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He's drunk por Hitsujichan

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Notas del fanfic:

Hola hola hola hola :D hola hola hola hola.

Les comparto una mini-historia (se llaman one-shot XP) de una pareja que ni siquiera sé si hay alguna historia de ellos en el fandom español :'D. ¡Ukatake! 
Es mi primera vez y me siento muuuy nerviosa y muuuuy asustada, y nerviosa y asustada, y muy nerviosa y muy asustada. Digo, nunca antes había escrito sobre ellos y es tan wow :'D 

Ya fuera de todo embrollo. Espero que les guste mucho. No es la gran cosa pero se hace lo que se puede ;)

Haikyuu es de Furudate Haruichi.

He's drunk.

Realmente le impresionaba el aguante nulo que tenía Takeda-sensei conforme se tratara de bebidas alcohólicas.

El primer día del campamento en Tokio ya se había realizado, iniciándose recién la primera noche del tan esperado campamento por los chicos del equipo y los de las otras escuelas.

Las cosas entre los entrenadores de cada equipo reunidos allí se habían animado de tal manera que el consumo de alcohol no tardó para nada en llegar, dejando mostrar claramente los efectos que les causaba a cada uno haber bebido tal licor.

Apenas habían sido un par de vasos de cerveza, nada fuerte, pero que habían bastado lo suficiente como para enrojecer las caras de cada persona sentadas ahí, además de producir ese efecto tan conocido por Ukai en su juventud de sentir la lengua entumecida y enredada.

El estado en que veía a Nekomata-sensei –todo risueño y soltando fuertes carcajadas–, junto al estado que nunca creyó que vería en su vida, a Takeda-sensei todo sonrojado y risueño también, le produjo un sentimiento de bienestar e incluso de superioridad al ver el poco aguante que tenían ambas personas agradeciendo como nunca antes sus años de juventud eterna, años en donde había aprendido a tomar y a controlarse para no pasar de su límite.

Pero para Ukai un simple vaso de cerveza no le hacía nada. No le producía ningún efecto aunque él quisiera. Ya con dos vasos el piso comenzaba a movérsele pero nada más, ni siquiera le acercaba a ese estado en que hablaba, hablaba y hablaba sin parar hasta por los codos, el cual ya había dominado por completo al sensei del equipo de Karasuno.

– Incluso pensé en sacar mis ahorros para arrendar el autobús, ¿me cree Nekomata-sensei?

– ¡Sí, sí! ¡Takeda-sensei es un buen sensei!

– ¡No diga eso!

Era un poco de lo que hablaban ambas personas vencidas ya por el alcohol.

El entrenador de Karasuno meramente se mantenía un poco alejado de ellos observando y escuchando las un mil estupideces que hablaban conforme avanzaba la noche y el consumo de licor.

Hablaron de la vida, de sus años de adolescencia, de sus familias, de sus sueños frustrados, entre otras cosas, hasta que el rubio entrenador junto al mánager de Nekoma se dieron cuenta que ya era hora de quitarles la bebida y de llevarlos acostar, ya que mañana sería el segundo día del campamento y no podían demostrarles a los escolares un estado lamentable al no haber podido moderarse con el alcohol.

Con Nekomata-sensei no fue un gran problema quitarle la bebida; se notaba lo cansado que estaba y lo adormilado que se había colocado mientras Takeda-sensei le hablaba sin parar. Pero en el momento en que Ukai tuvo que quitarle la bebida a sensei se desató un infierno que Ukai ya había pensado que podría suceder.

– U-Ukai-kun… ¿qué hace…?

– Sensei, ya pare. El campamento acaba de empezar y mañana ya es el segundo día.

– Ya lo – hipó – sé… ¡Pero no me quites el vaso!

– Vamos Takeda-sensei, es hora de dormir. – como pudo logró quitarle el gran vaso.

– Hmm… no quiero aún. – se quejó con un pequeño puchero en sus labios mientras era tomado de sus brazos por Ukai.

– Mañana puede tomar lo que quiera de nuevo, pero ahora hay que dormir. Debemos levantarnos temprano.

– Ukai-kun es tan, pero tan malo. – lloriqueó.

– Shh, sensei no haga ruido.

– ¡Oh sí! – llevo ambas manos a sus rosados labios y los tapó – no queremos despertar a los chicos.

– Buen chico. – le halagó en un murmullo.

 Silenciosamente llevó a sensei hasta la habitación en que dormirían con los chicos de tercer y algunos de segundo año de Karasuno, plan que habían ideado para no gastar dinero demás en alquilar otra habitación para ellos, decidiendo así dormir con los chicos más tranquilos de todo el equipo que en este caso serían los de tercero y algunos de segundo.

Se adentró a la habitación en cuclillas mientras sensei respiraba pausadamente en su hombro sin emitir sonido alguno, aprovechando ese momento de paz en el de anteojos para moverse sigilosamente por la habitación hasta llegar a sus respectivos futones.

Lo recostó sin siquiera sacarle alguna prenda de vestir y lo tapó hasta la cintura ya que la noche veraniega en Tokio estaba demasiado calurosa, para luego acostarse él sin antes quitarse la playera que había utilizado todo el primer día del campamento, quedando solamente en pantalones cortos.

Una vez que el entrenador de los cuervos cerró sus ojos, comenzó a percibir como la persona que recién había recostado a su lado se removía intranquilo entre las sábanas del futón. Escuchó claramente como jadeaba y suspiraba mientras se giraba de un lado a otro, hasta que uno de esos giros hizo que sensei quedara apegado a la espalda de Ukai, sintiendo como el caliente aliento de éste le rozaba su piel desnuda. Distinguió uno que otro murmullo inentendible que salía de los labios de Takeda-sensei mientras sentía como ese cuerpo más pequeño se apegaba más a su espalda descubierta gracias al calor del verano. Ukai sintió unos escalofríos tremendos al sentir como una mano cálida se posaba en uno de sus hombros, así que sin darle más vueltas al asunto, se giró en su futón solo para quedar frente a sensei y saber si estaba o no ya dormido, quedando sorpresivamente a escasos centímetros del rostro del susodicho.
Pudo apreciar como el rostro de sensei se veía relajado y adormilado, corroborando su idea de que ya se había quedado dormido.
Su débil pero suave respiración le llegaba esta vez en su rostro, entre su nariz y boca, saboreando sutilmente el alcohol que emanaba esa boca que se encontraba entreabierta a una corta distancia de la suya.

Al dirigir su vista a los labios de sensei, se da cuenta que éste los tenía un poco colorados y rojos ante la bebida que había estado bebiendo durante toda la noche, que incluso por un segundo su cabeza lo traicionó y pensó en que al frente suyo tenía a una linda chica de sonrosados labios.
Y aunque su mente le había pasado una mala jugada, prosiguió con el extraño pero deleitoso escaneo que había comenzado en sensei con sus castaños ojos.

Una de las cosas que encontró llamativo en el pequeño profesor fueron sus medianas pestañas  que tenían una suave curvatura hacia arriba, dándole un toque tierno a su rostro que de por sí ya lo era. Él mejor que nadie sabía que sería muy descarado de su parte no admitir –aunque fuera solamente en su interior– que sensei tenía expresiones y rasgos en su rostro que le hacían ver tierno y angelical algunas veces.
El primer día que fue a su tienda a pedirle que fuera el entrenador de Karasuno fue cuando comenzó a negarse a sí mismo de que Takeda-sensei no era lindo. En el mismo instante que lo vio entrar a su tienda, todo formal y arreglado para darle a conocer tal petición, sintió como algo en su interior se movió más fuerte que de costumbre; sensación que hace varios años ya había olvidado su cuerpo, pero que aun así no pudo ignorar por completo en ese momento.

Luego de aceptar su oferta pudo apreciar desde más cerca el sincero rostro del profesor. Le encantaba cuando iba a ver a los chicos practicar ya que a cada movimiento especial que realizaban, su rostro y ojos se iluminaban de una forma tan pura y honesta que a él como entrenador del equipo le hacía sentir un sentimiento de regocijo por todo su cuerpo.

Sus grandes ojos jade se iluminaban con la misma intensidad que lo hacía una estrella en la noche, mientras que sus facciones eran el perfecto ejemplo para el significado de la palabra “pureza”.

Sensei realmente era muy lindo, pero Ukai estaba más que consiente que era extraño encontrar a un hombre “lindo”. Por lo que optó a ignorar esos pensamientos hacia el chico un poco más joven que él, concentrándose únicamente en entrenar a los muchachos del equipo.

 – Umm… Ukai… kun.

Se sobresaltó de tal manera cuando escuchó su nombre ser pronunciado por Takeda-sensei, que tuvo que echar su cuerpo un poco para atrás con tal de que sensei no malinterpretara la poca distancia que habían tenido.

– ¿Si? – preguntó en un débil murmullo solo para que fuera escuchado por el de anteojos.

– Ukai-kun… ¿sabes…? Un-Una profesora me pi-pidió tu nummmero… – habló con un poco de dificultad mientras refregaba suavemente su rostro en la almohada, acercando su cuerpo deliberadamente hacia el de Ukai, colocándolo nervioso. – ¿Qué piensas?

– ¿D-De qué está hablando sensei? – preguntó claramente nervioso mientras sentía el pequeño cuerpo más apegado al desnudo suyo.

– Ukai…kun no sabe… – tuvo una larga pausa y continúo. –… no sabe lo que causa en… en mí…

– ¿Sensei? – creyó entender una doble intención en lo que escuchó, pero no obtuvo respuesta alguna.

La única respuesta que obtuvo fue la de sentir unos suaves y algo mojados labios sobre la comisura de los suyos, en un intento de beso pero que por el alcohol en su sangre no había podido dar bien. Ukai se mantuvo en su lugar mientras miraba el tranquilo rostro de Takeda-sensei en esos momentos, dándose cuenta de que el de anteojos había estirado sus labios más de lo normal para alcanzar su boca, siendo el resultado tan solo la mitad de lo que tenía planeado. Luego sintió como esos carnosos labios se separaban lentamente de los de él –o parte de ellos–, escuchando como la respiración que antes había sentido débil sobre su rostro, ahora sonaba más honda y apaciguada.

El entrenador segundos después de haber recibido ese torpe beso reaccionó, tapándose de inmediato su boca y alejándose un poco del cuerpo de sensei, sintiendo como sus mejillas le ardían furiosamente y como los latidos de su corazón se apresuraban, solo para soltar todo el aire que había contenido de la impresión, sonriendo tanto como por los ojos y la boca, aguantándose las ganas de expresar la felicidad que estaba sintiendo en esos momentos. Pero es que había sido el acto más tierno que había recibido en su vida. Igualmente se destaca el hecho de que hace ya varios años que no recibía un beso, pero lo más importante y gracioso de todo era que había sido solo un medio beso, no uno entero. Los labios de Takeda-sensei solo habían tocado la mitad de los suyos, sin saber si sentirse agradecido o furioso con Dios, el destino, el karma o fuese lo que fuese.

Mientras se aguantaba la risa escuchó pequeños murmullos provenientes de sensei y entre ellos escuchó su nombre nuevamente ser pronunciado, sintiendo de inmediato esa agradable sensación de felicidad en el pecho. Una sensación tan placentera y cálida junto a un extraño y olvidado hormigueo en su cuerpo, no pudiendo evitar sonreír más de lo que ya estaba haciéndolo.

Pero toda felicidad se desvaneció fugazmente de su ser, al recordar que sensei estaba pasado de copas, que seguramente no se acordaría de nada al día siguiente y eso incluía el torpe pero tierno beso que le había dado. Mas eso no le importó, en lo absoluto, aun si así fuera el caso él ya era un hombre maduro y no un adolescente sensible; así que tenía dos cosas que podía hacer. Fingir que nada pasó y adueñarse de ese pequeño y bonito recuerdo, o, decirle todo a sensei y pedirle que se repitiera tal situación, pero de forma sobria.

Y para Ukai cualquiera de las dos opciones estaban a su favor, pero obviamente mucho más la segunda y última.

Ensanchó más su sonrisa y decidió que ya era hora de dormir.

Las cosas se pondrían interesantes desde mañana.

Notas finales:

¡Cualquier crítica es bienvenida y gracias por leer <3 !

Fue mi primera vez con ellos :'D


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