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Bittersweet Lemmon por Radhe

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25 – Aprendizaje – Shaka y Radamanthys



Aquella consulta estaba resultando embarazosa, hacía años que a Radamanthys no lo ponía incómodo tener que hablar de sexo con sus pacientes. Sin embargo la timidez de aquel muchacho se le estaba contagiando y le hacía difícil hablar y concentrarse.

–Si… si únicamente tuvieron contacto oral el riesgo de contagio es bastante bajo…

Shaka se removió en la silla, nervioso. Había seguido visitando la zona roja de la ciudad y encontrándose con aquel galante griego. La última vez se había dejado seducir por él y habían llegado más lejos de lo que hubiera querido.

–Pero también… –dudó y jadeó un poco– también utilizó sus manos… las –hizo una seña vaga y volvió aponerse pálido.

Radamanthys se sintió un poco abochornado al comprender lo que el otro quería decirle.

–Está bien, está bien, las manos son seguras.

–Pero él se había tocado antes a sí mismo…

Al médico la cabeza comenzaba a dolerle.

–Escucha, puedes hacerte las pruebas en seis meses, antes no servirá de nada, pero esa actividad era de muy bajo riesgo, de cualquier forma te recomiendo que la próxima vez utilices dedales de látex para evitar contagio.

La cara de Shaka fue una interrogante llena de ignorancia. Radamanthys suspiró, aquella consulta iba a convertirse en una clase de salud sexual.



26 – No – Shion y Kanon 



Shion vació su vaso de un trago, tuvo que echar la cabeza hacia atrás para que el ardiente licor le atravesara la garganta. Luego se levantó, un poco mareado. Kanon le cogió del codo y le miró con coquetería.

–¿Esta noche no te quedas más tiempo?

El menor le dedicó una sonrisa triste y se mordió el labio inferior.

–No, será mejor que hoy vaya a casa.

Kanon no ocultó una risa socarrona y maliciosa, aquella ciudad era demasiado pequeña, sin duda.

–Sabes que Dohko no estará allí, pasará la noche con Saga.

Shion le dirigió una mirada airada y sin embargo el dolor fue tan intenso que lo obligó a sentarse de nuevo, le faltaba el aire.

–Él…

–No va a estar allí cuando llegues. Ten, tómate otro trago.

El menor obedeció mansamente, con absoluta tristeza. Luego negó con la cabeza, tratando de alejar aquellos pensamientos de sí.

–Eso no importa, digo… está bien si él quiere… yo…

Kanon disfrutaba viendo su contrariedad, porque era la misma que él llevaba dentro.

–Deberías decirle que quieres que sea sólo tuyo.

Shion sonrió de nuevo, una mueca amarga, pero juguetona.

–Jamás podría pedirle eso. No se debe pedir lo que no se puede dar.

Kanon lo rodeó con el brazo, atrayéndolo hacia su propio cuerpo, le acarició el muslo con la otra mano. Sólo deseaba tenerlo para sí aquella noche, el resto del asunto en realidad no le importaba.

–¿Por tu hermano? – Shion asintió –Quizá deberías decírselo a Dohko y acabar con todo.

El menor rio, a veces Kanon podía ser tan simple…

–Él no lo va a entender. Tú lo comprendes porque lo vives también. Tú me entiendes, ¿verdad?

Kanon asintió, porque eso era lo que necesitaba hacer para retenerlo. Shion no se negó al beso ni al resto de caricias, se dejó llevar a la recamara y ser tendido sobre la cama. Aquello estaba bien, no tener que pasar esa noche a solas. Lamentaba que las cosas fueran así, pero era sí como tenían que ser.



27 – Matices – Arles y Aldebarán



Hacía meses que no salía a la superficie, siempre escondido, siempre relegado cuando él era el más fuerte de los dos. Arles tuvo que reírse, no le importó que la gente que pasaba le mirara con extrañeza. Había estado tanto tiempo encerrado dentro de Saga, que por fin salir y respirar de nuevo el aire de la ciudad era fantástico.

Pensó en calmar su sed con las niñerías que hacía su contraparte, darse un paseo por club y seleccionar alguna víctima al azar para maltratar; luego dejó esa idea de lado. No quería a un masoquista que jadeara de placer, quería un verdadero sacrificio, alguien que gritara de dolor y le suplicara parar. Aquella diferencia en los matices era importante, lo era todo.

Lo haría, se dijo, cerraría los ojos y seguiría caminando; la primera persona que chocara con él sería la señalada para la inmolación. Tan solo dio unos pasos cuando un fuerte choque lo envió al piso. Abrió los ojos y encontró a un hombre altísimo, ancho y de facciones rudas frente a él.

–¿Estás bien?

Sí lo estaba, pero sus planes acaban de frustrarse.


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