Soy un ambulante nocturno y no puedo morir pero según unas viejas escrituras puedo dejar mi inmortalidad, puedo dejar este regalo solo si se lo entrego a una persona pura, pero eso es imposible que acaso nadie conoce como es el mundo está enfermo y corrompido, las personas son dominadas bajos sus instintos y los demonios toman ventaja de ello.
Pues no creí conocer a un ser tan inocente y con un alma tan pura comparable con la de un ángel, no creí que existiera.
No creí poder deshacerme de este regalo.
No creí que me enamoraría.
~~ Regalo o maldición ~~
Mi garganta quema como el mismo infierno, tome un vaso de agua para aminorar el ardor pero una horrible sensación me invadió al tratar de pasar el líquido, un sabor amargo paralizo mi lengua y cuando lo trague casi por inercia sentía como quemaba tan intensamente dejando la sensación de que desgarraba cada centímetro de mi garganta a su paso. Lo odio, odio esta sensación.
Odio ser un ambulante nocturno.
Nadie conoce de nuestra existencia, lo sé bien somos incluso un rumor entre los seres inferiores. Una especia de cruza entre un íncubo, monstruos que poseían y succionan la energía de los humanos cuando los inducían a un estado de hipnosis y mantenían relaciones sexuales, y un ángel maldito que fue condenado a la tierra con la maldición de parecer y sentir las necesidades de los humanos, sufrían sed y un hambre extrema que les hacía querer suicidarse cosas que no lograban pues seguían siendo seres especiales, inmortales a los que se les torturaba en el mundo terrenal hasta que su condena fuero cumplida.
Según la historia que me contaron estos ángeles no eran exactamente caídos, puesto solo se les castigaba hasta cumplir un periodo de condena y poder regresar, se podía decir que seguían siendo puros y eran las presas y alimento perfecto de los íncubos y súcubos, los seducían en su etapa más débil dándoles palabras amorosas, saciando su necesidad de hambre y sed, protegiéndoles del frio, dándoles un hogar. Los enamoraban hasta que cayeran a sus pies, después les engañaban diciéndoles que Dios jamás les perdonaría y los dejaría abandonados en la tierra hasta que esta se pudriera en los pecados de los humanos hundiéndolos con ellos, los llevaban con sus palabras a una profunda depresión hasta volverlos unas marionetas y poder jugar con ellos, en pocas palabras hasta llevarlos a la cama y devorarlos sexualmente, drenando su energía que era deliciosa mientras jugaban cualquier tipo de fetichismo volviéndolos locos.
A la mayoría no les pasaba nada, pues los ángeles eran seres infértiles no podían crear vida, sin embargo su periodo de castigo se extendía y podían regresar al cielo después de un proceso de purificación. Pero hubo algunos casos, realmente muy pocos, en los que los ángeles eran fértiles. Un ejemplo fue mi madre un ángel precioso de cabello rojo ondulado, tez clara y ojos cafés rojizos, era preciosa y un poco torpe pero de un corazón noble. Su falta fue dar alimento a unos huérfanos que estaban en un callejón, pero ya que no tenía el rango para poder interactuar con los humanos le castigaron viviendo por un tiempo con ellos. Cuando estuvo en la tierra, por su torpeza, no consiguió ningún trabajo por lo que el hambre y sed le atormentaron hasta que conoció a un joven de cabello negro y ojos rojos de tez blanca ligeramente bronceada, él le extendió una mano le alimento y le dio refugio, la enamoro. Mi madre en verdad era inocente creyó en sus palabras y se entregó a él. Le hizo inimaginables cosas, la torturo, la violo, la obligo a tener relaciones con muchas otras personas tanto hombres como mujeres esto lo supe después al toparme con un súcubo de apariencia gentil cabello rubio y hermoso ojos rojos penetrantes pero un corazón negro y podrido. Después de un tiempo y de haber drenado casi toda su energía la botó burlándose de Dios y entregándole a un ángel mancillado a las puertas de una iglesia. Dios se arrepintió de haber castigado a su ángel pelirrojo quien cuidaba el paraíso, en especial a todos los árboles de frutos dulces, fragantes y que contenían la sabiduría del mismo Dios. Pero ese dulce ángel ya no podría regresar. El motivo era que estaba muy débil y sus alas que habías sido maltratadas no resistirían un viaje tan pesado, para enmendar su error mandó un ángel protector de una fuerza inquebrantable y con un corazón puro de cabello rubio y ojos azules. Su nombre era Alex.
Alex en poco tiempo descubrió que mi madre estaba esperándome y que mi padre era sin lugar a dudas el tipo que la acunó y que para desgracia de los cielos era un íncubo. Después de algunos meses dio a luz y falleció, por que dejo el regalo de la inmortalidad que Dios le había dado a su pequeño hijo, abandonó este mundo injusto para un corazón puro con una enorme sonrisa viendo a su pequeño pelirrojo. Alex entrego el cuerpo de mi madre a los cielos con la promesa de que ella reencarnaría, ella se había ganado el don de vivir como humano y buscar su felicidad sin preocuparse por sus alas y responsabilidades celestiales. Mientras tanto Alex cuido de mí, un niño incompleto, mi hambre era infinita, saciada por comida humana y otras fuentes además de que era inmortal o más bien no envejecía de manera convencional pero la posibilidad de morir era muy escasa, nunca me enfermaba y mis heridas se aliviaban en segundos para poder ser un niño de 5 años paso medio siglo, que Alex estuvo a mi lado, hasta que ya tuve la suficiente edad o más bien apariencia de alguien mayor y regreso al cielo a reanudar su trabajo.
Me quedé en este patético mundo que destruyo a mi madre, pero no culpo a los humanos sino a los demonios que la utilizaron y botaron, me hubiese gustado conocerla.
Volví a hacerme consiente del ardor de mi garganta, mi existencia combinada de un incubo y un ángel maldito provoca que tengo un hambre y sed infernal y que no la pueda saciarla solo con comida de humanos, solo se puede saciar a menos que consuma la energía y sangre de alguna persona, una solo gota puede satisfacerme por meses no necesito mucho y agradezco eso.
No recuerdo cuanto tiempo llevo vagando, han pasado incluso siglos desde que vi a Alex, no me gusta vivir por tanto tiempo, solo quiere tener un tiempo de vida normal como un humano, si fuera un vampiro me quedaría viendo el amanecer intentando convertirme en cenizas pero eso no funciona lo único que provoca es que me dé más hambre ya que si bien no me daña me debilita. Pero gracias a unos libros, más bien unos pergaminos antiguos es posible que yo muera, bueno que deje a un lado esta maldición, si yo doy este regalo a alguien más, el regalo de la inmortalidad, pero solo puede ser entregado un ser inocente y puro sin mancha alguna. No es como que quiera morir, solo quería ser como un humano enamorarse, formar una familia, envejecer al lado de la persona que ama y fallecer rodeado de los que ama.
Sinceramente he vivido mucho, he presenciado guerras y visto calamidades como el deseo de poder y la simple necesidad de creerse superior pueden a llevar a una persona a rebajar a otra. Las personas están manchadas así que este “regalo” no se puede dejar tan fácil como se dice.
Pero aún tengo esperanza, después de todo soy hijo de un hermoso ángel.
La sed me consumía, estaba a punto de colapsar, no llegaría a donde vivo por el momento un viejo apartamento donde estoy solo, trabajando medio tiempo aparentando ser un humano común. No puedo morir pero si desmayarme y quedar inconsciente, todo se pone negro y mi cuerpo cae inerte ante el frio piso esta noche tampoco comeré, lo sé.
Cierro los ojos y en ese callejon me quedo dormido ya mañana conseguiré un poco de comida.