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HOLA, GINECÓLOGO por weasdairs

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No se molesta en ponerse un condón. Notó su miembro caliente y palpitante en mi entrada de mí. Empieza a empujar y noto como comienza a entrar en mi. Siento un poco de dolor pero rápidamente queda eclipsado por el enorme placer que me está dando. Consigue meterla hasta el fondo y se queda parado ahí durante unos minutos. Empiezo a sentir como se mueve haciendo círculos con las caderas y empieza a darme embestidas con fuerza. Nuestros cuerpos chocan y suenan. Tengo la adrenalina disparada y mi corazón parece que va a saltar del pecho. M boca prácticamente escupe gemidos y grito desesperado su nombre. Eso le excita y lo sé. Se mueve con más rapidez y en uno de esos potentes golpes exploto. Noto como me corro manchando toda la cama. El orgasmo hace que aprete todos mis músculos y sienta su polla en todo su esplendor al tiempo que termina dentro de mí y me llena con su semilla. Caigo exhausto en la cama y el sobre mí.
-Te quiero. - es lo único que alcanzo a oír antes de quedarme dormido.

Me despierta un delicioso olor a huevos revueltos. Remoloneo poco en la cama y al final me levanto. Voy directo al baño y me miro en el espejo. Definitivamente necesito una ducha si quiero parecer una persona normal.
-Eres precioso
Levanto la cabeza y le veo reflejado en el espejo detrás de mí, dentro de un pijama de rayas rojas que le sienta de miedo. Me doy la vuelta y le beso. Nuestras lenguas juegan juntas y sus manos bajan hacia mis nalgas. Tengo que pararle ya o no podre hacer nada después.
Me retiro despacio y me dedica una de sus sonrisas arrebatadoras.
—Vamos abajo a por ese desayuno que huelo desde aquí.
Kris me coge entre sus brazos y empieza a bajar las escaleras. Nos tomamos el desayuno rápido y subimos de nuevo al dormitorio.
- Espera, voy a preparar un baño.
Se va al baño y oigo como abre el grifo. Vuelve cuando la bañera está llena y me coge de nuevo en sus brazos. Tengo que intentar que deje de hacer eso. Me siento un niño pequeño. Me mete en la bañera llena de agua tibia con delicadeza y se coloca detrás de mí. Puedo notar su dura erección en mi espalda y sé que está deseando echarme un polvo.
Le miro sonriente y le agarro su miembro con fuerza. Le pilla por sorpresa y pega un pequeño brinco.
Se lo que tengo que hacer. Me doy la vuelta y me meto su polla en la boca. Voy succionando lentamente y los escalofríos recorren su cuerpo. Empiezo a mover la lengua y hacer círculos en la punta. Noto como su presemen empieza a brotar. Tiene un sabor salado que me encanta. Si sigo así en poco tiempo habrá acabado en mi boca.

Me la saco de la boca y vuelvo a subir hacia su cara para besarle. El sabor salado de su polla junto con el cálido y dulce sabor de su boca hace que me sienta como si flotase en una nube. Me hace una seña para que me levante al mismo tiempo que coge el jabón de la estantería que tiene al lado y cuando estoy de pie empieza a enjabonarme el cuerpo con mucha delicadeza. Recorre cada centímetro de él y se detiene un poco más en mi entrada trasera sin llegar a introducir un dedo en ella. Frota mi cabello y me lo llena de champú. Me indica que cierre los ojos y me enjuaga completamente.

Su brazo se coloca por debajo de mis piernas y me coge en brazos otra vez. Me deja de pie junto al lavabo y me envuelve en una toalla. Me lleva hasta el dormitorio y corre hacia el vestidor dejándome ahí. Vuelve a los pocos segundos y trae consigo una bolsa pequeña negra completamente lisa

-Tao, anoche no me di tiempo a darte esto´.

Empieza a abrir la bolsa y saca una pequeña caja de terciopelo azul. No puede ser verdad. Espero que sea una broma. Estoy tan agobiado pensando que me va a pedir matrimonio que no me doy cuenta de que ha abierto la cajita y en su interior hay una pequeña placa con forma de hueso en la que pone “Hachi”.

-Me dijiste que te hubiera gustado tener un perro que se llamara así.

Los ojos se me empiezan a inundar por culpa de las lágrimas. Me he quedado completamente mudo y no sé cómo reaccionar. Una sonrisa empieza a dibujarse en mi cara y veo como su cuerpo se relaja. Al no ser capazas de articular palabra me limito a acercarme a su boca y besarle con fuerza.

-Esto es solo una parte de mi regalo - me dice Kris.-  No podemos compartir un perro. Quiero que te vengas a vivir aquí. Conmigo.

Eso sí que me ha pillado por sorpresa pero mi boca da la contestación antes de que mi cabeza consiga asimilar lo que me ha pedido:

-Sí

La cara de Kris se convierte en algo que todo el mundo debería tener el placer de mirar al menos una vez en la vida. Una sonrisa radiante me permite ver sus perfectos dientes y sus ojos tienen un brillo especial. Empieza moverse y corre escaleras abajo. ¿Dónde narices va ahora? Vuelve en seguida y detrás de él viene un pequeño cachorro de pastor alemán. Vienen los dos dando saltitos y Kris parece un niño pequeño al que acaban de regalar una gran bolsa de caramelos.

 


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