Piel sudada, micrófono en manos y una dulce voz…
Rubio de piel pálida y ámbar ojos, su piel cubierta con unos jeans pegados, una sudadera blanca que se pegaba a su cuerpo y una chaqueta de cuero, para rematar guantes de cuero sin dedos.
La melodía flotaba suave, hipnotizaba a cada joven, sea mujer o hombre, a cada adulto… nadie podía resistirse a ese muchacho.
‘Cariño, cariño, no tiene ningún problema
En mentirse a sí mismo a consecuencia del licor que reposa sobre su estante…
Es alarmante, honestamente, cuan encantador puede llegar a ser
Engañando a todo el mundo, diciéndoles cómo se divierte
Él dice, tu no quieres ser como yo,
No quieres ver todas las cosas que yo ya vi,
Estoy muriendo, estoy muriendo.
Él dice, tu no quieres terminar así,
Famoso, y tonto, y sin edad,
Muriendo, estoy muriendo…’
Canta, tan solo canta, sin mostrar expresión que refleje las noches que demoro en escribir aquello, sin mostrar que su vida años atrás era así, que la letra era verdad.
Un policía entra al local, no estaba en servicio, y se sentó en la barra, miro al escenario tenuemente iluminado, y quedo totalmente prendado del joven ‘cantante’.
Miraba sus ojos, y los labios que delineaban y saboreaban cada letra.
Suspiro, y el bartender le ofreció de beber.
-oi, Midorima, ¿quién es?
-es un grupo, al parecer están recién debutando… pero son tanto dueto, como solistas, recién es la primera canción y ya están todos embotados-nodayo.
El chico rubio sonríe, y es cuando estira su brazo que entra en escena un pelinegro, de musculosa roja, chaqueta sin mangas de cuero, más en sus muñecas pulseras de cuero con puntas, pantalón de cuero con cadenas que colgaban y ambos llevaban bototos.
-‘En una tierra de dioses y monstruos
Yo era un ángel...
Viviendo en el jardín del mal,
Herida, asustada haciendo nada de lo que necesitaba...
Brillando como un faro ardiente.’-canta el rubio, comenzando una nueva canción.
Esta vez el pelinegro de orbes azul.platino toma su mano, sujentandola fuerte, al rubio le tiemblan sus manos, al pelinegro sus labios.
Más nada importa cuando él comienza a cantar.
-‘En una tierra de dioses y monstruos
Yo era un ángel...
Buscando ser jodido fuertemente.
Como un groupie incógnito posando como un verdadero cantante.
La vida imita el arte.’-canta, temblando su cuerpo, su voz firme y hermosa.
No importa qué canten, no importan sus apariencias, todo lo que le importa a la audiencia es que canten, es que canten cualquier cosa.
Nadie sabe de lo que esconden, nadie sabe que lo que cantan es verdad, una dura y oscura… dolorosa, y atroz verdad.
El policía mira al bartender, quien solo mira al pequeño pelinegro que canta, su mano aun sujeta la del rubio, y una pequeña arruga se ve en su rostro, no le simpatiza nada que estén tomados de la mano.
-¡muchas gracias por darnos una oportunidad, de verdad espero les haya gustado nuestras interpretaciones!-dice ‘falsamente’ alegre el pelinegro.
-espero nos podamos reencontrar algún día -termina el rubio-no tenemos nombre de banda tan solo somos un dueto nómada-ríe-yo soy Kise Ryouta, y él es Takao Kazunari… muchas gracias y buenas noches.
Ambos salen y se oye un estruendoso aplauso.
El policía mira donde se fueron, los nombres resuenan en sus oídos, los a oído antes…
-ellos… ¿ellos son…?-susurra el peliverde a su amigo.
-¡son ellos!-grita de pronto-¡son los desaparecidos, joder!
Sale corriendo hacia la puerta trasera, pero solo ve a dos motociclistas abandonando a toda pastilla el lugar.