Capítulo 2
Mi mirada estaba fija en las brasas ya gastadas de leña, hace más de una hora que Eren se había quedado dormido y solo quedábamos en pie el de ojos zafiro y yo. Sentía el peso de su mirada sobre mí, mas yo me negaba a apartar la mirada de las brillantes brasas.
— ¿Qué tramas? — le pregunté directamente.
— ¿Debería tramar algo, capitán?
Observé de soslayo como Eren comenzaba a tiritar.
— Iré a por más leña. — señalé haciendo caso omiso de él.
No terminaba de sostenerme en pie cuando escuche un chasquear de dedos, y seguidos de estos una fuerte llama comenzó a ondear orgullosa sobre los restos de madera. Y por primera vez en la noche lo miré, encontrándome de lleno con el verdadero dios reflejado en sus azules orbes que, en estos momentos, solo manifestaban frialdad y sadismo.
— No es de buena educación irse cuando estas manteniendo una conversación con una persona, señor Ackerman.
El adusto tono de su voz me erizo la piel. Era como si el hombre que había estado aquí cuando Eren aun estaba consciente no existiera.
Tragué saliva al sentir la boca más seca que nunca.
— Siéntate. — señaló sin apartar su mirada de la mía y yo me vi incapaz de desobedecerle.
Volví a mi sitio e intente deducir que era lo que me estaba pasando.
— Buen chico. — me halagó como si me tratase de un perro.
— ¿Qué coño pasa contigo? — gruñí intentando intimidarlo pero con cuidado de no despertar a Eren. Pero él en vez de mostrarse aunque fuera un poco turbado o nervioso lo único que hizo fue dejar que una malintencionada sonrisa tirara de sus labios.
— ¿Encima que te halago por tu buen comportamiento tienes la osadía de hablarme así? — me provoco con ese tono disfrazado de inocencia.
No pude más.
Me levanté de golpe y en un rápido movimiento quede frente a él y le lancé un puñetazo, no le di. Me quedé estático.
— ¿Cómo…?
No llegué a acabar la pregunta. A una velocidad arrolladora me retorció el brazo con una de sus manos mientras que con la otra me tapo la boca para que no gritara. Mis pupilas se estrecharon entre el dolor y la sorpresa.
— Deberías tener más cuidado, si sigues actuando sin pensar podrías hacerte mucho daño. — musitó con saña para seguidamente dejarme caer de rodillas al suelo.
— ¿Levi?
Me incorporé a prisa al escuchar la soñolienta voz de Eren.
— Buenos días, Eren.
Dirigí mi mirada hacia él dueño de esa apacible voz. Hades había vuelto a adquirir ese semblante amable y le dedicaba otra de sus encantadoras sonrisas a mi castaño. El sádico dios que había estado aquí hace tan solo unos segundos había vuelto a desaparecer. Tragué duro cuando me miró de soslayó dejándome atisbar la pizca malévola que ahora apenas era evidente en su mirada.
— Levi, ¿estas bien?
El tono preocupado del mocoso me arranco del moreno.
— Sí… — carraspeé recuperando la compostura. — Recoge tus cosas Eren, partimos ya.
— E-Esta bien.
— Bueno, mortales, ya es hora de que me retire. — anunció risueño. — Os deseo mucha suerte en vuestro camino espero que los astros sean favorables con vosotros, pero eso si, recordad que los caminos están repletos de bandidos y demás criaturas que no me apetecen nombrar así que os sugiero que siempre que caiga la noche llevéis una antorcha con vosotros, el fuego asusta a las criaturas nocturnas.
— ¿E-Eh?
Puse los ojos en blanco al escuchar el tono asustado de Eren.
— Estupideces… — murmuré. Solo quería asustarnos.
Se volteó dispuesta a irse, mas antes de que lo hiciera por completo atisbe la suave e inexpresable sonrisa que adornó su rostro.
— Suerte.
Y con esa última palabra desapareció como si nunca hubiese estado presente, dejándome un tanto descolocado.