregunta.  

 

“Eras tan rápido como un rayo. Éramos tan diferentes

La diferencia de tiempo entre nosotros se ha convertido en un lugar en el que no podemos estar juntos.” 

 

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—Kyungsoo siempre ha sido el típico chico 10, hacía siempre caso a su padre, se pasaba el día en las oficinas removiendo papeles y enterrado bajo precios, contratos y recibos. Nunca se quejaba de nada, nunca desobedecía las ordenes de su padre, nunca salía. Era como una maquina de trabajar, el hijo perfecto—Baekhyun parece costarle continuar, Jongin lo entiende, les esta contando casi toda la vida de su mejor amigo a dos desconocidos, esto le cuesta a cualquiera con sentido común.—Hasta que su padre cometió el mayor error de entre todos los que ha cometido a lo largo de su vida en relación a su querido hijo. Le comprometió con la hija del dueño de la empresa que lidera prácticamente toda Asia. 

 

—Kyungsoo esta comprometido y él nada puede hacer para evitarlo. Eso fue la causa del porqué de las “vacaciones” de Kyungsoo, estaba harto, cansado y enojado con todo y con todos. 

 

—Él, él esta prometido—Jongin no se creía esas mismas palabras que salín de su boca. No quería creérselo. Se negaba a creérselo. 

 

—Jongin…—la voz de Jongdae dejaba ver su preocupación por el chico moreno, no hace falta ser muy inteligente para dar-se cuenta de que todo ese asunto no pintaba nada bien. —Quizás deberí…

 

—Él nunca me dijo nada, debería ser él quién me cuente todo esto, no un extraño. 

 

—Entiéndelo Jongin, ¿de qué habría servido contarte todo esto? ¿Qué puedes hacer tú para cambiarlo? 

 

Y por milésima vez, Kim Jongin no supo que responder. 

 

—De verdad le importas. Si no fuera así ahora yo no estaría aquí dándote explicaciones. He venido desde Nueva York hasta aquí porque estaba preocupado por él, porque no es normal en él desobedecer de esta manera a su padre. Cuando llegué me encontré con un Kyungsoo demasiado diferente, triste y cansado pero diferente. Ya no es esa persona que solo pensaba en el trabajo ni en complacer su padre, ya ni siquiera lo reconocía. Solo una cosa puede cambiar tanto una persona, Jongin, enamorar-se. 

 

Jongin se enamoró de ese cambio, del antes y del después, de la frialdad y la calidez. Todo lo que forma parte de Kyungsoo, absolutamente todo había enamorado a Jongin. Por eso ahora necesita recuperarlo. 

 

—Dime dónde esta —exige Jongin. 

 

—No puedo. 

 

—Baekhyun, necesito verlo. No pienso dejarle ir tan fácilmente, no después de todo esto que me has explicado.

 

—Él no quiere verte Jongin, tiene que aclarar sus ideas y verte solo empeoraría las cosas. 

 

—No, no puede empeorar más de lo que ya están. 

 

—No puedo, es demasiado tarde.

 

—¿Porqué? 

 

—Porque mañana volvemos a Nueva York. 

  

“Como un trueno estoy demasiado atrasado. 

Ahora por fin me estoy arrepintiendo.”

 

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—Eh, Jongin, ya sé qué titulo ponerle a esa canción.

 

Los dos están en la cocina, uno sentado comiendo patatas fritas mirando al otro que no para quieto, yendo de un lado a otro, cortando y cocinando la comida. A Jongin le divierte ver a D.O cocinar, a veces llega a parecer un lunático cuando se concentra demasiado en que un plato le salga bien, el lunático del que esta enamorado. 

 

—¿Qué canción?—contesta.

 

—No me digas que la has olvidado—dice mientras se gira a dirigirle la mirada y finge un rostro de enfado.—la que canté la primera vez que me viste.

 

—Ah, claro que la recuerdo. Una de tus mejores creaciones.

 

Jongin se levanta y se limpia el resto de las patatas que tenía en las manos en sus pantalones, si D.O hubiera visto ese acto pocas posibilidades le quedaría para hacer lo que tenía previsto. Se acerca con lentitud y sin hacer ruido al pequeño de ojos grandes. D.O ni siquiera se da cuenta de la mano de Jongin en su cintura cuando este llega a su lado. 

 

—Siempre dices lo mismo con todas mis canciones, empiezo a creer que en realidad no te gusta ninguna de ellas.

 

—Me gustan todas y cada una de ellas por el simple echo de ser tuyas—le susurra al oído y siente como todo el cuerpo de D.O tiembla al oírlo. Jongin rápidamente acorrala al otro entre su cuerpo y la encimera y ni siquiera espera que le conteste para unir sus labios con los suyos. D.O no puede evitar dejar caer los palillos al suelo y el golpe de la madera contra el suelo no parece despistar a ninguno de los dos ni tampoco el ruido de el agua bullendo ni la carne quemándose. 

 

—T-thunder—oye decir a D.O entre susurros.

 

—¿Qué dijiste? —le pregunta mientras baja sus labios hasta su cuello. Lamiendo y succionando, provocando que el otro suelte suspiros tras otro. 

 

—Thunder—vuelve a repetir mientras pone las manos en la cabeza de Jongin, despeinándolo y obligándolo a acercar-se más.— L-la canción s-se llamará Thunder. 

 

Las manos de Jongin se cuelan entre la camiseta de D.O, acaricia la suave piel del otro explorando cada mínima parte de él. Es increíble lo adicto que estaba Jongin de ese simple tacto, todo lo que le hace sentir rozar la blanquecina piel del otro. 

 

Es Kyungsoo quién rompe el beso primero y Jongin se impide a sí mismo seguir acariciando esa piel con sus labios cuando siente ese olor a algo quemado. Segundos más tarde la cocina de llena de humo. 

 

—Este será tu trozo—dice señalando el trozo de carne quemado y negro con el cuchillo.

 

Jongin pone una mueca de asco, porque ese trozo tiene más mala pinta que todos los platos que ha intentado cocinar él mismo y que como era de esperarse no le salieron del todo bien porque Kim Jongin no es muy amigo de la cocina. 

 

—Bueno, al menos ha valido la pena quemar la carne—le dice, guiñándole el ojo y Kyungsoo le responde el gesto con una mueca como si Jongin fuera la carne quemada y no esa masa ennegrecida en la salten. 

 

—Estupido.  

 

“Llego tarde mientras de llamo.

 

“Ahora por fin sé. Ahora por fin te conozco. “ 

 

***************************************************************************************

 

Esta a punto de rendirse y irse a casa cuando lo ve salir de las puertas de la estación. Débil, pequeño,  indefenso y arrastrando la maleta plateada que antes estaba guardada en el armario del piso de Jongin. Su pelo impecable como siempre, sus ojos neutros y fríos observando todo lo que le envuelta y sus labios, sus labios ahora secos y cortados. Antes de que Jongin se dé cuenta, sus piernas ya empiezan a dar pasos hacia él. Tampoco se da cuenta de cuando empieza a aumentar la velocidad, sus pasos se hacen más grandes y su corazón se acelera de tal manera que parece estar corriendo junto a él. ¿Cómo llegó a volverse todo negro a su alrededor? ¿Cómo puede solo verle a él y quedar ciego de todo lo que le rodea? 

 

—¡TÚ, MALDITO HIJO DE TU MADRE D.O KYUNGSOO!—El grito le sale desde el fondo del corazón, lo ve girarse y mirarlo con esos ojos que parecen estar más abiertos aún si es posible. 

 

Antes que el otro pudiera decir nada, Jongin cae encima suya con todas sus fuerzas y con la velocidad que llevaba encima. Cómo D.O Kyungsoo es el hombre con menos fuerza del planeta, los dos caen al suelo y el peso de Jongin lo aplasta totalmente. Esto no era precisamente el que el moreno tenia planteado que ocurriera, pero viendo las circunstancias ya nada importa. 

 

Su pierna le duele, parece que se lo ha torcido. Pero olvida la definición de dolor cuando levanta su cabeza y ve el rostro de Kyungsoo a centímetros del suyo, aliento chocando contra aliento, ojos mirando a otros ojos. 

 

—Jong…

 

Jongin se pregunta cuando podrá dejar a Kyungsoo terminar sus frases sin que él se las corte, pero sabe que simplemente es algo imposible porque sus ganas de besarlo son siempre más fuertes que todo. Lo besa, no quiere escuchar su voz ahora mismo, no quiere mirarle a los ojos ahora mismo tampoco, lo que quiere es no dejarlo ir, quiere estar seguro que lo ha encontrado, lo ha alcanzado y que no volverá a dejarlo atrás nunca más. 

 

Al principio Kyungsoo no reacciona, la sorpresa es tan grande que se queda casi estático en el suelo, con los labios y la lengua de Jongin rozando cada parte de su boca, pidiendo que corresponda. Pero eso dura poco porque al final se deja llevar por esos labios fácilmente y una sentimiento que ya creía olvidado le lleva a quedarse sin aliento. 

 

—¿Qué crees que estas haciendo?—le dice Kyungsoo cuando se separan. Suena cansado. 

 

—Lo único que he estado haciendo todas estas putas semanas, echarte de menos. 

 

Kyungsoo se remueve incomodo bajo el peso de Jongin, él lo nota y se levanta primero con torpeza para luego ofrecer la mano al otro que este otro rechaza. Espera a que retire la mano para levantarse, limpiar el polvo inexistente de sus pantalones y coge el mango de su maleta cómo si nada hubiera pasado. No le dirige la mirada.

 

—Bueno, ya me has visto. Me tengo que ir. 

 

—Debes estar de broma—dice estupefacto.

 

—Enserio Jongin, he comprado el billete, mi tren saldrá de aquí poco y no tengo tiempo ahora para juegos de niños. 

 

La frialdad en el comportamiento de Kyungsoo sorprende una vez más a Jongin, quién aún entendiendo el porqué quiere apartarlo no consigue ni siquiera adivinar cómo es que las cosas no parecen afectarle lo más mínimo.

 

—Por si no lo sabías has estado viviendo en MI piso 3 meses, ¿eso te parece un juego de niños? Porque si es así tienes un concepto muy raro de lo que es un juego.

 

Jongin no quiere sonar furioso, pero nota que no esta yendo por el buen camino. 

 

—Solo olvídame Jongin, deja que me vaya. 

 

No. Si fuera posible ya lo habría olvidado. 

 

—¿Piensas que es tan fácil? ¿Acaso piensas que con solo desaparecer de un día para otro de mi vida ya podría olvidarte?—pregunta, sin querer sonar exigente pero acaba sonando— Qué ingenuo eres. 

 

—Yo ya te olvidé Jongin—dijo—así que… tú también puedes olvidarme tú a mí. 

 

Simples palabras que cortarían, machacarían, destrozarían todo si las hubiera dicho con sinceridad. Pero Kyungsoo cuando  las dice ni siquiera le dirige la mirada, ni siquiera es capaz de evitar el temblor de sus labios y manos. Jongin se asusta de lo mucho que quiere Kyungsoo terminar con todo esto de la forma más trágica posible. 

 

Los dedos del moreno se acercan al rostro del otro, añorando la suavidad del tacto. Acaricia los labios temblorosos y rojos, las mejillas blancas pero cálidas. 

 

—Puedo olvidar el tiempo Kyungsoo, puedo olvidar todo lo que hicimos, lo que nos dijimos, puedo olvidarte a ti—Jongin no puede evitar esa lágrima que amenaza por alejarse y finalmente la deja caer, resbalando por su mejilla.—Pero nunca podrás hacerme olvidar esto que siento ahora mismo.

 

En ese momento Jongin ve cómo los ojos de Kyungsso se humedecen y se vuelven más rojos, pero antes de que diga o haga nada se acerca y lo besa de una forma que nunca lo ha besado. Lleno de algo que se llena de añoranza, mezclada con pizcas de deseo y una porción pequeña de felicidad encontrada y de impotencia. 

 

Jongin se acerca más, obligando a Kyungsoo acercarse también con su agarre, terminan los dos necesitando del otro, pidiendo a gritos por dentro más fricción, más roces y más calidez. Encajan tan bien que duele, el roce de los labios es demasiado dulce como para preocuparse por nada más. Ahora son solo Jongin y Kyungsoo, sin desapariciones repentinas, sin despedidas futuras ni sin el sabor salado de las lagrimas filtrándose entre sus bocas. 

 

Cuando se separan Jongin teme que Kyungsoo salga corriendo, porque lo nota temblar con fuerza entre sus brazos y se hace a la idea de lo mucho que le debe de estar doliendo a Kyungsoo, pero simplemente es incapaz de dejarlo ir. 

 

—Deja que vaya a solucionar esto y volveré —le susurra demasiado flojo pero suficiente fuerte cómo para que el otro oiga sus palabras.

 

—Voy contigo —insiste. 

 

—No, Jongin, hacer que vengas conmigo solo empeoraría las cosas—lo aparta, Jongin oye el ruido de un tren que llega- solo déjame hablarlo con ellos.

 

—¿Intentarás convencerlos?—pronuncia con rapidez, el tren llega y se para. 

 

—Sí —se abren la puertas, la pocas personas que están en la estación se las apuran para entrar. 

 

—¿Por mí?

 

—Por nosotros. 

 

La última cosa que ve Jongin cuando las puertas se cierran es la sonrisa de Kyungsoo yéndose con el tren.

 

“Estoy persiguiendo, persiguiéndote.

Mirándote, mirándote

Pero consigues estar más lejos.” 

 

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Es tan fácil aveces cambiar la vida de las personas, aunque no nos demos cuando porque en el mundo somos tanta gente que lo que le pasa a una sola persona es imposible que nos afecte porque somos tantos, pero aún así, es tan simple darle un giro al día día de alguien, basta con una simple palabra, una simple mirada y aveces un simple descuido puede poner tu vida patas arriba.

 

Bastó solo 3 segundos para que el conductor de ese tren perdiera el control de la maquinaria. Los cables se sueltan, se tensan, se rompen y se deforman en 3 segundos. Bastó solo 3 segundos para que más de 100 personas perdieran la consciencia en el mismo milisegundo y bastó solo 3 segundo para que el resto dejaran de respirar para siempre. 3 eternos segundos que lo cambian todo. 

 

Los cambios traen tantos sentimientos de repente en nuestra vida que aveces llega a ser insoportable, prácticamente inimaginable. Los cambios pueden hacerte temblar de dolor, llorar de añoranza hasta quedarte dormido, gritar de rabia hasta quedarte sin voz, perder hasta las últimas ganas de vivir. 

  

“Escalando sobre el muro del tiempo, te busco.”

  

Octubre y noviembre pasan como las hojas de otoño, los días siguen cayendo muertos debido al frío de un corazón solitario. 

 

“Aunque ahora seamos diferentes, nuestra comienzo fue el mismo.” 

 

Diciembre  y enero se llenan de luces de colores, de pasteles de aniversario sin comer y sonrisas que nunca vuelven.  

 

“Aún creo que podamos volver. Estoy contando las velas una por una y mido nuestra distancia”

  

Febrero y marzo no consiguen derretir la nieve acumulada ni el hielo en el tejado y en el vidrio de su ventana. Jongin se pregunta si quizás el frío no proviene de fuera si no de dentro de su apartamento.  

 

Trueno, trueno, trueno, quiero atraparte.

Trueno, trueno, trueno."

 

Blanco, cuando Jongin entra a la habitación 1246 todo lo que ve se tiñe de blanco enfermizo y no tarda en oír el ruido constante del estetoscopio y de la máquina que bombea oxigeno. Pero se da cuenta de que no todo es blanco si no que hay una mancha de pelos color cereza sobre el cojín que hace que toda la sala parezca menos triste. 

 

Saca las margaritas viejas y marchitadas que intuye que seguramente son del padre de Kyungsoo e introduce las nuevas margaritas que ha comprado en la floristería de delante del hospital, luego llena el jarrón con un poco de agua y se sienta en la silla como siempre.

 

Ya ha pasado un meses desde que solo el cuerpo Kyungsoo bajó de ese tren. Jongin sintió que todo su mundo se derrumbaba cuando le dieron la noticia ese día y no pudo hacer nada más que no sea odiar a quién quiera que le haya echo conocer a Do Kyungsoo para luego arrebatárselo de su lado de una forma tan cruel y fría. Encontrarlo por fin para volver a perderlo fue una mala jugada del destino que dejó a Jongin al borde de la desesperación y la impotencia, luego de la tristeza y la soledad y finalmente de la añoranza y quizás el olvido. Seis meses sin saber qué hacer, si llorar por la perdida o no perder la esperanza. Había días en los que Jongin llegaba con una sonrisa y le contaba todo lo que le ocurrió ese día a un dormido chico de labios gruesos pero también, había días que Jongin era incapaz de abrir esa puerta, incapaz de soportar el dolor de verlo inconsciente, de pensar que quizás no abriría sus ojos nunca. 

 

Cuando el moreno alarga la mano y coge la de Kyungsoo, las cálidas manos de Jongin contrastan demasiado con la fría piel de él, Jongin llega a asustarse con ese tacto, demasiado frío, demasiado muerto. Pero no aleja la mano, si no que coge con más fuerza los dedos del otro, intentando transmitir el calor, intentado sonrojar otra vez esas mejillas e intentando que la otra mano le corresponda. Al final, por más que lo deseara, nada de eso pasa. El cuerpo de Kyungsoo se mantiene intacto y sin movimiento y a Jongin solo le queda contar el pib de los latidos de quién intenta alcanzar y esperar volver a ver esos ojos que iluminan todo su mundo. 

 

—Despierta—susurra—despierta, despierta, despierta, despierta—su voz se rompe con cada sílaba y entierra su cabeza en las suaves sabanas, acariciando la mano de Kyungsoo con sus mejillas, buscando un mínimo rastro de calidez—por favor…

 

Nunca los cantos de los pájaros sonaron tan silenciosos. 

 

—Kyungsoo, no te vayas sin mi. Quédate, aquí conmigo—su voz se convierte en un susurro lleno de amargura—Despiert…

 

—C-cállate. 

 

Kim Jongin no creía en milagros, no creía tampoco en lo que la gente describía como mariposas en el estómago, ni en el destino, ni en un seguido de cosas cursis como él siempre solía llamar, él siempre ha vivido odiando las películas en los que el bueno siempre salía ileso de todo, las películas en las que todo parecía encajar para que el protagonista viviera feliz para siempre. Lo veía demasiado imposible, porque nunca entendió esa felicidad que duraba para siempre… pero cuando levanta la vista y ve como esas pupilas temblaban para luego lentamente separarse y abrirse, dejando ver unos ojos de un negro demasiado denso, todo su mundo se pierde en ellos y olvida sus principios. 

 

—Cállate, tu voz gruesa y fea hace que me duela la cabeza—habla con un tono tan bajo que si no fuera porque Kim Jongin estuviera atento al mínimo movimiento y ruido que hacía ni siquiera sería capaz de oírlo. 

 

—Kyungsoo…—consiguió decir—Kyungsoo…estas aquí.

 

El chico pelirrojo parpadea varias veces ante la repentina luz del día. En medio de esa luz ve un chico moreno, que aparenta más edad de la que tiene y que sus ojeras debajo de sus ojos hace que parezca cansado, quizás lo esté, quizás esté cansado de tanto esperar, de tanto buscar y correr.

 

—Sí estoy aquí Jongin—le dice a ese chico de ojos cansados—y no pienso irme a ningún lugar.   

 

“Trueno, trueno, trueno, quiero atraparte

 

Trueno, trueno, trueno…”

Notas finales:

Y eso ha sido todo ¿qué os ha aparecido? 

Nos leemos pronto :)


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