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The time of our lives por CHANSOONOTAS

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Notas del capitulo:

Introducción


 ¿Habrá sido el destino? piensa ChanYeol mientras observa a KyungSoo dormir. Son las seis de la mañana del domingo. KyungSoo, que tan solo ayer regreso a casa, después de unos meses de gira por su nuevo y exitoso libro, ronca suavemente al lado de ChanYeol.


El sol acaba de emerger en silencio desde el horizonte, lanzando rayos de color naranja y amarillo encendido a través de la ventana y sobre toda la habitación. ChanYeol medita profundamente sobre su vida con KyungSoo, ahora y después de muchos años juntos.

THE TIME OF OUR LIVES

 

El  cumpleaños de KyungSoo se acercaba y ChanYeol planeaba un regalo de último momento, como siempre. Su mente parece negarle las ideas casi a propósito. Se levanta de la cama, suspirando pesadamente al no encontrar ninguna opción, y descalzo se encamina hasta la sala. Toma su computadora y en un instante Google le está ofreciendo todo tipo de ideas, desde compras por internet hasta regalos de tipo, "hágalo usted mismo". Un cuarto de hora se va volando y frustrado cierra su laptop y se acuesta sobre el sofá.

Mira hacia los cristales de la veranda frente a él y luego cierra los ojos. ¿Cuánto tiempo ha pasado ya? Es el cumpleaños número cuarenta y dos de KyungSoo. Pasas la vida al lado de la persona que más amas (y más te ama en el mundo) y el tiempo va escapándose por la ventana casi sin poder notarlo.

"¡Ha pasado mucho tiempo!" piensa con una amplia sonrisa sobre sus labios, viendo hacia el pasado, saboreando el presente y ansiando el futuro.

ChanYeol recuerda una frase que KyungSoo le dijo un día, uno de esos días malos que, últimamente gracias al cielo, parecían brillar por su ausencia. Algo que iba como, Los mayores momentos de la vida vienen solos y no tiene sentido esperarlos”.

ChanYeol siempre piensa en esa frase al evocar su vida juntos. Si hay dos vidas realmente llenas de momentos mayores, esas son las vidas de ChanYeol y KyungSoo.

Mira el reloj en la pared de al lado y las agujas marcan las seis con cuarenta. Aún es muy temprano para hacer cualquier cosa así que ChanYeol se resigna a seguir acostado sobre el sofá, cierra los ojos nuevamente y se dispone a recordar.

Uno a uno los momentos fluyen igual que diapositivas frente a sus ojos, solo hace falta relajarse y observar.

 

...

Momento N°1

“Este año, como siempre, tú me podrás encontrar mal sentado y escondido en el pupitre de atrás.”

Son las diez de la mañana y el estómago de ChanYeol no para de emitir rugidos de protesta. ChanYeol intenta esconder su cara de vergüenza cuando algunas cabezas en los pupitres frente a él voltean admirados al escuchar el ruido de su quejumbroso estómago.

“Unos minutos más…"piensa mirando el reloj que tarda en avanzar.

Después de una larga noche practicando con su guitarra hasta avanzada la mañana, ChanYeol no solo carga el vacío de la ausencia de desayuno en su estómago, también carga los fantasmas del desvelo en forma de unas bolsas horrendas de color marrón claro bajo sus ojos.

—Luces como un panda—le dice SuHo durante el almuerzo, a lo cual ChanYeol responde con una señal de su dedo medio. SuHo le devuelve el gesto y ambos vuelven a disfrutar de su comida.

Los años de secundaria del joven ChanYeol, de dieciséis años, se limitan a una pequeña lista de cosas: su guitarra, su teclado, comer, dormir, bañarse ocasionalmente, tratar de mantener sus calificaciones y un circunstancial desliz.

Básicamente la vida de un chico normal.

Después del almuerzo, ChanYeol se dirige a su próxima clase con el estómago lleno y los ánimos aún muy bajos. La falta de sueño aún pesa sobre su cuerpo. Como puede, logra arrastrarse hasta el salón de historia y toma el pupitre asignado para él que, afortunadamente, se encuentra al final del salón. La clase está a punto de empezar.

ChanYeol está empezando a babear un poco sobre la mesa cuando la profesora, a modo de llamarles la atención, carraspea un poco y golpea la pizarra suavemente con los dedos.

—Disculpen si los he despertado…— dice con un tono de sarcasmo pero sin ir muy en serio. —Quisiera presentarles a su nuevo compañero. Él es Do KyungSoo y estará uniéndose a su clase desde este momento. Les pido le reciban tan bien como al resto de sus compañeros.

ChanYeol levanta la cabeza del pupitre y mira al nuevo. El chico es pequeño, muy pequeño(a los ojos de ChanYeol que es terriblemente alto para su edad), lleva el cabello negro y el flequillo largo, tiene ojos grandes, nariz de botón, y labios en forma de corazón. ChanYeol le mira un rato y luego, con desinterés, vuelve a recostar su cabeza sobre la mesa. De nuevo empieza a quedarse dormido.

—ChanYeol…—una voz lejana se dirige a él desde su oreja derecha, — ChanYeol.

ChanYeol levanta la cabeza asustado y mira a la profesora al lado de su asiento observándole con reproche.

—ChanYeol, al menos podrías disimular tus ronquidos si estas tratando de dormir en mi clase, —dice la profesora mirándole severamente. El resto de la clase rompe en risas y ChanYeol esconde su cara avergonzado por segunda vez en el día. La profesora vuelve al frente de la clase y continúa su lección. Las risas cesan y ChanYeol intenta mantenerse despierto. Mira hacia el frente y se da cuenta de que el chico nuevo está sentado frente a él, ChanYeol le mira por un largo rato y, como dándose cuenta de su mirada, el chico voltea, mira a ChanYeol por algunos segundos y luego sonríe agradablemente. ChanYeol le mira, sonrojado, y le devuelve la sonrisa. Por el resto de la clase, y en los días por venir, ChanYeol observa al nuevo con interés.

...

ChanYeol jamás le dirige la palabra, y el nuevo, KyungSoo, tampoco se molesta en hablarle. Ambos se saludan, se pasan hojas, se preguntan sobre sus tareas, pero sus interacciones mueren allí. Por el contrario, el interés de ChanYeol ha tomado un nuevo nivel al que ChanYeol insiste en llamar “tal vez, sólo tal vez, me gusta un poco pero no soy gay ¿de acuerdo?”. Más conocido por sus amigos como: “ChanYeol está enamorado pero no quiere admitirlo porque es un gallina… Y claro que es gay”.

Habría que agradecer a BaekHyun por darle nombre.

ChanYeol, mira al nuevo muy de vez en cuando.

Bueno, ChanYeol SIEMPRE está mirando al nuevo. Si pudiera pegarse a su espalda para mirarle aún después de la escuela y hasta durante la noche, lo haría pero no, ChanYeol no es un acosador y no está enamorado así que…

O eso es al menos lo que intenta repetirse día con día.

ChanYeol mira a KyungSoo leer. “No parece tener muchos amigos”, como siempre cuando eres nuevo y llegas a mitad del año escolar, y se limita a pasar sus recesos en el jardín de la escuela, leyendo. ChanYeol, que juega fútbol durante los recesos en el parque frente al jardín, le mira devorar un libro tras otro. Durante las semanas las portadas de los libros de KyungSoo varían de fotografías a simples colores: azul, magenta, verde, rojo, etc., y el interés de ChanYeol no para de crecer mientras que su valentía sigue escondiéndose.

Durante el último año de secundaria, todos los seniors se encuentran ocupados estudiando para poder graduarse y para los exámenes de entrada a la universidad. ChanYeol se queda hasta tarde en la biblioteca de la escuela repasando, una y otra vez, pasajes de libros que parecen borrarse de su mente al instante. La preocupación es abrumadora, ciertamente se puede respirar la tensión en el aire. Su enamoramiento se le borra de la mente a momentos.

Cuando puede, vuelve a observar a KyungSoo. KyungSoo no parece preocupado. Continua leyendo como cada mes, fuera en el jardín. ChanYeol se preocupa por él. Su interés no ha vacilado ni un solo momento a pesar del estrés pero sus interacciones no han variado tampoco. Ninguno de los dos se decide a hablarle al otro. Y los días pasan y pasan…

...

Un día, tarde después de una práctica de fútbol, un sudoroso ChanYeol se dirige hacia la entrada caminando con un ligero cojeo y entrecerrando los ojos por el dolor. Cuando está a punto de alcanzar la entrada se choca con alguien y cae al suelo.

—Ah, demonios…— escucha decir al otro chico con quien acaba de tropezar y se levanta rápidamente al reconocer la voz del que acaba de hacer caer.

KyungSoo se encuentra de rodillas recogiendo tres o cuatro libros que cayeron al suelo al tropezar con ChanYeol. ChanYeol le mira y le ayuda a recogerlos.

—Lo siento, yo no vi por donde iba—dice ChanYeol suavemente mientras KyungSoo le dirige una mirada severa.

—Está bien— responde KyungSoo después de un rato y le sonríe.

—¿Ya te vas?— pregunta ChanYeol sin pensárselo.

—No, aún no, ¿Y tú?

— Sí. Tuve práctica de fútbol hasta tarde y estuve varias horas en la banca, porque, el idiota de SeHun decidió que era buena idea golpear el estúpido balón hacia mí…

—Oh, sí, claro, entiendo— le interrumpe KyungSoo.

—¿Entonces…. nos vemos mañana?—pregunta ChanYeol ligeramente sonrojado.

"Mañana será un buen día para vernos, para hablar, sí señor, mañana será el día. Está es tu gran oportunidad" piensa ChanYeol.

KyungSoo le mira unos minutos con una expresión difícil de leer. ChanYeol le sonríe con esperanzas y sin reparar en su expresión. Luego se aleja, agitando la mano para despedirse.

—Claro, mañana nos vemos ChanYeol…— dice KyungSoo con voz suave hacia la puerta que se cierra tras ChanYeol.

Al siguiente día, KyungSoo no llega. Y tampoco el resto de la semana, ni de la semana que le sigue, y así.

ChanYeol, a los días, se entera de que KyungSoo se ha mudado, hace semanas que había pedido la transferencia hacia su nueva escuela.

“Okay.”

ChanYeol reflexiona lo que paso durante algunos días, bien, durante algunas semanas. Es joven y el tiempo todo lo borra. O eso es lo que se repite cuando la silla de KyungSoo vacía. El tiempo todo lo borra.

ChanYeol se encuentra, unos meses después, graduándose de la secundaria y olvidándose de su interés, del chico nuevo y de sus libros que iban y venían. La vida le espera y está listo para tomarla a como dé lugar.

 

Momento N°2

“En Todos los cielos te encuentro.”

 

El enorme avión aterriza sobre una de las pistas del aeropuerto de Los Ángeles. El sol está en el punto más alto del cielo, es mediodía y hace un calor infernal. Dos horas y media de aburridos procedimientos después, un chico alto vestido como rapero sale del aeropuerto arrastrando una única maleta plateada, hace señales a un taxi, sube en él, y después de indicarle su destino (en un muy mal inglés) al conductor, desaparece por la carretera bajo el ardiente sol del verano estadounidense, un verano que podría prometer más de lo que puede cumplir.

En una casa frente a la costa, un escritor de alrededor de veinticuatro años mira fijamente a través de su ventana. El sol le quema las pupilas pero no deja de mirar hacia el paisaje. Frente a él y en la lejanía, mar adentro, olas de un profundo color azul forman enormes crestas antes de estrellarse con su blanca espuma sobre la brillante arena. Un suspiro refunfuñón sale de la boca del escritor por cada minuto que pasa. Observa el reloj de pared y la lentitud de sus agujas. Son las tres de la tarde bajo el sol de Santa Mónica.

Vuelve a suspirar.

—¡Inspiración! ¿Es demasiado lo que pido? ¡Inspiración!, inspiración, inspiración, inspiración… —repite una y otra vez mientras sigue observando el paisaje más allá. —¡Vamos KyungSoo! Es imposible que después de dos best sellers y un descanso de un año aún no estés listo para volver.

—¡INSPIRACIÓN!—grita, y el eco de una casa completamente vacía le devuelve el sonido su voz.

Suspira con amargura renovada.

—¿Cuándo fue la última vez que comí hoy?—se pregunta súbitamente. Su estómago le responde inmediatamente con un fuerte gruñido.

Arg. Grug. Arg.

KyungSoo camina hasta la cocina y abre el refrigerador.

Completamente vacío.

—¿Cuándo fue la última vez que compre comida?— se pregunta, de nuevo, a sí mismo en voz alta. Hablarse a sí mismo es el único consuelo que tiene hoy en día.  

—¡Bien KyungSoo! ¿Te apetece comer fuera KyungSoo? ¿De nuevo, por cuarta vez solo en esta semana?

KyungSoo guarda silencio por unos instantes. Lanza una mirada de escrutinio a su refrigerador y se responde a sí mismo. —Cállate KyungSoo.

Cansado, tira la puerta del refrigerador y finaliza su monólogo.

KyungSoo se pone una sudadera beige, que no ha lavado en semanas y que, talvez, podría no haber sido “originalmente” beige,  y sale de la casa pisando la arena con sus Nike y unos jeans ajustados de color azul.

El sol le quema el cuello y las manos al apenas abandonar el portal de su casa. Camina hasta su auto, un sedán negro brillante, abre la puerta del conductor, entra, cierra y se pone sus gafas de sol negras, enciende el motor y se encamina al restaurante más cercano…

El cual resulta ser un In-N-Out.

Hay una fila inmensa para llegar a la caja. Alrededor de diez personas o más forman una fila frente a él. KyungSoo observa la multitud con una mirada vacía y entre dientes maldice su destino. Después de pensárselo bien, se forma en la fila. Su turno no llegara tan rápido…

Dos familias hacen fila para ordenar, un tipo gordo con una barriga inmensa y un bronceado casi azul, tres adolescentes cubiertos de acné y piercings, otras personas que lucen normales y un chico con una molesta (al menos para la cansina vista de escritor de KyungSoo) maleta plateada.

“Turista,” piensa KyungSoo al mirar al chico, Definitivamente coreano. Entre veinte y treinta años. Alto, muy alto,” a este pensamiento KyungSoo pone una cara de ligera molestia, Sus orejas son muy grandes para su cabeza. ¿Será atractivo u otro de esos chicos con pinta de atractivos pero que no lo son? Si se volteara tal vez podría… ¿Qué diablos estoy pensando?” KyungSoo pone cara de fastidio, sonrojándose y voltea hacia otro lado.

Dos personas más tarde y, resignado a no tener nada más que hacer que observar al extraño de la maleta plateada, KyungSoo reanuda el hilo de sus pensamientos.

—Bueno, no tengo nada más que hacer…—murmura en voz alta.

—Veamos, si se tratara del personaje de un libro, ¿cuál sería la historia de este tipo?

"¿Irá hacia LAX o vendrá desde allí? Si es la primera opción, ¿por qué detenerse en un restaurante tan lejos del aeropuerto en vez de comprar en uno de los restaurantes interiores? ¿Por qué molestarse en formarse si podría pedir por el autoservicio?"

"Si es la segunda, ¿por qué demonios no dejo en su hotel, casa o donde sea que se hospede, su equipaje y luego salió a comprar comida? Tal vez lleva algo importante en esa maleta… En todo caso no será un tipo muy normal o jamás había dejado el lugar de donde viene."

Al desconocido de la maleta plateada, que KyungSoo lucha por dar una personalidad, por fin le llega su turno frente a la caja registradora. Pero al llegar a ella, cede, inesperadamente, su lugar a la persona tras de él. KyungSoo ladea la cabeza confundido y frunce los labios mirando al desconocido con extrañeza. El tipo de la maleta mira a la persona a quien cedió su puesto, inclina la cabeza y sonríe, luego mira hacia los lados y se aparta un poco de la caja. Aun después de esto continúa mirando las opciones en el menú tras la caja. De nuevo el desconocido cede su lugar dejando pasar a las dos familias, luego al tipo gordo y después a otras personas.

Llegados a este punto, KyungSoo maneja dos posibilidades: número uno, el tipo de la maleta plateada es muy amable, hasta el punto de la estupidez o, número dos, no entiende ABSOLUTAMENTE nada del inglés.

—Por Dios…—murmura KyungSoo en voz baja. Ninguna de las opciones logra conmover el corazón, y menos el estómago de KyungSoo.

Por fin llega el turno de KyungSoo frente a la caja. Hace más de diez personas que decidió qué ordenara. KyungSoo ordena su comida en un inglés impecable y espera mientras imprimen su recibo y preparan su orden. Mientras espera, intenta no mirar al desconocido que aún espera a un lado de la caja.

KyungSoo siente un pequeño tirón en la manga de su hombro derecho, dirige su mirada, como por reflejo, hacia ese lado y se encuentra cara a cara con el desconocido de la maleta plateada, quien le sonríe y mira como si KyungSoo fuera la última coca cola con hielo en medio del desierto del Sahara.

El tipo se dirige a él en un coreano con acento de Seúl,

—Disculpa, ¿eres coreano no es así?— dice rápidamente el desconocido mirando a KyungSoo directamente a los ojos. KyungSoo se siente un poco intimidado bajo la mirada y/o la gran altura del desconocido.

Después de un momento de vacilación KyungSoo responde,

—Sí, lo soy—también en coreano con acento de la capital.

— ¡Oh vaya! Es un alivio. ¡Pedirás mi orden por mí!— exclama alegremente el desconocido.

—Um… quiero decir… ¿podrías pedir mi orden, en inglés, por mí? Es que, verás, el inglés no se me da nada bien o más bien soy un asco hablando inglés y pensé que al ver el nombre de lo que quería en el tablero podría leerlo y pronunciarlo pero al llegar a la caja yo…”

—¿Cuál es tu orden?— le interrumpe KyungSoo un tanto exasperado por la molesta espera y por lo que promete ser una larga explicación por parte del tipo.

El desconocido de la maleta plateada le indica su orden a KyungSoo señalando con el dedo índice uno de los combos en el menú tras la barra, KyungSoo se lo dice a la empleada tras la caja y unos minutos más tarde ambas órdenes son entregadas a sus respectivos dueños. Ambos se apartan de la caja para dejar pasar a la línea de clientes que aún esperan.

—¡Me salvaste, muchas gracias!— exclama el desconocido mientras se inclina frente a KyungSoo. — ¿Hay algo que pueda…?

—Podrías dejar de usar lenguaje informal conmigo, no creo ser mayor que tú pero no te conozco, —le interrumpe KyungSoo de nuevo. —Y no fue nada. —dice mientras intenta salir del restaurante atestado de gente.

El desconocido camina tras de él y le acompaña hasta su auto. La maleta plateada hace crujir las piedrecitas del suelo del parqueo al rodarla sobre él.

—Pero, si pudiera hacer algo para agradecértelo…—dice el desconocido mientras mira a KyungSoo abrir la puerta de su auto y poner su comida a salvo en el asiento del copiloto.

—Ya te lo dije, sin lenguaje informal. Y no fue nada, en serio— dice KyungSoo mientras sube a su auto y cierra la puerta, enciende el motor y retrocede un poco para salir del parqueo.

—Yo… ah... ¡Me llamo ChanYeol, Park ChanYeol y tu…!—exclama apresurado ChanYeol al pequeño sedan negro brillante que se aleja un poco de él. ChanYeol sonríe mientras agita la mano en señal de despedida.

—¡GRACIAAAAAS!—grita en un inglés afectado, aunque el sedán y el coreano de aspecto malhumorado, que afirma no ser mayor que ChanYeol, ya han cruzado la esquina y se han perdido de vista.

El tipo, ChanYeol, arrastra su maleta plateada hasta la calle principal y llama a un taxi cercano.

—Vaya tipo tan extraño… extrañamente familiar—piensa ChanYeol más tarde en su habitación con vista a la playa. Está parado frente a la veranda, afuera cae la tarde y la brisa marina entra fresca y ligera a través de las ventanas abiertas de par en par.

ChanYeol cierra los ojos tratando de recordar la cara del desconocido, sus ojos, su nariz pequeña y sus labios con forma de corazón. ChanYeol frunce el ceño en señal de concentración, hace pucheros tratando de empujar los resortes de su memoria. Recuerda una cara parecida en algún lugar, un par de ojos grandes, una maraña de pelo negro y una sonrisa suave que le caliente el corazón, pero su memoria para hasta ahí.

ChanYeol suspira pesadamente, abre los ojos y se rinde.

—En fin, gracias por lo de antes señor gruñón.

Con esto deja de intentar recordar, y sonriendo cierra las puertas de la veranda y sale de la habitación.

 

 

Momento N°3

“Yo no busco,  yo encuentro.”

 

Al contrario del abrasador sol y el despiadado calor, característicos del mediodía, el atardecer ofrece un clima de lo más adecuado para acomodarse tranquilamente a orillas del lago.

Que es justo lo que KyungSoo hace de momento.

Acostado sobre una tumbona, bajo la agradable sombra de un alcanforero, con los ojos cerrados y una mano bajo su cabeza, la otra sostiene una vieja edición de una novela clásica, KyungSoo suspira con alegría al sentir la brisa fresca acariciándole la piel. Solo lleva puestos una playera gris delgada y unos caquis.

Es una tarde sumamente encantadora. El ser dueño de una casa propia a orillas del lago en la isla de Jeju, le permite darse sus pequeños lujos. Su propio patio, su propia parte del lago, privacidad, que es muy importante cuando se es un aclamado escritor, y soledad, MUCHA soledad.

La verdad es que KyungSoo jamás se había planteado la idea de regresar a Corea. A los dieciséis se fue de Corea hacia los Estados Unidos y solo regreso para completar su servicio militar. Al terminarlo, se mudó a Los Ángeles, Nueva York, Montreal, y Canadá. No es que jamás pudiera asentarse, a KyungSoo no le molestaba la idea de quedarse en cualquier lugar permanentemente, pero la falta de inspiración había sido lo que le obligaba a mudarse muy a menudo. “La inspiración cae de cualquier lado,” solía decirle uno de sus profesores en la universidad, La tienes o la pierdes pero siempre puedes volver a encontrarla”. El problema de KyungSoo era que la inspiración parecía tener una enfermedad que le impedía mantenerse en un lugar o en un tiempo permanentemente. Y entonces allá iba KyungSoo, como amante desesperado, tras de su amada inspiración.

A los veintisiete años KyungSoo decidió volver a Corea. Al principio se trataba solamente de un viaje para una de sus giras, vendes libros, los firmas, sonríes y te vas. La gira le demandaba visitar muchos lugares de Corea en un espacio de dos meses.

Al finalizar la gira, KyungSoo se disponía a marcharse de Corea con el equipaje en mano caminando por los pasillos del aeropuerto de Incheon cuando, al entregar su ticket de avión a la recepcionista, KyungSoo se dio cuenta, sin más, que no tenía que abandonar Corea con tanta prisa. ¿Por qué no darle unos días más? Después de todo, este país le había visto nacer y crecer. Se había tragado su infancia y era el lugar que mejores recuerdos le aportaba a su memoria.

En fin, KyungSoo tomo su maleta, dejo su ticket en la mano de la confundida azafata y abandono el aeropuerto.

Unos días se convirtieron en semanas, las semanas se convirtieron en meses, y los meses en un año. KyungSoo compro una casa a orillas de un hermoso lago, se compró un Audi convertible color negro y dijo a su manager que pasaría un rato en el país. Desde ese momento, desde que KyungSoo dejo su ticket abandonado en la mesa de la azafata, su inspiración jamás volvió a flaquear. Cualquiera podría haberle llamado a ese momento una revelación, un milagro, una bendición, etc., KyungSoo prefería no darle un nombre en caso de que la situación volviera a su estado normal. Superstición: cosa de escritores.

Nada podría ser mejor.

Era uno de esos tantos días placidos a orillas del lago. KyungSoo seguía dormitando a la vez que trataba de despertar para seguir leyendo su libro. Al fin se rindió, soltó el ejemplar que cayó con un pequeño TUD en el césped y se acomodó para dormir. Sus pensamientos daban vueltas brindándole pequeños trazos de memorias pasadas. Escenas en aeropuertos de todo el mundo, habitaciones de hotel, cabañas con olor a pino en el medio de un bosque en las montañas, pequeños botes en altamar, y casas con aroma a mar y sol de verano.

De repente, KyungSoo recordó una interesante situación que vivió en Los Ángeles, en una de sus estancias en la playa de Santa Mónica mientras buscaba a su musa inspiración.  KyungSoo solía tener una casa en la playa allí. La escena corre bajo el sol ardiente del verano, en un In-N-Out hace un par de años. Un restaurante lleno de personas, la hora del almuerzo, un tipo muy bronceado y al fin, el recuerdo de un joven atractivo con una maleta plateada agitando la mano en señal de despedida mientras KyungSoo le observa por el espejo retrovisor de su auto. Las escenas corren. Frunciendo el ceño se preguntó en voz alta recordando aún con los ojos cerrados, — ¿Cómo se las arregló para llegar hasta el restaurante?— Verán, KyungSoo AÚN tiene el hábito de pensar en voz alta.

Unos instantes después y viniendo como de la nada, una voz masculina y extrañamente familiar a su izquierda se dirigió a él diciendo,

—¡Sencillo! Grité:  "¡TAAAAAAAAAAAAXI!" y luego todo se redujo a…

KyungSoo salto asustado, con los ojos muy abiertos, cayéndose a un lado de la tumbona. Mirando al desconocido por unos instantes, KyungSoo empieza a ver en el a la persona que hasta hace unos minutos había estado rondando en su mente en forma de recuerdos. Y el mundo se vuelve un lugar muy pequeño.

“El desconocido de la maleta plateada.”

"¿Cuál era su nombre?" piensa KyungSoo mientras sigue observando al hombre frente a él, sonriéndole alegremente.

—Supuse que no recordarías mi nombre, me llamo ChanYeol, Park ChanYeol,—dice el desconocido, como leyéndole la mente a KyungSoo mientras le ofrece una mano para ayudarle a levantarse.

—¿Qué haces aquí?—pregunta asustado KyungSoo con los ojos muy abiertos y postura defensiva, — Ah… um… me… ¿Eres alguna clase de fan acosador y lunático que quiere encerrarme en su cabaña secreta y hacerme escribir una novela donde seas el protagonista porque, según tú, hasta ahora todos mis libros se tratan de ti?—continua mientras retrocede aun sentado sobre la arena.

—Ah… ¿No?—responde ChanYeol levantando ambas cejas, y con una voz extrañamente sospechosa dice, —Estaba caminando por aquí. Verás, me estoy hospedando cerca de aquí,  y te vi sentado, te recordé y pensé en saludar y darte las gracias de nuevo por…

—No es nada— le interrumpe KyungSoo, como de costumbre,

—¿Park…?

—ChanYeol. Park ChanYeol ¿Y tú eres?

KyungSoo le observa por un instante. De cerca, el desconocido, ChanYeol si ChanYeol, se ve normal. Se ha vuelto mayor, obviamente al igual que KyungSoo, pero aún pueden distinguirse un poco las facciones del chico de la maleta plateada en Los Ángeles. Aun es alto, muy alto, pero la ropa de rapero que llevaba se ha ido. Ahora lleva unos jeans azules arremangados hasta la rodilla y una camiseta blanca.

No parece un psicópata peligroso, al menos no por ahora. Pero, ¿por qué me resulta tan familiar?”

—Soy KyungSoo, Do KyungSoo,—dice mientras se pone de pie y mira fijamente a ChanYeol durante algunos minutos.

—¿Ves algo que te guste, Do KyungSoo?—pregunta ChanYeol desvergonzadamente. Sonríe de oreja a oreja.

—No, no en realidad— responde KyungSoo con una voz de lo más monótona pero sonrojándose un poco al escuchar la pregunta.

—Aún estoy tratando de convencerme de que no eres un psicópata.

ChanYeol hace un puchero, nada normal para la edad que tiene, y observa a KyungSoo mientras este coge su libro y se dispone a caminar de vuelta a casa.

—¿Esa es tu casa, Do KyungSoo?

—¿Tal vez?— responde KyungSoo alejándose de ChanYeol y dándole la espalda.

—Yo me hospedo en la casa de allá ¡Allá, mira!— dice mientras señala con el dedo un punto lejano a la izquierda. KyungSoo voltea brevemente para mirar y  luego sigue caminando.

KyungSoo está a unos veinte pasos lejos de ChanYeol. ChanYeol le sigue mirando mientras se aleja y KyungSoo puede sentir su mirada, fija en él.

—¡Do KyungSoo!— grita ChanYeol cuando KyungSoo está a unos cuantos pasos de llegar a la entrada de su casa.

KyungSoo se detiene y contempla la posibilidad de seguir caminando y no volver. Siempre podría ignorarlo pero… ¿y si decide seguirme a casa? Dios, no necesito eso. No, no voltees KyungSoo, sigue tu camino, camina, camina, camina, cami—….

—¿Si?— responde y voltea hacia ChanYeol.

—Ah… yo…— titubea ChanYeol, — Me preguntaba si, ¿tienes algún plan para esta noche? Verás, acabo de llegar y no tengo a nadie con quien charlar. BaekHyun no quiso venir conmigo y SeHun ha conseguido una chica y me dejo abandonado y creo que tú y yo deberíamos hablar, quisiera contarte algunas cosas…

—¿Tu punto es?— le interrumpe KyungSoo exasperado.

—Tú. Yo. Cena. Tragos. Charlar ¿Qué dices?— dice ChanYeol alegremente y con decisión en su mirada, sonriéndole todo dientes y ladeando la cabeza.

KyungSoo le mira por un minuto, dos, tres…

“Bueno, no creo que pueda ir tan mal. Es atractivo y...  No, KyungSoo. Esto es raro, no hay que involucrarse con extraños, y menos si lucen como este. Además aun tienes que pensar en tu próxima novela y las distracciones no van a ayudar y…”

“Por otro lado… tengo curiosidad de saber qué hace aquí, ¿qué tal si ha estado siguiéndome? parece un personaje particular y…”

“No, no, no, no. Solo va a traerme problemas. Eso es, PROBLEMAS es lo que menos necesito. Cosas como el romance, las aventuras y esas cosas hay que dejárselas a los libros. Tengo cosas importantes que hacer así que solo es un rotundo…”

—No lo sé, tengo cosas que hacer y…

—¡Oh vamos, KyungSoo! será divertido y… quiero hablar contigo, necesito hablar contigo. Buena comida y un par de tragos no suenan mal. ¡Vamos!

“Determinación KyungSoo, eso es lo que necesitas. Un absoluto no y volverás a tu rutina habitual. Eso quieres ¿no? Solo tienes que decir…”

—Um… está bien.

“Espera… ¿Qué?”

— ¡Genial! Paso por ti a las siete. Nos vemos pronto, KyungSoo,—  dice ChanYeol mientras se aleja en dirección a la casa donde se hospeda.

KyungSoo le observa desde la veranda, alejándose,  hasta que solo puede distinguir un pequeño punto negro que se aleja más y más hasta desaparecer.

“¿Qué paso?”

 

 

Una par de horas más tarde y solo diez minutos antes de las siete, KyungSoo, completamente vestido para salir, da vueltas en círculo alrededor de la sala de estar de su casa.

“Debí decir no, debí haberme negado, debí… pero ha pasado tanto tiempo desde la última vez que salí con alguien y no es nada malo en realidad. Comida, un par de tragos y ya. No, no, no, esto es horrible. Ya no sé cómo hablar con las personas y, ¿qué pasa si no le agrado? ¿Qué pasa si decide que me odia y se va? ¡O peor! ¿Qué pasa si le agrado MUCHO? ¿Qué pasa si ÉL me agrada mucho? Es atractivo y parece bueno y no parece un psicópata pero… No, no, no. ¿En qué diablos pensabas? No, no, KyungSoo, ¿en qué diablos te metiste esta vez? Esto va a traerme problemas. Debí quedarme con mis libros, debí… debí…”

DING DONG

KyungSoo se detiene sobre sus pasos y dirige una mirada preocupada hacia la puerta. Allí, detrás de la puerta se encuentra el objeto de sus monólogos desde el encuentro de la tarde.

DING DONG

—Siempre podría dejarle plantado ¿no?— murmura en voz alta.

—No, no puedes. Sé dónde vives KyungSoo—dice ChanYeol entre risas desde el otro lado de la puerta.

¡¿Acaso sus enormes orejas le ayudan a escuchar mejor?! Maldición.

KyungSoo suspira con resignación y abre la puerta. Delante de él se encuentra ChanYeol, pero no el tipo extraño de hace unos años y ni siquiera el de esta tarde. Le recibe un ChanYeol de pantalones ajustados, camiseta negra solo ligeramente holgada, tennis, y el negro cabello engominado hacia arriba. ChanYeol le saluda con su sonrisa estándar.

—¡Oh, genial! Pensé que en serio ibas a dejarme aquí afuera y tendría que entrar por la fuerza derribando la puerta o vagar por las calles tristemente buscando a alguien más con quien hablar,—  ChanYeol le habla entusiasmado mientras le hala del brazo para que salga de la casa y cierra la puerta tras de ambos.

—Yo… no… espera… lo pensé bien y,— comienza KyungSoo, pero ya es tarde. ChanYeol le arrastra escalones abajo y le encamina por la acera.

Grado de determinación Do KyungSoo: Cero.

A las siete y media, ambos se encuentran sentados en un restaurante local de mariscos, uno de los favoritos de KyungSoo, mirándose sin decir una sola palabra. Las personas de la mesa de al lado los observan con extrañeza.

La conversación no inicia sino hasta que el camarero lleva sus platos a la mesa.

—Entonces… KyungSoo. Escucha, no es que no me guste mirarte y mirarte sin parar y que tú me mires también pero, — dice ChanYeol y a esto, KyungSoo no puede evitar ruborizarse un poco y apartar la vista, —Me gustaría saber más de ti.

KyungSoo frunce el ceño, —¿Más?, responde con los ojos entrecerrados, — ¿Cuánto sabes ya de mí?

—Sí, bueno… Es una larga historia.

—Continúa, te escucho.

KyungSoo le mira de nuevo de frente. Lo examina brevemente y responde, —Soy escritor, estoy acostumbrando a las historias largas y prometedoras así que… adelante.

Una breve pausa. ChanYeol le mira un instante, baja la mirada, las puntas de sus orejas se tornan color rosa, y come un bocado de su plato. Luego  dice, — ¡Vaya! Bien, aquí vamos…

KyungSoo le mira fijamente mientras ChanYeol empieza a narrar lo que promete ser una sucesión de hechos muy interesantes y nada desconocidos, aunque un poco sorpresivos,  para KyungSoo.

— Para empezar, yo ya sabía tu nombre antes de siquiera habértelo preguntado. Y, Los Ángeles no fue el primer lugar donde nos conocimos. Si a eso puede llamársele conocerse, prácticamente ordenaste en un restaurante y luego le grite mi nombre a tu auto y obviamente no lo recordaste y…—dice ChanYeol lanzándole una mirada extraña a KyungSoo.

—Okay. Continua.

— ¿Solías asistir a la secundaria XXXXX, no es así?, — pregunta ChanYeol levantando sus cejas, —Claro, antes de mudarte a los Estados Unidos a mitad del último año…

KyungSoo le mira asustado pero con curiosidad, — ¿Cómo sabes eso? Espera, ¡Oh sí! cualquiera puede leer mi biografía en internet hoy en día y…

—No soy un acosador KyungSoo, —dice ChanYeol con un tono de seriedad en su voz, — Yo… tu… solíamos ser compañeros en la secundaria. Pero, supongo que no me recuerdas.

KyungSoo le mira con incredulidad por unos instantes y luego le anima a proseguir mientras intenta evocar los recuerdos de su vida durante la secundaria.

—Recuerdo que eras el chico nuevo en la clase, eras bajo, como ahora también, llevabas el cabello más largo y solías sentarte en el patio de la escuela a leer en cada receso. Yo solía sentarme tras de ti en el salón y…

—Solías jugar fútbol en el patio y dormías en clase, ¿no es así?,— KyungSoo empieza a recordar al chico de aquellos días sentado tras de él, el chico que dormía en la mesa de atrás roncando ligeramente. El chico tras la mirada del adulto sentado ahora frente a él.

—Oh vaya, entonces sí me recuerdas… yo… creí que no lo harías… digo… fue hace mucho tiempo y yo… —ChanYeol empieza a tartamudear un poco, una ligera sonrisa flota sobre sus labios.

—Continua— le urge KyungSoo.

—Bien. Siempre había querido hablarte pero por alguna razón jamás pude. Era extraño considerando que siempre se me dio bien hablar pero… luego el día en que quise hacerlo te marchaste y en fin… la vida continuó.

—Sí, recuerdo algo similar—dice KyungSoo ruborizándose ligeramente, recordando retazos del tiempo en que también había querido hablarle al chico en el asiento tras el suyo, el chico delgado que jugaba fútbol hasta muy tarde, el chico del cabello castaño teñido, el chico delgado pero atractivo que KyungSoo… Todos los recuerdos se amontonan en su mente, la memoria trabaja de formas curiosas.

—Continúa, por favor— dice sonrojándose tratando de no pensar demasiado.

—Esta Bien, luego de que te fuiste pasó el año y nos graduamos. Supe que te habías mudado pero luego perdí el interés y bien, el tiempo paso. Me gradué de la universidad y decidí hacer un viaje con mis ahorros antes de entrar al servicio militar. Me marche a Los Ángeles con mi equipaje plateado, — al decir esto mira a KyungSoo con una sonrisa desvergonzada y KyungSoo se sonroja, —Y sin poder hablar ni una sola palabra en inglés además de “gracias” y “adiós”. Pero eso tú lo recuerdas bien, ¿no es así? Te encontré a ti gracias a mi falta de habilidad para los idiomas.

KyungSoo le mira con curiosidad durante un rato. — ¿Entonces no recordabas quien era yo en ese entonces?

— ¡No, en absoluto! Pensé que lucias muy familiar, atractivamente familiar, pero era un chico en busca de aventura y no iba a detenerme a acosar gente extraña,— dice ChanYeol entre risas. — Cuando volví de Los Ángeles me enliste inmediatamente, complete el servicio y conseguí un empleo en una compañía de música.

— Suena bien.

— Sí, bien, siempre quise hacer mi propia música y jamás se me ha dado mal así que conseguir el empleo, no fue muy difícil en realidad. Hasta ahora me ha ido muy bien.

—Bien.

— Y luego…— dice ChanYeol con el tono del que remarca el clímax de una historia, — hubo una reunión de ex—alumnos en nuestra secundaria. Comida, bebida, recordar viejos tiempos. Uno de los antiguos profesores saco un viejo anuario de antes de que nos graduáramos. Había fotografías de todos los alumnos de esos años y mientras hojeaba vi una cara familiar, la TUYA,— ChanYeol le señala con el dedo sonriendo afectuosamente. KyungSoo no puede evitar sonreír ligeramente y sentirse, extrañamente, bien.

— ¿Y?

— Bueno, veía ese rostro de quince años y pensaba, ¿por qué demonios se me hace tan familiar ahora? Y luego, algunos días después, caí en la cuenta. ¡EL GRUÑÓN DEL RESTAURANTE EN LOS ÁNGELES!— ChanYeol exclama esta última parte y la mitad de las personas en el restaurante voltean para mirarles. KyungSoo le lanza una mirada de muerte.

— Vi tu nombre justo allí, le había tomado una foto al anuario, y esa misma noche te investigue en el internet.

—Bien, entonces si eres, en parte, un acosador…—dice KyungSoo con un deje de broma en su voz.

—No, no,—ChanYeol dice rápidamente agitando las manos, —Es solo que…—se ruboriza ligeramente.

— ¿Qué?

—Que… sentía que tenía que verte de nuevo… que teníamos algo que compensar, que tenía que encontrarte, no sé porque…

— ¡Diablos KyungSoo, no lo sé, tú eres el escritor aquí!— grita ChanYeol con exasperación y otros clientes del restaurante vuelven a mirarles.

—Bien, yo…— KyungSoo tampoco sabe que decir. —Continua.

—Bien. Empecé a investigar y descubrí que eras escritor, que te mudabas a menudo y que en ese momento residías en Montreal. Pensaba que teníamos que vernos, que teníamos que hablar tanto como no lo habíamos hecho en aquellos días y pensé en buscarte. En ese momento estaba tan ocupado que… en fin, con el tiempo lo deje ir,— ChanYeol dice esto sin mirar a KyungSoo, con un toque extraño de tristeza en su voz. —En fin, hace unos meses volví a buscarte en la red y descubrí que vivías acá en Corea, en Jeju y lo decidí inmediatamente. ¡Vendría a verte en cuanto pudiera! Y luego, pues, henos aquí… ¿Qué opina de mi historia, señor escritor?

—O-opino que suena a que le falta un desenlace...— dice KyungSoo nerviosamente tratando de fingir seriedad. La cabeza le da vueltas pero, no de una forma desagradable. — ¿Eso es lo que vienes a buscar aquí no es así?

—El problema es, KyungSoo, que creo que aún me falta por saber en qué, cómo, o con quién terminará todo esto, — ChanYeol le mira, también sonrojándose, sonriendo — No sé hasta dónde va a llevarme esta vez pero no creo que vaya a estar tranquilo hasta averiguarlo.

KyungSoo está nervioso. Las horas pasan volando dentro y fuera del pequeño restaurante de mariscos.

Al terminar de cenar y luego de un par de copas ambos caminan en dirección a la casa de KyungSoo, hablando sobre el pasado, sobre sus deseos, sobre sus ideas, sobre sus desvelos y sus más grandes anhelos, sobre el futuro. Como dos grandes amigos, como el inicio de un amor prometedor, de una buena historia.

Al llegar a la entrada, ChanYeol mira a KyungSoo directamente a los ojos y sonríe desenterrando del pasado las palabras,

—Entonces, ¿te veo mañana? Claro, no vas a desaparecer esta vez, ¿o sí? Me llevo mucho tiempo reunir el coraje y el tiempo para venir hasta aquí esta vez.

KyungSoo sonríe sintiéndose valiente, sintiéndose feliz, sintiéndose extrañamente embriagado y decidido como no lo estuvo antes, responde —Claro, no iré a ningún lado. Te veo mañana, ChanYeol.

 

Momento N°4

“Un viaje de mil millas comienza con el primer paso.”

 

En medio de un bar y disco lleno de una enorme multitud y en una mesa alejada, dos hombres disfrutan  de una maravillosa noche de sábado. Están sentados uno frente al otro, mirándose fijamente como si fueran las únicas dos personas en el lugar. Ríen, charlan, se obsequian miradas llenas de palabras, sentimientos y secretos. El mundo es suyo, y en este mundo perfecto de ambos, la noche no podría ser mejor.

ChanYeol, el hombre alto de alrededor treinta años se levanta de la mesa y toma la mano de KyungSoo, el más bajo y de alrededor veintinueve años, dirigiéndole hacia la pista de baile. KyungSoo se resiste un poco para, al final, dejarse llevar. La sombra del anonimato, allí en un lugar y en una hora en donde nadie podría o se preocupa por verles, sumada al miedo latente de que alguien les reconozca, solo pinta su noche un tono más excitante. En medio de los desconocidos, ambos se mueven al ritmo de la música, uno sonriendo de oreja a oreja tirando del otro y sujetándole fuertemente; el otro completamente avergonzado pero no menos feliz.

La noche avanza rápido, casi imperceptiblemente, y ambos se dejan llevar. En algún punto en medio del baile, los besos y los roces empiezan a jugar su debido papel mezclados con susurros al oído. Cuando ya ninguno puede resistir más, deciden salir de ahí. Se lanzan a la calle guiados por el deseo de disfrutar aún más sus horas libres juntos.

Ambos se dirigen hacia su casa, la casa que compraron juntos hace un año. Al parecer, KyungSoo está lo suficientemente sobrio para dar una dirección al taxista pero no muy poco como para dar con la clave correcta para abrir la puerta de la casa. KyungSoo batalla con los pequeños números en el tablero, que parecen danzar y temblar bajo sus dedos, mientras que un desesperado ChanYeol le mira con impaciencia y resiste la urgencia de arrancarle la ropa allí mismo en medio de la acera.

La urgencia puede más que la voluntad de ChanYeol y este cede. Empieza a dar ligeros besos al cuello de KyungSoo a quien, si antes le era difícil tratar de dar con el código, ahora le parece casi imposible con los labios y la lengua de ChanYeol bailando alegremente a lo largo de su cuello.

Ya sea debido a la desesperación o al deseo o a ambos, KyungSoo logra dar con el código de la puerta y esta se abre con un CLICK. ChanYeol le tira hacia adelante y cierra la puerta tras de sí.

La oscuridad del hogar no representa ningún impedimento porque, al instante, ambos se encuentran en la habitación principal, intercambiando besos y caricias sin dejar que ni un solo centímetro les separe.

En cuestión de segundos la ropa vuela por los aires y durante hora tras hora, tras hora, la cama rechina, tiembla y golpea el suelo bajo el peso de ambos. ¡Si las paredes pudieran hablar!, no sabrían ni que palabras usar para describir la cantidad y variedad de sonidos que escapan de las bocas de ambos al alcanzar el cenit una y otra vez, una y otra vez...

Al final, ambos se acuestan uno al lado del otro. Están completamente exhaustos, completamente satisfechos, completamente felices.

—¿Listo para seguir? —pregunta ChanYeol con una voz un timbre más bajo y más sonoro de lo habitual y KyungSoo le mira asustado por unos segundos. ChanYeol ríe y replantea su pregunta, divertido por la reacción de KyungSoo, — ¿Listo para dormir?

—Ah... Creí que te referías a... si, hora de dormir— responde KyungSoo ligeramente sonrojado apartándose el flequillo sudoroso de la frente con las puntas de los dedos.

Ambos se deslizan suavemente bajo las sábanas, no sin antes intercambiar un beso ligero y el "¿Te veo mañana?" De siempre ChanYeol abraza a KyungSoo fuertemente y KyungSoo apoya su mejilla en el brazo de ChanYeol.

—KyungSoo, si mañana aún siguieras amándome, ¿estarías dispuesto a casarte conmigo?—  pregunta ChanYeol a KyungSoo suavemente al oído unos minutos después, mientras le mira con dulzura y le acaricia la mejilla con sus largos dedos.

KyungSoo abre los ojos sorprendido, su respiración se detiene, su corazón late rápidamente y su lengua parece una roca pesada al fondo de su boca. —C-c-claro, claro que sí, —dice mirando a ChanYeol y agregando, —T-t-t-te veo mañana, aquí a tu lado, mismos sentimientos, si aún quieres c-casarte conmigo.

ChanYeol le sonríe dulcemente y ambos se besan y abrazan antes de acomodarse tranquilamente uno frente al otro, entrelazados. ChanYeol no logra dormir por un largo rato, mirando a KyungSoo mientras sonríe ampliamente y bendice su suerte.

Afuera el sol está a punto de salir. Ambos se encuentran ya dormidos felizmente, soñando con todo lo maravilloso que fue y con todo lo que vendrá.

 

Momento N°5

"Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista."

 

— Eres tan lindo. ¿Quién es lindo, eh? ¿Quién es lindo? ¡Tú eres lindo!

—ChanYeol…

—¿Eres el más lindo del mundo, no es así? ¿Quién te quiere, eh? ¿Quién te quiere?

—ChanYeol, podrías dejar de…

—¡Papi te quiere!

—Oh vaya…


ChanYeol mira al pequeño bebé frente a él con la ternura y alegría que caracteriza a todos los padres primerizos. KyungSoo, sentado al lado de la cuna, observa a ChanYeol ponerse en ridículo frente a su hijo, que mira a su padre como si le faltara uno o dos tornillos.

—Sabes, los libros sobre la crianza de bebés recomiendan a los padres hablar a sus pequeños como si fueran adultos—  dice KyungSoo con seriedad al payaso que él, para bien o para mal, llama pareja y padre de su hijo.

—¡Oh, vamos KyungSoo! Un libro no va a decirme cómo criar a mi bebé. La crianza no debe ser complicada si se trata solo de cambiar pañales, alimentarlo, que duerma bien, bañarle, etc. Lo ves ¡Pan comido! Como en las películas, — responde ChanYeol mientras hace gestos al bebé y este último, quizá sintiéndose mal por el tonto frente a él, rompe en risas. Al ver esto, ChanYeol mira al bebé con ojos brillantes y una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Lo ves! Mi bebé sabe que su papá es el mejor.

—En primer lugar, es NUESTRO bebé, ChanYeol. En segundo, deberías dejar de ver películas y empezar a leer los libros que compre sobre paternidad. Y en tercero, ¿quién ha tenido que hacer todo lo que acabas de mencionar desde que trajimos el bebé a casa? Porque si mi memoria no me falla, y eso nunca pasa, fui yo quien ha tenido que cambiar pañales sucios, preparar biberones, y despertarse a la medianoche y madrugada a arrullar a NUESTRO bebé, ChanYeol. —KyungSoo mira a ChanYeol con severidad e incluso el bebé guarda silencio ante la voz de su otro papá y mira, como dándole valor, a ChanYeol quien con cara de vergüenza dirige su mirada al bebé como si este tuviese las respuestas. Se puede sentir el peligro en el aire, peligro en la forma de KyungSoo mandándolo a dormir al sofá por semanas.

—Bueno, es un trabajo de dos…— comienza a decir ChanYeol.

—¡Exacto!— le interrumpe KyungSoo, —Y AMBOS deberíamos comprometernos si queremos que funcione. Y TIENE que funcionar.

— Yo…

— ¿Si?

— Ah… lo siento— dice ChanYeol con una voz apenas audible sin despegar la vista de la cuna.

— ¿Qué?

El bebé mira seriamente a ChanYeol. "¡Ya lo sé, ya lo sé!, no mires a papá de esa forma." ChanYeol respira profundamente, se dirige a KyungSoo, le mira de frente y dice — Lo siento, KyungSoo. Por lo que dije y por lo que no, y por lo que hice y lo que no. Prometo esforzarme más, ¿sí? Realmente lo siento.

KyungSoo le mira durante unos segundos, luego mira con serenidad al bebé por un rato, y luego vuelve a mirar a ChanYeol.

—Bien—dice suavemente. ChanYeol le toma de las manos y le sonríe.

— Sabes...— comienza ChanYeol mientras entrelaza sus dedos con los de KyungSoo, —Aún, cuando no es nuestro, biológicamente hablando, creo que se parece mucho a ti.

La sonrisa de KyungSoo aparece y alcanza su mirada. — ¿Ah sí?

—¡Lo digo en serio, Do. Siempre está mirándome como tú, como si yo fuera el niño y él el adulto. Es increíble…— dice ChanYeol haciendo pucheros.

KyungSoo le mira con cara de incredulidad y ríe. —Lo que en realidad no es nada extraño. Yo también creo que se parece un poco a ti, ¿sabes?

—¿¡En serio!?— la mirada de ChanYeol es de grandes expectativas.

—Sí. La música le hace sonreír y patear y moverse como si bailara y, cuando estoy cansado o preocupado siento que…—dice KyungSoo mirando hacia la cuna donde el bebé duerme, ahora que sus papás están bien, plácidamente y sin ruidos, —Siento que… me mira como si quisiera decirme que todo estará bien.

ChanYeol dirige su mirada al bebé y el brillo en sus ojos delata tantos sentimientos: felicidad, orgullo, alegría, gratitud, amor. Extiende su mano y pasando sus largos dedos a través de las barras de la cuna, sujeta suavemente las pequeñas manos del bebé. KyungSoo le mira hacer esto con una expresión casi tan llena de sentimientos como los de ChanYeol.

ChanYeol dirige su mirada hacia KyungSoo nuevamente pero este último ahora mira hacia la ventana del cuarto con preocupación.

—¿Quieres que adivine lo que estás pensando?— pregunta ChanYeol a KyungSoo. KyungSoo no responde.

—Bien,—comienza ChanYeol, —Estas preocupado, por si adoptar justo ahora fue la decisión correcta, por cómo irán las cosas de ahora en adelante, en si seremos capaces de ser los padres que queremos ser, en si el bebé querrá a dos padres como nosotros, en cómo hacer valer la pena todo el sacrificio que hicimos para hacernos de nuestro propio hijo, en si seremos capaces de mantenerle amado, protegido y tal vez hasta con vida considerando que la única experiencia de crianza que yo tengo se limita a mis hurones…

A esto, KyungSoo rompe a reír. El bebé da un pequeño sollozo al ser interrumpido de su sueño. ChanYeol le susurra suavemente y el bebé vuelve a dormir. KyungSoo le mira con orgullo.

KyungSoo, entre pequeñas risas, dice, — Si, bien, supongo que tendremos que aprender poco a poco. Y, ¿quién sabe? Tal vez tu GRAN experiencia con los hurones sea de ayuda cuando el bebé quiera adoptar una mascota.

— ¿Pensé que querías que adoptar a un perro?

— Um, supongo que un hurón le será de más ayuda, solo mira cuanto hicieron por ti— responde KyungSoo al mismo tiempo que sus risas se redoblan y ChanYeol le golpea ligeramente en la nuca.

— Oh, vaya, parece que el señor gruñón ya está de mejor humor, ¿no es así?— dice ChanYeol mirando a KyungSoo ferozmente. Doblándose sobre su gran altura, mira a KyungSoo desde arriba y se acerca poco a poco hacia su rostro. A unos centímetros de su oreja dice suavemente, —Dígame señor gruñón, ¿por qué no dejamos dormir a nuestro pequeño y vamos a nuestro cuarto a… tratar de darle un… hermanito?— sus palabras llegan hasta las mejillas de KyungSoo en un encantador color rosa que, paulatinamente, le tiñe todo el rostro hasta las orejas.

KyungSoo le mira con los ojos muy abiertos y luego voltea a ver al bebé. —N-no d-digas cosas así frente al bebé, —Comienza con un pequeño tartamudeo y luego, recomponiéndose rápidamente, mira directamente a los ojos de ChanYeol y dice con cara de hechos. —Además sabes que es biológicamente imposible que tú y yo…

— Bueno, tal vez deberíamos… tratar y tratar y tratar y tratar…— le interrumpe ChanYeol lánguidamente mirando a KyungSoo poniéndose vivamente rojo, — y tratar y tratar y tratar, ¿quién sabe, no? Tal vez podríamos si seguimos intentando indefinidamente y…

KyungSoo le toma de la mano y se dirige rápidamente a la puerta. Antes de salir enciende el monitor del bebé y entrecierra la puerta suavemente. Se escuchan los pasos apresurados de ambos por las escaleras hacia la planta baja de la casa, el ruido de algo cayendo el piso y luego una puerta se abre y se cierra con fuerza.

ChanYeol tiene a KyungSoo respirando pesada y rápidamente sobre la cama, por tercera vez desde que dejaron al bebé durmiendo en su cuarto. Al comenzar el round cuatro y justo al terminar los preliminares del sexo por cuarta vez, el monitor que conecta con el del cuarto del bebé suena estrepitosamente llevándoles el llanto del bebé que acaba de despertar. 

Ambos miran el pequeño monitor por unos segundos y KyungSoo empieza a buscar su ropa interior con prisa para dirigirse al cuarto del bebe. ChanYeol, vestido ya con sus pantalones, le detiene y dice, — Yo voy, — sonriéndole alegremente a KyungSoo, — ¡Papá ChanYeol al rescate!— exclama al salir de la habitación.

KyungSoo mira la puerta unos segundos y le escucha marchar. Unos minutos después el bebé ha parado de llorar y KyungSoo está sobre la cama con el monitor en la mano escuchando a ChanYeol cantarle suavemente al bebé mientras le alimenta con un biberón. 

—Situación despejada mamá osa, puedes dormir si quieres, — le dice ChanYeol a KyungSoo a través del monitor, —cambio y fuera.

KyungSoo mira el monitor con ternura y luego lanza un suspiro enorme. Se acomoda en su lado de la cama y cierra los ojos. Unos segundos después los abre completamente y toma el monitor diciendo, — ¡HEY, PARK CHANYEOL! ¿¡DESDE CUANDO SOY YO LA MADRE!? ¿¡Y COMO QUE OSA?! ¡YA, CHANYEOL RESPONDE…—Del otro lado del monitor se escucha la risa de ChanYeol acompañada de la pequeña risa del bebé.

—La vida no podría ser mejor, ¿verdad?— dice ChanYeol entre risas mirando al bebé sonreírle curiosamente, —¿Quién es el bebé más lindo del mundo, eh?

 

 

Momento N°6

“Al final, lo que importa no son los años de vida sino la vida de los años.”

 

¿Habrá sido nuestro destino? Piensa ChanYeol mientras observa a KyungSoo dormir. Son las seis de la mañana del domingo. KyungSoo que tan solo ayer regreso a casa, después de unos meses de gira por su nuevo y exitoso libro, ronca suavemente al lado de ChanYeol.

El sol acaba de emerger quedamente desde el horizonte lanzando rayos de color naranja y amarillo encendido a través de la ventana y sobre toda la habitación. ChanYeol medita  profundamente sobre su vida con KyungSoo, ahora y después de tantos años juntos.

El  cumpleaños número cuarenta y dos de KyungSoo se acerca y ChanYeol planea un regalo de último momento… como siempre. Su mente parece negarle las ideas casi a propósito. Se levanta de la cama, suspirando pesadamente al no encontrar ninguna opción, y descalzo se encamina hasta la sala. Toma su computadora y en un instante Google le está ofreciendo todo tipo de ideas, desde compras por internet hasta regalos tipo: "hágalo usted mismo." Un cuarto de hora se va volando y frustrado, cierra su laptop y se acuesta sobre el sofá.

Mira hacia los cristales de la veranda frente a él y luego cierra los ojos.

¿Cuánto tiempo ha pasado ya? Es el cumpleaños número cuarenta y dos de KyungSoo, ha pasado tanto. Pasas la vida al lado de la persona que más amas (y que más te ama en el mundo) y el tiempo se va escapando por la ventana casi sin poder notarlo.  ¡Ha pasado mucho! Piensa con una amplia sonrisa sobre sus labios, viendo hacia el pasado, saboreando el presente y ansiando el futuro.

ChanYeol recuerda una frase que KyungSoo le dijo un día. Era uno de esos días malos que, últimamente gracias al cielo, parecían brillar por su ausencia. Era algo que iba como Los mayores momentos de la vida vienen solos y no tiene sentido esperarlos”. ChanYeol siempre recuerda esta frase al recordar su vida juntos. Si hay dos vidas realmente llenas de momentos inesperados de gran impacto, esas son las vidas de ChanYeol y KyungSoo.

Abre los ojos y mira el reloj en la pared de al lado y las agujas marcan las seis con cuarenta. Aún es muy temprano para hacer cualquier cosa así que ChanYeol se resigna a seguir acostado sobre el sofá, cierra los ojos nuevamente y se dispone a recordar. Uno a uno los momentos fluyen igual que diapositivas frente a sus ojos, solo hace falta relajarse y observar.

Unos minutos después se escuchan pasos moviéndose desde el pasillo. ChanYeol espera sin abrir los ojos. Y de repente un enorme bulto, en la forma de un niño de alrededor de cinco o seis años, se sienta sobre él y le abraza.

— ¿Papá, qué haces aquí? ¿Papá Soo te mando a dormir al sofá… otra vez?— dice el niño sonriéndole alegremente.

— Hmm, no DongHae, esta vez papá decidió dormir aquí por su cuenta,—responde ChanYeol amorosamente a su pequeño, —Los ronquidos de papá Soo no me dejaban dormir. Está a punto de levantar el tejado con ellos.

El niño ríe fuertemente y ChanYeol recibe un buen golpe en la cabeza por parte de un gruñón KyungSoo que, hasta entonces, le miraba de lejos. —Siempre puedes ir a dormir con el perro, ¿sabes?— le dice KyungSoo a ChanYeol, sonriendo.

—Buenos días cariño, ¿cómo amaneciste?—pregunta riendo ChanYeol.

—Tan adolorido como siempre después de una larga gira—responde KyungSoo mientras carga en sus brazos a DongHae, sonriendo y abrazando al pequeño.

— ¿Mamá osa puede quedarse en cama hoy y papá oso y ricitos de oro le preparan el desayuno?—pregunta DongHae riendo mientras KyungSoo le castiga con cosquillas por haberle llamado mamá osa.

—Espera, DongHae…—empieza ChanYeol, pero ya es tarde. KyungSoo sonríe complaciente y deja a DongHae en sus manos. Luego gira y se dirige de nuevo hacia el cuarto principal.

—¡Bien!, iré a dormir mientras Ron y Harry me preparan el desayuno…— dice KyungSoo desde la habitación, —¡Avísenme cuando este todo listo!

ChanYeol mira hacia el pasillo, sonriendo y luego mira a DongHae, el pequeño le mira sonriente acostado sobre su pecho y ChanYeol le acaricia la cabeza.

—Espera, si nosotros somos Harry y Ron, ¿eso convierte a papá en Hermione, no es así, Hae? —DongHae ríe mostrando sus pequeños dientes blancos y golpeando el pecho de su padre ligeramente con el puño.

—¡HEY! ¡PARK CHANYEOL, YA TE ESCUCHE!— grita KyungSoo desde el cuarto delatado el eco de una risa tras sus palabras.

— ¿Te veo más tarde?— dice ChanYeol a la voz que grita desde la habitación, abrazando con fuerza a su hijo.

— Claro, nos vemos— responde KyungSoo desde el cuarto, sonriéndole a la almohada.

 

 

FIN

 

Notas finales:

Gracias por participar. <3

 

Comenten, lectoras <3 


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