Capítulo 19.
Seto sonrió de lado al ver la reacción de Katsuya. Podía imaginarse qué tipo de cosas estaban pasando por la mente del mismo. Intentó no reír frente a él, pero mostraba una actitud que simplemente lo invitaba a hacerlo.
—No me digas que ahora me tienes miedo o algo así —había cierto tono burlón en su voz, cosa que no le agradó para nada al rubio.
—¿Miedo? —Repitió—. Por supuesto que no.
Y no mentía. Lo que sentía era desconfianza, no miedo. A pesar de haber convivido con él durante los ensayos y las grabaciones, ahora no tenía manera de saber cómo era el castaño realmente…
—¿Por qué te ves tan nervioso, entonces?
—Y-yo…
Una parte del rubio no quería preguntar, pensaba que lo mejor era quedarse callado… Sin embargo, la otra parte sentía que necesitaba saber la verdad. No le quedaba más que preguntar de manera directa.
—Por Dios, Katsuya, si pudieras ver tu cara en este momento… Parece que te dije que soy asesino o cualquier otra cosa parecida. Estás exagerando, pero si te vas a ir por lo que sabes ahora, puedes hacerlo. Nadie te está deteniendo —comentó Seto sin cambiar la expresión tan seria de su rostro en ningún momento.
—Respóndeme una cosa… —Buscó la mirada azulina del más alto—. La última vez que nos vimos, cuando estábamos en el restaurante, me robaste mi primer beso… ¿Por qué lo hiciste?
Se quedó callado durante un par de minutos, viendo cómo Katsuya se desesperaba cada vez más al no recibir ni una respuesta.
—Si en verdad quieres saberlo, te lo diré —habló por fin.
—¡Pero no inventes tu respuesta! ¡No actúes! —Pidió a gritos, aunque lo único que buscaba era verse un poco más seguro—. Quiero conocer la verdadera razón…
—Cuando me enteré de que nunca antes habías besado a alguien, entendí por qué estabas tan nervioso y pensé que no te gustaría perder tu primer beso a causa de un guión —explicó con simpleza—. Pero después…
—¿Qué? ¿Qué pasó después?
Seto cambió las cosas cuando volvió a abrir la boca para hablar.
—Te contestaré si me dices por qué te uniste al club de admiradores que tengo en línea —dijo—. Yo también quiero conocer la verdadera razón.
—Eso es porque…
Las mejillas del rubio estuvieron rojas en menos de dos segundos. ¿Podía decirle la verdad a Seto así como si nada? No era sólo admiración, eso lo tuvo claro desde el inicio. Quería conocerlo mejor, acercarse más a él aunque fuera a través de la actuación, incluso si en ese instante no podía hacer más que desconfiar por enterarse de que pocas cosas eran cien por ciento reales con el castaño…
Una verdad a cambio de otra.
Parecía un buen trato.
—Tú… me gustas —contestó Katsuya con voz muy débil.
—¿Qué dijiste? No te escuché.
—Dije que… me… gustas —repitió, desviando su mirada y sintiendo cómo su rostro comenzaba a arder. De pronto se sintió pegado al suelo, incapaz de moverse.
Seto no se esperaba escuchar aquellas palabras, por lo que su guardia bajó un instante también.
—Katsuya…
—Cuando te vi por primera vez, ni siquiera sabía tu nombre —continuó, evitando hacer contacto visual—. Me pareciste muy atractivo… y sé que esto puede sonar tonto, pero me sentí hipnotizado por tus ojos. No dejé de pensar en ti en todo el día. Lo primero que hice cuando llegué a casa fue… —Tomó aire por la nariz y lo dejó salir lentamente por la boca, sintiendo algo de pena al admitir lo que había hecho, pues no le parecía tan normal—. Fue buscar información acerca de ti. Por eso mismo pude encontrar el club de admiradores en línea. Pensé que si me unía podría saber cada vez más y más acerca de ti… Quiero decir… Perdón, eso suena extraño, como si fuera un acosador o un chico obsesionado… —Se rascó la nuca—. Lo que intento decir es que me llamaste mucho la atención. Quería conocerte más… como actor y como persona —explicó—. Aunque ahora, debido a lo que me confesaste, no estoy seguro… ¡P-pero ahí tienes la verdad! Ahora es tu turno. ¡Respóndeme!
El castaño había prestado toda su atención a cada palabra dicha por el chico de ojos color miel. Tenía que admitir que estaba muy impresionado, además de que reconocía el valor que se necesitaba para decir algo como eso.
Y bien había dicho Katsuya, ahora era su turno para contar la verdad…
Continuará.