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Ocaso del Caballero de la Noche por JessJe

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Capítulo 25: La sonrisa perdida del Joker


Al abrir los ojos, varias personas rodeaban con temor a Diana. -¿Se… se encuentra bien? –le pregunta un niño, inclinado a su lado. Diana se incorpora. Una gota de sangre corría por su frente hasta su ojo izquierdo.


-Oh, Dios. Es Batman –dijo una mujer cerca de ella.


Diana volvió a ver y sintió terror.


-¡Batman! –gritó, pero una mano toma su brazo.


“No es Bruce” –le dice J’onn telepáticamente.


“¿Es… Balack?” –pregunta, y J’onn asiente.


 


-Esto es mejor que una telenovela –dice Harley mientras come palomitas.


El guarda con ellos estaba junto a la televisión, atemorizado, golpeado y sin saber que hacer o como huir.


-Bueno, Joker. Creo que podremos ver en vivo la muerte de Batman –le dice Dos Caras, pero Joker no responde. Lo vuelve a ver. El rostro de Joker estaba serio, su demoniaca sonrisa se había desvanecido, pero en sus ojos había algo extraño.


-¿Señor J? ¿Está todo bien?


 


Superman se acercó a él. Su cuerpo temblaba sin control, sus ojos seguían rojo fuego y su respiración era agitada. Apretaba con fuerza sus puños con cada paso que daba. El Murciélago no movió un músculo, hasta que estuvieron frente a frente.


-No me obligues a hacer algo que no quiero Superman.


El Hombre de Acero arrugó más la frente, levantó los brazos con toda la intención de golpearlo, pero se detuvo. Batman se quedó quieto. Su mirada era tranquila.


“Es extraño” –le dice J’onn a Diana.


“¿Qué cosa?”


“Balack… no tiene miedo, es más… siento una gran calma en él.”


-Podría atacarte, sabes que puedo. Pero no quiero hacerlo, no enfrente de esta gente. Ya has hecho mucho daño, no hagas todo más difícil, sólo vete, hasta que pase tu ira –le dice suavemente.


La mirada de Superman cambió. No había ira, sino angustia. Retrocedió un par de pasos, sin quitarle la vista al Caballero Oscuro.  Cerró los ojos, tratando de respirar. Volvió a verlo y sin decir nada, salió volando del lugar.


 


-¿Viste? Te dije que Superman jamás le haría daño a Batman –dice una compañera de Tim a su amiga, que no perdían detalle de lo que sucedía


-Si, ¿pero al resto de la Liga?


El timbre había sonado hacía rato, pero ni los alumnos iban a su clase, ni los maestros salían del Salón de Profesores. Todos estaban absortos viendo todo lo que sucedía en Metrópolis. En una esquina alejada del patio, Tim estaba con su I Pad. Lo apagó, y recostó su espalda en el respaldar del asiento, sintiendo un gran alivio.


 


-¡Ese idiota me va a escuchar! –exclama Oliver molesto. –Debería estar en cama, ¿cómo se le ocurre presentarse ahí, en su estado? Atalaya…


-Espera, iré contigo.


-No es necesario Dinah.


-¿No es necesario? Clark les reventó la vida a nuestros amigos, y Bruce aparece ante un enloquecido Superman arriesgando su vida. No pienses que me voy a quedar aquí. Dame 5 minutos, me visto y vamos juntos.


 


-¡Oh vaya, qué aburrido estuvo! Al final no hubo nada de sangre, que fastidio. –suspira Harley.


-Igual, fue entretenido mientras duró –dice Dos Caras al levantarse de la cama.


-¿Señor J? ¿Señor…?


-Acércate –le ordena al guarda. Éste se aproxima a Joker. El payaso toma el plato de las palomitas, lo revienta en el borde de la cama. Toma el fragmento filoso y antes que su víctima pueda reaccionar, lo penetra una y otra vez, haciendo que sangre salga disparada. Harley brinca con emoción en la cama, mientras Dent sonríe.


Finalmente deja caer el cuerpo inerte del hombre y va hacia la puerta. –Vamos, hay mucho que hacer.-dice secamente.


-¿A dónde?


-Fuera de Arkham, por supuesto. Buscaremos a ese hombre.


-¿Cuál hombre?


-El impostor… el hombre que se hizo pasar por Batman.


 


Nightwing corrió hasta la enfermería de la Atalaya. Llegó en el momento que los miembros de la Liga aparecían. La imagen era algo que pocas veces había visto. Shayera estaba reaccionando, y molesta retiraba a los enfermeros que buscaban ayudarla. Diana igual. Wally era ayudado por J’onn, que lo acercó a la camilla.


-Estoy bien, en serio –insistía Flash.


-Tienes un brazo fracturado y varios cortes, debes ser atendido, y no lo discutiré contigo –le responde J’onn.


-Ja, por un momento me pareció oír al Murciélago.


-Has caso Flash. Es cierto que sanas rápido, pero es mejor que te atiendan –le dice Nightwing al acercarse.


-Vaya, viejo. Tú y yo estamos hechos un desmadre –le dice Wally divertido.


Dick sonríe apenas. –J’onn,y ¿Batman?


El marciano no responde, pues es interrumpido por los reclamos de Shayera.


-Estoy bien, no necesito… ¡ayyy! –se quejó de dolor.


-Señorita, usted tiene un fuerte golpe en la cabeza, y su ala rota, por favor, déjenos...


-¿Y qué piensa hacer con ella? Con todo respeto joven, usted no conoce la anatomía thanagariana.


-Shayera tiene razón –interrumpe Diana –lo mejor es enviarla con Alcor.


Flash volvió a verlos a todos y se preocupó. –Un momento, ¿dónde está Hal?


 


En el Salón de la Justicia, los técnicos ponían el cuerpo de Hal en la camilla con cuidado. Leslie fue con ellos y observó el movimiento con atención. Alcor entró a la sala. Se acercó a la camilla y encendió el aparato. La mujer se aproximó y se sorprendió al ver el holograma mostrando los órganos internos de Linterna Verde.


Alcor gruñó, y siguió trabajando en Hal. -¿Cómo está? –le pregunta Leslie.


-Mal. Tiene hemorragia interna. Varias costillas fracturadas y una conmoción grave.


-¿Y… esa máquina?


-Se llama cámara Extock. Regenera tejido y órganos. Lo que sería un tratamiento duro y doloroso de varias semanas para ustedes, esta tecnología lo consigue en pocas horas. Es una suerte que esté vivo aun, por poco Superman lo mata.


-Es increíble. ¿Es con esta cámara que ha estado atendiendo a Jason?


-Sí. Existen dos cámaras, ambas están aquí.


-Sería un gran aporte para la humanidad contar con algo así.


-Lo sé. Pero construirlas requiere un gran esfuerzo, y materiales que no hay en su planeta. Sin embargo, estuve hablando con Batman. Cuando tanto problema termine buscaremos la forma de construir más de ellas.


- Claro, no me extraña de Bruce… Alcor, gracias por lo que está haciendo por nosotros.


-Lo hago por mi hijo, esto es importante para él.


 


En un asteroide inhabitado, muy lejos de la Tierra, Superman golpeaba con fuerza la el suelo rocoso. Corrían lágrimas por su rostro, y trataba de eliminar toda esa ira sin control de su cuerpo.


Entre tanto, Arrow y Canario llegaron a la Atalaya. –Diana, ¿estás bien? –le pregunta la rubia al acercarse a ella.


-Sí, por suerte mi proceso de curación es rápido. –le responde tranquilamente.


-¿Cómo está el resto?


-Muy golpeados, pero Linterna es el más grave en este momento, a él lo enviaron de inmediato con Alcor. Y en cualquier momento también irá Shayera.


Oliver se acerca a HawkGirl, que sostenía su brazo. Un horrible moretón sobresalía en su rostro. Podía ver que estaba con mucho dolor al ver su expresión. –No tengo ni que preguntarte cómo te sientes, Shayera.


-No es tan malo… te juro que me han golpeado más fuerte, es solo que…


-Fue Clark quien lo hizo


La mujer baja la mirada, -Sí.


-Y ¿dónde demonios está Batman? Necesito hablar largo y tendido con ese terco –dice Oliver en voz alta.


-No era Bruce –le responde Shayera.


-¿Qué quieres decir?


-El que enfrentó a Superman fue Balack, con el traje del Murciélago –interrumpe Wally.


-¿Balack? ¿Cómo se atrevió a ponerse el traje de Batman? –reclama Dinah.


-Alfred fue quien lo decidió. –responde Nightwing. -Lo llamó y le dio el traje. Dijo que el único que podría hacer reaccionar a Superman era Batman.


 


Balack observó el traje de Batman en el contenedor. Lo cerró y recostó su frente en la puerta.


-Lo hizo bien, joven Balack –le dice Alfred al acercarse a él. –Lo que me llama la atención es que no uso la kriptonita que tenía en el cinturón.


-Quise… apelar a su consciencia. No quería hacerle daño.


-Pudo haberlo matado.


-Pero no lo hizo.


-Sí, pero usted no tenía ninguna seguridad. ¿Por qué se arriesgó así?


-Pues… a veces es bueno tener un poco de fe, ¿no le parece?


Alfred sonrió, -Sí, supongo. Ahora, hay cosas importantes que deben atenderse a la brevedad.


-Como, ¿quién provocó toda esta situación?


-Así es.


 


Shayera, Oliver y Dinah son transportados a la enfermería. –Shayera Hol –le saluda Alcor.


-No hemos hablado mucho, maestro Alcor.


-Tiene razón, he estado muy ocupado, pero es bueno que una compañera thanagariana esté en la Tierra.


Mientras Alcor atiende a HawkGirl, Oliver va a la habitación de Bruce, pero se encuentra frente a Balack y Alfred.


-¿Por qué usurpaste el lugar de Bruce? –le reclama el rubio.


-Yo… no usurpé nada.


-Señor Quinn, la persona que decidió cederle el traje de Batman fue el mismo señor Wayne.


-Me estás jodiendo, Alfred. ¿Cómo Bruce hizo algo así?


-Joven Balack, me dejaría a solas con el señor Quinn.


Balack asiente y los deja solos. -Ahora estoy seguro que ese tumor ennubló los sentidos de mi amigo.


-¿Por qué le molesta que el joven Balack tome el lugar del amo Bruce?


-¿Por qué? ¡Es un clon! ¡No se puede confiar en uno de ellos!


-Puedo asegurarle que el joven Balack es la mejor opción.


-¿Y qué hay de Dick? A él le correspondía por derecho portar el traje de Batman.


-Creo que al joven Richard no le importa que sea Balack que lo lleve, y el amo Bruce consideró que no era el momento para pasarle el manto. Además, lo hizo muy bien enfrentando esta situación, ¿no le parece?


-Ese no es el punto, Alfred…


-Oh, señor Quinn, pero ese es precisamente el punto. Balack Park estaba consciente que tenía kriptonita en el cinturón, sin embargo, no lo utilizó por evitar dañar a Superman, tanto físicamente, como su imagen que ya de por sí estaba afectada. Decidió por sí mismo hablar con él, llegar a su corazón.


-¿Qué me quieres decir con eso?


Alfred suspiró, -El joven Balack tiene cualidades únicas, el señor Bruce los detectó casi al momento de conocerlo. Aunque genéticamente son similares, su forma de pensar y actuar dista bastante. Sin embargo, es precisamente eso que lo hace tan diferente al amo Bruce, que lo convierte el candidato idóneo para llevar el manto de Batman mientras él se recupera. Él lo apoya, yo lo apoyo, y creo que debe hacerlo la Liga también.


-Bien, supongo que no podré ganar esta discusión contigo, viejo –le dice Oliver con una sonrisa.


-Me temo que no, señor Quinn. ¿Desea ver al amo Bruce?


-Pensé que tenía restringidas las visitas…


-Así es, pero creo que se sentirá aliviado de verlo bien. La última vez que lo vio, estaba muy mal herido.


-Gracias, Al.


 


Al término de las lecciones, Tim salió del colegio. Esperaba con paciencia que llegara el taxi que había llamado. Sabía de sobra que Alfred no podría ir por él mientras Bruce estuviese en tratamiento. Estaba recostado en un árbol, pensando en lo ocurrido. Las imágenes de Superman atacando a la Liga no se borraban de su mente, y sabía que del resto de la gente tampoco. Sus compañeros era prueba de eso. Era el tema del día, comentarios a favor y en contra del Hombre de Acero, pero en su mayoría en contra, se escuchaban en los pasillos y por las redes sociales. Estaba absorto en sus pensamientos, que no tuvo tiempo de reaccionar. En ese momento, un fuerte golpe hizo que cayera de rodillas al suelo.


-Oh, lo siento mucho, nerdito –decía su acosador, que reía con sus amigos. Los cuatro lo rodearon. Los chicos que estaban ahí, se acercaron para ver que sucedía.


-Sabes que por tu culpa el profesor Knight nos envió a detención toda la semana.


-¿Entonces que hacen aquí afuera? –les reclamó, aún en el suelo. El chico se enfureció y le propinó una patada en el estómago.


-¡Cállate, pendejo! No he dicho que abras la boca.


Los muchachos alrededor no hacían nada para intervenir. Tim se puso de pie, agarrándose el estómago. Apretó los puños. Realmente deseaba responder, pero no lo hizo. El mayor vio ira en su rostro y sonrió. -¿Qué pasa Timmy? ¿Me quieres golpear?


El chico bajó la mirada. –Solo déjame ir, Tony.


-Oh, el niñito Drake quiere irse, muchachos… Pues adivina, que ese castigo no te saldrá gratis.


El mayor lo lanzó contra el árbol y lo empezó a golpear, mientras los amigos y otros chicos alrededor gritaban, ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!


Tim recibía los golpes, hasta que cayó al suelo nuevamente. –Espero que esto te sirva de lección, Drake. Vamos chicos.


Los muchachos se fueron, pateando su bulto lejos de él. Tim se recostó en el suelo. Sangre corría por su boca. Se agarró con fuerza el estómago, y sintió desesperación, ira, pero lo único que acató a hacer, fue llorar.


 


Bruce sonrió al ver a su amigo entrar, -Vaya, viejo. Tu sí te la tiras rico aquí. ¿Cómo te has sentido?


-Mucho mejor, gracias. ¿Y Dinah?


-Bien, planeando nuestras próximas vacaciones. Dice que después de todo lo que pasó, merecemos escaparnos un par de semanas.


-Tiene razón –le dice.


Ambos se quedan en silencio unos segundos, -¿Y Clark?


-Él… está bien. Ha estado ocupado, como todos. Sabes, todo lo que sucedió con Darkseid y, bueno tu colapso, ha hecho que la prensa esté inquieta.


-Claro… Superman es la imagen de la Liga. La gente confía en él, es… el protector de la humanidad.


-Bueno, no nos quite valor a nosotros, que también hacemos nuestro trabajo, Bruce.


-No lo hago, pero sabes que es diferente. Superman inspiró a muchos a seguir los pasos de la justicia. Tú y yo, somos diferentes.


-¿Lo dices porque no tenemos super fuerza y una piel de porcelana?


-Tú eres de la calle Oliver, lo sabes. Patrullas, enfrentas a corruptos y mafiosos. Yo… me sumerjo en la podredumbre de Gótica. Soy uno con la noche, un símbolo de miedo. Pero Superman es diferente. Él da esperanza a las personas.


-Vaya, hermano. En verdad estás enamorado.


-¡Cállate Quinn!


Oliver ríe. Bruce trata de mirarlo serio, pero al final cede y sonríe también. –Eres el único que he visto, aparte de Alfred.


-¿En serio?


-Sí, supongo que son órdenes de Alcor, pero… no sé. Pensé que, al menos él vendría. O los muchachos.


-Oye, no debes preocuparte. Están bien. Te lo aseguro. Ahora, me toca distraerte.


-¿Qué quieres decir?


Oliver saca una caja pequeña.


-¿Es un tablero de ajedrez?


-Sí, pensé que querías jugar una partida. ¿Qué dices?


Bruce asiente. Toma el interruptor de la cama y levanta el respaldar, mientras Oliver acerca la mesa y acomoda las piezas.


-¿Inicias? –pregunta el rubio.


-Tu primero.


 


Balack y Alfred se reúnen en la sala de conferencias con Wonder Woman y J’onn.


-Entendemos que fue decisión de Bruce, sin embargo, debieron habernos informado de esto, Alfred. Si Superman le hubiese hecho daño a Balack.


-Pero no sucedió, señor Jonzz. Y creo que coincidimos que hizo un buen trabajo.


-Yo secundo eso –responde Diana. –He visto a Balack en acción, y la forma en como trató la situación que era, en extremo tensa, fue la más correcta.


-Yo… ¿puedo decir algo? –interrumpe Balack. –No soy Bruce Wayne. Detesto la idea de que mis actos o mis emociones sean regidos por algo genético. Le he dicho a Alfred que a veces… me confunde. No sé si mis sentimientos son míos o de él. Pero Bruce me pidió ayuda. Ahora, con mucha más razón, creo que debo tomar su lugar, no solo por su condición médica, también por el mismo Dick, que fue atacado y no puede patrullar. Gótica necesita un vigilante, y quiero darle la tranquilidad a Bruce que estará protegida. Si no quieren mi presencia en la Liga, bien. No volveré. Pero Gótica es territorio de Batman, ahí ustedes no tienen injerencia.


Ambos se quedan en silencio, hasta que finalmente J’onn toma la palabra. –No podemos tomar alguna decisión sobre la permanencia de Batman en la Liga, sin que el resto esté presente, sin embargo, no nos opondremos a que patrulles Gótica.


-Me parece justo –concluye Alfred.


-Ahora, debemos descubrir que le sucedió a Superman…


-Kriptonita… específicamente kriptonita roja –interrumpe Balack.


J’onn y Diana se vuelven a ver. -¿Estás seguro?


-Fue el joven Tim que lo descubrió. Él vio el video de la entrevista. Conocía los efectos de la kriptonita roja en Superman gracias a los informes de Batman. Al detectarlo, me llamó inmediatamente, y concluimos que lo mejor era que Balack se encargara.


-¿Y cuál era el plan?


-Kriptonita verde. Eso lo iba a debilitar lo suficiente para contenerlo y poder llevarlo a la Atalaya –responde Balack.


-Según lo investigado por el amo Bruce, los efectos de la kriptonita roja desaparecen después de alejarse, pero en este caso, el joven Tim sospecha que fue ingerido.


-¿Ingerido?


-El vaso de agua que tomó durante la entrevista. Inmediatamente después empezó a mostrar efectos.


-Así que fue algo planificado, supongo que el objetivo era dañar la imagen de Superman –dice J’onn.


-Balack, tenías la kriptonita contigo, pero no la usaste.


-Si Wonder Woman… Alfred me dijo que debía hacerlo pero… aposté a que él reaccionaría.


-Pues fue algo muy arriesgado, no solo para ti, también para los que estaban ahí.


-Ya le dije eso, señor Jonzz. Pero debemos estar complacidos que tuvo razón. Nos retiramos.


Antes de irse, Diana se dirige a al anciano, -¿Cómo sigue Bruce?


-Honestamente… no está bien. Intenta por todos los medios no mostrar dolor, pero lo está consumiendo. Está débil, y las convulsiones hicieron que su condición empeorara. No puede caminar, y tiene el brazo izquierdo atrofiado. Pero al menos, está sin alguna perturbación, y es lo importante en este momento. Procuren que siga así.


-No se preocupe, Alfred. Haremos lo posible.


Al irse Alfred y Balack, Diana suspiró, -¿Crees realmente que sea buena idea mantener a Balack al margen de la Liga? Si no hubiese sido por su presencia, no tengo idea de qué habría pasado con Clark.


-Mi opinión al respecto es irrelevante en este momento Diana. Ahora, debemos concentrarnos en encontrar a Clark, y descubrir quién o quiénes provocaron este desastre.


 


Nigthwing y Flash fueron transportados a la mansión. Ya casi anochecía.


-¿No crees que haya problema, Dick? Nunca me he quedado aquí.


-Por supuesto que no. Además, el único que está aquí es Tim. ¡Ey, Tim! ¡Baja, aquí está Wally!


El silencio abrumador hizo que Dick se preocupara. -¿Tim?


Dick sube a la segunda planta, iba a abrir la puerta, cuando escuchó la voz del chico.


-Emm… estoy en mi habitación. Estoy acostado.


-¿Acostado? ¿Estás enfermo?


-No… estoy un poco cansado.


-¿Ya comiste? Vamos a pedir pizza.


-No tengo hambre, gracias de todas formas.


-Bien… descansa entonces.


Dick se extrañó, pero decidió bajar. Encontró a Wally hablando por teléfono.


-¿Hace cuánto?... ¿Pero cómo está? Bien… iré mañana a primera hora. Gracias.


-¿Quién era?


Wally dudó en sí decirle, pero al final, lo hizo. –Era uno de los técnicos de Hamilton. Le pedí que me avisara cuando Jason reaccionara.


-Él… ¿está despierto?


-Sí, desde hace unos minutos.


-¿Y qué quieres hablar con él?


-Pues… debe saber lo que está pasando con Bruce.


-No… te prohíbo que le digas algo –le dice serio.


-¿Qué? ¿Por qué?


-¿Por qué? ¡Intentó matarlo!


-Hace un año…


-Él no tiene derecho a saber nada de Bruce. Además, ¿por qué tienes que ser tú precisamente que hables con él?


-Es… mi obligación.


-¿Obligación?


-Mira, cambiemos de tema mejor…


-Por supuesto que no. ¿Por qué te sientes obligado a decirle?


Wally suspiró, -Dick yo… fui el que lleve a Jason con Hamilton.


Mientras una acalorada discusión estaba por iniciarse en la sala, Tim se curaba su labio roto por sí mismo. El encuentro con Tony y sus amigos le había dejado un ojo morado y sentía un fuerte dolor en las costillas. Se miró en el espejo con tristeza, sin embargo, no se arrepentía. “Hiciste lo correcto, Tim”.


Al tiempo que eso ocurría, una fuerte explosión se escuchó en Arkham. Los guardas corrieron hacia la puerta principal, pero se detuvieron al ver a los internos más peligrosos de Arkham. Dos Caras, Acertijo, Hiedra y Harley lideraban a los demás. Tres de ellos corren y buscan la salida del lugar, matando a cualquiera que desee detenerlos, pero Harley se detiene y vuelve a ver hacia atrás. En medio del desastre y el caos, Joker camina lentamente hacia ella.


-Señor J… ¿qué le sucede? Hace rato que no lo he escuchado reír.


-No tengo razones para reír, Harley. Hay alguien que se está haciendo pasar por el Murciélago.


-Pero, ¿por qué está tan seguro?


-Solo lo sé. Vamos Harley. Debemos reunir a los muchachos. Detendremos a ese No-Batman, y encontraremos al real. Hasta entonces, no volveré a reír.


Su voz era lúgubre. La rubia sintió miedo al ver a su Pudín en ese estado. –Como usted diga, señor J.


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