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Ocaso del Caballero de la Noche por JessJe

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Capítulo 26: Aprender a levantarse

 

Ocho minutos… ¿es mucho tiempo? Eso es relativo. Para una jugada de ajedrez, ocho minutos es una eternidad. Bruce bostezó mientras esperaba pacientemente que Oliver hiciera su próxima jugada. El rubio miraba el tablero, en un silencio tal que la habitación parecía un mausoleo. Bruce abrió los ojos cuando Arrow levantó la mano para tomar su alfil, pero se detuvo en el aire, y volvió a cruzar los brazos. Bruce sonrió, alargó su mano y tomó un vaso de agua.

Mientras la batalla entre Batman y Arrow en el tablero de ajedrez seguía, otra estaba a punto de iniciar en la Mansión Wayne, pero no tan silenciosa.

Dick le dio la espalda a Wally, miraba por la ventana. Los minutos pasaban y éste no había dicho una sola palabra. El inquieto pelirrojo no podía aguantar más. Sabía que un silencioso Dick era un muy peligroso Dick. –Oye… por favor, di algo –le pregunta.

-Estoy tratando de procesar toda tu historia, para encontrarle algún sentido.

-¿Qué quieres decir?

Dick lo volvió a ver serio, -Encontraste a Jason, se desmayó y decides llevártelo a un completo desconocido en vez de llamar a la Liga, o a mí, que se supone soy tu “mejor amigo”.

-Emmm… sí, más o menos fue así.

-¡Más o menos! –levanta la voz. –Ok… voy a tratar de controlarme, bien.

Dick se sienta frente a él. Wally podía jurar que una vena empezaba a hincharse en su frente. Sin querer sonrió, lo cual no fue ignorado por Dick. -¿Te parece gracioso todo esto?

-No, por supuesto que no, bueno… Dick, Jason es tu hermano, mi amigo, vamos hombre.

-¡No es mi hermano! ¡No es nuestro amigo! ¡No es hijo de Bruce!

-Bruce no lo ve así…

-¡Por supuesto que no lo ve así! ¡Porque prefiere negarse a la realidad! Yo perseguí a Jason con Bruce por los edificios de Gótica… ¡nos disparó! ¡Mató a 13 personas Wally!

-Sí, pero fue el efecto de la Fosa…

-Oh por Dios, Wally, no seas ingenuo…

-¡Y tu cruel! Dick a ese chico le destrozaron los huesos, y luego el Joker lo dejó encerrado con explosivos. Y solo tenía 13 años. Parece que la Fosa también lo afectó psicológicamente, por eso era tan agresivo, deberías hablar con Hamilton, él puede explicártelo mejor…

-¡No tengo nada que hablar con él!

-Sí lo tienes que hacer, porque estás siendo injusto con tu hermano.

-¡Él no es…!

-¡Lo es! Tal vez estuvieron poco tiempo juntos, pero tú te encariñaste con ese chico. Te sentiste orgulloso cuando tomó el manto de Robin... ¿Te olvidas cuando él murió?

Dick se puso de pie y trató de irse, pero Wally lo detuvo. -¡No quiero hablar más de esto!

-¡Oh no! ¡No vas a huir como siempre haces! No estás discutiendo con Bruce, sino conmigo, a mí no me vas a hacer una pataleta y luego salir corriendo desapareciendo por meses. Me vas a escuchar…

La respiración de ambos era agitada. Wally sintió un profundo dolor en su pecho, pero tenía que hablar, debía hacerlo. –Cuando Alfred te llamó y te dijo que Jason había muerto, ¿qué hiciste?

Dick se quedó callado. Pensar en ese día aún le causaba mucho sufrimiento. –Vamos, Dick, ¿qué hiciste?

-Yo… te llamé.

-Sí, me llamaste. Y llegué de inmediato a tu apartamento. –en ese momento, la voz de Wally empezaba a entrecortarse. –Lloraste en mis brazos, Richard. Estuviste así por casi una hora. Después… te quedaste dos semanas en la mansión, tratando de consolar a Tim y Alfred, y ayudando a Batman a encontrar al Joker. Cuando por fin lo hallaron, y Batman le dio la golpiza de su vida, por fin, Bruce pudo guardar duelo por Jason. En ese momento fuiste a tu apartamento y te quedaste encerrado por tres semanas. ¿Recuerdas tu estado cuando por fin me dejaste entrar?

-Wally, por favor no quiero…

-No habías comido por días. No te habías bañado, estabas… solo en la cama. Caíste en un estado depresivo tremendo porque te conformaste por consolar a todos, pero no dedicaste ni un minuto a tratar de superar tu propio dolor. Y en medio de todo eso, estuve contigo. Nunca fuiste el mismo después la muerte de Jason. Por eso te enojaste cuando Bruce decidió pasar el manto a Tim.

-Es que… él era más pequeño que nosotros cuando empezamos, y después de lo que pasó…

-Tú tenías miedo de perder a otro más. Sabes… cuando murió Barry, estuviste conmigo. Pero la diferencia… es que tú recuperaste a tu hermano. Yo nunca veré a mi tío. Y te juro que no desearía otra cosa más que verlo otra vez, tener otra oportunidad como tú tienes con Jason. Sé… que estás enojado, y no te quito razón de estarlo. Pero entiende… no podía negarle la oportunidad de salvarse. Por él, por ustedes, y sobre todo por mi mejor amigo… por la persona que más importa.

 

-¿Y dices que pasó hace una hora? –le pregunta Balack sorprendido al ver la noticia del escape de Arkham.

-Sí, escaparon 9 internos, entre ellos, enemigos jurados de Batman, Joker, Hiedra Venenosa, Dos Caras, Harley Quinn y Acertijo.

-Bien, iré a Gótica entonces.

-Le sugiero que busque al comisionado Gordon primero. Él le dará los detalles, pero no se acerque mucho a él, podría darse cuenta que no es el verdadero Batman.

-Descuida Alfred, yo me encargo.

 

Minutos después, Alfred entró a la habitación de Jason. Llevaba consigo sus comics y un juego electrónico. Al verlo, sonrió. El chico había recuperado el color, y la piel de su brazo había por fin sanado.

Jason lo miró feliz, -Hola Alfred.

 

En ese momento, Tornado Rojo vio algo extraño en el radar. –J’onn Jonzz, algo se aproxima a la Tierra.

El marciano se acercó y vio la señal. –Es muy pequeño para ser una nave.

-Viene a toda velocidad.

En ese momento, el dispositivo de Superman se activó. J’onn iba a activar el altavoz, cuando la ráfaga rojiazul pasó frente a sus monitores.

-Ya entró a la atmósfera.

-¿Hacia dónde se dirige?

-Un momento… en cuestión de segundos llegará al Salón de la Justicia.

 

Oliver por fin tomó la torre y la movió a la posición D3, cuando un estruendo se sintió, y el tablero de ajedrez cayó al suelo.

Superman traspasó el techo y voló por los pasillos. Jason y Alfred también sintieron el golpe, pero antes que el anciano pudiera salir, Alcor entró.

-Nadie se mueve de aquí.

-¿Qué pasó? ¿Qué fue ese temblor? –pregunta Alfred.

-Superman está aquí.

Jason no entendía porque Alfred estaba tan nervioso. En la habitación de Bruce, Oliver se puso su arco y flechas en la espalda.

-¿Qué sucede, Quinn? ¿Nos atacan?

-Tu quédate aquí, yo me…

En ese momento, la puerta vuela por los aires. Clark entra en el momento, y vuelve a ver a Bruce, que seguía sin entender. Oliver se puso frente a él, a una distancia moderada. –Clark, amigo… ten calma, ¿bien? No hagas algo que te vaya a pesar después.

-Hazte a un lado –gruñó Clark.

-Oliver, deja que se acerque –le dice Bruce.

-Pero Bruce…

-Por favor.

Quinn respira, pero obedece, sin dejar de preparar una flecha en su arco. Clark se acerca y ve a Bruce. Éste observa sus ojos enrojecidos. -¿Qué deseas Clark?

-Yo… vengo por ti –le dice con angustia.

-Ok, ya lo viste, está bien, ahora vamos –le dice Arrow, pero Clark lo ve con ira.

-¡No me iré sin él! –le grita.

-Clark, ¿quieres que estemos solos?

Ambos lo vuelven a ver, Clark con desesperación, y Oliver incrédulo. –No creo que sea conveniente… -trata de decirle, pero Bruce lo interrumpe, sin quitar su vista de Clark.

-Iremos a la mansión, ¿te parece? Ahí hablaremos y podrás calmarte –le dice suavemente.

Superman asiente, lo toma de la cintura y lo ayuda a levantarse.

-Quinn, pide a la Atalaya que nos transporten a la mansión.

El rubio se queda inmóvil, pero finalmente, activa su comunicador.

-Atalaya, aquí Arrow.

-¿Sigues en el Salón de la Justicia? Superman iba a…

-Sí, J’onn. Clark está con Bruce. Necesito que los transporten a la mansión.

-No es conveniente que esté con Superman en su estado…

-Lo sé, pero Batman lo solicitó. Solo hazlo.

Bruce sintió que sus piernas se debilitaban, pero Clark lo acercó más a su cuerpo, casi alzado. Justo cuando Alfred entró en la habitación, ambos se desvanecieron.

-¿Qué pasó? ¿¡Dónde lo llevó?!

 

Wally acariciaba el rostro de Dick. –No quise engañarte, solo… pensé en lo mejor para ustedes y…

Dejó de hablar cuando Clark y Bruce aparecieron en la mansión frente a él.

-Oh mi madre santa –dijo. Dick se volteó y sintió su corazón de hielo al verlos.

-Qué demonios…

-¡Salgan! ¡Ahora! –les grita Clark, pero Bruce toma su mano, haciendo que éste lo vuelva a ver.

-Vamos a mi habitación, ahí podremos hablar, ¿te parece?

Los vuelve a ver, pero luego mira a Bruce y baja su ira. –Sí… tienes razón.

Clark alza a Bruce y vuela al segundo piso, seguido por Dick y Wally que no sabían que hacer. En ese momento Alfred y Arrow aparecen en la sala y ven angustiados a ambos hombres.

-Debo ir –dice Alfred, pero es detenido por Oliver.

-No, iré yo.

-Yo también… -le dice Nigthwing, pero Oliver le pone la mano en el pecho.

-Ninguno de ustedes se mueva de aquí

-Pero Arrow…

-Flash, tú y Dick están golpeados, y Alfred no puede enfrentar a Superman. Dejen que yo me encargue, quédense aquí.

Oliver corre por las escaleras. Clark se detiene en la puerta de la habitación y abre, pero los pasos de Tim, que iba al primer piso hacen que se detenga. Bruce lo vuelve a ver, -¿Qué te pasó en la cara, Tim?

El chico se queda sin reaccionar.

-Tim –le llama Oliver, que estaba al otro lado del pasillo. –Ven conmigo chico. Vamos a darles el espacio que piden.

El muchacho camina, pero se aproxima a Clark. El chico vuelve a ver hacia arriba. Sus ojos siguen rojos, pero han bajado de intensidad.

-Recuerda… lo que te advertí.

Bruce lo ve extrañado y luego ve a Clark. Éste baja la mirada, -No le haré daño -le responde suavemente.

Tim le sonríe y luego va hacia Arrow lentamente, hasta que éste lo toma del brazo y lo baja. Al llegar al primer piso, Alfred le increpa.

-¿¡Cómo se le ocurre dejar al amo Bruce con él?! ¡Lo puede matar!

-Oliver, Alfred tiene razón, no podemos dejarlos solos –dice Dick.

-Escuchen… escuchen. Fue Bruce quien decidió venir con él aquí. Y quiere un tiempo con él.

-¡Casi nos mata a todos esta tarde!

-Sí, pero no creo que le haga daño.

-¿Cómo puede estar seguro de eso, señor Quinn?

-Bueno… no le hizo daño a Balack cuando pensó que era Batman. Y por la tonalidad de sus ojos, parece que el efecto de la kriptonita roja ya está pasando. Creo que debemos hacerle caso a Arrow–dice Tim, haciendo que todos lo vuelvan a ver.

-¿Qué demonios te pasó en la cara Tim? –le pregunta Wally.

-Joven Tim, ¿lo golpearon?

-No… emmm… fue un accidente.

-Sí, por accidente pegaste tu cara contra un puño –le responde Dick -¿Qué te pasó?

-Bueno… hablemos de eso pero en otra parte. Vamos a comprar pizza, yo invito –les ofrece Oliver.

-Está loco si piensa que dejaré al amo Bruce aquí solo con él.

-Al, estará bien. Además ellos necesitan… no sé… un poco de privacidad.

-¿Privacidad? ¿Para qué?

-Ellos… bueno necesitan tiempo para… ustedes saben, hablar, contarse sus cosas.

Tim sonríe entre dientes al escuchar a Oliver tratando de zafarse del asunto.

-Flash, Nightiwng, quítense sus trajes, Tim ve por tu abrigo, y Alfred… hombre, ten calma. Nada malo va a pasar.

 

Clark recostó con cuidado a Bruce en la cama. Veía alrededor inquieto, sin saber qué hacer.

-Ven, siéntate –le dice palmeando la cama. Clark duda pero finalmente se sienta a su lado.

-¿Qué sucedió Clark?

Empieza a moverse hacia delante y hacia atrás. Bruce sonríe, le recordaba a Jason cuando estaba desesperado por algo malo que había hecho y que debía confesar. Hizo lo mismo que hacía con su hijo. Acarició su espalda, tratando de calmarlo. Poco a poco el toque de Bruce hizo que Clark se fuera calmando. –Yo… no me pude controlar. No sé cómo o porqué, pero sentí una gran rabia… hice mucho daño. Dios… ¿qué hice? –exclama. Se tapa el rostro, recordando sus acciones horas antes.

-Estuviste en contacto con kriptonita roja Clark, ya está pasando los efectos, por eso estas tomando conciencia de lo que pasó.

-¿Qué voy a hacer Bruce? ¿Qué haré ahora? –le dice angustiado.

-¿Sabes por qué caemos? –le pregunta recordando aquella frase que su padre siempre le decía.

El hombre de Acero lo vuelve a ver intrigado. Bruce sonríe, –Para aprender a levantarnos. Y tú te levantarás. Superarás esto, te lo aseguro.

-Eso espero… Lo que hice… lo que les hice.

Los ojos de Clark fueron poco a poco tornándose claros. Tomó la mano de su pareja con cariño, -¿Bruce?

-Sí…

-Te extrañé.

El ojiazul toma su mano con fuerza y lo jala hacia él, -Ven.

Clark se aproxima con nerviosismo. Bruce trata de enderezarse, pero su cuerpo no le responde. Al verlo, Clark lo abraza y lo aproxima a sus labios. Bruce lo besa tiernamente, al principio, pero después, va aumentando la pasión. Clark acaricia su cuerpo, mientras su lengua disfruta cada ángulo de la boca de hombre que ama. Lo recuesta con cuidado, sin dejar sus labios tan dulces. Su cuerpo vibra al sentir la piel de él, como una descarga eléctrica.

-Bruce –suspira al separarse de él. –Necesitaba esto tanto… tenerte conmigo, sentir tu cuerpo.

-Entonces sigue.

Lo mira con angustia, -No puedo, no quiero hacerte daño a ti también.

-No lo harás. Al contrario, me harás sentir más vivo que nunca Clark. Aunque esta vez tendrás que ser más activo por los dos –le dice sonriendo.

 

Oliver se frotaba la barbilla mientras tomaba una decisión. La mujer frente a él se rascaba la nariz con impaciencia, mientras Tim, a su lado suspiraba con molestia.

-Bien… una suprema mediana y… ¿qué es lo que le gusta a Alfred?

-Té y galletas dulces –le responde con frustración.

-Ya veo… ¿supongo que no lo tienen en el menú?

-No señor, solo lo que ve en la pantalla –exclama la castaña tratando de tener paciencia. Mientras la fila se hacía cada vez más larga.

-Bien… tres solo carnes. Estoy seguro que al Big Boy le dará hambre.

-Clark es vegetariano –le increpa Tim.

-¿Ah sí? ¿Tienen ensalada o sopa de verduras?

La chica tocó la mesa con el lapicero y luego señaló la pantalla, -Solo lo que está en el menú.

Tim volteó los ojos ya hastiado, -Señorita, media suprema, cinco solo carnes , una media de jamón, una Coca Cola, dos Fanta Naranja, una Colita y si tiene café, una taza por favor.

Después vuelve a ver a Oliver –Clark no saldrá de la habitación hasta mañana, así que Alfred podrá hacer algo a su gusto entonces.

-¿Cinco solo carnes? –le pregunta el rubio extrañado, al igual que la señorita.

-No olvides a Wally.

Oliver asintió, –Bien, lo que él dijo.

La empleada tomó la orden, y cobró. Los dos caminaron hacia la mesa con su tiquete, donde les esperaba un nervioso Wally, un serio Dick y un muy enojado Alfred.

“El ambiente no podría estar más tenso”, pensó Oliver.

-No es necesario que intentes relajarnos –dice Tim sacándolo de su pensamiento. El arquero volvió a ver al chico sin entender. –Cuando la situación es preocupante, tiendes a bromear para relajar a los que están alrededor, y también es un escudo para esconder tus propios miedos. Pero aunque pretendas ayudarnos, nos pondrás más nerviosos –le explica Tim al detenerlo.

El rubio sonrió, -¿Desde cuándo psicoanalizas a las personas?

-Bueno, para ser justo, no es necesario ser muy versado para psicoanalizarte. Eres muy fácil de leer. –le responde el chico, mientras camina hacia la mesa.

Wally jugaba con el recipiente del condimento, cansado de esperar. –Diablos, ¡Qué hambre tengo!

-Ya lo has dicho cinco veces, Wally. Ya casi sale la orden –le responde Dick con un suspiro.

Alfred no dejaba de ver el celular, y mantenía el comunicador de Batman en su oreja, en caso de que Bruce lo contactara.

-Esto es una estupidez, no debimos dejarlo solo con él.

-Estoy de acuerdo con usted, joven Dick. Es una irresponsabilidad lo que estamos haciendo.

-Cálmense ustedes dos, les aseguro que Bruce podrá calmar a Clark -les dice Oliver al tomar asiento con ellos, junto a Alfred. Tim acerca una silla y se acerca a ellos.

-¿En serio? Me parece o ¿no es con nuestro amigo fortachón con quien el Murciélago se la pasa discutiendo todo el tiempo? –le susurra Wally.

-Es suficiente, iré a la mansión de inmediato.

-Alfred espera… -le dice Oliver mientras le pone la mano en su hombro, pero este le da un manotazo.

-¡No, señor Quinn! Dese cuenta que cuatro miembros de la Liga no pudieron con Superman. En su condición, el señor Bruce no tendrá como protegerse.

Tim respira profundo. -Pienso que Quinn tiene razón… es decir, no vi que Bruce sintiera algún temor o nerviosismo al estar con él.

-Estamos hablando de Batman, Tim, el “Caballero de la Noche, El Vigilante de Gótica”, él nunca muestra miedo –le responde Dick.

-Tres de la Liga estamos golpeados, Hal recuperándose de una hemorragia interna, sin mencionar el helicóptero semi destruido y la señorita Lane con el brazo fracturado… por cierto ¿no que era su novia? –pregunta Wally.

-Eso quisiera ella –murmura Oliver. Después tose y prosigue, -Escuchen, estaba con Bruce cuando Clark llegó a la habitación, y él lo pudo calmar.

-Además, los efectos de la kriptonita roja han disminuido. Por otro lado, estoy seguro que Bruce tiene más de una técnica para poder relajar a Clark Kent –les dice Tim con una pequeña sonrisa.

Alfred, Dick y Wally lo vuelven a ver extrañados. –Oye birdy, ¿qué quieres decir con eso? ¿Sabes algo que nosotros no?

-Dick, no tengo idea de qué hablas.

Wally suspiró, -Bien, bien… ahora, ¿cuándo comemos?

 

La habitación estaba a oscuras. La única luz que entraba era la de luna por la ventana. Clark besó cada centímetro de la piel de Bruce. Recorrió su cuello, su pecho. Quería que el sabor de su piel penetrara sus sentidos. Tomó una de sus piernas con cariño, con caricias sutiles, con el roce de sus labios. La respiración de Bruce estaba agitada. Suspiró cuando el Hombre de Acero aprisionó su miembro con fuego, con deseo, mientras sus manos tomaban con fuerza su cintura. Los gemidos del llamado Terror de los Criminales se escuchaban a través de las paredes de la mansión, testigos silenciosos de la pasión que el “World’s Finest” descargaba.

-Clark… espera… no sigas… no…

Pero su pareja seguía extasiado, con hambre de más, de sentir que el néctar de su cuerpo tocara sus labios. Después de varios minutos de escucharlo gemir, diciendo su nombre, finalmente cumplió su deseo. Bruce cerró los ojos, disfrutando el placer que Clark le había proporcionado. Clark se limpió la boca y se acercó a él. Recostó su cabeza en la almohada, y acarició su rostro con dulzura. Bruce no había abierto los ojos, ni dejado de jadear, pero su deseo era incontrolable en ese momento. Acercó su mano al pene de su pareja, pero suspiró al entender que no tenía más energía. Clark tomó su mano, que aún tenía sujeto su miembro, y lo ayudó en el sube y baja. Con la otra mano, lo acercó hacia él, y quedaron frente a frente.

-Bésame Clark –le ordenó suavemente.

Acercó sus labios y lo besó. Durante el trato que ambas manos hacían a Clark, éste beso a Bruce. Beso sus labios, besó sus mejillas, besó sus ojos. Su respiración se empezaba a agitar. La experiencia era única para el Murciélago. Sin haber sido penetrado, con solo tocarlo, estaba excitado nuevamente. Al sentir su erección palpitante nuevamente, Clark se detuvo, haciendo que Bruce abriera los ojos suplicantes. Pero sintió un ardor en su cuerpo, cuando Clark lo ayudó a tomar los dos penes y hacerse placer mutuamente. Conforme ambos llegaban a su límite, Clark lo acercaba más. Bruce dejó caer su cabeza en la almohada, completamente ausente a lo que había a su alrededor. Ambos estaban completamente entregados a la pasión, hasta que, casi al mismo tiempo, ambos llegaron al clímax total.

 

Se quedaron en la misma posición, hasta que Bruce se dejó caer dormido, ya exhausto, abrazado a Clark, que no dejaba de acariciar su piel marcada con cicatrices, pero que aún con todo, le era bella y suave, hasta que poco a poco, se durmió, cansado.

 

Casi a medianoche, Alfred, Tim y Oliver llegaron a la mansión. –No puedo creer que el señor West se haya comido sus cinco pizzas, más la mitad otra –se quejó Alfred.

-Y eso que no has visto lo que normalmente desayuna en la Atalaya –le responde Oliver con una sonrisa.

El anciano deja su abrigo, y va a toda velocidad a las escaleras. El rubio corre tras él, tratando de convencerlo de no entrar.

-No insista señor Quinn. No iré a dormir hasta comprobar que el señor Bruce está bien –le decía mientras iba a la puerta.

-Te digo que no es necesario Alfred. Vas a interrumpir su sueño.

-Por favor, señor Quinn. He entrado a su habitación estando el dormido desde que era un niño.

Tim iba detrás de ellos, preguntándose en qué clase de escena encontraría Alfred a Bruce y Clark.

-¡No insista señor Quinn! Nada de lo que usted diga hará que cambie de opinión…

-¡Me dieron una golpiza! –gritó Tim desde atrás.

Los dos mayores lo vuelven a ver. –Disculpe, ¿qué dijo, joven Tim?

-Emmm… hay cuatro chicos. Ellos me han estado acosando hace semanas. Y bueno… hoy me golpearon saliendo de clases.

Alfred va hacia él conmocionado. -¿Usted… respondió a su agresión?

-No… en serio. No podía permitir que mi identidad quedara al descubierto, por otra parte, no hubiese sido correcto que aprovechara mis habilidades y les hiciera daño, porque… son solo unos chicos. Pero no tengo idea de qué hacer para que me dejen tranquilo.

-¿Por qué no habló conmigo, o con el joven Dick?

Tim bajó la mirada, -Ustedes están bajo mucha presión. Lo de Jason, el ataque que recibió Dick, la enfermedad de Bruce, el caos de esta tarde con Superman… no… quise molestarlos con mis problemas. En realidad no es tan grave, puedo arreglarlo, solo… tengo que pensar cómo hacerlo.

Alfred suspiró y puso las manos en sus hombros, -¿Quiere que le ayude a pensar qué hacer, joven Tim?

El muchacho sonrió y asintió. El anciano volvió a ver a Oliver. El rubio sintió un poco de pesar por Tim, “Es demasiado joven para tener esas preocupaciones”.

-Señor Quinn, ya que está tan preocupado, le pido por favor que se quede por esta noche, por sí su presencia es requerida para controlar al señor Kent. Yo tengo que cruzar unas palabras con el joven Tim.

-Por supuesto Alfred, no me moveré de aquí.

 

 

-¿Este… es tu bebé? –le pregunta Dick sorprendido, mientras Wally sonreía. Los dos miraban la camioneta de Wally, pintada de un rojo intenso, un rayo de Flash en los costados y con una placa que decía “Flash 3”.

-Impresionante, ¿no? –le pregunta con orgullo.

-Sí, en realidad me tienes impresionado. Pero, ¿pretendes que yo pase la noche… ahí? –le pregunta señalando la camioneta.

-¿Cuál es el problema? Dormites en el Flash 1 y el Flash 2.

-Sí, en Flash 1 porque estábamos viendo un maratón de Dr. Who hasta el amanecer, y en Flash 2 porque íbanos a las Vegas, pero… ahora… es diferente.

Wally le sonríe, -¿Por qué esperas que tú y yo… tú sabes?

Dick lo mira serio, -No vamos a tener sexo.

-¿¡Por qué?!

-Primero, me están matando las costillas, segundo, tienes el brazo roto y tercero, y más importante, no pienses que tu mentira sobre Jason quedará impune.

-¡No, Dick! Pensé que me habías perdonado por llevarlo con Hamilton.

-Eso lo puede entender… en serio. Puedo aceptar tu deseo de querer salvarlo. Lo que no puedo asimilar aún es que lo hayas ocultado a todos nosotros. Debiste ser honesto, al menos conmigo. Quizás… no sé tal vez hubiese apoyado tu decisión. Pero no me diste esa opción.

-Lo lamento.

-Bien… así que… ¿qué hacemos?

.Bueno… supongo que será como hace 3 años en el Flash 1. Películas, palomitas de maíz… hasta que alguno se duerma primero.

-Hecho –le dice Dick.

Wally saca su control y abre la puerta. En ese momento, Dick sonríe y se frota los ojos, mientras Wally se sonroja como un tomate. –Emmm… dame un segundo.

Entra a la camioneta, cierra la puerta, y ésta empieza a tambalearse de un lado a otro. Dick se queda esperando, pacientemente por casi un minuto, hasta que Wally termina de recoger todo el desorden y abre la puerta, sacando a la calle dos bolsas llenas de basura, y dejando el interior de la camioneta completamente reluciente.

-Las damas primero –le dice, inclinándose ante él.

-Cállate, tonto –le responde Dick al golpearlo en el brazo sano.

 

Mientras ese Flash entra feliz a la camioneta y cierra la puerta, el otro Flash, completamente inmóvil, iba enloquecido en una nave, a través del espacio, con música de jazz a todo volumen.

-¡Silencio! ¡Apaga esa mierda! ¡Miserable humano! –le gritaba a John, que disfrutaba el viaje.

-¿Qué sucede, clon? ¿En Apokolips no tienen música tan buena? –le responde en voz alta.

-¡Por favor! ¡Por lo que más quieras! ¡Detén esta tortura!

John sonreía, mientras seguía su viaje a Oa, que en pocos minutos llegaría a su fin.

 

A su vez, la mente maestra detrás del ataque a Superman leía con atención las noticias en su computador, con una sonrisa en su rostro. En ese momento, su asistente entró, -Señor, iba a retirarme a casa, pero… bueno, hay un sujeto que quiere verlo.

El hombre puso las cámaras y al ver quien era suspiró, -Déjalo pasar. Y puedes irte a casa.

-¿Está seguro, señor? No quisiera dejarlo solo con… ese hombre.

-No se preocupe. Ese desequilibrado no puede hacerme algún daño. Puede irse.

La mujer sale de la oficina, e inmediatamente entra, con su flamante traje púrpura, su flor en el ojal, pero a diferencia de otras ocasiones, un rostro completamente serio.

-Es bueno verte, Joker. Vi que saliste de Arkham esta tarde. Pero no entiendo tu presencia aquí.

-Pensé mucho en quién pudo hacer que  Supertonto perdiera el control. –le explica. –Había pensado en Lexy, pero recordé que había desaparecido quien sabe en dónde hace años. Luego, la lista se acortó. Para algo como esto, tan… mediático, tenía que ser un hombre que tuviera una gran experiencia en manipulación, con un nivel intelectual superior y con el poder suficiente para llegar al hombre de acero sin que éste se diera cuenta. Y entonces me cayó el clavo que, después de Lex, el único enemigo de Superman lo suficientemente inteligente para planear algo así eres tú, Vincent Saint, o debería llamarte, Vandal Savage.

El pelinegro sonríe y se acerca a él. –Vaya que no eres un tonto, Joker, lo reconozco. Lo que no puedo entender, es esa expresión tuya. ¿Qué pasó con tu sonrisa tan… cautivadora?

-Por eso salí de Arkham, para recuperarla. Y tú me ayudarás.

-Así, ¿por qué piensas que voy a querer ayudarte? No te necesito para lo que planeo.

-Puede que no, pero tenemos metas similares, tú quieres destruir a Superman, yo a Batman, pero después de esta tarde, comprobé algo que no sabes, y es polvorín en nuestras manos.

-¿Y eso es…?

-El Batman de esta tarde… era un impostor. Y si ese no era Batman, ¿quién era? Si descubrimos donde está el verdadero, estaremos a un paso de acabar con él y con Super Mamón, que brinca como conejito cachondo cada vez que el Murciélago dice ¡Ay! ¿Qué te parece? ¿Una alianza temporal?

-Y… ¿qué quieres a cambio?

-Solo una cosa… quiero torturar a ese impostor, sacar hasta la última gota de voluntad que pueda tener, destruir su mente, hasta que quede solo un despojo, sacar uno a uno sus órganos, hasta que su sangre quede vertida en el suelo por haberse atrevido a suplantar al Murciélago… y matar al verdadero Batman por supuesto. Superman… ese es todo tuyo.


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