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Siempre gana. por Juuri Kiryu

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Notas del capitulo:

Sé que parece que está en desorden, pero no.

Cuando venga el tercer capítulo lo entenderán.

Jason lo miró resentido. Dick solo giró los ojos, apretando la manita que sostenía. Damian no pudo evitar sonreír ampliamente. No era nadie para negar que amaba molestar de a Todd, además de que odiaba tener que compartir la atención de Grayson. Claro, a él no solamente lo respetaba, como al resto de sus hermanos. En él veía no solo a un modelo a superar –no se conformaría con solo seguirlo- sino también una figura verdaderamente paternal. Claro, quería a su padre por sobre todas las cosas, y su amor por él era incondicional, como él de cualquier hijo. Pero Dick se había ganado su respeto, a fuerza de la convivencia, después de todo.

Richard era de todos ellos, el que le había dado una oportunidad. Y él se aferró con todas sus fuerzas a eso. Se negó rotundamente a perder la ocasión de demostrar que era algo más que una selección de los mejores genes. Que era algo más que él capricho de Ras. Grayson, en ese momento, se convirtió en su ancla.

Y era por eso, precisamente, que le jodía tanto que el muy imbécil estuviera junto a Todd. No había sido difícil descubrirlo, ellos no se escondían en realidad. Que su padre no viera las cosas como eran en realidad, era otra cosa. Drake, por otro lado, lo había visto venir incluso antes de que ocurriera. Aun recordaba como el detective había renegado ante una de las riñas de los mayores, mientras mordisqueaba una galleta –galleta que le había arrebatado- y murmuraba algo sobre la tensión sexual.

Él era un niño, no un idiota, solo un niño. En su vida, hasta ese momento no había mostrado interés por algo que parecía ser el punto débil de aquella familia tan extraña: el sexo. Y con ello vino una cuestión aún más complicada. El amor. Le parecía algo tonto, e innecesario. Pero no le veía otra explicación al hecho de que Grayson y Todd pasaran cada vez más tiempo juntos, siempre tratando de que ellos y especialmente su padre, no se enteraran. Y cayó en cuenta de una cosa. El tiempo que al principio su hermano mayor le dedicaba iba disminuyendo poco a poco. No es como si antes no tuviera citas con otra persona, pero ahora Todd iba y se plantaba en la sala, o en alguna habitación hasta que su hermano estaba libre. Bien, eso comenzaba a molestarlo.

Grayson no era propiedad de Todd. Grayson era su hermano mayor, suyo. No de Todd, porque le quedaba bastante claro que esas miradas pervertidas que el más alto le dirigía su “inocente” e “ingenuo” mentor, no tenían nada de fraternas… ¡El muy degenerado le miraba el trasero sin ninguna clase de recato! ¡Incluso una vez casi se le van los ojos cuando su hermano lo barrió con un flexible movimiento de sus piernas! ¡El muy pervertido!

Grande fue su desgracia cuando Drake le confirmó lo que se temía. El muy idiota de Grayson no hacía nada contra el más alto, porque esas miradas asquerosas estaban lejos de incomodarle. Incluso lo hacía a propósito el descarado. Entonces decidió tomar cartas en el asunto. Si el primer ex Robin no estaba dispuesto a defender su maldito trasero gigante, él lo haría. Después de todo, el honor de la familia terminaba recayendo en él, ¿Quién podría ser más calificado?

Entonces inició una campaña contra la relación de ese par. Se encargó de colarse siempre que podía a sus citas, al igual que impedía que pasaran mucho tiempo a solas dentro de la mansión. Drake en algún momento le comentó que no importaba, porque siempre iban a pasar la noche en alguna de las casas de seguridad de Todd, o en su defecto, en el departamento de Grayson.

Lo que no esperó, es que ese par fuese tan descarado como para montárselo en su propio cuarto. Y cuando los halló, se juró a su mismo castrar a Todd y darle a Grayson el órgano reproductor del idiota, si tanto le gustaba.

 

 

Dick había protestado mil y un veces, la única regla que ambos tenían era simple: en la mansión, evitaban a toda costa el tener ese tipo de contacto. No solo por miedo a que los encontraran Alfred o Bruce, sino por cautela. Sólo dios sabría las secuelas que les dejaría a los más jóvenes hallar a su hermano mayor empotrado, siseando maldición tras maldición debido al placer que le provocaba su hermanito. Cosa que por el contrario, a Jason le ponía a mil. Cada una de sus células se cimbraba con la sola idea de que Bruce hallara  sus dos hijos montándoselo en su jodido despacho. Claro, seguramente luego tendría que esconderse un buen tiempo, pero su morbo era mayor.

Y eso explicaba en parte su situación actual.

Luego de aquella fiesta horrible en la que su Dickiebird se viese acechado por un montón de criajos que no le llegaban ni a los talones, ambos habían decidido pasar la noche en la casa paterna, pues se sentían agobiados. A Dick y Tim les dolía el rostro de tanto sonreír y a él y a Damian les comenzaba a dar una jaqueca el oír tantas preguntas y palabras estúpidas. Por dios que sí. Entonces, para regocijo de Alfred y resignación de Bruce, la casa se vio nuevamente llena. Las chicas les habían hecho el favor de cubrirlos esa noche, por lo que en cuanto pusieron un pie en la mansión, una cena algo ligera, ya habían comido bastante durante el gran evento. Y luego de una cena relativamente normal, en donde no hicieron falta más que unas cuantas advertencias por parte de Bruce, unos regaños por parte de Alfred y protestas provenientes de los muchachos, para luego llegar a un acuerdo de paz silenciosa.

Cuando llegó la hora de ir a dormir, Jason se las arregló para colarse a la cama de Richard con un sigilo que la misma Selina envidiaría. Se introdujo a la pieza en silencio, procurando sobre todo, no despertarlo hasta que alzó las sabanas, y entonces con reflejos envidiables Dick le golpeó el estómago antes de que pudiese decir algo.

Cuando el acróbata se dio cuenta, con preocupación se sentó en la cama

                             —            ¡Jay…! —

                             —            ¡Baja la voz! — susurró el más alto desde debajo de la cama, antes de subir a la cama con un gruñido a modo de queja

                             —            Lo siento — Dick sonrió tiernamente, y se apartó, haciéndole un lugar

                             —            No importa… Tal vez me lo merezca

                             —            ¿Qué?

                             —            Venía pensando… en lo caliente que sería hacerlo aquí… — susurró con malicia, haciendo que el acróbata frunciera el ceño

                             —            Dami ya sospecha… Tim lo sabe. Tú quieres que Bruce nos castre, ¿o qué?

                             —            Oh, vamos… creo que solo me castraría a mí, si es que me atrapa — sonrió ampliamente, pasando sus brazos por la cintura desnuda de su hermano — Eres un jodido caliente… dices que no, pero duermes semi desnudo

                             —            Hace calor, pervertido. Ahora aleja tus manos o…

                             —            No todo en esta vida es sexo, Dickie — enredó sus piernas con las de su hermano mayor, en un gesto tierno. Luego besó su cuello, y su mejilla libre

                             —            ¿Qué le has hecho a Jason?

                             —            Eres cruel…

                             —            Sólo un poco, como te gusta

                             —            Cierra la boca. Mañana te voy a coger como nunca en cada cuarto de esta casa en cuanto Bruce vaya a la oficina

                             —            Más te vale

                             —            También te quiero, buenas noches

Un par de risillas se dejaron oír por parte de ambos, antes de acomodarse como toda una pareja que no se ha perdido el cariño aún, sin dejar de darse besos y roces suaves, sin duda cargados de ternura.

Por a pesar de que Dick fuese un jodido caliente, y Jason un pervertido sin remedio, para la ternura siempre había tiempo. 

Jason lo miró resentido. Dick solo giró los ojos, apretando la manita que sostenía. Damian no pudo evitar sonreír ampliamente. No era nadie para negar que amaba molestar de a Todd, además de que odiaba tener que compartir la atención de Grayson. Claro, a él no solamente lo respetaba, como al resto de sus hermanos. En él veía no solo a un modelo a superar –no se conformaría con solo seguirlo- sino también una figura verdaderamente paternal. Claro, quería a su padre por sobre todas las cosas, y su amor por él era incondicional, como él de cualquier hijo. Pero Dick se había ganado su respeto, a fuerza de la convivencia, después de todo.

Richard era de todos ellos, el que le había dado una oportunidad. Y él se aferró con todas sus fuerzas a eso. Se negó rotundamente a perder la ocasión de demostrar que era algo más que una selección de los mejores genes. Que era algo más que él capricho de Ras. Grayson, en ese momento, se convirtió en su ancla.

Y era por eso, precisamente, que le jodía tanto que el muy imbécil estuviera junto a Todd. No había sido difícil descubrirlo, ellos no se escondían en realidad. Que su padre no viera las cosas como eran en realidad, era otra cosa. Drake, por otro lado, lo había visto venir incluso antes de que ocurriera. Aun recordaba como el detective había renegado ante una de las riñas de los mayores, mientras mordisqueaba una galleta –galleta que le había arrebatado- y murmuraba algo sobre la tensión sexual.

Él era un niño, no un idiota, solo un niño. En su vida, hasta ese momento no había mostrado interés por algo que parecía ser el punto débil de aquella familia tan extraña: el sexo. Y con ello vino una cuestión aún más complicada. El amor. Le parecía algo tonto, e innecesario. Pero no le veía otra explicación al hecho de que Grayson y Todd pasaran cada vez más tiempo juntos, siempre tratando de que ellos y especialmente su padre, no se enteraran. Y cayó en cuenta de una cosa. El tiempo que al principio su hermano mayor le dedicaba iba disminuyendo poco a poco. No es como si antes no tuviera citas con otra persona, pero ahora Todd iba y se plantaba en la sala, o en alguna habitación hasta que su hermano estaba libre. Bien, eso comenzaba a molestarlo.

Grayson no era propiedad de Todd. Grayson era su hermano mayor, suyo. No de Todd, porque le quedaba bastante claro que esas miradas pervertidas que el más alto le dirigía su “inocente” e “ingenuo” mentor, no tenían nada de fraternas… ¡El muy degenerado le miraba el trasero sin ninguna clase de recato! ¡Incluso una vez casi se le van los ojos cuando su hermano lo barrió con un flexible movimiento de sus piernas! ¡El muy pervertido!

Grande fue su desgracia cuando Drake le confirmó lo que se temía. El muy idiota de Grayson no hacía nada contra el más alto, porque esas miradas asquerosas estaban lejos de incomodarle. Incluso lo hacía a propósito el descarado. Entonces decidió tomar cartas en el asunto. Si el primer ex Robin no estaba dispuesto a defender su maldito trasero gigante, él lo haría. Después de todo, el honor de la familia terminaba recayendo en él, ¿Quién podría ser más calificado?

Entonces inició una campaña contra la relación de ese par. Se encargó de colarse siempre que podía a sus citas, al igual que impedía que pasaran mucho tiempo a solas dentro de la mansión. Drake en algún momento le comentó que no importaba, porque siempre iban a pasar la noche en alguna de las casas de seguridad de Todd, o en su defecto, en el departamento de Grayson.

Lo que no esperó, es que ese par fuese tan descarado como para montárselo en su propio cuarto. Y cuando los halló, se juró a su mismo castrar a Todd y darle a Grayson el órgano reproductor del idiota, si tanto le gustaba.

 

 

Dick había protestado mil y un veces, la única regla que ambos tenían era simple: en la mansión, evitaban a toda costa el tener ese tipo de contacto. No solo por miedo a que los encontraran Alfred o Bruce, sino por cautela. Sólo dios sabría las secuelas que les dejaría a los más jóvenes hallar a su hermano mayor empotrado, siseando maldición tras maldición debido al placer que le provocaba su hermanito. Cosa que por el contrario, a Jason le ponía a mil. Cada una de sus células se cimbraba con la sola idea de que Bruce hallara  sus dos hijos montándoselo en su jodido despacho. Claro, seguramente luego tendría que esconderse un buen tiempo, pero su morbo era mayor.

Y eso explicaba en parte su situación actual.

Luego de aquella fiesta horrible en la que su Dickiebird se viese acechado por un montón de criajos que no le llegaban ni a los talones, ambos habían decidido pasar la noche en la casa paterna, pues se sentían agobiados. A Dick y Tim les dolía el rostro de tanto sonreír y a él y a Damian les comenzaba a dar una jaqueca el oír tantas preguntas y palabras estúpidas. Por dios que sí. Entonces, para regocijo de Alfred y resignación de Bruce, la casa se vio nuevamente llena. Las chicas les habían hecho el favor de cubrirlos esa noche, por lo que en cuanto pusieron un pie en la mansión, una cena algo ligera, ya habían comido bastante durante el gran evento. Y luego de una cena relativamente normal, en donde no hicieron falta más que unas cuantas advertencias por parte de Bruce, unos regaños por parte de Alfred y protestas provenientes de los muchachos, para luego llegar a un acuerdo de paz silenciosa.

Cuando llegó la hora de ir a dormir, Jason se las arregló para colarse a la cama de Richard con un sigilo que la misma Selina envidiaría. Se introdujo a la pieza en silencio, procurando sobre todo, no despertarlo hasta que alzó las sabanas, y entonces con reflejos envidiables Dick le golpeó el estómago antes de que pudiese decir algo.

Cuando el acróbata se dio cuenta, con preocupación se sentó en la cama

                             ¾            ¡Jay…! —

                             ¾            ¡Baja la voz! — susurró el más alto desde debajo de la cama, antes de subir a la cama con un gruñido a modo de queja

                             ¾            Lo siento — Dick sonrió tiernamente, y se apartó, haciéndole un lugar

                             ¾            No importa… Tal vez me lo merezca

                             ¾            ¿Qué?

                             ¾            Venía pensando… en lo caliente que sería hacerlo aquí… — susurró con malicia, haciendo que el acróbata frunciera el ceño

                             ¾            Dami ya sospecha… Tim lo sabe. Tú quieres que Bruce nos castre, ¿o qué?

                             ¾            Oh, vamos… creo que solo me castraría a mí, si es que me atrapa — sonrió ampliamente, pasando sus brazos por la cintura desnuda de su hermano — Eres un jodido caliente… dices que no, pero duermes semi desnudo

                             ¾            Hace calor, pervertido. Ahora aleja tus manos o…

                             ¾            No todo en esta vida es sexo, Dickie — enredó sus piernas con las de su hermano mayor, en un gesto tierno. Luego besó su cuello, y su mejilla libre

                             ¾            ¿Qué le has hecho a Jason?

                             ¾            Eres cruel…

                             ¾            Sólo un poco, como te gusta

                             ¾            Cierra la boca. Mañana te voy a coger como nunca en cada cuarto de esta casa en cuanto Bruce vaya a la oficina

                             ¾            Más te vale

                             ¾            También te quiero, buenas noches

Un par de risillas se dejaron oír por parte de ambos, antes de acomodarse como toda una pareja que no se ha perdido el cariño aún, sin dejar de darse besos y roces suaves, sin duda cargados de ternura.

Por a pesar de que Dick fuese un jodido caliente, y Jason un pervertido sin remedio, para la ternura siempre había tiempo. 

Notas finales:

Meh, me divertí con Damian, ya se imaginaran porqué, y lo verán en el ultimo capítulo


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