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Bittersweet Lemmon por Radhe

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28 – Espejos – Arles y Kanon 



–Eres tú otra vez, hacía tiempo que no te veía.

Arles se emocionó ante la arenga, Kanon era siempre su presa favorita, atado como estaba por el amor hacia su hermano se negaba a lastimar el cuero de éste y terminaba siendo dominado por aquella otra personalidad. Aquella presencia terrible y monstruosa que lo duplicaba como un espejo.

–Milo tuvo a bien llamarme hace poco.

Le dedicó una sonrisa maliciosa y Kanon se enfureció, desde pequeños él y su primo habían sido las víctimas de aquella viciosa criatura; jamás habían podido eliminarlo ni detenerlo. Estaban indefensos ante él.

–¿Quieres que te encierren otra vez?

Arles rio ante la idea, sabía que su pequeño juguete no iba a cumplir su amenaza; encerrarlo a él era encerrar a Saga, alejar a ambos de su vida y el gemelo menor no tenía la fuerza para ello.

–Tenía muchos deseos de verte, Kanon. Milo nunca se resiste, tú en cambio siempre eres un reto.

Lo atacó de inmediato, el otro alcanzó a hacerse hacia atrás; pero el siguiente puñetazo le golpeó en la sien, la vista se le nubló y la desesperación amenazó con ganarle. Se forzó a retroceder de nuevo y cogió la lámpara de mesa, cuando el otro se arrojó sobre él la estrelló contra su cráneo.

Se asustó mucho un instante o dos, tuvo que agacharse y cerciorarse de que Saga seguía respirando antes de poder volver a hacerlo él, aliviado. No estaba seguro de si vería a su hermano o a su doble personalidad cuando abriera los ojos, pero supo que sin importar cuál de los dos fuera, estaría feliz de saberlo vivo.



29 – Agridulce – Aioros y Aldebarán



Lo vio en cuanto entró al café, pues por su remarcable estatura era imposible que no llamara la atención, le hizo una seña rápida y volvió a sentarse.

Aldebarán también lo vio, podría reconocerlo en cualquier lugar, entre miles de personas, así de importante era para él. Su amistad había durado años y hacía tiempo que había perdido la esperanza de que llegara a ser algo más. Aioros era gentil y amable, pero también era el tipo de alma libre que jamás se quedaba con una sola persona. Ser remplazado luego de dos o tres noches no entraba en el plan del brasileño, así que la amistad estaba bien, esa relación podía durar para siempre.

El griego por su parte tragó el nudo agridulce en su garganta. Hacía poco que se había dado cuenta de que nunca hacía lazos con nadie porque todo su ser estaba atado a su amigo. Éste no parecía dedicarle ningún sentimiento especial y por eso él no se atrevía a realizar movimiento alguno. Reunirse y charlar era un placer al que no iba a arriesgarse a renunciar sólo para ser rechazado. Era mejor seguir así.



30 – Mar – Aioria y Shaka 



Ambos sonreían con nerviosismo, un poco sorprendidos porque las casualidades del destino los hubieran reunido allí. Shaka había estado buscando alguna experiencia en la zona roja sin atreverse a concretar ninguna y Aioria había rogado por amor siendo lastimado demasiadas veces. Y de pronto ambos parecían encontrar aquello que deseaban, por accidente. Estaban en viajes de trabajo, provenían de la misma ciudad y se hospedaban en el mismo hotel. Aquello debía ser el destino.

Las primeras tres noches se habían dedicado simplemente a platicar, a conocerse y a coquetearse con discreción. La cuarta era la última y estaban dispuestos a pasarla juntos. Shaka estaba extraordinariamente nervioso, aquella sería su primer noche con otro hombre, Aioria estaba nervioso a su vez, como le pasaba siempre que se involucraba mucho emocionalmente.

La noche fue un desastre. Se enredaron al quitarse la ropa, se golpearon al tratar de decidir la posición y finalmente el condón se rasgó, impidiéndoles continuar. Sin embargo ninguno de los dos se frustró ni se enojó, terminaron riendo, desahogando su nerviosismo.

Shaka le dijo que debían ir más despacio, no había prisa. Aioria estuvo de acuerdo. Intercambiaron sus números de celular y la promesa de verse nuevamente. Aquello recién comenzaba.



FIN


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