Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una vez, amaste. por Athair

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Lo primero que digo, es que no recomiendo leer si no os gustan los POV´S, porque es una historia toda de POV´S.

Que, como siempre, se la dedico a mi chico, MrVampDeKamp2 con todo mi cariño y otras cosas que solo le diré a él XD.

Que los personajes no son míos porque si lo fueran, las peleas de Saint Seiya serian de un tipo muy distinto y con menos ropa, jejejeje.

 

Notas del capitulo:

Esta historia, ha sido un autentico desafío para mí por varios motivos.

Mi inspiración, mi musa y mi imaginación huyeron juntas, abandonándome a mi suerte hace ya unos meses. Sigo sin noticias de ellas L

Aquellos que leen mis historias, saben que aunque respeto a las parejas de siempre, estoy un poco aburrida de ellas y me gusta mezclar a mi antojo a la gente, poniendo parejas raras.

Sin embargo, aunque las parejas de esta historia son dos, la principal, es una de las de siempre, porque he querido retarme a mi misma y ver si podía escribir sobre ellos.

Aunque triste, creo que la historia me ha salido bien, y si cae algún review, seré feliz XD.

El lemon, ha salido como tenía que salir, no es a los que os tengo acostumbrados pero creo, que es lo que tiene que ser.

POV AFRODITA

Soy tú mejor amigo, siempre lo he sido y soy consciente de que sabes que siempre lo seré.

Quizás porque somos demasiado iguales, quizás porque somos demasiado distintos. Puede que solo sea porque nosotros hemos vivido lo que los otros caballeros de oro no.

Siempre fuimos los rechazados, los parias de la orden de Atenea.

Yo por mi belleza, por mi carácter egocéntrico y presumido, porque siempre me consideraron el más débil, o simplemente, aunque nunca lo admitieron, porque herí el ego masculino de más de uno al decir “no” cuando ellos, más que desear, necesitaban un “sí”.

Siempre fui ese trofeo que todo el mundo quiere ganar pero nadie gana, me llevé a la cama a quien me quise llevar, y deje a quien quise dejar.

Tú, eras el chico malo de la orden, el que no entendía de normas y reglas, te odiaban y te envidiaban por esa libertad con la que actuabas.

Mataste a quien quisiste matar sin lamentarte, sin sentir remordimientos, dijiste lo que querías decir con esa sinceridad tuya que en el fondo, a todos nos cohibía.

Pero, solo yo sé la verdad, lo que realmente nos diferencia, lo que solo tres de nosotros sabemos pero uno decidió olvidar.

Una vez, amaste.

Amaste de verdad.

No la pasión de un momento, no un flirteo de unas pocas horas, no ese tipo de amor conformista, que se acepta cuando no encuentras nada más, cuando te resignas con lo que tienes porque lo que realmente quieres, nunca lo vas a lograr.

No, el tuyo fue un amor sincero, uno de esos sobre los que se escriben poemas e historias de finales felices, canciones que se escucharan época tras época.

Ahora, cuando apenas si puedo recordar cuantos años cargamos a cuestas, cuando veo en primera persona como te vas acercando al final definitivo, ese del que ya nadie nos resucitará, una duda, una que nunca he nunca he sabido responder, acude de nuevo a mi cabeza.

-¿Lo sigues amando, verdad?-

Con las pocas fuerzas que te quedan abres esos ojos, cuyo azul, apagado por el tiempo, vuelve a brillar por unos instantes.

Una sonrisa se va dibujando en tus labios, unos resecos y agrietados por el paso de los años, unos labios que decidieron callar durante toda su vida el por qué de que tomases la decisión que cambió tu vida hace tantos años atrás.

-Puede que sí, puede que no ¿quién sabe?-contestas con voz ronca y apagada.

Es curioso, pero cuando cierras los ojos una vez más, vuelves a ser en mi memoria ese joven de veintisiete años que una vez portase la armadura de oro de Cáncer, ese guerrero imparable al que poco le importaba arrastrar a un millón de inocentes si con eso se llevaba la vida de los culpables.

-Cuéntamelo Death Mask-te pido, una vez más, intentando sacarte esa parte de la historia que nunca me contaste, saciar mi curiosidad.

Tu rostro se contorsiona durante unos instantes, como si te costará recordar, o como si te costase tomar la decisión de contármelo o no.

Contigo, siempre ha sido igual, te lo guardabas todo para ti mismo, si eras feliz, eras feliz en silencio, sin demostrar nada al resto del mundo que te rodeaba, si sufrías, sufrías en silencio, sin dejar que nadie te viese en un momento de debilidad.

Solo una vez en la vida he visto en tu cara una expresión distinta a la habitual, cuando hace años, ya tantos que ni lo recuerdo, Radamanthis de Wyvern nos envió al infierno de una patada, cuando las doce horas de vida concedidas por Hades, se transformaron en unos efímeros minutos para ti y para mí.

Siempre me he preguntado el por qué de esa mueca de miedo y terror que lucías.

Siempre he pensado, que eso, forma parte de una historia de la que solo sabré la mitad si tú no decides contármela entera.

-Una vez-comienzas a decir en voz baja-Una vez se lanzó a mis brazos. Creo, que fue cuando comenzó todo.

-----FIN POV AFRODITA----

 

-POV DEATH MASK-

Sí, te lanzaste a mis brazos tan roto como una frágil muñeca de porcelana que acaba de caer al suelo.

El dolor, el desconsuelo, la ira, la rabia, melancolía, angustia, todos los sentimientos por los que pasabas se mezclaban en tu cosmos, apelotonándose, denotando que había pasado algo que te había afectado sobremanera.

No tarde demasiado en darme cuenta, siempre he sido demasiado observador.

Un cosmos acababa de desaparecer, uno conocido.

Uno odiado por todo lo que significaba.

Aioros de Sagitario había muerto.

----FIN POV DEATH MASK----

 

-POV AFRODITA-

-Fue cuando murió el arquero de las narices y el Santuario se transformó en la fiesta particular de nuestro muy poseído Saga-me dices comenzando a hablar.

Puede que no lo notes, pero mis ojos se han abierto de manera desmesurada.

¿Estás diciendo, estás insinuando, que el hombre al que amaste……?

No, no puede ser, tiene que ser otra persona de la que hablas, él no es el único del Santuario, somos más, muchos más ¿verdad?

Porque, por muy amigos que seamos, si me dices, si después de tantos me confiesas, que él hombre al que amabas era él, precisamente él, yo me sentiré la peor basura de la historia.

Solo una vez en la vida me he dado un capricho, cuando me encabezoné en entablar con alguien ese amor conformista del que antes te he hablado.

Cuando me casé con un hombre al que no amaba simplemente porque no quería estar solo, porque no había nadie más a quien elegir.

Porque egoístamente, quería humillar al resto, paseándome con mi pareja, alardeando de haberle escogido a él, y no a uno de los demás.

Pero…ahora, existe la posibilidad de que yo te robase al hombre al que amabas.

Al único al que has amado en tu vida.

Y eso, no me lo podría perdonar.

-Es curioso ¿sabes?-me vuelves a decir-Después de que se calmase, tarde casi catorce años en volver a hablar con él.

-------FIN POV APFRODITA----

 

-POV DEATH MASK-

Y allí estábamos nosotros, en la sala del “Patriarca”, cada uno con peor cara de idiota que el anterior.

Y todo, porque Arles nos acababa de decir, que unos niñitos que prácticamente acababan de salir de sus cunas se habían cargado a los caballeros de plata, a algunas amazonas, a los caballeros negros y a una cabra que pasaba por el medio y ahora, venían al Santuario, acompañados de otra niña que decía ser Atenea, dispuestos a jugarse el cuello en una batalla.

Desde luego, lo que más recuerdo de ese día, son tres cosas.

Que Milo miraba a Camus con una cara que ya quisiera el mismísimo diablo.

Que Camus, dijo bajito “uno de ellos es mi alumno”.

Y que tú, te acercaste a mí, a mi de entre todos, y mientras nadie nos veía ni nos oía, me soltaste, que esa niñita que decía ser Atenea, era, en realidad, Atenea.

No me diste tiempo a preguntar más, me dejaste allí, en el templo patriarcal con cara de idiota y sintiendo seis cosmos acercarse a nuestro hogar.

El reloj se encendió, y comenzaron las primeras doce horas más largas de nuestra historia.

Y yo me morí.

Un chiquillo me mató después de que mi armadura me mandase al carajo y me abandonara, me morí cayendo al mismo pozo del infierno al que yo había mandado a muchas almas.

Y tal y como me dijiste, Atenea resultó ser Atenea, y los chiquillos en pañales hicieron papilla a los que se suponía que éramos los guerreros más poderosos de la diosa.

---FIN POV DEATH MASK---

 

-POV AFRODITA-

-Dita-me dices sacándome de mis pensamientos-Creo que siempre lo supo Dita, supo que Saori era la diosa, supo que Aioros era inocente, creo que incluso sabia que el “Patriarca” no era el “Patriarca”, y creo, que no murió porque le vencieran, creo que murió porque quiso morir, porque la culpa le carcomía. Sinceramente, creo que aquel día, se dejó matar.

Sí.

Es él.

Sin decírmelo, sin pronunciar su nombre, me lo acabas de confirmar.

El hombre con el que yo me casé por egoísmo, es el mismo hombre al que tú amabas, al que siempre amaste.

Al que quizás, siempre amarás.

Shura.

Mi Shura.

Tú Shura.

-No puedes ni imaginar, lo que me jodía, lo que me enojaba, que después de aquello, en cada ocasión en la que nos resucitaban, él fuera parte de ese trío en el que jamás nos incluyeron. Pero seamos francos, Dita, nosotros dos no somos nada ni juntos ni separados, ellos, ellos lo eran todo.

-¿Cómo ocurrió?-te preguntó con la voz entrecortada por el dolor.

¿Cuánto daño te hice sin darme cuenta Death Mask?

¿Cómo no pude ver, no pude comprender, que amabas a ese español cabezota y temperamental, a ese hombre que jamás renunció ni a su moral ni a su virtud?, que como su Excalibur, permaneció férreo y leal en sus creencias.

Quizás, si lo vi, quizás, si lo supe.

Quizás por eso, siempre me di cuenta de que Shura se quedaba pensativo por largas horas, mirándolo todo y nada, con los ojos plagados de añoranza, con el cosmos plagado de algo, que nunca supe interpretar.

-Cuando Hades nos resucitó-contestas.

----FIN POV AFRODITA----

 

---POV DEATH MASK---

¿Todo bien, todo en orden?

No, claro que no.

Estábamos vivos, correcto.

Teníamos doce horas para fingir que queríamos cargarnos algo que en realidad queríamos salvar, correcto.

Armaduras nuevas aunque no fueran las nuestras y cosmos renovados, correcto.

Caballeros de plata que murieron otra vez con vida, presentes.

Tres jueces, un dios y ciento tres espectros pendientes de que respiras, como respiras y cuantas veces respiras, presentes.

Un Patriarca asesinado por un caballero de oro poseído, presente.

Y ¿seis caballeros de oro que murieron de una forma u otra?

Saga, si.

Yo, sí.

Shura, si.

Afrodita, si.

Camus, sí.

Aioros de Sagitario……no.

Y lo vi, vi tu dolor, vi tu angustia.

¿Qué no hubieses dado tú por ver a ese arquero de cabello castaño vistiendo un Sapuri?

¿Qué no le hubieses dado a Hades para que el sagitariano tuviese doce horas de vida en la que tú pudieses pedirle perdón?

Y como aquel día en que lo mataste, sin que nadie te viese te refugiaste en mis brazos y lloraste tu pena, apagaste tu dolor contra mi cuerpo.

¿Sentiste mi muerte?

¿La lamentaste?

No, sé que no.

Acudías a mi solo en tus momentos más débiles, cuando te derrumbabas, acudiste a mi cuando lo que querías tener no se te daba, cuando, te comportabas como un niño caprichoso que no se conforma con un no como respuesta.

Y me morí, otra vez.

Y me dije a mí mismo “ya basta”.

----FIN POV DEATH MASK----

 

--POV AFRODITA-

-Dos noches después de que la diosa nos devolviese a la vida……fue, la primera y la única vez, que le hice el amor a Shura-me dices, parándote un segundo a recordar-Y Dita, como todo en mi vida, lo conseguí de una manera poco digna.

---FIN POV AFRODITA—

 

-POV DEATH MASK---

Te lleve a mi templo sin dejarte hacer demasiadas preguntas, sabía que si te hablaba, si te contestaba, no harías lo que yo quería que hicieras.

Ser mío, aunque solo fuese una vez.

Cuando llegamos a la habitación, lo solté todo en una sola frase.

Una frase, que aunque no de la manera adecuada, salió de lo más profundo de mi alma.

-Llevo muchos años siendo tu paño de lagrimas, soy consciente de que eso es lo único que represento para ti, que nunca seré nada menos ni nada más, pero quiero que seas mío por una vez, una sola vez. Llevo toda mi vida amándote y quiero que me dejes amarte. Quiero que finjas que me amas, y ambos sabemos que me lo debes, Shura, ambos sabemos, que lo que te estoy pidiendo, me lo he ganado. Puede que no sea la más honrosa de las maneras para conseguir lo que quiero y demostrar lo que siento, pero seamos francos español, si no lo hago de esta manera, no lo conseguiré jamás.

No dijiste nada, yo supe que no lo harías.

Pero me dejaste acercarme y esa fue mi respuesta.

Te besé, te besé siendo consciente de que tú pensabas en otro hombre mientras te besaba, te besé sabiendo que si me dejabas besarte, es porque yo era, una vez más, tú paño de lágrimas.

Tu premio de consolación.

Y mientras te besaba, me di cuenta de que, si las sumas no fallaban y dos y dos seguían siendo cuatro, en esos dos días que llevábamos de nuevo con vida, todos con vida, a ti no te había costado nada salir corriendo hacia el noveno templo.

Seguramente con una frase, mil frases de perdón bien ensayadas para ese sagitariano al que le quitaste la vida.

Posiblemente, con otra frase, otras mil frases de amor ensayadas para declararte al hermano mayor de Aioria.

Pero Shura, tú y yo lo sabemos, las matemáticas nunca fallan y el destino es una completa mierda.

En el pasado, en el futuro, en el presente, en esta vida o en la otra, en el cielo, en el infierno e incluso en plena batalla, con respecto al arquero del noveno templo siempre hubo, siempre ha habido y siempre habrá una verdad absoluta.

Aioros de Sagitario siempre le ha pertenecido a Saga de Géminis.

Nunca ha habido otra alternativa ni para el arquero ni para el gemelo, en su caso, no hay un plan b.

Son ellos contra el mundo, contra Arles, contra Hades, contra ti, contra mi e incluso, contra la mismísima Atenea.

Puede que a tus mil frases de perdón el arquero dijese sí.

Pero para las de amor, el no fue rotundo e inquebrantable.

Por eso, solo por eso, dejaste que siguiese besándote, que me apoderase de tus labios con rabia y con ternura, con pasión y con delicadeza.

Por eso no hiciste nada cuando mis labios dejaron los tuyos y comenzaron a atacar tu cuello, cuando mis manos, ansiosas de tu piel, comenzaron a quitar la ropa que te cubría, unas veces con cuidado, y otras con fuerza bruta.

Y que feliz me sentí yo a pesar de todo cuando un gemido escapó de tus labios, tenía frente a mí tu pecho desnudo y no dude en aprovecharlo: acaricié, besé, lamí, mordisqueé, descubrí y colonicé esa musculosa zona, trabajada por los años y tintada de bronceado.

Que orgulloso cuando tus manos cobraron vida y comenzaron a desnudarme, cuando empezaron a acariciar la piel que acababas de dejar al aire.

Y terminé de desnudarte y te tumbe en la cama.

Expuesto para mí, rendido para mí.

Y yo supe, justo en ese instante, que sí.

Esa, sería la única vez.

Un día, ni mejor ni peor que otro, la resignación te llevaría a escoger a alguien a quien darle todo aquello que el arquero había rechazado.

Y lamenté la suerte de ese desgraciado porque a ti, te pasaba lo mismo que a mí.

Yo jamás amaría a alguien que no fuese Shura de Capricornio.

Tú, jamás amarías a alguien que no fuese Aioros de Sagitario.

Condenados ambos, como siempre lo hemos estado, a callar y a esperar.

Callar corazón, mente y alma.

Esperar un milagro, que nunca sucederá.

Sin embargo, no me detuve.

Recorrí tus piernas con labios y manos, llamé tu nombre entre susurros desesperados.

Y escuche por primera vez el mío cuando mi lengua hizo contacto con tu miembro erecto.

Puede que tu mente estuviese en otro sitio, pero tu cuerpo, esa noche, fue mío.

Solo mío.

Ni de Aioros, ni de Sagitario, ni del arquero del noveno templo.

Mío.

Seguí lamiendo, chupando y acariciando esa zona que nos hace hombres, sentí como se agrandaba, como tu espalda se contraía, el sabor del preseminal inundando mi boca, tus suaves susurros, mis escasos gemidos.

Luego, explotaste en un orgasmo.

Puede que no el mejor de tu vida, que tampoco fuese el más significativo para ti, quizás, solo fuese uno del montón.

Pero era el que yo te había proporcionado, el mío, el único.

Reconozco que durante unos segundos dudé.

¿Qué quería ahora?

Era consciente de que solo iba a tener una vez, ¿quería ser tuyo o que tú fueses mío?

-Mask-dijiste de repente sacándome de mis pensamientos.

Te miré, te miré y supe la respuesta.

No hacía falta elegir.

Me habías dado una única vez, y fiel a tu palabra, ibas a dejar que yo alargase esa única vez tanto como quisiera, tantas veces como quisiera.

Te preparé un poco a lo bestia y con prisa, te necesitaba y tú lo supiste.

La penetración no fue sencilla, no fue fácil, mi ímpetu me volvió loco y no esperé lo suficiente, no relaje tu cuerpo lo suficiente.

Si te soy sincero, esa primera vez. Tan dolorosa para ti como para mí, fue mi pequeña venganza.

Venganza por no amarme.

Venganza por no elegirme.

Venganza por saber, que aunque el maldito de Aioros no te amaba, tú elegirías a cualquiera, menos a mí.

Y embestí una y otra vez, manejando tu cuerpo a mi antojo, entrando y saliendo de él con la fuerza y rapidez propia de un caballero de oro.

Y te amé.

Cada uno de tus gemidos, cada gota de sudor que perlaba tu cuerpo, cada caricia que me prodigabas, cada vez que tus labios susurraban mi nombre.

Te amé.

Y lloré sin lágrimas al no saberte mío.

Por unos segundos, te comparé con el jodido Hades.

Me acababas de dar unas horas de vida, unas horas de gozo absoluto, de ti, con la clara advertencia inquebrantable de que cuando acabasen esas horas, la historia llegaría a su fin, sin epílogos, sin capítulos extras que añadir.

Te hice el amor una y mil veces, te deje hacerme el amor una y tres mil.

Te rogué que me mintieses y me dijeras que me amabas.

Y tú……

Lo hiciste.

------FIN POV DEATH MASK---

 

--POV AFRODITA—

El llanto me invade al comprender.

Death Mask no renunció a Shura por mí, no se sacrificó por concederle un capricho y subir el ego a su mejor amigo.

Shura nunca fue mío, nunca fue de Death.

Solo Aioros, un Aioros de Sagitario que le rechazó, fue el dueño del corazón del caballero de oro de Capricornio.

-¿Nunca me amó, verdad?-le preguntó en un susurro entrecortado.

-No-me contestas con la voz plagada de cansancio.

Se acerca la hora de tu muerte, de que ese cuerpo, ahora ya envejecido por los años, ponga punto y final a una historia demasiado larga y demasiado difícil.

-Sin embargo, he tomado una decisión-dices nuevamente.

-¿Cuál?-te pregunto con curiosidad.

-Como amigo, como compañero de armas y de vida, como hermano, me he pasado toda la vida a tu lado Afrodita de Piscis, tengo claro, muy claro ahora una cosa, aunque sea tarde-me dices-Creo que en el fondo, eres el amor de mi vida, así que, ¿qué te parece si cuando me vaya para el otro mundo, ya sea el cielo o el infierno, en lugar de ir persiguiendo a un Shura que jamás me corresponderá, me dedico, simplemente, a esperarte a ti?

Te miro, y por primera vez, te veo de verdad.

Si, no estaría nada mal ser amado por el malicioso caballero de Cáncer, aunque fuese en otra vida.

Y en ningún momento pienso que ambos nos estemos resignando, que nos estemos quedando con las sobras de lo que otros no quisieron, simplemente, estamos abriendo una puerta que jamás se nos ocurrió abrir.

No, si un día llegamos a amarnos, el nuestro será un amor de los de verdad, de esos sobre los que escriben poemas y cuentos con finales felices, de esos sobre los que escriben canciones que perduran época tras época.

Seremos tú y yo contra el mundo, como siempre ha sido, como siempre debió ser.

Por eso, me acercó hasta ti, y consigo que mi muy envejecido cuerpo, tenga las fuerzas suficientes para agacharse, lentamente, pues ya no somos un par de adolescentes, beso tus labios y tú me correspondes.

Antes de contestarte, una última pregunta ronda mi mente, una que ni tú ni yo podremos jamás responder, ¿sirvió de algo aquella noche que amaste al de Capricornio, sirvió de algo que yo me pasase años casado con él?

¿Logró marchar al otro mundo llevándose algo más que el rechazo del hombre al que amó?

No es importante ahora porque no tiene solución, Shura tomó su decisión al igual que tú, Aioros, y yo.

Quizás, él, de entre todos nosotros, fue el único que no tuvo un final feliz.

Quizás, con lo que tú y yo le dimos, tuvo suficiente para marcharse tranquilo al otro mundo, sin arrepentimientos y feliz.

-Más te vale estar allí cuando yo llegue, Death Mask de Cáncer, porque una vez que te encuentre, ya no pienso soltarte.

Tú, me sonríes, me sonríes como cuando tenías veintisiete años, vuelves a besarme con cuidado, sin prisas y sin dejar de sonreír.

-Solo espero por tú bien-me dices-Que no sea demasiado lo que me hagas esperarte.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).