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Momentos por SaraChan

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Notas del capitulo:

Este capítulo se sitúa tras conseguir el Going Merry, justo al abandonar la isla de Usopp. Ya tienen bandera pirata también, Nami y Usopp simplemente comprueban los mecanismos para dirigir el barco mientras Zoro y Luffy... bueno, eso ~.~

Y ahí estaban de nuevo. ¿Eso significaba que la última vez realmente había sucedido?

Esta vez, Zoro no podía disimular su nerviosismo. ¿Quizá porque, aunque ese barco fuera mucho más grande que su anterior barcaza, esta vez no estaban solos?

¿Acaso lo más preocupante era que no estaban solos?

De reojo, miró hacia la cabina del timón. La bruja pelirroja y el narigudo habían entrado ahí hacía apenas un minuto para hablar sobre no sabía qué del barco. Ni le interesaba saberlo, no iba a engañar a nadie. Podía ver las sombras de sus movimientos a través del ojo de buey en la puerta. Apretó los dientes.

Pero el hecho de que nada más esa puerta se cerró su capitán hubiera aprovechado para sentarse sobre su cadera…

… de nuevo…

Un golpe a ambos lados de su cabeza hizo que sus oídos retumbaran y, enfadado, fulminó con la mirada a la persona que acababa de colocar ambas manos junto a su cabeza y se estaba inclinando furiosamente sobre él.

Demasiado cerca.

-          ¡Zoro! ¡Te estoy hablando! ¡Escúchame!

Demasiado cerca…

-          Luffy… - aun recordaba la reacción del pequeño la última vez que había hecho eso y él había respondido como una persona normal. A sus ojos, al menos. – Quítate de encima – se contendría, no quería que se repitiera. No podía, no ahora que por desgracia (al menos, en ese momento) se había hecho un poco más cercano a su capitán.

-          No quiero.

La seriedad con la que su capitán pronunció esas palabras divirtió e irritó al espadachín a partes iguales. Dentro de sí, comenzaba a comprender levemente el funcionamiento del razonamiento de ese cabeza hueca.

-          Aléjate al menos. Es molesto que estés así.

Luffy infló sus mofletes, gesto que Zoro nunca reconocería que le hizo gracia. Sin embargo, obedeció la orden de su espadachín y volvió a erguirse, a pesar de no tener ni un ápice de intención de levantarse de la cadera de Zoro.

Zoro entrecerró los ojos.

-          ¿Por qué te has sentado encima?

-          ¿Otra vez? – farfulló Luffy, nuevamente molesto por tener que responder una pregunta tan obvia (otra vez). – Ya te lo dije, porque quiero y porque eres mi nakama.

-          Otra vez… - repitió Zoro en un suspiro, cerrando los ojos. – Si esa es la razón, ¿por qué no te sientas sobre Usopp? También es tu nakama – que el chiquillo le resultara irritante de vez en cuando no significaba que quisiera enviarlo a una muerte segura. El nombre de Nami, aunque se le pasó por la cabeza, no tuvo ni una oportunidad de salir de sus labios.

-          Porque donde quiero estar es aquí, no con Usopp – refunfuñó Luffy, más molesto que antes por verse obligado a aclarar nuevamente algo que para él era lógico.

Zoro bufó, comenzaba a perder la paciencia.

-          No tiene ningún sentido lo que éstas diciendo.

-          ¿Ah, no? – Luffy soltó una risilla, lo que atrajo la frustrada atención del espadachín. – Lo que es más importante, ¡Zoro!

El espadachín fijó sus ojos en los emocionados y brillantes ojos de su capitán. Desconfiado, y todavía incómodo por la situación en la que se encontraban, se atrevió a preguntar.

-          ¿Qué pasa?

La sonrisa de Luffy comenzaba a deslumbrarle.

-          ¡Mira! – exclamó el pequeño mono, estirando sus brazos y dirigiendo su rostro a todas partes y a ninguna a la vez. - ¡Tenemos un nuevo barco! ¡Es enorme, ¿verdad, Zoro?!

-          Enorme… - Zoro se dejó llevar e imitó el escrutinio de su capitán sobre la cubierta del barco. – Supongo que no está mal…

-          Te equivocas, Zoro – Luffy sonrió al espadachín con seriedad y emoción. – Es perfecto.

Zoro enarcó una ceja antes de sonreír ligeramente.

-          Sí, tienes razón. No podrías haber conseguido un mejor barco.

El temblor del cuerpo de Luffy riendo se transmitía hasta el suyo propio, sensación que aumentaba su incomodidad y agotaba su ya escasa paciencia.

-          ¡Además, hemos conseguido un nuevo nakama! ¡Ya tenemos una navegante y un tirador! Pronto podremos llegar al Grand Line… me gustaría conseguir a alguien más antes…

Pronto, Zoro se olvidó de la molesta sensación que la risa de Luffy causaba en él con el pequeño sentado sobre su cadera. La exagerada gesticulación que hacía siempre que narraba algo con emoción era peor. Sus brazos estirándose y encogiéndose, los pequeños saltitos que daba, la forma de contar usando sus dedos, su balanceo de atrás hacia delante…

Todo eso llegaba hasta él con irritantes vibraciones.

¿Por qué Luffy parecía disfrutar torturándole? Comenzaba a darle igual que su capitán se entristeciera con él como la última vez.

-          Supongo que un médico estaría bien, o quizá algún cocinero… incluso un carpintero podría sernos útil. De todos modos, Luffy, quítate de encima ya.

-          ¿De qué demonios hablas, Zoro? ¿Eres tonto?

Por encima de la extrañeza o la posible burla dentro de la voz y la mirada de Luffy, a Zoro lo que más le molestó y con diferencia fue la idea del “ooooooh, pobrecito, no sabe nada de este mundo” que encontró en ese comentario y los gestos que lo acompañaron.

Luffy estaba muerto, lo había decidido.

-          ¡Zoro! Somos piratas, ¿recuerdas? – descolocado, el espadachín esperó. Reconocía que no sabía mucho de la vida pirata, o de la vida en el mar simplemente, así que quizá a él se le escapaba algo que a Luffy no. – Lo que más necesitamos en este momento es… ¡Un músico!

Zoro parpadeó.

-          ¿Qué?

-          Aaah… realmente no sabes nada, ¿verdad? ¡No podemos ser piratas si no tenemos un músico en la tripulación! – la seriedad de Luffy comenzó a asustar a Zoro. No podía haber tenido tan mala suerte a la hora de elegir un capitán para su nueva vida como pirata. – Escucha, ¿qué es lo más importante en un banquete? ¡Por supuesto que la carne! – Zoro entrecerró los ojos, sintiéndose cansado. - ¿Y qué es lo mejor para acompañar y disfrutar en un buen banquete lleno de carne?

-          El sake – mierda. No quería entrar en el juego de su capitán. Había respondido sin querer.

-          ¡Buuuu, buuuuuu! El sake no es importante – la mirada de infantil desprecio que Luffy le regaló hizo que Zoro apretara sus puños con el fin de no poder sostener la empuñadura de sus katanas. - ¡La música! No podemos ser piratas sin banquetes (no puede haber banquetes sin carne), y por eso necesitamos un músico que conozca muchas canciones piratas (y mucha, mucha carne). ¡Es lógico! ¡Zoro, tonto!

Escuchar los abucheos de Luffy hacia sí y sentir en su abdomen esas molestas vibraciones colmaron un vaso más que lleno. Estaba más que predispuesto a atacar y revelarse contra su capitán en ese mismo instante.

-          Eeh… no sabía que vosotros dos fuerais tan cercanos… qué sorpresa…

La melosa pero afilada voz de Nami provocó que un escalofrío recorriera a Zoro. Como si de un robot se tratase, giró la cabeza con movimientos cortos y bruscos en dirección a la puerta por la que una aterradora sonriente mujer de pelo anaranjado acababa de salir junto a un intimidado y asustado narigudo que se refugiaba tras la espalda de la bruja, como intentando fingir que la escena ante él no existía.

Zoro sintió que la sangre abandonaba su rostro.

-          Estas son el tipo de cosas que a alguien le gustaría saber antes de aceptar una invitación… - el fúnebre tono de Usopp acongojó todavía más al espadachín.

La respuesta por su parte no se hizo de rogar. Incluso cuando podía ver en el rostro de Luffy la inocencia y la incomprensión ante las insinuaciones de los otros dos, Zoro no iba a perdonárselo.

Y de repente, Luffy dejó de estar sobre él para hallarse empotrado contra una de las paredes del barco después de haber rodado a gran velocidad sobre su cubierta.

Zoro, en cambio, estaba de pie, con un puño alzado, temblando de rabia y resoplando con fuerza. Al parecer, la sangre había vuelto de golpe a su cara. Su sonrojo era mayúsculo.

-          ¿¡Q-qué demonios insinuáis, idiotas!?

-          Ohohohoho – la risa arrogante y de maruja que Nami soltó enrojeció aún más al espadachín. – No insinuamos nada, ¿verdad, Usopp-dono? Al fin y al cabo, dicen que en el amor y la guerra todo vale.

-          Y que del amor al odio hay un paso… - a pesar de la carencia de malicia en su voz y del malestar que la sorpresa le había causado a su compostura, no pudo evitar recibir una mirada asesina por parte de Zoro.

-          Ma, ma, Zoro-kun, cálmate. No se lo diremos a nadie. ¡El océano es libre para todos!

-          Nami…

-          ¡Oye, Zoro! ¿¡A qué ha venido eso!? ¡Eso ha dolido, idiota!

-          ¡Cállate, ha sido tu culpa!

-          ¿Qué? ¿Mi culpa? ¡Si yo no hice nada!

-          Luffy, tendrás que hacerte más fuerte si realmente quieres lidiar con este bruto.

-          ¡Nami, deja de decir tonterías!

-          Luffy… ¡ánimo! ¡Te apoyaré desde la distancia!

-          ¿¡A qué viene ese cambio de actitud!?

-          ¡Ou! Gracias Nami, Usopp, ¡me esforzaré!

-          ¡Pero en qué demonios te vas a esforzar…!

Zoro no pudo más. Ver cómo los idiotas que se habían convertido en sus nakamas reían juntos en un corrillo, festejando sabía Dios qué, acabó con su voluntad.

Él era el único cuerdo en ese barco, no debía permitir que los otros le contagiaran.

Discretamente, completamente exhausto por todo lo que acababa de pasar en menos de un minuto, se dirigió a lo que sería el dormitorio de los chicos.

Cerró la escotilla tras él, escuchando aún las risas y los gritos a su espalda.

Quería salir de ese barco. Ahora.

Notas finales:

Si mi humor os ha hecho llorar... ¡esperad a ver lo que sigue! Muajajajajaja!!

 

Nota 1 año después: Sí, Sara del pasado, mi humor me ha hecho llorar. ¿En qué momento me pareció buena idea convertir a Luffy en un teléfono móvil que silencias para que no te moleste y acabas descubriendo que su modo vibración es todavía más irritante? Aish... encuentro traumático releer viejos escritos xD.


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